Ahora que ya sabemos cuáles son las mejores hamburguesas de Barcelona, quizá querréis saber cómo acabó aquella noche. En concreto, cómo acabé en una tórrida relación con la bella Lola.
La cosa fue que después de comernos unas croquetas (que no unas hamburguesas) a mí se me empezó a caer el párpado cosa mala y dije que quería irme a casa.
Lo que pasa es que no era mi casa, era la de Laia.
Pero Laia no se quería ir a casa todavía porque decía que quería estar un ratito más con sus amigas. Que no se lo cree ni ella, que todos sabemos que lo que quería era ver en qué acababa el tema de las hamburguesas, pero bueno.
Así que nos fuimos a su casa Sark y yo. En la casa nos recibieron alegremente dos perretes y un gato.
Bueno, "alegremente" es un decir. Porque si tu ves salir a tu humana con dos desconocidos, vuelven solo los desconocidos, y uno de ellos se mete en la cama de tu humana mientras el otro te dice "ven conmigo de paseo, no seas boba que te va a gustar", lo normal es que sospeches.
Y mucho.
El caso es que Sark se fue de paseo con los dos perretes y yo no quiero saber lo que pasó y tampoco lo voy a preguntar, pero cuando llegaron el perrete número 1 se vino para la habitación de Laia, se subió a la cama, me puso el hocico prácticamente en la cara y cuando vio que yo no era la humana habitual salió de la habitación a todo correr.
Entonces volvió a entrar, se subió a la cama, me puso el hocico prácticamente en la cara y cuando vio que yo no era la humana habitual salió de la habitación a todo correr.
Entonces volvió a entrar, se subió a la cama, me puso el hocico prácticamente en la cara y cuando vio que yo no era la humana habitual... bueno, os hacéis a la idea.
Yo supongo que este es el equivalente perruno a reiniciar el equipo, porque después de unas cuantas veces se rindió y se fue al salón, donde se encontró con el perrete número 2, Lola para los amigos.
Lola no estaba contenta.
Era tarde y su humana se había ido, aparentemente secuestrada por otros dos humanos que le habían okupado la casa.
Luego la habían obligado a salir a hacer caca cuando ella no tenía caca.
Y al volver había dado por hecho que la humana que había en la cama era la suya y todo había vuelto a la normalidad, pero cuando vio aparecer al perrete número 1 (Goliat, se llama, que me acabo de acordar) cabizbajo en el salón dedujo, porque mi Lola es muy lista, que no.
Y entonces empezó a LADRAR.
Pero LADRAR.
¿Cómo es posible tanta potencia pulmonar en un cuerpo tan pequeño?
No lo sé.
Al principio esperé que se le pasara, más que nada porque soy una cat person y los perros se me dan regumal. Pensé que Sark se ocuparía, pero los minutos pasaban, los ladridos seguían y Sark no intervenía: así que hice lo que una mujer casada nunca debería hacer: asomarme a su habitación. En plena noche. DESCALZA.
-¿Sark?
La habitación estaba totalmente a oscuras y Sark no contestaba, así que llegué a la conclusión más lógica posible: que le había dado un patatús.*
Desde luego a mí estaba a punto de darme uno, porque estaba muy cansada y no tenía ganas de lidiar con el perrete de Laia y el cadáver de Sark. Por eso hice lo más sensato que se me ocurrió: volver a cerrar la puerta y fingir que no había pasado nada.
Porque no había pasado.
Que yo soy una mujer casada.
Me armé de valor entonces y me dirigí al salón.
-A ver, Lola, deja de ladrar ya...
Que como los vecinos llamen a la policía y vengan y se encuentren con el cadáver de Sark ya sí que no duermo, Lola, y estoy muy cansada.
Para sorpresa propia y ajena, Lola se calló de inmediato.
-Muy bien, muy bien.
La dejé tan tranquila y me volví a la habitación de Laia, pero nada más posar mis delicadas formas sobre las sábanas, Lola empezó a ladrar otra vez.
-Ay, señor...
Me levanté, fui al salón, dije:
-Lola...
Y lola se calló.
-Buena chica.
Me volví a la habitación, me senté en la cam...
-¡GUAU GUAU GUAU GUAU GUAU!
Volví al salón. Empezaba a sentirme como el perrete número uno.
-A ver, Lorz -me dije-. Usa la lógica. Si estás en la habitación ladra. Si estás en el salón, no. ¿Qué hacemos?
-Dejar que se ocupe Sark. Pero se ha subido a un árbol.
-O está escuchando música con los auriculares puestos -dijo la voz de mi cabeza. Es que es muy lista, a mí no se me habría ocurrido.
-No pienso entrar ahí a averiguarlo -dije-. Que luego se me cae un pelo y viene CSI y la lía.
La voz de mi cabeza puso los ojos en blanco.
-Entonces supongo que puedes intentar dormir en el salón -dijo.
Por suerte el sofá de Laia es muy grande y tenía mantita, que me había quedado pajarito de andar descalza para arriba y para abajo. Me tumbé en el sofá y Lola se quedó tranquilita.
Supongo que pensó: ha secuestrado a mi humana, ha okupado la casa, pero mañana va a tener las cervicales que se va a arrepentir de haber nacido. Y con eso ya se quedó tranquila.
En el sofá se estaba bien y calentito. Muy calentito. Porque en cuestión de segundos tenía encima al perrete número 1, también conocido como Goliat, y al lado en plan mímame pero sin tocarme al gatete denominado Varsovia. Lola se quedó frita con la satisfacción del deber cumplido.
Este era el cuadro pintoresco cuando apareció Laia, presumiblemente con el estómago lleno de las mejores hamburguesas de Barcelona.
-¿Pero qué haces en el sofá? -me dijo. Bueno, nos dijo. Es que el sofá estaba muy concurrido.
-No te preocupes, no pasa nada, es que me he venido aquí porque creo que Sark se ha muerto.
Ante todo no dramaticemos.
*Sark estaba escuchando música, claro.
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Quedan pocos días para participar en el verkami de Crónicas Funestas.
Es para sacar un juego de rol, pero también hay cositas para no roleros como camisetas y libritos y sugus.
¡Apuntarse!