Según Google Maps, vivimos a 170 metros de un colegio. En realidad no: esa sería la distancia a la puerta principal, y hay otra más cerca. Varios de los excompañeros de guarde de Nena-chan van a ese colegio, y sus madres están muy contentas. Tiene un huerto, una biblioteca muy activa y abierta a los padres, un hilo musical que eligen los niños, un comedor separado por edades y una zona infantil muy mona con macetitas.
Lo único que le falta es justo lo que una madre trabajadora necesita: clases extraescolares para niños de infantil. Y las que hay para niños mayores terminan alrededor de las cuatro. Como para una prisas.
Por eso en vez de llevar a la nena a un colegio que está a, literalmente, dos minutos andando, nos hemos ido a uno que está a unos dos kilómetros. En fin, al menos es cuesta abajo, en línea recta y bien comunicado. Llevar y recoger a Nena-chan de camino al trabajo va a ser relativamente sencillo.
La cuestión es que ahora estoy de baja por maternidad y claro, Bebé-kun no va todavía a la guardería, y además, estando yo todo el día en casa, ¿para qué tener a Nena-chan todo el día en el colegio?
A ZaraJota le preocupaba que no pudiera apañarme yo sola.
-¿Cómo vas a ir y volver en el autobús, tú sola, con los dos niños y las cosas del colegio?
-El autobús es la parte fácil: el niño en la mochila y la nena de la mano. Lo que me preocupa es que consigamos salir de casa... Pero no pasa nada, lo tengo todo previsto con precisión militar:
7:00, suena el despertador. Le doy a la nena el primer aviso, y me meto en la ducha mientras se despereza.
7:30, segundo aviso a la nena, acompañado de colacao. Mientras se lo toma le enchufo la teta a Bebé-kun.
8:00, tercer aviso. Es que le cuesta arrancar por las mañanas. Mientras se asea, visto al nene, luego visto a la nena.
8:30, salimos de casa a todo meter.
8:50, en la puerta del cole.
-¿Estás segura?
-Claro que sí, ¿qué puede salir mal?
DÍA 1
7:00, suena el despertador.
Todo sale a la perfección, según el horario previsto.
-¿Ves? -le dije a ZaraJota-. No era tan difícil.
DÍA 2
7:00, suena el despertador.
Me levanto, me asomo al moisés de Bebé-kun y descubro que ha echado un poquito durante la noche y que tiene una costra de pota seca pegada al pelo.
Ya me ducharé luego, pienso. Baño a Bebé-kun. Nena-chan se despierta sola y viene a ver qué hacemos. Gracias a eso nos adelantamos media hora.
-Pues al final nos ha ido hasta bien -le dije a ZaraJota-. Creo que voy a empezar a bañar siempre al nene por las mañanas.
DÍA 3
7:00, suena el despertador.
Abro el ojo y descubro que el nene ha vuelto a echar, solo que como me dormí antes de dejarlo en el moisés ha potado en mi cama, y luego ambos nos hemos remozado en la mancha.
Lo baño. La nena ya sabe de qué va el tema y ni se inmuta.
-Venga, pedorrilla, despierta -le digo.
Termino de vestir al nene y me meto en la ducha, que en esta ocasión es impostergable.
Salgo de la ducha, Nena-chan sigue dormida.
-Venga, hay que ir al cole.
Bebé-kun empieza a llorar y le enchufo una teta.
-¿Mamá?
La nena se ha despertado con el llanto.
-¡Un momento!
-Tengo pipí.
-Ve, corre.
-No puedoooo...
Voy al baño con el niño enganchado al pecho y me encuentro a la nena intentando bajarse las braguitas, que se le han enrollado por detrás y no bajan. Sin soltar al niño me pongo en cuclillas e intento ayudarle con una mano... tarde.
Suelto al niño y, mientras berrea, baño y visto a a Nena-chan. Me coloco la mochila, coloco al niño, me saco una teta y salimos de casa a toda mecha.
DÍA 4
7:00, suena el despertador. Lo apago.
7:30, suena el despertador.
Mierdaaaaaaaaaaaaa...
Salgo de la cama y voy a despertar a Nena-chan. Ni se inmuta. Le retiro las mantas para que el fresco la espabile. En lugar de eso, se hace pis en la cama.
Mientras la estoy bañando, Bebé-kun pide comida. Me pongo la mochila, coloco al niño y me saco una teta. Visto a la nena y le doy el desayuno con el niño colgado y sin parar de mamar.
Estamos terminando: solo me falta ponerle a Nena-chan la chaqueta y podremos salir de casa.
Me agacho a abrocharle los botones y Bebé-kun suelta la teta y me pota en el escote.
Premio a la puntería.
-Si esto sigue así -le digo a ZaraJota-, voy a empezar a dormir en el colegio para ahorrarme el mal rato.
DÍA 5
7:00, suena el despertador.
Todo vuelve a ir como la seda y llegamos a la puerta del colegio sin contratiempos.
Le estoy cogiendo el tranquillo, me digo, puedo hacerlo, puedo hacerlo, puedo hacerlo...
-Mamá -me dice la niña-, ¿dónde está la bolsa de mi merienda?
-Hoy no hay que traer merienda.
-¿Por qué?
-Porque ayer me diste un papel donde ponía que hoy es el cumpleaños de un amiguito y no hay que traer merienda.
-No.
-Claro que sí. ¿A que la seño te dio un papel ayer?
-Yo lo cojo del suelo.
Tu fruta madre.
Salgo corriendo con Bebé-kun colgado de la mochila y la niña a rastras. Por suerte hay un mercado cerca, y algunos puestos están abiertos. Compro dos mandarinas, las pelo, las meto en una bolsita.
A las 8:58 estamos de nuevo los tres en la puerta del colegio, pringosos de sudor y mandarina y oliendo a pota (nota mental: a Bebé-kun no le gusta que corra cuando lo llevo colgado).
Nos tropezamos con otra mamá, que lleva una bolsa enorme con zumos y galletas.
-Hoy es el cumple de mi nena -me dice-, ¿te has acordado de no traer merienda?
-Claro, claro -le digo mientras escondo las mandarinas en mi bolso-. Nos dieron un papelito ayer, ¿verdad, Nena-chan?
-Sí, la seño me da papel, y se cae, ¡pero no pasa nada porque yo lo cojo del suelo!
A este ritmo me vas a tener que recoger a mí también.