30 octubre 2015

Halloween 2015

-Mamá, pinta una bruja, favor. 
-Mira. 

-¡No, así no! ¡Una bruja buena!
-Esta es buena. 
-¡No es buena! ¡Es fea!

La bruja apagó la bola de cristal de un manotazo. El que escucha lo que no debe se arriesga a oír cosas que no le gustan, se recordó a sí misma. Aún así... estaba indignada.
¿Qué tendrá que ver ser mala con ser fea?
La bruja rebuscó en el armario hasta dar con un espejo. Estaba roto, por supuesto: a todas las brujas, cuando se compran una casa, sus madres les regalan un espejo roto para que les dé malvada suerte. La bruja miró su rostro separado en mil pedazos. Desde luego... Si  era cierto eso de que a los feos no les queda más remedio que ser simpático, ella era simpatiquísima.
Pero no lo era. Era más bien tirando a mala. Comía niños, secuestraba princesas, maltrataba príncipes, entrenaba dragones... Una vez incluso tiró una bolsa de basura orgánica al contenedor amarillo, aunque luego se arrepintió mucho y nunca más lo volvió a hacer.
La otras brujas la miraban con respeto y buscaban su consejo. No es que lo encontraran, pero eso es lo de menos. Los aldeanos temblaban cuando la veían. Bueno, puede que eso fuera porque en la dichosa aldea hacía siempre un frío espantoso. Las hadas le habían jurado odio eterno; las hadas es que son muy de odiar. Cientos de príncipes habían intentado matarla solo para demostrar su hombría, sin éxito en la empresa, obviamente.
Sí, la bruja era mala. Muy mala.
Pero no era mala por ser fea.
Lo de ser fea era, simplemente, un plus.

26 octubre 2015

La desinformación

Cuando vas a recoger a tu hijo a la guardería, lo normal es que su seño te informe.
Te dice, por ejemplo, qué ha comido, cuándo y cuánto, si ha hecho pis o caca, si ha dormido, qué han aprendido. No es porque las madres seamos unas obsesas del control. Bueno, sí, principalmente es por eso. Pero también es para que, por ejemplo, planifiques la cena. 
Si la seño es buena en su trabajo, y la de Nena-chan lo era, además te cuenta alguna anecdotilla sobre tu hijo, y te vas tan contento. 
En el colegio es diferente. Aunque las maestras están a tu disposición para contestar preguntas, así, de entrada y por principio, no te cuentan nada, porque se supone que un niño de tres años ya puede contártelo por sí mismo. 
Ciertamente, lo que es poder, puede. Lo que hace falta es que quiera: los niños de tres años tienen bastante tendencia a la dispersión. 
Así, cada día, cada puñetero día, a la salida del colegio, le hago a Nena-chan exactamente la misma pregunta: 
-¿Qué has hecho hoy en el cole?
-Muy bien -responde. 
-Ah... Me alegro. Pero ¿qué has hecho?
Bebé-chan pone los ojos en blanco. 
-Muy bien -que no te enteras, mamá.
-Eh... vaaaaaleeee.... ¿Y has pintado con los colores?
-No. Jugando. 
-Claro, eso en el recreo, ¿no? 
-No. 
-¿No? ¿Qué haces en el recreo?
-Un niño me pega.*
Mi primer instinto fue localizar al agresor y partirle las piernas, pero Nena-chan no parecía afectada en absoluto. 
-Bueno... si te vuelve a pegar se lo dices a la seño, 
-La seño está enfadada. 
-Anda, ¿y eso por qué?
-Porque no está contenta. 
Ante semejante alud de información, empecé a temer el día que Nena-chan fuera al comedor. Intenté retrasar el momento todo lo posible, pero al final me tuve que rendir a la evidencia: no nos daba tiempo a ir a casa a comer y luego volver a la extraescolar de inglés. 
El primer día de comedor estuve atacada toda la mañana. ¿Y si no le pasan nota a la seño y deja salir a la niña a las dos? ¿Y si no la deja salir, y la nena no lo entiende y se va? ¿Y si alguien reclama a la niña y se la lleva? ¿Y si...? No me malinterpretéis; yo no soy una de esas madres locas que no confían en los profesores: soy una madre loca que no confía en NADIE. 
Cuando por fin llegó la hora y la niña salió, le hice la pregunta de siempre. 
-¿Qué has hecho hoy en el cole?
-Muy bien.
Señor, dame fuerzas, porque como me des un hacha la liamos...
-¿Te ha gustado la clase de inglés?
-Sí. 
-¿Cómo se llama la seño de inglés?
-Tiicha.
-Ay... -eso me pasa por preguntar obviedades- ¿Y el comedor?
-Muy bien. 
-Eh... me alegro que le des tu aprobación. ¿Qué has comido?
-Un chumo. 
-¿Nada más?
-Y llalletas.
-Eh... eso es lo que te ha puesto mamá para el recreo: zumo y galletas. Pero luego has ido al comedor, ¿a que sí?
-Vale. 
¿Cómo que vale? ¿CÓMO QUE VALE?
-Eh... ¿y qué has comido en el comedor?
-Chumo y llalletas. 
-Mira, Nena-chan... yo no digo que no te crea, ¿eh? Nada más lejos de mi intención el minar tu autoestima dudando de tu testimonio, pero es que el zumo y las galletas eran para el recreo. Si te los has comido en el comedor, no pasa nada, pero digo yo que algo más te habrán dado, ¿verdad?
-Sí. 
Bien, parece que nos acercamos a alguna conclusión.
-A ver, ¿qué has comido EN EL COMEDOR?
Nena-chan se lo pensó.
-¡Cocholate!
Me rindo. 






*Según varias niñas "mayores" (ancianas de cinco años) que fueron testigos del suceso, Nena-chan iba corriendo sin mirar e impactó de cabeza contra otro niño de su clase que iba corriendo sin mirar. No hubo que lamentar víctimas mortales gracias a la rápida intervención de una de las seños, que hizo sana-sanas y repartió besos en la zona afectada. 

19 octubre 2015

Con un par

Bebé-kun tiene testículos. Bueno, y pene. Suelen venir juntos, por lo que he oído.
No es que me haya pillado totalmente de sorpresa: empecé a sospechar cuando, revisión tras revisión, los médicos miraban las ecografías y me decían "es un niño".
Seguí con la mosca detrás de la oreja cuando en el paritorio se acercó la pediatra y levantó la manta que nos tapaba al niño y a mí:
-Solo voy a mirar que tiene todo lo que tiene que tener, no vaya a ser que lo registre como Bebé-kun y sea una Bebé-chan... -dijo-. Uy, sí. Definitivamente, tenemos un Kun.
Los primeros cambios de pañal los hizo ZaraJota y no pude confirmar mis sospechas hasta el día siguiente, cuando vino la enfermera.
-Vengo a ayudarte con el primer baño -en ese hospital no separaban al niño de la madre para nada-. ¿Estás sola?
-Mi marido ha salido a desayunar.
-No te preocupes, ve desnudando al niño.
Desnudé al niño, le quité el pañal y lo vi: el mondongo.
Ay.
Y ahora, ¿qué hago yo con esto?
La enfermera salió del baño y me encontró mirando al niño con cara de pasmo.
-¿No tienes más hijos?
 -Sí, pero es una niña.
-Pues es lo mismo.
-¡No es lo mismo para nada! Este tiene... colita. Nunca he tocado una -la enfermera levantó una ceja. Es lo que pasa cuando estás ingresado en maternidad: todo el mundo da por hecho que has tenido contacto con al menos una colita. La gente es así, tiene muchos prejuicios-. Bueno, sí. He tocado muchas. Bueno, tampoco muchas. O sea, lo normal. Estamos en el siglo XXI... soy joven... moderadamente atractiva...
-Lorz, se está enfriando el agua.
-Lo que quiero decir es que mi amplia experiencia manipulando colitas no se ha centrado precisamente en la higiene de las mismas.
La enfermera cogió en brazos al niño y lo bañó sin hacer más comentarios.
Pensé que me había librado, pero por supuesto llegó el momento en el que tuve que bañar yo a Bebé-kun.
La cuestión es que he bañado a Nena-chan millones de veces. Le he limpiado el culo y lo que no es culo otros varios millones. Le he puesto y quitado pañales, bragas y bañadores. La he cogido en brazos de todas la maneras posibles... Y nunca jamás me ha preocupado el estado de su piticlín, probablemente porque yo tengo uno, y ya sé cómo funciona el tema.
Pero con Bebé-kun era diferente.
Para empezar, los genitales estaban FUERA.
Mi primera preocupación era que aquello estuviera oprimido.
-¿Y si le aprieta el pañal? -le pregunté a ZaraJota.
-No le aprieta.
-¿Y si le aprieta el body?
-No le aprieta.
-¿Y si le aprieta el pantalón?
-No le aprieta.
-¿Y tú qué sabes?
Luego empezó a preocuparme que lo oprimiera yo.
-¿Y si lo cojo en brazos y se lo chafo?
-No lo chafas.
-¿Y si le abrocho el cinturón de la sillita y se lo chafo?
-No lo chafas.
-¿Y si lo pongo en la mochila portabebé y se lo chafo?
-En serio, Lorz, eso no se chafa tan fácilmente.
-¿Y tú qué sabes?
Además, los genitales eran PEQUEÑOS. Bueno, no tan pequeños, ¿eh? En una proporción adecuada, digamos. La enfermera me había dicho que tenía que levantárselos para limpiarlos bien.
-¿Y por dónde los agarro? -le decía a ZaraJota.
ZaraJota suspiraba.
-Por donde sea.
-¿Y si le rompo un hueso?
-¡Ahí no hay ningún hueso!
-¿Y tú qué sabes?
ZaraJota volvía a suspirar. Se ve que es de esas personas que en otoño se mustian un poco.
Pero además es que los genitales masculinos son IMPREVISIBLES.
Bueno, para ser sincera eso ya lo sabía de antes.
Cuando nació Nena-chan aprendimos rápidamente que a los bebés les encanta hacerse pis cuando están tumbados en el cambiador. ¿Qué hicimos? Tener siempre una toalla debajo. Si estábamos fuera de casa, doblábamos el pañal sucio sobre sí mismo y lo dejábamos debajo del culete mientras poníamos otro. Así se impide que el pipí resbale por el cambiador y acabe sobre los pies del progenitor de turno. Al menos, si tienes una niña.
La primera vez que cambié a Bebé-kun hice lo mismo: le doblé el pañal debajo del culete, estiré el brazo para coger las toallitas y ¡ffffffffff!
-¡¡¡AAAAAAAARRRRRG!!!
ZaraJota vino corriendo.
-¡Apaga el secador! ¡Apaga el secador! Ah, si no te estás peinando... Creía que te habías vuelto a pillar el flequillo intentando ver lo que hay detrás de la rejilla del secador de pelo.
En serio, ZaraJota, solo me ha pasado cuatro o cinco veces. Supéralo, ¿quieres?
-¡Bebé-kun se me ha hecho pis encima! -le dije.
-Eso te pasa por no ponerle el pañal antes de cogerlo en brazos.
-¡No lo tenía en brazos! ¡Me ha manchado desde el cambiador! ¡Es como un pequeño aspersor rosita!
-Ya, los niños hacen pipí así.
-Claaaaaaaaro, el señor lo sabe todo siempre...
-Bueno, entiendo que en las actuales circunstancias se te haya olvidado, pero verás: yo... tengo un pene.
Claaaaaaro, y como tiene pene ya se cree que tiene razón siempre.

14 octubre 2015

El bingo de la madre reciente

¿Eres madre y viajas con tus hijos en transporte público?
Está claro que te gustan las emociones fuertes.
¿Quieres añadir aún más emoción a tus trayectos?
Es muy fácil, solo necesitas acordarte de llevar siempre, además de los niños, los carritos si son necesarios, la mochila del cole, la bolsa de la merienda, el bolso cambiador, el abrigo por si hace frío, el gorrito por si hace calor, el paraguas por si llueve, tu bolso, las llaves de casa y la gallina, porque si algo te falta es una gallina... acuérdate, decía, de llevar siempre encima tu papeleta del bingo de la madre reciente, y una petaca con tequila.

  
El bingo de la madre reciente
¿Es niño o niña?
Como no lleva pendientes...
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
No lo cojas en brazos que se acostumbra.
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
Lo que tienes que hacer es darle un chupete.
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
¿Tan grande y con chupete?
Abrígalo que hace frío.
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
Llora porque tiene calor.

¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
Yo tengo un nieto de la misma edad.
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?

Sujétale la cabecita.
Solo llora para llamar la atención.
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
Si no le rapas el pelo no le va a crecer nunca.
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
Si lo llevas en la mochila se le deforman las piernas.
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
Si duerme en tu cama nunca querrá dormir solo.
Qué muñeca tan bonita, ¿me la das?
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
Toma este caramelo de menta de origen dudoso.
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
¿Tienes celos de tu hermanito? ¿No? ¡PUES ME LO LLEVO!
¿TODAVÍA LE DAS EL PECHO?
¿Te vienes a vivir conmigo? Tengo un perrito.
@lorzagirl



También sirve para reuniones familiares y charlas informales con otros papás en la puerta del colegio. Funciona así:
Cada vez que una viej... anciana (o pariente, o padre) diga una de las frases de la papeleta, le das un buchito a la petaca de tequila.
Si tu interlocutor procede al contacto físico no deseado con tu hijo, doble buchito. 
Si completas la tabla, te bajas del autobús con los niños, los carritos si son necesarios, la mochila del cole, la bolsa de la merienda, el bolso cambiador, el abrigo por si hace frío, el gorrito por si hace calor, el paraguas por si llueve, tu bolso, las llaves de casa y la gallina, porque si algo te falta es una gallina... y te compras otra botella de tequila, que te la has ganado. 
Recuerda que si estás amamantando a tu hijo no deberías beber alcohol. Claro que, bien pensado, si no te importa beber tequila a las ocho de la mañana, en el autobús, mientras llevas a tu otro hijo al colegio, lo de la lactancia tampoco debería ser un impedimento.



Pd: Creo que le voy a sacar el abono a Nena-chan y que se vaya en el bus ella sola. Ya tiene tres años y va siendo hora de que espabile, ¿no? 

Editado: echadle un ojo, en los comentarios, a las respuestas que propone AnaConda

08 octubre 2015

Precisión militar

Según Google Maps, vivimos a 170 metros de un colegio. En realidad no: esa sería la distancia a la puerta principal, y hay otra más cerca. Varios de los excompañeros de guarde de Nena-chan van a ese colegio, y sus madres están muy contentas. Tiene un huerto, una biblioteca muy activa y abierta a los padres, un hilo musical que eligen los niños, un comedor separado por edades y una zona infantil muy mona con macetitas.
Lo único que le falta es justo lo que una madre trabajadora necesita: clases extraescolares para niños de infantil. Y las que hay para niños mayores terminan alrededor de las cuatro. Como para una prisas.
Por eso en vez de llevar a la nena a un colegio que está a, literalmente, dos minutos andando, nos hemos ido a uno que está a unos dos kilómetros. En fin, al menos es cuesta abajo, en línea recta y bien comunicado. Llevar y recoger a Nena-chan de camino al trabajo va a ser relativamente sencillo.
La cuestión es que ahora estoy de baja por maternidad y claro, Bebé-kun no va todavía a la guardería, y además, estando yo todo el día en casa, ¿para qué tener a Nena-chan todo el día en el colegio?
A ZaraJota le preocupaba que no pudiera apañarme yo sola.
-¿Cómo vas a ir y volver en el autobús, tú sola, con los dos niños y las cosas del colegio?
-El autobús es la parte fácil: el niño en la mochila y la nena de la mano. Lo que me preocupa es que consigamos salir de casa... Pero no pasa nada, lo tengo todo previsto con precisión militar:
7:00, suena el despertador. Le doy a la nena el primer aviso, y me meto en la ducha mientras se despereza.
7:30, segundo aviso a la nena, acompañado de colacao. Mientras se lo toma le enchufo la teta a Bebé-kun.
8:00, tercer aviso. Es que le cuesta arrancar por las mañanas. Mientras se asea, visto al nene, luego visto a la nena.
8:30, salimos de casa a todo meter.
8:50, en la puerta del cole.
-¿Estás segura?
-Claro que sí, ¿qué puede salir mal?

DÍA 1
7:00, suena el despertador.
Todo sale a la perfección, según el horario previsto.
-¿Ves? -le dije a ZaraJota-. No era tan difícil.

DÍA 2
7:00, suena el despertador.
Me levanto, me asomo al moisés de Bebé-kun y descubro que ha echado un poquito durante la noche y que tiene una costra de pota seca pegada al pelo.
Ya me ducharé luego, pienso. Baño a Bebé-kun. Nena-chan se despierta sola y viene a ver qué hacemos. Gracias a eso nos adelantamos media hora.
-Pues al final nos ha ido hasta bien -le dije a ZaraJota-. Creo que voy a empezar a bañar siempre al nene por las mañanas.

DÍA 3
7:00, suena el despertador.
Abro el ojo y descubro que el nene ha vuelto a echar, solo que como me dormí antes de dejarlo en el moisés ha potado en mi cama, y luego ambos nos hemos remozado en la mancha.
Lo baño. La nena ya sabe de qué va el tema y ni se inmuta.
-Venga, pedorrilla, despierta -le digo.
Termino de vestir al nene y me meto en la ducha, que en esta ocasión es impostergable.
Salgo de la ducha, Nena-chan sigue dormida.
-Venga, hay que ir al cole.
Bebé-kun empieza a llorar y le enchufo una teta.
-¿Mamá?
La nena se ha despertado con el llanto.
-¡Un momento!
-Tengo pipí.
-Ve, corre.
-No puedoooo...
Voy al baño con el niño enganchado al pecho y me encuentro a la nena intentando bajarse las braguitas, que se le han enrollado por detrás y no bajan. Sin soltar al niño me pongo en cuclillas e intento ayudarle con una mano... tarde.
Suelto al niño y, mientras berrea, baño y visto a a Nena-chan. Me coloco la mochila, coloco al niño, me saco una teta y salimos de casa a toda mecha.


DÍA 4
7:00, suena el despertador. Lo apago.
7:30, suena el despertador.
Mierdaaaaaaaaaaaaa...
Salgo de la cama y voy a despertar a Nena-chan. Ni se inmuta. Le retiro las mantas para que el fresco la espabile. En lugar de eso, se hace pis en la cama.
Mientras la estoy bañando, Bebé-kun pide comida. Me pongo la mochila, coloco al niño y me saco una teta. Visto a la nena y le doy el desayuno con el niño colgado y sin parar de mamar.
Estamos terminando: solo me falta ponerle a Nena-chan la chaqueta y podremos salir de casa.
Me agacho a abrocharle los botones y Bebé-kun suelta la teta y me pota en el escote.
Premio a la puntería.
-Si esto sigue así -le digo a ZaraJota-, voy a empezar a dormir en el colegio para ahorrarme el mal rato.


DÍA 5
7:00, suena el despertador.
Todo vuelve a ir como la seda y llegamos a la puerta del colegio sin contratiempos.
Le estoy cogiendo el tranquillo, me digo, puedo hacerlo, puedo hacerlo, puedo hacerlo...
-Mamá -me dice la niña-, ¿dónde está la bolsa de mi merienda?
-Hoy no hay que traer merienda.
-¿Por qué?
-Porque ayer me diste un papel donde ponía que hoy es el cumpleaños de un amiguito y no hay que traer merienda.
-No.
-Claro que sí. ¿A que la seño te dio un papel ayer?
-Yo lo cojo del suelo.
Tu fruta madre.
Salgo corriendo con Bebé-kun colgado de la mochila y la niña a rastras. Por suerte hay un mercado cerca, y algunos puestos están abiertos. Compro dos mandarinas, las pelo, las meto en una bolsita.
A las 8:58 estamos de nuevo los tres en la puerta del colegio, pringosos de sudor y mandarina y oliendo a pota (nota mental: a Bebé-kun no le gusta que corra cuando lo llevo colgado).
Nos tropezamos con otra mamá, que lleva una bolsa enorme con zumos y galletas.
-Hoy es el cumple de mi nena -me dice-, ¿te has acordado de no traer merienda?
-Claro, claro -le digo mientras escondo las mandarinas en mi bolso-. Nos dieron un papelito ayer, ¿verdad, Nena-chan?
-Sí, la seño me da papel, y se cae, ¡pero no pasa nada porque yo lo cojo del suelo!
A este ritmo me vas a tener que recoger a mí también.


06 octubre 2015

Mi gran boda logia


8 de diciembre de 2014
-A ver: mis días fértiles son el 14 y el 15. Si me quedo embarazada este mes, saldré de cuentas para mediados de septiembre, ¿cómo nos va?
-Bueno, está el cole de Bebé-chan.
-No pasa nada, para entonces ya habrá empezado.
-Y el día 5 tenemos la boda.
-Uf... voy a salir gordísima en las fotos.
-¿Pero podremos ir?
-Claro, hay muchísimo margen.

8 de enero de 2015
-Lorz, estás embarazada.
-No, si ya.
-La fecha prevista de parto es el 7 de septiembre.
Su fruta madre.
-Es que el 5 tengo una boda.
-Pues yo de ti no me compraría el modelito.

Ir a una boda dos días antes de salir de cuentas no es imposible (a no ser que las puertas del recinto sean estrechas, claro), pero sí es incómodo. Especialmente si te pones de parto durante la ceremonia, porque es un momento en el que a las novias les da un pronto rarísimo y se empeñan en ser las protagonistas. Como si pensaran que la gente está allí por ellas o algo, no sé.
Por suerte Bebé-kun fue amablemente desalojado dos semanas antes de lo previsto, dejándonos vía libre para ir a la boda. O sea: una niña de tres años, un bebé de diez días, y una madre con un costurón en el piticlín, ¿qué podía fallar?
Lo primero en fallar fue que, unos días antes de la boda, Nena-chan se dió un trompazo contra el quicio de una puerta y le salió un morado en mitad de la frente. Parecía un unicornio.
-Para eso están los flequillos -dije.
Lo segundo fue el modelito de Bebé-kun, o, mejor dicho, la ausencia del mismo.
Por una parte, la ropa de 0-3 meses de su hermana sufrió un accidente en la secadora, por lo que había muy poco que heredar. Por otra, al estar yo de baja no había podido irme de compras. Y cuando intenté irme después me encontré con que ya estaban poniendo la ropa de invierno, y de verano solo quedaban los restos, es decir: lo que era tan feo que nadie lo había querido. Y encima eran tallas sueltas, y no encontrábamos nada de la suya.
-Pijamita y manta hasta las orejas -dije.
Luego estuvo el tema de los puntos.
La gracia de la episeotomía es que durante los primeros días no duele absolutamente nada. Al contrario: los cabrones de los puntos duelen más a medida que se van secando. Así fue como después de una semana de felicidad, de pronto, el día de la boda descubrí que no podía sentarme sin ver las estrellas, lo que, ahora que lo pienso, suena hasta romántico.
-Pues me llevo el flotador de la niña y me siento encima -dije.
-Sabes que tiene una cabeza de dinosaurio, ¿verdad?
-¡DETALLES!
Al final me llevé una toalla, que enrollé y enrosqué formando un donut. Glamour total.
Y cuando parecía que ya estaba todo dominado, plaf, la mancha.
No tengo ni idea de cómo fue, yo lo tenía todo cuidadosamente planeado.
-Para evitar accidentes, primero nos vestimos tú y yo -le dije a ZaraJota-, y en el último minuto vestimos a los niños.
Así lo hicimos. Y cuando ya íbamos a salir de casa me miré de reojo en el espejo, ya sabéis, la última miradita de soslayo antes de salir. Entonces fue cuando me vi LA MANCHA. En MI VESTIDO.
No sabía si era un escape de leche, un salpicón de caca de Bebé-kun, el lugar donde Nena-chan se había limpiado los churretes de zumo... Fuera lo que fuera, era tan grande y estaba tan estratégicamente situada que parecía como si alguien me hubiera pintado un pezón en... bueno, aproximadamente donde suelen estar.
Lo primero que hice fue frotar con toallitas húmedas, que por lo general lo limpian todo. Por lo general. En este caso en particular, no solo no limpiaron la mancha, sino que hicieron aparecer un cerco gigante a su alrededor. Ahora parecía un pezón... perfectamente enmarcado en su teta.
Genial.
Bien. Opciones:

  • Ponerme un broche. Por desgracia, no tenía a mano ningún broche de unos 30 centímetros de diámetro. 
  • Echarme un chal por encima. Pero tendría que haberlo colocado de tal manera que hubiera parecido la libertad guiando al pueblo hacia su brillante futuro. Teta fuera incluida.
  • Cambiarme de vestido. 

No sé vosotros, pero lo que es yo, vestidos de boda aptos para lactancia, capaces de disimular la braga pañal postparto, de verano y que me cupieran solo tenía uno: el que llevaba puesto. Presa del pánico empecé a revolver en el armario en busca de algo ponible.
Por el lado positivo, así descubrí que incluso recién parida todavía me caben vestidos que llevé a bodas de hace diez y quince años.
-Estoy superbuena -le dije a ZaraJota.
-La oxitocina te está afectando al cerebro.
Por el lado negativo, a medida que me iba probando cosas me iba dejando el maquillaje en el forro de los sucesivos vestidos (que al día siguiente tuve que lavar a pesar de no haberlos usado, porque parecían el modelito santo de Turín), y se me iba encrespando el pelo que me había secado y peinado con mucho amor.
Al final localicé un vestido que parecía cumplir todos los requisitos, a saber:

  • No se me marcaba la braga pañal. 
  • No se me notaba la tripa fofa postparto. 
  • Me cabía
  • Se abría por arriba para lactar. 

Perfecto. La única pega era que cuando me compré el vestido tenía un pecho normalito, mientras que ahora, con la subida de la leche y demás tenía, digamos, unas ubres que me rebosaban por encima del escote. Para evitar la sobreabundancia (sobreubrendancia) tetil y que no se me vieran las carnes turgentes me tuve que poner un imperdible, que me pasé perdiendo toda la noche, como su propio nombre indica.
Lo importante era que tenía vestido. Ya no me daba tiempo a peinarme y maquillarme otra vez, pero al menos no iba en bolas.
Con gran dificultad conseguimos salir de casa, meter a los niños en sus respectivas sillitas de coche, y arrancar.
Acto seguido, Bebé-kun empezó a llorar de hambre.
-Anda, para -le dije a ZaraJota.
ZaraJora volvió a aparcar.
-¿Qué pacha? ¿Ya hemos llegado?
Gracias por tu apoyo, Nena-chan.





Editado: Genín, he visto tu comentario en la entrada anterior demasiado tarde. ¿Estás mejor? ¡Cuídate, que no estoy para estos sustos!