Parecía que estaba todo controlado y que nos podríamos ir de vacaciones cuando...
eh...
no sé cómo decir esto suavemente...
mejor lo suelto y ya está...
pues veréis, a Bebé-kun empezó a salirle sangre por el culete.
-¡Nooooooo! -exclamé-. ¡Ahora noooo! ¡Esto se hace en periodo lectivo, para que yo pueda darme importancia delante de las otras mamás! ¡Deja de sangrar ahora mismo!
Pero Bebé-kun siguió ahí, a lo suyo. Los niños es que son muy egoístas.
Llamé a ZaraJota y echamos un piedra-papel-tijeras mental para decidir quién se iba al hospital con el nene y quién se quedaba en casa con la nena.
-Tú vas al hospital -dijo ZaraJota después de unos segundos de furiosa batalla.
-¿Eso es que he ganado o que he perdido?
-No estoy seguro -dijo ZaraJota, mirando de reojo la tele con Word Party a todo volumen, el suelo prácticamente cubierto de juguetes y churretes de zumo y la niña hiperactiva saltando en el sofá.
Me fui a urgencias. Por supuesto, de camino (y son CINCO frutos minutos, el hospital está literalmente al final de la calle) el niño no solo dejó de sangrar, sino que empezó a reírse más feliz que una perdiz. Para cuando llegamos a la sala de espera estaba haciendo los cinco lobitos y cantando teee-ta tetiiita, teee-ta tetiiita... Yo empecé a pensar en autolesionarme, al menos que pareciera que teníamos algún motivo razonable para estar allí. Y tuve MUCHO tiempo para pensar, ¿eh?, porque resultó que solo había un pediatra de guardia y se había ido a atender a una mujer de parto, que digo yo que si no podía atendernos a nosotros antes y que esperara la parturienta, que a fin de cuentas estaba tumbada y le daba igual, pero bueno.
En fin. Porque en el fondo os tengo así como cariño, os voy a ahorrar lo que pasó en el hospital y voy a ir directa a la "revisión en una semana con su pediatra habitual".
Pues para empezar, su pediatra habitual no estaba, y casi me alegré porque no me acaba de convencer*.
El pediatra suplente me vio entrar con los dos niños y se echó las manos en la cabeza.
-Pero, pero... ¡esta niña está fatal! ¿No se ha dado cuenta usted de que está llena de eccema?
-Eh... sí, pero su pediatra dice que no es nada y ya se le pasará.
-Pero mujer, ¿cómo se le va a pasar solo...? Y eso son picaduras que se han enquistado por no tratarlas.
-Es que el pediatra dijo que no las tocáramos, que se irían solas.
-... y esto es costra lactea! ¡TODAVÍA tiene costra lactea!
-El pediatra...**
-Bueno, toma: esto para el eccema, esto para las picaduras, esto para la costra, esto para renunciar a la custodia de la niña a favor de los servicios sociales...
-Estooo... Gracias, gracias, pero yo venía por el nene.
El pediatra suplente me miró mal.
-Desnúdelo que lo voy a pesar.
-¡Está bajo de peso! -le dije, mecánicamente. Cada vez que acudimos a consulta el pediatra lo pesa, y cada vez que lo pesa me dice que está bajo de peso, y al final me ha creado un condicionamiento y cada vez que veo una báscula tengo que decir "¡está bajo de peso!" o reviento. Hace meses que el mercado me ha prohibido la entrada, no digo más.
-A ver, ¿qué es bajo de peso, según tú...? ¡UUUUUH! ¡ESTE NIÑO ESTÁ BAJO DE PESOOO!
-Ya.
-A ver el expediente... Pero, pero, ¿usted no había notado nada?
-Claro que sí, ¿por qué cree que lleva los pantalones grapados al pañal? ¡Porque veo que se le caen! Pero su pediatra dice que la felicidad no se mide en kilos, sino en sonrisas.***
-¡Una cosa es que no haya que obsesionarse, y otra que no se observe la evolución!
-¡SI YO OBSERVO! ¡PERO LUEGO NADIE ME HACE CASO! ¡NI EL PEDIATRA, NI LA MATRONA, NI LA ASESORA DE LACTANCIA NI MARÍA LA CANTAORA!
Entonces el pediatra suplente empezó a preguntarme cosas, y a hacer una cosa rarísima. Mientras yo hablaba, no se puso a teclear en el ordenador y a decir "ajaaaaa" a intervalos regulares. En vez de eso se quedó mirándome y asintiendo. Era como... no sé... como si me escuchara a mí de verdad, en vez de oír solo las cosas que confirmaran sus ideas previas. Y cuando acabé, no me dijo que no importara, ni que las madres somos todas unas locas, ni hizo ningún comentario sobre si doy el pecho o no o cómo o cuánto, ni le quitó importancia a lo que le acababa de contar.
En vez de eso me dijo lo que yo llevo repitiendo ya ocho meses: a este niño le pasa algo. Seguramente no es ni grave ni malo ni importante, pero algo le pasa.
-Vamos a hacerle pruebas -me -dijo-, pero tiene toda la pinta de ser celíaco.
-No, no -le dije-. Es Virgo, como su hermana y como yo.
ZaraJota es Acuario. Si sois aficionados a la astrología, ya habréis deducido que su vida es un fruto infierno.
-Me refiero a que es intolerante al gluten.****
No lo pude evitar, se me saltaron los lagrimones del disgusto. Así que yo aquí como una idiota explicándole que los niños pueden tener dos papás o dos mamás, que la belleza está en el interior, y que todos somos iguales hasta que abrimos la boca y metemos la pata, intentando educarle en la diversidad y el respeto... ¡y va el niño y se me hace intolerante de todas formas!
Continuará....
* En teoría en la comunidad de Madrid hay libre elección de médicos, así que una vez intentamos cambiarnos. Obsérvese el "intentamos". En el ambulatorio nos dijeron que sí, incluso nos pegaron la pegatina nueva detrás de la tarjeta. Pero la primera vez que intentamos pedir cita, descubrimos que el cambio no se había autorizado porque "el médico de nuestra elección" (no habíamos elegido ninguno, solo pedimos que NO fuera el que teníamos) ya tenía demasiados pacientes. La carta informándonos la recibimos meses después. Seguimos con el mismo pediatra.
**¿Veis por qué no me gusta nuestro pediatra habitual?
***Sonreír engorda, no hay más que verme a mí.
****La versión seria del asunto, aquí. (solo para amigos de FaceBook, me temo).
30 agosto 2016
27 agosto 2016
¡Feliz cumpleaños, Bebé-kun!
Me gusta que te frotes los ojitos para despertarte, como si el sueño fuera algo que te ha caído encima.
Me gusta cómo me sonríes cuando me despiertas, como si verme abrir los ojos fuera lo mejor que te hubiera pasado en la vida.
Me gusta que me trepes por encima, para un lado y para el otro. Me hace sentir un poco tobogán.
Me gusta que te subas a mi regazo y des saltitos para que juegue contigo.
Me gusta que te eches para atrás, pidiéndome que te ponga boca abajo, y esa sonrisa bobalicona que te sale de lo más hondo.
Me gusta verte gatear por toda la casa, riéndote de tu propia velocidad.
Me gusta cómo juegas a perseguir a tu hermana, y te tronchas de la risa cuando la oyes reír.
Me gustan todas tus palabritas. "Teta" fue la primera. Después vino "Paaa-pa", que no es papá, sino el nombre de tu hermana. Luego, "aba", para el agua, "tetaa", para galleta, y finalmente mamá. Tu padre todavía está esperando que digas "papá".Que se joda. Sin presiones, ¿eh? Tú a tu ritmo.
Me gusta tu sonrisa de felicidad cuando respondemos a tus intentos de comunicarte. "¿Ta?", sí, hijo, ta.
Me gusta cómo saludas y te aplaudes a ti mismo, y cómo a veces te haces un lío entre ambas cosas y te metes unas tortas de impresión.
Me gusta cuando tus ojitos se iluminan porque reconoces las canciones que has oído una y otra vez desde que estabas en la tripa.
Me gusta cómo te enfrentas a la comida con resignación. El pediatra dice que quizá seas celiaco, o algo peor. Sea lo que sea, eres mi héroe.
Me gusta cómo has renunciado a chupetes, tetinas y leche artificial así, por principios, y no ha habido forma de convencerte de lo contrario.
Me gusta que mires la teta con adoración, y la tomes entre tus manitas como si de un porrón se tratase.
Me gusta cómo te dejas caer sobre mí con la boca abierta, confiando en que el pezón encontrará mágicamente su lugar.
Me gustan tus siestas bobas, y cómo pareces dormirte contra tu voluntad, como si te rindieras.
Me gustan tu cabecita pedrazas, tus orejitas élficas, tu sonrisa lalo y tus patitas drogueras (yo me entiendo). Y me da la risa porque me acuerdo del Primo Guapo: "¡No a los niños Mr Potato! ¡Di no a los niños hechos con piezas de otras personas!".
Me gustan tus cuatro dientecillos afilados, y ese quinto que no se decide a salir, por más que mordisqueas tu dedo índice no hay manera.
Me gustan tus ojitos bellos de canica.
Me gusta que intentes levantarte poniéndote a cuatro patas y bamboleando el culete. Te falta pulir algunos detalles, pero ya estás en el buen camino.
Me gusta que entres al autobús saludando, esperando que te digan lo guapo que eres.
Me gusta que en cuanto me descuido te bajas solo de la cama, o te subes a la mesilla de noche de tu padre para encender la lámpara. (Pero no lo hagas más, ¿quieres? Que te la vas a pegar)
Me gusta que lleves juguetes al azar hasta la nevera e intentes que se queden pegados a la puerta como los imanes, y tu carita de frustración cuando no lo consigues.
Me gusta verte sacar y meter cosas de cajas, da igual que sean pinzas, legos, bragas o boniatos.
Me gusta la adoración que sientes por tu hermana, que es mutua y espero que dure. Me gusta cómo la buscas con la mirada, cómo la llamas, "Paa-pa", cómo le echas los bracitos y le acaricias el pelo. Me gusta cuando os quedáis dormidos (en mi cama y ocupándola toda, por supuesto) y os abrazáis en sueños.
Me gusta tu recién descubierto amor por las patatas fritas, pero que nadie se entere.
Me gustan tus pequeños triunfos.
Me gustas tú.
Me gusta cómo me sonríes cuando me despiertas, como si verme abrir los ojos fuera lo mejor que te hubiera pasado en la vida.
Me gusta que me trepes por encima, para un lado y para el otro. Me hace sentir un poco tobogán.
Me gusta que te subas a mi regazo y des saltitos para que juegue contigo.
Me gusta que te eches para atrás, pidiéndome que te ponga boca abajo, y esa sonrisa bobalicona que te sale de lo más hondo.
Me gusta verte gatear por toda la casa, riéndote de tu propia velocidad.
Me gusta cómo juegas a perseguir a tu hermana, y te tronchas de la risa cuando la oyes reír.
Me gustan todas tus palabritas. "Teta" fue la primera. Después vino "Paaa-pa", que no es papá, sino el nombre de tu hermana. Luego, "aba", para el agua, "tetaa", para galleta, y finalmente mamá. Tu padre todavía está esperando que digas "papá".
Me gusta tu sonrisa de felicidad cuando respondemos a tus intentos de comunicarte. "¿Ta?", sí, hijo, ta.
Me gusta cómo saludas y te aplaudes a ti mismo, y cómo a veces te haces un lío entre ambas cosas y te metes unas tortas de impresión.
Me gusta cuando tus ojitos se iluminan porque reconoces las canciones que has oído una y otra vez desde que estabas en la tripa.
Me gusta cómo te enfrentas a la comida con resignación. El pediatra dice que quizá seas celiaco, o algo peor. Sea lo que sea, eres mi héroe.
Me gusta cómo has renunciado a chupetes, tetinas y leche artificial así, por principios, y no ha habido forma de convencerte de lo contrario.
Me gusta que mires la teta con adoración, y la tomes entre tus manitas como si de un porrón se tratase.
Me gusta cómo te dejas caer sobre mí con la boca abierta, confiando en que el pezón encontrará mágicamente su lugar.
Me gustan tus siestas bobas, y cómo pareces dormirte contra tu voluntad, como si te rindieras.
Me gustan tu cabecita pedrazas, tus orejitas élficas, tu sonrisa lalo y tus patitas drogueras (yo me entiendo). Y me da la risa porque me acuerdo del Primo Guapo: "¡No a los niños Mr Potato! ¡Di no a los niños hechos con piezas de otras personas!".
Me gustan tus cuatro dientecillos afilados, y ese quinto que no se decide a salir, por más que mordisqueas tu dedo índice no hay manera.
Me gustan tus ojitos bellos de canica.
Me gusta que intentes levantarte poniéndote a cuatro patas y bamboleando el culete. Te falta pulir algunos detalles, pero ya estás en el buen camino.
Me gusta que entres al autobús saludando, esperando que te digan lo guapo que eres.
Me gusta que en cuanto me descuido te bajas solo de la cama, o te subes a la mesilla de noche de tu padre para encender la lámpara. (Pero no lo hagas más, ¿quieres? Que te la vas a pegar)
Me gusta que lleves juguetes al azar hasta la nevera e intentes que se queden pegados a la puerta como los imanes, y tu carita de frustración cuando no lo consigues.
Me gusta verte sacar y meter cosas de cajas, da igual que sean pinzas, legos, bragas o boniatos.
Me gusta la adoración que sientes por tu hermana, que es mutua y espero que dure. Me gusta cómo la buscas con la mirada, cómo la llamas, "Paa-pa", cómo le echas los bracitos y le acaricias el pelo. Me gusta cuando os quedáis dormidos (en mi cama y ocupándola toda, por supuesto) y os abrazáis en sueños.
Me gusta tu recién descubierto amor por las patatas fritas, pero que nadie se entere.
Me gustan tus pequeños triunfos.
Me gustas tú.
18 agosto 2016
Star Trek: más allá
Como mañana se estrena en España Star Trek: más allá, creo que ha llegado el momento de hacer mi reseña.
OJO CUIDAO QUE HAY SPOILERS
Fui a verla con mucha emoción porque el guion es parcialmente de Simon Pegg, que es muy fan de la serie desde niño. Y, desde luego, se nota, porque parece escrita por un niño de 12 años.
Donde más se nota es en Uhura, que no llega a pisar el puesto de mando en toda la película, y que parece estar ahí solo como novia de... y porque siempre hace falta alguien para que el malo (sin motivo aparente), le cuente su maléfico plan. Su papel se diluye tanto, pero tanto tanto, que su mayor aportación a la trama OJO AQUÍ SPOILER GORDO es llevar encima, sin saberlo, el equivalente vulcano a un chip de perro. Que encima es radiactivo y para qué se lo vamos a contar, con lo contenta que está ella, ya se sabe, a las tías les mola la bisutería.
En su lugar aparece una Tía Que Da Patadas. No hay ningún motivo razonable para que sepa dar patadas, no aporta nada especial a la trama, tiene la personalidad de un zapato, pero las Tías Que Dan Patadas molan y debería haber una por película. Por lo menos.
Ya que estamos con los personajes femeninos, en esta película hay otro que merece mención (aparte de Señora Madura que Muestra Sutilmente al Héroe su Verdadero Camino) porque es un bonito homenaje a todas esas mujeres que arriesgan su vida transportando contrabando escondido en su vagina.
El resto del elenco hace lo que puede con un guion que recuerda muchísimo a Moffat (¡sin Tardis, sin destornillador y en tan solo una hora!): muchos golpes de efecto, y el resto ya si tal. Hay hasta hologramas y juegos de espejos. Si hubieran matado definitivamente a algún protagonista seis veces hasta podría pasar por un Doctor Who.
Bueno. Cuando digo el resto del elenco me refiero a los principales, porque la Enterprise parece estar llena de gente cuya única función es correr de un lado para el otro para hacer bulto (de hecho SUPERSPOILER al final de la película descubres que toda la tripulación se compone de tan solo cuarenta personas).
Sí, el guión es tirando a malillo. Tan malillo que el punto de partida es que la Enterprise llega por fin al último confín del universo. Está tan lejos que han tardado tres años y medio en llegar... pero la familia de uno de los tripulantes parece haber llegado allí sin ningún problema (¡timey wimey!), incluida una niña de corta edad que, bueno, obviamente es adoptada, pero la debieron adoptar por amazon porque si no no me lo explico...
El montaje también es un poco peculiar. Su mejor momento es cuando Kirk se las apaña para cambiarse de modelito de arriba a abajo mientras su cápsula se estrella. Eso sí: le queda monísimo.
Con todo, lo que más me ha molestado de la película es el recurso emocional fácil. Que Sulu sea SPOILEEEEEEER gay es un detalle bonito. Que cada vez que se cae un edificio estén su pareja e hija amazon basic debajo porque Sulu es gay mirad os hemos dicho ya que es gay porque es gay y tiene una hija y es gay porque apoyamos los derechos de los gays y necesitamos desesperadamente que está película le guste a alguien y a los gays también es un poco cansino. Enseñar la imagen de la tripulación original otra vez es marrullero. Y la idea de Spock de SPOILER dejar el servicio para, literalmente, contribuir a la reproducción de la especie es inclasificable (tengo que dejar de trabajar para irme a zumbar vulcanas, nadie ha sufrido tanto desde que Neo tuvo que decidir si se acostaba con Monica Bellucci para salvar el mundo... y por ciento, ¿alguien le ha preguntado a las vulcanas lo que opinan del plan?) te acaba dando bastante igual (anda, vete, so cansino).
No sé si lo he dejado bastante claro, pero no me ha gustado nada. Creo que es de las peores películas de Star Trek que he visto, y eso que ZaraJota me obligó a ver la de las ballenas.
Pero, PERO, os recomiendo que vayáis a verla.
Por aquello de mal de muchos...
OJO CUIDAO QUE HAY SPOILERS
Fui a verla con mucha emoción porque el guion es parcialmente de Simon Pegg, que es muy fan de la serie desde niño. Y, desde luego, se nota, porque parece escrita por un niño de 12 años.
Donde más se nota es en Uhura, que no llega a pisar el puesto de mando en toda la película, y que parece estar ahí solo como novia de... y porque siempre hace falta alguien para que el malo (sin motivo aparente), le cuente su maléfico plan. Su papel se diluye tanto, pero tanto tanto, que su mayor aportación a la trama OJO AQUÍ SPOILER GORDO es llevar encima, sin saberlo, el equivalente vulcano a un chip de perro. Que encima es radiactivo y para qué se lo vamos a contar, con lo contenta que está ella, ya se sabe, a las tías les mola la bisutería.
En su lugar aparece una Tía Que Da Patadas. No hay ningún motivo razonable para que sepa dar patadas, no aporta nada especial a la trama, tiene la personalidad de un zapato, pero las Tías Que Dan Patadas molan y debería haber una por película. Por lo menos.
Ya que estamos con los personajes femeninos, en esta película hay otro que merece mención (aparte de Señora Madura que Muestra Sutilmente al Héroe su Verdadero Camino) porque es un bonito homenaje a todas esas mujeres que arriesgan su vida transportando contrabando escondido en su vagina.
El resto del elenco hace lo que puede con un guion que recuerda muchísimo a Moffat (¡sin Tardis, sin destornillador y en tan solo una hora!): muchos golpes de efecto, y el resto ya si tal. Hay hasta hologramas y juegos de espejos. Si hubieran matado definitivamente a algún protagonista seis veces hasta podría pasar por un Doctor Who.
Bueno. Cuando digo el resto del elenco me refiero a los principales, porque la Enterprise parece estar llena de gente cuya única función es correr de un lado para el otro para hacer bulto (de hecho SUPERSPOILER al final de la película descubres que toda la tripulación se compone de tan solo cuarenta personas).
Sí, el guión es tirando a malillo. Tan malillo que el punto de partida es que la Enterprise llega por fin al último confín del universo. Está tan lejos que han tardado tres años y medio en llegar... pero la familia de uno de los tripulantes parece haber llegado allí sin ningún problema (¡timey wimey!), incluida una niña de corta edad que, bueno, obviamente es adoptada, pero la debieron adoptar por amazon porque si no no me lo explico...
El montaje también es un poco peculiar. Su mejor momento es cuando Kirk se las apaña para cambiarse de modelito de arriba a abajo mientras su cápsula se estrella. Eso sí: le queda monísimo.
Con todo, lo que más me ha molestado de la película es el recurso emocional fácil. Que Sulu sea SPOILEEEEEEER gay es un detalle bonito. Que cada vez que se cae un edificio estén su pareja e hija amazon basic debajo porque Sulu es gay mirad os hemos dicho ya que es gay porque es gay y tiene una hija y es gay porque apoyamos los derechos de los gays y necesitamos desesperadamente que está película le guste a alguien y a los gays también es un poco cansino. Enseñar la imagen de la tripulación original otra vez es marrullero. Y la idea de Spock de SPOILER dejar el servicio para, literalmente, contribuir a la reproducción de la especie es inclasificable (tengo que dejar de trabajar para irme a zumbar vulcanas, nadie ha sufrido tanto desde que Neo tuvo que decidir si se acostaba con Monica Bellucci para salvar el mundo... y por ciento, ¿alguien le ha preguntado a las vulcanas lo que opinan del plan?) te acaba dando bastante igual (anda, vete, so cansino).
No sé si lo he dejado bastante claro, pero no me ha gustado nada. Creo que es de las peores películas de Star Trek que he visto, y eso que ZaraJota me obligó a ver la de las ballenas.
Pero, PERO, os recomiendo que vayáis a verla.
Por aquello de mal de muchos...
03 agosto 2016
La boda de la hermana de Ana ¿1?
Nena-chan fue a su primera boda antes de cumplir los tres años.
Y claro, no sabía lo que era eso.
-Una boda -le expliqué-, es un invento de la sociedad falocéntrica patriarcal heteronormativa para apropiarse de la capacidad reproductiva de la mujer, que sus vientres estériles envidian secretamente.
-...
-La tía Scarlett, que se va a vestir de princesa.
"Princhesa" sí era un concepto con el que estaba familiarizada. A fin de cuentas, todas las chicas somos un poco princhesas por dentro, salvo cuando llevamos vestido largo, que lo somos por fuera.
Casi un año más tarde, es decir, el fin de semana pasado, nos fuimos a otra boda.
-Vamos a ver a una princesa -le dije a Nena-chan.
-¿A dónde?
-A su castillo.
Bienaventurados sean los cielos por inventar las bodas medievales.
-Y esa princesa, ¿tiene papá y mamá?
Nena-chan ha visto las suficientes películas de Disney como para empezar a sospechar que los papás y mamás de las princesas tienen una esperanza de vida ligeramente inferior a la media.
-Claro que sí, un papá y una mamá. Y también una hermana.
-¿Y cómo se llama la hermana suya?
-Ana.
-¡¿COMO LA DE FROZEN?!
-Claro, es que verás: todas las hermanas del mundo tienen que llamarse Ana. Es la ley. Así siempre puedes decir "mi hermana Ana" y rima.
-¡Lorz! -dijo entonces ZaraJota. Es que me quiere tanto que a veces no puede evitar gritar mi nombre.
Mientras tanto la niña estaba procesando la información.
-"Mi hermana Ana" -dijo-. Pero yo tengo un hermano.
Creo que ha llegado el momento de cambiar de tema.
¿Continuará?
Ni idea.
Estoy recibiendo presiones tanto para que sí como para que no...
Depende de si consigo poner tierra de por medio.
Y claro, no sabía lo que era eso.
-Una boda -le expliqué-, es un invento de la sociedad falocéntrica patriarcal heteronormativa para apropiarse de la capacidad reproductiva de la mujer, que sus vientres estériles envidian secretamente.
-...
-La tía Scarlett, que se va a vestir de princesa.
"Princhesa" sí era un concepto con el que estaba familiarizada. A fin de cuentas, todas las chicas somos un poco princhesas por dentro, salvo cuando llevamos vestido largo, que lo somos por fuera.
Casi un año más tarde, es decir, el fin de semana pasado, nos fuimos a otra boda.
-Vamos a ver a una princesa -le dije a Nena-chan.
-¿A dónde?
-A su castillo.
Bienaventurados sean los cielos por inventar las bodas medievales.
-Y esa princesa, ¿tiene papá y mamá?
Nena-chan ha visto las suficientes películas de Disney como para empezar a sospechar que los papás y mamás de las princesas tienen una esperanza de vida ligeramente inferior a la media.
-Claro que sí, un papá y una mamá. Y también una hermana.
-¿Y cómo se llama la hermana suya?
-Ana.
-¡¿COMO LA DE FROZEN?!
-Claro, es que verás: todas las hermanas del mundo tienen que llamarse Ana. Es la ley. Así siempre puedes decir "mi hermana Ana" y rima.
-¡Lorz! -dijo entonces ZaraJota. Es que me quiere tanto que a veces no puede evitar gritar mi nombre.
Mientras tanto la niña estaba procesando la información.
-"Mi hermana Ana" -dijo-. Pero yo tengo un hermano.
Creo que ha llegado el momento de cambiar de tema.
¿Continuará?
Ni idea.
Estoy recibiendo presiones tanto para que sí como para que no...
Depende de si consigo poner tierra de por medio.
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