Todo empezó el 23 de diciembre, cuando Nena-chan decidió engordar.
Todos engordamos en navidad, así que de entrada no le dimos mucha importancia. El problema es que Nena-chan decidió engordar solo en el tobillo. En uno. Que se le pudo como el de un elefante.
Aquí no somos de juzgar y menos a los elefantes, lo que pasa es que la niña se empezó a quejar de que le dolía, le dolía, le dolía, una cosa lleva a la otra y finalmente acabamos en urgencias. Un 23 de diciembre a las siete de la tarde.
Todos engordamos en navidad, así que de entrada no le dimos mucha importancia. El problema es que Nena-chan decidió engordar solo en el tobillo. En uno. Que se le pudo como el de un elefante.
Aquí no somos de juzgar y menos a los elefantes, lo que pasa es que la niña se empezó a quejar de que le dolía, le dolía, le dolía, una cosa lleva a la otra y finalmente acabamos en urgencias. Un 23 de diciembre a las siete de la tarde.
La sala de espera de pediatría del 12 de octubre era un zulo que estaba hasta arriba con niños sufriendo de afecciones respiratorias y virus varios y como la responsabilidad individual es muy importante no llevaba mascarilla ni uno, aunque la verdad es que con la concentración de miasmas que había allí más que mascarillas habría hecho falta una escafandra.
Cinco horas de experiencia inmersiva más tarde, Nena-chan volvió a casa con el tobillo igual, el diagnóstico "pues ni idea, estará creciendo" y la instrucción de tomar ibuprofeno si le dolía.
Y virus, muchos virus.
En menos de 24 horas el tobillo de la niña pasó a un segundo plano porque estaba a 39º y no bajaba de ahí ni pidiéndoselo por favor.
Así que hice lo más lógico:
-Esta noche duermes conmigo.
-¿Porque quieres cuidarme toda la noche?
-...sí.
-Es porque estamos bajo cero y doy calor, ¿verdad?
-¡No puedes demostrarlo!
Efectivamente, dormir con la niña me hizo entrar en calor.
Concretamente, a 39º, durante los tres o cuatro días siguientes.
Para entonces la niña se había recuperado, así que ZaraJota le dijo que era el momento de que se volviera a su cama y él recupera su sitio en el lecho matrimonial.
-¿Para cuidarme? -le pregunté.
-...
-Es por el frío, ¿verdad?
-¡No puedes culparme por hacer lo mismo que tú!
Así que pasamos aquella noche juntos. Lo que sucedió a continuación os sorprenderá.
Pasada la navidad estábamos todos en un estado lamentable. Bueno, todos no, que Nene-kun es de otra pasta. Entonces llamó mi suegra. O mi cuñada. O mi abuela. Yo qué sé, estaba muy mala.
-¿Cómo estáis?
-Maaaaaaaaaaal.
-¿Qué os ha pasado?
-Nada, que Nena-chan está creciendo.
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Todavía quedan plazas para participar como expositor en La Tietera.
Escríbenos a hola@foscanetworks.net