Lo voy a contar por aquí porque sé que las protagonistas entran de vez en cuando y así se ríen un poquito, que falta les hace.
La familia de ZaraJota tiene un grupo de WhatsApp en el que están todos. Pero todos, todos. Todos los descendientes de la llalli María, y sus parejas.
El grupo es un despiporre de gente en el que lo mismo se habla catalán que castellano, que te mandan un audio para decirte que están en la UCI, que un meme indepe, que un vídeo de cumpleaños, que un selfie de la llalli saliendo de la peluquería.
La familia de ZaraJota tiene un grupo de WhatsApp en el que están todos. Pero todos, todos. Todos los descendientes de la llalli María, y sus parejas.
El grupo es un despiporre de gente en el que lo mismo se habla catalán que castellano, que te mandan un audio para decirte que están en la UCI, que un meme indepe, que un vídeo de cumpleaños, que un selfie de la llalli saliendo de la peluquería.
El despiporre.
La única que no estaba en el grupo era mi suegra porque ella lo de los móviles y la tecnología lo lleva regular y además ella prefiere el fijo.
Lo que pasa es que como esta semana ha estado ingresada porque se le había metido un coronavirus en el ojo (ya está mejor y en casa, por suerte) su hija, mi cuñada, pensó: mira, como va a estar aburrida en el hospital la metemos en el grupo y que se entretenga.
Hasta aquí, bien.
El problema es que al meterla en el grupo salió ese bonito mensaje que todos hemos visto alguna vez:
Y claro, una de las tietas lo vio, una cosa llevó a la otra y acabó reportando el grupo con toda su familia dentro.
Lo típico que hace uno un martes por la mañana, vaya.
El caso es que al parecer cuando reportas un grupo, el grupo sigue (de momento) pero a ti te saca.
Así que, de pronto, la tieta no veía el grupo. Y claro, pensó que se lo había cargado.
Así que ni corta ni perezosa creó otro porque la tieta es mayor pero muy resolutiva, gracias por preguntar.
El problema es que los demás teníamos de pronto dos grupos: uno sin la tieta, y otro en el que sólo había mensajes de la tieta diciendo algo así como: EL FIN DEL MUNDO SE ACERCA, EL GRUPO HA DESAPARECIDO.
No sé quién fue la mente pensante que consiguió desentrañar lo que había pasado pero mis dieces.
El caso es que alguien le dijo: No te preocupes, tieta, que te volvemos a meter en el grupo.
Y la tieta: Pero cómo me vais a volver a meter en el grupo si me he cargao el grupo, collons.
Y los demás: A ver, no nos pongamos nerviosos, que aquí nadie se ha cargado nada. Lo único que tenemos que hacer es meterte otra vez en el grupo. A ver, ¿quién era el administrador?
Bien, os sorprenderá saber que el administrador era la tieta.
Era.
Porque claro, como había reportado el grupo (¡QUE ME LO HE CARGAO, COLLONS!) pues ya no.
Por suerte, Whatsapp es más listo que nosotros (visto lo visto, tampoco es mucho decir) y le había pasado el cargo de administrador a otra persona.
Y esa persona era una de las sobrinetas, en concreto, mi cuñada.
Y mi cuñada no es precisamente nativa digital, no sé si me explico.
Así que le decíamos: Oye, mete en el grupo a la tieta, que ahora la administradora eres tú.
Y la tieta: PERO CÓMO ME VA A METER EN EL GRUPO, SI ME LO HE CARGAO.
Y mi cuñada: QUE YO NO SOY ADMINISTRADORA DE NADA, QUE LO ESTOY MIRANDO Y NO SALE NADA, CÓMO VOY A SER YO ADMINISTRADORA.
¿Os he dicho ya que todo esto era con mensajes de audio?
Pues sí, todo esto era con mensajes de audio.
Es al mandar ese último mensaje (de audio) cuando mi cuñada se dio cuenta de que cuando ella mandaba mensajes no aparecían con su nombre, sino con el nombre de su madre, y mandó un audio diciendo que yo soy yo y mi madre es mi madre pero cuando es mi madre soy yo y yo soy yo pero no aparezco por ningún lado.
Os lo he resumido un poco, pero el audio era más o menos así y es una obra de arte que cuando manden otra sonda espacial espero que incluyan la grabación de mi cuñada haciendo el Hamlet porque de verdad es una maravilla.
En ese momento el grupo se llena de audios de diferentes miembros de la familia diciendo: SI YO SOY YO Y TÚ ERES TÚ METE A LA TIETA EN EL GRUPO COÑO YA, intercalados con mensajes de la tieta de: PERO CÓMO ME VA A METER EN EL GRUPO SI ME LO HE CARGAO, COLLONS.
Mientras tanto, mi cuñada explica que como su móvil está fallando se ha quedado con el de su madre y se ve que no se le ocurrió cambiar la sim o cambiar la sesión de Whatsapp (he preferido no indagar en el tema porque mi salud mental tiene un límite).
Que lo mismo por eso no se veía como administradora del grupo, así como primera hipótesis.
Y mi cuñada: PERO QUÉ PASA QUE HABLO YO Y SALE MI MADRE.
Y la tieta: PUES NO TE ESTOY DICIENDO QUE ME HE CARGAO EL GRUPO.
Y los demás, cual coro griego: YO SOY YO, TÚ ERES TÚ, LA TIETA NO SE HA CARGADO EL GRUPO.
Sólo lo ha reportado y está hasta el culo de vídeos indepes y lo mismo acabamos en la Audiencia Nacional, pero al menos como estaremos juntos no tendremos que enviarnos audios.
Y yo: SERIE DE NETFLIX YA.
En el entretanto, caigo en la cuenta de que todo esto había empezado por meter a la suegri en el grupo. Pero su teléfono lo tiene su hija (¡¡¡QUE EL MENSAJE LO MANDO YO Y EN EL GRUPO SALE COMO QUE LO MANDA ELLA!!!), entonces, ¿qué teléfono se ha llevado la suegra al hospital?
Entonces ZaraJota acudió al rescate.
-¿Cómo que qué telefóno? ¡Pues el fijo, por supuesto!
Creo que prefiero no saber más.
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Ya está disponible en la librería La Sombra Vayamos por partes. Tercera parte.
Comprando las tres partes, un imán de regalo.
Hasta agotar existencias.
De imanes, que la mía ya está agotada.