31 diciembre 2018
Solo sé que no sé nada, 4
Blanca navidad.
Mientras los niños y yo estábamos en El Puerto con la Tita y mi madre, ¿dónde estaba ZaraJota, el amor de mi vida, el padre de mis hijos y buen tío en general?
En casa.
Con wifi.
Y yo, ¿tenía wifi?
No, señores del jurado.
NO.
-Tita, ¿tienes wifi?
-Claro, niña.
Le di a buscar red en el móvil y efectivamente me salían varias redes, todas ellas con su candadito porque la gente hoy en día ya no sabe lo que es la generosidad.
-¿Y cuál es la tuya?
-Churruflex
-Eh... ya, pero me salen varias. ¿Sabes cuál es la tuya?
-Fibra.
Miré en el móvil todas las redes disponibles y había cinco Churruflex_Fibra.
Vale, no son tantas. Puedo probar en todas.
-¿Y la contraseña?
-Contraseña1.
Me puse a probar Contraseña1 en todas las Churruflex_Fibra, y no pude acceder a ninguna.
-¿Te acuerdas de si pusiste Contraseña1 en mayúscula o minúscula?
-¿Contraseña1?
-La contraseña del wifi.
-No, si el técnico me la cambió por EstaEsLaContraseñaDelWifi la última vez que vino.
-¿Y eso?
-Para que no se me olvidara.
Vale, no pasa nada. Solo son cinco Churruflex_Fibra, puedo escribir EstaEsLaContraseñaDelWifi en el bloc de notas del móvil, y copiarla y pegarla para probar en las cinco.
Fácil.
No pude acceder a ninguna.
-¿PERO QUÉ COJONES LE PASA A MI FAMILIA CON EL PUÑETERO WIFI?
Primero mi padre y ahora...
¡Mi padre!
Mi padre padece un severo caso de memoria fotográfica y es capaz de recordar las contraseñas del wifi, incluso las que son una mezcla de números y letras en mayúscula y minúscula. Que lleve veinte años trabajando en el soporte técnico de Churruflex lo mismo tiene algo que ver.
Le mandé un mensaje.
"Papá, no puedo conectarme al wifi de la Tita"
"La contraseña es EstaEsLaContraseñaDelWifi"
"Ya, lo que no sé es la red"
"¿Has probado a mirarlo en el módem?"
Ya salió el listo que todo lo sabe.
24 diciembre 2018
Solo sé que no sé nada, 3
Si alguna vez necesitáis una coartada, no se la pidáis a la Tita del Cuerto y del Sur y de Todos los Santos.
Cuando llegamos a casa de la Tita, ella estaba, mira qué casualidad, a punto de ponerse a decorar la casa, y tenía todos los adornos navideños perfectamente organizados en la mesa, que parecía aquello un especial del ¡Hola!.
-Niños, ¿queréis ayudarme a decorar el árbol?
-¡Siiiiii!
-Lorz, tú no.
-Jo.
Desde que tengo hijos todo el mundo se empeña en tratarme como un adulto, es horrible.
-Bueno, niños, esperad un momento que traigo el árbol.
Los niños se quedaron en el salón expectantes hasta que mi tía apareció con, no sé cómo explicarlo mejor, cuatro ramas peladas y blancas metidas en un jarrón de cristal.
Muy bonitas. Muy de catálogo de decoración.
Pero lo que se dice un árbol, como que no.
A los niños se les cayó la mandíbula hasta el suelo. O sea: la decepción. Nena-chan es una optimista de la vida, pero en aquel momento estaba claro que ni siquiera ella se sentía capaz de arreglar aquello.
-Eh... ¿Tita? -dijo-. No tiene hojas.
Que lo mismo es que la Tita no se había dado cuenta, ¿eh? No perdamos la esperanza.
La tita miró el jarrón.
-Ya, es que no es un árbol-árbol. Son unas ramitas, de decoración. Queda muy fino y elegante.
Los niños miraron a la Tita, intentando decidir si se había vuelto loca o se estaba burlando de ellos.
-Ajá.
-A... a mí me gusta mucho, ya verás que bien queda.
La Tita estaba perdiendo convicción, probablemente porque mi madre y yo nos estábamos riendo de la situación disimuladamente.
Bueno, disimuladamente no.
Ahí, en toda la cara de los tres.
-Bueno -insistió la Tita-, vamos a decorarlo, ya verás qué bien queda.
-¿Tienes bolas?
-Eh... no... eh... yo le pongo unos... adornitos... mira.
-¿Todos son rojos?
-Sí, rojos y dorados. Queda muy fino y elegante.
Nena-chan suspiró: ni hojas, ni bolas, ni colorines... Eso ni era un árbol de navidad ni era nada. Pero ya os he dicho que es una optimista de la vida, así que ayudó a mi tía a decorar aquello, y Nene-kun siempre imita a su hermana, así que "decoraron" el "árbol" y les quedó muy bien.
Muy fino y elegante.
-Ahora me vais a ayudar con el belén.
-Vale.
Las cosas como son: a esas alturas Nena-chan desconfiaba.
-Las figuritas ya están puestas -dijo mi tía, porque una cosas es el amor a los sobrinos y otra dejarles manipular figuras de cerámica pintadas a mano-. Pero me podéis ayudar a echar un poquito de nieve por encima.
Mi tía sacó entonces una bolsa de nieve de porexpán, la abrió, cogió un pellizquito y los espolvoreó suavemente sobre las figuritas del belén.
A los niños se les pusieron los ojos como bolillas. Agarraron la bolsa, empezaron a coger nieve a puñaos y a arrojarla en plan temporal sobre el belén.
Había nieve por todas partes.
POR TODAS.
Si la Virgen llevara bragas, se había encontrado nieve debajo.
La nieve superó la repisa donde estaba el belén, inundó la de abajo, llegó al suelo, y se expandió por la casa, afectando especialmente a la ropa y al pelo de los niños.
Cuando la bolsa se quedó vacía, los niños me llamaron.
-Mira, mamá, ¿a que ha quedado bonito?
-Uy, sí, precioso.
Muy fino y elegante.
17 diciembre 2018
Solo sé que no sé nada, 2
Yo qué sé.
Llegó un punto en que la única que no sabía el secreto de la sorpresa era Nena-chan, precisamente la persona que iba a darla.
Eso sí, ella estaba emocionadísima.
El día D a la hora H, mi madre y yo nos subimos al tren con los dos niños, los abrigos, dos maletas, su bolso, mi mochila, la mochila de los juguetes, la bolsa de la merienda, la bolsa con los sándwiches de Rodilla que un niño más grande y más fuerte que ella le había obligado a comprar, un ramo de flores y una caja con pasteles.
-Lo bueno de ir a casa de tu tía -me dijo mi madre-, es que tiene de todo y no hace falta que llevemos mucho equipaje.
Yo no hice ningún comentario, pero la verdad es que si eso le parecía poco equipaje me gustaría saber exactamente qué llevaba cuando se fue con mi padre a recorrer Italia, y si alquilaron un remolque o directamente un camión de dos cuerpos.
Mientras nosotras colocábamos la impedimenta, Nena-chan y Nene-kun habían localizado sus asientos, habían bajado las bandejas y dispuesto los juguetes en lo más parecido posible a un bazar.
Mi madre se quedó boquiabierta.
-Estos niños, ¿es que no se extrañan de nada?
Que una vez más me tuve que callar, pero cómo se van a extrañar de nada estos niños, si les hacemos cada cosa que ya están curados de espanto con todo.
Entre nuestros grandes hits vacacionales: tomar un tren, un cercanías y un autobús que nos dejó en mitad de un descampado, desde donde tuvimos que cargar con los dos niños y toda la parafernalia hasta un cámping; alquilar un coche automático que ZaraJota claramente no sabía manejar, y del que nuestras costillas todavía se acuerdan; equivocarnos de parada y bajarnos dos antes, y tener que andar dos kilómetros por un polígono desierto y bajo cero; perdernos en mitad del bosque, por supuesto a pie y con un jabalí acechando; y por favor no olvidemos aquella vez que me pareció una idea grandiosa ir con Nena-chan, entonces un Bebé-chan de un año, y equipaje para un mes a Barcelona, en metro y vuelta hasta la Boquería para ver a la familia de ZaraJota, después en cercanías hasta Blanes, luego en autobús hasta la casa del Tito, autobús y cercanías de vuelta para Barcelona y tren hasta Valencia, donde nos estaba esperando ZaraJota. Y luego que por qué me duele la espalda.
En cualquier caso, los niños estaban encantados con el viaje, la sorpresa, los juguetes y las chuches que les había comprado con la esperanza de comérmelas yo.
Vana esperanza, diría.
Además yo empecé en plan telonero a caldear el ambiente.
-¿Dónde vamos?
-¡Al Cuerto de Santa María!
-¿A quién vamos a ver?
-A la tita del Cuerto y del Sur.
Y de Todos los Santos, amén.
-¿Y ella lo sabe?
-Nooooooo, es una SORPRESA.
-Anda, ¿y cómo vamos a hacer para que nos abra el portal sin enterarse?
-...
-Ya sé, podemos decir que somos un cartero comercial.
-¿Cartero comercial?
-Es el señor que deja en el buzón los folletos de juguetes.
Entre otras muchas mierdas que no voy a entrar a describir.
-Ahhhh.
-A ver, Nena-chan, cómo lo dices.
-Cartero comercial.
-No, no. La voz más grave.
-Cartero comercial.
-Perfecto. Sigue practicando hasta que lleguemos, que mamá se va echar una siesta.
Pues como diez mil horas más tarde, porque los viajes con los niños siempre son eternos, llegamos a la puerta de la Tita del Cuerto, del Sur y de Todos los Santos. Le endosamos el ramo de flores a la niña, los pasteles al niño, y llamamos al telefonillo.
-Holaaaaa, ¿quién es?
-Cartero comercial.
-Ah, sí, pase, pase.
La verdad sea dicha: Dios no llamó a mi tía para el mundo de la actuación. Pero la niña estaba tan emocionada que le dio lo mismo.
Subimos a casa de mi tía, plantamos a la niña, al niño, el ramo de flores y los pasteles delante de la puerta, llamamos al timbre y mi madre y yo nos escondimos en el hueco de la escalera, riéndonos discretamente a todo volumen.
Dios tampoco nos ha llamado para ser actrices, para qué nos vamos a engañar.
Mi tía abrió la puerta y se encontró el panorama niña, niño, flores, pastel.
-Ay, qué sorpresa más grandeeeeee.
Lo siento, Tita, este año el Oscar tampoco.
Mi madre y yo salimos del escondite y entramos todos a la casa, donde mi tía estaba explicándoles a los niños que ella no se lo esperaba PARA NADA.
-Ay, ay, como no habéis avisado no tengo juguetes para vosotros.
-Bueno, no pasa nada -dije.
-¿Qué tal el viaje?
-Mátame -mi madre me dio un codazo. Es que está en contra de la violencia en general, pero no contra mí en concreto.
-Ay, pobres. ¿Queréis tomar algo? Tengo zumos, colacao, franfurkechu, chocolate y galletas. Pero de casualidad, ¿eh? Porque yo no tenía ni idea de que veníais.
Menos mal que era un viaje sorpresa, porque si llegamos a estar encubriendo un asesinato lo llevábamos claro.
06 diciembre 2018
Solo sé que no sé nada
Bueeeeeno, estoy escribiendo directamente en la app de blogger para móvil y tiene literalmente 3 (tres) opciones así que puede pasar cualquier cosa, desde que esto se suba un martes a que se suba tres veces al día o nunca, pero quién dijo miedo.
La culpa de todo la tiene la comunidad de Madrid por declarar el 7 de diciembre no lectivo.
Alguien se tenía que quedar en casa con los niños y me tocó a mí en un sorteo, que para mí que hubo tongo porque ZaraJota dijo:
-Elige un número del 1 al 10.
-38.
-¡Justo el que estaba pensando!
-Jo.
-Lo siento, Lorz, el azar es así.
Ya que tenía que gastar un día de vacaciones, le dije a mi madre que si le apetecía que nos fuéramos a las jornadas de puertas abiertas del congreso de los diputados, que es una cosa muy chula que siempre he querido hacer con mi madre.
-Ay, pues pensaba irme al Puerto para darle una sorpresa a la Tita. Pero me puedo llevar a los niños.
-Bueno, si vas con los niños yo también voy.
-Bien pensado, Lorz, tampoco tengo tanto interés por ir.
-¡Que sí! ¡Ya verás lo bien que nos lo pasamos!
-Me lo pasaría mejor si fuera sola con mis nietos.
-¡Y conmigo!
-Yo. Con mis nietos. Sola.
Empezaba a sospechar que mi madre quería decirme algo, pero no sabía qué y estaba demasiado emocionada con lo de darle una sorpresa a la Tita.
No paraba de imaginarme su cara cuando abriera la puerta, cuando nos viera a los cuatro, cuando le diera un soponcio, cuando la reanimaran...
Estaba tan emocionada que se lo conté a todo el mundo. ¡Tres hurras por WhatsApp!
Pero no a la Tita. Porque era una sorpresa, claro.
Hasta dos días antes del puente, cuando llegó un mensaje del Primo Guapo al Grupo Reprimos:
"Lorz, ¿vais a venir al pueblo en el puente?".
A lo que yo muy sabiamente contesté algo así como:
"Pero si ya te he dicho que en el puente vamos al Puerto para darle una sorpresa a la Tita".
En el grupo se hizo un silencio que se podía cortar con un cuchillo y entonces me di cuenta: la Tita también está en el grupo.
Mierda, mierda, mierda, mierda.
Lorz, elimina mensaje.
¿Eliminar para mí o eliminar para todos?
Eliminar para mí.
¡Nonononononono!
Mierda, mierda, mierda, mierda.
Entonces me fui al Grupo Familia, en el que NO está la tita.
"MADRE, LA HE LIADO PARDA"
"Lorz, sigue el protocolo: corta la luz y echa arena al microondas hasta que se apague el fuego"
"No, eso no"
"..."
"Vale, eso también. Pero además he chafado la sorpresa de la Tita"
"No te preocupes Lorz"
"CÓMO NO VOY A PREOCUPARME HE CHAFADO LA SORPRESA SE VA A DAR CUENTA JODER JODER JODER"
"La Tita ya lo sabe"
"?"
"¿Cómo vamos a presentarnos cuatro personas en su casa sin avisar? Se lo he dicho. Y ella va a fingir sorpresa porque parece hacerle ilusión a cierta persona infantil e inmadura. Y a los niños también".
Vale. La Tita leerá el mensaje y fingirá no haberlo leído para que yo no me dé cuenta de que sabe que vamos y poder fingir sorpresa.
Efectivamente, la Tita no dijo mi mu.
La sorpresa, o al menos el fingimiento de la sorpresa, estaba a salvo.
Todo lo a salvo que puede estar algo en lo que yo tenga que ver.
Porque aquella tarde me di cuenta de que mi abrigo tenía un agujero enorme y entré en pánico porque soy muy friolera.
Así que volví al grupo.
"La estación espacial internacional me ha dicho que tengo tal bujero en el abrigo que lo están viendo hasta ellos.
Tita,
cuando vayamos a verte este finde, ¿me puedes llevar de shopping?".
A mi favor debo decir que esa vez no fue necesario que se hiciera el silencio para que yo me diera cuenta.
Todo lo demás fue exactamente igual:
Mierda, mierda, mierda, mierda.
Lorz, elimina mensaje.
¿Eliminar para mí o eliminar para todos?
Eliminar para mí.
¡Nonononononono!
Mierda, mierda, mierda, mierda.
Entonces me fui al Grupo Familia, en el que NO está la tita.
"MADRE, LA HE LIADO PARDA"
"Hija, plantéate hacerte crudivegana, que no ganamos para incendios"
"No, eso no. La Tita. Que la he vuelto a liar. Con la sorpresa"
"Ya te he dicho que ella lo sabe"
"Pero no sabe que yo sé que ella lo sabe"
"Sí lo sabe"
"¿La Tita sabe que yo sé que ella lo sabe?"
"Sí"
"Pues si la Tita sabe que yo sé que ella lo sabe. ¿Por qué vamos a hacer como si fuera una sorpresa?"
"Pues si te digo la verdad, no lo sé"
Mira que lo sabía...
03 diciembre 2018
El pequeño Spider-error
Pues no. Porque no estábamos hablando de la película, sino del musical, así que...
-¿Billy Elliot ES Spiderman?
-No, Spiderman ERA Billy Elliot, cuando era pequeño y eso. Venga, que es nuestra parada y nos tenemos que bajar.
Y me olvidé totalmente del asunto.
Pero Nena-chan no.
Pasados unos días ZaraJota Me dijo que Nena-chan quería ver Billy Elliot.
-Está emperrada con ir a ver Billy Elliot. Se ve que alguien le ha dicho que Billy Elliot es Spiderman de pequeño.
-...
-Has sido tú, ¿verdad?
-...
-¡Lorz! ¡No le digas tonterías a la niña!
-¡No son tonterías! -le dije-. Es... ¡frikismo básico!
-Ay, Lorz. A ver cómo lo arreglo.
ZaraJota es que es así: se cree supermaduro y superresponsable solo porque es él quien recoge a los niños del colegio, les da de merendar, los lleva a extraescolares, les ayuda con los deberes, los baña, les da la cena, se asegura de que se laven los dientes y los acuesta.
-Nena-chan, Billy Elliot no es Spiderman de pequeño.
-¿No?
-No. Mamá te ha dicho eso porque el actor que hace de Spiderman también hacía de Billy Elliot cuando era pequeño.
-¿El actor?
-Eso es.
-Entonces... ¿Spiderman no existe de verdad?
Arregla eso ahora, señor supermaduro.
-------------
Arreglado.
El sábado pasado fuimos a ver Spider-Man: Un nuevo universo, que es una maravilla y recomiendo 100% (aunque quizá no para niños tan pequeños). Ahora sabemos que hay muchos universos paralelos con muchos Spiderman diferentes.
¿Hay un universo en el que a Billy Elliot le picara una araña y se transformara en Spiderman? No veo por qué no.
25 noviembre 2018
Problemas técnicos
Buscadme en twitter, que de a poco en poco me resulta más fácil.
19 noviembre 2018
Compartir
-Es que lo tiene Nena-chan ahora.
-¡Es que me la quitato!
-No es verdad, Nene-kun. Tú estabas viendo la tele y Nena-chan estaba jugando.
-¡Pero es que lo queroooooo!
-Bueno, vamos a hacer una cosa: ve a Nena-chan y le dices, "Nena-chan, ¿me prestas un rato el juguete, por favor?". Y seguro que te lo presta.
-Vale.
Nene-kun se acerca a Nena-chan con una sonrisa amistosa, y cuando está como a diez centímetros le dice:
-¡Nena-chan, dame el gutete! -y acto seguido se lo quita y le mete un bofetón.
-¡Nene-kun! -le digo-. ¡Muy mal! ¡No se quita! ¡No se pega! ¡Eso no es lo que te ha dicho mamá!
Nene-kun me pone cada de inocente.
-Pero mamá, es que hay que compartiiiiir...
Verás si al final me va a salir communista estalinista...
¿Te ha gustado? Ayúdame a seguir escribiendo.
12 noviembre 2018
El lolinal
La gente me dice:
-No te preocupes que ya crecerá.
Y yo no me preocupo, pero tampoco puedo negar que la pequeñez de Nene-kun ocasiona leves problemas de logística: por ejemplo, tuvimos que retrasar algunas vacunas porque no daba la talla o, mejor dicho, el peso. Tampoco podía tomar algunos medicamentos, por lo mismo.
Cuando se sienta en los asientos plegables del cine acaba convertido en un sándwich y si se monta en un balancín lo más probable es que acabe experimentando el vuelo sin motor. (Una vez se chocó con el triciclo contra un bordillo y salió disparado, dio una voltereta en el aire y aterrizó en el suelo cuan largo era, o sea, poco, mientras ZaraJota y yo mirábamos ojipláticos, que no sabíamos si recogerlo o puntuar el salto).
Encontrar ropa es un número: lo que le está bien de ancho le está corto, lo que le está bien de largo, se le cae (una de sus primeras frases completas fue "se me caen los lalones"). Encima fue muy precoz con el despañale, que quieras que no el pañal hace bulto, y la única forma de conseguir calzoncillos para ese culete era comprarlos de algodón y lavarlos a 60º para que encogieran.
En los últimos tres años me he hecho una experta mundial en poner elastiquillos, meter anchos y encoger ropa interior.
Debería ponerlo en mi currículum.
Os cuesto esto para que entendáis porqué Nene-kun, con sus tres años ya pasados, no usa el inodoro: básicamente, no le llegan las patas. No, ni con el escalón universal de Ikea.
Pero como nuestra vida está falta de emociones últimamente hemos decidido que va siendo hora de decirle adiós al orinal.
Que estoy del orinal hasta el potorro.
O al menos decirle adiós a la costumbre milenaria de hacer caca en el orinal justo cuando es hora de salir de casa para el colegio.
Por favor.
Así que le dije a Nene-kun:
-¿Qué te parece si hoy hacemos pipí en el váter?
A lo cual Nene-kun respondió:
-No.
Vale, quizá fuera necesario otro enfoque.
Esa noche, cuando Nene-kun se durmió, subí el orinal al sitio más alto que se me ocurrió, esto es, al mueble que hay encima del lavabo, que es donde ZaraJota me pone el rollo de papel higiénico en curso cuando quiere reírse un rato de lo canija que soy.
El muy c*br*n.
A la mañana siguiente Nene-kun fue a hacer pipí y no encontró el orinal por ninguna parte.
-No tá lolinal. Sa ío -anunció.
Y acto seguido hizo pis en el váter, y ZaraJota y yo le aplaudimos y le dijimos que lo había hecho muy bien, y el niño nos miró en plan mis padres son idiotas, y para mí que esto se hereda.
Por desgracia ZaraJota es mala persona.
Esa tarde bañó a Nene-kun y luego lo puso de pie en nuestra cama para vestirlo, que diréis, pues vaya sitio tan raro, pero cuando tienes un niño al que le gusta saltar cuando está desnudo lo menos que puedes hacer es llevarlo a un sitio donde si se cae caiga en blando, que luego en urgencias hay que dar muchas explicaciones.
Y ¿qué se ve perfectamente cuando saltas desnudo en la cama de nuestro dormitorio?
Lo que hay encima del mueble del baño.
Así es como descubrí lo del papel higiénico, obviamente.
Nene-kun vino a buscarme corriendo (y desnudo).
-¡Mamá! ¡Tá ahí lolinal! ¡Mira!
Y claro, no me quedó más remedio que fingir sorpresa y bajarlo.
-Anda, ¡mira dónde estaba! ¡Menos mal que lo has encontrado!
LÁGRIMAS NEGRAS EN MI CORAZÓN; SI LO LLEGO A SABER PASAMOS DEL BAÑO.
Dejé que el niño usara el orinal un par de días y después, aprovechando que no estaba en casa, lo metí en un armario. Al orinal, no al niño.
A tomalpolculo.
Cuando el niño volvió, me dijo:
-Mamá, teno caca.
-Claro, amor, ve a hacer caca.
-Es que no tá lolinal. Sa ío.
-No pasa nada, gordito, tú ya eres muy mayor, ¿a que sí? ¡No necesitas el orinal para hacer caca!
-Vale.
Nene-kun se fue al baño y volvió dejando estala y con un bulto muy raro en los pantalones.
-Bene-kun, ¿te has hecho caca en los pantalones?
-Shiii.
-¿Y eso por qué?
-Soy mu mayó. No nesesito lolinal.
Me da que la comunicación ha fallado en algún punto.
¿Te ha gustado? Ayúdame a seguir escribiendo.
05 noviembre 2018
Los efectos secundarios
A la enésima vez que fui al médico de cabecera con una contractura muscular en el cuello y/o la espalda y andando como las muñecas de Famosa se dirigen el portal para regalarle al niño su cariño y su amistad y Jesús en el pesebre sonríe porque está alegre nochebuena de amor, navidad jubilosa, es el mensaje feliz, de las muñecas Famosa, es que una vez que empiezo o la canto entera o no me quedo a gusto, el médico me dijo:
-Esto es por la tensión.
-Ah, por eso voy siempre dando calambre.
-No, por la electricidad no. Por el estrés.
-Ah.
Se ve que cuando estoy en tensión, que es prácticamente siempre, aprieto tanto la mandíbula que me hago daño en el cuello.
Después de saber esto, ZaraJota perdió súbitamente todo interés por el sexo oral.
-¿Has pasado últimamente por alguna situación estresante? -me preguntó el médico.
-Pues verá...
Seis horas más tarde salí de la consulta con una receta para un antidepresivo, que ahora que lo pienso no sé si era para mí o para el médico, que después de escucharme tenía muy mala cara.
Simultáneamente una persona de mi entorno cuyo nombre no desvelaré para garantizar su derecho a la intimidad también fue al médico porque tenía un derrame en el ojo.
-Hola -dijo-. Soy ZaraJota. Vengo porque tengo un derrame en el ojo.
El médico le miró el ojo y dijo:
-Esto es por la tensión.
-Ya.
Se ve que cuando esta persona anónima cuyo nombre no vamos a mencionar está en tensión los ojitos le hacen "pop".
-¿Has pasado últimamente por alguna situación estresante?
-Defina "últimamente".
Seis horas más tarde la persona anónima salió de la consulta con una receta para un antidepresivo.
Ambos compramos nuestro antidepresivo y lo llevamos a casa.
Yo empecé a tomarlo y me pasé el primer día riéndome como una loca, el segundo en posición fetal mirando la pared con los ojos vacíos, y a partir de ahí, muy bien.
O sea, tampoco es que fuera dando saltos por la calle.
Que tengo la espalda hecha m**rd*.
Pero de pronto desapareció mi bola de angustia.
Llevaba tanto tiempo ahí que ya no me acordaba de que se podía vivir sin ella.
De hecho, me cuesta mucho escribir sin ella. Me falta como... odio.
Para ser sincera, no recuerdo haber vivido sin ella. Nunca.
Y además, no notaba ningún efecto secundario.
Aparte de que me cuesta mucho más escribir personajes repugnantes a los que asesinar brutalmente después. Pero creo que puedo vivir sin eso.
Estaba encantada con mis pastillitas.
Pero cuando se me acabó la primera caja y fui con mi receta electrónica a comprar más, el farmacéutico me dio unas totalmente diferentes.
-Creo que esto no es -le dije.
-Sí es. Es lo que pone en tu receta.
-Pero lo que yo estaba tomando venía en una caja verde, y esta es rosa.
-Pues lo que tienes recetado es esto.
-¿No será que han cambiado la caja?
-Siempre ha sido así.
-¿Y si la otra vez me dieron un genérico o algo?
-No hay genérico de esto, señora.
-Tiene que haber un error.
El farmacéutico me enseñó la pantalla y efectivamente, me estaba dando exactamente lo que me habían recetado.
Me fui a casa con mis pastillas, un poco confusa.
¿Me habrá cambiando el médico la receta por su cuenta?
¿Se puede hacer eso?
¿Se confundiría el primer farmacéutico?
¿O el segundo?
A lo mejor era lo mismo, pero de dos marcas diferentes, y cada farmacéutico tenía sus manías.
Ni idea.
Bueno, empecé a tomarme mis nuevas pastillas y, definitivamente, aquella no era la misma mandanga.
Me sentaba muy mal.
Ya no es que no pudiera escribir gore, es que todo lo que escribía parecía sacado del BOE. Y la bola de angustia volvió convertida en BOLÓN. Casi no podía respirar. Y solo pensaba en COMER.
Cuando llevaba varios días comiendo donuts coincidí por ahí con la persona anónima de la que hablaba antes.
En concreto, coincidimos en la cama, porque esa noche nuestros hijos habían decidido dormirse cada uno en la suya, para variar.
Y le conté la situación.
-Creo que estas pastillas no son las mismas de antes, pero el farmacéutico dice que son las que tengo en la receta.
-¿Cuáles son?
-Estas.
-No puede ser, nos habían recetado lo mismo a los dos, ¿no?
-No lo sé. ¿Cuál es la tuya?
-Una verde.
-Como la mía. ¿Y te sentaba bien?
-Ah, es que no me la estoy tomando.
-¿Y eso?
-Porque no las encuentro por ninguna parte. Las dejé en tu mesilla y cuando fui a buscarlas la caja verde había desaparecido, solo había una caja rosa.
-Ay.
-No me gusta ese "ay".
-ZaraJota, creo que llevo un mes tomándome tus pastillas.
-Ay.
Bueno, pues después de eso tuve que volver al médico para una consulta "de seguimiento".
No sabía muy bien cómo explicarle la situación porque, admitámoslo, "es que las pastillas de mi marido me sientan mejor que las mías" suena un poco a vieja loca adicta a "Saber vivir".
Y eso, siendo optimista.
Pero el médico se lo tomó muy bien.
Es que ya me conoce y eso.
-No te preocupes, Lorz, las dos son prácticamente lo mismo.
-¿En serio?
-Sí, solo se diferencian en un efecto secundario sin importancia: la rosa abre el apetito y muchos pacientes engordan cuando la toman.
"Sin importancia", dice.
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29 octubre 2018
Halloween 2018
quiso sacarse un dinero
supo que había una feria
y allá fue con su puchero.
En el centro de la feria
ella montó un tenderete
y puso el puchero al fuego
y empezó a cortar filetes.
Ancas de rana,
muslos de rata,
también una araña
con todas sus patas.
Y mientras cocía
escribió un letrero:
"por una moneda
cuenco de puchero".
Pasó una señora,
pasó un caballero,
miraron con asco
a bruja y puchero.
Pasó una anciana
vio ancas de rana
y salió corriendo
sin bastón ni nada.
¡La bruja mohína
porque ella creía
ser la más mejor
en una cocina!
Pasó un pequeñajo
cubierto de andrajos
miraba el puchero
con cara de anhelo.
La bruja suspira
y sopa le da;
total, va a tirarla,
que le importa ya.
El niño se come
todo el contenido,
la bruja lo observa
comer entre gruñidos.
Termina el primero,
un segundo y un tercero;
la bruja le ofrece
cucharón y puchero.
Se lo come todo,
apura y rebaña,
¡está tan delgado
y tiene tanta gana!
La bruja lo mira,
medita y cavila
si llevarlo a casa
y darle más comida.
Está tan flaquito
ese pobre niño...
necesita comida
y necesita mimos.
Con mucho cuidado
engorda seguro...
¡y entonces la bruja
se lo come crudo!
¿Te ha gustado?
22 octubre 2018
Lo del wifi, bonus track
La última.
Gracias al abuso de estupefacientes caí en la cama como una piedra, con un niño debajo de cada sobaco, y dormí hasta la mañana siguiente, eso sí, pero tuve una pesadilla horrible: soñé que volvía a darle teta al artista antes conocido como Bebé-kun. Mejor dicho, soñé que Nene-kun, aprovechando la nocturnidad, la cercanía y que la camiseta del pijama me quedaba ancha había vuelto a la no-tan-lejana costumbre del buffet libre nocturno.
Cuando me desperté sentí muchísimo alivio: solo había sido una pesadilla. Me cosquilleaban las tetas, pero seguramente era solo sugestión, por la pesadillas. Y tenía la camiseta levantada, pero vaya, con lo que me muevo dormida podía ser cualquier cosa. Y tenía un cerco de leche en la camisera pero bueno, a mí no me gusta exagerar pero quizá sea el momento de que cunda el pánico.
Venga, Lorz, me dije. Mantén la calma.
Piensa que las hormonas son muy hijafrutas.
Es posible que al estar tantos días durmiendo con el niño se hayan, yo qué sé, reactivado de alguna manera.
Además, el artista antes conocido como Bebé-kun estaba a punto de cumplir tres años, y aunque yo no me notaba especialmente mustia por lo rápido que pasa el tiempo y hay que ver, que mi bebé está creciendo y todo eso,
Seguro que es eso, me dije.
Hormonas, cansancio y penita porque el niño se hace mayor.
Nada de qué preocuparse.
Jajajajajajajaja.
Qué boba.
Estaba riendo
-Hola, gordito.
-Quero sayunar.
-Claro. ¿Quieres colacao?
-No, quero más netita.
Quizá haya llegado el momento de que cunda el pánico.
15 octubre 2018
Lo del wifi, 7
Enseñando el matojo a toda la villa.
Pues cuando llevaba tres días en la casa con nosotros mi padre dijo que se volvía a Madrid.
-Tengo que trabajar.
-Pero si tenías dos semanas de vacaciones.
-¡Falso!
-Mira, nos hiciste un cuadrante y todo.
-Bueno, pues... me han llamado. Sí. Eso. Tengo que cancelar mis vacaciones con vosotros y volver a Madrid urgentísimamente.
Y me tiró el router a la cara y salió corriendo y agitando los bracitos.
Se ve que había aparcado lejos o algo, yo qué sé.
Fue mi momento de triunfo: al fin tenía el router en las manos.
Lo abrí, conseguí la contraseña, lo volví a cerrar, lo enchufé para cargarlo y lo encendí...
Y nada.
Pero nada de nada.
Aquello no pillaba señal lo pusiera donde lo pusiera, ni siquiera en el sobrao inquietante, ni siquiera en el alfeizar de la ventana, ni siquiera atándolo a un palo y agitándolo sentada en el alfeizar de la ventana.
Mi padre me había dicho que la señal era mala porque las paredes de la casa son muy gordas, pero el maldito cacharro no pillaba señal ni en la calle, que a lo mejor es que la tecnología ha avanzado tanto que aunque estés en mitad de la plaza el servidor dice "a esa no le des señal, que es la de la casa con paredes gordas", pero vaya, yo diría que no. y gastando MIS DATOS DE MI TELÉFONO, que si eso no es violencia estructural ya me dirás tú qué es.
Como no podía entretenerme con internet me entretuve haciéndole fotos a las lámparas y a mandárselas a mi padre por whatsapp porque siempre dice que las lámparas de esa casa le dan miedo y pensé PUES SI ME DEJAS SIN WIFI TE VOY A LLENAR EL WHATSAPP DE LÁMPARAS.
Sin rencores.
Entonces fue cuando me di cuenta: el papel de plata.
Estaba en el calentador.
08 octubre 2018
Lo del wifi, 6
Libando rocío con las hadas.
Para tranquilidad de Necio Hutopo lo primero que os voy a decir es que Hermano Mediano estaba en casa tan tranquilo, tirado en el sofá y jugando con la Nintendo Switch.
En su defensa diré que está muy lesionado de varias partes de su cuerpo, que necesita una especie de tobillera para andar, que con la tormenta se le había mojado y que después de quitársela estaba rabiando de dolor y sin poder ponerse de pie.
Hermano Pequeño y yo fuimos a comprarle una tobillera de urgencia en cuanto solucionamos el resto de la papeleta.
Y había mucha papeleta que solucionar.
El carrito tenía como cinco centímetros de agua dentro.
Niños y adultos estábamos ensopados.
Toda la ropa, la merienda, las toallas, los millones de juguetes, todo, estaba chorreando agua.
Parecíamos supervivientes del Titanic.
Y encima mi padre no paraba de hacer preguntas estúpidas.
-Pero ¿por qué no me habéis llamado para que os fuera a recoger con el coche?
Vale, a lo mejor la pregunta no era tan estúpida.
-No se nos ocurrió.
Puede, PUEDE, que cuando empezara a llover me viera en mitad del campo con dos niños pequeños y entrara en pánico sin tener en cuenta que me rodeaban cuatro adultos más, y que mi padre estaba en casa con el coche perfectamente aparcado y las sillas de los niños puestas.
Puede que Hermano Pequeño también entrara en pánico debido a un razonamiento similar y saliera corriendo con el carrito sin pararse a pensar en nada.
Puede que mi madre llegara a las mismas conclusiones y saliera corriendo también.
Puede que los tres hiciéramos el camino gritando, corriendo y agitando los bracitos mientras la Tita del Puerto y Hermano Mediano nos seguían sin entender qué mosca nos había picado de pronto.
Puede.
Lo importante era que ya estábamos en casa.
Mi madre se puso a bañar a los niños y yo me puse a achicar agua del carro, a tender toallas, a buscar ropa seca, qué se yo.
En algún momento me di cuenta de que estaba tiritando, pero solo pensaba en que los niños no pillaran frío, así que me quité el bañador para no coger lo que mi abuela llama "una infersión en el chichi" y seguí con el vestido mojado en plan comando para arriba y para abajo.
Ya había parado de llover, los niños estaban limpios, secos y tomando leche calentita, y pensé en llevarme el carro a la fuente para limpiarle el barro que tenía por todas partes. Lo arrastré hasta la fuente y lo miré por todas partes: parecía que lo mejor era ponerlo bocabajo y echarle cubos de agua a saco. Me agaché para volcarlo y entonces sentí una brisilla en cierto sitio.
M**rd*.
Cuando volví a casa con el carro limpio me encontré a mi madre en el pasillo.
-Madre -le dije-: no llevo bragas.
-Filla: preferiría no saberlo.
-Creo que los vecinos también, pero no les he dejado elección.
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01 octubre 2018
Lo del wifi, 5
Llevas un router en el bolsillo os es que te alegras de verme.
Pues al día siguiente decidimos irnos todos en comandita a la piscina.
Bueno, todos no.
-Lo he mirado en internet -dijo mi padre, que no dejaba pasar ocasión de presumir de que el sí tenía conexión- y hay un 10% de posibilidades de lluvia.
A nosotros nos entró la risa floja porque somos de Córdoba, o sea, un 10% de posibilidades de lluvia es como cuando haces un examen y te ponen un 1 por poner el nombre.
Lo que viene siendo el premio de consolación.
Así que mi madre, la Tita, Hermano Mediano, Hermano Pequeño, Nena-chan, el artista antes conocido como Bebé-kun y yo nos fuimos a la piscina, y mi padre se quedó rumiando que él no iba porque seguro que llovía y él no iba.
La piscina está a una distancia razonable: según google maps, un kilómetro y medio.
Lo que no te dice google maps es que a la vuelta es un kilómetro y medio cuesta arriba.
Sí, a la vuelta. Cuando ya vas cansado y empapado y cargando con todas las toallas mojadas y uno o dos niños dormidos.
Pensando en esa circunstancia, nos habíamos hecho con un vehículo de tracción animal, siendo normalmente el animal ZaraJota.
Por desgracia, en cuanto apareció mi familia ZaraJota recordó que tenía un compromiso urgente en Madrid, así que tuvimos que probar otras alternativas, algunas de ellas no muy acordes con la Declaración Universal de los Derechos de los Niños.
Ahora será culpa mía.
Estamos mirando la rueda con cara de pasmo mientras nos chorrea agua por la cara cuando nos ofrecen refugio otra vez. Una pareja nos deja pasar a su portal, nos da toallas, nos arregla la rueda...
-Podéis quedaros aquí hasta que pare de llover -nos dicen.
Entonces se me acerca Hermano Mediano.
-Oye, ¿estás bien? ¿Los niños están bien?
-Sí, sí. Están un poco asustados pero bien.
-Vale, pues yo me piro que mi sudadera es impermeable.
-¿QUÉ?
Pero Hermano Mediano ya no me oía. Iba calle adelante, con su sudadera impermeable. El muy c*br*n.
Bueno. Una tormenta tan intensa no podía durar mucho, así que poco a poco empezó a escampar.
Nos despedimos de la amable familia y recorrimos los escasos cien metros que nos quedaban. En la puerta de la casa, perfectamente sequito y con una sonrisa de oreja a oreja, nos estaba esperando mi padre.
-¿Qué, os ha pillado la tormenta?
-No, es que hemos estado libando rocío con las hadas, no te j*d*.
Continuará...
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24 septiembre 2018
Lo del wifi, 4
El amor está muy bien, pero el wifi es el wifi.
Mi padre llegó al pueblo con mi madre, la Tita del Puerto, Hermano Mediano, Hermano Pequeño y la rana croando debajo del agua.
Y el router inalámbrico.
-La contraseña está dentro -me dijo, dándome el cacharrito-, pero como no hay dios que lo abra te la apunto aquí.
-Sí, sí -le dije, sin escuchar realmente porque estaba muy ocupada acariciando el router.
Además, en ese momento la situación era totalmente caótica porque las casas en el pueblo tienden a ser muy estrechas y a crecer acumulando pisos hacia arriba, verigracia:
Y allí se habían dejado caer de pronto cinco personas, más las cuatro que ya había, con todo su equipaje, y de pronto había gente, maletas, bolsas, gafas de sol y botas de trekking por todas partes, y ni un solo centímetro libre para hacer cosas tan locas como moverse de un lado para el otro, así que me puse a recoger cosas, esta maleta al dormitorio, este bolso al perchero, ese papelito con unos números misteriosos a la basura y todo así.
Tuvimos un día de locura total, y por la noche, cuando me tumbé en la cama, me di cuenta de que no había tenido ni un minuto para conectarme al dichoso wifi.
Entonces agarré el móvil y me dije, allá vamos.
Le di a conectar y me pidió la contraseña y entonces me di cuenta de que no tenía la contraseña.
-M**rd*****.
Recordaba vagamente que mi padre la había apuntado en alguna parte, pero ¿dónde?
Me levanté y de puntillas empecé a recorrer las habitaciones buscando un papel o algo donde mi padre pudiera haber anotado la contraseña, pero no había nada porque como ya os he dicho el desorden me pone muy nerviosa y me había dedicado a ir poniendo todo en su sitio: esta maleta al dormitorio, este bolso al perchero, ese papelito con unos números misteriosos a la basu...
M**RD*.
Bajé a la cocina y miré dentro del cubo de la basura. El sobre misterioso asomaba por debajo de una cosa viscosa de color naranja fosforito que deduje procedía de una lata de mejillones.
M**rd*.
Pensé en cogerlo pero tengo mis principios y no estaba dispuesta a hurgar en la basura solo para conectarme a internet.
Vale, lo cierto es que saqué el sobre de la basura y los números no se leían bien.
No me juzquéis, llevaba cinco días sin internet, vosotros habríais hecho lo mismo.
Muy bien, Lorz, no pasa nada.
La contraseña está apuntada DENTRO del router.
Solo tengo que abrir el router.
Subí a la salita, que era el último lugar donde se había visto con vida al susodicho.
En la salita había un Hermano Mediano durmiendo en un sofá y un Hermano Pequeño durmiendo en un colchón en el suelo pero ningún router.
M**rd*.
Encendí la luz y empecé a mirar por debajo de la mesa, por debajo del sofá, por debajo de mis hermanos.
-¡LORZ! -me gritó Hermano Mediano, que ahora que sale el tema ya le vale ponerse a gritar, o sea, que en esa casa había gente durmiendo-. ¿SE PUEDE SABER QUÉ HACES?
-Estoy buscando el router.
-Es que son las dos de la mañana y estamos intentando dormir.
-Ah, pues por mí no paréis, que no me molestáis para nada.
Hermano Mediano me dijo ciertas cosas que no se le deberían decir a una pobre chica inocente como yo y no me quedó más remedio que irme.
Sin el router.
De todas formas, no parecía que estuviera allí.
Bueno, tenía varias opciones.
La primera era volverme a la cama y dormir, pero todo este asunto de no tener internet me había puesto muy nerviosa y no creía que pudiera conciliar el sueño.
La segunda era volverme a Madrid, dónde internet, simplemente, ESTÁ. Pero como no tenía internet no podía mirar los horarios de los autobuses. O sea, podía ir a la parada y mirar los horarios pero tenía que andar como doscientos metros para eso. Impensable.
La tercera era preguntarle a mi padre por la ubicación exacta del router. El problema es que mi padre estaba durmiendo en el sobrao, que da un miedo que no veas.
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17 septiembre 2018
Lo del wifi, 3
¿Por qué las tuberías revientan a mi paso?
Pues ZaraJota, los niños y yo estuvimos en el pueblo estupendamente unos días, pero había una nube en el horizonte de nuestra felicidad: no teníamos wifi.
Mientras estaba tumbada al sol en el césped, escuchando el suave susurro del agua del río correr y los menos suaves berridos de los niños al jugar, con un refresco en una mano y algo ligerito para picar, yo qué sé, cochinillo o morcilla o churrasco en la otra, pensaba en el wifi y unos gruesos lagrimones resbalaban por mis mejillas.
-Se fuerte, Lorz -me decía a mí misma-. Tú puedes aguantar sin wifi.
Pero cuando ya llevaba tres o cuatro días la situación se hizo insoportable y ZaraJota llamó a mi familia.
-¡La he pillado subiéndose al tejado para lamer la parabólica del vecino! ¡LA PARABÓLICA! ¿Pero de dónde se ha sacado esta g*l*p*ll*s la idea de que puede pillar señal chupando una parabólica?
-Parecía una paellera -me defendí.
-¿Y DE DÓNDE HAS SACADO LA IDEA DE QUE SE PUEDE PILLAR SEÑAL DE INTERNET CHUPANDO UNA PAELLERA?
ZaraJota es que es así: siempre está cuestionando el método científico.
Total, que mis padres decidieron intervenir.
-Mañana mismo voy -me dijo mi padre- y te llevo el router portátil.
-Vale.
-Me llevaré a tu madre, claro. No me gusta conducir solo.
-Claro, a ver con quién discutes si no.
-Ahora que lo pienso, está aquí la Tita del Puerto. No podemos dejarla en Madrid, ya que ha venido a vernos.
-Claro, claro, que se venga.
-Y tendremos que llevarnos también a Hermano Mediano. Tiene 36 años y hace dos que no vive en casa, pero no vamos a dejarlo aquí solito, pobre.
-Claro, claro, lo que sea.
-Y a Hermano Pequeño. Tiene 33 años y hace casi diez que no vive en casa. De hecho ni siquiera quiere venir. Pero se viene.
-Claro, claro.
-Y bueno, ya que estamos allí no vamos a volvernos en el día. Estamos pensando en quedarnos una semana o así.
-LO QUE SEA PERO TRÁEME EL ROUTER YA.
Por desgracia, ZaraJota no era exactamente de la misma opinión.
-Lorz, si crees que voy a quedarme una semana en la casa de Norman Bates con toda tu familia estás muy equivocada.
-Pero...
-No me gusta tener que ponerte en esta situación, pero esta vez vas a tener que elegir: o tu familia o yo.
-ZaraJota -le dije con los ojos anegados en lágrimas-: sabes que yo siempre te elegiría a ti por encima de cualquiera, incluso de mi familia.
-Gracias.
-Pero es que ellos tienen wifi, así que arreando.
Continuará...
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10 septiembre 2018
Lo del wifi, 2
50%
Bueno, me están preguntando que por qué si soy de Córdoba la casa de mis abuelos está en Villanueva de la Vera, que no está ni en la misma provincia y yo casi diría que ni en la misma comunidad autónoma, y del país no digo nada porque seguro que ofendo a alguien tanto si digo que sí como si digo que no.
Esta es la historia muy resumida:
cuando mi abuelo (natural de Rute pero nacido en Iznájar, guardia civil en Blanes y otros puntos de Cataluña, después vivió muchos años en Madrid, donde falleció) tenía cerca de setenta años, se fue a pasar un fin de semana a la comarca de la Vera (Cáceres), donde no había estado en toda su vida, y aquello le gustó tanto que vendió la casita de la playa y se compró una casa
Para ser justos, el abuelo nos preguntó en su momento qué nos parecía todo el proyecto y le dijimos que era su casa y su dinero y que hiciera lo que le pareciera bien, pero a la hora de la verdad fue como si vendieran el único trozo de mi infancia que quedaba entero (la casa donde crecí se cae a cachos, la casa de mi bisabuela se echó abajo para hacer pisos, la casa de mis otros abuelos... bueno, esa es otra historia), cosa que me dejó muy j*d*d* y que hizo que le cogiera tanta manía al pueblo que empecé a llamarlo, nunca lo adivinaréis Villamatojo (del Arbustillo).
Ahora que tengo hijos y veo cómo el pueblo se va convirtiendo en un trozo
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Que ZaraJota encontrara la llave de paso del agua nos vino muy bien porque así nos pudimos duchar, que es una cosa que no hacemos a menudo pero las vacaciones están para eso, para salirse de la rutina y tal.
ZaraJota se duchó el primero porque yo albergaba la esperanza de que se acabara todo el agua y no tuviera que ducharme, pero resulta que los veranos en esa zona no tienen NADA que ver con los veranos en Córdoba y hay agua para aburrir a un tonto, incluso si ese tonto soy yo, que no tengo hartura.
Por eso me extrañó mucho cuando ZaraJota salió de la ducha y me dijo:
-El agua tiene poquísima presión.
-Bueno, es que si está estresada en plenas vacaciones es para preocuparse.
-No, no: que sale muy floja.
-Bueno, tú también me has salido muy flojo y no te lo voy echando en cara todo el día.
-Que apenas sale agua, Lorz.
-Ah. Pues antes he llenado la regadera y ha salido perfectamente.
-Ya, pero en cuanto levantas un poco la alcachofa el agua deja de salir.
-Pues no levantes la alcachofa, que de verdad que no hace falta que limpies las verduras mientras te duchas, que hay agua de sobra.
-Es que si no levanto la alcachofa no me puedo mojar la cabeza.
Ahí me quedé un poco pillada, que lo mismo es que usa la alcachofa como tratamiento capilar y yo todo este tiempo comprándole champús anticaspa como una g*l*p*ll*s.
-Pues agáchate, yo qué sé, y de verdad deja de mojar las alcachofas que luego se ponen marrones y me dices que no te gustan.
Que tengo que estar yo a todo.
-Bueno, dúchate tú y verás.
Y eso hice: me metí en la bañera, cogí el duchatrón, abrí el grifo, y no salió ni una gota por arriba, porque toda salía por abajo.
-Creo que el tubo se ha pasado -le dije a ZaraJota-, vamos a tener que cambiarlo.
Obsérvese el plural mayestático, que se debe a que yo no tenía la menor intención de cambiar nada porque en casa tenemos las tareas perfectamente divididas: yo rompo las cosas y ZaraJota las repara.
ZaraJota no se alteró lo más mínimo porque está más que acostumbrado a las averías acuáticas y además no me estaba escuchando, pero al día siguiente, cuando volvió a ducharse (ahora que lo pienso, ZaraJota se ducha mucho cuando tiene que estar en casa conmigo) decidió por su cuenta que, efectivamente, había que cambiar el tubo, y lo cambió y con eso todos felices.
Casi.
El día siguiente me fui a duchar, que ahora que lo pienso yo también me estuve duchando mucho en el pueblo, que lo mismo va a ser un virus o algo, y cuando abrí el grifo no salió nada por arriba.
Me agaché para mirar la unión del tubo con el grifo y le hice toc-toc con el dedito Y DE PRONTO EMPEZÓ A SALIR AGUA POR TODAS PARTES, EN SERIO, AQUELLO ERA COMO EL TITANIC SOLO QUE EN VEZ DE LLEVAR UN VESTIDO CHULO ESTABA EN PELOTAS, Y ME CAÍ PARA ATRÁS, Y ME RESBALÉ PORQUE LA ALFOMBRILLA ANTIRESBALONES DE LA BAÑERA TIENE MÁS AÑOS QUE LLAMARSE ANGUSTIAS Y YA NO SE QUEDA PEGADA A LA BAÑERA, Y ME FUI A AGARRAR DE LA CORTINA Y NO SÉ CÓMO AGUANTÓ AQUELLO, Y ADEMÁS DIO IGUAL PORQUE ME PEGUÉ UNA TORTA QUE HE ESTADO TRES SEMANAS CON UN MORATÓN EN EL MUSLO TAN GRANDE COMO MI MANO.
Cerré el grifo como pude y lo estudié de cerca: corrosión generalizada. La unión grifo-tubo estaba totalmente podrida.
-¿Y ahora cómo solucionamos esto? -le pregunté a ZaraJota cuando conseguí cerrar el grifo y salir de allí.
-Pues habrá que esperar al lunes, porque un sábado por la tarde y en mitad del puente de agosto ya me dirás dónde encontramos un fontanero.
-¡Pero es que mañana viene mi familia al completo, acuérdate!
-Anda, Lorz, es verdad. Pues entonces ya sé lo que voy a hacer.
-¿Sí?
-Sí: volverme a Madrid.
Así entre nosotros, no estoy segura de que eso sea exactamente una solución.
Continuará...
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03 septiembre 2018
Lo del wifi, 1
Como las de recibir una colleja ahora mismo.
27 agosto 2018
Japiberdei tu Nene-kun
Ay, parece que fue ayer cuando me retuvieron a la fuerza en una instalación del gobierno por hacerme pis encima.
¡Y hace tres años ya!
Como a lo mejor recordaréis, cuando Nena-chan cumplió tres años lo celebramos con un concurso: el objetivo era adivinar el título correcto de las películas y series favoritas de Nena-chan a partir del nombre que le daba la niña por entonces.
Nos hubiera gustado hacer lo mismo con Bebé-kun, pero
A
Y aunque realmente me hubiera gustado ver vuestras respuestas a qué canción es "eversi", "titi tiri", "bibisá", o, atención a esta que despierta furor, "vaso vaso", la verdad es que no soy tan cabrona.
Así que hemos decidido darle la vuelta a la cosa, y en vez de hacer un concurso vamos a cantarle sus canciones favoritas,** para que las tenga siempre a mano, como ya hicimos con su hermana.
Aquí las tenéis.
Atención a la señorita en primer plano, que nos acompaña de manera excepcional y por ser una fecha tan señalada.
* En las últimas semanas, como suele ocurrir en vacaciones,
** Salvo "vaso, vaso", que necesita un poco más de ensayo. Y que compremos más vasos.
20 agosto 2018
MESAL
Iba a decir que muy rápido, pero la verdad es que estos tres años se me han hecho larguísimos.
No ha sido un niño fácil, no.
Guapo, lo que quieras, pero fácil no.
No se puede tener todo en la vida.
Lo cierto es que en los últimos meses lo hemos visto evolucionar muy rápido y hace unas semanas decidimos que por fin, por fin, estaba preparado para ir al cine.
Otra vez.
Porque cuando el gordo tenía como tres o cuatro meses o así nos lo llevamos a ver Star Wars: The Force Awakens, lo que pasa es que no se acuerda porque en vez de prestar atención a la pantalla se pasó todo el rato dormido con la teta en la boca.
Las nuevas generaciones son así: no tienen claras sus prioridades.
Antes de seguir, dejemos claro que fuimos (en las dos ocasiones) bastante respetuosos: elegimos una de las sesiones menos frecuentadas, miramos por internet que no hubiera demasiada gente, elegimos los asientos lo más lejos posible del resto de espectadores y al lado de la puerta y en todo momento tuvimos claro que si los niños empezaban a molestar nos saldríamos y punto.
Que luego me viene la masa niñofóbica con las antorchas en ristre y me da mucha pereza.
La cosa empezó bien porque nada más vernos aparecer con los niños a la señora que controlaba las entradas se le puso una sonrisa de oreja a oreja.
Nena-chan se tomó aquello como una invitación y le fue directa.
-HolavengoaverLosIncreíblesDos.
-Muy bien, muy bien. Pero sabes que la película es en inglés, ¿verdad?
-No lo sabía -le contestó Nena-chan sin inmutarse-, pero no pasaría nada porque a veces también veo películas en español.
Que de verdad que no la hemos entrenado para que vaya troleando a la gente, es que la niña es así.
Pasamos y ZaraJota y Nena-chan se fueron a por palomitas mientras que Bebé-kun y yo íbamos a buscar nuestros asientos.
Cuando entramos la sala ya estaba a oscuras y estaban poniendo anuncios de coches.
En español, claro, porque si eres un extranjero de vacaciones que ha decidido refugiarse del calor en el cine lo que necesitas es justamente enterarte de que tienes los audis de oferta.
El niño llegó medio desorientado hasta el asiento y de pronto se dio la vuelta y vio LA PANTALLA.
Si os digo que alucinó me quedo corta: se le descolgó la mandíbula.
Levantó un dedito, señaló a la pantalla y me dijo:
-MAMÁ MIRA.
-Shhhhh, lechoncillo, es el cine...
-PERO MIRA.
-Sí, ya lo veo, es chulo, ¿eh?
-TÍ. CHULO CHULO.
Y se quedó mirando con la boca abierta y el dedillo extendido.
Aproveché para soltar las innumerables bolsas que iba cargando, y luego sujeté con una mano el asiento abatible y con la otra subí a Bebé-kun.
Entonces fue cuando descubrí que el niño no pesa lo suficiente para mantener el asiento bajado: Bebé-kun se convirtió en la asombrosa empanadilla humana.
El pobre ni se quejó ni nada. Seguía con la boca abierta; entre la gomaespuma y el terciopelo falso asomaba un dedillo que apuntaba a la pantalla.
Bajé el asiento y coloqué al niño al borde del todo. Parecía que ahí aguantaba.
Entonces llegaron ZaraJota y Nena-chan con el cubo de palomitas más grande que ha existido jamás.
Las palomitas eran la pieza clave en la operación Mantén En Silencio Al Lechoncillo: en una de las innumerables bolsas llevaba incluso dos cuencos de plástico para que cada niño tuviera su ración de palomitas y no hubiera incidentes.
También llevaba agua, gominolas, tortitas de arroz, muñequitos de Peppa Pig, un yogur que metí tres días antes y olvidé sacar y una guirnalda de cumpleaños.
No preguntéis por qué: de verdad, no queréis saberlo.
La operación MESAL funcionó extraordinariamente bien y todos salimos muy contentos del cine. Bueno, contentos y aliviados.
-Qué bien se han portado -le dije a ZaraJota.
-Sí, y el personal del cine ha sido muy amable. Incluso se han ofrecido a darme un montón de revistas para el niño.
-¿Por si se aburría?
-Para que se sentara encima. Pero les he dicho que no hacía falta, que ya es lo bastante alto para ver.
Ciertamente, la altura nunca ha sido un problema.
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13 agosto 2018
Pelokiwi
Pero no sabéis cómo.
Era muy deprimente, sobre todo cuando me quedaba parada debajo de una lámpara, que se me veía el cartón cosa mala. Así que tomé una decisión muy loca, y me corté el pelo al estilo Mary Margaret.
Está feo que yo lo diga pero me quedaba fenomenal de la muerte y, lo que es más importante, los niños dejaron de llamarme "señora".
El problema es que como tengo el pelo
-¡Me voy a dejar el pelo largo otra vez! -anuncié.
Estaba sola en la ducha y quedó un poco raro, y eso me pareció una buena señal.
-Pero -dijo la voz de mi madre en mi cabeza- el problema de dejártelo largo es que te saldrán... RABILLOS.
Oh, los rabillos.
Hasta la mujer más empoderada tiempla al escuchar su nombre.
Rabillos.
Esa temida etapa en la que el pelo no es lo bastante corto para ser corto ni lo bastante largo para ser largo, y por detrás pareces un vendedor de coca de los años ochenta.
-No me importa -le grité a la voz de mi madre en mi cabeza- aprovecharé el verano para pasar la etapa de los rabillos. Me haré coletitas y moñitos y de todas formas estaré casi un mes sola en la oficina y otro de vacaciones. Puedo hacerlo. VOY A VENCER A LOS RABILLOS.
Veinticuatro horas más tarde...
-ZaraJota, rápame la cabeza.
-No.
-Por favor, por favor, por favor, no aguanto más...
-¿Por qué no vas a la peluquería y que te lo corten bien?
-Porque JURÉ por mi propia sangre que aguantaría la etapa de los rabillos.
-Estabas hablando sola en la ducha, Lorz.
-¡Por favor!
-Vale, mañana, si sigues estando loca, te cortaré el pelo.
-¡NO! ¡MAÑANA NO! ¡AHORA!
-Son las once de la noche, Lorz,
-¿Cuándo nos ha detenido eso?
-Si no te rapo la cabeza no me vas a dejar dormir, ¿verdad?
-Verdad.
ZaraJota suspiró. Ya sabéis que es asmático y eso.
Me encaramé en un taburete en mitad del baño mientras ZaraJota buscaba la maquinilla de cortar el pelo. En ese momento los niños, que en teoría, EN TEORÍA, estaban dormidos salieron de su habitación.
-¿Qué estáis sasiendo, mamá?
-Probablemente divorciarnos.
-Queremos verlo.
-¡TÍ! ¡QUEREMOS LERLO!
-Vale.
Los niños se sentaron en el pasillo para observar la operación. ZaraJota montó la maquinilla y la puso al nueve.
-¿Estás segura? -me preguntó.
-Sí.
-¿Segura, segura?
-¡Segura!
ZaraJota metió la maquinilla y empezó a caer pelo por todos lados y ahí lo mismo sí que tuve un momento en plan ay, ay, pero qué he hecho, pero cuando levanté la cabeza y me miré en el espejo descubrí que me estaba quedando sorprendentemente bien.
-ME GUSTA MOGOLLÓN -dije poniendo ojitos manga.
Y entonces la maquinilla se paró.
-¿Qué pasa?
-Parece que se ha quedado sin batería.
-¡ARG!
-No te preocupes, tiene cargador.
Pero resultó que el dichoso aparatito no funciona mientras carga.
Y tarda SIGLOS en cargar.
Y ya eran cerca de las doce de la noche.
-No puedo ir a trabajar así -le dije a ZaraJota.
-Puedes ponerte una bolsa de papel en la cabeza.
-No sé si es muy profesional.
-Tenemos una con el logo de la empresa.
-...
-Puedo intentar arreglártelo con las tijeras.
Así fue como descubrimos que no todas las tijeras sirven para cortar el pelo.
Muy mal, IKEA, muy mal.
Al final ZaraJota acabó dándome trasquilones con las tijeras del pescado.
El resultado, a la mañana siguiente fue exactamente este.
Y digo exactamente porque me levanté así, y no hubo manera de cambiarlo ni con la ducha, ni con gomina, ni con laca ni aplastándolo con una piedra: siempre volvía a la misma forma.
Lo reconozco: el aspecto no era exactamente el deseado. Pero era TAN suave que me tenía que contener para no pasarme el día acariciándome la cabecita a mí misma.
-¡Soy mi propia parcelita de césped! -le dije a ZaraJota.
ZaraJota no contestó y me metió la bolsa de papel en la mochila por si acaso.
Cuando volví de trabajar parecía ansioso.
-Quizá deberías acariciarme un poco la cabeza -le dije-: es muy relajante.
-¿Qué te han dicho en el trabajo?
-Ay, ¡les ha gustado muchísimo!
-¿En serio?
-Sí: ¡no paraban de reírse!