Ahora que el #Lorzfunding ha acabado y parece que ha acabado bien, me siento capaz de compartir con los demás todo lo que he aprendido en el proceso, a saber:
1. ¿Qué es un crowdfunding?
Dice la Wikipedia:
A ver si lo aclaramos:
Un crowdfunding consiste en financiar un proyecto gracias a pequeñas aportaciones de terceros.
Como tiene un nombre muy largo, muy raro, y con muy pocas vocales nos puede parecer algo muy moderno. Pues no.
¿Alguna vez has vendido o comprado papeletas para pagar un viaje de fin de curso?
Enhorabuena: ya has participado en un crowdfunding.
¿Has oído de algún monumento "erigido por suscripción popular"?
Crowdfunding.
¿Le has pedido a tu familia que en vez de regalarte 16 bufandas por navidad, se ponga de acuerdo para comprarte una bici?
Crowdfunding.
¿Te han invitado a una boda, y has calculado el regalo para "pagar el cubierto"?
Crowdfunding.
La diferencia es que ahora se organizan a través de internet, y pueden llegar a tener una gran proyección gracias a la redes sociales.
2. Un crowfunding no sirve para ganar dinero.
Un crowdfunding sirve para financiar un proyecto. Quizá, una vez desarrollado, ese proyecto se pueda comercializar y obtener beneficios, eso sí. Pero el crowfunding, en sí mismo, no está pensado para lucrarse.
3. Es más, lo más probable es que con el crowfunding pierdas dinero.
Un crowdfunding consiste en pedir ayuda a los demás para sacar adelante un proyecto. Pedir ayuda significa que tú ya estás poniendo de tu parte todo lo que puedes.
En nuestro caso, pusimos nuestra casa, luz e internet, por supuesto, pero sobre todo pusimos mano de obra, horas y horas de trabajo (que disfrutamos a tope, no penséis que me quejo). A veces se nos echaba el tiempo encima y teníamos que pedir comida para cenar. O necesitábamos paz, y llevábamos a Bebé-chan al parque de bolas para poder escribir. O, simplemente, se nos acababan las pegatinas y bajábamos al chino a por más, y no íbamos a andar descontando un mísero euro del #Lozfunding... Todo eso son gastos que vas acumulando de la manera más tonta.
Repito: no me quejo. Éramos conscientes de que esto iba a pasar, y lo hicimos con todo el placer del mundo. Solo lo digo porque si estáis pensando en montar vuestro propio crowdfunding os interesa tenerlo en cuenta.
Dicho lo cual...
4. El crowdfunding es una actividad económica.
Y toda actividad económica tiene repercusiones legales y administrativas.
Me refiero, sobre todo, a HACIENDA.
Recordad que hacienda somos todos, y que si de uno en uno ya somos porculeros, todos juntos y en forma de institución no os quiero ni contar.
Informaos muy bien de todas las normas, regulaciones, obligaciones y demás morondangas, y cumplidlas a rajatabla. Lo más seguro es que para cuando hayáis terminado hacienda ya haya encontrado nuevas maneras de tocaros las narices, pero bueno, lo importante es minimizar el daño.
5. Búscate un gestor que te guíe por el laberinto.
En internet podéis encontrar muchos anuncios de supuestos asesores especializados en crowdfunding. Estos asesores te cobran entre 150 y 200 € por una hora de aleccionamiento vía Skype, y luego si te he visto no me acuerdo: todo el papeleo lo tendréis que hacer vosotros, y las consultas adicionales (que habrá, porque en cada paso surgen nuevas dudas) se tienen que pagar aparte.
Mi consejo no solicitado es que os busquéis a un gestor de los de toda la vida, alguien que no piense que puede cobrar más solo porque la palabra crowdfunding está de moda.
Nosotros tuvimos dos, a Carmelo Medina, de Wacowebs, como guía espiritual (también nos regaló vino, no necesariamente relacionado con lo anterior), y a Kinema, que se encargó de todo el papeleo.
Si antes de llegar a este paso queréis haceros una idea del berenjenal en el que os estáis metiendo, os recomiendo la Guía del Autónomo, de Blackie Books.
6. Elige dónde quieres alojar tu proyecto.
Hay muchas (cada vez más) páginas web dedicadas a alojar crowdfundings. Ya sabéis que yo estoy encantada con Verkami, pero se trata de que encontréis una que se adapte a vuestras necesidades.
Todas se llevan una comisión por la gestión que realizan.
Si queréis ahorraros esta comisión, también podéis montar vuestra propia página. Wordpress, por ejemplo, tiene una plantilla para que lo hagáis vosotros mismos. Eso sí, va a implicar mucho más trabajo por vuestra parte, y, si queréis que quede algo molón, también de parte de algún colega que sepa de diseño web. A la larga, puede que os compense pagar la comisión y dedicar este tiempo a mejorar y promocionar vuestro proyecto.
7. Haz las cuentas. Y luego, hazlas otra vez.
Que no se te olvide nada, especialmente las comisiones de la página de proyecto, paypal y los bancos, además de los gastos administrativos, las recompensas y el propio proyecto, claro.
Mucho ojo con los gastos de envío que son muy traicioneros (otro día os cuento esa historia).
Si queréis haceros una idea de con qué gastos os podéis encontrar, las cuentas del #Lorzfunding están aquí.
8. Calcula tu capital social.
Esto va a sonar muy interesado, pero es lo que hay.
Vuestro capital social es la gente a la que sois capaces de llegar: familia, amigos (los de verdad y los de facebook), seguidores en otras redes sociales, los lectores de vuestro blog... Pero también compañeros de trabajo, miembros de club de petanca, la panadera que puede pegar un cartel en la puerta de la tienda...
Toda esa es gente a la que podéis informar de manera directa sobre vuestro proyecto. Eso no significa que vayan a participar, pero al menos van a saber que existe e igual se lo cuentan a sus colegas, dándole difusión.
Una de las razones por las que nosotros nos llevamos una agradable sorpresa con el #Lorzfunding fue porque calculamos mal nuestro capital social. En lugar de mirar las visitas al blog o el número de seguidores, nuestra cuenta fue la siguiente:
A nuestra boda vinieron 100 personas.
Eso significa que en el mundo hay 100 personas que nos quieren lo suficiente como para ponerse traje y torrarse a 35º durante una hora.
Luego nuestro capital social es de 100 personas.
Pero esto nos podía haber salido rematadamente mal.
Así que calculad bien vuestro capital social, porque si sois ermitaños que viven en una cueva aislada de las montañas rodeados de cabras (que molan mucho, pero no suelen tener paypal) y solo tenéis tres seguidores en twitter y encima dos de ellos son bots... bueno, es posible que vuestro proyecto no reciba demasiado apoyo.
9. Aprende de los grandes.
La mejor forma de aprender cómo funciona un crowdfunding es participar en uno.
ZaraJota, que es muy minucioso, ha participado en muchos: el primero, el de Veronica Mars, y luego otros muchos, entre ellos un disco de Un Pingüino en mi Ascensor y un documental de Lolo Rico; aunque creo que el que le inspiró para que montáramos el nuestro fue el de Murfila.
Ser mecenas te permite estar informado a tiempo real de cómo se organizan otros proyectos, cómo responden a los problemas que les surgen, y conocer el final feliz. Además, te mandan a casa cosas chulas.
Otra forma de aprender es leer sobre el tema. Y, ya que vamos a aprender de los grandes, os recomiendo El arte de pedir, de Amanda Palmer, cuyo nombre no os sonará de nada, pero es la tía que va a traer al mundo otro hijo de Neil Gaiman y solo por perpetuar esos genes merece adoración eterna (la primera mujer de Neil Gaiman también, pero como no ha hecho un crowdfunding no viene al caso). Amanda montó un crowdfunding para financiar un disco: pedía 100.000 €, y consiguió 1.000.000. ¿Cómo? Leed el libro. Bueno, os doy una pista: está como una regadera. Pero, por otra parte, está casada con Neil Gaiman, así que supongo que va un poco en el trabajo.
10. Subid vuestro proyecto, compartidlo en redes, y luego a la cama.
O al cine o al gimnasio o a dar un paseo. Y no os llevéis el móvil, que ya os veo venir.
Los primeros minutos (u horas) con el contador a cero pueden ser muy angustiosos y quedaros frente a la pantalla dándole a F5 solo servirá para que os salga una úlcera antes de tiempo.
Nosotros, ya lo sabéis, nos fuimos a la cama y nos juramos mutuamente que NO miraríamos la página del proyecto hasta el día siguiente. Pero de madrugada Bebé-chan empezó a potar y cuando cogimos el móvil para ver cuántas horas de sueño nos quedaban y autocompadecernos nos encontramos sopocientas notificaciones de twitter, y el objetivo ya cumplido.
Nos quedamos de pasta boniato, como os podéis imaginar.
11. Planifica una campaña de promoción.
Ponte en lo peor y prepárate para convencer a los mecenas uno a uno y luchar por cada euro.
Aquí no puedo dar ningún consejo: nuestra campaña de promoción no llegó a usarse nunca, porque una vez alcanzado el objetivo nos daba vergüenza seguir pidiendo más. Así que no sé si habría funcionado o no (supongo que lo averiguaré cuando escriba el siguiente).
Piensa también qué harás si se supera el objetivo antes de tiempo: ¿ampliarás el proyecto? ¿ofrecerás nuevas recompensas? ¿cogerás la pasta y huirás al Caribe?
Lo que sea.
Nosotros jamás pensamos que lo conseguiríamos tan pronto (de hecho, estábamos preparados para poner los últimos 100 o 200 € si hacía falta) y cuando lo vimos nos quedamos a cuadros. Tardamos un poco en reaccionar, y seguramente podíamos haberlo hecho mejor.
Así que pensad en todo, porque nunca se sabe.
12. El fracaso no existe.
Una de las cosas que más nos echaba para atrás cuando empezamos en esto era el miedo al fracaso. O lo que es lo mismo: lo que nos daba miedo era que NADIE participara y que TODO el mundo lo supiera.
Qué vergüenza.
Luego nos dimos cuenta de que la verdadera vergüenza estaba en no intentarlo.
Es importante recordar que si no conseguís el objetivo económico en el plazo marcado por la plataforma elegida, NO PASA NADA.
Bueno, sí; habéis perdido el tiempo empleado en planificarlo, y encima no habéis sacado adelante el proyecto y eso siempre es un poco plof. Pero nada os impide volver a intentarlo, ni modificar lo que sea necesario hasta que deis con la tecla.
12. Comunícate con tus mecenas.
Hay dos estupendas razones:
La primera es que tú tenías un sueño, que a cualquiera le hubiera parecido una locura, y estas personas que no te conocen de nada decidieron apoyarte y darte su dinero para que lo hicieras realidad. Les debes, como mínimo, mantenerles informados de lo que haces, y pedirles su opinión sobre lo que vas a hacer.
La segunda es que tú tenías un sueño, que a cualquiera le hubiera parecido una locura, y estas personas que no te conocen de nada decidieron apoyarte y darte su dinero para que lo hicieras realidad. Y eso solo puede significar una cosa: están aún más locos que tú. Mantenlos vigilados. Por tu propio bien.
13. Intenta no quedarte embarazada hasta que lo termines.
Me explico. El embarazo es perfectamente compatible con un crowdfunding... al menos hasta que el carboncete de tu médico te pone a dieta y una de las recompensas que ofreces a tus mecenas consiste en sugus y además como vas un poco sobrada de presupuesto has decidido enviar chocolatinas también y toda tu fruta casa huele a vainilla mientras tú desayunas un fruto kiwi y un fruto yogur desnatado que ni es de coco ni nada.
Que no lo digo por mí, lo digo por una amiga que le ha pasado.
14. Disfruta del proceso.
Es agotador, es estresante, es como tener 310 voces dentro de tu cabeza e intentar agradar a todas a la vez... Y a pesar de eso, o precisamente gracias a todo eso, es una experiencia maravillosa, que te pone en contacto con personas maravillosas, y con la que sacas adelante un proyecto que no puedo llamar maravilloso porque sería poco modesto, así que lo vamos a dejar en apañadito.
Así que si tenéis una idea y no podéis hacerla realidad vosotros solos, os animo a probar este gran salto al vacío que es el crowdfunding.
Y luego venid a contármelo, que nunca se sabe en qué locura estoy dispuesta a participar.
1. ¿Qué es un crowdfunding?
Dice la Wikipedia:
Micromecenazgo (en inglés crowdfunding), también denominado mecenazgo, financiación masiva, financiación en masa o por suscripción, cuestación popular, financiación colectiva y microfinanciación colectiva, es la cooperación colectiva llevada a cabo por personas que realizan una red para conseguir dinero u otros recursos.
Después de leer esto seguro que os habéis quedado con las patas colgando. Yo también.A ver si lo aclaramos:
Un crowdfunding consiste en financiar un proyecto gracias a pequeñas aportaciones de terceros.
Como tiene un nombre muy largo, muy raro, y con muy pocas vocales nos puede parecer algo muy moderno. Pues no.
¿Alguna vez has vendido o comprado papeletas para pagar un viaje de fin de curso?
Enhorabuena: ya has participado en un crowdfunding.
¿Has oído de algún monumento "erigido por suscripción popular"?
Crowdfunding.
¿Le has pedido a tu familia que en vez de regalarte 16 bufandas por navidad, se ponga de acuerdo para comprarte una bici?
Crowdfunding.
¿Te han invitado a una boda, y has calculado el regalo para "pagar el cubierto"?
Crowdfunding.
La diferencia es que ahora se organizan a través de internet, y pueden llegar a tener una gran proyección gracias a la redes sociales.
2. Un crowfunding no sirve para ganar dinero.
Un crowdfunding sirve para financiar un proyecto. Quizá, una vez desarrollado, ese proyecto se pueda comercializar y obtener beneficios, eso sí. Pero el crowfunding, en sí mismo, no está pensado para lucrarse.
3. Es más, lo más probable es que con el crowfunding pierdas dinero.
Un crowdfunding consiste en pedir ayuda a los demás para sacar adelante un proyecto. Pedir ayuda significa que tú ya estás poniendo de tu parte todo lo que puedes.
En nuestro caso, pusimos nuestra casa, luz e internet, por supuesto, pero sobre todo pusimos mano de obra, horas y horas de trabajo (que disfrutamos a tope, no penséis que me quejo). A veces se nos echaba el tiempo encima y teníamos que pedir comida para cenar. O necesitábamos paz, y llevábamos a Bebé-chan al parque de bolas para poder escribir. O, simplemente, se nos acababan las pegatinas y bajábamos al chino a por más, y no íbamos a andar descontando un mísero euro del #Lozfunding... Todo eso son gastos que vas acumulando de la manera más tonta.
Repito: no me quejo. Éramos conscientes de que esto iba a pasar, y lo hicimos con todo el placer del mundo. Solo lo digo porque si estáis pensando en montar vuestro propio crowdfunding os interesa tenerlo en cuenta.
Dicho lo cual...
4. El crowdfunding es una actividad económica.
Y toda actividad económica tiene repercusiones legales y administrativas.
Me refiero, sobre todo, a HACIENDA.
Recordad que hacienda somos todos, y que si de uno en uno ya somos porculeros, todos juntos y en forma de institución no os quiero ni contar.
Informaos muy bien de todas las normas, regulaciones, obligaciones y demás morondangas, y cumplidlas a rajatabla. Lo más seguro es que para cuando hayáis terminado hacienda ya haya encontrado nuevas maneras de tocaros las narices, pero bueno, lo importante es minimizar el daño.
5. Búscate un gestor que te guíe por el laberinto.
En internet podéis encontrar muchos anuncios de supuestos asesores especializados en crowdfunding. Estos asesores te cobran entre 150 y 200 € por una hora de aleccionamiento vía Skype, y luego si te he visto no me acuerdo: todo el papeleo lo tendréis que hacer vosotros, y las consultas adicionales (que habrá, porque en cada paso surgen nuevas dudas) se tienen que pagar aparte.
Mi consejo no solicitado es que os busquéis a un gestor de los de toda la vida, alguien que no piense que puede cobrar más solo porque la palabra crowdfunding está de moda.
Nosotros tuvimos dos, a Carmelo Medina, de Wacowebs, como guía espiritual (también nos regaló vino, no necesariamente relacionado con lo anterior), y a Kinema, que se encargó de todo el papeleo.
Si antes de llegar a este paso queréis haceros una idea del berenjenal en el que os estáis metiendo, os recomiendo la Guía del Autónomo, de Blackie Books.
6. Elige dónde quieres alojar tu proyecto.
Hay muchas (cada vez más) páginas web dedicadas a alojar crowdfundings. Ya sabéis que yo estoy encantada con Verkami, pero se trata de que encontréis una que se adapte a vuestras necesidades.
Todas se llevan una comisión por la gestión que realizan.
Si queréis ahorraros esta comisión, también podéis montar vuestra propia página. Wordpress, por ejemplo, tiene una plantilla para que lo hagáis vosotros mismos. Eso sí, va a implicar mucho más trabajo por vuestra parte, y, si queréis que quede algo molón, también de parte de algún colega que sepa de diseño web. A la larga, puede que os compense pagar la comisión y dedicar este tiempo a mejorar y promocionar vuestro proyecto.
7. Haz las cuentas. Y luego, hazlas otra vez.
Que no se te olvide nada, especialmente las comisiones de la página de proyecto, paypal y los bancos, además de los gastos administrativos, las recompensas y el propio proyecto, claro.
Mucho ojo con los gastos de envío que son muy traicioneros (otro día os cuento esa historia).
Si queréis haceros una idea de con qué gastos os podéis encontrar, las cuentas del #Lorzfunding están aquí.
8. Calcula tu capital social.
Esto va a sonar muy interesado, pero es lo que hay.
Vuestro capital social es la gente a la que sois capaces de llegar: familia, amigos (los de verdad y los de facebook), seguidores en otras redes sociales, los lectores de vuestro blog... Pero también compañeros de trabajo, miembros de club de petanca, la panadera que puede pegar un cartel en la puerta de la tienda...
Toda esa es gente a la que podéis informar de manera directa sobre vuestro proyecto. Eso no significa que vayan a participar, pero al menos van a saber que existe e igual se lo cuentan a sus colegas, dándole difusión.
Una de las razones por las que nosotros nos llevamos una agradable sorpresa con el #Lorzfunding fue porque calculamos mal nuestro capital social. En lugar de mirar las visitas al blog o el número de seguidores, nuestra cuenta fue la siguiente:
A nuestra boda vinieron 100 personas.
Eso significa que en el mundo hay 100 personas que nos quieren lo suficiente como para ponerse traje y torrarse a 35º durante una hora.
Luego nuestro capital social es de 100 personas.
Pero esto nos podía haber salido rematadamente mal.
Así que calculad bien vuestro capital social, porque si sois ermitaños que viven en una cueva aislada de las montañas rodeados de cabras (que molan mucho, pero no suelen tener paypal) y solo tenéis tres seguidores en twitter y encima dos de ellos son bots... bueno, es posible que vuestro proyecto no reciba demasiado apoyo.
9. Aprende de los grandes.
La mejor forma de aprender cómo funciona un crowdfunding es participar en uno.
ZaraJota, que es muy minucioso, ha participado en muchos: el primero, el de Veronica Mars, y luego otros muchos, entre ellos un disco de Un Pingüino en mi Ascensor y un documental de Lolo Rico; aunque creo que el que le inspiró para que montáramos el nuestro fue el de Murfila.
Ser mecenas te permite estar informado a tiempo real de cómo se organizan otros proyectos, cómo responden a los problemas que les surgen, y conocer el final feliz. Además, te mandan a casa cosas chulas.
Otra forma de aprender es leer sobre el tema. Y, ya que vamos a aprender de los grandes, os recomiendo El arte de pedir, de Amanda Palmer, cuyo nombre no os sonará de nada, pero es la tía que va a traer al mundo otro hijo de Neil Gaiman y solo por perpetuar esos genes merece adoración eterna (la primera mujer de Neil Gaiman también, pero como no ha hecho un crowdfunding no viene al caso). Amanda montó un crowdfunding para financiar un disco: pedía 100.000 €, y consiguió 1.000.000. ¿Cómo? Leed el libro. Bueno, os doy una pista: está como una regadera. Pero, por otra parte, está casada con Neil Gaiman, así que supongo que va un poco en el trabajo.
10. Subid vuestro proyecto, compartidlo en redes, y luego a la cama.
O al cine o al gimnasio o a dar un paseo. Y no os llevéis el móvil, que ya os veo venir.
Los primeros minutos (u horas) con el contador a cero pueden ser muy angustiosos y quedaros frente a la pantalla dándole a F5 solo servirá para que os salga una úlcera antes de tiempo.
Nosotros, ya lo sabéis, nos fuimos a la cama y nos juramos mutuamente que NO miraríamos la página del proyecto hasta el día siguiente. Pero de madrugada Bebé-chan empezó a potar y cuando cogimos el móvil para ver cuántas horas de sueño nos quedaban y autocompadecernos nos encontramos sopocientas notificaciones de twitter, y el objetivo ya cumplido.
Nos quedamos de pasta boniato, como os podéis imaginar.
11. Planifica una campaña de promoción.
Ponte en lo peor y prepárate para convencer a los mecenas uno a uno y luchar por cada euro.
Aquí no puedo dar ningún consejo: nuestra campaña de promoción no llegó a usarse nunca, porque una vez alcanzado el objetivo nos daba vergüenza seguir pidiendo más. Así que no sé si habría funcionado o no (supongo que lo averiguaré cuando escriba el siguiente).
Piensa también qué harás si se supera el objetivo antes de tiempo: ¿ampliarás el proyecto? ¿ofrecerás nuevas recompensas? ¿cogerás la pasta y huirás al Caribe?
Lo que sea.
Nosotros jamás pensamos que lo conseguiríamos tan pronto (de hecho, estábamos preparados para poner los últimos 100 o 200 € si hacía falta) y cuando lo vimos nos quedamos a cuadros. Tardamos un poco en reaccionar, y seguramente podíamos haberlo hecho mejor.
Así que pensad en todo, porque nunca se sabe.
12. El fracaso no existe.
Una de las cosas que más nos echaba para atrás cuando empezamos en esto era el miedo al fracaso. O lo que es lo mismo: lo que nos daba miedo era que NADIE participara y que TODO el mundo lo supiera.
Qué vergüenza.
Luego nos dimos cuenta de que la verdadera vergüenza estaba en no intentarlo.
Es importante recordar que si no conseguís el objetivo económico en el plazo marcado por la plataforma elegida, NO PASA NADA.
Bueno, sí; habéis perdido el tiempo empleado en planificarlo, y encima no habéis sacado adelante el proyecto y eso siempre es un poco plof. Pero nada os impide volver a intentarlo, ni modificar lo que sea necesario hasta que deis con la tecla.
12. Comunícate con tus mecenas.
Hay dos estupendas razones:
La primera es que tú tenías un sueño, que a cualquiera le hubiera parecido una locura, y estas personas que no te conocen de nada decidieron apoyarte y darte su dinero para que lo hicieras realidad. Les debes, como mínimo, mantenerles informados de lo que haces, y pedirles su opinión sobre lo que vas a hacer.
La segunda es que tú tenías un sueño, que a cualquiera le hubiera parecido una locura, y estas personas que no te conocen de nada decidieron apoyarte y darte su dinero para que lo hicieras realidad. Y eso solo puede significar una cosa: están aún más locos que tú. Mantenlos vigilados. Por tu propio bien.
13. Intenta no quedarte embarazada hasta que lo termines.
Me explico. El embarazo es perfectamente compatible con un crowdfunding... al menos hasta que el carboncete de tu médico te pone a dieta y una de las recompensas que ofreces a tus mecenas consiste en sugus y además como vas un poco sobrada de presupuesto has decidido enviar chocolatinas también y toda tu fruta casa huele a vainilla mientras tú desayunas un fruto kiwi y un fruto yogur desnatado que ni es de coco ni nada.
Que no lo digo por mí, lo digo por una amiga que le ha pasado.
14. Disfruta del proceso.
Es agotador, es estresante, es como tener 310 voces dentro de tu cabeza e intentar agradar a todas a la vez... Y a pesar de eso, o precisamente gracias a todo eso, es una experiencia maravillosa, que te pone en contacto con personas maravillosas, y con la que sacas adelante un proyecto que no puedo llamar maravilloso porque sería poco modesto, así que lo vamos a dejar en apañadito.
Así que si tenéis una idea y no podéis hacerla realidad vosotros solos, os animo a probar este gran salto al vacío que es el crowdfunding.
Y luego venid a contármelo, que nunca se sabe en qué locura estoy dispuesta a participar.