Bueno, esto pasó en Halloween pero he estado dudando mucho si contarlo porque me consta que mucha gente me lee mientras desayuna.
Pues este Halloween pasó una cosa: a Nene-kun se le cayó su primer diente.
En realidad, no se le cayó. De hecho, la teoría más extendida es que se lo tragó mientras comía.
En realidad, no se le cayó. De hecho, la teoría más extendida es que se lo tragó mientras comía.
El caso es que el diente no estaba y, previo mensaje al Ratoncito Pérez para que no esperara nada debajo de la almohada, esa noche esperábamos su visita.
También pasó otra cosa, no menos alucinante, y es que nos invitaron a una Candy Hunt que fue absolutamente épica. Nene-kun por lo general no come chuches ni dulces porque no le gustan (eso cree él, al menos), pero llevado por el espíritu festivo se animó a probar unos bombones de chocolate rellenos de crema de cacahuete saladita.
Y le fliparon.
No es para menos, también os lo digo, que esto está más bueno que Darcy saliendo del lago con la camisa mojada.
Nene-kun se puso morado de bombones y yo tampoco le iba a decir nada porque
a) era Halloween
b) para una vez que come dulces en toda su vida no iba a ser yo la que le pusiera freno
El caso es que echamos la tarde en el parque con la Best Candy Hunt Ever y luego nos fuimos a cenar con toda la chiquillería y volvimos a casa a las mil y los niños estaban a tope de azúcar que se subían por las paredes y para cuando por fín pudimos meternos en la cama debía ser como la una o así, que eso para una madre es muchísimo, así os lo digo, que tengo mucho sueño atrasado.
A la mañana siguiente, más temprano de lo que a mí me hubiera gustado, me despertó la vocecita de Nene-kun.
-Mamá, el Ratóncito Pérez...
Mierda, mierda, mierda, con todo lo de la fiesta me había olvidado totalmente del Ratoncito.
-Seguramente se le hizo muy tarde y no pudo venir ayer, seguro que hoy...
-No, sí hay venido.
-¿Cómo?
Miré a ZaraJota, que estaba acostado a mi lado, en estado semicomatoso y me hizo un gesto de a mí no me mires, que yo no he sido.
-Mira, me ha traído slime.
Nene-kun me alcanzó una bolita del tamaño de una uva, perfectamente redonda, suave y marrón.
-¿Qué coñ...?
-Es slime, mamá.
Cogí la bolita, la apreté, la olisqueé.
-Creo que es una bola rancia de plastilina, nene-kun.
-No-o, me la ha traído el Ratoncito Pérez, estaba en mi almohada.
-¿En serio?
ZaraJota suspiró y se resignó a levantarse e investigar mientras yo intentaba convencer al niño de que soltara aquello.
-Mira, creo que anoche nos acostamos muy tarde y el Ratoncito Pérez ya había acabado su turno. Lo más seguro es que pase esta noche.
-Pero el slime...
-Esto no es slime.
-¿Y qué es?
-No sé, gordito.
-Es uno de los bombones que se estaba comiendo Nene-kun ayer.
-No puede ser -miré la bola de cerca y la apreté un poco-, no tenían este aspecto para nada.
-Bueno, por lo que he visto en la almohada, ese es el aspecto que tienen después de pasar un rato en el estómago y volver a salir por donde habían entrado, no sé si me explico.
Para mi desgracia, sí.
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