Interrumpimos la programación habitual porque hoy es el Día del Libro.
¡Bien! ¡Bien! ¡Fiesta!
Y para celebrarlo, voy a hablar del libro que últimamente centra todos mis pensamientos (los dos), este:
Sí, ya, no es que sea muy glamuroso...
Y como es un libro muy largo, voy a hablar de la historia que más me ha gustado, la de Los Doce Trabajos de Heracles.
Heracles era un héroe griego al que posteriormente se le conocería como Hércules, posiblemente porque sonaba más comercial.
Heracles realizó una serie de hazañás a las órdenes de su primo Euristeo, que además era el rey de la Argólida.
No me preguntéis dónde está la Argólida. La he estado buscando en Google Maps y no sale.
El motivo por el que realizó dichos trabajos no está muy claro, aunque recientes investigaciones sugieren que la gente se aburría mucho antes de que se inventara el WOW.
La primera prueba que le puso Euristeo a Heracles fue derrotar el león de Nemea, un monstruo malo malísimo de la muerte que asolaba la región. Heracles lo mata, lo despelleja, usa su cráneo como casco y su piel como vestimenta.
Tenía que ir monísimo.
Cuando fue a entregarle el botín a Euristeo, éste se fue por la patilla de ver lo bruto que era su primo, y le dijo que no hacía falta que entrara en la ciudad, si eso que dejara el botín a las puertas y ya lo recogería o algo.
La segunda prueba fue derrotar a la hidra de Lerna, una serpiente acuática mala malísima de la muerte, con varias cabezas y aliento venenoso, que por razones que nadie llega a comprender no tenía amigos. Heracles intentó cortarle las cabezas, pero le volvían a crecer, lo que, si alguien me pregunta mi opinión, es muy práctico. Como vio que no podía con ella le pidió ayuda a su sobrino Yolao, que fue cauterizando las heridas según Heracles cortaba las cabezas para que no volvieran a crecer.
Cuando fue a contárselo a su primo, Euristeo le dijo que este trabajo no contaba porque había recibido ayuda, aunque fuera de Yolao, que con ese nombre debía ser bastante moñas.
La tercera prueba fue capturar al jabalí de Erimanto, una bestia mala malísima de la muerte. No debió de ser gran cosa, francamente, después de un león y una hidra, no sé, el jabalí como que te sabe a poco.
La cuarta prueba fue enfrentarse a la cierva de Cerinia, un animal malísimo de la muerte que asolaba las cosechas.
Venga, va, ¿en serio?
Vale lo del león. Vale lo de la hidra. Vale lo del jabalí. ¿Una cierva? ¿Qué es lo peor que puede hacerte? ¿Mirarte con ojos de Bambi hasta que llores?
Vaya m**rda de prueba.
La quinta prueba fue matar a las aves del lago Estínfalo.
Esto está degenerando cosa mala. Lo siguiente será cazar un ratón o abrir un bote de mayonesa, ya lo verás.
La sexta prueba fue limpiar los establos de Augias.
Menos mal.
Augias era el rey de Élide, y tenía los establos hechos una caca. Literalmente. Además, como el estiércol estaba acumulado en los establos el campo no se abonaba y no le crecía ni un matojillo.
Esta parte no la entiendo. Se ve que las ovejas de Augias sólo hacían caca indoor, o que si hacían caca en el campo la recogían y la echaban en el establo, las muy c*br*n*s.
Sea como sea, Euristeo ordenó a Heracles que limpiara los establos. Se ve que quería humillarlo obligándole hacer un trabajo servil, aunque determinados expertos (yo) sospechan que cuando se levantaba airecillo de poniente debía llegar el tufo del establo a toda Grecia.
Heracles acordó su salario con Augias, y después derribó las paredes del establo, cavó una zanja e hizo que dos ríos pasaran por allí y limpiaran todo.
Se ve que Augias se negó a pagarle porque no quedó contento con el trabajo. Ahí tengo que darle la razón: primero se lo destroza, luego se lo inunda, le cae una multa por vertido ilegal al río y encima se le resfrían las ovejas. Un desastre.
Euristeo tampoco quiso contarlo como trabajo, porque, como seguramente habréis notado a estas alturas, el pobre era un poco tocapelotas.
La séptima prueba era capturar vivo al toro de Creta, un bicho malo, malísimo, etc., etc...
Heracles lo apresó y lo llevó a Grecia para ofrecérselo a Hera, pero Hera lo rechazó.
A ver, es que como mascota debía ser pelín incómodo.
Así que Heracles lo liberó.
El resultado de esta prueba es que el toro malo malísimo de la muerte en lugar de estar dando por c*l* en Creta, lo estaba en Grecia. Euristeo debía estar encantado.
La octava prueba era capturar las yeguas del rey de Diomedes. Y cuando digo capturar, lo que quiero decir es robar. Las yeguas se alimentaban de carne humana. Heracles consiguió que devoraran a su dueño y cuando ya estaban saciadas se las llevó a Euristeo.
La pregunta es, ¿cúando vuelvan a tener hambre qué?
La novena prueba era capturar el cinturón de la reina de las Amazonas. A estas alturas la fama le precedía y la reina decidió darle el cinturón voluntariamente. Esto dejó al público sumamente frustrado, así que Hera provocó una lucha entre los hombres de Heracles y las Amazonas, y se produjo el obligatorio baño de sangre.
Ya sé lo que os estáis preguntando: ¿A qué espera la HBO para hacer una serie sobre esto?
La décima prueba era capturar los bueyes de Gerión, custodiados por un gigante con tres cuerpos y tres cabezas.
Espera, si tenía tres cuerpos y tres cabezas, ¿no serían tres gigantes? ¿O uno que se movía muy rápido?
El único interés de esta prueba es que Heracles levantó a sus paso las dos columnas de Hércules: el peñón de Gibraltar y el de Ceuta, que entonces no se llamaban así, claro.
Heracles le llevó el ganado a Euristeo que lo sacrificó en honor de Hera.
La undécima (o oncécima) prueba fue secuestrar al can Cerbero, un perro de tres cabezas que custodiaba la puerta del infierno. No sé si cuenta como secuestro porque le pidió permiso al propietario, así que fue más bien un préstamo.
En el infierno Heracles se encontró a un montón de colegas, entre ellos al rey Meleagro, que le contó su historia y Heracles, conmovido, le prometió casarse con su hermana Deyanira.
Así que el tal Meleagro ve aparecer en el infierno a un tío bestia con un modelito de piel de león, y le dice, "oyes, que sufro mogollón, me ayudaría bastante si te casaras con mi hermana".
La opinión de la hermana nos la trea fresca, claro.
Pero es que además, imaginaros el numerito:
-Oyes, que he estado hablando con tu hermano muerto, y que dice que me case contigo.
-Pues es la peor excusa para ligar que he oido nunca.
Total que Heracles coge al perro y se lo lleva a Euristeo, que se asustan tanto que le dice que si eso que mejor lo devuelva al Infierno, y ya irá a verlo en fines de semana alternos o algo.
Y por fin la última, la duodécima (o docécima) prueba: las manzanas de oro de las Hespérides.
Gea le regaló a Hera unas manzanas de oro, y Hera las mandó plantar en su jardín, haciendo que las custodiaran un dragón malo malísimo de la muerte y, ejem, tres ninfas.
A estas alturas de la historia Hera iba corta de monstruos, por lo que se ve.
De camino, Heracles mató y torturó a un par de personas más, y de paso liberó a Prometeo, que estaba encadenado a una roca donde un águila le comía los higadillos cada día. Prometeo, muy agradecido, le contó a Heracles que no debía coger las manzanas por sí mismo, porque sólo las podía coger Atlante.
¿Por qué? Eh... ¡lo hizo un mago!
Atlante era un gigante que había sido castigado por Zeus a sostener el cielo sobre sus hombros. Heracles se ofreció a sostenerlo un ratito a cambio de que le cogiera las manzanas. El gigante aceptó, pero cuando tuvo las manzanas en la mano le dijo a Heracles:
-Oyes, que si eso ya te quedas tú ahí sujentando el cielo, y ya le llevo yo las manzanas al plasta de tu primo.
Heracles vio que le acababan de tangar e ideó una estratagema.
-Vaaaaaaale -le dijo-, pero si me voy a quedar más rato por aquí será mejor que coja una almohadilla cervical o algo. ¿Te importa sostener el cielo un ratito mientras busco una?
-Vale.
Y sí, Atlante volvió a coger el cielo sobre sus hombros.
Muy listo no era, el chaval.
En cuanto se vió libre, Heracles cogió las manzanas y salió corriendo a todo correr a casa del primo.
-Mira, que te he traído unas manzanas.
-Pues ya no las quiero.
Así que Heracles se las ofreció a Hera.
-¿Ofrecer? ¡Si ya eran mías! Lo que hay que aguantar.
Para los griegos, el héroe personificó los valores atléticos de la competición, la superación y el esfuerzo, y también el triunfo de la astucia sobre la fuerza, lo que explica la frecuencia de su representación en la Antigüedad.
A mí, personalmente, me parece un vándalo, pero claro, como no soy griega, a lo mejor es que no lo estoy entendiendo bien.