No sé qué pasa en otras comunidades, pero en Madrid no te dan el libro de familia el mismo día de la boda.
Supongo que dan por hecho que la novia no lleva bolso, los bolsillos del novio son pequeños, y total, lo más seguro es que ambos se pillen el pedo del siglo esa noche y pierdan el libro.
Total, que el día de la boda lo que nos dieron fue un papel diciendo que teníamos que ir al Registro Civil pasados dos meses para recoger nuestro libro.
Ir de nuevo al Registro me daba pánico mortal.
Por experiencias anteriores, el registro en un sitio abarrotado de gente en el que todo el mundo protesta porque lleva mucho tiempo esperando y las funcionarias no pueden hacer su trabajo porque tienen que dedicarse a escuchar como les gritan.
Y además, huele a choto.
No sé porqué, cuando te toca esperar dos horas nunca se te sienta al lado alguien que se acabe de duchar y huela a colonia, sino un tipo que corre doce kilómetros cada día y que ha prometido no ducharse ni mudar de ropa hasta que canonicen a Orlando Bloom.
Bien pensado, yo suelo ir por la mañana tempranito, recién duchada y oliendo a colonia, así que el tipo que se sienta a mi lado no solo (mira, sin acento) apesta sino que encima no será capaz de apreciar la suerte que tiene porque le ha tocado alguien que huele bien.
En fin, resumiendo, que iba preparada para sufrir durante horas, con galletas, agua, varios libros y toallitas húmedas para metérmelas por los agujeros de la nariz si la cosa se ponía especialmente grave.
Como suele suceder cuando vas preparada para lo peor, en menos de diez minutos tenía el Libro de Familia en la mano.
Es-tu-pe-fac-ta.
Como eran las nueve y media de la mañana decidí terminar de una vez el papeleo, y romper
la pareja de hecho<>.
Resulta que no puedes ser pareja de hecho y estar casado a la vez.
Bueno, poder, lo que es poder, sí puedes.
Si te hace ilusión y eso.
Y además la administración pública ni se entera.
Pero entonces las estadísticas salen mal, y todo el mundo sabe que las estadísticas ni pueden salir mal, ni se equivocan, ni se utilizan nunca con fines perversos.
Digamos, en campaña electoral, por ejemplo.
Además a mí me gusta tener mis papelitos en orden.
Así que me fui al registro de las parejas de hecho con mi Libro de Familia en la mano, y cuando llegué allí me encontré a un señor guardia civil en la puerta.
Bueno, creo que era un señor guardia civil. Desde que les quitaron el tricornio me resulta muy difícil distinguirlos de las personas normales.
-Señorita, ¿dónde va? -pues sí, era un guardia civil. Se nota porque todo lo que dicen suena como una orden. No sé cómo lo harán. ¿Les dan clases especiales? ¿Puede apuntarse gente que no sea guardia civil?
-Voy a deshacer mi pareja de hecho-le dije, toda sonriente.
Es que no querían que pensaran que había roto-roto y que soy desgraciada y que voy al borde de las lágrimas a dar carpetazo a una relación traumática o algo así.
Que una tiene dignidad.
-¿Vienes sola?
-Eh... sí.
-Pues no vas a poder.
-¿Por qué?
-Tiene que venir la otra persona contigo.
No sé porqué, me daba la impresión de que cuando decía "la otra persona" lo que estaba pensando es "la otra lesbiana".
Es de estas veces que te da como un pálpito.
-¡Pe... pero si traigo el Libro de Familia!
Más que traerlo lo tenía delante mía como si fuera un escudo.
Abierto, para que se viera mi nombre y el de mi marido.
He crecido oyendo las historias de la guardia civil de postguerra de mi abuelo y ante todas las cosas quería dejarle claro a ese señor que estaba hablando con una mujer heterosexual casada.
Por si acaso.
-Eso da igual. Tienes que mandarle una carta certificada a tu pareja informándole de que vas a romper, y luego te vienes aquí con el certificado de correos de que has informado a tu pareja.
-Es que mi pareja ya está informada.
-Pero tienes que demostrarlo.
-No puede ser.
-¿Qué pasa, no te fías de mí?
-Es que, si pudiera ser, me gustaría que me informara
alguien de información.
Alguien que no piense que soy una exlesbiana que ha descubierto que lo único que necesitaba es una buena p*ll* y haya dejado a su lesbiana examante para irse con un macho ibérico, amante del orden, adepto al régimen y con el certificado de penales limpio.
-Bueno, pues pasa.
Así que paso, acojonada, y me voy al mostrador.
-Hola, que quiero deshacer mi pareja de hecho.
-¿Motivo?
-Matrimonio.
-¿Ha venido la otra persona interesada?
-No, pero he traído el Libro de Familia.
-Es que la otra persona tiene que estar informada de que te has casado.
-Bueno, vino al Registro y firmó todos los papeles del matrimonio civil. Algo sospechará.
-Ah, ¿te has casado con la misma persona que era tu pareja de hecho?
Me gustaría saber por qué todo el mundo asume que es imposible casarse con tu parejo de hecho. Si no es mucho molestar.
-Sí, el mismo.
-Vale, no hay problema, dame el Libro de Familia.
La señora funcionaria, muy amable y agradable, después de hacer varias comprobaciones, me dio un papel para que lo firmara.
-Mira si está todo bien y firma aquí -dijo, y yo lo leí todo.
-Oiga, esto no está bien, el motivo de la ruptura es "matrimonio de uno de los miembros de la pareja", y no es así. Es matrimonio de los dos miembros de la pareja, entre sí.
-Ya, ya, es así.
-¡Es que así parece que nos hicimos pareja de hecho y un día salí de cañas y me casé con otro como quien no quiere la cosa!
-Ya lo sé, es que nos dan unos motivos preconfigurados, y no hay ninguno para matrimonio de los dos, he puesto ese porque es el que más se parece.
Firmé, pero estaba indignadísima.
A efectos estadísticos, según el registro de parejas de hecho, ¡he dejado a ZaraJota para casarme con otro!
No entiendo porqué la ley lo establece así: es como si quisieran que pareciera que todas las parejas de hecho se deshacen porque los contrayentes rompen.
Rarísimo, porque si hay algo en lo que los partidos políticos están de acuerdo, es en que la gente puede quererse independientemente de su sexo.
¿Verdad?
¿Verdad?
¿Verdad?
Eh....
En cuanto salí de la oficina le mandé un sms a ZaraJota.
"Ya tengo el libro y he roto la pareja de hecho".
"¿No te han puesto problemas? ¿Cómo lo has hecho?"
"Al parecer me he casado con otro".
La respuesta no se hizo esperar.
"¡¡¡Y ME TENGO QUE ENTERAR POR SMS!!!".