Mamá, en la cabeza no, que estoy dando el pecho.
Cuando hablas con la gente del embarazo siempre hay alguien que te sale con lo del "milagro de la vida".
-Es fascinante -te dicen- ser testigo cómo se desarrolla tu hija dentro de tu cuerpo.
Y sí, lo es.
De lo que nadie te habla es de una transformación más fascinante aún: sentir como se desarrolla una abuela dentro del cuerpo de tu madre.
Te pone los pelos como escarpias.
Luego está la transformación de tu padre en abuelo. De esa mejor hablo otro día.
Durante los meses del embarazo mi madre, que estaba ligeramente entusiasmada, ha intentado ayudarme y aconsejarme con todo el amor y la buena voluntad del mundo. Y entusiasmo, ¿lo he dicho ya? Porque entusiasmo había como para tres o cuatro abuelas.
Que conste que la mayoría de los consejos de mi madre me los he apuntado, ¿eh? Que cuando mi madre tiene razón es que tiene razón, la jodía.
De otros me he choteado abiertamente. Que no quiere decir que no tuviera razón ella en su consejo, pero yo también tenía razón en mi choteo, lo que pasa es que nadie me comprende.
-A los bebés los colores fuertes no les pegan -me dijo un día-. Yo a esa gente que los lleva de rojo, de verde... así, tan pequeñitos, es que no lo entiendo.
Y claro, era decirme eso y yo me iba directa a comprar ropita roja, que Bebé-chan no va a vestir de otro color hasta que se case, y ya veremos.
-¿Te puedes creer que al niño de no-sé-quién le ponen vaqueros? ¡Un mesesito tiene, y venga, los vaqueros! Que ni es cómodo ni le pega ni nada.
Para mi madre ponerle vaqueros a un bebé es motivo suficiente para que los servicios sociales intervengan y arranquen al pobre niño de los brazos de esa madre descastada. Vaqueros. Desde luego la gente...
Y claro, era decirme eso y yo me iba directa a comprar vaqueritos de bebé.
Ahora que lo pienso, a lo mejor lo que pasa es que mi madre lleva comisión en la tienda, porque si no no me lo explico.
Luego estuvo una temporada rondando con el tema de la canastilla.
-Necesitas una canastilla de mimbre para poner las cositas básicas de cambiar al bebé: un par de pañales, toallitas, cremita...
-Ya lo tengo todo en la estantería.
-En una caja.
Dicho así parece que hubiera metido las cosas del bebé en una caja que me encontré recogiendo cartones por la calle. Era una caja nueva, muy bonita, rosa por abajo y con rayas rosas y blancas por encima, y, lo más importante, del tamaño justo de la estantería.
-Sí, es una caja.
-Eso no es práctico. Tiene que ser una cestita con asa, para llevarla de un lado a otro. Así, si Bebé-chan se hace caca en el sofá, pero no una caca normalita, no, una de esas que te lo ponen todo pingando, no tienes que moverla, vas a por tu canastilla y cambias a la niña en el sofá.
-Pero si del sofá al cambiador no hay ni dos metros, que lo midió el fontanero cuando explotó la tubería.
-Ay, hija, se nota que eres novatilla -eso es para reforzar mi autoestima-, no sabes cómo se ponen los bebés a veces de caca, que no sabe uno ni de donde agarrarlos y hay que cambiarles el pañal in situ.
-Entonces, para no llenarme yo de caca, lo que hago es dejar a Bebé-chan sola, desatendida en el sofá, retozando en su propia m**rd*, y yo me voy a buscar la canastilla.
-Exac... ¡Lo estás retorciendo! ¡Eso no es lo que digo! Desde luego hay que ver como eres...
Al final mi madre compró la canastilla. Y cremitas. Y champús. Y toallitas. Y un mordedor. Y una mochila. Y... y...
La canastilla en cuestión.
Que no me quejo, ¿eh?
Es muy bonita y muy práctica, y tiene lacitos por todas partes, que es lo más importante.
Es muy bonita y muy práctica, y tiene lacitos por todas partes, que es lo más importante.
La voy a usar todos los días.
Que quede claro, mi madre tenía razón.
Que luego por cualquier malentendido de nada de desata la violencia.
Que quede claro, mi madre tenía razón.
Que luego por cualquier malentendido de nada de desata la violencia.
De todas las anécdotas que ha dejado mi madre-en-vías-de-ser-abuela, la mejor es la del carrito.
Sí, mamá, lo voy a contar.
El carrito nos lo regaló la Tita del Puerto. Estuvo unos días en Madrid, y aprovechamos una mañana para ir a comprarlo, así, en plan excursión, ZaraJota™, mi madre, la Tita y yo.
Sé que hay gente que dedica mucho tiempo a investigar cual es el mejor modelo de carrito. Conozco a una chica que todavía es capaz de recitar de memoria las características técnicas de los carritos que había a la venta cuando nació su hijo. Pobrecita.
Sé que hay gente que dedica mucho tiempo a investigar cual es el mejor modelo de carrito. Conozco a una chica que todavía es capaz de recitar de memoria las características técnicas de los carritos que había a la venta cuando nació su hijo. Pobrecita.
Yo he pasado bastante, y sólo tenía tres requisitos:
-Que fuera Chicco, porque es la única marca de carritos que me suena de cuando yo era pequeña y oye, si han aguantado tanto tiempo en el mercado será por algo.
-Que fuera plegable, porque cuando tienes un piso de 50 metros todo lo plegable te parece que es lo más.
-Que tuviera un color sufridito. "Sufridito" es un adjetivo que sólo puedes usar cuando eres madre, y significa "que se limpia bien y/o que disimula las manchas".
Llegamos a la tienda, y sólo había un modelo que cumpliera con mis requisitos. Ese modelo se vendía en dos colores: azul marino y rojo.
-Vosotros escogéis el que más os guste -dijeron mi madre y la Tita, y digo dijeron porque cuando están juntas hablan las dos a la vez, a gritos y sin escucharse-. Pero el azul es más bonito.
-Quiero el rojo.
Que a mí me daba igual uno que otro, era por llevar la contraria. Mi madre es que no aprende, si quería que me comprara el azul que hubiera dicho que le gustaba el rojo, que a veces parece boba.
-Pues si quieres el rojo, el rojo, y que no se hable más. Aunque el azul es más bonito, donde va a parar.
La chica de la tienda percibió la tensión y decidió intervenir.
-¿Quieren que les enseñe cómo funciona?
-Sí, por favor -suplicó ZaraJota™.
La chica de la tienda inició una demostración que ríete tú de los artistas del circo.
ZaraJota™ la miraba con la concentración total del que sabe que va a tener que repetir el numerito con un bebé en un brazo y una bolsa con juguetes en el otro.
Yo miraba de reojo, porque me fío lo justo de la capacidad para el bricolaje de ZaraJota™.
Mi madre y mi tía, mientras tanto, a lo suyo.
-A nosotras -sí, cuando están juntas hablan en plural- nos gusta más el azul porque tenemos un gusto más clásico -léase "elegante y refinado"-, tú es que tienes un gusto diferente -añádase "como de hippy zarrapastrosa".
-A mí me gusta el rojo.
-Claro, claro. ¿Y ZaraJota™ que opina?
-El rojo.
"A mí me daba igual", confesó ZaraJota™ más tarde, "yo lo que quería es que pareciera que mi opinión también contaba".
El carrito en cuestión. El azul era más bonito.
Unos días más tarde, mi madre me pilló contándole la historia a alguien. Creo que fue a mi padre. Mi padre ha perdido tanto peso últimamente que a veces mi memoria no lo registra.
-¡No fue así! -saltó mi madre-. ¡Tú elegiste el que querías!
-Claro que sí, y no tuve ningún tipo de presión para elegir uno o otro... aunque el azul era más bonito.
-¡Lo estás exagerando!
Miré a ZaraJota™ en busca de apoyo. ZaraJota™ se escondió debajo de la mesa. Cobarde...
-Fue así.
-¡Que no! ¡Que no! ¡Que lo tergiversas todo!
-¡Yo no tergiverso! ¡Embellezco!
-Pues que ni se te ocurra embellecerlo en el blog, que te doy una colleja que te enteras.
Mi madre es que todo los soluciona con la violencia.
Desde entonces, cada vez que sospecha que me choteo de ella, o sea, casi siempre, me acaba la conversación con un "pues que ni se te ocurra embellecerlo en el blog, que te doy una colleja que te enteras".
Hasta que un día vio ante sí la solución al problema.
-Sí, sí, ríete de la pesada de tu madre, ya hablaremos cuando nazca la niña.
-¡Pero si yo no he dicho nada ahora!
-Cuando nazca la niña no vas a tener tiempo para nada, que lo sepas.
-Ya lo sé... Estoy preparando tuppers...
-A ver si te crees que lo arreglas todo con tuppers.
Pues no, mamá, todo, todo, no. Lo que pasa es que para mí, en mi faceta de ama de casa, la única tarea acuciante es preparar el tupper, porque ZaraJota™ necesita uno, ineludiblemente, todos los días. El resto de tareas (limpiar, planchar, ducharme) me parecen perfectamente postergables. Aunque eso a una madre no se le puede decir.
-Al menos teniendo tuppers comeremos.
Ni caso.
-Porque los primeros días todo es un mundo. Os va a faltar el tiempo. Y más a vosotros, que sois novatillos -está pesadísima con lo de que somos novatillos. Al parecer somos los únicos padres primerizos del mundo: el resto empezaron directamente por el segundo-. Por muchos tuppers que tengas, no tendrás tiempo para nada. Ni para el blog.
Lo dijo así, como triunfal. Como si acabara de matar a su archienemigo o algo.
Jo, ni que estuviera todo el día metiéndome con ella... ¡a veces me meto con otras personas también!
En fin, que por mucho que me ría de ella, tengo que admitir que mi madre tenía razón en una cosa.
Bueno, en casi todo, pero especialmente en una cosa:
El azul era más bonito.
No, no era eso..
Bebé-chan necesita mi atención las 24 horas del día.
No me queda tiempo para nada, madre, ¿contenta?
Por otra parte toda la conversación de los padres novatillos, los tupper, el blog y manipular la realidad me dieron una idea. Igual que preparo comida con antelación, puedo preparar los post, ¿no?
Total, si la mayor parte de las veces me los inven... eh... ¡mira, un elefante que vuela!
Resumiendo, que aunque ahora no tenga tiempo para nada, me quedan post congelados para rato.
¡Lorzagirl ha vuelto! ¡Y espera que sea para quedarse!
Continuará...
-Que fuera Chicco, porque es la única marca de carritos que me suena de cuando yo era pequeña y oye, si han aguantado tanto tiempo en el mercado será por algo.
-Que fuera plegable, porque cuando tienes un piso de 50 metros todo lo plegable te parece que es lo más.
-Que tuviera un color sufridito. "Sufridito" es un adjetivo que sólo puedes usar cuando eres madre, y significa "que se limpia bien y/o que disimula las manchas".
Llegamos a la tienda, y sólo había un modelo que cumpliera con mis requisitos. Ese modelo se vendía en dos colores: azul marino y rojo.
-Vosotros escogéis el que más os guste -dijeron mi madre y la Tita, y digo dijeron porque cuando están juntas hablan las dos a la vez, a gritos y sin escucharse-. Pero el azul es más bonito.
-Quiero el rojo.
Que a mí me daba igual uno que otro, era por llevar la contraria. Mi madre es que no aprende, si quería que me comprara el azul que hubiera dicho que le gustaba el rojo, que a veces parece boba.
-Pues si quieres el rojo, el rojo, y que no se hable más. Aunque el azul es más bonito, donde va a parar.
La chica de la tienda percibió la tensión y decidió intervenir.
-¿Quieren que les enseñe cómo funciona?
-Sí, por favor -suplicó ZaraJota™.
La chica de la tienda inició una demostración que ríete tú de los artistas del circo.
ZaraJota™ la miraba con la concentración total del que sabe que va a tener que repetir el numerito con un bebé en un brazo y una bolsa con juguetes en el otro.
Yo miraba de reojo, porque me fío lo justo de la capacidad para el bricolaje de ZaraJota™.
Mi madre y mi tía, mientras tanto, a lo suyo.
-A nosotras -sí, cuando están juntas hablan en plural- nos gusta más el azul porque tenemos un gusto más clásico -léase "elegante y refinado"-, tú es que tienes un gusto diferente -añádase "como de hippy zarrapastrosa".
-A mí me gusta el rojo.
-Claro, claro. ¿Y ZaraJota™ que opina?
-El rojo.
"A mí me daba igual", confesó ZaraJota™ más tarde, "yo lo que quería es que pareciera que mi opinión también contaba".
El carrito en cuestión. El azul era más bonito.
Unos días más tarde, mi madre me pilló contándole la historia a alguien. Creo que fue a mi padre. Mi padre ha perdido tanto peso últimamente que a veces mi memoria no lo registra.
-¡No fue así! -saltó mi madre-. ¡Tú elegiste el que querías!
-Claro que sí, y no tuve ningún tipo de presión para elegir uno o otro... aunque el azul era más bonito.
-¡Lo estás exagerando!
Miré a ZaraJota™ en busca de apoyo. ZaraJota™ se escondió debajo de la mesa. Cobarde...
-Fue así.
-¡Que no! ¡Que no! ¡Que lo tergiversas todo!
-¡Yo no tergiverso! ¡Embellezco!
-Pues que ni se te ocurra embellecerlo en el blog, que te doy una colleja que te enteras.
Mi madre es que todo los soluciona con la violencia.
Desde entonces, cada vez que sospecha que me choteo de ella, o sea, casi siempre, me acaba la conversación con un "pues que ni se te ocurra embellecerlo en el blog, que te doy una colleja que te enteras".
Hasta que un día vio ante sí la solución al problema.
-Sí, sí, ríete de la pesada de tu madre, ya hablaremos cuando nazca la niña.
-¡Pero si yo no he dicho nada ahora!
-Cuando nazca la niña no vas a tener tiempo para nada, que lo sepas.
-Ya lo sé... Estoy preparando tuppers...
-A ver si te crees que lo arreglas todo con tuppers.
Pues no, mamá, todo, todo, no. Lo que pasa es que para mí, en mi faceta de ama de casa, la única tarea acuciante es preparar el tupper, porque ZaraJota™ necesita uno, ineludiblemente, todos los días. El resto de tareas (limpiar, planchar, ducharme) me parecen perfectamente postergables. Aunque eso a una madre no se le puede decir.
-Al menos teniendo tuppers comeremos.
Ni caso.
-Porque los primeros días todo es un mundo. Os va a faltar el tiempo. Y más a vosotros, que sois novatillos -está pesadísima con lo de que somos novatillos. Al parecer somos los únicos padres primerizos del mundo: el resto empezaron directamente por el segundo-. Por muchos tuppers que tengas, no tendrás tiempo para nada. Ni para el blog.
Lo dijo así, como triunfal. Como si acabara de matar a su archienemigo o algo.
Jo, ni que estuviera todo el día metiéndome con ella... ¡a veces me meto con otras personas también!
En fin, que por mucho que me ría de ella, tengo que admitir que mi madre tenía razón en una cosa.
Bueno, en casi todo, pero especialmente en una cosa:
El azul era más bonito.
No, no era eso..
Bebé-chan necesita mi atención las 24 horas del día.
No me queda tiempo para nada, madre, ¿contenta?
Por otra parte toda la conversación de los padres novatillos, los tupper, el blog y manipular la realidad me dieron una idea. Igual que preparo comida con antelación, puedo preparar los post, ¿no?
Total, si la mayor parte de las veces me los inven... eh... ¡mira, un elefante que vuela!
Resumiendo, que aunque ahora no tenga tiempo para nada, me quedan post congelados para rato.
¡Lorzagirl ha vuelto! ¡Y espera que sea para quedarse!
Continuará...