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in Lorz...
A
mi madre los partos le quitan el apetito.
Volvemos
al presente.
Pero
no os olvidéis de la traumática experiencia de mi madre, ¿eh?, que
es vital para entender esta historia.
Día
C (de Cesárea)
Antes
de que el médico empezara a cortar me preguntó si tenía alguna
duda.
Yo
tenía tres:
-¿Podré
ver a la niña cuando la saquéis?
-La
verás, y te la pondremos encima un poco para que te conozca, y luego
se la llevaremos a su papá.
-Vale. ¿es normal si estoy asustada?
-Por supuesto, es totalmente normal.
Lágrimas de felicidad acudieron a mis ojos. ¡Estoy haciendo algo normal! ¡M**rd*! ¡No hay nadie aquí para hacer una foto del momento histórico!
-Bien,
una cosa más...
-¿Sí?
-¿Cuándo
podré comer?
-¿De
verdad te preocupa eso AHORA?
-Sí...
-...
-Estoy
en ayunas.
-...
-Es
la ansiedad, ¿sabe?
-Podrás
comer en cuanto seas capaz de levantarte.
-¿Por
qué? ¿Vais a poner la comida fuera de mi alcance o qué?
-No
es eso. Cuando puedas levantarte significará que se ha pasado el
efecto de la epidural y sabremos si todo ha ido bien. Hasta entonces
hay peligro de que surja alguna complicación y no podemos darte de
comer por si hay que intervenir de nuevo. ¿Entiendes por qué no
puedes comer?
-No.
-Ay... Porque
yo lo digo y punto.
-Ah.
Haber
empezado por ahí.
Cuando
llegué a la habitación mi madre... mi madre estaba mirando
extasiada a Bebé-chan. Cuando se acordó de que yo también estaba
allí, me dijo que me había traído jamondelgüeno.
-¿Quieres
un poco ahora?
-No
puedo levantarme.
-Mujer,
no seas boba, te lo acerco yo.
-No,
es que no puedo comer hasta que me levante.
-Ah...
pues nada, nos lo llevamos de vuelta a casa y nos lo comemos
nosotros, que con lo rico que está me da pena que se reseque.
M**rd*...
Esa
misma tarde, una enfermera me preguntó si me sentía con fuerzas
para levantarme y, dadas las circunstancias, me levanté de un salto.
-¡Por
supuesto! ¡Ahora mismo! ¿Ve? ¡Ya estoy! ¿DÓNDE ESTÁ MI COMIDA?
-Eh...
lo siento, no puedes comer hasta que el médico nos de la orden por
escrito.
-¿Y
para esto me he levantado yo?
-No,
mujer, para que podamos hacerte otra exploración.
-Yujú.
Día
C+1
El
médico apareció a primera hora.
-Hola
Lorz, ¿cómo es...
-¿DÓNDE
ESTÁ MI COMIDA?
-¿Te
sientes capaz de comer?
-¡¡¡COMIDA!!!
¡¡¡COMIDA!!! ¡¡¡COMIDA!!!
-Está
bien, ya lo apunto en tu expediente, ¿ves? “Tolera”.
-Bien.
A
la hora de comer me trajeron una sopa y una crema de verduras.
Y
a la hora de cenar.
Y
al día siguiente.
De
hecho, en esos días comí tanta crema de verduras que los pedos
empezaron a olerme a huerta.
Si
me tirara pedos.
Cosa
que no hago porque soy una dama frágil y delicada como una
florecilla del campo.
En
fin.
Lo
importante es que después de más de 24 horas en ayunas y con el
hambre que da la lactancia, aquello me supo muy rico, pero muy poco.
-Oiga
-le dije a la enfermera cuando vino a recoger la bandeja-, ¿cuándo
me traen la comida de verdad?
-Esta
es la comida. El médico sólo ha autorizado dieta líquida.
Yo lo mato...
Al
poco de haber comido las tripas me hacían ruido. A medida que
pasaban las horas, podía sentirlas vibrar.
En
medio de mi desesperación, Scarlett Witch, Be, EmeA, Sark, y El
Hombre Malo (lo siento, son muchos enlaces y yo tengo que dar de
mamar en unos cinco minutos o así) aparecieron en el hospital con
esto:
-¿Qué
se dice, Lorz? -me preguntó Zarajota cuando vio que me quedaba
mirando la caja fijamente.
-¡C*BR*N*S!
¡H*J*S D* P*T*! ¡OS ODIO!
-No,
eso no, lo otro.
-Gracias.
C*br*n*s.
Zarajota
se apresuró a guardar el chocolate donde no pudiera ni verlo ni
olerlo. No fue suficiente: me lo imaginaba ahí escondido,
llamándome, susurrándome, burlándose de mí...
Día
C+2
Mi
padre apareció por la mañana con café y churros. Como olía
aquello... Toda la habitación, que digo, ¡todo el pasillo! No,
¡TODO EL HOSPITAL! olía a churros y a café.
-¿Es para mí?
-pregunté desde mi lecho del dolor.
-No, que tú no
puedes.
-Sólo un
poquito.
-Que no.
Y sin cortarse un
pelo, mi padre abrió la bandeja de MI cama, y mi madre y él se
atiborraron de churros delante de mi hambrienta cara de pasmo.
Eso es violencia
estructural, maltrato psicológico y mala baba en general.
Un poco más
tarde apareció el médico. Entró en la habitación y olisqueó el
ambiente, que seguía con un tufo a café y churros que tiraba de espaldas.
-¿Qué tal estás
hoy, Lorz?
-Bien, bien...
¿le puedo hacer una pregunta?
-Aydiosyavieneotravez...
-Aparte de lo que
me traen las enfermeras... ¿puedo comer otras cosas?
-...
-Jajaja, al final va a pensar que estoy obsesionada con la comida.
-Es que lo estás,
Lorz, lo estás.
Ya estamos con prejuicios infundados.
Continuará...