Gripa, que dice Necio Hutopo.
Cuando empezó a quejarse pensamos que sería un resfriadillo de un día o dos, pero ha estado en casa una semana.
Y diréis, pues vaya.
Y yo diré, pues vaya también, porque un niño que no va al cole es un adulto que tiene que faltar al trabajo gastando días de sus vacaciones (porque solo es ausencia justificada si el niño está ingresado, y aún así solo tres días, así que si tienes un niño con cáncer, por ejemplo, que por suerte NO es el caso, tu vida laboral está más jodida que Calamardo en El Brillante. "Conciliación", lo llaman).
Bueno.
Pues como resulta que soy una de las afortunadas de la vida que trabajan en un sitio donde lo único que les importa es que trabajes y les da igual si lo haces en la oficina, en casa, en un parque o colgando cabeza abajo del Dragon Kahn, cogí mis papelitos y mis cosas y me fui a casa dispuesta a teletrabajar.
Trabajar en casa con un niño enfermo es fácil: solo tienes que asegurarte de que el niño está lo bastante enfermo. Una buena fiebre que lo deje planchado en la cama es la mejor opción. La afonía también da buenos resultados.
El problema es cuando el niño está enfermo, pero no lo bastante como para dormir todo el día. Como cuando tiene conjuntivitis. O cuando tiene una gripe muy gorda, pero durante un par de horas al día la medicación le hace efecto y se anima.
Por si acaso, decidí preparar el terreno.
-Nena-chan -le dije-, hoy es un día especial porque estás malita y mamá tiene que trabajar... ¿quieres -suspiré- que te deje mi casita de muñecas?
A Nena-chan se le iluminaron los ojitos.
Mi casita lleva cinco años y medio escondida en un armarioPARA QUE NI P*T* DIOS LA TOQUE, J*D*R, QUE ES MÍA, reservada para cuando la niña sea un poco más mayor.
-Vale.
-Pero la vas a tratar con cuidado, ¿verdad? Porque COMO LA ROMPAS O DAÑES DE ALGUNA FORMA O MANERA TE JURO POR TÓ LO QUE SE MUEVE QUE TE VOY A DESTROZAR LA VIDA ya eres una niña mayor.
-Claro que sí.
La niña se puso a jugar y yo me puse a trabajar y al rato apareció Hermano Pequeño, que venía a jugar con la niña un rato para asegurarse de que yo me podía concentrar.
-Anda -le dijo a Nena-chan-, qué casita tan bonita.
-Es de mamá, me la ha dejado porque hoy es un día espesial.
-Ah, vale. ¿Puedo jugar contigo?
-Es que solo hay una muñeca.
-Vaya, es que me gustaría mucho jugar contigo.
-Bueno, puedes ser esta vaca de goma.
-Pero esta vaca no es de Sylvanian...
-LO TOMAS O LO DEJAS.
-Vale, vale... 'Hola, soy una vaca'.
-Las vacas no hablan.
-¡Tú eres un conejo!
-Pero soy un conejo MAMÁ.
-¿Y las vacas qué son?
-Pues vacas -ojos en blanco de Nena-chan.
-Bueno, al menos déjame que entre en la casita.
-No, no...
-Ahora no me digas que las vacas no entran en la casa PORQUE MIRA, TÚ ERES UN CONEJO.
-¡Un conejo mamá!
-LOS CONEJOS SE COMEN LAS CORTINAS.
-¡No es verdad!
-Y hacen CACA.
Vale, me lo estoy inventando todo. Pero fue más o menos así, y me estaban poniendo la cabeza como un bombo.
-Bueno, se acabó -les dije-. Si bajo a la juguetería -vivimos muy cerca de una, es horrible- y subo otro conejito, ¿ME DEJARÉIS VIVIR?
-Vale.
Bajé a la juguetería.
Ya sé lo que me vais a decir: comprar el buen comportamiento de los hijos con juguetes está MAL.
Pero técnicamente no estaba comprando el buen comportamiento de mis hijos, sino el de Hermano Pequeño, así que no pasa nada.
La señora juguetera me enseñóel conejo un conejo, pero entonces vi esto:
Y pensé, mira, ya que voy a comprar el buen comportamiento de Hermano Pequeño, al menos lo quiero ver dándole a la escobilla con el conejo.
Pero cuando llegué a casa y abrimos la caja resultó que el baño no traía conejo incluido.
Hermano Pequeño se d*sp*ll*b*.
Por si acaso, decidí preparar el terreno.
-Nena-chan -le dije-, hoy es un día especial porque estás malita y mamá tiene que trabajar... ¿quieres -suspiré- que te deje mi casita de muñecas?
A Nena-chan se le iluminaron los ojitos.
Mi casita lleva cinco años y medio escondida en un armario
-Vale.
-Pero la vas a tratar con cuidado, ¿verdad? Porque
-Claro que sí.
La casita con sus muebles y su conejo.
La niña se puso a jugar y yo me puse a trabajar y al rato apareció Hermano Pequeño, que venía a jugar con la niña un rato para asegurarse de que yo me podía concentrar.
-Anda -le dijo a Nena-chan-, qué casita tan bonita.
-Es de mamá, me la ha dejado porque hoy es un día espesial.
-Ah, vale. ¿Puedo jugar contigo?
-Es que solo hay una muñeca.
-Vaya, es que me gustaría mucho jugar contigo.
-Bueno, puedes ser esta vaca de goma.
-Pero esta vaca no es de Sylvanian...
-LO TOMAS O LO DEJAS.
-Vale, vale... 'Hola, soy una vaca'.
-Las vacas no hablan.
-¡Tú eres un conejo!
-Pero soy un conejo MAMÁ.
-¿Y las vacas qué son?
-Pues vacas -ojos en blanco de Nena-chan.
-Bueno, al menos déjame que entre en la casita.
-No, no...
-Ahora no me digas que las vacas no entran en la casa PORQUE MIRA, TÚ ERES UN CONEJO.
-¡Un conejo mamá!
-LOS CONEJOS SE COMEN LAS CORTINAS.
-¡No es verdad!
-Y hacen CACA.
Vale, me lo estoy inventando todo. Pero fue más o menos así, y me estaban poniendo la cabeza como un bombo.
-Bueno, se acabó -les dije-. Si bajo a la juguetería -vivimos muy cerca de una, es horrible- y subo otro conejito, ¿ME DEJARÉIS VIVIR?
-Vale.
Bajé a la juguetería.
Ya sé lo que me vais a decir: comprar el buen comportamiento de los hijos con juguetes está MAL.
Pero técnicamente no estaba comprando el buen comportamiento de mis hijos, sino el de Hermano Pequeño, así que no pasa nada.
La señora juguetera me enseñó
Y pensé, mira, ya que voy a comprar el buen comportamiento de Hermano Pequeño, al menos lo quiero ver dándole a la escobilla con el conejo.
Pero cuando llegué a casa y abrimos la caja resultó que el baño no traía conejo incluido.
Hermano Pequeño se d*sp*ll*b*.
-¿No se te ha ocurrido mirar si el muñeco estaba incluido?
-¡No! ¡He visto la escobilla y he pensado que ya no se le podía pedir más a la vida!
-Pues sigo sin tener muñeco!
-Pero ahora puedes jugar a ser UN VÁTER.
-Lo has hecho aposta, ¿verdad?
-¡No! ¡He visto la escobilla y he pensado que ya no se le podía pedir más a la vida!
-Pues sigo sin tener muñeco!
-Pero ahora puedes jugar a ser UN VÁTER.
-Lo has hecho aposta, ¿verdad?
A Hermano Pequeño intentó ser un váter durante un rato pero la experiencia debió ser una m**rd* (ja, ja) porque al rato se fue.
Eso o que tenía que trabajar, o un examen o una operación de cerebro, yo qué sé, si la mitad de las veces no le escucho cuando habla.
Nena-chan se quedó jugando con la casita tranquilamente, tan tranquilamente que estuve trabajando un par de horas en absoluto silencio, y de hecho habría seguido más si no llega a ser porque estiré la mano para coger el marcador amarillo y no estaba en el punto exacto donde suelo dejarlo QUE ES EXACTAMENTE SU SITIO Y NO ME VENGÁIS CON QUE TENGO MANÍAS PORQUE NO PODÉIS DEMOSTRARLO.
Miré entonces un poco más lejos y vi a Nena-chan con el rotulador en una mano y el conejo en la otra.
-¡Pero Nena-chan!
Eso o que tenía que trabajar, o un examen o una operación de cerebro, yo qué sé, si la mitad de las veces no le escucho cuando habla.
Nena-chan se quedó jugando con la casita tranquilamente, tan tranquilamente que estuve trabajando un par de horas en absoluto silencio, y de hecho habría seguido más si no llega a ser porque estiré la mano para coger el marcador amarillo y no estaba en el punto exacto donde suelo dejarlo QUE ES EXACTAMENTE SU SITIO Y NO ME VENGÁIS CON QUE TENGO MANÍAS PORQUE NO PODÉIS DEMOSTRARLO.
Miré entonces un poco más lejos y vi a Nena-chan con el rotulador en una mano y el conejo en la otra.
-¡Pero Nena-chan!
-¿Qué?
-¿Qué le has hecho al conejo?
-Nada.
-¿Y por qué es fosforescente?
-Ah, lo he pintado con el rutulador.
-¡Te dije que trataras la casita con cuidado!
-Por eso he pintado EL CONEJO.
-Por eso he pintado EL CONEJO.
Bien pensado, tiene razón.