Los que me seguís en Twitter ya sabéis que mi cuñada intentó asesinarnos en navidad por el sencillo método de hacernos explotar de tanto comer cosas ricas.
Para la cena de navidad cocinó, además de los entremeses variados, sopa de pelota (una monstruosidaed que lleva pasta gigante, garbanzos, verdura, carne de cocido y además albóndigas), pollo relleno con patatas asadas, canelones, dos tartas y el clásico surtido de dulces navideños.
Puso la mesa muy bonita, con todo el despliegue de mantelería, vajilla, cubertería y cristalería, y colocó toda esa comida, artísticamente presentada, en la mesa, rodeada de decoración navideña y velas de olor.
Nos sentamos a la mesa, y colocamos a Bebé-chan en la presidencia.
-Mira, petitona, hay sopa de pelota, pollo y canelones. ¿Qué quieres?
-FRANFUR KECHUP.
Y dejarse de mariconadas.
Mi cuñada, que llevaba al menos una semana cocinando todo aquello, se ofreció rápidamente a hacer un par de FRANFUR KECHUP. Nos negamos, y le pusimos a Bebé-chan un poco de sopa de pelota.
Bebé-chan la miró de soslayo (¿a quién intentas engañar? ¡esto no es frankfurt con ketchup!).
-Venga, solo pruébala, y si no te gusta ya vemos.
Bebé-chan probó una cucharadita. Y otra. Y otra. Cuando nos quisimos dar cuenta se había comido su ración y estaba intentado robar la albóndiga del plato de ZaraJota™.
Desde entonces, cada vez que le pregunto qué quiere comer, me dice:
-QUERO MÁS CHOPA, MAMÁ.
Pues a ver si nos ponemos de acuerdo, maja.
Pd: ¡Feliz año a todos!
31 diciembre 2014
19 diciembre 2014
Cortylandia
Se ve que hay gente que no sabe lo que es Cortylandia, y eso solo puede significar una cosa:
El Corte Inglés ya no es lo que era.
O no habéis tenido infancia.
O ambas.
Todas las navidades, desde el inicio de los tiempos o así, El Corte Inglés de la calle Preciados convierte una de sus fachadas en un espectáculo infantil llamado, en un exceso de imaginación, Cortylandia.
La idea tampoco es que sea muy original: son marionetas-robot que cantan y bailan al estilo de Un Pequeño Mundo. Cada año se centran en una temática distinta ("Nos hemos quedado de piedra", cantaban el año dedicado a las pirámides) y la decoración varía (un año hubo un Gulliver gigante, cuyas piernas enmarcaban el acceso a la tienda).
Por supuesto, el único fin de Cortylandia es atraer compradores, ya sea porque los niños se quedan absortos y los papás puede aprovechar para hacer compras, o a través de la publicidad no-tan-subliminal ("todos los juguetes están en la exposición de la planta séptima de El Corte Inglés", anuncian al final de la función los pingüinos cantarines de este año).
Pero la gracia de Cortylandia no es Cortylandia. La gracia de Cortylandia es que forma parte de La Experiencia Navideña™.
Cuando era pequeña, mi familia vivía en un pueblo, y en los años ochenta eso era algo.
Para empezar no teníamos internet, pero eso quizá fuera lo de menos. Tampoco teníamos calefacción, y aunque sí teníamos un calentador de agua, esta no salía con presión suficiente como para activarlo, así que podíamos ducharnos con agua caliente, por ejemplo, pero nos lavábamos cara y manos con agua helada.
Y no teníamos calefacción. Lo repito porque en el colegio tampoco, y era donde más se notaba porque pasábamos muchas horas inmóviles. De ahí me viene esta tos que vuelve cada vez que cojo un poco de frío, y que me dura semanas enteras cada vez.
Pero lo peor era lo otro.
Hoy en día, por suerte, se habla mucho del bullying o acoso escolar. En los ochenta no se le daba importancia al acoso (se suponía que tenías que aprender a defenderte) y de todas formas tampoco era exactamente escolar: en una época y un lugar en que los niños estaban todo el día en la calle, el bullying era una más bien experiencia envolvente: todo el día, todos los días, existía la posibilidad de salir a la calle y ser maltratado, insultado o humillado.
En los pueblos, ya se sabe, todo es siempre como más auténtico.
Os cuento esto no para que me tengáis pena, que ni falta que me hace, sino para que entendáis lo que era venir a Madrid en navidad.
Madrid era calidez.
Madrid era correr descalza por el suelo de madera.
Madrid era comer sin tener la urgente necesidad de devolver después.
Madrid era salir a la calle sin miedo.
Madrid era mis padres pendientes de mi y mis hermanos, sin las distracciones habituales de la casa, el trabajo, o los amigos.
Y Madrid eran cosas bonitas, cosas que estimulaban mi imaginación: cine, marionetas, luces de navidad, música... Un mundo de colores fuera del páramo intelectual que era el pueblo.
En Madrid había tiendas en las que vendían libros.
Era lo más.
Cada navidad, al menos una vez, mis padres nos llevaban al centro. Veíamos las luces, recorríamos los puestos de la Plaza Mayor, nos comprábamos gorritos ridículos, comíamos castañas asadas, y, como mágico fin de fiesta, íbamos a helarnos mientras veíamos Cortylandia.
Era solo un día al año, pero valía casi tanto como el año entero.
Con el tiempo mi familia se vino a vivir a Madrid (probablemente el giro ar0gumental más importante de mi vida), y al hacerse cotidiana, la ciudad perdió parte de su magia... Pero no toda. Sigue habiendo magia en ir al centro en navidad, en recorrer los puestos de la Plaza Mayor, en merendar tortitas y ver las luces.
Así que a mí me daba igual que Cortylandia sea cada año más cutre, que las canciones sean lamentables o que apenas se oigan por encima de los crujidos de la maquinaria. Quería saber si Bebé-chan también podía tener esa magia.
Al principio parecía que no. A fin de cuentas, Bebé-chan está acostumbrada a Madrid. Y a las pelis en 3D. Y a la música en directo. Y a ir a la librería donde trabaja Sark y comerse con los ojos todos los libros del mundo.
Ver a un montón de robots-pingüino destrozando un amago de canción no parecía entusiasmarle mucho.
A nuestro alrededor, los papás les decían a sus churumbeles:
-Mira, Pepito, ¡los pingüinos cantan!
Yo miré a Bebé-chan, que estaba encaramada sobre los hombros de Zarajota, pero antes de que pudiera decir nada, habló ella.
-¡MIRA, MAMÁ! ¡GÜINOS CANTAN!
Y luego puso los ojos en blanco, en un gesto supremo de vergüenza ajena y superioridad moral.
Bebé-chan no es una niña como la que era yo.
No necesita la magia de Cortylandia.
Ella es magia
Y con esto nos despedimos hasta... yo que sé... hasta que vuelva a tener una conexión decente a internet, como dentro de una semana o así.
También podéis seguirme en directo en twitter.
Y aunque el objetivo se haya conseguido, todavía podéis conseguir camisetas, chapas y sugus en el #Lorzfunding.
¡Felices fiestas!
El Corte Inglés ya no es lo que era.
O no habéis tenido infancia.
O ambas.
Todas las navidades, desde el inicio de los tiempos o así, El Corte Inglés de la calle Preciados convierte una de sus fachadas en un espectáculo infantil llamado, en un exceso de imaginación, Cortylandia.
La idea tampoco es que sea muy original: son marionetas-robot que cantan y bailan al estilo de Un Pequeño Mundo. Cada año se centran en una temática distinta ("Nos hemos quedado de piedra", cantaban el año dedicado a las pirámides) y la decoración varía (un año hubo un Gulliver gigante, cuyas piernas enmarcaban el acceso a la tienda).
Por supuesto, el único fin de Cortylandia es atraer compradores, ya sea porque los niños se quedan absortos y los papás puede aprovechar para hacer compras, o a través de la publicidad no-tan-subliminal ("todos los juguetes están en la exposición de la planta séptima de El Corte Inglés", anuncian al final de la función los pingüinos cantarines de este año).
Pero la gracia de Cortylandia no es Cortylandia. La gracia de Cortylandia es que forma parte de La Experiencia Navideña™.
Cuando era pequeña, mi familia vivía en un pueblo, y en los años ochenta eso era algo.
Para empezar no teníamos internet, pero eso quizá fuera lo de menos. Tampoco teníamos calefacción, y aunque sí teníamos un calentador de agua, esta no salía con presión suficiente como para activarlo, así que podíamos ducharnos con agua caliente, por ejemplo, pero nos lavábamos cara y manos con agua helada.
Y no teníamos calefacción. Lo repito porque en el colegio tampoco, y era donde más se notaba porque pasábamos muchas horas inmóviles. De ahí me viene esta tos que vuelve cada vez que cojo un poco de frío, y que me dura semanas enteras cada vez.
Pero lo peor era lo otro.
Hoy en día, por suerte, se habla mucho del bullying o acoso escolar. En los ochenta no se le daba importancia al acoso (se suponía que tenías que aprender a defenderte) y de todas formas tampoco era exactamente escolar: en una época y un lugar en que los niños estaban todo el día en la calle, el bullying era una más bien experiencia envolvente: todo el día, todos los días, existía la posibilidad de salir a la calle y ser maltratado, insultado o humillado.
En los pueblos, ya se sabe, todo es siempre como más auténtico.
Os cuento esto no para que me tengáis pena, que ni falta que me hace, sino para que entendáis lo que era venir a Madrid en navidad.
Madrid era calidez.
Madrid era correr descalza por el suelo de madera.
Madrid era comer sin tener la urgente necesidad de devolver después.
Madrid era salir a la calle sin miedo.
Madrid era mis padres pendientes de mi y mis hermanos, sin las distracciones habituales de la casa, el trabajo, o los amigos.
Y Madrid eran cosas bonitas, cosas que estimulaban mi imaginación: cine, marionetas, luces de navidad, música... Un mundo de colores fuera del páramo intelectual que era el pueblo.
En Madrid había tiendas en las que vendían libros.
Era lo más.
Cada navidad, al menos una vez, mis padres nos llevaban al centro. Veíamos las luces, recorríamos los puestos de la Plaza Mayor, nos comprábamos gorritos ridículos, comíamos castañas asadas, y, como mágico fin de fiesta, íbamos a helarnos mientras veíamos Cortylandia.
Era solo un día al año, pero valía casi tanto como el año entero.
Con el tiempo mi familia se vino a vivir a Madrid (probablemente el giro ar0gumental más importante de mi vida), y al hacerse cotidiana, la ciudad perdió parte de su magia... Pero no toda. Sigue habiendo magia en ir al centro en navidad, en recorrer los puestos de la Plaza Mayor, en merendar tortitas y ver las luces.
Así que a mí me daba igual que Cortylandia sea cada año más cutre, que las canciones sean lamentables o que apenas se oigan por encima de los crujidos de la maquinaria. Quería saber si Bebé-chan también podía tener esa magia.
Al principio parecía que no. A fin de cuentas, Bebé-chan está acostumbrada a Madrid. Y a las pelis en 3D. Y a la música en directo. Y a ir a la librería donde trabaja Sark y comerse con los ojos todos los libros del mundo.
Ver a un montón de robots-pingüino destrozando un amago de canción no parecía entusiasmarle mucho.
A nuestro alrededor, los papás les decían a sus churumbeles:
-Mira, Pepito, ¡los pingüinos cantan!
Yo miré a Bebé-chan, que estaba encaramada sobre los hombros de Zarajota, pero antes de que pudiera decir nada, habló ella.
-¡MIRA, MAMÁ! ¡GÜINOS CANTAN!
Y luego puso los ojos en blanco, en un gesto supremo de vergüenza ajena y superioridad moral.
Bebé-chan no es una niña como la que era yo.
No necesita la magia de Cortylandia.
Ella es magia
Y con esto nos despedimos hasta... yo que sé... hasta que vuelva a tener una conexión decente a internet, como dentro de una semana o así.
También podéis seguirme en directo en twitter.
Y aunque el objetivo se haya conseguido, todavía podéis conseguir camisetas, chapas y sugus en el #Lorzfunding.
¡Felices fiestas!
10 diciembre 2014
CACA VIENE
Dedicado a Mahira, que nos invitó a su casa, y cuando encendió la tele, ¡tachán! Estaban poniendo Blancanieves.
Si eso no es una señal del universo ya me dirás tú lo que es.
A Bebé-chan le encantan las películas: en concreto, sacarlas de la caja y frotar el disco contra diferentes superficies para ver como suena:
En el suelo, zis zis
En la pared, ras, ras.
Y todo así.
En algún momento dio el salto mental y empezó a relacionar esos círculos metálicos ("CULOS", diría ella) con lo que sale por la tele ("TELE"; eso lo dice perfectamente). Y poco después de eso, descubrió Blancanieves ("CACA VIENE", aunque recientemente lo ha perfeccionado a "BANCA BEBES", que suena a tráfico de niños pero a ella no le importa).
Aunque la mayor parte de las niñas del planeta están locas con Frozen, y mi favorita es La sirenita, y la de Zarajota, El rey león, a Bebé-chan le hemos puesto todas las películas Disney a nuestro alcance. Por eso no entendemos qué le puede interesar precisamente de Blancanieves, que es lenta, sosa y sombría.
A ella le encanta.
La vemos todos los días, mínimo una vez (siempre dentro del Rato de Televisión Autorizado, que coincide astutamente con el Rato en el que Hago la Cena). Y claro, cuando la has visto, no sé, unas cien o doscientas veces, empiezas a fijarte en detalles en los que no te habías fijado al principio.
A saber:
Si eso no es una señal del universo ya me dirás tú lo que es.
A Bebé-chan le encantan las películas: en concreto, sacarlas de la caja y frotar el disco contra diferentes superficies para ver como suena:
En el suelo, zis zis
En la pared, ras, ras.
Y todo así.
En algún momento dio el salto mental y empezó a relacionar esos círculos metálicos ("CULOS", diría ella) con lo que sale por la tele ("TELE"; eso lo dice perfectamente). Y poco después de eso, descubrió Blancanieves ("CACA VIENE", aunque recientemente lo ha perfeccionado a "BANCA BEBES", que suena a tráfico de niños pero a ella no le importa).
Aunque la mayor parte de las niñas del planeta están locas con Frozen, y mi favorita es La sirenita, y la de Zarajota, El rey león, a Bebé-chan le hemos puesto todas las películas Disney a nuestro alcance. Por eso no entendemos qué le puede interesar precisamente de Blancanieves, que es lenta, sosa y sombría.
A ella le encanta.
La vemos todos los días, mínimo una vez (siempre dentro del Rato de Televisión Autorizado, que coincide astutamente con el Rato en el que Hago la Cena). Y claro, cuando la has visto, no sé, unas cien o doscientas veces, empiezas a fijarte en detalles en los que no te habías fijado al principio.
A saber:
- La Malvada Reina tiene un Espejo Mágico al que puede preguntarle Cualquier Cosa Que Desee. ¿Y qué le pregunta? ¿Cómo curar el cáncer? ¿Si debe comprar acciones de Apple? ¿El tiempo que hará mañana? No señor. Lo único que la señora reina pregunta, una y otra vez, es ¿Quién es la Más Guapa del Reino?.
- La Más Guapa del Reino vive en su misma casa y la Malvada Reina no lo sabe. O sea. En serio, tía. ¿No te habías dado cuenta? Sobre todo cuando aparentemente en el Reino solo viven dos mujeres. Vaya, tenía un 50% de posibilidades de acertar.
- La Más Guapa del Reino no tiene barbilla ni nariz, pero vaya, que la belleza está en el interior y tal.
- La Más Guapa del Reino se pasa la vida esclavizada y cubierta de harapos, y cuando le dicen que se ponga un vestido bonito y se vaya a lo más profundo del bosque con Un Señor Inquietante NO SOSPECHA NADA LA MUY LERDA.
- Si entras en una casa y ves que todas las sillas son pequeñas, lo más lógico es pensar que está habitada por niños, aunque haya un pico minero clavado encima de la mesa.
- Los animalitos del bosque le ponen mucha voluntad, pero no pueden ser más guarros ni cagando.
- Los enanitos se pasan la vida sacando los diamantes de las entrañas de la roca... para luego tirarlos de cualquier manera en un armario QUE ESTÁ EXCAVADO EN LA MISMA ROCA.
- Después de limpiar supuestamente a fondo toda la casa, es normal descubrir que hay una escalera que conduce al piso superior. En serio, ¿cómo de profunda ha sido esa limpieza que no has visto la puta escalera?
- La mierda en la planta baja es inaceptable, pero echarse a dormir en una habitación llena de telarañas, en unas camas cuyas sábanas no han sido cambiadas desde dios sabe cuándo, es perfectamente razonable.
- Sí, el corazón que le dan a la Malvada Reina no es de Blancanieves sino el de un cerdo. Pero va en una caja mo-ni-si-ma.
- Nunca confíes en una vieja de aspecto vicioso que aparece sin motivo aparente en la puerta de tu casa acompañada de dos buitres y que te da la única manzana del cesto que es totalmente diferente al resto.
- Fabricar un ataúd de cristal y rendir culto a una completa desconocida con la que has convivido apenas 24 horas, la mayor parte de las cuales ha dedicado a mangonearte, es perfectamente razonable y normal.
- Si un completo desconocido llega al entierro y pide comerle los morros a la muerta, pues nada, adelante. Tampoco es como si se fuera a quejar.
01 diciembre 2014
Creo que se me olvida algo...
El jueves pasamos la tarde trabajando contrarreloj para terminar a tiempo el #Lorzfunding.
El viernes por la tarde cruzamos todo Madrid bajo la lluvia para ir a hacerle un encargo a los Reyes Majos. Luego volvimos a cruzar Madrid bajo la lluvia para asistir a una conferencia en el c*l* del mundo. Cuando volvíamos a casa nos equivocamos de línea de metro y acabamos cenando en un restaurante en mitad de ninguna parte, para después llegar a casa bien pasada la medianoche.
El sábado nos levantamos temprano para ir a la clase de música, y luego cruzamos Madrid bajo la lluvia para pasar el día en la Madrid Horse Week, donde habíamos ido para un rato pero había tantas actividades que nos acabamos quedando casi todo el día. Volvimos a cruzar Madrid bajo la lluvia y llegamos a casa tirando a tarde. Creo que no cenamos.
El domingo cruzamos Madrid para ir a la casa de mis padres a robar una cama.
-Al menos no llueve -dije.
Por supuesto, cuando salimos de la casa de mis padres con la cama a cuestas, diluviaba.
La cama entera no cabía en el coche, así que volvimos a cruzar Madrid bajo la lluvia, tres veces: una para llevarnos el colchón, otra para llevarnos el somier, y la última para llevarnos a Bebé-chan, que se nos había quedado atrás.
Con todo el trajín, Bebé-chan no se echó la siesta hasta las siete de la tarde, se despertó a las ocho con energías renovadas, y cuando a las diez le dijimos de irnos a la cama nos mando AL CACAS, por decirlo finamente.
Lo último que recuerdo antes de dormirme es a Bebé-chan saltando alegremente sobre mis costillas al grito de "¡QUERO CUENTO POLLO PEPE! ¡QUERO CUENTO POLLO PEPE!"
Y lo siguiente que recuerdo es que Bebé-chan estaba llorando. Encendí la luz y miré el reloj: las cinco de la mañana.
Palpé a la pobre criatura para ver qué le pasaba, y noté que estaba empapada.
-Creo que la niña tiene fiebre -le dije a ZaraJota™-. Está sudando como un pollo (Pepe).
Zarajota empezó a palpar también.
-Pues no la noto caliente.
-M**rd*, se le ha debido volver a escapar el pipí del pañal. De verdad, estos pañales cada vez empapan menos.
-Igual es que necesitan más tiempo para absorber -dijo ZaraJota™-, déjala un ratito a ver.
ZaraJota™ se levanta todos los días a las seis de la mañana y padece de una cierta intolerancia hacia los imprevistos nocturnos. Eso, si llega a enterarse cuando ocurren.
-Voy a cambiarle el pañal.
Empecé a desnudar a la pobre criatura, pero cuando le quité los pantalones en lugar de encontrarme un pañal me encontré un culo. En concreto, el culo de Bebé-chan.
-ZaraJota™, creo que anoche nos olvidamos de ponerle el pañal a la nena.
-Mejor, ¿no? Así no tienes que cambiárselo.
Para mí que no ha pillado el concepto.
Soy la peor madre del planeta.
El viernes por la tarde cruzamos todo Madrid bajo la lluvia para ir a hacerle un encargo a los Reyes Majos. Luego volvimos a cruzar Madrid bajo la lluvia para asistir a una conferencia en el c*l* del mundo. Cuando volvíamos a casa nos equivocamos de línea de metro y acabamos cenando en un restaurante en mitad de ninguna parte, para después llegar a casa bien pasada la medianoche.
El sábado nos levantamos temprano para ir a la clase de música, y luego cruzamos Madrid bajo la lluvia para pasar el día en la Madrid Horse Week, donde habíamos ido para un rato pero había tantas actividades que nos acabamos quedando casi todo el día. Volvimos a cruzar Madrid bajo la lluvia y llegamos a casa tirando a tarde. Creo que no cenamos.
El domingo cruzamos Madrid para ir a la casa de mis padres a robar una cama.
-Al menos no llueve -dije.
Por supuesto, cuando salimos de la casa de mis padres con la cama a cuestas, diluviaba.
La cama entera no cabía en el coche, así que volvimos a cruzar Madrid bajo la lluvia, tres veces: una para llevarnos el colchón, otra para llevarnos el somier, y la última para llevarnos a Bebé-chan, que se nos había quedado atrás.
Con todo el trajín, Bebé-chan no se echó la siesta hasta las siete de la tarde, se despertó a las ocho con energías renovadas, y cuando a las diez le dijimos de irnos a la cama nos mando AL CACAS, por decirlo finamente.
Lo último que recuerdo antes de dormirme es a Bebé-chan saltando alegremente sobre mis costillas al grito de "¡QUERO CUENTO POLLO PEPE! ¡QUERO CUENTO POLLO PEPE!"
Y lo siguiente que recuerdo es que Bebé-chan estaba llorando. Encendí la luz y miré el reloj: las cinco de la mañana.
Palpé a la pobre criatura para ver qué le pasaba, y noté que estaba empapada.
-Creo que la niña tiene fiebre -le dije a ZaraJota™-. Está sudando como un pollo (Pepe).
Zarajota empezó a palpar también.
-Pues no la noto caliente.
-M**rd*, se le ha debido volver a escapar el pipí del pañal. De verdad, estos pañales cada vez empapan menos.
-Igual es que necesitan más tiempo para absorber -dijo ZaraJota™-, déjala un ratito a ver.
ZaraJota™ se levanta todos los días a las seis de la mañana y padece de una cierta intolerancia hacia los imprevistos nocturnos. Eso, si llega a enterarse cuando ocurren.
-Voy a cambiarle el pañal.
Empecé a desnudar a la pobre criatura, pero cuando le quité los pantalones en lugar de encontrarme un pañal me encontré un culo. En concreto, el culo de Bebé-chan.
-ZaraJota™, creo que anoche nos olvidamos de ponerle el pañal a la nena.
-Mejor, ¿no? Así no tienes que cambiárselo.
Para mí que no ha pillado el concepto.
Soy la peor madre del planeta.
28 noviembre 2014
#Lorzfunding 2
Anoche, después de hacer público el #Lorzfunding, me fui a la cama, y me tapé la cabeza con la manta: estaba aterrorizada.
Y tenía motivos para estarlo.
¿Y si nadie participa porque nadie me quiere y soy lo peor y es mejor que muera y deje de consumir oxígeno que podría venirle bien, no sé, a los mosquitos de la malaria?
He dicho que tenía motivos, no que fueran motivos lógicos.
Cuando me he levantado esta mañana, lo primero que he visto es que habíamos superado los 500 euros que nos habíamos marcado como objetivo.
-¿Qué coño...?
Por lo que he leído en twitter, los 500 € se alcanzaron en apenas dos horas.
Guau.
Gracias, gracias a todos por vuestra colaboración, ayuda, ánimo, preguntas extrañas (no, el sugus NO está chupado).
Ahora tenemos para hacer un libro decente, con todas las de la ley, e incluso pagar a mi asesor de wacowebs.com, al que hasta ahora estoy compensando con pelusillas.
Pero,
siempre hay un pero,
aunque ya hayamos conseguido los objetivos, el crowdfunding seguirá en activo hasta el día 6 de enero. Las normas son así, no las he hecho yo. (Ha sido verkami). Así que seguiremos dando la brasa durante, por lo menos, 39 días más.
¿Por qué seguir aportando?
En primer lugar, porque es poco posible que el libro digital salga a la venta en ninguna parte: si no lo conseguís como recompensa va a ser muy difícil que lo podáis leer.
Y aunque consiguiéramos ponerlo a la venta en alguna parte, seguramente será mucho más caro.
Aquí podéis conseguirlo por tan solo 2 euros.
En segundo lugar, porque tengo la casa llena de chapas y me gustaría deshacerme de ellas.
Y por último, porque a mi lo que me hacía ilusión de toda esta esta historia era hacer un montón de camisetas, y luego cruzarme por la calle a gente que las lleve, así que ese objetivo por lo menos está a medio conseguir.
¿Qué pasa si sobra dinero?
Hay varias posibilidades: hacer un segundo libro, donar a una ong, irnos al Caribe y no volver nunca más...
En cuanto terminemos el proyecto os presentaremos todas las cuentas, y decidiremos entre todos qué es lo mejor.
Y ahora será mejor que me vaya trabajar.
Una vez más, gracias a todos.
Y tenía motivos para estarlo.
¿Y si nadie participa porque nadie me quiere y soy lo peor y es mejor que muera y deje de consumir oxígeno que podría venirle bien, no sé, a los mosquitos de la malaria?
He dicho que tenía motivos, no que fueran motivos lógicos.
Cuando me he levantado esta mañana, lo primero que he visto es que habíamos superado los 500 euros que nos habíamos marcado como objetivo.
-¿Qué coño...?
Por lo que he leído en twitter, los 500 € se alcanzaron en apenas dos horas.
Guau.
Gracias, gracias a todos por vuestra colaboración, ayuda, ánimo, preguntas extrañas (no, el sugus NO está chupado).
Ahora tenemos para hacer un libro decente, con todas las de la ley, e incluso pagar a mi asesor de wacowebs.com, al que hasta ahora estoy compensando con pelusillas.
Pero,
siempre hay un pero,
aunque ya hayamos conseguido los objetivos, el crowdfunding seguirá en activo hasta el día 6 de enero. Las normas son así, no las he hecho yo. (Ha sido verkami). Así que seguiremos dando la brasa durante, por lo menos, 39 días más.
¿Por qué seguir aportando?
En primer lugar, porque es poco posible que el libro digital salga a la venta en ninguna parte: si no lo conseguís como recompensa va a ser muy difícil que lo podáis leer.
Y aunque consiguiéramos ponerlo a la venta en alguna parte, seguramente será mucho más caro.
Aquí podéis conseguirlo por tan solo 2 euros.
En segundo lugar, porque tengo la casa llena de chapas y me gustaría deshacerme de ellas.
Y por último, porque a mi lo que me hacía ilusión de toda esta esta historia era hacer un montón de camisetas, y luego cruzarme por la calle a gente que las lleve, así que ese objetivo por lo menos está a medio conseguir.
¿Qué pasa si sobra dinero?
Hay varias posibilidades: hacer un segundo libro, donar a una ong, irnos al Caribe y no volver nunca más...
En cuanto terminemos el proyecto os presentaremos todas las cuentas, y decidiremos entre todos qué es lo mejor.
Y ahora será mejor que me vaya trabajar.
Una vez más, gracias a todos.
27 noviembre 2014
#lorzfunding
El año 2014 se acerca a su fin.
Casi.
Aunque nos lo hemos pasado muy bien, cuando miro hacia atrás la impresión que tengo es que ha sido un año largo, lento, pesado y difícil, muy difícil, aunque solo haya sido en las pequeñas cosas.
Soy madre, trabajo, escribo y tengo un marido al que me gusta hacer caso de vez en cuando. A veces. Cuando estoy salida y tal. Llevarlo todo adelante no es fácil, y a veces tengo la impresión de que vivo en un circo de tres pistas en el que soy maestro de ceremonias, domador, equilibrista y malabarista, y no puedo permitir que se me caiga ni una sola bola.
2014 ha servido para que me sienta orgullosa de mí misma, y de mi pequeña familia que con todo puede.
También ha servido para que me dé cuenta de que no estoy sola. Tengo toda una red de familia y amigos para rescatarme cuando me caigo, y, lo que es mejor aún: no hace falta esperar a la caída, porque también están ahí para ayudarme a evitarla, si soy capaz de aprender a pedir ayuda.
Y flotando sobre mí tengo una constelación, invisible y extensa, formada por personas a las que no conozco pero que sí me conocen a mí, porque leen mis tonterías. Son puntitos de luz que casi nunca puedo ver, y a veces se me olvida que están ahí, hasta que de vez en cuando los veo brillar por algún lado: una chica que se acerca en el metro, un señor que nos aborda en el zoo, una mamá que encaja las piezas de puzle que he ido dejando...
El 2014 ha tenido cosas buenas; el 2015, cuando al fin llegue, promete muchas más:
Si todo va bien, en septiembre #Bebechan será ascendida a #Nenachan y empezará el colegio.
El 4 de septiembre hará cinco años desde que me casé con Zarajota, y ese mismo día, dos personas a las que quiero mucho (aunque jamás se lo diga a la cara) se casarán también.
Poco antes será también el 5° aniversario de mi presencia en twitter, que tantas alegrías me ha dado.
Y en julio, si los astros lo permiten, Lorzagirl cumplirá 10 años. Lo que empezó medio en broma medio en serio para ver "si podía" se ha convertido en una década de palabras.
Creo que eso merece una celebración, y creo que solo hay una posible.
¿Me ayudáis a hacerla realidad?
Casi.
Aunque nos lo hemos pasado muy bien, cuando miro hacia atrás la impresión que tengo es que ha sido un año largo, lento, pesado y difícil, muy difícil, aunque solo haya sido en las pequeñas cosas.
Soy madre, trabajo, escribo y tengo un marido al que me gusta hacer caso de vez en cuando. A veces. Cuando estoy salida y tal. Llevarlo todo adelante no es fácil, y a veces tengo la impresión de que vivo en un circo de tres pistas en el que soy maestro de ceremonias, domador, equilibrista y malabarista, y no puedo permitir que se me caiga ni una sola bola.
2014 ha servido para que me sienta orgullosa de mí misma, y de mi pequeña familia que con todo puede.
También ha servido para que me dé cuenta de que no estoy sola. Tengo toda una red de familia y amigos para rescatarme cuando me caigo, y, lo que es mejor aún: no hace falta esperar a la caída, porque también están ahí para ayudarme a evitarla, si soy capaz de aprender a pedir ayuda.
Y flotando sobre mí tengo una constelación, invisible y extensa, formada por personas a las que no conozco pero que sí me conocen a mí, porque leen mis tonterías. Son puntitos de luz que casi nunca puedo ver, y a veces se me olvida que están ahí, hasta que de vez en cuando los veo brillar por algún lado: una chica que se acerca en el metro, un señor que nos aborda en el zoo, una mamá que encaja las piezas de puzle que he ido dejando...
El 2014 ha tenido cosas buenas; el 2015, cuando al fin llegue, promete muchas más:
Si todo va bien, en septiembre #Bebechan será ascendida a #Nenachan y empezará el colegio.
El 4 de septiembre hará cinco años desde que me casé con Zarajota, y ese mismo día, dos personas a las que quiero mucho (aunque jamás se lo diga a la cara) se casarán también.
Poco antes será también el 5° aniversario de mi presencia en twitter, que tantas alegrías me ha dado.
Y en julio, si los astros lo permiten, Lorzagirl cumplirá 10 años. Lo que empezó medio en broma medio en serio para ver "si podía" se ha convertido en una década de palabras.
Creo que eso merece una celebración, y creo que solo hay una posible.
¿Me ayudáis a hacerla realidad?
19 noviembre 2014
Full power análisis
De vez en cuando me pongo malita, muy malita, malita de despertarme en el hospital con una vía puesta.
Los médicos han estado mirándome por aquí y por allí durante mucho tiempo, sin encontrar un motivo, y me han ido poniendo tratamientos que no hacían más que parchear.
A fin de cuentas la medicina es como todo: hay que dar con la tecla.
Hace una semanas el médico de cabecera se puso muy serio.
-Voy a hacerte análisis DE TODO.
-¿Cómo que de todo?
-Azúcar, colesterol, hematíes...
-Ah, bueno, lo de siempre.
-...sida, hepatitis, dengue, malaria...
-Estooo...
-... fiebregrís...
-¡Eso ni siquiera existe!
-¿Sabes tu grupo sanguíneo?
-A+
-Vale, pues esa prueba nos la ahorramos.
Yuju.
Me fui a la enfermera y le enseñé el volante que me había dado el médico. La enfermera miró ese papel lleno de marcas y luego me miró a mí con el respeto que se reserva a los agonizantes.
-Ven, cariño, siéntate aquí -me dijo.
-¿Por qué me hablas así?
-No te hablo de ninguna manera, cielo.
-¡Que no me estoy muriendo!
-Claro que no, claro que no. Es muy importante mantener el optimismo.
Y a continuación me sacó sangre como para alimentar a varios vampiros durante toda su vida inmortal.Así, sin exagerar.
Unos días más tarde fui a la consulta del médico de cabecera para que me diera los resultados.
-Lorz, -me dijo-, todo está dentro de los parámetros normales, pero hay varias cosas que están en el límite y eso me preocupa.
-¿Y eso por qué?
-Bueno, pueden ser indicios de una infección. O diabetes. O hígado graso. O de que ibas a estar con el periodo...
-No me diga: O malaria. O dengue. O fiebregrís.
-No digas bobadas.
-Bueno, entonces, ¿qué hacemos? ¿Repetimos las pruebas?
-No, no. No hace falta. Lo mejor es que hagas dieta sana y mucho ejercicio.
-¿Y eso?
-Bueno, si tienes diabetes o hígado graso, te irá bien. Y si no -me miró de arriba a abajo-, tampoco te va a ir mal.
Al final todo se reduce a llamarme gorda.
Los médicos han estado mirándome por aquí y por allí durante mucho tiempo, sin encontrar un motivo, y me han ido poniendo tratamientos que no hacían más que parchear.
A fin de cuentas la medicina es como todo: hay que dar con la tecla.
Hace una semanas el médico de cabecera se puso muy serio.
-Voy a hacerte análisis DE TODO.
-¿Cómo que de todo?
-Azúcar, colesterol, hematíes...
-Ah, bueno, lo de siempre.
-...sida, hepatitis, dengue, malaria...
-Estooo...
-... fiebregrís...
-¡Eso ni siquiera existe!
-¿Sabes tu grupo sanguíneo?
-A+
-Vale, pues esa prueba nos la ahorramos.
Yuju.
Me fui a la enfermera y le enseñé el volante que me había dado el médico. La enfermera miró ese papel lleno de marcas y luego me miró a mí con el respeto que se reserva a los agonizantes.
-Ven, cariño, siéntate aquí -me dijo.
-¿Por qué me hablas así?
-No te hablo de ninguna manera, cielo.
-¡Que no me estoy muriendo!
-Claro que no, claro que no. Es muy importante mantener el optimismo.
Y a continuación me sacó sangre como para alimentar a varios vampiros durante toda su vida inmortal.Así, sin exagerar.
Unos días más tarde fui a la consulta del médico de cabecera para que me diera los resultados.
-Lorz, -me dijo-, todo está dentro de los parámetros normales, pero hay varias cosas que están en el límite y eso me preocupa.
-¿Y eso por qué?
-Bueno, pueden ser indicios de una infección. O diabetes. O hígado graso. O de que ibas a estar con el periodo...
-No me diga: O malaria. O dengue. O fiebregrís.
-No digas bobadas.
-Bueno, entonces, ¿qué hacemos? ¿Repetimos las pruebas?
-No, no. No hace falta. Lo mejor es que hagas dieta sana y mucho ejercicio.
-¿Y eso?
-Bueno, si tienes diabetes o hígado graso, te irá bien. Y si no -me miró de arriba a abajo-, tampoco te va a ir mal.
Al final todo se reduce a llamarme gorda.
15 noviembre 2014
Sobre la ExpoTesla
Lo más interesante que me ha pasado esta semana (y probablemente en los últimos seis meses, también) no os la puedo contar. Al menos hasta que pasen cinco años y haya prescrito.
Pero también he estado en la exposición de Tesla, y eso sí os lo puedo contar.
Nikola Tesla era un señor serbio, aunque nació en Croacia y tenía nacionalidad estadounidense porque los serbios son así: nacen donde les da la gana.
Antes de ser señor fue niño. Niño jodón, para más señas. Un día estaba acariciando su gato y saltaron chispas (imaginaros el sobe que le estaría dando al pobre bicho): así fue como empezó a interesarse por la electricidad.
De sobar gatos a convertirse en padre de la electricidad hay solo un paso, aunque, solo para dejarlo claro, Tesla no inventó la electricidad: lo que inventó fue un sistema para aprovecharla. Lo sé porque lo he preguntado. No os puedo dar más detalles, porque mis conocimientos de electricidad son los justos para saber que si pulso un interruptor la luz del baño se enciende. Y ya.
Tesla inventó muchísimas cosas. De hecho, estaba tan ocupado inventando que muchas veces se olvidaba de patentar, así que de vez en cuando llegaba un listo, registraba en invento como suyo y se forraba.
Y como además Tesla era un poco...snob, prepotente, columbosexual, gordofóbico, proeugenesia, ...particular, poco a poco fue quedándose solo y olvidado.
Entonces llegaron los frikis.
¿Hay algo que le guste más a un friki que un genio un poco maniático maltratado por una sociedad que le odia y teme?
Vale, sí, las tetas, pero no me cambiéis de tema ahora.
El fenómeno Tesla ha ido creciendo los últimos años, hasta ser lo bastante grande como para que la Fundación Telefónica le dedique una exposición.
La inauguración fue este miércoles, y allí fuimos Zarajota y yo, con la esperanza de que hubiera croquetas.
-Pase lo que pase, intenta no tirarle a nadie una gamba -le dije.
-Y tú intenta no enseñarle a nadie la hucha.
Zarajota es que es así: no perdona una.
Primero hubo una presentación y luego nos dieron jamondelgüeno y champán.
-No hay gambas -dijo Zarajota. Parecía decepcionado y todo.
Después nos dejaron subir a la exposición, pero casi no pudimos ver nada porque yo había quedado y tenía que encontrarme allí con varias personas. Hasta ahí, bien.
El problema es que no las había visto nunca, y no tenía ni idea de su aspecto.
Eso dificultaba un poco el tema.
-¡Tengo una idea!
-¿Vas a llamarles por teléfono y preguntarles dónde están?
-¡No digas bobadas! Voy a hacerles un google y ver si hay alguna foto suya.
-¿Y luego qué? ¿Vas a ir persona por persona mirando si se parecen a su foto de perfil de facebook?
-¿A que es una idea GENIAL?
-Creo que necesito más champán.
Que ya me dirás a qué venía eso, pero es que Zarajota es así, todo YO, YO, YO.
Así que fui por toda la expo pegando el móvil a la cara de la gente.
-No, tú no eres. Tú tampoco. ¿A ver, tú? ¿Te importa ponerte de perfil? No, tú tampoco eres.
Cuando llevaba un rato la gente empezó a mirarnos raro y tuvimos que irnos.
-¿Se te ha ocurrido -sugirió Zarajota-, que quizá estas personas no quieran verte a ti?
Pues va a ser eso, sí.
Pero también he estado en la exposición de Tesla, y eso sí os lo puedo contar.
Nikola Tesla era un señor serbio, aunque nació en Croacia y tenía nacionalidad estadounidense porque los serbios son así: nacen donde les da la gana.
Antes de ser señor fue niño. Niño jodón, para más señas. Un día estaba acariciando su gato y saltaron chispas (imaginaros el sobe que le estaría dando al pobre bicho): así fue como empezó a interesarse por la electricidad.
De sobar gatos a convertirse en padre de la electricidad hay solo un paso, aunque, solo para dejarlo claro, Tesla no inventó la electricidad: lo que inventó fue un sistema para aprovecharla. Lo sé porque lo he preguntado. No os puedo dar más detalles, porque mis conocimientos de electricidad son los justos para saber que si pulso un interruptor la luz del baño se enciende. Y ya.
Tesla inventó muchísimas cosas. De hecho, estaba tan ocupado inventando que muchas veces se olvidaba de patentar, así que de vez en cuando llegaba un listo, registraba en invento como suyo y se forraba.
Y como además Tesla era un poco...
Entonces llegaron los frikis.
¿Hay algo que le guste más a un friki que un genio un poco maniático maltratado por una sociedad que le odia y teme?
Vale, sí, las tetas, pero no me cambiéis de tema ahora.
El fenómeno Tesla ha ido creciendo los últimos años, hasta ser lo bastante grande como para que la Fundación Telefónica le dedique una exposición.
La inauguración fue este miércoles, y allí fuimos Zarajota y yo, con la esperanza de que hubiera croquetas.
-Pase lo que pase, intenta no tirarle a nadie una gamba -le dije.
-Y tú intenta no enseñarle a nadie la hucha.
Zarajota es que es así: no perdona una.
Primero hubo una presentación y luego nos dieron jamondelgüeno y champán.
-No hay gambas -dijo Zarajota. Parecía decepcionado y todo.
Después nos dejaron subir a la exposición, pero casi no pudimos ver nada porque yo había quedado y tenía que encontrarme allí con varias personas. Hasta ahí, bien.
El problema es que no las había visto nunca, y no tenía ni idea de su aspecto.
Eso dificultaba un poco el tema.
-¡Tengo una idea!
-¿Vas a llamarles por teléfono y preguntarles dónde están?
-¡No digas bobadas! Voy a hacerles un google y ver si hay alguna foto suya.
-¿Y luego qué? ¿Vas a ir persona por persona mirando si se parecen a su foto de perfil de facebook?
-¿A que es una idea GENIAL?
-Creo que necesito más champán.
Que ya me dirás a qué venía eso, pero es que Zarajota es así, todo YO, YO, YO.
Así que fui por toda la expo pegando el móvil a la cara de la gente.
-No, tú no eres. Tú tampoco. ¿A ver, tú? ¿Te importa ponerte de perfil? No, tú tampoco eres.
Cuando llevaba un rato la gente empezó a mirarnos raro y tuvimos que irnos.
-¿Se te ha ocurrido -sugirió Zarajota-, que quizá estas personas no quieran verte a ti?
Pues va a ser eso, sí.
07 noviembre 2014
[una ordinariez]
En cuanto Bebé-chan empezó a hablar (más o menos) todo el mundo nos advirtió.
-Tened cuidado con lo que decís en casa, que los niños lo repiten todo.
Mi padre estaba especialmente ilusionado con la idea.
-Sí, sí, porque yo me sé de UNA -UNA soy yo, por si os habéis perdido en la sutileza del argumento-, que un día entró en casa de los abuelos y les soltó "mi papá llama a mi mamá [una ordinariez]".
A mi padre le encanta esa anécdota, porque la tiene catalogada como "Anécdota Humillante de la Infancia de Lorz" (o de UNA, para que no os confundáis).
Yo le digo que la anécdota es humillante, eso seguro, pero que no está tan claro para quién.
-¿Llamabas a mamá [una ordinariez]? -le pregunté.
-Sí.
-Tu padre es que siempre ha sido muy romántico -dijo mi madre.
-¿Y tú le dejabas?
-¿Qué iba a hacer?
-No sé, si Zarajota me llamara [una ordinariez] a mí le partiría la cara así con el canto la mano.
Generalmente no soy partidaria de la violencia conyugal, pero todos tenemos nuestros límites.
-Claro, claro. Como si Zarajota no te llamara cosas a ti.
-¡No es lo mismo!
En los momentos de intimidad en los que se deja llevar por el romanticismo, Zarajota me llama cieliamor.
Sin duda es sonrojante, pero si un día Bebé-chan llega a la guardería y dice a voz en grito:
-¡¡¡MI PAPÁ LLAMA A MI MAMÁ CIELIAMOR!!!
Pensarán que somos unos cursis, no que hay que llamar a los servicios sociales.
Creo.
-Además, padre no te lo decía en los momentos de intimidad: te lo decía delante de tus tres hijos.
-No, no, mujer, eso era antes de que Hermano Pequeño naciera -se ve que después se le quitaron las ganas de [una ordinariez]-. Erais muy pequeñitos.
-¡Peor me lo pones!
-Los niños de esa edad no se enteran.
A ver, en qué quedamos: ¿se enteran o no se enteran?
Una tarde dejamos a Bebé-chan con los abuelos. Y cuando fuimos a por ella, le pregunté:
-¿Te lo has pasado bien con los abuelos?
-¡TIIII!
-¿Qué habéis hecho?
-BUELA DICE "¡CALLA!". BUELO DICE "¡CALLA TÚ!"
Hay que ver cómo ha evolucionado [una ordinariez] en treinta y cinco años de matrimonio.
Ch*ch*loco.
Lo siento, papá, se me ha vuelto a escapar.
Es como un tic nervioso que tengo.
-Tened cuidado con lo que decís en casa, que los niños lo repiten todo.
Mi padre estaba especialmente ilusionado con la idea.
-Sí, sí, porque yo me sé de UNA -UNA soy yo, por si os habéis perdido en la sutileza del argumento-, que un día entró en casa de los abuelos y les soltó "mi papá llama a mi mamá [una ordinariez]".
A mi padre le encanta esa anécdota, porque la tiene catalogada como "Anécdota Humillante de la Infancia de Lorz" (o de UNA, para que no os confundáis).
Yo le digo que la anécdota es humillante, eso seguro, pero que no está tan claro para quién.
-¿Llamabas a mamá [una ordinariez]? -le pregunté.
-Sí.
-Tu padre es que siempre ha sido muy romántico -dijo mi madre.
-¿Y tú le dejabas?
-¿Qué iba a hacer?
-No sé, si Zarajota me llamara [una ordinariez] a mí le partiría la cara así con el canto la mano.
Generalmente no soy partidaria de la violencia conyugal, pero todos tenemos nuestros límites.
-Claro, claro. Como si Zarajota no te llamara cosas a ti.
-¡No es lo mismo!
En los momentos de intimidad en los que se deja llevar por el romanticismo, Zarajota me llama cieliamor.
Sin duda es sonrojante, pero si un día Bebé-chan llega a la guardería y dice a voz en grito:
-¡¡¡MI PAPÁ LLAMA A MI MAMÁ CIELIAMOR!!!
Pensarán que somos unos cursis, no que hay que llamar a los servicios sociales.
Creo.
-Además, padre no te lo decía en los momentos de intimidad: te lo decía delante de tus tres hijos.
-No, no, mujer, eso era antes de que Hermano Pequeño naciera -se ve que después se le quitaron las ganas de [una ordinariez]-. Erais muy pequeñitos.
-¡Peor me lo pones!
-Los niños de esa edad no se enteran.
A ver, en qué quedamos: ¿se enteran o no se enteran?
Una tarde dejamos a Bebé-chan con los abuelos. Y cuando fuimos a por ella, le pregunté:
-¿Te lo has pasado bien con los abuelos?
-¡TIIII!
-¿Qué habéis hecho?
-BUELA DICE "¡CALLA!". BUELO DICE "¡CALLA TÚ!"
Hay que ver cómo ha evolucionado [una ordinariez] en treinta y cinco años de matrimonio.
Ch*ch*loco.
Lo siento, papá, se me ha vuelto a escapar.
Es como un tic nervioso que tengo.
31 octubre 2014
Halloween 2014
La Vieja y Malvada Bruja se sentía un poco sola últimamente.
Quizá una mascota me haría compañía, pensó, así que se fue a lo más alto de la más alta torre y secuestró a un dragón.
Había allí también una princesa, y no le hubiera importado quedársela también como mascota, pero empezó a hacer muchos aspavientos, y a darle besos y abrazos y a ponerse a sus pies y a agradecerle que la hubiera salvado de tan horrible monstruo. La bruja se lo pensó menor y decidió llevársela, sí, pero para merendar por el camino.
El dragón, que dijo llamarse Molón, se adaptó perfectamente a la vida en la cabaña de la bruja:
El dragón Molón
Se levanta con ilusión
Desayuna cacao
Para hacerse mayor
Va a la guarde muy contento
A aprender un montón
A la hora de comer
Usa siempre tenedor
Termina y duerme una siesta
Tumbadito en su colchón
Por la tarde sale al parque
A jugar con un balón
Va después directo al baño
Con espuma de jabón
Cena mucho y toma leche
Que se bebe de un tirón
Y a la cama, que ya es hora
Ten dulces sueños, mi amor
Me estoy ablandando, piensa la Vieja y Malvada Bruja mientras calienta en el microondas unos restos de princesa que se ha encontrado en la nevera.
Quizá una mascota me haría compañía, pensó, así que se fue a lo más alto de la más alta torre y secuestró a un dragón.
Había allí también una princesa, y no le hubiera importado quedársela también como mascota, pero empezó a hacer muchos aspavientos, y a darle besos y abrazos y a ponerse a sus pies y a agradecerle que la hubiera salvado de tan horrible monstruo. La bruja se lo pensó menor y decidió llevársela, sí, pero para merendar por el camino.
El dragón, que dijo llamarse Molón, se adaptó perfectamente a la vida en la cabaña de la bruja:
El dragón Molón
Se levanta con ilusión
Desayuna cacao
Para hacerse mayor
Va a la guarde muy contento
A aprender un montón
A la hora de comer
Usa siempre tenedor
Termina y duerme una siesta
Tumbadito en su colchón
Por la tarde sale al parque
A jugar con un balón
Va después directo al baño
Con espuma de jabón
Cena mucho y toma leche
Que se bebe de un tirón
Y a la cama, que ya es hora
Ten dulces sueños, mi amor
Me estoy ablandando, piensa la Vieja y Malvada Bruja mientras calienta en el microondas unos restos de princesa que se ha encontrado en la nevera.
25 octubre 2014
La maldición de los calzoncillos
ZaraJota™ tiene unos calzoncillos de Star Wars. Se los trajeron los Reyes Majos de Andalucía hace un par de años, y son muy bonitos: de color negro con cascos de soldado imperial estampados.
Súpersexis.
Los calzoncillos de Star Wars tienen muchas ventajas.
Para empezar, se le quedan muy pegaditos al pompis. También son muy suaves, y entre una cosa y otra, cuando se los pone se le caen los pantalones y los lleva asomando, en plan modelo de lencería de Calvin Klein, si los modelos de Calvin Klein llevaran calzoncillos de Star Wars en vez de... bueno, calzoncillos de Calvin Klein. Pero lo mejor es cuando los usa para dormir, porque son súpersuavitos y es muy relajante tocarle el pompis así como quien no quiere la cosa.
Por desgracia, los calzoncillos de Star Wars también esconden un oscuro secreto.
-Estos calzoncillos están malditos -me dijo un día ZaraJota™-, cuando me los pongo nunca jugamos al parchís.
-Hombre, tienes muchos calzoncillos, no les puede tocar siempre a todos.
-Que no, que no, estos son los únicos con los que nunca hemos jugado al parchís.
-No me lo puedo creer. ¿Hemos jugado al parchís con los calzoncillos de Spiderman?
ZaraJota™ tiene unos calzoncillos de Spiderman. Son rojos y azules y llevan impresa la máscara de Spiderman en... bueno, os ahorro los detalles.
-Sí, hasta con esos. Con todos menos con estos. Hemos estado a punto muchas veces, pero en el último minuto surge algo, y nos quedamos con las ganas, o peor, a medias.
-No puede ser.
-¿Te acuerdas de cuando estábamos jugando al parchís y tu madre se presentó en casa?
-Sí.
-Calzoncillos de Star Wars.
-Jo.
-¿Te acuerdas de cuando estábamos jugando al parchís y Bebé-chan empezó a llorar, y fuiste a calmarla y te devolvió encima, y la soltaste en nuestra cama para cambiarte y volvió a devolver, y la cogí en brazos para que cambiaras las sábanas y volvió a devolver, y acabamos teniendo que pintar todo el piso?
-Sí.
-Calzoncillos de Star Wars.
-Vale, me has convencido: los calzoncillos están malditos.
Aunque lo que de verdad me preocupaba era cómo lo sabía ZaraJota™. ¿Lleva un diario en el que anota cuándo jugamos al parchís y que calzoncillos llevaba puestos? ¿O pone marcas en los calzoncillos?
-Tenemos que romper la maldición -dijo.
Ahora es cuando la cosa se pone ridícula.
Más ridícula, quiero decir.
-¡Hoy tenemos que jugar al parchís! -decía ZaraJota™.
-¿Hoy? Si tenemos diarrea, apenas nos mantenemos en pie, y Bebé-chan ha dormido tres horas de siesta y va a estar dando saltos en la cama hasta el amanecer...
-Lo sé, lo sé, ¡pero llevo puestos los calzoncillos de Star Wars y tenemos que romper la maldición!
O, por el contrario:
-Oye, ZaraJota™, ¿te apetece jugar al parchís un ratito?
-Ni hablar, ¡los calzoncillos de Star Wars están en la lavadora!
Ogino habría estado muy orgulloso de nosotros.
Pues bien, la semana pasada fue el tercer aniversario del musical de El Rey León en Madrid. Como ZaraJota™ fue uno de los 10 primeros en comprar entradas para el día del estreno, la productora tuvo el detalle de invitarnos a asistir a la función. Nos enseñaron el backstage, nos dieron canapés, y al final de la representación, ZaraJota™ subió al escenario para cantar el cumpleaños feliz.
¿Y esto qué tiene que ver?
Absolutamente nada, es solo por presumir.
Para que pudiéramos ir al teatro, Bebé-chan se quedó a dormir en casa de los abuelos.
-Podemos aprovechar para jugar al parchís -le dije a ZaraJota™.
-No lo creo. Seguro que llegamos a casa tarde y cansados.
-Menudo espíritu, chaval.
-Además, llevo puestos los calzoncillos de Star Wars.
Jo.
Al día siguiente, ZaraJota™ estaba pletórico.
-¿Te lo pasaste bien ayer? -le pregunté.
-Mucho, mucho.
-El backstage molaba millones.
-Sí, es una pasada.
-Y lo de subir al escenario, ¿eh?
-Sí, sí, es impresionante, cantar sobre el escenario, con tanta gente aplaudiendo...
-¿Qué fue lo que más te gustó?
ZaraJota™ se lo pensó un momento.
-¡Que rompimos la maldición de los calzoncillos de Star Wars!
Está bien: creo que alguien necesita redefinir sus prioridades...
Súpersexis.
Los calzoncillos de Star Wars tienen muchas ventajas.
Para empezar, se le quedan muy pegaditos al pompis. También son muy suaves, y entre una cosa y otra, cuando se los pone se le caen los pantalones y los lleva asomando, en plan modelo de lencería de Calvin Klein, si los modelos de Calvin Klein llevaran calzoncillos de Star Wars en vez de... bueno, calzoncillos de Calvin Klein. Pero lo mejor es cuando los usa para dormir, porque son súpersuavitos y es muy relajante tocarle el pompis así como quien no quiere la cosa.
Por desgracia, los calzoncillos de Star Wars también esconden un oscuro secreto.
-Estos calzoncillos están malditos -me dijo un día ZaraJota™-, cuando me los pongo nunca jugamos al parchís.
-Hombre, tienes muchos calzoncillos, no les puede tocar siempre a todos.
-Que no, que no, estos son los únicos con los que nunca hemos jugado al parchís.
-No me lo puedo creer. ¿Hemos jugado al parchís con los calzoncillos de Spiderman?
ZaraJota™ tiene unos calzoncillos de Spiderman. Son rojos y azules y llevan impresa la máscara de Spiderman en... bueno, os ahorro los detalles.
-Sí, hasta con esos. Con todos menos con estos. Hemos estado a punto muchas veces, pero en el último minuto surge algo, y nos quedamos con las ganas, o peor, a medias.
-No puede ser.
-¿Te acuerdas de cuando estábamos jugando al parchís y tu madre se presentó en casa?
-Sí.
-Calzoncillos de Star Wars.
-Jo.
-¿Te acuerdas de cuando estábamos jugando al parchís y Bebé-chan empezó a llorar, y fuiste a calmarla y te devolvió encima, y la soltaste en nuestra cama para cambiarte y volvió a devolver, y la cogí en brazos para que cambiaras las sábanas y volvió a devolver, y acabamos teniendo que pintar todo el piso?
-Sí.
-Calzoncillos de Star Wars.
-Vale, me has convencido: los calzoncillos están malditos.
Aunque lo que de verdad me preocupaba era cómo lo sabía ZaraJota™. ¿Lleva un diario en el que anota cuándo jugamos al parchís y que calzoncillos llevaba puestos? ¿O pone marcas en los calzoncillos?
-Tenemos que romper la maldición -dijo.
Ahora es cuando la cosa se pone ridícula.
Más ridícula, quiero decir.
-¡Hoy tenemos que jugar al parchís! -decía ZaraJota™.
-¿Hoy? Si tenemos diarrea, apenas nos mantenemos en pie, y Bebé-chan ha dormido tres horas de siesta y va a estar dando saltos en la cama hasta el amanecer...
-Lo sé, lo sé, ¡pero llevo puestos los calzoncillos de Star Wars y tenemos que romper la maldición!
O, por el contrario:
-Oye, ZaraJota™, ¿te apetece jugar al parchís un ratito?
-Ni hablar, ¡los calzoncillos de Star Wars están en la lavadora!
Ogino habría estado muy orgulloso de nosotros.
Pues bien, la semana pasada fue el tercer aniversario del musical de El Rey León en Madrid. Como ZaraJota™ fue uno de los 10 primeros en comprar entradas para el día del estreno, la productora tuvo el detalle de invitarnos a asistir a la función. Nos enseñaron el backstage, nos dieron canapés, y al final de la representación, ZaraJota™ subió al escenario para cantar el cumpleaños feliz.
¿Y esto qué tiene que ver?
Absolutamente nada, es solo por presumir.
Para que pudiéramos ir al teatro, Bebé-chan se quedó a dormir en casa de los abuelos.
-Podemos aprovechar para jugar al parchís -le dije a ZaraJota™.
-No lo creo. Seguro que llegamos a casa tarde y cansados.
-Menudo espíritu, chaval.
-Además, llevo puestos los calzoncillos de Star Wars.
Jo.
Al día siguiente, ZaraJota™ estaba pletórico.
-¿Te lo pasaste bien ayer? -le pregunté.
-Mucho, mucho.
-El backstage molaba millones.
-Sí, es una pasada.
-Y lo de subir al escenario, ¿eh?
-Sí, sí, es impresionante, cantar sobre el escenario, con tanta gente aplaudiendo...
-¿Qué fue lo que más te gustó?
ZaraJota™ se lo pensó un momento.
-¡Que rompimos la maldición de los calzoncillos de Star Wars!
Está bien: creo que alguien necesita redefinir sus prioridades...
17 octubre 2014
Gazpacho asesino
A Bebé-chan le gustan los peces.
Creo que la culpa es de la Tita del Puerto, que le regaló unos peces de plástico para jugar en la bañera que le encantaron y sigue usando todos los días.
Bebé-chan, no la Tita.
El año pasado estuvimos en Valencia y la llevamos al Oceanogràfic.
La enana apenas se mantenía en pie sobre sus patitas gordezuelas, pero se pegaba al cristal de los acuarios con la boca abierta:
-¡OOOOOH! ¡PEEEES!
Todavía ahora, cuando vamos al supermercado, la pescadería es parada obligatoria:
-¡HOLA PES! -le grita al pescado cuando llegamos-. ¡ADIOS PES! -le grita al pescado cuando nos vamos.
Y hace un mes o así, fui a la tienda de animales para comprar un pez, y me volví con dos, porque el dependiente me dijo que uno solo se estresaría. Luego miró a Bebé-chan, que estaba aporreando el cristal del acuario al grito de "¡UN PES! ¡UN PES!" y añadió que se iban a estresar de todas maneras, y que mejor me llevaba también algo para que se escondieran dentro.
Los peces, uno rojo y otro amarillo, se adaptaron bien a nuestra casa. Parecía que se llevaban bien entre ellos, pero cuando ya habían pasado varios días, el pez amarillo desapareció.
-Qué c*ñ*...
Apareció detrás del filtro,muerto con un billete para Ratónpolis.
En la tienda me habían dicho que tenían garantía, y que si algunose moría se iba a Ratónpolis solo tenía que llevar el cadáver el billete y me darían otro. Pero no podía acercarme a la tienda hasta la semana siguiente.
-¿Qué hago? -le pregunté a Zarajota-, ¿lo congelo hasta que podamos ir?
-¿Los peces se pueden congelar?
-Claro, para el anisakis.
Zarajota votó por no congelar el pez.
-Que no, que no, que me recuerda al gato de tu tía.
~~~~~~~
Flashback
~~~~~~~
Mi tía tenía un gato y se murió.
El gato, no mi tía.
Como tenía un horario de trabajo muy complicado no pudo ocuparse del cadáver de inmediato y claro, ¿qué iba a hacer con un gato muerto en casa tres o cuatro días?
Pues congelarlo.
Luego lo metió en una caja de corcho blanco, porque tenía que coger el tren y no era plan de que el gato de descongelara por el camino.
Se ve que pierden propiedades o algo.
Después de largas peripecias llegó con el gato congelado a Las Vegas, donde lo enterró y después plantó un pino.
Ahora que habéis visualizado a mi tía volando a Estados Unidos para enterrar al gato y después cagarse sobre su tumba, será mejor que aclare que Las Vegas es el nombre de un cortijo y que lo que plantó sobre la tumba fue un arbusto, no un cagarro, que mi tía es muy fina para sus cosas.
~~~~~~~~~
Flashforward
~~~~~~~~~
Debido al trauma de Zarajota tuvimos que tirar al pez por el váter.
-El váter es la entrada a Ratónpolis -dijo Zarajota, sin pensar en que puede llegar el día en que Bebé-chan decida enviar nuestros teléfonos a Ratónpolis.
En cuanto pude fui a la tienda y me compré otro pez rojo. Ya que no los podíamos distinguir por el color les pusimos nombres: Gazpacho (el que ya teníamos) y Flamenquín (el nuevo).
Gazpacho y Flamenquín parecían llevarse bien, aunque a veces Gazpacho golpeaba repetidas veces a Flamenquín hasta que lo arrinconaba para no dejarlo comer pero bueno eso son cosas normales entre colegas, ¿verdad? ¿verdad? ¿VERDAD?
Un día, Flamenquín desapareció.
Lo encontramos más tarde, muerto, debajo de su refugio.
-Gazpacho lo ha matado -dije.
-Anda ya. Se habrá muerto él solo. Los peces tienen esa costumbre.
-Que no, que si se hubiera muerto solo habría aparecido flotando panza arriba. Gazpacho lo ha matado, ¡y luego ha escondido el cadáver!
Ya no compré más peces. Gazpacho parecía feliz estando solo. Muy feliz. MUY MUY MUY feliz.
-¿Ves? -le dije a Zarajota-. No solo los mata: además disfruta.
-Por última vez: los peces de colores no se matan entre ellos.
-Pues a lo mejor era un pez transgénero. Piraña por dentro, pez de colores por fuera, mirándose al espejo sin reconocerse a sí mismo...
-No como tú, que eres tonta por dentro, tonta por fuera, y encima se te ve en la cara perfectamente.
Zarajota es que es así: te lanza indirectas y no sabes cómo interpretarlas.
Pronto descubrimos que, además de un asesino, Gazpacho era un guarro. En filtro no daba abasto y cada pocos días le tenía que limpiar el acuario. Y en una de las veces, Gazpacho se me cayó.
-¡AAAAAAARG! -grité.
-¿QUÉ PASA? -gritó Zarajota.
-¡EL PEZ! ¡EL PEZ! ¡EL PEEEEEEEZ!
El pez se había caído al fregadero, el fregadero estaba lleno de espuma porque acababa de limpiar el acuario y el desagüe no va bien, y no podíamos ver nada.
-¡ECHA AGUA!
Abrí el grifo al máximo para que cayera agua (probablemente caliente), y por fin vimos al pez atascado en la rejilla del desagüe.
-¡CÓGELO!
-¡NO ME ATREVO! ¡PODRÍA HACERLE DAÑO!
-¿MÁS DEL QUE YA LE HAS HECHO?
Ante semejante argumento no me quedó más remedio que coger al pez y devolverlo a la pecera.
El pez parecía estar bien.
Bueno, no. Parecía que le hubieran dado una paliza.
Bueno, no. Se la habíamos dado.
Al principio parecía que nadaba, luego nos dimos cuenta de que solo nadaba en círculos, y acabó nadando en círculos panza arriba.
El espectáculo era lamentable, y pensamos endarle matarile agilizar su viaje a Ratónpolis, pero ninguno de los dos era capaz de sacarlo del agua así, a sangre fría, así que el pobre bicho siguió nadando en círculos cada vez más despacio hasta que paró.
Zarajota se ocupó detirarlo por el váter enviarlo a Ratónpolis.
-Jo, que pena -le dije.
-Lo sé, lo sé.
-Aunque fuera un asesino, yo quería mucho a mi pez.
-¡No era un asesino!
-Mató dos peces.
-Tú has matado uno.
De verdad que es que cuando empieza con insinuaciones soy incapaz de seguirle.
Creo que la culpa es de la Tita del Puerto, que le regaló unos peces de plástico para jugar en la bañera que le encantaron y sigue usando todos los días.
Bebé-chan, no la Tita.
El año pasado estuvimos en Valencia y la llevamos al Oceanogràfic.
La enana apenas se mantenía en pie sobre sus patitas gordezuelas, pero se pegaba al cristal de los acuarios con la boca abierta:
-¡OOOOOH! ¡PEEEES!
Todavía ahora, cuando vamos al supermercado, la pescadería es parada obligatoria:
-¡HOLA PES! -le grita al pescado cuando llegamos-. ¡ADIOS PES! -le grita al pescado cuando nos vamos.
Y hace un mes o así, fui a la tienda de animales para comprar un pez, y me volví con dos, porque el dependiente me dijo que uno solo se estresaría. Luego miró a Bebé-chan, que estaba aporreando el cristal del acuario al grito de "¡UN PES! ¡UN PES!" y añadió que se iban a estresar de todas maneras, y que mejor me llevaba también algo para que se escondieran dentro.
Los peces, uno rojo y otro amarillo, se adaptaron bien a nuestra casa. Parecía que se llevaban bien entre ellos, pero cuando ya habían pasado varios días, el pez amarillo desapareció.
-Qué c*ñ*...
Apareció detrás del filtro,
En la tienda me habían dicho que tenían garantía, y que si alguno
-¿Qué hago? -le pregunté a Zarajota-, ¿lo congelo hasta que podamos ir?
-¿Los peces se pueden congelar?
-Claro, para el anisakis.
Zarajota votó por no congelar el pez.
-Que no, que no, que me recuerda al gato de tu tía.
~~~~~~~
Flashback
~~~~~~~
Mi tía tenía un gato y se murió.
El gato, no mi tía.
Como tenía un horario de trabajo muy complicado no pudo ocuparse del cadáver de inmediato y claro, ¿qué iba a hacer con un gato muerto en casa tres o cuatro días?
Pues congelarlo.
Luego lo metió en una caja de corcho blanco, porque tenía que coger el tren y no era plan de que el gato de descongelara por el camino.
Se ve que pierden propiedades o algo.
Después de largas peripecias llegó con el gato congelado a Las Vegas, donde lo enterró y después plantó un pino.
Ahora que habéis visualizado a mi tía volando a Estados Unidos para enterrar al gato y después cagarse sobre su tumba, será mejor que aclare que Las Vegas es el nombre de un cortijo y que lo que plantó sobre la tumba fue un arbusto, no un cagarro, que mi tía es muy fina para sus cosas.
~~~~~~~~~
Flashforward
~~~~~~~~~
Debido al trauma de Zarajota tuvimos que tirar al pez por el váter.
-El váter es la entrada a Ratónpolis -dijo Zarajota, sin pensar en que puede llegar el día en que Bebé-chan decida enviar nuestros teléfonos a Ratónpolis.
En cuanto pude fui a la tienda y me compré otro pez rojo. Ya que no los podíamos distinguir por el color les pusimos nombres: Gazpacho (el que ya teníamos) y Flamenquín (el nuevo).
Gazpacho y Flamenquín parecían llevarse bien, aunque a veces Gazpacho golpeaba repetidas veces a Flamenquín hasta que lo arrinconaba para no dejarlo comer pero bueno eso son cosas normales entre colegas, ¿verdad? ¿verdad? ¿VERDAD?
Un día, Flamenquín desapareció.
Lo encontramos más tarde, muerto, debajo de su refugio.
-Gazpacho lo ha matado -dije.
-Anda ya. Se habrá muerto él solo. Los peces tienen esa costumbre.
-Que no, que si se hubiera muerto solo habría aparecido flotando panza arriba. Gazpacho lo ha matado, ¡y luego ha escondido el cadáver!
Ya no compré más peces. Gazpacho parecía feliz estando solo. Muy feliz. MUY MUY MUY feliz.
-¿Ves? -le dije a Zarajota-. No solo los mata: además disfruta.
-Por última vez: los peces de colores no se matan entre ellos.
-Pues a lo mejor era un pez transgénero. Piraña por dentro, pez de colores por fuera, mirándose al espejo sin reconocerse a sí mismo...
-No como tú, que eres tonta por dentro, tonta por fuera, y encima se te ve en la cara perfectamente.
Zarajota es que es así: te lanza indirectas y no sabes cómo interpretarlas.
Pronto descubrimos que, además de un asesino, Gazpacho era un guarro. En filtro no daba abasto y cada pocos días le tenía que limpiar el acuario. Y en una de las veces, Gazpacho se me cayó.
-¡AAAAAAARG! -grité.
-¿QUÉ PASA? -gritó Zarajota.
-¡EL PEZ! ¡EL PEZ! ¡EL PEEEEEEEZ!
El pez se había caído al fregadero, el fregadero estaba lleno de espuma porque acababa de limpiar el acuario y el desagüe no va bien, y no podíamos ver nada.
-¡ECHA AGUA!
Abrí el grifo al máximo para que cayera agua (probablemente caliente), y por fin vimos al pez atascado en la rejilla del desagüe.
-¡CÓGELO!
-¡NO ME ATREVO! ¡PODRÍA HACERLE DAÑO!
-¿MÁS DEL QUE YA LE HAS HECHO?
Ante semejante argumento no me quedó más remedio que coger al pez y devolverlo a la pecera.
El pez parecía estar bien.
Bueno, no. Parecía que le hubieran dado una paliza.
Bueno, no. Se la habíamos dado.
Al principio parecía que nadaba, luego nos dimos cuenta de que solo nadaba en círculos, y acabó nadando en círculos panza arriba.
El espectáculo era lamentable, y pensamos en
Zarajota se ocupó de
-Jo, que pena -le dije.
-Lo sé, lo sé.
-Aunque fuera un asesino, yo quería mucho a mi pez.
-¡No era un asesino!
-Mató dos peces.
-Tú has matado uno.
De verdad que es que cuando empieza con insinuaciones soy incapaz de seguirle.
09 octubre 2014
Música en movimiento
A Bebé-chan le gusta tocar la guitarra.
No, empecemos por el principio.
Zarajota tiene una guitarra.
La tiene aunque no sabe tocar la guitarra ni tiene intención de aprender nunca; y la conserva año tras año a pesar de que no sabe tocar la guitarra ni tiene intención de aprender nunca y vivimos en un piso muy pequeño que cada vez se nos queda más pequeño, lo que me ha obligado a tirar mis apuntes de la universidad y vender gran parte de mis libros pero no pasa nada, que tu p*t* guitarra la guardamos, ¿eh?
Sin rencores.
Hace unos meses bajé la guitarra del altillopara tirarla, la saqué de la funda para asegurarme de que estaba dentro cuando la tirara y Bebé-chan la vio.
Se le pusieron los ojos como bolillas, trepó a la cama, se agarró a la guitarra como pudo y rasgó las cuerdas mientras cantaba:
-¡Ooooooh! ¡La-la-laaaa!
Como Zarajota no toca la guitarra (no sé si lo he mencionado antes), solo pudimos encontrar una explicación: que hubiera visto tocar la dichosa guitarra en la guarde.
-No -contestó la seño sin inmutarse lo más mínimo-. Aunque a veces hacemos air guitar.
Me quedé pasmada. Eso es un contenido curricular básico, y lo demás son tonterías.
Así que, en vez de tirar la guitarra, la hemos dejado a la vista de Bebé-chan. Se la damos cuando la pide. Ella se pone muy seria y la aporrea con mucho entusiasmo. Cuando vamos por la calle no se le escapa un músico callejero ni una funda de instrumento, le da lo mismo que sea de violín que de contrabajo.
-¡UNA QUITARRA! ¡UNA QUITARRA! -grita mientras señala, con mucha discreción.
Y ya que Zarajota no sabe tocar (¿lo había dicho antes?), hemos intentado buscar un profesor para la nena, sin mucho éxito, hasta que al final nos recomendaron que nos apuntáramos a clases de música en movimiento, que son clases en las que... bueno, hay música y hay movimiento.
El primer día fui muy ilusionada. Por desgracia, también fui muy tarde: cuando entramos en la clase el resto de papás, mamás y bebés ya estaban sentados en el suelo formando un círculo y haciendo... bueno, música en movimiento.
Hay niños que, cuando están en un lugar desconocido rodeados de personas desconocidas haciendo cosas desconocidas (léase ridículas) se asustan y lloran o se aferran a sus madres. Bebé-chan no. Bebé-chan levanta una ceja. Y esa ceja levantada, en éste caso, significaba: "madre, estoy rodeada de imbéciles, y TÚ eres uno de ellos".
Nos quitamos los zapatos y nos unimos a la clase: yo llena de entusiasmo y Bebé-chan con su ceja levantada. No puedo decir que la nena se lo pasara mal, en realidad participó en todo, muy seria y con la ceja cada vez más arriba, echándome reojos de "mira lo que me estás obligando a hacer", "me avergüenzo de que seas mi madre", y así, hasta que casi al final de la clase, después de cantar, bailar y tocar las maracas, los padres nos volvimos a sentar en el suelo con los churumbeles en las rodillas.
-Y ahora, ¿queréis que hagamos un juego? -dijo la monitora.
Bebé-chan se levantó con gran dignidad y me miró a los ojos.
-NO. NO QUERO. MAMÁ, VAMOS CALLE.
Todavía no sé qué estaba intentando decirme.
No, empecemos por el principio.
Zarajota tiene una guitarra.
La tiene aunque no sabe tocar la guitarra ni tiene intención de aprender nunca; y la conserva año tras año a pesar de que no sabe tocar la guitarra ni tiene intención de aprender nunca y vivimos en un piso muy pequeño que cada vez se nos queda más pequeño, lo que me ha obligado a tirar mis apuntes de la universidad y vender gran parte de mis libros pero no pasa nada, que tu p*t* guitarra la guardamos, ¿eh?
Sin rencores.
Hace unos meses bajé la guitarra del altillo
Se le pusieron los ojos como bolillas, trepó a la cama, se agarró a la guitarra como pudo y rasgó las cuerdas mientras cantaba:
-¡Ooooooh! ¡La-la-laaaa!
Como Zarajota no toca la guitarra (no sé si lo he mencionado antes), solo pudimos encontrar una explicación: que hubiera visto tocar la dichosa guitarra en la guarde.
-No -contestó la seño sin inmutarse lo más mínimo-. Aunque a veces hacemos air guitar.
Me quedé pasmada. Eso es un contenido curricular básico, y lo demás son tonterías.
Así que, en vez de tirar la guitarra, la hemos dejado a la vista de Bebé-chan. Se la damos cuando la pide. Ella se pone muy seria y la aporrea con mucho entusiasmo. Cuando vamos por la calle no se le escapa un músico callejero ni una funda de instrumento, le da lo mismo que sea de violín que de contrabajo.
-¡UNA QUITARRA! ¡UNA QUITARRA! -grita mientras señala, con mucha discreción.
Y ya que Zarajota no sabe tocar (¿lo había dicho antes?), hemos intentado buscar un profesor para la nena, sin mucho éxito, hasta que al final nos recomendaron que nos apuntáramos a clases de música en movimiento, que son clases en las que... bueno, hay música y hay movimiento.
El primer día fui muy ilusionada. Por desgracia, también fui muy tarde: cuando entramos en la clase el resto de papás, mamás y bebés ya estaban sentados en el suelo formando un círculo y haciendo... bueno, música en movimiento.
Hay niños que, cuando están en un lugar desconocido rodeados de personas desconocidas haciendo cosas desconocidas (léase ridículas) se asustan y lloran o se aferran a sus madres. Bebé-chan no. Bebé-chan levanta una ceja. Y esa ceja levantada, en éste caso, significaba: "madre, estoy rodeada de imbéciles, y TÚ eres uno de ellos".
Nos quitamos los zapatos y nos unimos a la clase: yo llena de entusiasmo y Bebé-chan con su ceja levantada. No puedo decir que la nena se lo pasara mal, en realidad participó en todo, muy seria y con la ceja cada vez más arriba, echándome reojos de "mira lo que me estás obligando a hacer", "me avergüenzo de que seas mi madre", y así, hasta que casi al final de la clase, después de cantar, bailar y tocar las maracas, los padres nos volvimos a sentar en el suelo con los churumbeles en las rodillas.
-Y ahora, ¿queréis que hagamos un juego? -dijo la monitora.
Bebé-chan se levantó con gran dignidad y me miró a los ojos.
-NO. NO QUERO. MAMÁ, VAMOS CALLE.
Todavía no sé qué estaba intentando decirme.
01 octubre 2014
#Cumplechan
El asunto del termo era especialmente importante porque se acercaba el cumpleaños de Bebé-chan y los cumpleaños de Bebé-chan están en proceso de convertirse en macrofiestas.
El año pasado, la madre de ZaraJota™, que vive en Barcelona, dijo que venía "porque es el primer cumpleaños, y cumplir un año es muy importante". Pensamos que tenía razón, y organizamos un cumpleaños estilo boda gitana, que empezó el viernes con fiesta en la guarde, continuó el sábado con toda la familia en el musical de El rey león y cena, y rematamos con un día salvaje en Faunia.
-Nunca más -le dije a ZaraJota™-, nunca más.
Pero este año la madre de ZaraJota™ dijo que venía "porque es el segundo cumpleaños, y cumplir dos años es muy importante".
-Nunca más -le dije a ZaraJota™-, nunca más.
Pero este año la madre de ZaraJota™ dijo que venía "porque es el segundo cumpleaños, y cumplir dos años es muy importante".
Empiezo a ver una pauta aquí...
-Pero no esperes gran cosa, ¿eh? -le advertimos-, solo una merienda tranquila, en casa.
Con mi familia, claro, porque la familia de ZaraJota™ vive en Barcelona, que no es que lo hayamos hecho aposta ni nada.
-Vale, vale, si es solo por ver a la niña -contestó la buena mujer.
Una semana antes del mágico evento, llamó la hermana de ZaraJota™.
-Que yo también voy.
-Vale, vale, pero no esperes gran cosa, ¿eh? -le advertimos-, solo una merienda tranquila, en casa.
Lo que pasa es que no estaba tan claro que la merienda fuera a ser tranquila, porque para entonces ya teníamos doce invitados, dos de ellos a pernoctar, cinco sillas y cero agua caliente.
-Nos apañaremos -le dije a ZaraJota™.
Mis padres nos prestaron taburetes, compramos vajilla de plástico y convertimos la merienda en un buffet libre de cucharada y paso atrás.
Y cuando parecíamos tenerlo todo controlado, una tarde, cuando llegué a casa, me encontré a ZaraJota™ sonriendo como un maníaco.
-¿Qué te pasa?
-Nada, ¿tiene que pasarme algo?
-Estás... sonriendo.
-Es que tengo una buena noticia que darte. JA. JA. JA.
-ZaraJota™, me estás asustando.
-Es que ha llamado mi hermano. Que dice que también viene.
-Ay...
-Con su mujer, y las niñas.
-Ay...
Lo siguiente que recuerdo es que ZaraJota™ me estaba dando de bofetadas.
-¡Reacciona, Lorz, reacciona!
-¡Y UNA MIERDA VOY A REACCIONAR! ¡SI ME ESTÁS TOÑANDO POR NO HACER NADA IMAGINA SI VOY Y REACCIONO!
-Es que te has quedado pallá...
-De la impresión. Pero ya está, no pasa nada. Solo somos dieciséis, nos apañaremos.
-Sí, sí, además mi hermano dice que no quiere molestar.
-Si no es molestia.
Es física. En concreto, física espacial.
-Se van a ir a un hotel a dormir.
-Pues ya que están, podían llevarse a tu madre con ellos.
Que no es por quitármela de encima, es que tiene setenta años y no está para dormir en un sofá.
-No, no puede, porque mi madre no sabe que vienen. Mi hermano quiere darle una sorpresa.
-Bueno, pues ya veremos cómo quedamos con ellos.
-No, no, mi hermano dice que no quieren quedar con nosotros. Que quiere que sea una sorpresa.
-Pero hombre, al menos vendrán al cumpleaños de la nena, ¿no?
-Sí, sí, a última hora o así. Es que quieren que sea una sorpresa.
Ya, ya, sorpresa. ¡Este lo que quiere es esconderse!
-Pero no esperes gran cosa, ¿eh? -le advertimos-, solo una merienda tranquila, en casa.
Con mi familia, claro, porque la familia de ZaraJota™ vive en Barcelona, que no es que lo hayamos hecho aposta ni nada.
-Vale, vale, si es solo por ver a la niña -contestó la buena mujer.
Una semana antes del mágico evento, llamó la hermana de ZaraJota™.
-Que yo también voy.
-Vale, vale, pero no esperes gran cosa, ¿eh? -le advertimos-, solo una merienda tranquila, en casa.
Lo que pasa es que no estaba tan claro que la merienda fuera a ser tranquila, porque para entonces ya teníamos doce invitados, dos de ellos a pernoctar, cinco sillas y cero agua caliente.
-Nos apañaremos -le dije a ZaraJota™.
Mis padres nos prestaron taburetes, compramos vajilla de plástico y convertimos la merienda en un buffet libre de cucharada y paso atrás.
Y cuando parecíamos tenerlo todo controlado, una tarde, cuando llegué a casa, me encontré a ZaraJota™ sonriendo como un maníaco.
-¿Qué te pasa?
-Nada, ¿tiene que pasarme algo?
-Estás... sonriendo.
-Es que tengo una buena noticia que darte. JA. JA. JA.
-ZaraJota™, me estás asustando.
-Es que ha llamado mi hermano. Que dice que también viene.
-Ay...
-Con su mujer, y las niñas.
-Ay...
Lo siguiente que recuerdo es que ZaraJota™ me estaba dando de bofetadas.
-¡Reacciona, Lorz, reacciona!
-¡Y UNA MIERDA VOY A REACCIONAR! ¡SI ME ESTÁS TOÑANDO POR NO HACER NADA IMAGINA SI VOY Y REACCIONO!
-Es que te has quedado pallá...
-De la impresión. Pero ya está, no pasa nada. Solo somos dieciséis, nos apañaremos.
-Sí, sí, además mi hermano dice que no quiere molestar.
-Si no es molestia.
Es física. En concreto, física espacial.
-Se van a ir a un hotel a dormir.
-Pues ya que están, podían llevarse a tu madre con ellos.
Que no es por quitármela de encima, es que tiene setenta años y no está para dormir en un sofá.
-No, no puede, porque mi madre no sabe que vienen. Mi hermano quiere darle una sorpresa.
-Bueno, pues ya veremos cómo quedamos con ellos.
-No, no, mi hermano dice que no quieren quedar con nosotros. Que quiere que sea una sorpresa.
-Pero hombre, al menos vendrán al cumpleaños de la nena, ¿no?
-Sí, sí, a última hora o así. Es que quieren que sea una sorpresa.
Ya, ya, sorpresa. ¡Este lo que quiere es esconderse!
28 septiembre 2014
El termo
Cuando volvimos de vacaciones empezó a pasar una cosa muy extraña: todas las noches, ponía mi teléfono móvil a cargar en el enchufe de la cocina, y todas las mañanas, cuando iba a buscarlo, estaba exactamente en el mismo sitio, pero en medio de un charco de agua.
-Creo que mi teléfono ya no controla los esfínteres -le expliqué a ZaraJota™.
ZaraJota™ tenía otra teoría.
-Creo que el termo pierde agua.
Revisamos el termo milímetro y milímetro y descubrimos que sí, debía tener un porito abierto en alguna parte, y de vez en cuando se escapaba una gotita.
-No pasa nada -dijimos-, le ponemos un cubo debajo y ya está.
Al día siguiente el termo supuraba por todas las junturas.
Caía agua a chorros por el termostato.
Caía agua a chorros por los mandos.
Caía agua a chorros por los remaches.
Caía agua a chorros... os ahorraré los detalles. Caía mucha agua. Por doquier.
-Creo que vamos a tener que comprar otro termo -dijo ZaraJota™. Es que es así, le encanta regodearse en lo obvio.
En la tienda nos dijeron que éramos muy afortunados porque habíamos elegido un modelo del que todavía estaba en existencia.
-Tardará solo dos semanas -nos anunciaron.
-¿Dos semanas? ¡Mierda! ¡Teníamos que haber elegido que no existiera!
Mientras llegaba el nuevo termo seguimos usando el antiguo. Lo teníamos apagado todo el día, y cuando llegábamos a casa poníamos debajo un cubo y lo encendíamos lo justo para ducharnos, y lo apagábamos justo después.
Por desgracia, tanto ZaraJota™ como yo tenemos trazas de trastorno obsesivo compulsivo, así que todos los días, según nos montábamos en el metro, empezábamos a mandarnos mensajes.
"Mierda, mierda, mierda, creo que me he dejado el termo encendido, mierda", decía ZaraJota™.
"No te preocupes, lo he apagado yo"
"¿Estás segura, Lorz? ¿Estás del todo segura?"
"Mierda, no. Voy a volver a comprobarlo"
Por supuesto, cuando llegaba a casa el termo estaba perfectamente apagado, y llegaba tarde a trabajar, que no es que a nadie le importe, pero aún así.
Mañana, me prometía a mí misma, lo comprobaré tres veces antes de salir.
Y eso hacía, pero de todas formas en cuanto llegaba al metro empezaba a pensar si de verdad lo había comprobado correctamente, y qué pasaba si no, y si no debería volver y comprobarlo una cuarta...
Hasta que un día me planté.
"Mierda, mierda, mierda, creo que me he dejado el termo encendido, mierda", dijo ZaraJota™.
"No te preocupes, lo he apagado yo"
"¿Estás segura, Lorz? ¿Estás del todo segura?"
"No, no lo estoy. Pero esto no puede seguir así. Si hoy lo compruebo cuatro veces, mañana querré comprobarlo cinco, pasado seis, y antes de que me dé cuenta estaré llamando tres veces a la puerta antes de entrar y desinfectándome las manos cada vez que alguien me toque. Así que no, no estoy segura, pero voy a confiar en mí misma, voy a confiar en que lo he hecho bien, y aunque me pase el día pensando que no lo he apagado, voy a decirme a mí misma que sí. Y cuando volvamos a casa esta tarde, no habrá pasado nada, porque estas dudas son solo estrategias de nuestro cerebro psicótico intentando tomar el control".
Por supuesto, cuando volvimos a casa se nos había inundado el salón.
Mierda...
-Bueno, no parece que haya salido mucha agua, ¿no? -le dije a ZaraJota™, justo antes de descubrir que
1- sí había salido más agua
2- estaba toda dentro de los muebles de la cocina
3- necesitaba un cubo, con urgencia
Las dos semanas de espera se nos hicieron larguísimas...
El final, una mañana, vino el técnico a instalarnos el termo nuevo.
Primero, con gran satisfacción por nuestra parte, desmontó el antiguo.
-¿Y esto para qué lo tienen? -nos preguntó, sosteniendo una pieza en la mano.
-Es una válvula reductora de presión -explicó ZaraJota™-. Tuvimos que instalarla porque el agua entra con mucha fuerza y hacía saltar el antiguo termo continuamente.
-¡Tonterías! ¡Esto no sirve para nada!
Y la desmontó.Luego colocó el termo nuevo.
-¿Ves? ¡Perfecto!
-Eh... está perdiendo agua por ahí.
ZaraJota™ es que es así: siempre se centra en los detalles sin importancia.
-Hombre, es muy poco... Lo único que tienes que hacer es poner un cubo.
No sé por qué, pero me da la impresión de que no hemos avanzado nada.
-Creo que mi teléfono ya no controla los esfínteres -le expliqué a ZaraJota™.
ZaraJota™ tenía otra teoría.
-Creo que el termo pierde agua.
Revisamos el termo milímetro y milímetro y descubrimos que sí, debía tener un porito abierto en alguna parte, y de vez en cuando se escapaba una gotita.
-No pasa nada -dijimos-, le ponemos un cubo debajo y ya está.
Al día siguiente el termo supuraba por todas las junturas.
Caía agua a chorros por el termostato.
Caía agua a chorros por los mandos.
Caía agua a chorros por los remaches.
Caía agua a chorros... os ahorraré los detalles. Caía mucha agua. Por doquier.
-Creo que vamos a tener que comprar otro termo -dijo ZaraJota™. Es que es así, le encanta regodearse en lo obvio.
En la tienda nos dijeron que éramos muy afortunados porque habíamos elegido un modelo del que todavía estaba en existencia.
-Tardará solo dos semanas -nos anunciaron.
-¿Dos semanas? ¡Mierda! ¡Teníamos que haber elegido que no existiera!
Mientras llegaba el nuevo termo seguimos usando el antiguo. Lo teníamos apagado todo el día, y cuando llegábamos a casa poníamos debajo un cubo y lo encendíamos lo justo para ducharnos, y lo apagábamos justo después.
Por desgracia, tanto ZaraJota™ como yo tenemos trazas de trastorno obsesivo compulsivo, así que todos los días, según nos montábamos en el metro, empezábamos a mandarnos mensajes.
"Mierda, mierda, mierda, creo que me he dejado el termo encendido, mierda", decía ZaraJota™.
"No te preocupes, lo he apagado yo"
"¿Estás segura, Lorz? ¿Estás del todo segura?"
"Mierda, no. Voy a volver a comprobarlo"
Por supuesto, cuando llegaba a casa el termo estaba perfectamente apagado, y llegaba tarde a trabajar, que no es que a nadie le importe, pero aún así.
Mañana, me prometía a mí misma, lo comprobaré tres veces antes de salir.
Y eso hacía, pero de todas formas en cuanto llegaba al metro empezaba a pensar si de verdad lo había comprobado correctamente, y qué pasaba si no, y si no debería volver y comprobarlo una cuarta...
Hasta que un día me planté.
"Mierda, mierda, mierda, creo que me he dejado el termo encendido, mierda", dijo ZaraJota™.
"No te preocupes, lo he apagado yo"
"¿Estás segura, Lorz? ¿Estás del todo segura?"
"No, no lo estoy. Pero esto no puede seguir así. Si hoy lo compruebo cuatro veces, mañana querré comprobarlo cinco, pasado seis, y antes de que me dé cuenta estaré llamando tres veces a la puerta antes de entrar y desinfectándome las manos cada vez que alguien me toque. Así que no, no estoy segura, pero voy a confiar en mí misma, voy a confiar en que lo he hecho bien, y aunque me pase el día pensando que no lo he apagado, voy a decirme a mí misma que sí. Y cuando volvamos a casa esta tarde, no habrá pasado nada, porque estas dudas son solo estrategias de nuestro cerebro psicótico intentando tomar el control".
Por supuesto, cuando volvimos a casa se nos había inundado el salón.
Mierda...
-Bueno, no parece que haya salido mucha agua, ¿no? -le dije a ZaraJota™, justo antes de descubrir que
1- sí había salido más agua
2- estaba toda dentro de los muebles de la cocina
3- necesitaba un cubo, con urgencia
Las dos semanas de espera se nos hicieron larguísimas...
El final, una mañana, vino el técnico a instalarnos el termo nuevo.
Primero, con gran satisfacción por nuestra parte, desmontó el antiguo.
-¿Y esto para qué lo tienen? -nos preguntó, sosteniendo una pieza en la mano.
-Es una válvula reductora de presión -explicó ZaraJota™-. Tuvimos que instalarla porque el agua entra con mucha fuerza y hacía saltar el antiguo termo continuamente.
-¡Tonterías! ¡Esto no sirve para nada!
Y la desmontó.Luego colocó el termo nuevo.
-¿Ves? ¡Perfecto!
-Eh... está perdiendo agua por ahí.
ZaraJota™ es que es así: siempre se centra en los detalles sin importancia.
-Hombre, es muy poco... Lo único que tienes que hacer es poner un cubo.
No sé por qué, pero me da la impresión de que no hemos avanzado nada.
21 septiembre 2014
Vacaciones 7 y ya
Previously...
Me duele la cabeza, ¿y a ti?
Cuando Bebé-chan tenía un año y medio o así empezó a hartarse de llevar "EL CACAS" (el pañal, en klingon) y a interesarse por cómo hacían pipí los mayores.
En concreto, cada vez que nos metíamos en el baño se ponía a aporrear la puerta gritando "MAMÁ CACA, MAMÁ CACA" hasta que no te quedaba más remedio que abrir, y luego se te quedaba mirando mientras hacías tus cosas, que no sé a vosotros, pero a mí me corta el rollo mogollón.
Después de estudiarnos durante una temporada, Bebé-chan puso en marcha su propia versión del proceso: ella seguía haciendo sus cosas en el pañal, y luego iba al baño, arrancaba trozos de papel higiénico que esparcía, convertidos en confeti, por toda la casa, y finalmente volvía al baño y tiraba de la cisterna.
Vaya, que más o menos entendía cómo funcionaba el asunto, pero no acababa de entender los detalles.
Le compramos un orinal de Ikea y lo pusimos con todos sus juguetes para que, bueno, para que jugara con él. A veces se sentaba, totalmente vestida, y hacía sus cosas. Como llevaba pañal no le lucía mucho, pero en estos casos la intención es lo que cuenta.
Un día, en la guarde, vio a otro nene hacer pipí en el orinal, le dijo a la seño que ella también quería, la despelotaron, se sentó e hizo su pipí.
Cuando me lo dijeron me entró un ataque de pánico.
-Pero esto es bueno, ¿no? -decía Zarajota.
-¡NOOOOO!
-No entiendo nada.
-¡Cuando no lleve pañal podrá hacerse sus cosas ENCIMA! ¡CUANDO MENOS NOS LOS ESPEREMOS! ¡EN CUALQUIER SITIO!
-Venga, Lorz, no será tan grave...
-¿Alguna vez has ido andando por la calle y has visto a una señora metida en el hueco entre dos coches, sosteniendo a un niño con el culo en pompa?
-Sí, claro.
-Cuando Bebé-chan no lleve pañal, ESA SEÑORA PODRÍAS SER TÚ.
Zarajota y yo decidimos que era mejor esperar un poco para quitarle el pañal. Por el bien de la niña. Por supuesto.
Pero el último día de curso, la seño se puso muy seria.
-Esta niña ya está preparada para quitarse el pañal. Para cuando vuelva de las vacaciones tiene que ir sola al baño perfectamente. Es el momento de dejarse de tonterías y empezar a madurar.
-Mujer, tanto como madurar... Tiene solo dos años.
-Lo digo por ti.
-Ah.
Después de esa sutil indirecta no nos quedó más remedio que empezar el potty training. Durante todas las vacaciones, mientras estábamos en casa, teníamos a la niña en pelota picá, para que cuando tuviera ganas pudiera ir corriendo al orinal y hacer sus cosas.
Y la niña iba y las hacía, no os vayáis a creer.
-¡Esa Bebé-chan, como mola, hace caca ella sola! -le cantábamos. Y Bebé-chan daba una vuelta triunfal alrededor del orinal.
Pero luego nos fuimos a Barcelona, y había demasiada gente y cosas que hacer, y luego a Blanes, y allí estábamos más tranquilos, pero el orinal no era el mismo que teníamos en casa y Bebé-chan se negó a usarlo en redondo, en cuadrado y en triángulo, y porque son las únicas formas geométricas que conoce, que si no se habría negado a más.
Cuando llegaron mi madre y mi tía me puse seria:
-Tu misión, si decides aceptarla -le dije a mi madre-, es conseguir que esta niña se siente en el orinal.
Mi madre se puso a ello con todo su empeño.
-Mira, Bebé-chan, ¡qué orinal más bonito!
-NO.
-¿Nos sentamos un poquito?
-NO.
-Venga, va, siéntate un poquito...
-NO. A PINTAR.
-Vale, vamos a hacer una cosa: tú te sientas en el orinal, haces un pipí, y la abuela te dibuja lo que tú quieras.
-NO. A PINTAR. TÚ.
-Sí, tú te sientas, y la abuela te pinta lo que tú quieras.
-¿GÜELA CACA PINTAR?
-Sí, eso es. La abuela te pinta lo que tú quieras.
Bebé-chan se sentó en el orinal e hizo un pipí.
-¡Qué bien! ¡Has hecho un pipí!
-ARA TÚ. A PINTAR.
-Claro, la abuela te pinta lo que tú quieras. ¿Qué quieres?
-FUEGUTOTUTE.
-Eh... ¿qué?
-FUEGUTOTUTE. ARA TÚ. FUEGUTOTUTE. PINTAR. GÜELA. FUEGUTOTUTE.
-Eh... Lorz, Bebé-chan quiere que le pinte un FUEGUTOTUTE y no sé lo que es.
-Yo tampoco.
-Eh... Es que le he prometido que le pintaría lo que ella quisiera.
-¿Y por qué le prometes cosas que no puedes cumplir?
-¡Porque no sabía que me iba a pedir un FUEGUTOTUTE!
Ya estamos con las excusitas.
Pd: Hoy Bebé-chan cumple dos años, y solo usa pañal para dormir. Y eso mola.
Fin...
Me duele la cabeza, ¿y a ti?
Cuando Bebé-chan tenía un año y medio o así empezó a hartarse de llevar "EL CACAS" (el pañal, en klingon) y a interesarse por cómo hacían pipí los mayores.
En concreto, cada vez que nos metíamos en el baño se ponía a aporrear la puerta gritando "MAMÁ CACA, MAMÁ CACA" hasta que no te quedaba más remedio que abrir, y luego se te quedaba mirando mientras hacías tus cosas, que no sé a vosotros, pero a mí me corta el rollo mogollón.
Después de estudiarnos durante una temporada, Bebé-chan puso en marcha su propia versión del proceso: ella seguía haciendo sus cosas en el pañal, y luego iba al baño, arrancaba trozos de papel higiénico que esparcía, convertidos en confeti, por toda la casa, y finalmente volvía al baño y tiraba de la cisterna.
Vaya, que más o menos entendía cómo funcionaba el asunto, pero no acababa de entender los detalles.
Le compramos un orinal de Ikea y lo pusimos con todos sus juguetes para que, bueno, para que jugara con él. A veces se sentaba, totalmente vestida, y hacía sus cosas. Como llevaba pañal no le lucía mucho, pero en estos casos la intención es lo que cuenta.
Un día, en la guarde, vio a otro nene hacer pipí en el orinal, le dijo a la seño que ella también quería, la despelotaron, se sentó e hizo su pipí.
Cuando me lo dijeron me entró un ataque de pánico.
-Pero esto es bueno, ¿no? -decía Zarajota.
-¡NOOOOO!
-No entiendo nada.
-¡Cuando no lleve pañal podrá hacerse sus cosas ENCIMA! ¡CUANDO MENOS NOS LOS ESPEREMOS! ¡EN CUALQUIER SITIO!
-Venga, Lorz, no será tan grave...
-¿Alguna vez has ido andando por la calle y has visto a una señora metida en el hueco entre dos coches, sosteniendo a un niño con el culo en pompa?
-Sí, claro.
-Cuando Bebé-chan no lleve pañal, ESA SEÑORA PODRÍAS SER TÚ.
Zarajota y yo decidimos que era mejor esperar un poco para quitarle el pañal. Por el bien de la niña. Por supuesto.
Pero el último día de curso, la seño se puso muy seria.
-Esta niña ya está preparada para quitarse el pañal. Para cuando vuelva de las vacaciones tiene que ir sola al baño perfectamente. Es el momento de dejarse de tonterías y empezar a madurar.
-Mujer, tanto como madurar... Tiene solo dos años.
-Lo digo por ti.
-Ah.
Después de esa sutil indirecta no nos quedó más remedio que empezar el potty training. Durante todas las vacaciones, mientras estábamos en casa, teníamos a la niña en pelota picá, para que cuando tuviera ganas pudiera ir corriendo al orinal y hacer sus cosas.
Y la niña iba y las hacía, no os vayáis a creer.
-¡Esa Bebé-chan, como mola, hace caca ella sola! -le cantábamos. Y Bebé-chan daba una vuelta triunfal alrededor del orinal.
Pero luego nos fuimos a Barcelona, y había demasiada gente y cosas que hacer, y luego a Blanes, y allí estábamos más tranquilos, pero el orinal no era el mismo que teníamos en casa y Bebé-chan se negó a usarlo en redondo, en cuadrado y en triángulo, y porque son las únicas formas geométricas que conoce, que si no se habría negado a más.
Cuando llegaron mi madre y mi tía me puse seria:
-Tu misión, si decides aceptarla -le dije a mi madre-, es conseguir que esta niña se siente en el orinal.
Mi madre se puso a ello con todo su empeño.
-Mira, Bebé-chan, ¡qué orinal más bonito!
-NO.
-¿Nos sentamos un poquito?
-NO.
-Venga, va, siéntate un poquito...
-NO. A PINTAR.
-Vale, vamos a hacer una cosa: tú te sientas en el orinal, haces un pipí, y la abuela te dibuja lo que tú quieras.
-NO. A PINTAR. TÚ.
-Sí, tú te sientas, y la abuela te pinta lo que tú quieras.
-¿GÜELA CACA PINTAR?
-Sí, eso es. La abuela te pinta lo que tú quieras.
Bebé-chan se sentó en el orinal e hizo un pipí.
-¡Qué bien! ¡Has hecho un pipí!
-ARA TÚ. A PINTAR.
-Claro, la abuela te pinta lo que tú quieras. ¿Qué quieres?
-FUEGUTOTUTE.
-Eh... ¿qué?
-FUEGUTOTUTE. ARA TÚ. FUEGUTOTUTE. PINTAR. GÜELA. FUEGUTOTUTE.
-Eh... Lorz, Bebé-chan quiere que le pinte un FUEGUTOTUTE y no sé lo que es.
-Yo tampoco.
-Eh... Es que le he prometido que le pintaría lo que ella quisiera.
-¿Y por qué le prometes cosas que no puedes cumplir?
-¡Porque no sabía que me iba a pedir un FUEGUTOTUTE!
Ya estamos con las excusitas.
Pd: Hoy Bebé-chan cumple dos años, y solo usa pañal para dormir. Y eso mola.
Fin...
17 septiembre 2014
Vacaciones 6
Previously in Lorz...
Ben y Holly, que son unos guarretes.
Después de cuatro días de absoluta felicidad, Zarajota, de pronto y sin el menor aviso, hizo las maletas.
-Me voy -anunció.
-¡Nos abandonas!
-Lorz, no empecemos.
-¡Abandonas a tu mujer y a tu hija!
-Mañana tengo que trabajar.
-¡En una tierra extraña!
-Es la casa de tu tío.
-¡Solas!
-Tu madre y tu tía llegarán esta tarde.
-¡PEOR ME LO PONES!
Pero como es un ser sin sentimientos, Zarajota se fue, y poco después llegaron mi madre y mi tía.
Os pongo en antecedentes:
Mi madre tiene tres hermanas, que se refieren a sí mismas como "las hermanas" o, peor, un "nosotras" indefinido que da muchísimo miedo. Cuando están juntas, es como ver a un dragón de cuatro cabezas que no paran de hablar, no se escuchan las unas a las otras y, por tanto, están condenadas a repetir la misma conversación una y otra vez.
La conversación tipo de las hermanas tiene varias etapas, a saber:
Fase 1: la pregunta
-¿Te vas a comer la última croqueta?
Una pregunta fácil, sencilla, directa y cerrada, que cualquier ser humano podría responder con un sí o un no.
Fase 2: el debate
-Yo no quiero la croqueta. ¿Y tú?
-¿Yoooo? ¿Y por qué me tengo que comer yo la croqueta?
-No, por si la quieres, que te la comas.
-Yo no, ¿y tú?
-No, no, ¿tú la vas a a comer?
-No. ¿No la quieres tú?
Esta fase tiene una duración que varía entre el cuarto de hora, en el mejor de los casos, y varios días, en el peor.
Fase 3: la conclusión
-Nosotras™ es que no somos de comer mucho.
Y tú, que las ves cada día desayunar el cafecito y las tostaditas, comerse el cruasancito a media mañana, el aperitivito antes de comer, el almuercito, unas uvitas a media tarde, un bocadillito para merendar, unas patatillas un ratito antes de cenar, la cenita, un colacaíto y unas galletitas después y muchas pipas entre medias, te las quedas mirando con un mal disimulado estupor.
Fase 4: el rebote.
-Pues no la vamos a tirar. ¿La compartimos?
-Vale.
Y se zampan la croqueta en toda tu cara, justo cuando ya estabas pensando que te la ibas a poner comer tú, que el único consuelo que te queda es que con lo que han tardado seguro que está caducada y les sienta mal, aunque tampoco tienes mucha esperanza, porque además, se la zampan A MEDIAS. Que en este caso solo había dos, pero si llegan a estar las cuatro hermanas, a medias que se la comen también.
Pues así es todo.
Con el tiempo te acostumbras, y empiezas a oírlas de fondo como quien oye el ruido del mar.
-¿Te vas a arreglar para salir?
-Yo no, ¿y tú?
-No, no, yo no, ¿y tú?
Pero de vez en cuando se dirigen directamente a ti, y no te queda más remedio que escuchar, por ejemplo:
-Lorz, ¿sabes cómo se enciende la tele?
La tele del Tito solo tiene una entrada para euroconector, como la nuestra. Para poner el TDT o al DVD hay que andar poniendo y quitando cables.
-Zarajota la dejó preparada para que solo tuviéramos que darle el botón de encender.
-Pues le estoy dando y no se enciende.
-A ver -me levanto, miro los cables, toqueteo, y nada-. Pues yo no sé cómo va.
Y me vuelvo a sentar a leer, que total, si no veo la tele en casa no voy a irme a setecientos kilómetros para verla. Pero claro, el dragón de dos cabezas tenía otras ideas.
-¿No funciona?
-Lorz dice que sí, pero no puedo.
-¿No puedes?
-No puedo.
-Yo tampoco puedo. Mira tú.
-No, yo tampoco puedo, dile a Lorz.
-No, Lorz no ha podido, mira tú a ver si...
-No, si yo ya he probado y no puedo.
Y así durante un par de horas, hasta que...
-Las verdad es que nosotras™ no somos mucho de ver la tele.
-No, la verdad es que no.
-Yo no veo nada de tele.
-Ni yo. ¿Tú ves la tele?
-No, no, nada.
-Nada, nada.
-Pero claro, la novelita después de comer...
Atentos a la sutileza del argumento: ver la novelita de después de comer NO es VER LA TELE.
¿Sabéis por qué?
Porque se duermen antes de que empiece.
Por eso.
-Yo es que necesito mi novelita.
-Yo también.
-Que luego ni le hago caso ni nada.
-No, no.
-Y si por lo que sea no la veo tampoco pasa nada, porque nosotras™ no somos mucho de ver tele.
-No, no.
-Pero claro, la novelita...
-Es lo que nos gusta a nosotras™, sentarnos cinco minutitos a ver la novelita...
-Pero es que Lorz no puede ponerlo...
Obsérvese como de pronto era culpa mía.
-¿No puede?
-No, no puede. ¿Has probado tú?
-Yo no...
Cuando llevábamos aproximadamente seis o siete horas así, tirando por lo bajo, no pude más.
-¿Queréis que llame a Zarajota y le pregunte cómo se pone la tele?
-No, no le molestes.
-Pobrecito.
-Además, estará trabajando.
-No le vas a molestar en el trabajo.
-No, no, pobre.
-¿A qué hora sale?
-Eso, ¿a qué hora sale?
-A las tres, pero no podremos hablar con él hasta las cuatro y media -suspiré.
-Bueno, no pasa nada.
-Si nos da igual.
-Era por la novelita.
-Nosotras™ no somos mucho de ver tele.
-No, no. Era por la novelita.
-Nos gusta la novelita, pero no pasa nada.
-A nosotras™ la tele, ni fu ni fa.
-Vamos, que si hay tele la vemos, pero no la necesitamos.
-No, no.
-¿A qué hora has dicho que sale Zarajota?
Viendo que no iban a parar, le mandé un mensaje a Zarajota:
"La tele no funciona y mi madre y mi tía quieren ver la novelita. ¿Qué hago?"
La respuesta no se hizo esperar.
"Tómate un ibuprofeno"
Continuará (solo uno más, lo prometo)...
Ben y Holly, que son unos guarretes.
Después de cuatro días de absoluta felicidad, Zarajota, de pronto y sin el menor aviso, hizo las maletas.
-Me voy -anunció.
-¡Nos abandonas!
-Lorz, no empecemos.
-¡Abandonas a tu mujer y a tu hija!
-Mañana tengo que trabajar.
-¡En una tierra extraña!
-Es la casa de tu tío.
-¡Solas!
-Tu madre y tu tía llegarán esta tarde.
-¡PEOR ME LO PONES!
Pero como es un ser sin sentimientos, Zarajota se fue, y poco después llegaron mi madre y mi tía.
Os pongo en antecedentes:
Mi madre tiene tres hermanas, que se refieren a sí mismas como "las hermanas" o, peor, un "nosotras" indefinido que da muchísimo miedo. Cuando están juntas, es como ver a un dragón de cuatro cabezas que no paran de hablar, no se escuchan las unas a las otras y, por tanto, están condenadas a repetir la misma conversación una y otra vez.
La conversación tipo de las hermanas tiene varias etapas, a saber:
Fase 1: la pregunta
-¿Te vas a comer la última croqueta?
Una pregunta fácil, sencilla, directa y cerrada, que cualquier ser humano podría responder con un sí o un no.
Fase 2: el debate
-Yo no quiero la croqueta. ¿Y tú?
-¿Yoooo? ¿Y por qué me tengo que comer yo la croqueta?
-No, por si la quieres, que te la comas.
-Yo no, ¿y tú?
-No, no, ¿tú la vas a a comer?
-No. ¿No la quieres tú?
Esta fase tiene una duración que varía entre el cuarto de hora, en el mejor de los casos, y varios días, en el peor.
Fase 3: la conclusión
-Nosotras™ es que no somos de comer mucho.
Y tú, que las ves cada día desayunar el cafecito y las tostaditas, comerse el cruasancito a media mañana, el aperitivito antes de comer, el almuercito, unas uvitas a media tarde, un bocadillito para merendar, unas patatillas un ratito antes de cenar, la cenita, un colacaíto y unas galletitas después y muchas pipas entre medias, te las quedas mirando con un mal disimulado estupor.
Fase 4: el rebote.
-Pues no la vamos a tirar. ¿La compartimos?
-Vale.
Y se zampan la croqueta en toda tu cara, justo cuando ya estabas pensando que te la ibas a poner comer tú, que el único consuelo que te queda es que con lo que han tardado seguro que está caducada y les sienta mal, aunque tampoco tienes mucha esperanza, porque además, se la zampan A MEDIAS. Que en este caso solo había dos, pero si llegan a estar las cuatro hermanas, a medias que se la comen también.
Pues así es todo.
Con el tiempo te acostumbras, y empiezas a oírlas de fondo como quien oye el ruido del mar.
-¿Te vas a arreglar para salir?
-Yo no, ¿y tú?
-No, no, yo no, ¿y tú?
Pero de vez en cuando se dirigen directamente a ti, y no te queda más remedio que escuchar, por ejemplo:
-Lorz, ¿sabes cómo se enciende la tele?
La tele del Tito solo tiene una entrada para euroconector, como la nuestra. Para poner el TDT o al DVD hay que andar poniendo y quitando cables.
-Zarajota la dejó preparada para que solo tuviéramos que darle el botón de encender.
-Pues le estoy dando y no se enciende.
-A ver -me levanto, miro los cables, toqueteo, y nada-. Pues yo no sé cómo va.
Y me vuelvo a sentar a leer, que total, si no veo la tele en casa no voy a irme a setecientos kilómetros para verla. Pero claro, el dragón de dos cabezas tenía otras ideas.
-¿No funciona?
-Lorz dice que sí, pero no puedo.
-¿No puedes?
-No puedo.
-Yo tampoco puedo. Mira tú.
-No, yo tampoco puedo, dile a Lorz.
-No, Lorz no ha podido, mira tú a ver si...
-No, si yo ya he probado y no puedo.
Y así durante un par de horas, hasta que...
-Las verdad es que nosotras™ no somos mucho de ver la tele.
-No, la verdad es que no.
-Yo no veo nada de tele.
-Ni yo. ¿Tú ves la tele?
-No, no, nada.
-Nada, nada.
-Pero claro, la novelita después de comer...
Atentos a la sutileza del argumento: ver la novelita de después de comer NO es VER LA TELE.
¿Sabéis por qué?
Porque se duermen antes de que empiece.
Por eso.
-Yo es que necesito mi novelita.
-Yo también.
-Que luego ni le hago caso ni nada.
-No, no.
-Y si por lo que sea no la veo tampoco pasa nada, porque nosotras™ no somos mucho de ver tele.
-No, no.
-Pero claro, la novelita...
-Es lo que nos gusta a nosotras™, sentarnos cinco minutitos a ver la novelita...
-Pero es que Lorz no puede ponerlo...
Obsérvese como de pronto era culpa mía.
-¿No puede?
-No, no puede. ¿Has probado tú?
-Yo no...
Cuando llevábamos aproximadamente seis o siete horas así, tirando por lo bajo, no pude más.
-¿Queréis que llame a Zarajota y le pregunte cómo se pone la tele?
-No, no le molestes.
-Pobrecito.
-Además, estará trabajando.
-No le vas a molestar en el trabajo.
-No, no, pobre.
-¿A qué hora sale?
-Eso, ¿a qué hora sale?
-A las tres, pero no podremos hablar con él hasta las cuatro y media -suspiré.
-Bueno, no pasa nada.
-Si nos da igual.
-Era por la novelita.
-Nosotras™ no somos mucho de ver tele.
-No, no. Era por la novelita.
-Nos gusta la novelita, pero no pasa nada.
-A nosotras™ la tele, ni fu ni fa.
-Vamos, que si hay tele la vemos, pero no la necesitamos.
-No, no.
-¿A qué hora has dicho que sale Zarajota?
Viendo que no iban a parar, le mandé un mensaje a Zarajota:
"La tele no funciona y mi madre y mi tía quieren ver la novelita. ¿Qué hago?"
La respuesta no se hizo esperar.
"Tómate un ibuprofeno"
Continuará (solo uno más, lo prometo)...
12 septiembre 2014
Vacaciones 5
Previously in Lorz...
Juraría que las vacaciones fueron mucho más breves que su crónica.
La casa del Tito no solo está en lo más alto de la más alta montaña, sino que además está construida sobre una superficie muy pequeña, y para ganar espacio hubo que hacerla hacia arriba. Muy hacia arriba.En plan torre.
Y claro, la casa es toda recovecos de escaleras estrechitas con escalones diminutos en los que apenas cabe un pie.
A Bebe-chan le encantó.
-¿Uno-dos-tres? -preguntaba, señalando las escaleras porque, debido a mi manía de contar en voz alta los escalones que subo y bajo con el carrito a cuestas, Bebé-chan ha llegado a la conclusión de que las escaleras se llaman "el uno", y subir y bajar se dice "uno-dos-tres".
Cada vez que nos despistábamos se ponía a uno-dos-tres, y el problema era que nos temíamos que acabara en uno-dos-tres-PUM, sobretodo porque la niña es un poco sonámbula y a veces le da por correr cuando estamos dormidos, y así no se puede.
-Va a tener que dormir con nosotros -le dije a Zarajota.
Y así fue como Bebé-chan acabó durmiendo en un colchón en el suelo al lado de nuestra cama, habiendo dos habitaciones vacías, una de ellas con dos camas y un sofá.
El problema es, por decirlo finamente, que Zarajota y yo queríamos sexo. El uno con el otro, que ya os veo venir. Teníamos muchísima fe en la capacidad de la playa para agotar a Bebechan y habíamos llevado la friolera de cuatro preservativos (4) para nuestra estancia de cuatro días (4).
Nuestro error fue que no contamos con la capacidad de la playa para agotarnos a nosotros también.
En fin, los comienzos fueron poco prometedores.
Y los finales.
Y los medios.
La verdad es que es sorprendente lo mucho que puede llegar a cansar levantarse a las ocho, ordenar un poco, bajar a la playa, subir para comer, ir de excursión, subir para cenar, bajar un par de horas más al parque y volver a subir y todo sin parar de pasártelo en grande.
Al fin, uno de los días Bebé-chan se quedó dormida después de comer y, lo que es más importante, en su colchón y, más importante aún, de cara a la pared.
Por si acaso.
Zarajota y yo comprobamos todas sus constantes vitales para asegurarnos de que estaba total, absoluta y profundamente dormida.
Y lo estaba.
¡JijijijijijijijooooooJOMUAJAJA!
En fin.
Esa misma tarde, ya con los deberes conyugales cumplidos, estábamos haciendo el vago en el sofá mientras Bebé-chan jugaba con sus muñequitos de Ben y Holly.
-¿Juegas con Ben y Holly? -le pregunté.
-TI -contestó educadamente la nena, en vez de mandarme al peo por preguntar obviedades-. MUAC.
-¡Ohhh! ¿Se quieren mucho, verdad?
-¡MUAC! ¡MUAC! ¡MUAC!
-Cuántos besos! Se nota que son muy amigos.
Y que tienen la cabeza de plástico y no les duelen los cabezazos que les estás dando, eso también.
-¡MUAC! ¡MUAC! ¡MUAC!
-Muy muy amig...
No pude terminar la frase porque Ben y Holly habían abandonado la posición vertical. Ahora Ben estaba encima de Holly...
-¡MUAC! ¡MUAC! ¡MUAC! ¡MUAC!
Y así fue como los otros tres preservativos (3) se quedaron sin usar.
¿Continuará?
¿En serio?
Pero, ¿cuánto va a durar estoooo?
Juraría que las vacaciones fueron mucho más breves que su crónica.
La casa del Tito no solo está en lo más alto de la más alta montaña, sino que además está construida sobre una superficie muy pequeña, y para ganar espacio hubo que hacerla hacia arriba. Muy hacia arriba.En plan torre.
Y claro, la casa es toda recovecos de escaleras estrechitas con escalones diminutos en los que apenas cabe un pie.
A Bebe-chan le encantó.
-¿Uno-dos-tres? -preguntaba, señalando las escaleras porque, debido a mi manía de contar en voz alta los escalones que subo y bajo con el carrito a cuestas, Bebé-chan ha llegado a la conclusión de que las escaleras se llaman "el uno", y subir y bajar se dice "uno-dos-tres".
Cada vez que nos despistábamos se ponía a uno-dos-tres, y el problema era que nos temíamos que acabara en uno-dos-tres-PUM, sobretodo porque la niña es un poco sonámbula y a veces le da por correr cuando estamos dormidos, y así no se puede.
-Va a tener que dormir con nosotros -le dije a Zarajota.
Y así fue como Bebé-chan acabó durmiendo en un colchón en el suelo al lado de nuestra cama, habiendo dos habitaciones vacías, una de ellas con dos camas y un sofá.
El problema es, por decirlo finamente, que Zarajota y yo queríamos sexo. El uno con el otro, que ya os veo venir. Teníamos muchísima fe en la capacidad de la playa para agotar a Bebechan y habíamos llevado la friolera de cuatro preservativos (4) para nuestra estancia de cuatro días (4).
Nuestro error fue que no contamos con la capacidad de la playa para agotarnos a nosotros también.
En fin, los comienzos fueron poco prometedores.
Y los finales.
Y los medios.
La verdad es que es sorprendente lo mucho que puede llegar a cansar levantarse a las ocho, ordenar un poco, bajar a la playa, subir para comer, ir de excursión, subir para cenar, bajar un par de horas más al parque y volver a subir y todo sin parar de pasártelo en grande.
Al fin, uno de los días Bebé-chan se quedó dormida después de comer y, lo que es más importante, en su colchón y, más importante aún, de cara a la pared.
Por si acaso.
Zarajota y yo comprobamos todas sus constantes vitales para asegurarnos de que estaba total, absoluta y profundamente dormida.
Y lo estaba.
¡JijijijijijijijooooooJOMUAJAJA!
En fin.
Esa misma tarde, ya con los deberes conyugales cumplidos, estábamos haciendo el vago en el sofá mientras Bebé-chan jugaba con sus muñequitos de Ben y Holly.
-¿Juegas con Ben y Holly? -le pregunté.
-TI -contestó educadamente la nena, en vez de mandarme al peo por preguntar obviedades-. MUAC.
-¡Ohhh! ¿Se quieren mucho, verdad?
-¡MUAC! ¡MUAC! ¡MUAC!
-Cuántos besos! Se nota que son muy amigos.
Y que tienen la cabeza de plástico y no les duelen los cabezazos que les estás dando, eso también.
-¡MUAC! ¡MUAC! ¡MUAC!
-Muy muy amig...
No pude terminar la frase porque Ben y Holly habían abandonado la posición vertical. Ahora Ben estaba encima de Holly...
-¡MUAC! ¡MUAC! ¡MUAC! ¡MUAC!
Y así fue como los otros tres preservativos (3) se quedaron sin usar.
¿Continuará?
¿En serio?
Pero, ¿cuánto va a durar estoooo?
04 septiembre 2014
Vacaciones 4
Previously in Lorz...
¿Yo me fui de vacaciones? ¿Cuándo? ¿Y por qué volví?
Cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia.
Estuvimos dos días en casa de mi suegra, luego cargamos con toooooodo el equipaje hasta la casa del hermano de ZaraJota™, donde queríamos pasar el día para que Bebé-chan estuviera un poco con sus dos únicas primas a las que solo ha visto cuatro veces en la vida, y siempre con demasiada gente, demasiado ruido y demasiadas prisas.
Bebé-chan aceptó a sus primas de inmediato. En concreto aceptó sus juguetes, aceptó su piscina y, sobre todo, aceptó su guitarra (las sobrinas de ZaraJota™ tienen mucho talento musical, especialmente en comparación con él).
Y después volvimos a cargar con todo el equipaje y nos fuimos a Blanes, que es un pueblo muy bonito que ya estáis tardando en visitar.
Parte de mi familia vive allí, aunque ellos lo ocultan (que son mi familia, no que vivan allí), y el tito nos había ofrecido su casa voluntariamente y sin recibir apenas presión externa y/o amenazas.
Le dijimos que llegaríamos a la hora de comer, y que le invitábamos a un sitio bonito.
-No, mejor que no -dijo.
-Bueno, pues a uno feo.
-Que no.
Jo.
-Es que es muy independiente -le expliqué a ZaraJota™.
-Es que no quiere que le vean en público contigo, que ya tendrías que estar acostumbrada porque le pasa a todo el mundo.
Jo.
Así que fuimos hasta Blanes en cercanías, y luego cogimos un autobús hasta el centro, lo cual, visto en retrospectiva, fue una estupidez, porque Blanes es muy grande, la casa del tito está en una punta, la que nos iba a prestar, en otra, y el centro está, como su propio nombre indica, en el medio.
Nos bajamos del autobús y ZaraJota™ se me quedó mirando.
-Sigo siendo sexi, ¿eh? -le dije.
-Ay... No sé dónde tenemos que ir ahora, Lorz.
-Ah, pues tenemos que ir a que el tito nos dé la llave del piso.
Obviamente.
-¿Y dónde está?
-Pues estará en su casa.
Obviamente.
-¿En la que nos va a prestar o en la otra?
Mierda...
-Anda, mándale un whatsapp...
-Eh...
El tito no tiene móvil. Solo tiene teléfono fijo, y cuando llamé al fijo no contestó.
Mi cerebro me decía que el tito no nos dejaría tirados de esa manera. Por desgracia mi cerebro habla muy, muy bajito.Además llevábamos cuatro días cargando maletas de casa en casa, eran las dos de la tarde, hacía muchísimo calor y Bebé-chan estaba empezando a ponerse nerviosa (léase "levantaba una ceja y me miraba, juzgándome"), y en lugar de pararme a escuchar la voz de mi cerebro me dejé llevar por La Voz Interior Que Toda Madre Oye, y La Voz Interior Que Toda Madre Oye estaba histérica y no paraba de pensar en que el tito corre maratones, y que lo mismo se había ido a uno, y le había llevado más tiempo del que esperaba, y que lo mismo no volvía hasta la noche o hasta mañana o hasta la semana que viene o dios sabe cuando y nosotros estábamos allí con todas las maletas y una niña y yo me hacía pipí y oh dios mío dios mío vamos a morir aquí y esto es muy bonito pero no como para llegar y morirse, por lo menos me gustaría que me diera el sol un poco antes de morirme, que luego la familia viene al entierro y con lo blanca que estoy voy a parecer un cadáver.
Entonces se me ocurrió llamar a Hermano Mediano, que había estado de visita la semana anterior, y que quizá podría darnos algún consejo de utilidad.
-Sí: pulsa siempre "retirar dispositivo de forma segura" antes de quitar un pendrive.
-¡Me refiero a la situación actual!
-Ah, eso. La tita tiene llave.
La tita vive justo al lado de la casa que nos iban a prestar.
-Vamos para allá a ver si está y nos puede dejar la llave.
-Vale. Total, si no está, tampoco perdemos nada -dijo ZaraJota™.
Lo que ZaraJota™ no sabía, porque yo se lo había ocultado hábilmente, es que la casa está en lo más alto de la más alta y empinada cuesta. Tan empinada que puedes subirla a gatas sin doblar la espalda, y bajar dando santos sobre el culete sin sentarte. Arriba del todo. Le llega una brisita estupenda, oye.
Y nosotros llevábamos dos maletas, un macuto, una mochila y a Bebé-chan.
Para cuando llegamos arriba del todo, ZaraJota™ estaba un poco tenso.
-Si tuviera aliento te escupiría -declaró.
-No te preocupes, le pedimos la llave a la tita y descansamos un poco.
Pero la tita no estaba.
En serio, ¿qué le pasa a esta familia?
Teníamos tres posibilidades:
1-Esperar a que volviera la tita.
Por suerte no lo hicimos, porque luego nos enteramos que se había ido fuera unos días.
2-Echar la puerta abajo.
ZaraJota™ se negó.
-Es que igual los vecinos nos ven y llaman a la policía, y además no me siento las piernas desde hace un rato.
3- Rendirnos y dejarnos morir allí mismo.
Pero ZaraJota™, que se cree muy listo, tenía otras ideas.
-Eh... Lorz, también puedes probar a llamar otra vez al tito, a ver si está.
-Vale, pero que sepas que no va a servir de nada, porque seguro que no va a estar, que se ha ido a correr la maratón de Gotinga, que no sé ni qué es ni dónde está, pero siempre he querido escribir una frase en la que salga.
Pero cuando llamé el tito contestó a la primera, lo que demuestra que en esta familia con tal de llevar la contraria somos capaces hasta de no ir a la maratón de Gotinga, donde quiera que esté eso.
-¿Dónde estáis?
-En la casa, pero no tenemos llave y no podemos entrar.
-¿Y por qué no habéis venido para aquí?
Y yo que sé...
Continuará...
¿Yo me fui de vacaciones? ¿Cuándo? ¿Y por qué volví?
Cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia.
Estuvimos dos días en casa de mi suegra, luego cargamos con toooooodo el equipaje hasta la casa del hermano de ZaraJota™, donde queríamos pasar el día para que Bebé-chan estuviera un poco con sus dos únicas primas a las que solo ha visto cuatro veces en la vida, y siempre con demasiada gente, demasiado ruido y demasiadas prisas.
Bebé-chan aceptó a sus primas de inmediato. En concreto aceptó sus juguetes, aceptó su piscina y, sobre todo, aceptó su guitarra (las sobrinas de ZaraJota™ tienen mucho talento musical, especialmente en comparación con él).
Y después volvimos a cargar con todo el equipaje y nos fuimos a Blanes, que es un pueblo muy bonito que ya estáis tardando en visitar.
Parte de mi familia vive allí, aunque ellos lo ocultan (que son mi familia, no que vivan allí), y el tito nos había ofrecido su casa voluntariamente y sin recibir apenas presión externa y/o amenazas.
Le dijimos que llegaríamos a la hora de comer, y que le invitábamos a un sitio bonito.
-No, mejor que no -dijo.
-Bueno, pues a uno feo.
-Que no.
Jo.
-Es que es muy independiente -le expliqué a ZaraJota™.
-Es que no quiere que le vean en público contigo, que ya tendrías que estar acostumbrada porque le pasa a todo el mundo.
Jo.
Así que fuimos hasta Blanes en cercanías, y luego cogimos un autobús hasta el centro, lo cual, visto en retrospectiva, fue una estupidez, porque Blanes es muy grande, la casa del tito está en una punta, la que nos iba a prestar, en otra, y el centro está, como su propio nombre indica, en el medio.
Nos bajamos del autobús y ZaraJota™ se me quedó mirando.
-Sigo siendo sexi, ¿eh? -le dije.
-Ay... No sé dónde tenemos que ir ahora, Lorz.
-Ah, pues tenemos que ir a que el tito nos dé la llave del piso.
Obviamente.
-¿Y dónde está?
-Pues estará en su casa.
Obviamente.
-¿En la que nos va a prestar o en la otra?
Mierda...
-Anda, mándale un whatsapp...
-Eh...
El tito no tiene móvil. Solo tiene teléfono fijo, y cuando llamé al fijo no contestó.
Mi cerebro me decía que el tito no nos dejaría tirados de esa manera. Por desgracia mi cerebro habla muy, muy bajito.Además llevábamos cuatro días cargando maletas de casa en casa, eran las dos de la tarde, hacía muchísimo calor y Bebé-chan estaba empezando a ponerse nerviosa (léase "levantaba una ceja y me miraba, juzgándome"), y en lugar de pararme a escuchar la voz de mi cerebro me dejé llevar por La Voz Interior Que Toda Madre Oye, y La Voz Interior Que Toda Madre Oye estaba histérica y no paraba de pensar en que el tito corre maratones, y que lo mismo se había ido a uno, y le había llevado más tiempo del que esperaba, y que lo mismo no volvía hasta la noche o hasta mañana o hasta la semana que viene o dios sabe cuando y nosotros estábamos allí con todas las maletas y una niña y yo me hacía pipí y oh dios mío dios mío vamos a morir aquí y esto es muy bonito pero no como para llegar y morirse, por lo menos me gustaría que me diera el sol un poco antes de morirme, que luego la familia viene al entierro y con lo blanca que estoy voy a parecer un cadáver.
Entonces se me ocurrió llamar a Hermano Mediano, que había estado de visita la semana anterior, y que quizá podría darnos algún consejo de utilidad.
-Sí: pulsa siempre "retirar dispositivo de forma segura" antes de quitar un pendrive.
-¡Me refiero a la situación actual!
-Ah, eso. La tita tiene llave.
La tita vive justo al lado de la casa que nos iban a prestar.
-Vamos para allá a ver si está y nos puede dejar la llave.
-Vale. Total, si no está, tampoco perdemos nada -dijo ZaraJota™.
Lo que ZaraJota™ no sabía, porque yo se lo había ocultado hábilmente, es que la casa está en lo más alto de la más alta y empinada cuesta. Tan empinada que puedes subirla a gatas sin doblar la espalda, y bajar dando santos sobre el culete sin sentarte. Arriba del todo. Le llega una brisita estupenda, oye.
Y nosotros llevábamos dos maletas, un macuto, una mochila y a Bebé-chan.
Para cuando llegamos arriba del todo, ZaraJota™ estaba un poco tenso.
-Si tuviera aliento te escupiría -declaró.
-No te preocupes, le pedimos la llave a la tita y descansamos un poco.
Pero la tita no estaba.
En serio, ¿qué le pasa a esta familia?
Teníamos tres posibilidades:
1-Esperar a que volviera la tita.
Por suerte no lo hicimos, porque luego nos enteramos que se había ido fuera unos días.
2-Echar la puerta abajo.
ZaraJota™ se negó.
-Es que igual los vecinos nos ven y llaman a la policía, y además no me siento las piernas desde hace un rato.
3- Rendirnos y dejarnos morir allí mismo.
Pero ZaraJota™, que se cree muy listo, tenía otras ideas.
-Eh... Lorz, también puedes probar a llamar otra vez al tito, a ver si está.
-Vale, pero que sepas que no va a servir de nada, porque seguro que no va a estar, que se ha ido a correr la maratón de Gotinga, que no sé ni qué es ni dónde está, pero siempre he querido escribir una frase en la que salga.
Pero cuando llamé el tito contestó a la primera, lo que demuestra que en esta familia con tal de llevar la contraria somos capaces hasta de no ir a la maratón de Gotinga, donde quiera que esté eso.
-¿Dónde estáis?
-En la casa, pero no tenemos llave y no podemos entrar.
-¿Y por qué no habéis venido para aquí?
Y yo que sé...
Continuará...
28 agosto 2014
Vacaciones 3
Previously in Lorz...
¡¡¡UN PALOOO!!! ¡¡¡UN PALOOO!!!
Sí, esto también lo habéis leído antes en twitter. Me temo que no tengo vida suficiente como para llenar dos redes sociales.
El principal objetivo de las vacaciones era visitar a mi suegra, en el sentido de que iríamos a su casa y nos acoplaríamos allí. Pero, una vez acoplados, no teníamos muy claro qué hacer, así que hicimos lo que cualquier persona sensata haría cuando está de visita en una de las ciudades más cosmopolitas, inquietas e interesantes de España: irnos a un centro comercial a pasar el día.
Por suerte para mí, y desgracia para el resto, en el centro comercial había no una, no, sino dos librerías.
Tomaaa...
-¿Te importa si entro ahí un momento? -le pregunté a ZaraJota™.
-Solo si a ti no te importa que cuando salgas yo no esté.
-TÚ. ENTRAS. CONMIGO.-le dije, y por si acaso saqué los pañales de Bebé-chan, los rompí en tiras, los trencé hasta convertirlos en una cuerda de unos diez o quince metros y los usé para atarnos juntos a ZaraJota™ y a mí.
-Estás enferma -me dijo ZaraJota™ mientras entrábamos los dos en la tienda dando saltitos.
-No te preocupes -le contesté-: mientras no haga ningún esfuerzo creo que puedo controlar los esfínteres.
-¡ARG!
ZaraJota™ es que es así, se agobia por nada.
Total, que entramos en la librería, y ZaraJota™ usó su sentido arácnido para detectar un libro en concreto.
-Mira, mare, estos son los libros que hace Lorz.
-Ah, no, ah, no -protesté-. Ahora no me cargues con las culpas, que yo cumplía órdenes y serví en el metro toda la guerra y además no puedes demostrar nada y lo más seguro es que estuviera bajo la maldición imperio.
Por suerte la madre de ZaraJota™ estácomo una tapia requetesorda sordísima sorda bastante sorda ligeramente sorda (y lo digo como un cumplido, ¿eh?, que a mí me viene muy bien que lo sea y estoy encantada) y no me oyó. Pero sí había oído a ZaraJota™, y no tardó en coger el libro.
-Qué bonito.
-Sí, mucho.
Es un libro muy bonito. Y muy grande: se sostiene tanto de lomo como de canto.
-¿Lo has escrito tú?
-Jaja, no.
Por dios, no.
-¿Lo has traducido?
-No.
Por suerte para mí, no.
-¿Lo imprimes?
-No.
Aunque si me van a dejar esnifar la cola, me apunto.
-Pues lo vendes.
-Jaja, tampoco.
-Entonces Lorz, perdóname, pero no entiendo qué has hecho tú.
-No me extraña: yo tampoco.
Continuará...
¡¡¡UN PALOOO!!! ¡¡¡UN PALOOO!!!
Sí, esto también lo habéis leído antes en twitter. Me temo que no tengo vida suficiente como para llenar dos redes sociales.
El principal objetivo de las vacaciones era visitar a mi suegra, en el sentido de que iríamos a su casa y nos acoplaríamos allí. Pero, una vez acoplados, no teníamos muy claro qué hacer, así que hicimos lo que cualquier persona sensata haría cuando está de visita en una de las ciudades más cosmopolitas, inquietas e interesantes de España: irnos a un centro comercial a pasar el día.
Por suerte para mí, y desgracia para el resto, en el centro comercial había no una, no, sino dos librerías.
Tomaaa...
-¿Te importa si entro ahí un momento? -le pregunté a ZaraJota™.
-Solo si a ti no te importa que cuando salgas yo no esté.
-TÚ. ENTRAS. CONMIGO.-le dije, y por si acaso saqué los pañales de Bebé-chan, los rompí en tiras, los trencé hasta convertirlos en una cuerda de unos diez o quince metros y los usé para atarnos juntos a ZaraJota™ y a mí.
-Estás enferma -me dijo ZaraJota™ mientras entrábamos los dos en la tienda dando saltitos.
-No te preocupes -le contesté-: mientras no haga ningún esfuerzo creo que puedo controlar los esfínteres.
-¡ARG!
ZaraJota™ es que es así, se agobia por nada.
Total, que entramos en la librería, y ZaraJota™ usó su sentido arácnido para detectar un libro en concreto.
-Mira, mare, estos son los libros que hace Lorz.
-Ah, no, ah, no -protesté-. Ahora no me cargues con las culpas, que yo cumplía órdenes y serví en el metro toda la guerra y además no puedes demostrar nada y lo más seguro es que estuviera bajo la maldición imperio.
Por suerte la madre de ZaraJota™ está
-Qué bonito.
-Sí, mucho.
Es un libro muy bonito. Y muy grande: se sostiene tanto de lomo como de canto.
-¿Lo has escrito tú?
-Jaja, no.
Por dios, no.
-¿Lo has traducido?
-No.
Por suerte para mí, no.
-¿Lo imprimes?
-No.
Aunque si me van a dejar esnifar la cola, me apunto.
-Pues lo vendes.
-Jaja, tampoco.
-Entonces Lorz, perdóname, pero no entiendo qué has hecho tú.
-No me extraña: yo tampoco.
Continuará...
26 agosto 2014
Vacaciones 2
Previously in Lorz
Sí, llevo los billetes.
¿He cortado el agua?
Cuando llegamos a Barcelona hacía un calor de la leche.
-Pues no ha hecho nada de calor en todo el verano -nos informó mi suegra, aparentemente para consolarnos.
Hacía tanto calor, y tanta humedad, que a Bebé-chan se le rizaron los pelos. Los dos.
Además nos juntamos doce personas para cenar y el aire acondicionado estaba roto, como suele pasar en tales ocasiones, casa suegra se recalentó y para cuando nos fuimos a dormir se había convertido en un horno. Y para rematar, ZaraJota™, Bebé-chan y yo nos acostamos en la misma cama, que el calor humano es muy bueno y tal.
Después de toda la noche sudando como el Pollo Pepe en el Asador Paco, me desperté a las siete de la mañana, justo cuando empezaba a refrescar. Todo el mundo estaba dormido, y no me atrevía a moverme.
ZaraJota™ roncaba.
Bebé-chan roncaba.
La suegra no roncaba, para que nos vamos a engañar, aunque hubiera molado que sí.
Y yo me aburría.
Pensé en formas de entretenerme, como, por ejemplo, meterle cosas por la nariz a ZaraJota™, pero enseguida se dio la vuelta y ya no llegaba. Entonces vi que mi libro estaba en la mesilla, pero en la del lado de ZaraJota™. No quería tener que pasarle por encima, pobrecito, no se fuera a despertar, así que probé a alcanzar el libro usando un palo.
Por desgracia ni mi pulso ni mi puntería han sido nunca demasiado buenos, así que terminé dándole a ZaraJota™ unos veinte o treinta palazos en la cara.
-¿PERO QUÉ HACES?
ZaraJota™ es así, tiene un despertar malísimo.
-Perdona, ha sido un accidente.
-¡Pues claro! ¡Solo faltaría que lo hubieras hecho a propósito!
Eso me confundió un poco. ¿Hubiera querido que lo hiciera a propósito? ¿Tendría que hacerlo a propósito? ¿Me está pidiendo que lo haga a propósito?
-Estaba intentando coger el libro de la mesilla.
-¡Joder, pues levántate y lo coges!
-Es que ya me he levantado a buscar el palo, no iba a levantarme para coger el libro también.
Que me canso, coño.
-Toma el dichoso libro.
ZaraJota™ me dio el libro. La verdad, podía haber empezado por ahí y haberse ahorrado la charla, que era muy temprano y corríamos el peligro de que Bebé-chan se despertase. Después se dio la vuelta y se volvió a dormir.
Ya con el libro en la mano me di cuenta de que había muy poca luz y no conseguía ver las letritas.
No quería encender la luz porque la lámpara de mi suegra se parece a un dalek bailando ballet y me da un poco de miedo interrumpir, pero por las horas que eran ya debía ser de día, así que podía simplemente subir la persiana.
Por desgracia la ventana estaba también del lado de ZaraJota™.
No quería pasarle por encima para no despertarlo, pero a lo mejor con un palo...
Continuará...
Sí, llevo los billetes.
¿He cortado el agua?
Cuando llegamos a Barcelona hacía un calor de la leche.
-Pues no ha hecho nada de calor en todo el verano -nos informó mi suegra, aparentemente para consolarnos.
Hacía tanto calor, y tanta humedad, que a Bebé-chan se le rizaron los pelos. Los dos.
Además nos juntamos doce personas para cenar y el aire acondicionado estaba roto, como suele pasar en tales ocasiones, casa suegra se recalentó y para cuando nos fuimos a dormir se había convertido en un horno. Y para rematar, ZaraJota™, Bebé-chan y yo nos acostamos en la misma cama, que el calor humano es muy bueno y tal.
Después de toda la noche sudando como el Pollo Pepe en el Asador Paco, me desperté a las siete de la mañana, justo cuando empezaba a refrescar. Todo el mundo estaba dormido, y no me atrevía a moverme.
ZaraJota™ roncaba.
Bebé-chan roncaba.
La suegra no roncaba, para que nos vamos a engañar, aunque hubiera molado que sí.
Y yo me aburría.
Pensé en formas de entretenerme, como, por ejemplo, meterle cosas por la nariz a ZaraJota™, pero enseguida se dio la vuelta y ya no llegaba. Entonces vi que mi libro estaba en la mesilla, pero en la del lado de ZaraJota™. No quería tener que pasarle por encima, pobrecito, no se fuera a despertar, así que probé a alcanzar el libro usando un palo.
Por desgracia ni mi pulso ni mi puntería han sido nunca demasiado buenos, así que terminé dándole a ZaraJota™ unos veinte o treinta palazos en la cara.
-¿PERO QUÉ HACES?
ZaraJota™ es así, tiene un despertar malísimo.
-Perdona, ha sido un accidente.
-¡Pues claro! ¡Solo faltaría que lo hubieras hecho a propósito!
Eso me confundió un poco. ¿Hubiera querido que lo hiciera a propósito? ¿Tendría que hacerlo a propósito? ¿Me está pidiendo que lo haga a propósito?
-Estaba intentando coger el libro de la mesilla.
-¡Joder, pues levántate y lo coges!
-Es que ya me he levantado a buscar el palo, no iba a levantarme para coger el libro también.
Que me canso, coño.
-Toma el dichoso libro.
ZaraJota™ me dio el libro. La verdad, podía haber empezado por ahí y haberse ahorrado la charla, que era muy temprano y corríamos el peligro de que Bebé-chan se despertase. Después se dio la vuelta y se volvió a dormir.
Ya con el libro en la mano me di cuenta de que había muy poca luz y no conseguía ver las letritas.
No quería encender la luz porque la lámpara de mi suegra se parece a un dalek bailando ballet y me da un poco de miedo interrumpir, pero por las horas que eran ya debía ser de día, así que podía simplemente subir la persiana.
Por desgracia la ventana estaba también del lado de ZaraJota™.
No quería pasarle por encima para no despertarlo, pero a lo mejor con un palo...
Continuará...
22 agosto 2014
Vacaciones 1
Las vacaciones empezaron mal, pero fueron a mejor.
Uy, spoiler.
Antes de irnos organizamos una cena en casa con los amigos.
-Así vaciamos la nevera -le dije a ZaraJota™.
-¿Y para qué quieres vaciar la nevera ahora?
-Hombre, porque me voy dos semanas y se va a estropear todo.
-¡Pero yo solo me voy una semana!
-¿Y?
-¡Pues que cuando vuelva también tendré que comer!
-"Tendré que comer, tendré que comer"... mira, ZaraJota™, a ver si empiezas a madurar, que todo no puede ser "yo, yo, yo".
-Pero...
-Además es tarde: ya he invitado a todo el mundo.
-Eh... ¿Te acuerdas de cuando tiramos toooooodas las sillas, y dijiste que solo compráramos cuatro porque así tendríamos una excusa para no invitar a nadie?
-Uy...
Las sillas fueron el primer problema.
El segundo fue el postre.
Todas las personas a las que invité me preguntaron si traían algo.
-No hace falta -les respondí.
-¿Ni postre?
-No, tenemos una tarta helada de mercadona, pero si no te gusta puedes traer algo para ti.
El resultado fue que nos juntamos con dos tartas, una especie de brownie y doce donuts.
Esto me ha enseñado una valiosa lección: tengo que comprar más tarta del mercadona. A no ser que me vaya de viaje al día siguiente:
-A ver, ¿qué parte de "vaciar la nevera" no habéis entendido?
El siguiente incidente es que me bajó la regla. Full power big time. Que en sí mismo no es un problema (habría sido mayor problema si no hubiera llegado, la pobre) pero un poco incordio, sí. Sobre todo cuando te vas a la playa, y no estás acostumbrada a usar tampones.
-Necesito un ratito a solas en el baño -informé a ZaraJota™.
-Ya te dije que no mezclaras la nocilla con las anchoas.
-¡Que no es eso! ¡Que necesito ponerme el corcho!
Me metí en el baño con el artilugio y me leí cuidadosamente las instrucciones (que, por cierto, tenían una errata).
Lo importante es relajarse, me dije a mí misma, colocándome en posición, y entonces oí unos gritos:
-¡MAMÁ CACA! ¡MAMÁ CACA! ¡MAMÁ CACA! ¡MAMÁ CACA! -decía Bebé-chan mientras aporreaba la puerta.
-¡Que no estoy haciendo cacaaaa!
-¿NO?
-No.
-¿MAMÁ CACA NO CACA MAMÁ?
En algún momento conseguí relajarme lo bastante como para incrustar un tampón, pero no debí hacerlo bien porque me molestaba e iba andando como si fuera John Wayne cabalgando en un caballo invisible.
Entre tanto tuvimos que hacer tiempo, porque en lugar de comprar los billetes para el ave de las siete de la mañana, como siempre, los habíamos comprado para las cuatro de la tarde, así que como soy un poco... previsora, me levante igualmente a las seis para asegurarme de que todo estaba preparado, y luego me dediqué a comprobar compulsivamente los billetes.
Voy a mirar si los he metido en el bolso.
Mierda, cuando he mirado si estaba en el bolso, ¿los he vuelto a dejar en el bolso?
Será mejor que lo mire.
Creo que cuando he mirado estaban, pero ¿de verdad estaban o me he creído que estaban?
Sí, estaban. Espera, ¿y si lo que he visto no eran los billetes?
Sí, lo eran. Qué alivio.
Espera, ¿seguro que eran para hoy? Será mejor que compruebe la hora.
Vale, sí, todo bien. Pero bueno, tampoco pasa nada si lo vuelvo a mirar...
Esto de ser tan previsora es agotador, y para cuando salí de casa estaba exhausta. Era tarde, hacía calor, llevábamos muchísimo equipaje y, como siempre, nos movíamos en transporte público. Cuando conseguimos llegar a la estación de tren, resoplando, sudorosos y, en mi caso, combando las patas como un vaquero a pie, ZaraJota™ me dijo:
-Oye, ¿te has acordado de coger los billetes?
Anda y calla, so neurótico.
Continuará...
Uy, spoiler.
Antes de irnos organizamos una cena en casa con los amigos.
-Así vaciamos la nevera -le dije a ZaraJota™.
-¿Y para qué quieres vaciar la nevera ahora?
-Hombre, porque me voy dos semanas y se va a estropear todo.
-¡Pero yo solo me voy una semana!
-¿Y?
-¡Pues que cuando vuelva también tendré que comer!
-"Tendré que comer, tendré que comer"... mira, ZaraJota™, a ver si empiezas a madurar, que todo no puede ser "yo, yo, yo".
-Pero...
-Además es tarde: ya he invitado a todo el mundo.
-Eh... ¿Te acuerdas de cuando tiramos toooooodas las sillas, y dijiste que solo compráramos cuatro porque así tendríamos una excusa para no invitar a nadie?
-Uy...
Las sillas fueron el primer problema.
El segundo fue el postre.
Todas las personas a las que invité me preguntaron si traían algo.
-No hace falta -les respondí.
-¿Ni postre?
-No, tenemos una tarta helada de mercadona, pero si no te gusta puedes traer algo para ti.
El resultado fue que nos juntamos con dos tartas, una especie de brownie y doce donuts.
Esto me ha enseñado una valiosa lección: tengo que comprar más tarta del mercadona. A no ser que me vaya de viaje al día siguiente:
-A ver, ¿qué parte de "vaciar la nevera" no habéis entendido?
El siguiente incidente es que me bajó la regla. Full power big time. Que en sí mismo no es un problema (habría sido mayor problema si no hubiera llegado, la pobre) pero un poco incordio, sí. Sobre todo cuando te vas a la playa, y no estás acostumbrada a usar tampones.
-Necesito un ratito a solas en el baño -informé a ZaraJota™.
-Ya te dije que no mezclaras la nocilla con las anchoas.
-¡Que no es eso! ¡Que necesito ponerme el corcho!
Me metí en el baño con el artilugio y me leí cuidadosamente las instrucciones (que, por cierto, tenían una errata).
Lo importante es relajarse, me dije a mí misma, colocándome en posición, y entonces oí unos gritos:
-¡MAMÁ CACA! ¡MAMÁ CACA! ¡MAMÁ CACA! ¡MAMÁ CACA! -decía Bebé-chan mientras aporreaba la puerta.
-¡Que no estoy haciendo cacaaaa!
-¿NO?
-No.
-¿MAMÁ CACA NO CACA MAMÁ?
En algún momento conseguí relajarme lo bastante como para incrustar un tampón, pero no debí hacerlo bien porque me molestaba e iba andando como si fuera John Wayne cabalgando en un caballo invisible.
Entre tanto tuvimos que hacer tiempo, porque en lugar de comprar los billetes para el ave de las siete de la mañana, como siempre, los habíamos comprado para las cuatro de la tarde, así que como soy un poco... previsora, me levante igualmente a las seis para asegurarme de que todo estaba preparado, y luego me dediqué a comprobar compulsivamente los billetes.
Voy a mirar si los he metido en el bolso.
Mierda, cuando he mirado si estaba en el bolso, ¿los he vuelto a dejar en el bolso?
Será mejor que lo mire.
Creo que cuando he mirado estaban, pero ¿de verdad estaban o me he creído que estaban?
Sí, estaban. Espera, ¿y si lo que he visto no eran los billetes?
Sí, lo eran. Qué alivio.
Espera, ¿seguro que eran para hoy? Será mejor que compruebe la hora.
Vale, sí, todo bien. Pero bueno, tampoco pasa nada si lo vuelvo a mirar...
Esto de ser tan previsora es agotador, y para cuando salí de casa estaba exhausta. Era tarde, hacía calor, llevábamos muchísimo equipaje y, como siempre, nos movíamos en transporte público. Cuando conseguimos llegar a la estación de tren, resoplando, sudorosos y, en mi caso, combando las patas como un vaquero a pie, ZaraJota™ me dijo:
-Oye, ¿te has acordado de coger los billetes?
Anda y calla, so neurótico.
Continuará...
08 agosto 2014
Vacaciones
El año pasado tuvimos algunas... eh... dificultades para organizar las vacaciones.
Ejemplo gráfico:
.
Este año, por suerte, nos hemos organizado mejor.
Más o menos.
Nos vemos a la vuelta.
Los dibujitos, como siempre, de Planearium.
Ejemplo gráfico:
.
Este año, por suerte, nos hemos organizado mejor.
Más o menos.
Nos vemos a la vuelta.
Los dibujitos, como siempre, de Planearium.
31 julio 2014
Dinópolis 7 y ya
Previously in Lorz...
A ZaraJota™ le da miedo volar.
Por eso cuando íbamos a coger el avión con destino a Londres le ofrecí un ansiolítico.
-Lorz, automedicarse es malo.
-Si yo te doy la pastilla a ti no es automedicarse, como mucho será heteromedicarse.
Ante semejante argumento ZaraJota™ no pudo discutir.
-¿Esto me ayudará a relajarme?
-Sí.
-¿Aunque tenga que estar sentado a tu lado durante dos horas?
-Hombre, no sé, es muy suave, para tanto no sé si dará.
-Trae, trae, que algo hará.
Y se lo tomó.
Cuando llegamos a destino le pregunté qué tal le había ido el vuelo.
-Pues bastante bien. Creo que ya tengo superado el miedo a volar.
-Eso es por la pastilla -le dije.
-No, no. Es porque esta vez he estado más tranquilo y relajado.
-Por la pastilla.
-¡Que no ha sido por la pastilla!
-Vale, vale.
Los apenas dos días en Londres cundieron mucho.
Vimos The book of Mormon, lamimos una Tardis, paseamos por los festejos del Orgullo Gay, recorrimos los lugares típicos, nos hicimos una foto en el andén 9 y 3/4, compramos en Forbidden Planet y comimos como cerdos unas ochenta veces.
Lo normal.
Cuando llegó el momento de volver le pregunté a ZaraJota™ si quería una pastillita.
-No, no -dijo-. Ya no me hace falta. Ayer...
-¡FUE POR LA PASTILLA!
-¡QUE NO!
Entonces empezaron los problemas.
Nuestro vuelo se retrasó.
Mucho.
De hecho, todos los vuelos procedentes o con destino a cualquier parte de España se retrasaron.
Mucho.
Fuimos a informarnos a información y nos encontramos que no había nadie para informarmos, solo un cartel que decía que si la persona encargada de atendernos no estaba allí, sería porque estaba en otro sitio.
Solo teníamos la información de los paneles, que retrasaban la hora de salida cada vez más hasta que de pronto nos avisaron que teníamos diez minutos para embarcar en la otra punta.
Salimos corriendo solo para encontrar una cola kilométrica. La hora prevista de partida volvió a retrasarse. Conseguimos pasar por el control previo al embarque, solo para que nos dejaran a todos en una habitación, donde pudimos ver que el vuelo volvía a retrasarse, luego conseguimos entrar en el avión, solo para esperar más...
ZaraJota™ estaba lívido.
-¿Quieres una past...?
-¡QUE NO!
Cuando el piloto se decidió a despegar, descubrimos que estábamos encima del ala, donde dios sabrá por qué más ruidos raros se oyen. Y, para mayor desgracia, detrás de ZaraJota™ iba sentada la madre del anticristo.
-¡COÑO, QUE RUIDO HACE ESTO! -gritaba al mínimo sonido- ¡A MÍ NO ME DIGAS QUE ES NORMAL! -decía a su acompañante, que, dicho sea de paso, no había abierto la boca- ¡QUE ESTO ESTÁ ROTOOOOO!
Y se reía porque, al parecer, era una broma.
-Ay... -suspiraba ZaraJota™.
-¿Quieres u...?
-¡NO! Es que me está poniendo nervioso la mujer esta, que debe ser de pueblo...
-Yo también soy de pueblo y no estoy dando gritos -todavía. Ojo, que la noche es joven.
-¡QUE VA A SER NORMAL, EL RUIDO QUE HACEEEEESTOOOOO! ¡YA VERÁS COMO NOS LA PEGUEMOS, YA VERÁS! -seguía la buena mujer mientras íbamos hacia la pista de despegue.
-¿QUE NO? A VER, ¿Y POR QUÉ VA TODO EL MUNDO TAN CALLADO, EH?
Porque llevamos seis horas en el aeropuerto y estamos que nos caemos, señora.
-¡QUE PARECE ESTO UN ENTIERRO Y NO NOS HEMOS ESTRELLADO TODAVÍA!
Y así todo el vuelo, alcanzando momentos de gran brillantez, como cuando le contó a su acompañante el viaje que habían hecho en día anterior... en el que él también había estado.
-¡Y EL CONDUCTOR CON ESE GORRO TAN RARO PORQUE ERA UN JINDIO DE ESOS! ¡VAYA CON EL JINDIO! ¡QUE NOS DICE QUE TIENE QUE PARAR A DESCANSAR...Y EN VEZ DE DESCANSAR VA Y SE TOMA UN ZUMO! ¡UN ZUMO! ¡CUANDO LO VEO APARECER, CON EL ZUMO Y LA PAJITA, JAJAJA!
En uno de los rarísimos momentos en los que la señora se veía obligada a parar de hablar para respirar, le pregunté a ZaraJota™ como estaba.
-Mejor, ya no tengo miedo de que nos estrellemos.
-¿No?
-No: ahora empiezo a anhelarlo.
Yuju.
Fin.
Cayeron cuatro gotas. Lo que pasa es que se perdieron entre el aguacero.
A ZaraJota™ le da miedo volar.
Por eso cuando íbamos a coger el avión con destino a Londres le ofrecí un ansiolítico.
-Lorz, automedicarse es malo.
-Si yo te doy la pastilla a ti no es automedicarse, como mucho será heteromedicarse.
Ante semejante argumento ZaraJota™ no pudo discutir.
-¿Esto me ayudará a relajarme?
-Sí.
-¿Aunque tenga que estar sentado a tu lado durante dos horas?
-Hombre, no sé, es muy suave, para tanto no sé si dará.
-Trae, trae, que algo hará.
Y se lo tomó.
Cuando llegamos a destino le pregunté qué tal le había ido el vuelo.
-Pues bastante bien. Creo que ya tengo superado el miedo a volar.
-Eso es por la pastilla -le dije.
-No, no. Es porque esta vez he estado más tranquilo y relajado.
-Por la pastilla.
-¡Que no ha sido por la pastilla!
-Vale, vale.
Los apenas dos días en Londres cundieron mucho.
Vimos The book of Mormon, lamimos una Tardis, paseamos por los festejos del Orgullo Gay, recorrimos los lugares típicos, nos hicimos una foto en el andén 9 y 3/4, compramos en Forbidden Planet y comimos como cerdos unas ochenta veces.
Lo normal.
Cuando llegó el momento de volver le pregunté a ZaraJota™ si quería una pastillita.
-No, no -dijo-. Ya no me hace falta. Ayer...
-¡FUE POR LA PASTILLA!
-¡QUE NO!
Entonces empezaron los problemas.
Nuestro vuelo se retrasó.
Mucho.
De hecho, todos los vuelos procedentes o con destino a cualquier parte de España se retrasaron.
Mucho.
Fuimos a informarnos a información y nos encontramos que no había nadie para informarmos, solo un cartel que decía que si la persona encargada de atendernos no estaba allí, sería porque estaba en otro sitio.
Siempre estoy aquí,
nunca estoy allí.
Yo nunca, nunca,
estoy en ningún lugar
excepto aquí...
porque aquí es donde estoy.
Y cuando voy de
aquí a allí,
mi aquí me sigue
por donde voy,
hasta que allí,
se transforma en aquí...
y aquí es donde estoy.
¿Queda claro?
Solo teníamos la información de los paneles, que retrasaban la hora de salida cada vez más hasta que de pronto nos avisaron que teníamos diez minutos para embarcar en la otra punta.
Salimos corriendo solo para encontrar una cola kilométrica. La hora prevista de partida volvió a retrasarse. Conseguimos pasar por el control previo al embarque, solo para que nos dejaran a todos en una habitación, donde pudimos ver que el vuelo volvía a retrasarse, luego conseguimos entrar en el avión, solo para esperar más...
ZaraJota™ estaba lívido.
-¿Quieres una past...?
-¡QUE NO!
Cuando el piloto se decidió a despegar, descubrimos que estábamos encima del ala, donde dios sabrá por qué más ruidos raros se oyen. Y, para mayor desgracia, detrás de ZaraJota™ iba sentada la madre del anticristo.
-¡COÑO, QUE RUIDO HACE ESTO! -gritaba al mínimo sonido- ¡A MÍ NO ME DIGAS QUE ES NORMAL! -decía a su acompañante, que, dicho sea de paso, no había abierto la boca- ¡QUE ESTO ESTÁ ROTOOOOO!
Y se reía porque, al parecer, era una broma.
-Ay... -suspiraba ZaraJota™.
-¿Quieres u...?
-¡NO! Es que me está poniendo nervioso la mujer esta, que debe ser de pueblo...
-Yo también soy de pueblo y no estoy dando gritos -todavía. Ojo, que la noche es joven.
-¡QUE VA A SER NORMAL, EL RUIDO QUE HACEEEEESTOOOOO! ¡YA VERÁS COMO NOS LA PEGUEMOS, YA VERÁS! -seguía la buena mujer mientras íbamos hacia la pista de despegue.
-¿QUE NO? A VER, ¿Y POR QUÉ VA TODO EL MUNDO TAN CALLADO, EH?
Porque llevamos seis horas en el aeropuerto y estamos que nos caemos, señora.
-¡QUE PARECE ESTO UN ENTIERRO Y NO NOS HEMOS ESTRELLADO TODAVÍA!
Y así todo el vuelo, alcanzando momentos de gran brillantez, como cuando le contó a su acompañante el viaje que habían hecho en día anterior... en el que él también había estado.
-¡Y EL CONDUCTOR CON ESE GORRO TAN RARO PORQUE ERA UN JINDIO DE ESOS! ¡VAYA CON EL JINDIO! ¡QUE NOS DICE QUE TIENE QUE PARAR A DESCANSAR...Y EN VEZ DE DESCANSAR VA Y SE TOMA UN ZUMO! ¡UN ZUMO! ¡CUANDO LO VEO APARECER, CON EL ZUMO Y LA PAJITA, JAJAJA!
En uno de los rarísimos momentos en los que la señora se veía obligada a parar de hablar para respirar, le pregunté a ZaraJota™ como estaba.
-Mejor, ya no tengo miedo de que nos estrellemos.
-¿No?
-No: ahora empiezo a anhelarlo.
Yuju.
Fin.
24 julio 2014
Dinopolis 6
Previously in Lorz...
Misis Rabit no se entera.
Cuando llegamos a Londres estaba lloviendo.
-No os preocupéis -anuncié a mis acompañantes-. He mirado el tiempo para el fin de semana, y solo van a caer cuatro gotas.
Cuando salimos del metro estaba lloviendo.
-¡No pasa nada! -grité a través de una cortina de agua-. Cuatro gotas.
Entonces nos perdimos. No fue culpa nuestra: Londres está mal hecho. Tardamos casi una hora en darnos cuenta de que la acera izquierda tenía un nombre y la derecha otro, y luego otra hora más en darnos cuenta de que estábamos en la calle, no en la avenida y luego, ejem, en darnos cuenta de que yo había mirado mal la dirección del hotel, que estábamos desde el principio en la calle correcta y que ya habíamos pasado por delante del hotel tres veces.
Para cuando entramos en la recepción estábamos empapados hasta los pelos del sobaco.
Cuando quisimos salir, seguía diluviando.
-Sed bienvenidos -nos dijo Misis Rabit, la recepcionista, con una sonrisa de oreja a oreja- y disfrutad del maravilloso clima de Londres.
-¡Cuatro gotas! ¡Cuatro gotas!
Llovía mientras íbamos de camino al metro.
Llovía mientras buscábamos el teatro.
Llovía durante la representación (creo).
Llovía mientras buscábamos un sitio para cenar.
Y al final, mientras estábamos cenando, exploté.
-¡No lo entiendo! ¡Lo miré en internet y ponía que solo iban a caer cuatro gotas!
-No puede ser, lo has tenido que entender mal. ¿Qué ponía exactamente?
-Bueno, poner, lo que se dice poner... era un dibujito.
-Ay... Y ese dibujito, ¿cómo era exactamente?
-Espera, que tengo aquí las ceras de Bebé-chan y te lo hago en un momento... ¿Mira, ves?:
Cuatro gotas.
Misis Rabit no se entera.
Cuando llegamos a Londres estaba lloviendo.
-No os preocupéis -anuncié a mis acompañantes-. He mirado el tiempo para el fin de semana, y solo van a caer cuatro gotas.
Cuando salimos del metro estaba lloviendo.
-¡No pasa nada! -grité a través de una cortina de agua-. Cuatro gotas.
Entonces nos perdimos. No fue culpa nuestra: Londres está mal hecho. Tardamos casi una hora en darnos cuenta de que la acera izquierda tenía un nombre y la derecha otro, y luego otra hora más en darnos cuenta de que estábamos en la calle, no en la avenida y luego, ejem, en darnos cuenta de que yo había mirado mal la dirección del hotel, que estábamos desde el principio en la calle correcta y que ya habíamos pasado por delante del hotel tres veces.
Para cuando entramos en la recepción estábamos empapados hasta los pelos del sobaco.
Cuando quisimos salir, seguía diluviando.
-Sed bienvenidos -nos dijo Misis Rabit, la recepcionista, con una sonrisa de oreja a oreja- y disfrutad del maravilloso clima de Londres.
-¡Cuatro gotas! ¡Cuatro gotas!
Llovía mientras íbamos de camino al metro.
Llovía mientras buscábamos el teatro.
Llovía durante la representación (creo).
Llovía mientras buscábamos un sitio para cenar.
Y al final, mientras estábamos cenando, exploté.
-¡No lo entiendo! ¡Lo miré en internet y ponía que solo iban a caer cuatro gotas!
-No puede ser, lo has tenido que entender mal. ¿Qué ponía exactamente?
-Bueno, poner, lo que se dice poner... era un dibujito.
-Ay... Y ese dibujito, ¿cómo era exactamente?
-Espera, que tengo aquí las ceras de Bebé-chan y te lo hago en un momento... ¿Mira, ves?:
Cuatro gotas.
17 julio 2014
Dinópolis 5
Previously in Lorz...
Que parezca un accidente.
El problema de Londres es que todo está en inglés; hasta las personas.
Por suerte yo ya había previsto esa posibilidad, y me había pasado los tres meses anteriores viendo Peppa Pig en versión original.
-Yo me ocupo de hablar con los indígenas -les dije a mis hermanos.
-Vale, pero no les digas que vienes con nosotros.
Mi primera misión al llegar a Londres fue ir a comprar bagels para desayunar.
-JELOU, MISIS RABIT -le dije a la tendera- AI GUANT FOR BEICON AN CHIQUEN BEIGUELS, PLIIIIIIIIS?
-¿Pan normal o integral?
-AI AM PEPA PIG AN DIS IS MAI LIDEL BRODER YORCH.
-Eh... ¿Te acompaña algún adulto responsable?
Luego fui a comprar los billetes de autobús.
-JELOU, MISIS RABIT -le dije al busero-. AI GUANT FOR BAS TIQUETS TU LONDON, PLIIIIIIIS?
-¿Ida y vuelta?
-NOU.
-Aquí tienes: cuatro billetes solo ida a Londres.
-CENQUIUUUU!!! GÜER IS DE BAS?
-Sigue recto, cuando veas las escaleras baja un piso y luego a la derecha. ¿Lo has entendido?
-GRANPAS LIDEL TREIN GOUS CHU-CHU-CHU.
-Eh... ¿Te acompaña algún adulto responsable?
Cuando llegamos a Londres nuestro primer paso fue ir al albergue a soltar nuestras cosas.
-JELOU, MISIS RABIT -le dije al recepcionista-. GÜI GUANT A RUM, PLIIIIIS?
-Tenéis reserva?
-BONG BING BUM, BUM BONG BING, BING BONG BINGLI BANGLI BUM.
-Eh... ¿Te acompaña algún adulto responsable?
Me encantan los ingleses: todos me ven cara de niña.
Continuará...
Que parezca un accidente.
El problema de Londres es que todo está en inglés; hasta las personas.
Por suerte yo ya había previsto esa posibilidad, y me había pasado los tres meses anteriores viendo Peppa Pig en versión original.
Y tan original.
-Yo me ocupo de hablar con los indígenas -les dije a mis hermanos.
-Vale, pero no les digas que vienes con nosotros.
Mi primera misión al llegar a Londres fue ir a comprar bagels para desayunar.
-JELOU, MISIS RABIT -le dije a la tendera- AI GUANT FOR BEICON AN CHIQUEN BEIGUELS, PLIIIIIIIIS?
-¿Pan normal o integral?
-AI AM PEPA PIG AN DIS IS MAI LIDEL BRODER YORCH.
-Eh... ¿Te acompaña algún adulto responsable?
Luego fui a comprar los billetes de autobús.
-JELOU, MISIS RABIT -le dije al busero-. AI GUANT FOR BAS TIQUETS TU LONDON, PLIIIIIIIS?
-¿Ida y vuelta?
-NOU.
-Aquí tienes: cuatro billetes solo ida a Londres.
-CENQUIUUUU!!! GÜER IS DE BAS?
-Sigue recto, cuando veas las escaleras baja un piso y luego a la derecha. ¿Lo has entendido?
-GRANPAS LIDEL TREIN GOUS CHU-CHU-CHU.
-Eh... ¿Te acompaña algún adulto responsable?
Cuando llegamos a Londres nuestro primer paso fue ir al albergue a soltar nuestras cosas.
-JELOU, MISIS RABIT -le dije al recepcionista-. GÜI GUANT A RUM, PLIIIIIS?
-Tenéis reserva?
-BONG BING BUM, BUM BONG BING, BING BONG BINGLI BANGLI BUM.
-Eh... ¿Te acompaña algún adulto responsable?
Me encantan los ingleses: todos me ven cara de niña.
Continuará...
12 julio 2014
Dinópolis 4
Previously in Lorz...
¿Llevas los billetes? ¿Y ahora? ¿Seguro? ¿Te importa volverlo a mirar?
Gracias a los esfuerzos de Hermano Mediano y un taxista sin miedo a la muerte (ni a los semáforos en rojo, ni a los ceda el paso, ni a viajar a la velocidad de la luz) estábamos en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas De Todos Los Santos Dubi Dubi Patán a las 5 de la mañana.
A las 5:20 ya habíamos pasado los controles y estábamos sentados en la única cafetería abierta, twiteando.
Llegar tan pronto tiene sus ventajas como, por ejemplo, que llegas pronto.
Pero también tiene sus desventajas, especialmente si te da miedo volar y tienes todo el tiempo del mundo para pensar en ello. Y ZaraJota™ tiene MUCHO miedo a volar.
Vale, yo también, pero ese día tenía tanto sueño que ni sentía ni padecía.ZaraJota™, en cambio, se estaba angustiando mucho y cada vez tenía peor cara. Por suerte yo ya había previsto esa posibilidad, y me había guardado un as en la manga.
-No te preocupes -le dije-, lo tengo todo controlado.
-Por favor, no me digas que vas a pilotar tú, que es lo único que podría hacerme sentir peor que ahora.
-No, no -malditos controles de seguridad-. Es algo mucho mejor: he escrito una carta para Bebé-chan. Una carta de despedida. Así, si nos pasa algo, la podrá leer y sabrá que la queríamos mogollón.
-¿QUÉ HAS HECHO QUÉ?
-No te preocupes, he firmado por ti.
ZaraJota™ y yo tenemos la firma idéntica. ¿Casualidad? ¿Destino? ¿Una motricidad fina deplorable? Nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que es practiquísimo.
-Lorz, ¿dónde está esa carta?
-En casa, encima de la mesa, para que cualquiera pueda encontrarla si nos pas...
-¡LORZ!
-¿QUÉ?
-¿Te das cuenta de que si alguien va a casa y se encuentra una nota en la que le decimos a Bebé-chan que la queremos mucho y nos despedimos de ella VA A CREER QUE PLANEAMOS SUICIDARNOS?
Uy...
Continuará...
¿Llevas los billetes? ¿Y ahora? ¿Seguro? ¿Te importa volverlo a mirar?
Gracias a los esfuerzos de Hermano Mediano y un taxista sin miedo a la muerte (ni a los semáforos en rojo, ni a los ceda el paso, ni a viajar a la velocidad de la luz) estábamos en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid Barajas De Todos Los Santos Dubi Dubi Patán a las 5 de la mañana.
A las 5:20 ya habíamos pasado los controles y estábamos sentados en la única cafetería abierta, twiteando.
Llegar tan pronto tiene sus ventajas como, por ejemplo, que llegas pronto.
Pero también tiene sus desventajas, especialmente si te da miedo volar y tienes todo el tiempo del mundo para pensar en ello. Y ZaraJota™ tiene MUCHO miedo a volar.
Vale, yo también, pero ese día tenía tanto sueño que ni sentía ni padecía.ZaraJota™, en cambio, se estaba angustiando mucho y cada vez tenía peor cara. Por suerte yo ya había previsto esa posibilidad, y me había guardado un as en la manga.
-No te preocupes -le dije-, lo tengo todo controlado.
-Por favor, no me digas que vas a pilotar tú, que es lo único que podría hacerme sentir peor que ahora.
-No, no -malditos controles de seguridad-. Es algo mucho mejor: he escrito una carta para Bebé-chan. Una carta de despedida. Así, si nos pasa algo, la podrá leer y sabrá que la queríamos mogollón.
-¿QUÉ HAS HECHO QUÉ?
-No te preocupes, he firmado por ti.
ZaraJota™ y yo tenemos la firma idéntica. ¿Casualidad? ¿Destino? ¿Una motricidad fina deplorable? Nunca lo sabremos. Lo que sí sabemos es que es practiquísimo.
-Lorz, ¿dónde está esa carta?
-En casa, encima de la mesa, para que cualquiera pueda encontrarla si nos pas...
-¡LORZ!
-¿QUÉ?
-¿Te das cuenta de que si alguien va a casa y se encuentra una nota en la que le decimos a Bebé-chan que la queremos mucho y nos despedimos de ella VA A CREER QUE PLANEAMOS SUICIDARNOS?
Uy...
Continuará...
Suscribirse a:
Entradas (Atom)