28 marzo 2015

El cerezo. Drama costumbrista en tres actos.

ACTO PRIMERO

Delante de la guarde de Bebé-chan hay un árbol mutante de esos que echan las flores antes que las hojas, llámese cerezo, almendro o dubidubidubidú.
Ha estado pelón todo en invierno y de pronto PLUF: una mañana estaba cuajadito de flores.
-Mira, Bebé-chan -le dije-, mira el árbol.
Pero Bebé-chan es un animal de costumbres y aquello no le hizo ninguna gracia.
-¡BUAAAAAA! ¡EL ÁRBOL ESTÁ CHUCHIO!
-¡No está sucio! ¡Mira, son flores!
-¡NOOOOOO! ¡ETÁ TORO CHUCHIOOOO!
Entonces la cogí en brazos para que lo viera de cerca.
-Mira, ¿ves? Son FLORES. ¿A que son bonitas?
-¡CHIIII!
-Tócalas, ¿ves? ¡También son suaves!
-¡OOOOH!
Bebé-chan estaba encantada.


ACTO SEGUNDO
Al día siguiente salimos de casa como siempre.
"Como siempre" en klingon significa "tarde, Bebé-chan haciendo masillas con una galleta y yo cargando con su mochila, mi bolso y mi tupper mientras intento no potar".
Comodísimo todo.
Estábamos a punto de entrar en la guarde cuando Bebé-chan empezó a gritar.
-¡NOOOO! ¡GUARDE NOOOO! ¡ÁRBOL! ¡QUERO TOCAR FLORES ÁRBOL!
Suspiré. Cogí a Bebé-chan en brazos, me acerqué al árbol, acariciamos las flores ("MIRA MAMÁ SON ROCHAAAA") y Bebé-chan se fue a la guarde feliz como una perdiz.
Al día siguiente volvió a hacer lo mismo.
Y al otro.
Y al otro.
Y al otro.
-No te imaginas las ganas que tengo de que se caigan las p*t*s flores -le dije a ZaraJota.


ACTO TERCERO
Un día el suelo de delante de la guarde amaneció cubierto de flores.
-¡BUAAAAAA! -gritó Bebé-chan-. ¡EL CHUELO ETÁ CHUCHIOOOO!
-No está sucio -le expliqué-, son las flores del árbol, que se caen.
-¿FLORES ÁRBOL CAEN?
-Sí -y le di un toquecito a una rama y cayeron unas cuantas flores-. ¿Ves?
-¡BUAAAAAA!
-¿Qué pasa?
-¡¡¡NO QUERO FLORES CAEN!!! ¡¡¡NO QUERO!!! ¡¡¡QUERO TOCAR FLORES ROCHA ÁRBOOOOOL!!!
Ay...


EPILOGO

-Esta primavera -dijo ZaraJota un día-, podíamos llevar a Bebé-chan al Jardín Botánico a que vea las flores.
Lee mis labios: Y UN COJÓN. 

21 marzo 2015

El día del nombre

-Si tenemos una hija, quiero que se llame Paula. Y si es un niño, Marc -me dijo ZaraJota™ un día.
En concreto, el mismo día que nos enrollamos. O así.

...repelús...

Yo acababa de salir de una relación larga y no tenía ganas ni de nada serio ni de hacer planes para el futuro, y menos con el pringao este, por muy bien que jugara al parchís, así que le dije:
-Vale.
Ay, mierda.
Bueno, qué más da.
Total, ¿qué posibilidades había?
Cinco años y tres bodas más tarde tuvimos una hija y ZaraJota me recordó que tenía que llamarse Paula por contrato.
-¿Qué contrato?
-El que firmaste de "renuncio al derecho a poner nombre a mi primogénita a cambio de que ZaraJota™ siga jugando conmigo al parchís".
Mierda. Es que juega muy bien al parchís, el jodío.
Por entonces la abuela de ZaraJota™ se había empeñado en que me llamo Paula, así que pensé que llamar así a la niña sería una buena obra: la mujer tendría más posibilidades de acertar cuando llamara por teléfono.
Dos años y ninguna boda más tarde (más) volvía a estar embarazada.
-¡Si es niña se va a llamar Lucía y me da igual lo bien que juegues al parchís! -le dije.
-Vale, pues si es niño, Marc.
-De eso nada.
Mi familia es andaluza. Seguro que todos lo llamarían Mah.
-¡Me lo prometiste! ¡A cambio del parchís!
-¡Y MIRA DÓNDE NOS HA TRAÍDO EL PARCHÍS!
Después de una ardua negociación decidimos que si era niño se llamaría Enrique.
A la familia de ZaraJota™ le gustó mucho el nombre.
-¡NOOOOOO! ¿POR QUEEEEEÉ? -gritaron.
Aunque no lo parezca, sí que les gustó: lo sé porque les pregunté.
-¿Qué pasa, no os gusta?
-Noooo, mujer, que va, imaginaciones tuyas.
De hecho les gustó tanto que cuando llaman por teléfono siempre me preguntan:
-¿Todavía quieres que se llame así?
Mi familia fue menos sutil.
-¿Y no prefieres llamarlo de otra forma? -dijo mi padre- no sé, por ejemplo, como yo. Por sugerir un nombre al azar.
-No.
Mi abuelo, mi padre y mi hermano se llaman igual.
Yo me llamo igual que dos tías y una prima.
Todo es muy confuso siempre.
-No queremos repetir nombres de la familia -explicó ZaraJota™.
Mi madre no dijo nada. En aquel momento no me di cuenta de que estaba buscando argumentos.
Tardó un poco, pero los encontró; las madres es que somos así, muy de argumentar.
Un día, sin venir a cuento ni mediar provocación, me dijo:
-Yo tengo un primo segundo que se llama José Enrique.
Al principio no tenía ni idea de qué me estaba hablando. Lo primero que pensé fue que le había dado por el flamenco.

Yo tengo un primo
Yo tengo un primo
Yo tengo un primo que se llama José Enrique
Que me dice mia mia
Que me dice qué caló

Luego ya caí.
-¡QUE ME DA IGUAL CÓMO SE LLAME TU PRIMOOOO!
-Ah, bueno, nada, como no queréis repetir...
-¡DENTRO DE LA FAMILIA DIRECTA! ¡NO DE UN PRIMO SEGUNDO AL QUE NOS VES DESDE HACE TREINTA AÑOS Y NO RECONOCERÍAS SI TE LO CRUZARAS POR LA CALLE!
-Mujer, tanto como eso...
-¡QUE ME DA IGUAL!
-Bueno, bueno, nada.
Unos días más tarde se fue al pueblo.
-Por favor, dime que no vas a ver si te cruzas con el tal José Enrique solo para llevarme la contraria.
-No, no. Tenemos que hacer unas cosillas -me dijo.
Llevaban allí unos cinco minutos cuando me mandó un mensaje.
"Uno de mis tataratatatarabuelos se llamaba Enrique"
Para mí que "hacer unas cosillas" significa "revisar los archivos parroquiales" en klingon.



Pd: y que caló que caló tengo, que guapa soy y que tipo tengo.

11 marzo 2015

Yo soy la brisa. Yo soy el viento.

-Hola, me llamo Lorz y llevo cinco días sin potar.
-Hola, Lorz.



Mi primer embarazo empezó con una frase épica:
-Joder, me encuentro fatal, creo que me va a venir la regla.
Nueve meses más tarde la regla no se había dignado a aparecer, pero había potado como para toda la vida (o eso creía yo).
El médico lo llamaba "náuseas matutinas", término que ha recibido recientemente el premio al eufemismo del siglo porque
1 "náuseas" son "ganas de potar". Y yo no me quedaba precisamente con las ganas.
2 "matutinas" son "relativas a la mañana", y yo potaba durante todo día y gran parte de la noche.
El médico me recetó una pastilla para evitar las presuntas náuseas.
-Tómala DESPUÉS del desayuno -dijo.
Y eso hice. Y luego poté. Y, no sé por qué, la pastilla no me hizo efecto.
-Tómala ANTES del desayuno -dijo el médico en la siguiente visita.
Y eso hice: me tomé la pastilla, me tomé el desayuno. Y poté. Y la pastilla siguió sin hacerme efecto.
-Tómala DESPUÉS de la cena -dijo el médico.
Y eso hice. Me tomé la cena, me tomé la pastilla. Y en mitad de la noche me levanté con ganas de potar, calculé mal las distancias y me pegue un guarrazo contra la pared que se me quedó tatuado todo el gotelet en la frente. Y me da que la pastilla tampoco me hizo efecto, porque acto seguido poté sobre la cama.
Gracias Ikea por hacer rellenos nórdicos lavables.
-Lo siento -le dije a Zarajota.
-No te preocupes. Mientras no vuelvas a potarme en la cara mientras jugamos al parchís no pasa nada.
ZaraJota es que es así: tiene muchas manías con el sexo.
Volví al médico.
-Toma la pastilla ANTES de...
-¿CUÁNDO? ¡Al ritmo que vamos me la voy a tener que tomar el año pasado!
Dejé de tomarme la pastilla.
Para entonces me había leído un libro de esos de la-maternidad-es-maravillosa-y-si-sientes-molestias-es-porque-no-tienes-la-actitud-adecuada-cacho-puta.
El libro no tenía desperdicio y durante un tiempo pensé en hacer un post recopilando las estupideces más gordas, pero luego me di cuenta de que tendría que teclearlo a mano prácticamente entero y me dio mucha pereza.
Este libro afirmaba que para evitar las náuseas los único que tienes que hacer es imaginar que te acaricia una brisa fresca.




















Perdón, es que me ha dado un ataque de risa y he echado la fanta por la nariz.

Yo me esmeré mucho en imaginarme la puta brisa.
Yo soy la brisa, me decía a mí misma, yo soy el viento.
Como no funcionaba, y el libro dejaba claro que lo único que podía fallar era mi actitud, le puse más empeño.
A gritos.
-¡YO SOY LA BRISA! -gritaba-. ¡YO SOY EL VIENTO! ¡YO SOY...!
-¡TONTA DEL CULO! ¡Y COMO ME VUELVAS A DESPERTAR A GRITOS A LAS TRES DE LA MAÑANA VAS A SER UNA TONTA DEL CULO DIVORCIADA!
Zarajota es que es así: nunca me apoya en nada.

El segundo embarazo va mejor: esta vez estoy teniendo náuseas matutinas de verdad.
Bueno, en realidad las tengo todo el día, pero al menos son solo náuseas.
Bueno, en realidad también he estado potando. Pero solo una o dos veces al día. Y así, como de soslayo.
Así que he pasado de pedir la pastilla y he ido directa a la brisa fresca.
-Yo soy la brisa -le decía a Bebé-chan cuando la acompañaba a la guardería-. Yo soy el viento.
-Yo soy la brisa -decía en el metro, y aún así la gente fingía no verme para no tener que cederme el sitio-. Yo soy el viento.
-Yo soy la brisa -me repetía a mí misma (en voz baja) en el trabajo-. Yo soy el viento.
-Yo soy la brisa -decía mientras jugaba la parchís con Zarajota-. Yo soy el viento.
-De verdad que nuestras relaciones conyugales con cada día más raras, Lorz.
ZaraJota es que es así: nunca está contento con nada.


Pd: agua con mucho hielo bebida a sorbitos. Más efectiva que la puta brisa, garantizado.

01 marzo 2015

Carta a un político español. O a varios.

En septiembre mi hija empezará a asistir al colegio, y estos últimos días he estado visitando diversos centros para "elegir" el que más nos guste; y digo "elegir" porque la impresión que da es que lo que se dice elegir puedo elegir poco.
Lo que más me ha sorprendido de los colegios públicos es el profesorado. Esta gente, a la que han recortado la nómina (cuando no suprimido) varias veces, y que trabaja en unas condiciones a veces muy difíciles, desprende un entusiasmo, una dedicación, una profesionalidad que deja boquiabierto. Deberían ustedes subirles el sueldo. O, al menos, pagárselo íntegro. Vamos, como sugerencia y tal.
Pero eso no ha sido lo único que me ha sorprendido.
Va aquí una selección de lo que he estado oyendo estos días.

- "Cuando un niño se hace pipí encima, no lo cambiamos. Llamamos a sus papás para que vengan a cambiarlo, y el pobre se queda mojado lo que tarden en venir. No nos queda más remedio. El ministerio ha metido en los colegios a niños de tres años sin pensar en sus necesidades, como, por ejemplo, que todavía no controlan del todo los esfínteres. A las maestras nos les importaría cambiarles la ropa, pero para eso tendrían que dejar desatendidos a los otros niños de la clase. Es imposible". Pongamos que Bebé-chan se hace pipí encima, nos llaman para que vayamos a cambiarla, y solo localizan a ZaraJota, que gracias a Cercanías y Metro de Madrid tarda como mínimo una hora y media en llegar al colegio. Pues nada, Bebe-chan se espera una hora y media con la ropa empapada. En fin. La idea me molesta, como se puede usted imaginar, pero lo que realmente me saca un poco de quicio es que si el ministerio no ha sido capaz de entender una necesidad tan básica y universal como la de hacer pipí, vaya usted a saber qué otras necesidades menos evidentes pueden estar pasando por alto. Lo que me lleva al siguiente comentario.

-"Nos gustaría tener un sitio más cómodo para que los niños durmieran, pero los inspectores consideran que los niños de tres años no necesitan dormir siesta, y tenemos que hacerlo así, medio a escondidas". Estoy plenamente de acuerdo con los inspectores: dormir está sobrevalorado, como, no sé, la asistencia médica universal gratuita o tener trabajo.

-"Este año, como hay elecciones, es más fácil que nos concedan todo el personal que necesitamos. El año que viene, ya veremos". Es muy tranquilizador pensar que la calidad en la educación de nuestros hijos, e incluso el trato que reciben, depende de si hay elecciones o no. A lo mejor deberíamos tener elecciones todos los años, mira tú.

-"El uniforme de las niñas es una falda de tablas y una camisa blanca. El de los niños un chándal, nos da igual el modelo, pero que no sea de pantalón corto, que luego se caen y se destrozan las rodillas". Ya me parece grave que en un colegio público se segregue por sexos, pero lo que no tiene nombre es que los niños lleven las rodillas protegidas y las niñas no. ¿Qué pasa, las niñas de este cole no se caen? ¿Es os que si se hacen daño no importa? Oye, que igual se lo merecen y todo, por querer correr como los niños y tal.

-"Hemos estado intentando mantener los mismos libros de curso en curso, y favorecer el intercambio entre familias. Además de por ahorrar, lo hacemos porque creemos que bueno para los niños: les enseña a cuidar más el material. Pero ahora, con la nueva ley, vuelven a cambiar todos. Intentaremos elegir los que sean más baratos. Y bueno. si alguien viene con fotocopias... ¿qué le vamos a hacer?". Vamos a ver, señores, en medio de una crisis como esta, ¿de verdad era tan urgente cambiar la ley, sabiendo lo que implica para las familias? ¿No se dan cuenta de que los niños que no puedan tener los libros nuevos parten con desventaja con respecto al resto? ¿No se supone que la escuela pública está para garantizar la igualdad de oportunidades?

-"Este año solo usamos la mitad del comedor. Cada vez vienen menos niños". Qué bien, ¿no? Cada vez más niños comen con sus papás y sus mamás. Debe ser por los extraordinarios avances en conciliación laboral que ha hecho este gobierno. O, o, igual es los papás y las mamás están en paro. Que también podría ser.

Y lo que me parece más grave.

-"Hemos tenido que anular las excursiones. Cada vez había más niños que no podían ir, y nos parecía injusto que se tuvieran que quedar atrás". La excursión en cuestión costaba 20 €. Esto significa que un número significativo de padres no pueden pagar 20 € una vez al año para que sus hijos pasen un día en la granja escuela.
Lo voy a repetir.

HAY FAMILIAS QUE NO SE PUEDEN PERMITIR PAGAR 20 EUROS UNA VEZ AL AÑO.
SON LO BASTANTE NUMEROSAS COMO PARA QUE LOS CENTROS LO NOTEN.
Y ESTO AFECTA AL DESARROLLO DE LAS ACTIVIDADES EDUCATIVAS HABITUALES.
Por no hablar de como afecta al desarrollo de los propios niños y sus padres.
Porque, si los padres no pueden permitirse estos miserables 20 €, a saber qué otras cosas tampoco pueden pagar. Como vacunas. Medicinas. Dentista. Gafas. Alimentos de calidad, sanos y equilibrados.
En fin, esas bobadas.

Yo no me voy a meter en cuestiones educativas.
No voy a decir lo que opino de que en algunos centros haya dos o tres profesores de religión y ninguna enfermera.
O de que una sola maestra tenga que ocuparse de veinticinco niños de tres años, la mayoría de ellos con escaso control de esfínteres, y algunos con discapacidades físicas o mentales.
O de que parece haber más centros bilingües concertados que públicos.
O de que haya clases de danza "para las niñas".
O de que los niños que no dan religión católica tengan que meterse en cualquier zulillo a matar el tiempo mientras el resto se quedan en clase.
O de que sean las ampas las que cubran las necesidades de actividades extraescolares.
O de que todos los comedores los lleven subcontratas, y que el personal que atiende a los niños no tenga que saber nada de nutrición, pediatría, pedagogía o cualquier otra cosa relacionada.

Pero lo que están haciéndole a las familias no tiene nombre.
Espero que algún día se lo pongamos.
Y que estén ustedes delante para verlo.