30 diciembre 2005
Cava catalán
¡Qué bien, adivinanzas! Eh... ¡Plátano! No, espera, ¡Esteban!
-A ver... Catalán, claro.
-¿Y no lo tienen de otro sitio?
-Sí, creo que hay uno... este.
Le saco un cava extremeño que está haciendo furor estas navidades.
-Es que yo lo quería de la misma marca.
-De la misma marca -digo.
-Sí.
-Que sea de la misma marca, pero que no sea catalán -repito, por si he entendido mal.
-Sí. ¿No hay?
-Je, je-je-je, je... No.
-¿Y como es eso?
Pues porque si la marca es catalana... Olvídalo.
-No nos queda, pero puede llevarse este, está bueno.
-Es que es catalán y los catalanes están destruyendo España.
Deben haber empezado por Almería, porque lo que es en Madrid yo no he notado nada. Es decir, nada aparte de Gallardón.
Eso sí, lo de Buenafuente debería ser delito ecológico, por lo menos.
-Ah...
Bueno, no se me ocurría nada que decir. Me estaba imaginando a cientos de catalanes marchando sobre el desierto de Almería al son de Els Segadors, y se me ponían los pelos de punta.
Jo, teniendo a Serrat y a Estopa ya podían marchar al son de otra cosa, digo yo.
-Hay que hacerles boicot -me dice el señor todo decidido, y yo le digo que sí, aunque no entiendo nada.
¿Qué tiene que ver el cava extremeño con la defensa de España? ¿Es que las botellas son más duras?
Media hora después un cliente llega sonriendo hasta la caja.
-Un señor acaba de comprar un cava riojano siguiendo mi consejo -le dice a su mujer mientras ella empaqueta-. Se van a enterar esos cabrones -sentencia.
Pero a ver: ¿qué daño le han hecho los riojanos a nadie? ¿Es que también están destruyendo España?
A este paso en España nos vamos a quedar los madrileños solos.
Eso sí, el saludo oficial será "qué pasa nen".
28 diciembre 2005
28 de diciembre
Jo.
Y cuando digo "jo", no es un "jo" de contrariedad, sino un sutil homenaje a Holden Caulfield.
26 diciembre 2005
El pulpo
-Sí, en la pescadería.
-No, en la pescadería dicen que no tienen.
-Entonces no hay.
-¿No tendrán en otra parte?
Ahora que lo pienso, sí, tengo uno... Ah, no, me lo he dejado en el otro bolso...
-Quizá en congelados.
-Es que yo lo quería fresco.
Pues está de suerte, señora, el congelado está fresquísimo... a menos 5 grados, diría yo.
-Pues no, fresco no hay.
-¿Está segura?
De lo único de lo que estoy segura es de que usted sería una mortífaga estupenda.
-Bueno, eso es lo que le ha dicho el pescadero, ¿no?
Ahí estuve hábil, mandando balones fuera.
-O sea que no hay pulpo.
Brillante, la señora.
-No.
-Y, ¿cómo es eso?
-¿Qué tengo que decir para que me deje en paz?
-¿Qué?
-Que se habrá acabado.
Bueno, había dos opciones: o nunca hubo o se acabó. Digamos que la cosa estaba en un 50%.
-¿Van a traer más?
-Eh... ¿sí?
-¿Cuándo?
Pensando a toda prisa, pensando a toda prisa...
-Eh... ¿mañana?
-Es que yo lo quería para hoy.
Y yo quería ser cantante, y ya ve usted.
23 diciembre 2005
Navidad V
Vivo.
Nos lo traían unos días antes y el pavo se quedaba en el patio, comiéndose las plantas.
-Bueno, así no tendré que echarle perejil -decía mi madre, que es una optimista de la vida.
Cuando se acababan las plantas el pavo empezaba a mirar al gato con ojillos golosos.
-Bueno, así no tendré que ponerle relleno -decía mi madre, con menos entusiasmo.
Cuando quedaba claro que o nos comíamos al pavo o nos comía él, mi padre se decidía a matarlo.
Bien.
Digamos que mi padre no es precisamente el tipo de persona que mata bichos. Es decir, si hay que matar al pavo, se mata, pero sin hacerle daño, y con tan poca motivación la cosa no podía prosperar. La ejecución siempre llegaba a un punto muerto: el pavo decapitado corriendo los 100 metros/patio con la sangre saliendo a chorro por el cuello.
-Ya parará cuando se desangre -decía mi padre, que a veces también es un optimista de la vida, pero el pavo seguía dando vueltas al patio hasta que venía la vecina y lo remataba.
Gracias a esta tradición navideña aprendí las tres lecciones más importantes de la vida:
1. Que si quieres criar un pavo de carreras lo mejor es alimentarlo con geranios.
2. Que para matar la cena lo mejor es usar una maza, una estaca y una ristra de ajos ("Bueno, así no tendré que ponerle ajos", diría mi madre, la optimista de la vida).
3. Que los percebes son mucho más sanos. Para empezar no tienen patas y no pueden correr. Y vete tú a saber dónde tienen el cuello.
Ahora que soy mayor me doy cuenta de que el donante no nos regalaba el pavo: se deshacía de él.
Jo.
Podía deshacerse de unos percebes.
Mi padre dice que algunos años tuvimos correteando por el patio hasta dos pavos. Jo. Yo creía que era uno, y se teletransportaba.
21 diciembre 2005
Navidad IV
La fiesta de la empresa sólo sirve para que te des cuenta de que trabajas con un montón de impresentables, pero no queda más remedio que ir, por eso de la confraternización entre compañeros y todo lo demás.
De entrada, el primer problema es que sin el uniforme no conozco a nadie. De pronto un tío me da dos besos y me quedo mirando como una idiota.
-No tienes ni idea de quién soy, ¿verdad? -me dice, y me doy cuenta de que él si me debe conocer, porque me tiene calada. Jo. Soy tan despistada que una vez se me acercó Hermano Mediano por la calle y salí corriendo porque pensé que era un atracador.
-No.
-¡Soy el carnicero!
Caramba. ¡El carnicero tiene un cuerpo! Yo creía que debajo de la bata blanca no había nada, como los dementores ...
El otro problema es que el alcohol es gratis.
Y esto es un problema por que... a la gente la da por hacer cosas raras cuando bebe. Por ejemplo, se ponen cariñosos. Muy cariñosos.
Para las dos de la mañana mis amigas estaban, um... confraternizando con el frutero, el charcutero y el carnicero, respectivamente, y yo estaba bailando sola en medio.
Grave error.
Se ve que algunos hombres consideran sola sinónimo de desesperada.
Así que hay estaba yo, dando saltos como una loca, y de pronto me encuentro una mano en el culo. Vaya. Estoy segura de que no es mía, porque lleva un tío pegado al otro extremo.
-¿Perdona? -le digo, con la remota esperanza de que retire la mano y se la meta donde le quepa.
-¡Baila conmigo, morena!
Vamos a ver:
Primero, ¿desde cuándo Estopa se baila agarrao?
Y segundo, ¿morena? ¿Yo? Pero... este tío, ¿dónde tiene los ojos?
En mis bufas.
Jo.
18 diciembre 2005
King Kong
Si algún día ruedan mi biopic espero que lo diriga él, aunque las probabilidades son pocas porque estoy en contra de los biopics. Es decir, las películas sirven para que sepas qué quieres ser de mayor. A mí hoy me ha dado por ser un mono gigante zoófilo, y eso es normal. Pero, ¿dónde se ha visto a nadie salir del cine gritando "mamá, mamá, quiero ser Lutero"? Rebelde. Genio. Liberador. ¡Parece el anuncio de una colonia!
Lo único malo que le veo a eso de ser mono gigante zoófilo es que solo hay uno, claro, y eso reduce mucho su vida íntima. Estaba pensando en eso (y en que tenía ganas de ir al baño) cuando unas filas más abajo se encendió una luz azul: la pantalla de un móvil. Jo. ¿Es que la gente no sabe que en el cine hay que apagar el móvil? Se ve que no. No contento con eso el engendro (de ahora en adelante, Movilerdo) se puso a sacar fotos a la pantalla con el móvil. Ya hay que ser idiota, como si no estuvieran todas en internet.
Empecé a rebullirme en el asiento mientras el tío seguía haciendo fotos.
-Voy a tirarle una gominola -le dije a Hermano Pequeño.
Pero no me atrevía. ¿Y si le daba a otro? ¿Y si se cabreaba? ¿Y si se me acababan las gominolas? Así que hice eso que siempre dicen que hay que hacer: me levanté ("perdone, ¿me deja pasar? perdone"), salí de la sala y se lo dije al acomodador, pero para cuando vino el Movilerdo había apagado el móvil para que no le pillaran.
Mierda.
Volví a mi asiento ("perdone, ¿me deja pasar? perdone") rezongando. Me senté. Cogí las gominolas...
-¿Vas a tirársela? -preguntó Hermano Pequeño.
-No puedo... Está con un niño.
Sí, tenía un rehén, y yo no podía arriesgarme a hacerle daño.
Entonces el Movilerdo sacó el móvil e hizo otra foto.
¡Zas! Toma gominola roja.
-¿Le has dado?
Así es mi puntería: una vez me partí con un martillo la uña del dedo que no estaba sujetando el clavo que era mi objetivo. De forma que no, no le había dado.
-Casi -mentí, por conservar una cierta dignidad.
-Tira otra.
-No.
Es que me quedaban pocas.
-Vale.
Entonces Hermano Pequeño hizo algo que pasará a los anales de la historia. Se levantó ("perdone, ¿me deja pasar? perdone"), fue hasta Movilerdo, se inclinó, le dijo algo, el tipo apagó el móvil, y Hermano Pequeño volvió ("perdone, ¿me deja pasar? perdone") a su asiento.
-¿Qué pasa? ¿Qué le has dicho?
-"Perdone, señor, disculpe, o apaga el móvil o llamo a la policía".
-¿Y qué te ha dicho?
-Nada, me he ido antes de que reaccionara.
Para que luego digan que no nos parecemos.
16 diciembre 2005
Calcetín
Calcetín disparejo
Gira en el lavadora
Buscando un amiguito
Para hacerse una bola
Lo que opina la crítica:
Y el final feliz:
*
El día empieza
Cólico mañanero
Tú me despiertas
14 diciembre 2005
Héroes urbanos
No es de los que van en moto, como Mot. Se entera mi madre de que su niño está dando vueltas en moto por la noche, con lo peligroso que es, y le hincha a collejas de la preocupación.
Hermano Pequeño está en la tienda. Lo llaman tienda porque llamarlo restaurante sería publicidad engañosa. El pobre suda como un pollo, tanto que cuando sale puedes estrujar el pizzapolo y hacer un charco (como Pizzaleches se entere reclama el charco y lo vende como sopa, seguro). A veces reparte por la zona, a pie, pobrecito mío, de noche y por esas calles de mala muerte. La mía, por ejemplo.
Una vez un tío le atracó y le quitó el dinero, el móvil y las pizzas, así que Hermano Pequeño se tuvo que volver a la tienda con un mal rato que para qué.
Debía ir por su tercer calmante cuando unos chicos entraron en la tienda.
Al parecer habían visto el atraco, habían corrido detrás del caco, le habían quitado el botín y ahora venían a devolverle sus cosas a Hermano Pequeño.
-Toma: tu dinero, tus pizzas, tu móvil y tu tabaco -le dijeron.
Hermano Pequeño se quedó de pasta boniato.
-Si yo no fumo...
Los héroes urbanos se miraron uno al otro con cara de ups, que nos hemos pasao...
-Pues ahora sí.
La verdad es que casi me daba pena el atracador, que después del disgusto no iba ni a poder fumarse un piti.
Que se joda, que se joda, y que le den por culo.
12 diciembre 2005
Navidad III
Lo pongo, no lo pongo, lo pongo... Cuando éramos pequeños íbamos al campo y volvíamos a casa con musgo, ramitas y barro, mucho barro, y montábamos un belén enorme. Ahora ponemos un belén chiquito, pero no importa, porque el gato se sube y remueve la arena y tira las figuritas y al final hay belén por todo el piso, así que podría decirse que tenemos el único belén expansivo del mundo. Y un gato super jodón, pero eso es otra historia.
Como todos los belenes, eso sí, tiene problemas con la apreciación del tamaño. El gallo es ligeramente más alto que los camellos, el castillo de Herodes cabe dentro del portal, y la mula es tan grande como el buey, y lo mira con ojillos viciosos. Mi madre dice que así se consigue perspectiva. Por lo que he podido deducir la perspectiva consiste en que mis hermanos y yo nos reímos hasta que mi madre nos encolleja y salimos zumbando.
El gallo inicia el ritual de apareamiento con el cerdo.
A mi madre le encanta el belén; es una artistaza y con cuatro ramas, celo y un poco de arena hace maravillas, y entonces se da cuenta de que no ha puesto las luces y tiene que quitarlo todo, poner las luces y volver a colocarlo todo encima, todo esto mientras el resto de la familia "colabora", que en este contexto quiere decir "se burla cruelmente de sus esfuerzos porque saben de antemano que lo de las luces no tiene remedio". Porque a ver, ¿dónde se ha visto que haya una luz roja en mitad del pesebre? ¿Por qué la castañera tiene un aura verde, que parece que vaya a volver a su planeta de un momento a otro? Y sobre todo, ¿quién decidió que las luces del belén debían ser intermitentes? ¿Tan malo era el suministro eléctrico en época romana?
El pato gigante se agazapa tras un meño, esperando que la lavandera se despiste para saltar sobre su yugular. Que le den, que hubiera salido a lavar de día, caramba. Al fondo, un milagro navideño: el cielo fosforescente se arruga.
Volviendo al tema, el problema, al final, siempre es el ángel.
El papelón que hace el pobre, en pleno desierto, encaramado a un abeto, con una pancarta en latín y vestido de moñas. No me extraña que los pastores le miren. Y eso que los pobres ya están curados de espanto, a fin de cuentas llevan a pastorear a las ovejas de noche y al desierto, con la cantidad de hierba que hay alrededor del pueblo.
El caso es que el ángel no para de caerse. Miedo escénico, por lo que se ve.
El primer día confías en que mantenga el equilibrio entre las ramas del abeto que ha surgido milagrosamente en mitad del desierto.
Y se cae.
El segundo día lo atas con un cordel.
Y se cae.
El tercer día pones un poco de pegamento en la base.
Y se cae.
El cuarto día le pones celo.
Y se cae.
Para cuando llega el 24 de diciembre el ángel es una bola de cinta americana que rodea el árbol.
Y el árbol se cae.
Ya sabía yo que un abeto no podía durar mucho en el desierto.
10 diciembre 2005
Navidad II
-Este año no pongo el árbol -dice mi madre.
-Vale -respondemos a coro Hermano Pequeño, Hermano Mediano y yo.
-Es que ocupa mucho -insiste.
Todas las madres hacen lo mismo. Ya le has dado la razón, pero nada, insisten e insisten hasta que ellas mismas se dan la razón.
-Vale.
-Y suelta hojas -lo que suelta es plástico verde, pero bueno.
-Vale.
-Y el gato se las come y hace caca verde.
-Vale.
-Y coge polvo, y papá se congestiona.
Congestionarse es poco. Se le pone la nariz como un pimiento y en las escasas ocasiones en las que alcanza a respirar hace más ruido que Darth Vader en pleno ataque de asma. Sin embargo, obsérvese que como argumento figura en cuarto lugar.
-Vale.
-Y las bolas están en el altillo, pero no me acuerdo en qué caja, y habría que sacarlas todas.
-Vale.
-¿Me estais escuchando?
-Vale.
Una hora después...
-Definitivamente, no voy a poner el árbol.
La concurrencia intercambia miradas de pánico.
-Vale.
-No nos queda ni un enchufe para las lucecitas.
-Vale.
-A no ser que pongamos el ordenador en el enchufe de la tele, la tele en el del ordenador, y alquilemos un generador para la lámpara.
-Vale.
-De todas formas, tampoco tenemos lucecitas.
-Vale.
-Y no las pienso comprar. Luego se funden enseguida.
-Vale.
-Y el gato las muerde y se le riza el pelo.
-Vale.
-No me estais escuchando, ¿verdad?
-Vale.
Dos horas después...
-Además, ¿para qué?
-Vale.
-Es decir, en una casa grande, todavía, pero aquí...
-Vale.
-Es que no hay sitio.
-Vale.
-Imposible. Tendríamos que quitar la lámpara, mover el sofá, tirar el muro...
-Vale.
-No piendo hacerlo. Estoy harta.
-Vale.
-Mis hijos son tontos.
-Vale.
Tres horas después...
-A ver, ¿es que nadie va a ayudarme a poner el árbol?
Para qué vamos a discutir.
06 diciembre 2005
Nastyman, el pequeño y paliza
¿Es que no hay más blogs en el planeta?
¿Es que no tiene nada mejor que hacer?
05 diciembre 2005
Civilization IV
Así es Hermano Pequeño: cualquier cosilla le hace feliz.
-¿Locualo?
-Es un juego de estrategia en el que creas tu propio imperio.
Una lucecita diminuta brilla en mi cerebro.
-¡El juego de las casitas!
-No ese es el Sims -que listillo, el niño.
-¡El Sims no, el juego de las casitas! Uno en el que pones casitas y luego granjas y luego caminos y cuando ya lo tienes todo arde hasta los cimientos.
-Vale, es ese.
Bien. Me encanta el juego de las casitas. Sobre todo porque cuando están empezando a encabronarte con tu pueblo ("tenemos hambre", "faltan colegios"...), ¡ellos mismos se mueren de peste y puedes empezar de nuevo!
Así que toda emocionada me puse a jugar al Civilization IV.
Definitivamente, este no es el juego de las casitas que yo conocía.
Nada más empezar, lo único que tenía era a tres tíos con palos en un círculo azul. Como no sabía qué hacer con ellos le dí al botón de automatizar, y se pasaron el resto del tiempo bandeando por ahí.
Entonces empezó a salirme un mensajito: "Para pasar turno pulse intro".
Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Pulsé intro. Me volvió a salir. Basta.
Luego había una ciudad, que se pasaba el rato investigando y mandándome mensajitos...
-Que ya hemos acabado, oye, ¿qué investigamos ahora?
-Lo que os de la gana, leche, a mi dejarme en paz que todavía estoy buscando las casitas.
Cuando llevaban un rato investigando me salieron tres colonos en un círculo azul. Los mandé al bosque y nada. Los mandé al prado y nada. Los mandé entre los árboles y nada. Al final decidí que no servían para nada y los abandoné en la frontera (una raya azul), por si eran de ese tipo de colonos que hacen una escalera con palos y saltan la valla y se convierten en el problema de otro.
Luego empezaron a salirme mensajes de jefes de otros imperios. "Saludos... bla, bla, bla... me gustaría ver tu cabeza clavada en una pica". ¿Qué? En una pica. Todos me decían lo mismo. Estaba supermosqueada con el tema.
Entonces llegó Hermano Pequeño y me explicó que eso era lo que yo les estaba diciendo a ellos... Bien, no pasa nada. Ahora tenía a Hermano Pequeño para ayudarme.
-En este juego aprenderás...
-Intro, intro, intro...
-La sutil ciencia y el arte exacto...
-Intro, intro, intro...
-De la política. Voy a...
-Intro, intro, intro...
-Enseñarte a embotellar...
-Intro, intro, intro...
-La fama, preparar la gloria...
-Intro, intro, intro...
-Hasta detener... ¿Quieres dejar de darle al puto intro?
-No. Voy la primera.
A la mierda el sutil arte de la política.
PD: El juego de las casitas era el Caesar III. Hermano Pequeño lo ha rescatado del baúl de los recuerdos y lo ha instalado en mi ordenador porque dice que verme jugar al Civilization IV le produce ardor de estómago. También dice que si vuelve a verme darle al puto intro se encargará personalmente de que a mí me dé ardor de apuntes.
Jo.
Qué borde.
03 diciembre 2005
Los ppancartistas
Mala idea.
Se ve que había alguna movida del PP en la Puerta del Sol; había un montón de viej... ancianos con banderitas moviéndose al ritmo de la musiquita trompetera: ta-ta, ta-tá, ta-ta-ta ta-tá. Peligrosísimo: se cae uno, y doscientas fracturas de cadera por el efecto dominó. Yo estaba flipando. ¡Si el aniversario de la muerte de Franco fue hace dos semanas!
He intentado dar un rodeo por la plaza de Pontejos, pero una chica me ha asaltado en una esquina.
-¿Quieres lotería de el partido?
-¿De qué partido?
Jo, la cara que ha puesto. He tenido que abandonar mi atajo y meterme de lleno en la masa; casi una hora, de Carretas a Preciados, porque de vez en cuando alguien gritaba "viva España" y me daban espasmos en el brazo derecho.
Jo.
Además me empujaban por todas partes, las viej.. ancianas, frágiles ellas. Y un viej... anciano me estaba "empujando" de cintura para abajo, el muy guarro.
-¡Luego direis que somos cinco o seis! -se puso a gritar una señora de pronto.
-Cinco o seis no, señora. Es uno, pero me está poniendo el culo tonto...
PD:
Dicen que han llenado la Puerta del Sol. Un sábado de diciembre y con buen tiempo. La mitad estábamos de compras... Desde luego yo lo estaba, así que cuando den las cifras oficiales hay que quitarle uno.
Es que esto de convocar manifas al lado de un centro comercial es un poco problemático. ¿Por qué nunca convocan manifas en el Pozo del Tío Raimundo? Con lo bien comunicado que está, y el espacio que hay. Se iba a poner aquello de bote en bote.
30 noviembre 2005
73 céntimos
-Sí.
-Son setent...
-¿Cuánto es?
Suspiro.
-Setenta y tres céntimos.
-¿Cuánto?
-¡Setenta y tres céntimos!
-¿Siete con diez?
-No... ¡Setenta y tres !
-¿Veintiseis?
-No... ¡Setenta y tres...! ¡Setenta y tres céntimos!
-No me entero, señorita...
-¡Setenta y tres
-¿Setenta y tres?
-¡Sí! Setenta y tres putos céntimos de mierda...
-¿Tiene cambio de cincuenta?
28 noviembre 2005
Navidad I
Y lo dice el hilo musical, claro. Ya hemos empezado con los villancicos, aunque no les hago mucho caso desde que el año pasado sufrí una de las más tremendas decepciones de mi vida.
Fue por una alegre composición en que la Coral de Niños Repelentes canta:
Me levanté esta mañana...
¡ANA! -berrea el coro con todo su entusiasmo.
He cogido mi trompeta...
¡ETA! -esto es apología de la violencia, pero al coro le da igual.
He salido muy temprano...
Llegado a este punto, contengo el aliento. Que nervios. ¿Lo harán? ¿Se atreveran a gritar ANO a través de los altavoces del supermercado?
Tempranoooo -berrean los niños, a los que sin duda alguna hinchan a collejas en el recreo, merecidamente, por cursis.
Jo. Cada vez que lo ponen me llevo un disgusto. Con lo feliz que me harían...
Y, a todo esto, ¿para qué querrían la trompeta? ¿Para tocarle el Himno de Riego a la Sagrada Familia? Vete tú a saber. Los milagros atraen a cada pirado que para qué; como ese tipo que como era pobre no se le ocurrió otra cosa que ponerse a tocar el tambor. Pobre, y además tocapelotas. Es que me lo imagino:
El tamborilero: Y ahora les voy a tocar Aserejé.
San José: Hombre no, que no hace falta, de verdad.
El tamborilero: Si no es molestia. Y luego, El camaleón.
Y así toda la noche. Porque en los belenes siempre es de noche, lo que no impide que estén de bote en bote; la cantarera de paseo en mitad del desierto (dónde irá a buscar agua, la infeliz), las cabras con los ojos rojos de no dormir, el pollo gigante cacareando seis horas antes de lo normal, un tipo pescando que nunca pesca nada... Y la Virgen y San José mirando el reloj de soslayo, a ver si el petardo del tamborilero pilla la indirecta y se vuelve a su casa.
Pero no la pilla, no.
25 noviembre 2005
GoF#
El Cáliz de Fuego es la mejor película de Harry Potter hecha hasta ahora.
No lo digo por decir. Lo digo porque en las anteriores no salía Stanislav Ianevski (haciendo de Krum).
Qué buenorr... digo, que joven tan interesante. Tiene un p... un talento natural tremendo, ese chico.
Qué manera de volar en escoba.
Qué manera de fruncir el ceño.
Qué manera de mover la, ejem, varita.
Luego está Alan Rickman. Ya está, um, interesante de por sí, y haciendo de don't-call-me-coward*-Snape se sale.
Y la guinda: Ralph Fiennes. He visto El dragón rojo unas dos mil veces sólo porque hace un desnudo integral... eh, no, esteeeeee, porque es una peli super interesante, con un contenido cultural muy... muy...
Bueno, en algún momento va a un museo, ¿no?
Necesito otro cubo de hielo...
En fin.
Del resto de la peli (es decir, cuando no salían ni Snape ni Krum ni Voldemort) no puedo decir nada porque desconecté, pero puedo hacer un breve resumen por lo que me han contado:
El final. Por fin. Creí que no se acabaría nunca. Que tostón. Por favor, la próxima vez que diga "vamos a ver esta peli, el libro es genial" encerradme en la alacena bajo la escalera y tirad la llave.
* Don't call me coward= no me llames cobarde. Es algo que dice Snape en uno de los libros, cabreado como una mona. Y hasta aquí puedo leer.
& Esto de las notas al pie es un tostón.
+ Y si no, que le pregunte al listillo de Nastyman. Sólo hay que pulsar aquí debajo, donde pone comments y teclear en el espacio en blanco.
23 noviembre 2005
Despedida!!!
Lo sé: no escarmiento.
-¿Qué?
-La bolsa, que si le importaría enseñár...
-Te van a despedir.
Coño, si lee el futuro...
-¿Qué? -ya lo sé, no se dice qué, se dice perdón. Es que los poderes paranormales de la señora me habían dejado flipada.
-Que te van a despedir.
-¿Ah, sí?
-Sí. Si tus jefes se enteran de que me has pedido la bolsa, te despiden.
La leche... Que me despidan por hacer lo que me han dicho... Seguro que bato algún tipo de record.
-Je, je-je-je, je -se me escapa. Ya me estoy viendo en una tribuna, recogiendo lo que quiera que te den cuando bates un record.
-¡Jefe, jefe! -se pone a gritar la señora, entretanto, agitando los brazos para llamar la atención. No es que haga falta, a estas alturas nos mira medio supermercado.
-¡Señora, por favor! -le digo. Si se rompe la cadera entre que viene la ambulancia y la ensambla de nuevo nos dan aquí las uvas.
-¿Sabe usted quién es mi marido? -me dice, viendo que no le hacen caso.
Eh... ¿un santo?
-No, no lo sé.
-Mi marido es un señor muy importante.
-Ah.
-A mí no me importa enseñarte la bolsa -pues no se nota, oiga-. Es por él.
Que no está presente, claro. Creo que empiezo a comprender a qué se refiere, señora Nash.
-Bueno, pues si no le importa...
-Pero sepa que si me mira las bolsas la despiden fijo.
-Qué bien -se me escapa, sin poder evitarlo y sonriendo de oreja a oreja. Se queda tan desconcertada que me paga y se van sin chistar.
La señora siguiente está como a diez metros; se ve que ha fijado un perímetro de seguridad.
-Pase -le digo, y se me acerca con un güevo de bolsas en la mano.
-Mi marido no es nada importante -dice-, así que puede mirar las bolsas si quiere, que no la van a despedir.
Pues ahora no quiero, jo.
21 noviembre 2005
19 noviembre 2005
Se vende II
Vender el gato es no es buena idea.
Para empezar, ni siquiera es mío.
Y de todas formas no he tenido ninguna oferta.
Así que corrijo.
Se regala:
-Casi sin usar. Todavía no le hemos encontrado utilidad.
-Extensible. Cabe en una caja de zapatos (con los zapatos dentro, y si son nuevos mejor), pero si se tumba en la cama la ocupa toda.
-Inteligente. Su vida consiste en comer, dormir y lamerse los genitales. El sueño de todo hombre, hecho realidad.
-Casi no molesta. A la mayoría de ls habitantes del planeta no les molesta en absoluto. Es más de lo que puede decir Bush.
-Paladar gourmet. Sabe apreciar en todos sus matices el agua de la fregona, y es único a la hora de escoger los brotes más tiernos de las macetas.
-Limpio. Suele remozarse en la ropa sucia, pero si le tocas se lava.
16 noviembre 2005
Se vende
-Seminuevo, 7 años.
-Casi sin usar. Al menos la mayoría de sus orificios lo están. Creo. Ha convivido con adolescentes durante bastante tiempo, así que no hay forma de asegurarlo.
-Silencioso. Es decir, el gato en sí no hace ruido. Lo que hace ruido es todo lo que rompe al caer al suelo y estallar en un millón de trocitos diminutos que se esparcen por toda la casa y siguen apareciendo debajo de los muebles durante meses y meses.
-Tranquilo. Duerme la mayor parte del día. Claro que está hiperactivo la mayor parte de la noche, para compensar.
-Sólo come cosas que apestan (y las convierte en cosas que apestan aún más).
-Autolimpiable. Se lava solo y en cualquier momento y lugar, preferiblemente sobre apuntes pasados a limpio.
-Muy cariñoso. Cariñoso con los jerseis, cariñoso con las medias, cariñoso con la ropa limpia en general, y la ropa negra en particular.
-Sueve y peludo. No tiene bastante carne para venderlo a un restaurante chino, pero un gorrito de piel sí que sale.
13 noviembre 2005
Quedada II: el desastre
De todos los plantones que me han dado en la vida, el de hoy ha sido sin duda el peor. Bueno, no. el peor fue aquella vez que un viej... anciano barbudo me convenció para que fuera con él a llevar un anillo. Quedamos en el Pony Pisador, y el tío no apareció, así que me tragué el anillo y le dejé un post-it en el baño en el que ponía "entregado".
O sea que el de hoy ha sido el segundo peor. Por no venir, no ha aparecido ni la chica cuyo cumpleaños íbamos a celebrar; es cierto que ella no lo sabía porque era una sorpresa, pero aún así podía haber venido. O, al menos, podía haber venido alguien, aunque fuera por equivocación.
La cara que hemos puesto mi novio, las bolitas de queso y yo cuando han empezado a llegar mensajes:
"No puedo"
"Tengo deberes"
"Estoy enferma"
"Mi hermana ha venido por sorpresa de Lituania"
Sin duda, la mejor. Si hubiera unos Premios Tony a la Mejor Excusa, esta se los llevaría todos. Y lo más increible es que es verdad... Jo, Lituania. ¿Qué leches hay en Lituania? ¿Para qué querría ir nadie allí? Y, sobre todo, ¿qué hay de sorprendente en que vuelva?
En fin, que ha sido como si después de juntar tierra, fuego, aire, agua y corazón en vez de salir el Capitán Planeta se oyera una voz en off: me he ido a tomar unas cañas... el planeta que lo salve su madre...
Así que mi novio y yo hemos decidido coger las bolitas de queso y plantarnos en la casa de la única que no podía escapar: la malqueda que no había venido porque tenía gripe.
Sí, eso es acoso, con premeditación, nocturnidad y alevosía. Nos hemos montado en el coche, hechos hecho unos trescientos kilómetros (3 hasta su casa y 297 buscando aparcamiento) y nos hemos plantado en su puerta.
Y no estaba.
Jo.
Empiezo a pensar que debería cambiar de desodorante.
10 noviembre 2005
06 noviembre 2005
La caja rápida
03 noviembre 2005
Ready for you!!!
Como el cauce se ha reducido a la mitad parece que tiene más caudal.
Las pistas de deporte del parque de la Arganzuela.
Perdón, ex-pistas de deporte.
El parque de la Arganzuela, desde el puente de Praga.
Parece una imagen de Terminator II pero no, es el parque de la Arganzuela. No sé por qué ha salido con ese aspecto, aunque tengo una teoría: Madrid fue construído sobre un cementerio indio.
Si seguimos cavando tarde o temprano aparecerá.
Arboleda entre la M-30 y los edificios de viviendas, que protegían del ruido y la contaminación. Perdón, ex-arboleda.
Admitámoslo: las Olimpiadas no nos las van a dar jamás.
¡¡¡Para el Record Guinness 2007 todavía estamos a tiempo!!!
31 octubre 2005
La vieja y malvada bruja
Y el cucharón no estaba.
Su viejo cucharón de hierro, rojo de óxido y encostrado de mugre, su amado cucharón con el que había removido tantos potajes de murciélago, sopas de babosa y gachas amargas, el mismo cucharón con el que acogotaba a las alimañas que se colaban en el armario para roer sus ropas, el viejo y familiar cucharón, simplemente, había desaparecido.
De nada sirvió mirar bajo los muebles, los dos, entre las sábanas amarillas, y bajo el colchón de pelo de rata lleno de bultos, algunos de los cuales, bien orgullosa estaba de ello, aún se movían. El cucharón no aparecía en ninguna parte, ni siquiera en sus bolsillos, ni en las profundidades de su bolso de telaraña, ni en la maraña gris y sucia que era su pelo.
La vieja y malvada bruja se echó a llorar. ¿Qué iba a hacer sin su cucharón? Sin un cucharón no podía remover su caldero, y una bruja, sin su caldero, no es nada, bien lo saben tantas brujas sin puchero que acabaron sus días vencidas por asquerosos niños repelentes de cabellos sonrosados y mejillas rubias. O al revés; la bruja, afortunada ella, no había visto nunca a uno de esos monstruos, y se le ponían los pelos de la verruga de punta sólo de pensar en encontrarse con uno.
Pero si quería seguir removiendo su caldero iba a tener que ir a la aldea más cercana a comprar un cucharón, y la vieja bruja creía recordar que en las aldeas (tocó madera para alejar el miedo) había niños.
Si no fuera por el cucharón...
Decidida a todo la bruja se envolvió en su negra capa picuda y partió rumbo a la aldea. Tardó varias horas, porque tuvo que dar unos cuantos rodeos para esquivar a algunos conejitos esponjosos y cervatillos de dulces ojos, que le daban un asco tremendo. Para cuando llegó a la aldea era casi medianoche, y en las calles reinaba la oscuridad y el silencio.
La vieja y malvada bruja tragó saliva, se acercó a la primera puerta y llamó con sus nudillos huesudos. La puerta se abrió apenas unos centímetros, y volvió a cerrarse bruscamente.
-¡Una bruja! ¡Es una bruja! -se oyó a través de la madera, y luego el ruido de pesados muebles que eran arrastrados y amontonados detrás de la puerta, por si acaso. La bruja se quedó de pasta boniato. No sabía si eso era normal.
-Sólo quiero comprar un cucharón -gimoteó, pero no obtuvo respuesta.
Un poco asustada llamó a la siguiente puerta, pero volvió a ocurrir lo mismo, y también en la siguiente, y la siguiente.
La vieja y malvada bruja empezó a temer que no podría comprar un cucharón, pero no estaba dispuesta a rendirse. En la siguente casa no llamó a la puerta: musitó un conjuro y la echó abajo. El ruido, en la aldea dormida, sonó como un cañonazo, y pronto la bruja oyó el sonido de los pies descalzos bajando a la carrera por la escalera.
-¡Una bruja! -exclamó el primero en llegar, un hombre que sostenía una vela en la mano.
-¡Una bruja! -exclamó una mujer, que le seguía de cerca.
-¡Una bruja! -exclamó, por último, un niño, que corrió a abrazarse a su madre.
-Sólo quiero comprar un cucharón -explicó la bruja muy despacio, para que la comprendieran-. Tengo dinero.
Y para demostrarlo metió la mano derecha en el bolsillo, en busca del dinero.
-¡Tiene un arma! -gritó la mujer. En este tipo de situaciones siempre hay alguien que grita "tiene un arma", es obligatorio.
-¡Sólo quiero un cuch... -empezó la bruja, pero no acabó; el aldeano cogió un taburete y se lo partió a la bruja en la cabeza.
La bruja cayó al suelo. No le dolía, porque el pelo había amortiguado el golpe, pero se sentía tan triste que empezó a llorar, tapándose la cara con la falda remendada, y lloró y lloró hasta que sintió que le tironeaban de la manga. Soltó la falda y miró a su izquierda. Había un niño, y la estaba tocando. La bruja miró espantada los sedosos rizos dorados, las mejillas sonrosadas y los hoyuelos, y se estremeció. Esperaba que no fuera un huerfanito de esos: por lo que había oído, eran los más peligrosos. El niño, además, sonreía espantosamente mientras le tendía un cucharón, nuevo y brillante.
La vieja y malvada bruja miró al niño y al cucharón. Dudaba; batallaba contra sus instintos. Al fin, cogió el cucharón y sonrió al niño. El niño empezó a reir, entrecerrando los ojos... Era lo que la bruja esperaba. Con un golpe certero la vieja y malvada bruja le arreó un cucharonazo al niño en la cabeza, que le dejó inconsciente de inmediato. Lo cogió en brazos y, antes de que los padres reaccionaran, echó a correr.
Aquella noche la vieja y malvada bruja comió rosbif de niño para celebrar que volvía a tener un cucharón.
Moraleja: si no puedes vencer tus miedos, cómetelos.
¡¡¡Terrible Halloween para todos!!!
26 octubre 2005
La quedada
Cuando estábamos todos en la universidad era más fácil, porque todos teníamos más o menos el mismo horario. Alguien decía "¿quedamos el viernes?" y quedábamos.
Ahora las cosas son más complejas. Unos trabajan por la mañana, otros por la tarde, otros los fines de semana o en días alternos, unos viven en Madrid y otros no, unos tienen coche y otros se mueven en metro... Vaya, que para recordar cuando está disponible cada uno se necesita al profesor Nash en un día bueno.
Y luego, en el hipotético caso de que consigas llegar a un acuerdo, y descubras, por ejemplo, que los lunes a las 3 de la mañana todos están libres, siempre hay alguien que protesta por el plan.
Esto es lo que sufro por e-mail, móvil y cara a cara:
"Yo sólo veo películas en versión original."
Hay que joderse. Y con las películas en español, ¿qué hace? ¿Se va a Gibraltar y las ve dobladas?
"Es que ahí no hay quien aparque."
Como en todo Madrid...
"¿Esa mierda de película quereis ver?"
Hermano Mediano, no falla. Para él, todas las películas son una mierda. Habría sido un gran crítico si no fuera porque cree que la crítica de cine es una mierda.
"¿Y no podemos ir a otro sitio?"
En una vida anterior fui Hitler, y este es mi castigo, lo sé.
"Si vienes tú, paso."
Es recíproco.
"Uf, no sé, porque por la mañana trabajo, y por la tarde quiero hacer albóndigas."
Mi madre. No, no, es broma. No es mi madre, es... la madre de alguien que conozco. Sí, eso es. Y yo no soy yo.
Je, je-je-je, je.
En fin.
Será mejor que me vaya inscribiendo en el Programa de Protección de Testigos.
"Jennifer López me cae mal."
¿De verdad crees que nos la vamos a encontrar?
"No como queso."
Hermano Mediano, otra vez.
"Jo, tía, no sé (suspiro)
Hermano Pequeño.
Cargante, ¿verdad? En las películas nunca pasa. El Concilio de Elrond, por ejemplo.
-¿Quién llevará el anillo? -dice Elrond, todo serio.
-Pfff... No sé, yo es que ya he quedado.
-Conmigo no conteis hasta enero del 2015.
-¿Que tal se aparca en Mordor?
-Esas lembas no llevarán queso...
-Nadie me comprende, tía.
-Estoy muy ocupado con mi máquina de escribir invisible.
-Pues anda que yo, que tengo que liar albóndigas...
25 octubre 2005
PG Potter y el Cáliz Sexualmente Insinuante
"Arañas espeluznantes que se arrastran sobre alumnos, dragones que respiran fuego, sirenas monstruosas y un personaje próximo al colapso por el vino. La película también contiene blasfemia suave, insinuación sexual y la muerte de un personaje principal", según informa Usa Today.
Jo.
Caramba.
La franquicia Potter cada vez se parece más a los clásicos de Disney.
23 octubre 2005
The O-Files
1.- Hay que estudiar toooodos los días. Jo. Eso no es normal. Sí, ya sé que en el colegio, el instituto y la universidad los profesores te machacan con que hay que estudiar todos los días y tal, pero eso es como leer el Quijote: realmente no lo ha hecho nadie jamás.
2.- Todo el mundo te pregunta cómo lo llevas. Tal cual. Te miran con compasión y lo sueltan. "¿Cómo lo llevas?". Pues a ver: tengo que estudiar todos los días y estoy aquí de charla, tú me dirás.
3.- Te duele el culo. Te duele la espalda, también, pero eso todo el mundo lo comprende. En cambio no puedes ir por ahí diciendo que te duele el culo. Si mi novio, que se supone que me quiere, se burla cada vez que lo digo, no sé qué harán los demás.
4.- Pierdes la noción del tiempo. No sabes si es lunes o sábado, porque el plan es el mismo: levantarte y ponerte a estudiar. Eso sí, siempre sabes que hora es: hora de estudiar.
5.- Te salen callos en las manos porque, en tu afán por reducir la materia, te pones a subrayar como una loca. Yo no sé lo que pasa en las familias normales, pero sí sé lo que va a decir la mía en cuanto alguien descubra el callo que tengo en el dedo índice de la mano izquierda. Sobre todo si mi novio les cuenta que, además, me duele el culo.
6.- Te obsesionas. Te pones a ver una peli, y, al acabar, haces un esquema, un resumen y un comentario crítico en el que señalas sus aplicaciones didácticas. ¿A alguien le interesan las aplicaciones didácticas de Glitter? Sospecho que no.
7.- Descubres que tu novio confía ciegamente en tí. La leche. Este tío no es normal. La parte buena es que eso demuestra que estamos hechos el uno para el otro.
8.- Al final, no estudias nada. Estás demasiado ocupada quejándote de lo mucho que tienes que estudiar.
18 octubre 2005
Huelga de transportistas
-Señorita, ¿que pasa con los transportistas?
Pasmo total. No sé si es una adivinanza, un chiste o, peor, una pregunta.
-¿Perdón?
-Que si les afecta.
Bueno, teniendo en cuenta que no tengo ni idea de lo que me habla, supongo yo que no.
-No.
Espero.
10:05
-Señorita, ¿ya se nota lo de los transportistas?
-¿Eh?
-Que si se nota.
-¿En qué?
-No sé, en algo.
-No, de momento no estamos notando nada.
Yo, desde luego, lo único que noto es que me están tocando las narices.
10:07
-Señorita, ¿cuanto va a durar lo de los transportistas?
Suspiro. Esto tiene que ser una broma, seguro. ¿Dónde está la cámara oculta?
-Espero que no mucho -le digo, con total sinceridad.
-Pero, de momento, con ustedes siguen.
¿Siguen qué? ¡Por favor, que alguien me explique qué está pasando!
-Sí, sí, claaaaro...
10:08
-Señorita, no hay lechugas. ¿Será por los transportistas?
Está bien. He sido yo. Confieso. ¡Pero por lo que más quieran, dejen de torturarme!
-¿No quedan lechugas?
-No.
-Pues se habrán acabado.
-¿No están teniendo problemas con los transportistas?
-Francamente, yo empiezo a tenerlos.
-La entiendo perfectamente, señorita.
Lo dudo.
10:08 y medio.
-Señorita, ¿cuanto va a durar lo de los transportistas?
Matadme. Acabad con mi sufrimiento.
-¿Perdón?
-Hay huelga de transportistas -me sopla un señor por lo bajo, probablemente porque se da cuenta de que estoy a punto de suicidarme con el boli.
-Ah, sí, esperamos que se llegue a un acuerdo en breve.
Yo desde luego lo deseo del todo.
10:09
-Señorita, ¿están teniendo problemas con el suministro?
-Con el suministro, no.
Pero al primer transportista que me cruce, lo escamocho.
16 octubre 2005
Frikifans anónimos
Me atraganto. No puedo.
-¡Venga, Lorza Girl! -me animan.
-Soy... soy una frikifan idhunita.
-¡Bien, bien!
Hay aplausos. El primer paso, admitirlo, es el más difícil. Luego superarlo... eso ya es otra historia.
Al final mi novio no fue a comprar Tríada a las doce de la noche.
Esperó hasta las diez de la mañana.
Luego tuvo que irse a trabajar, y aunque no lo leyó en el trabajo, las malas lenguas aseguran que de vez en cuando lo sacaba de la bolsa y lo abrazaba. Eso lo aprendió de mí; de vez en cuando todavía abrazo a mi Half-Blood Prince. Es decir, al libro, no al auténtico Half-Blood Prince, aunque la verdad es que tendría su morbo. No soy tan bocas como para decir quién es, pero creedme: tendría un buen montón de morbo.
Ji-ji, ji-ji...
Céntrate, Lorza Girl, que eres una mujer comprometida...
El caso es que mi novio se pasó toooooooda la noche leyendo. Sí, el tío friki se pasó toda la noche leyendo. No es que lea despacio, es que Tríada tiene aproximadamente el mismo calibre que La orden del Fénix; algo así como leerse la trilogía de El señor de los anillos del tirón.
Luego tuvimos la siguiente conversación:
-Me muero. He leído toda la noche.
-¡Friki!
-Es que es taaaaan bonito...
-¡Friki!
-No podía parar...
-¡Friki! ¡Friki! ¡Friki! ¡Friki! ¡Friki!
-¡A que no te lo dejo!
-Sabes que te quiero, ¿verdad?
Eso es lo mejor que soy capaz de hacer en lo que a chantaje psicológico se refiere. Nunca cuela. La segunda opción es "pues no pillas", y él responde "pues tú tampoco". Se las sabe todas, el tío.
Supongo que al final le dí lastima, porque me lo prestó.
Y estuve leyendo hasta las seis de la mañana.
Jo. Como me duele el cuerpo, los músculos y los huesos.
Tríada es un libro de Laura Gallego.
13 octubre 2005
Mi novio es un friki
Le gustaban los coches, las motos, las bufas y las novelas de John Grisham (pobrecito).
Luego empezó a cambiar, al principio tan despacio que apenas era perceptible.
Sé que es culpa mía; debí darme cuenta, debí evitarlo...
Nunca debí llevarle a ver El señor de los anillos, y menos a ver la primera sesión, que había tantos frikis por metro cuadrado que daba miedo.
Nunca debí dejar que se acercara a menos de 10 metros de mis hermanos y de la fabulosa frikoteca que han ido acumulando en su diminuto cuchitril. Qué coño, debí decirle que no tengo hermanos, que es lo que hago con todo el mundo.
Nunca debí dejar que leyera manga, sobre todo Inuyasha, Kimagure y, por supuesto, Ranma 1/2. Sobre todo Ranma. Y lo mismo se aplica al comic. Sin City, X-Men, Lobezno, Astro City, Lobo Solitario, Akira y una larga lista que ni siquiera yo he he sido capaz de leer completa.
Nunca debimos ver Rocky Horror Picture Show.
Y nunca, nunca, nunca debí recomendarle Misfile ni A-L-P, cuya lectura sin duda ha acabado de achicharrarle la materia gris, ya de por sí escasita, para qué nos vamos a engañar.
Empecé a sospechar que algo iba mal cuando vimos El verano de Kikujiro empezada y en versión original y le gustó... Pero no le di importancia.
Luego hizo de Serious Black. Fue una interpretación memorable que debió quitarme la venda de los ojos, pero no. Yo tampoco es que sea muy lista.
Fue mucho tiempo después, al verle arrancar el primer ejemplar de Harry Potter and the Half-Blood Prince de las frías manos mortecinas de una niña inocente, cuando me di cuenta al fin de que había creado un monstruo (detalles aquí).
Ahora no hay marcha atrás.
En estos momentos mi novio culmina su transformación en friki de tomo y lomo.
Mañana día 14 sale a la venta el último libro de Laura Gallego, Tríada.
¿Adivinais quién va a estar esta noche a las doce en el Vips para comprarlo?
Exacto.
PD: En cuanto mi novio lea esto mi vida sexual estará condenada. ¡AAADA!
12 octubre 2005
12 octubre, día de la hispanidad
País: nación, región, provincia o territorio.
Curiosamente, si hacemos caso de la Real Academia de la Lengua Española, Cataluña es un país y una nación.
¿Significa eso que la RAE está en contra de la unidad de España (unagrandelibre)?
¿O sólo que los defensores de la unidad de España (unagrandelibre) no saben lo que es un diccionario?
09 octubre 2005
Trailer
En inglés, en mexicano, subtitulado, sin subtitular, con calidad de imagen óptima y penosa, a veces con la pantalla en negro, a veces sepia, con grumitos, a toda velocidad, avanzando a saltos, fotograma a fotograma, en quicktime, windows media, real player, en pantalla enorme, gigante y tamaño sello, con y sin música, con Hermano Pequeño entusiasmado, con Hermano Mediano refunfuñando (vaya mierda, seguro que apesta, estoy deseando que la estrenen para votar en Rotten Tomatoes, sin verla, claro, para qué...), sola, con el gato paseándose por todas las teclas, con mi novio protestando porque, joder, cuantas veces tengo que decirte que no me gusta ver trailers, que eso es de frikis...
Y cada vez que lo he visto he llegado a la misma conclusión.
Qué bueno está Stanislav Ianevski.
Y con bueno, mi querido pero susceptible novio, me refiero a que es muy... que tiene un... que parece bastante...
Que está como un queso, el chaval.
Por suerte es mayor de edad, aunque, ejem... sigue siendo más joven que Hermano Pequeño.
Jo.
Bueno.
Por lo menos a mí no me gusta Emma Watson.
So pervertidos.
05 octubre 2005
Pupita
Mucha pupita.
Es un gimnasio estupendo, solo para chicas, y especializado en... ejem... lorzas. Concretamente en la eliminación de las lorzas. La verdad es que por fuera más que un gimnasio parece la sede de una secta, porque está llena de rótulos: "entrena con nosotras", "sé tu misma", "haremos que te sientas satisfecha con tu cuerpo".
No estoy muy segura de ser yo misma, pero lo otro es verdad. Es decir, cuando llevas un cuarto de hora arrastrándote sobre el step empiezas a pensar que la verdad es que tu cuerpo tampoco está tan mal, y que para qué vas a esforzarte en cambiarlo. Sobre todo después de descubrir que además de resistencia, careces de ritmo, habilidad, flexibilidad, capacidad pulmonar y, en breve, de conciencia.
Además todo el mundo sabe que el gimnasio sólo se va a ligar y, si no hay suerte, mirar los bíceps de los tíos, y en este sólo veo un montón de chicas resoplando y escupiendo sangre. Yo entre ellas. Hay un espejo enooooooorme que cubre toda una pared. Cuando estás trotando o haciendo flexiones o abdominales o pesas o fingiendo que te has muerto para que el trainer te deje en paz miras al frente y piensas, jo, esa tía está como una foca... lleva el mismo chandal que yo, pero le queda de pena... mira como le asoman las bragas cuando se agacha... jo, si también son como las mías... y encima no para de mirarme, la gorda copiona...
Andá, que soy yo...
Total, que me duele tó, y estoy pensando en rendirme y dejarlo.
Pero me da pereza.
03 octubre 2005
La fiesta
Yo ya tenía puesta mi cadenita, pero el cliente no pilló la indirecta.
-¿Por aquí tampoco se puede pasar?
Ese tampoco debió ponerme sobre aviso, pero yo ni flores.
-No, lo siento.
-Hay que joderse...
No, que luego me critican porque digo muchos tacos.
-Hay que <practicar el coito>... la hija de <mujer que mantiene relaciones sexuales con hombres a cambio de dinero>... este supermercado es una <excremento>... Con la prisa que tengo, <parte externa del aparato reproductor femenino>...
Yo me concentré en dejar ordenadas mi cosas mientras el tipo se iba a la siguiente caja, todavía rezongando. Entonces se me acerca una compañera.
-Porfi, cobrame esto...
Y yo, que soy tonta, se lo cobro, a pesar de que ya me tenía que haber ido. El tipo, que por lo visto no me había quitado ojo de encima, no se lo tomó muy bien, que digamos.
-¡Hija de la gran <mujer que mantiene relaciones sexuales con hombres a cambio de dinero>! ¡<Cabra grande>! ¡Me ha dicho que ya no cobraba, y mira, está cobrando! ¡So <mujer que mantiene relaciones sexuales con hombres a cambio de dinero>! ¡Como te pille te voy a inflar a <hoja redonda y delgada de pan ázimo que el sacerdote consagra en la misa>!
Jo, aquello era como ver a Terrence y Philip haciendo la compra.
La chica que le estaba atendiendo seguía imperturbable, super profesional... Yo en cambio decidí que había algo sumamente interesante en el suelo.
Mala idea.
-¡Lo digo por tí, so <mujer que mantiene relaciones sexuales con hombres a cambio de dinero>! Si, tú, la de las gafas -siempre he sospechado que las gafas eran las causantes de todos mis males, y ya ves-. Hay que <practicar el coito>, la muy <hembra del perro>...
¿No tenía tanta prisa? Parecía que no se iba a largar nunca y yo no me podía ir, porque tenía la compra de mi compañera allí mismo. La compañera en cuestión no estaba: se había escondido, con otras dos, que ya conocían al elemento de una performance anterior y no querían ver la segunda parte.
En fin, al final el tipo se largó.
En cuanto salió por la puerta vinieron los prosegures.
-¿Que pasa? Hemos oído gritos...
Por un momento pensé que iban a añadir "pero no queríamos interrumpir la fiesta".
29 septiembre 2005
Se busca
Sacar la ropa de invierno se trata de un ritual complejo y delicado que se repite cada año, y que consiste en:
-Sacar la ropa de invierno de las cajas del altillo y meterla en el armario.
-Sacar la ropa de verano del armario y meterla en las cajas del altillo.
Parece fácil, ¿a que sí?
Pues no.
La parte sencilla es sacar las cajas del altillo*. Luego la cosa está en desparramar toda la ropa por la habitación (por favor, siempre bajo la supervisión de un adulto). Pero toda toda, porque no puedes meter la de invierno en el armario sin sacar la de primavera y viceversa. El resultado de esta operación es que dejas de ver el suelo. En realidad, dejas de verlo todo: la luz deja de entrar porque hay un montón enorme de camisetas delante de la ventana. Es el caos. La radio sólo se oye como un murmullo apagado (maineimislucaa, ailif indeseconflor) , y hace rato que el mogollón de jerseis bajo el que desapareció el gato ya no se mueve...
Joder, ¿yo tenía tanta ropa?
Bien, en este momento algunas almas cándidas aprovechan para probarse la ropa, con la idea de seleccionarla. Esto es un suicidio. Probarse la ropa sólo sirve para descubrir dos cosas:
-Que todo parece haber encogido misteriosamente.
-Que la moda cambia. Y así, te encuentras un trapo fosforescente y piensas, la leche, ¿de verdad fui con esto a la cena de nochebuena? Ahora me explico por qué mi abuelo dijo, al darme el aguinaldo, "toma, para que te compres algo bonito"...
Total, que lo mejor es colocar la ropa en el armario cuanto antes... O al menos sería lo mejor si las reglas de la física no empezaran a fallar. A ver, si es la misma ropa, y el mismo espacio, ¿por qué ahora no cabe?
Tres horas después lo he conseguido... Han sido tres horas intensas. Primero han aparecido dos pares de calzoncillos, que ni siquiera son de mi talla, y que no recuerdo haber visto jamás. Luego, debajo de un abrigo, apareció el vestido que no pude ponerme para la boda porque no lo encontraba. Ya sé por qué no lo encontraba: porque no había mirado ahí. Ah, y luego me di cuenta de que me faltaba un zapato. Un zapato de tacón negro con pulserita. No puede haber ido muy lejos. Por favor, si alguien lo ve, que me escriba, su pareja le echa de menos. Yo no mucho, porque era de los que causan un dolor mortal en los pies nada más ponérselos.
En fin, que una vez concluido el ritual, la ropa de invierno en el armario, la de verano en las cajas, el gato vivo y coleando, he llegado a la misma conclusión de todos los años.
No tengo nada que ponerme.
*Cuando empecé a escribir me prometí a mí misma que nunca hablaría ni de mis compañeras, ni de mis jefes, ni de mi madre. Ahora voy a romper esa promesa.
Cada vez que había que subir o bajar algo del altillo Hermano Pequeño arriesgaba su vida haciendo de Spiderman mientras mi madre le alentaba recordándole que el falso techo podría desplomarse o que tuviera cuidado con las cucarachas antropófagas. Al final Hermano Pequeño se hartó y propuso comprar una escalera para subir al altillo, pero como el piso es pequeño y falta espacio mi madre dijo que a ver dónde la metíamos. Al final ella misma propuso la solución: en el altillo.
Por cierto, mamá, si lees esto, yo no soy yo, así que no me culpes por lo que escriba una desconocida.
28 septiembre 2005
Gusanito
Por fin en su cabeza ha dejado de sonar la canción del gusanito*, que ha sido sustituída por una nueva titulada "Molo mazo, molo mazo, mo-lo un mazo" y cuya letra es la siguiente:
Molo mazo
Molo mazo
Mo-lo un mazo
La ventaja que tiene es que puedes repetir el estribillo todas las veces que quieras.
Enhorabuena, Hermano Pequeño.
*La canción del Gusanito:
Todos me odian
nadie me comprende
jo, me como un gusanito
le arranco la cabeza
me como lo de dentro
oh, que rico gusanito
Al parecer la aprendió de una amiga suya.
24 septiembre 2005
Las Cosa III: Una nueva esperanza
Y está cabreado como una mona, porque yo llevo un mes honguicida para arriba, honguicida para abajo, y a juzgar por como huele debe saber fatal.
Ahora ya no me echo honguicida, claro, y empiezo a entender por qué La Cosa no iba a mejor. Tampoco froto el pie contra la almohada de Hermano Mediano, porque si no es contagioso ni deja mancha, para qué. Por cierto, Hermano Mediano, ese olor extraño que notabas no era el nuevo suavizante para la ropa.
Bien, ahora tengo un tratamiento nuevo.
El médico dice que al E.E. le vendrían muy bien unos días en la playa. Toma, y a mí. Mientras tanto, lo que hago es meter los pies en agua tibia con sal y cantar "Hawai, Bombay", y de vez en cuando me quejo de la arena y critico a los guiris. Joder, es que vienen aquí, y nos quitan el trabajo... no, espera, esos son otro tipo de extranjeros.
El médico también dice que trate de que nada oprima al E.E... En fin, puedo quitarme los zapatos y los calcetines, pero peso más de sesenta kilos y el E.E. está en la planta del pie, así que tengo la gravedad en mi contra, y Yoda se niega a darme clases desde el incidente de la orden de alejamiento.
El caso es que desde que me unto la crema, que ni huele ni nada, y me baño a la orilla del barreño, y no me pongo medias, ni zapatos, ni nada que irrite a La Cosa (por ejemplo, un CD de María Jiménez) bueno... que ya no palpita, ni nada, y no es lo mismo. Echo mucho de menos su vocecita gritando "dejame en paz, petarda" cuando le echaba los polvos, y el ruidito que hacía cuando se comía los calcetines, y aquella vez que devoró al gato y hubo que hacerle un lavado de estómago para que lo escupiera...
Cuantos recuerdos...
La voy a echar de menos, a la jodía.
Si es que de verdad se va, claro.
22 septiembre 2005
Puntos para guardar aparte
Bueno... El año pasado, en un momento de optimismo, conseguí hacerme un corte en una pierna con una botella rota (la rompí yo, claro), y sí, me dieron puntos. Los hicieron fatal, y me ha quedado una cicatriz horrorosa que ni me duele cuando se acerca un nazgul, ni me avisa cuando Voldemort está de morros, ni se parece en nada al plano del metro de Londres.
Vaya, una mierda de cicatriz.
Volviendo al tema, la señora ni sangraba ni nada, pero a la gente todo lo que es gratis se le antoja.
-No, aquí no damos puntos -le dije.
-Pues en el Día los dan.
Pues vaya al Día, pensé, aunque se iba a llevar un chasco, porque en el Día no dan puntos sino mogollones de vales de descuento larguísimos, que hay que concentrar un regimiento de imanes encima para sujetarlos a la puerta de la nevera.
-Pues aquí no.
Jo, si las miradas mataran la tía esa me habría hecho mermelada de lorza en un plis.
En ese mismo momento, en otro lugar...
Ah, no, al reves:
En ese mismo lugar, en otro momento...
Una media hora más tarde se me acerca otra:
-Señorita, ¿aquí canjean puntos?
A ver, si yo no los doy, ¿de dónde los sacan? ¿Les atacan por la calle y les obligan a llevarse los putos puntos? A mí no me ha pasado nunca, pero como hay gente pa tó, lo mismo. Cualquier día abro el periodico y me encuentro "Desarticulada banda de regaladores de puntos que habían regalado vales a 100.000 ancianitas". Y debajo, en pequeñín: "Cajera desalmada se niega a canjear puntos".
En fin, que llega una señora (y esta era joven, que conste), y me pregunta si le canjeo los dichosos puntos.
-No.
-¿Como que no?
-No canjeamos puntos.
-¡Cómo no los van a canjear, si me los han dado aquí mismo!
Se saca un vale todo arrugado y me lo da. Lo leo. La miro. Lo vuelvo a leer. La miro otra vez.
-Aquí pone Superpluf.
-¿Y qué?
-Je... seguro que usted ya lo ha notado... je, je... pe-pe-ro... je, je... esto no es un Superpluf.
Al menos no lo era cuando entré a trabajar esta mañana. A la velocidad que se multiplican lo mismo para cuando salga ya sí que lo es, pero de momento no.
-Entonces, ¿me los va a cambiar o qué?
¡O qué!, ¡o qué!
-No.
-Hay que joderse.
Mira tú por donde, en eso al menos estamos de acuerdo.
18 septiembre 2005
Spoiler's end
Y ya no aguanto más.
Desde que se anunció la fecha de publicación de la edición inglesa empecé a recorrer librerías para ver cuando iban a tenerlo. En La Casa del Libro apuntaron mi nombre y mi teléfono en una libreta y me dijeron que me llamarían en cuanto lo tuvieran (por cierto, no me han llamado, y para mí que ya les debería haber llegado). En la Fnac me dijeron que lo tendrían el 16 de julio por la mañana, y que podían apuntarme en una lista muy bonita que habían hecho en word. En varias librerías me rociaron la cara con spray de pimienta mientras gritaban "atrás, tía friki, atrás". Al final en el Supercor y en el Vips me dijeron que lo tendrían a las doce de la noche. Casi me hago pipí de la emoción (tengo el esfínter muy emotivo).
El día 15 mi novio y yo nos fuimos a cenar al Vips, porque la sección de librería es más grande. Gran desilusión: el libro no sale hasta que sean las doce en Edimburgo. Malditos guiris... ¡Hasta en la hora tienen que llevar la contraria!
No importa, que no cunda el pánico, sólo es una hora más... A la una menos cuarto el Vips estaba lleno de frikis. Frikis adultos que trataban de disimular poniendo cara de "no, si yo solo pasaba por aquí". Niños histéricos. Mi novio parecía Indiana Jones en la sala común de Slytherin, por la cara de espanto que ponía. La chica del mostrador estaba más o menos igual.
-¿Todo esto es por un libro? -decía, mientras su compañera le daba palmaditas tranquilizadoras en la espalda- ¿Un libro en inglés?
La expectación iba en aumento. Varias cajas salieron del almacén, lo que provocó el pánico entre los frikis. "Ya sale, ya sale". Falsa alarma. A estas alturas mi novio se reía de la gente sin disimular ni nada, menos mal que lo bastante grande como para que a nadie se le ocurra partirle la cara. Otra caja sale del almacén. Esta vez sí que era. Avalancha de frikis sobre el encargado. La caja es muy pequeña, y los frikis, muchos y muy nerviosos, potteryonkis de gravedad. Me voy a quedar sin libro...
Entonces me giro para mirar a mi novio con cara de desilusión, y mi novio no está. Mierda. Ha debido huir otra vez. Joder, con lo tarde que es y lo lejos que estoy de mi casa...
Miro alrededor, por si acaso, y lo veo. Está en la Zona Cero, peleando como Russel Crowe en un mar de paparazzis, mientras los frikis salen despedidos hacia los lados. En menos de un minuto llega hasta mí con El LIBRO en la mano.
-Se lo he quitado a una niña -me dice con una sonrisa triunfal. He creado un monstruo, pienso, con una punzada de arrepentimiento que me dura poquísimo porque yo tengo libro y la niña no, ¡JA!
El siguiente paso es llamar a Hermano Pequeño, que está en otro Vips con el mismo y enfermizo propósito.
-¡Lo tengo en la mano! ¡Lo estoy tocando!
-¡Yo también!
-¿Has visto el título del primer capítulo?
-¡Sííííí! ¡Que fuerte!
-¡Como mola!
-¡Qué suave es!
Y otras estupideces por el estilo. A veces, ser friki es como tener un perro.
Todo esto es para que se comprenda la magnitud de mi sufrimiento. Ya hace dos meses que he leído El LIBRO, y no me ha servido de nada porque estoy rodeada de pottermaniacos monolingües con los que hay que tener mucho cuidado para no destrozarles el final... Y yo ya no puedo más. Veinticinco años de bocazas no pueden desaparecer de pronto. Así que ahí va. El gran secreto. Lo que todo el mundo quería saber. La gran sorpresa.
HARRY MOJA.
Ya me siento mejor.
15 septiembre 2005
Pikmin's progress
El Pikmin es un juego de la gamecube de estrategia para niños. El capitán Olimar, muy probablemente bajo los efectos del alcohol, estrella su nave contra un planeta hostil, de tal manera que él sale ileso pero la nave está para que la recoja la grua y hagan con ella un cubo (tiene diez minutos para recoger su cubo, que diría Homer).
El pobre Olimar, al que se le ha pasado el pedo de la impresión, tiene que buscar las piezas de la nave para poder volver a su casa con su pequeña familia de horteras, pero esto es como un avión de transoceanic, y hay piezas por toda la dichosa isla. Se supone que hay que recojerlas todas, treinta piezas en treinta días, pero luego descubres que algunas son un poco prescindibles, como el flotador, el aparato de masajes, la máquina de rayos V, la maqueta del Halcón Milenario y vete tú a saber qué chorradas más, que parece que más que en una nave el tío se ha estrellado en un todo a cien.
Por suerte, o eso parece al principio, Olimar no está solo; cuenta con la ayuda de una especie de rabanitos de colores con una flor incrustada en el cráneo, que obedecen todas las órdenes de Olimar, al parecer porque Olimar les proporciona algún tipo de sustancia adictiva.
Los rabanitos son los pikmins, y tienen una curiosa tendencia hacia el suicidio en masa, que suele dejar a Olimar (o sea, al pobre infeliz que tuvo la desdichada idea de jugar un rato a la gamecube con la remota esperanza de disfrutar un rato) en bragas delante del SUPERMEGAENEMIGO de turno. Otras de sus costumbres son mostrar un repentino interés por un trozo de pared cuando hay que atacar, dirigirse en línea recta a todas partes sin importar si hay agua, fuego o Capitán Planeta de por medio, y perseguir justo al único bicho que no tiene ningún interés para la misión.
El capitán Olimar descubre muy pronto que ser un tirano asesino de masas es muy duro, porque las masas, cuando quieren, tocan los güevos a base de bien.
Sin embargo, al final, les coges cariño. Es enternecedora la forma en la que gritan los pikmins cuando sus diminutos miembrecitos son arrancados uno a uno por las mariquitas gigantes, o cuando se les prende fuego la cabecita y enloquecen de dolor, o cuando se ahogan entre alaridos de agonía. Son taaaaaaaaan monos.
Así que, si quieres saber lo que sintió Napoleón en Waterloo, Hitler en Berlín, y Voldemort en el cottage de Godric's Hollow (justo antes de decir eso de "es como quitarle el caramelo a un niño"), adelante, juega al Pikmin.
Pero que nadie diga que no lo advertí.
Mierda, estoy enganchada. Me voy a cargarme a mis pikmins en alguna misión suicida.
12 septiembre 2005
La Cosa II: más grande, más largo, con dientes
Mi pequeño hongo
la cosita peluda
y maloliente
Y, ya que estamos con el tema, quiero dar las gracias a todos los que se han interesado por La Cosa Purulenta Y Asquerosa Que Ya Se Ha Adueñado De Mis Dos Pies Y Empieza A Subir Por Las Piernas Con Lenta Pero Indestructible Resolución. Sí, sigue aquí, y sigue bien, a pesar de la crema, los polvos, la criptonita, las balas de plata y la espada de Godric Gryffindor empuñada por un corazón leal.
Ya me dijo el médico que, tal y como pintaba la cosa, tenía dos opciones: cortar por lo sano o acostumbrarme. Yo elegí cortar, pero no hubo manera; se defendió con unas y dientes, el muy pedorro, así que me lo tuve que quedar.
Al final no ha sido tan horrible; la convivencia no es tan dura como parece, una vez que te haces a la idea. Lo único que me molesta es la forma de gritar que tiene cuando me pongo los calcetines ("Me ahogo, me ahogo", dice, pero no se ahoga y sigue gritando "be agogo, be agogo" hasta que se aburre), y esa extraña manía suya de morderme cada vez que intento cortarme las uñas de los pies.
Hasta mi novio se ha acostumbrado, y ya no lo llama "eso"; se limita a fingir que no existe. El único que parece no hacerse a la idea es Gato, no sé si por el irritante olor o porque el hongo se come su pienso cuando no mira.
Nota a mi novio: sé que cada vez que voy a tu casa esperas a que me vaya para desinfectar todo lo que toco. Es inútil, las esporas son muy resistentes, y ya han formado una colonia en la alfombrilla de tu baño. La llaman Lugar En El Que Esperaremos A Que Esté Distraído Para Abalanzarnos Sobre Él; Gotham para abreviar. Yo de ti iría al baño envuelto en papel de plata.
08 septiembre 2005
La bolsa reticente
Hace poco, en La Charla, nos dijeron que teníamos que pedir a los clientes que nos enseñaran las bolsas, y yo, que soy idiota, lo hago.
-¿Qué?
-La bolsa -la tía llevaba una bolsa enorme- ¿puedo verla?
-¿Por qué?
Mierda, una replicante. Si hubiera conseguido ver Blade Runner entera ahora sabría cómo leches deshacerme de ella.
-Buenoooo... je, je... es que tenemos que revisarlas todas a la salida... je, je-je-je, je...
-Es por si he robado, ¿no?
Francamente: sí.
-No, claro que no...
-¿Me está llamando ladrona?
Se me estaba empezando a juntar cola. Un montón de clientes en fila, todos mirando.
-No, no... es que tengo que verla por si... por si...
Joder, no se me ocurría nada. Ni siquiera eso de "por su propia seguridad" que te dicen los prosegures del metro. Estaba en blanco. Y mientras, la viej... anciana aprovechaba para acelerarse.
-Porque yo no soy una ladrona. Yo no he robado nunca. Y no tengo nada en contra de enseñarle la bolsa.
Entonces, viej... anciana, ¿por qué no me la enseña?
-Si no le importa... -yo ya estaba casi suplicando.
-Pero yo no he robado en mi vida -siguió la tía, sin dejar de aferrar la bolsa como si llevara el anillo único, la profecía y el báculo de Ayshel, todo junto dentro.
-Por supuesto.
A estas alturas yo le habría dado la razón aunque me hubiera dicho que con Franco todo iba mejor. La gente de la cola no dejaba de mirarnos y yo empezaba a ponerme como un tomate.
-Y si robara, lo último que me llevaría sería esto.
Por favor, dame la dichosa bolsa... Si yo sólo finjo que miro, de verdad... Eso era lo que quería decir. Pero, una vez más, lo que dije fue:
-Je, je-je-je, je.
Lo que en este caso quería decir: ojalá tuviera un armario para esconderme en Narnia. O más lejos. Porque entonces y contra toda sospecha la tía abrió la bolsa y llevaba un cazo.
Sólo un triste cazo.
Olvidemos Narnia.
Quizá me ofrezcan asilo en Mordor.
06 septiembre 2005
Enhorabuena
Han sido muchos años de esfuerzo: miles de horas de pellas en la cafetería (cuyos ingresos van a descender drásticamente a partir de ahora), cientos de visitas a misteriosas bibliotecas que cierran a las cinco de la mañana, años de languidez, millones de "tú no me comprendes, tía" y vete tú a saber cuantos sacrificios más.
Pero al fin lo has conseguido, Joven Padawan.
Enhorabuena.
04 septiembre 2005
Mi poder mutante
La viejecita de ayer vino a velocidad de crucero con un montón de cosas amogollonadas en una cesta (las viejecitas no cogen carro, hay que poner moneda); y me las dejó en la caja.
-Me voy a por mi carrito.
Y se fue a consigna a recoger el carrito de la compra.
Media hora después, y sin aumentar ni por un momento la velocidad media, la buena señora vuelve y empieza a meter las cosas en el carrito. De una en una. El eko. La leche desnatada. El pan integral. La manzanilla. Las ensaimadas recubiertas de azúcar y rellenas de crema.
De pronto pone cara de pena y me mira.
-Se me ha olvidado el agua.
En este punto yo tendría que haberle dicho:
-Vaya a por ella, yo le vigilo el carrito.
Pero no. Me recordaba a Dumbledore, ahí parada pidiendo agua, y además con lo que tardaba en recoger no se iba a largar nunca. Así que lo que dije fue:
-Si quiere se la traigo yo.
Debí sospechar algo por lo rápido que aceptó.
-Vale.
-¿Cual quiere?
-Suepes.
-Eso... eso no es agua, es tónica.
Se lo dije muy despacio, para que la noticia no la impresionara y le diera un chungo.
-Eso. Un bote.
-Bien, enseguida lo traigo.
-Y eso que tienen que viene sin cafeína.
-¿Cocacola?
-Sí, cuatro botes, gracias.
Empezaba a sospechar que me la estaba colando, pero ya no podía decirle que no, porque me había ofrecido yo. Así que fui a por la tónica suepes, las cocacolas sin cafeína y volví con ellas en la mano.
-Esa no es la que yo quería -me dijo al ver la cocacola-. La que me gusta es blanca.
Eso es porque nunca te han metido una cocacola sin cafeína por el c.... Está bien. Seamos amables.
-¿Light?
-Esa.
¿Para qué leches quiere cocacola light si se pone hasta el culo de ensaimadas? No lo sé.
-Voy a por ellas.
-Y acuarius. Dos botes.
Si me pide algo más, la escamocho, pensé, y no sé si se dio cuenta o no, pero el caso es que no pidió nada más. Eso sí, para compensarme por todas las molestias me contó toooooodos los síntomas de la diarrea de su marido.
Porque toda buena obra tiene su recompensa.
31 agosto 2005
El horror
Hoy ha vuelto a ocurrir.
-Señorita, ¿tienen eso que anuncian por la tele?
Antes de que acabara la frase yo ya me había hecho pipí encima del susto.
-¿El qué?
-Las bolitas que anuncian por la tele.
-...
-Son unas bolitas que vienen en bolsas...
-Ah, las bolitas de chocolate.
-No.
Ya me parecía a mí que había sido demasiado fácil.
-¿Entonces?
-Son unas bolitas que están hechas de diferentes sustancias y sirven para diferentes cosas.
Sospecho que en el perverso y retorcido universo mental de la viej... anciana eso lo explicaba todo.
-Y... ¿las ha visto en la tele?
-Sí. En un anuncio. Y decían que las vendían aquí.
Llegado a este punto, y viendo que:
a) yo no tenía ni idea de lo que podían ser las bolitas (los pokemon no vienen en bolsas, ¿no?)
b) se me estaba juntando una cola que para qué
c) me estaba empezando a llegar el aliento a vodka de la viej... anciana
no me quedó más remedio que recurrir a la Defensa Chewbacca:
-Es probable que las tengamos en cualquier otro de nuestros centros.
Lo que en cajeralingua quiere decir: "no se me ocurre nada mejor para deshacerme de usted".
La tía no pilló la indirecta, no.
-Es que ya he estado en tres y no tenían en ninguno.
No me puedo creer que le hayan colado la Defensa Chewbacca tres veces...
28 agosto 2005
Finding algo
Oh, no. Otra vez esa pregunta no. Miro alrededor, buscando una vía de escape, pero no la hay. Ojalá fuera Kurt Wagner. Ojalá fuera Peter Parker. Ojalá fuera Rita Skeeter. Hoy no tengo ganas de jugar a las adivinanzas con una viej... anciana con problemas de dispersión mental.
-¿Perdón?
-El anuncio que ponen por la tele.
No sé qué tipo de tele tiene la viej... anciana. Lo mismo tiene una en la que sólo ponen el mismo anuncio de vete-tú-a-saber-qué todo el día. En la mía ponen un montón de anuncios diferentes.
-¿Qué anuncio?
-¿No lo ha visto?
-No lo sé. ¿Cual?
-¡El que ponen por la tele!
Esto es como discutir con Yoda.
-Es que ahora no caigo...
-Sí, mujer. Seguro que lo ha visto. Mi vecina lo vió por la tele, se lo compró, y dice que es buenísimo...
Eso lo explica todo.
-¿Se come? -pregunto, a la desesperada.
-No... Se usa en la casa. Es buenísimo, me lo ha dicho mi vecina.
Vecina de los cojones, hazte vendedora de avon y deja a los demás en paz.
-Y el envase -la viej... anciana pone cara de pasmo-, ya sabe, por fuera, ¿cómo es?
-Como así -dice, y hace un gesto con la mano que tanto podría indicar que mide metro y medio como que tiene un tic en el brazo.
-Ah.
-Es rojo y azul.
-Ah -repito, mientras me aconsejo a mí misma no hacer movimientos bruscos.
-Se mete en las cañerías...
Una sonrisa triunfal se dibuja en mi cara. Lo tengo. Sé lo que quiere la viej... anciana. Es bajito, azul y rojo y se mete por las cañerías. Hace siglos que no sale por la tele, pero ella no ha dicho que haya visto el anuncio ahora.
Sólo una cosa me inquieta.
¿Para qué quiere la vieja a Super Mario?
25 agosto 2005
24 agosto 2005
Carros de fuego
Ayer por la tarde un tipo vino a sacarme de mi sopor habitual.
-Señorita -siempre nos llaman señoritas, incluso a las que pesan 200 kilos y están cerca de la jubilación- he metido una moneda en el carrito y no sale, ¡¡¡no SALEEEE!!!
Maldiciendo al genio que tuvo la gran idea de poner a los carritos de la compra esa cosa que no te deja coger uno si no metes una moneda, me levanté y fui hasta donde están todos los carritos amogollonados.
-Es este -me dijo, señalando.
Ni falta que hacía; ya me imaginaba yo que sería el único que tenía una moneda de dos euros incrustada dentro.
Miré a la moneda.
Miré el cartel de "funciona con monedas de 0,50 y 1 €".
Miré al tipo.
-Je, je-je-je, je -le dije.
-Está atascada -repitió.
Pues claro que estaba atascada.
Intenté sacarla tirando, empujando, suplicando, con "Accio moneda de los cojones", y con el resto de mis técnicas secretas, una de las cuales consiste en chuparme un pie, el izquierdo.
Nada.
-He intentado meterla en otro carrito -me empezó a explicar el tío, como si yo fuera de CSI y con darme pistas pudiera arreglarlo todo solita- pero no entraba...
¡Pues claro que no entraba, tío bruto!, pensé, pero lo que dije fue:
-Je, je-je-je, je.
-Así que he intentado en este. He tenido que apretar un poco, pero ha entrado -había tenido que apretar un güevo, porque estaba fusionada-. Lo que pasa es que el carrito no sale.
-Voy a buscar ayuda -le dije. "Psiquiátrica", añadí para mis adentros.
No había dado ni un paso (en busca de Superman) cuando me llamó otra vez.
-Mira, ha salido.
Mantén la calma, Lorzagirl, mantén la calma, me dije, tratando de cerrar mi mente no fuera a ser que el tipo supiera de legeremancia y se enterara de lo que estaba pensando de él.
-Bien, en seguida le saco otro.
-No hace falta: ya he sacado este.
Joder, el tío había vuelto a incrustar la moneda de dos euros en otro carrito...