31 diciembre 2011
Nochevieja 2011
¿Y para qué?
PARA NADA.
Porque los últimos años, por más que me he esforzado en desear feliz año,
EL MUNDO NI P*T* CASO.
Más bien al contrario, sigue igual. O peor. Que si desastres naturales. Que si enfermedades. Que si paro. Que si crisis. Que si prima de riesgo. Que si "os dije que no iba a subir los impuestos pero nadie me preguntó sobre inventarme impuestos nuevos"...
En fin, una Caca de la Vaca Paca. Big Time.
Pues este año paso.
Me niego a desear Feliz Año a nadie.
¿Para qué?
¿Para que hagáis lo que os da la gana?
Ah, no. A mí no me vuelven a pillar deseando en vano...
Estas fiestas, en vez de desearos cosas, os voy a dar un consejillo práctico.
Tomad nota.
¡HUID!
¡HUID, INSENSATOS!
Son apenas las cinco y twitter ya está "over capacity".
En 2012 llega el fin del mundo, que lo sé yo.
27 diciembre 2011
Ya llegó la navidad, la familia alegre está
-¡Mira, un elefante volando justo detrás tuya!
Ostras, ¡un elefante volando! Me di la vuelta, pero no debí ser lo bastante rápida, porque cuando me giré el elefante ya no estaba.
-No veo na...-dije, volviendo a mirar a mi madre. Pero mi madre había desaparecido.
Me pareció oirla a lo lejos, gritando mientras bajaba a toda velocidad los cinco pisos hasta la calle agitando los bracitos...
Desde entonces no la hemos vuelto a ver, ni a ella ni a mi padre. Se rumorea que se han ido a la playa a atiborrarse de marisco y jamondelgüeno.
Falacias.
¿Por qué iban a huir de la cena de Navidad en familia?
Tampoco es que sea tan malo, ¿verdad?
Y cocinar para toda la parentela, cada uno con una manía diferente, no debe ser ni tan duro ni tan difícil, ¿no?
Cualquier idiota podría hacerlo... ¡y tengo la prueba gráfica de que así es!
ZaraJota™ ha censurado el resto del vídeo. Para ser sinceros, lo que hizo fue quitarme la cámara por la fuerza en cuanto llegó a casa.
-Eso es censura-le dije.
-No, es abuso de autoridad.
Ah, bueno, si es eso vale.
22 diciembre 2011
La tarta Towsend
Para que luego digan que no se tortura en las escuelas. ¡Hablar de tartas de chocolate a las 11 de la mañana cuando no has desayunado debería ser delito!
Después de aquello me entró un antojo tremendo de tarta Sacher™. Es lo que tiene. Pero, tal y como habíamos leído en clase, la receta es secreta y sólo se puede conseguir una porción de auténtica tarta Sacher™ en Viena.
Jo...
Claro que, siempre hay imitaciones. En internet hay un montón de recetas, y como tenía un antojo enorme decidí crear mi propia versión, usando esta como base.
Ante todo, que quede claro que lo he hecho NO es una tarta Sacher™, no sea que venga la SGAE ahora a crujirme por cocinar.
Por eso lo primero es darle un nombre diferente:
LA TARTA TOWSEND
Porque la primera vez que la hice llevé un trozo a casa de Towsend y Sheena para que lo probaran, pero Sheena no llegó a probar ni un trocito.
Nadie sabrá nunca lo ocurrido, pero la mayoría de los expertos opinan que Towsend olió el chocolate y se escondió dentro de la lavadora para comérselo él solo, mientras repetía "mi tesoro, mi tesoro".
O algo así.
Más tarde me dijo que la tarta "estaba hecha del material con el que se fabrican los sueños", pero ya no sé si lo decía en serio o había tragado suavizante sin querer y le estaba afectando al cerebro.
Allá vamos:
Para la base necesitas, por orden de aparición:
1 tableta de chocolate para fundir
100 gramos de mantequilla, con margarina también queda estupenda
6 huevos
100 gramos de azúcar
un puñao de almendras (decir "puñao" es correcto si se usa como unidad de medida)
100 gramos de harina
un sobre de levadura
una cucharada de canela
un poco de sal
Como no tengo báscula, ni falta que me hace, tengo dos opciones: usar la Wii Balance Board o uno de esos cacharritos de medir.
Para la mantequilla uso un sistema de aproximación matemática: si la tarrina es de 500 gramos, la mitad son 250, y la mitad 125, y así sucesivamente.
Creo que he perdido un par de fotos. En algún punto hay que triturar las almendas... Es posible que estuviera tan emocionada triturando que se me haya olvidado hacer las fotos.
Jo, un maravilloso recuerdo que nunca volverá.
Bueno, lo primero es lo primero:
Se parte el chocolate en trozos y se pone a derretir en una perolita a fuego lento. Mira que mono.
A mí me gusta echarle un chorrito de leche, queda más cremoso y tarda más en pegarse.
Aún así, a la que te descuides se pega. Hay que remover y remover...
Cuando esté todo derretido añadimos la mantequilla y seguimos removiendo.
Hasta que quede una pasta cremosa y uniforme. O algo.
Apagamos el fuego y, haciendo uso de una gran fuerza de voluntad, dejamos el chocolate aparte para que se enfríe.
Mientras tanto, cogemos los huevos, los casca... eh... mientras tanto separamos las claras y las yemas.
Ahora hay que montar las claras a punto de nieve. Se puede hacer a manita o con un cacharrito de montar claras, que es mucho más rápido.
Al mío lo llamo Dalek Chef.
Las claras tienes que quedar así. Si les echas un poquitito diminuto de sal es más rápido.
Todos los demás ingredientes se mezclan con las claras. Así, a mogollón.
Bueno, para ser sinceros, es mejor batir primero las yemas, después añadir el azúcar, y poco a poco todo lo demás, porque si no en lugar de una "masa uniforme" te quedan "ñoscos de dudoso aspecto".
Cuando me pasa esto (o sea, cada vez que hago la tarta), añado mantequilla derretida hasta que la masa tiene aspecto de masa:
Mucho mejor.
Ahora añadimos el chocolate.
Y cuando todo está bien mezclado, añadimos las claras.
Muy despacito, y usando una espátula para remover...
...porque si lo haces deprisa o con brusquedad todo el trabajo de Dalek Chef se deshace, y Dalek Chef se enfada, y, creedme, no queréis ver a Dalek Chef enfadado: una vez me pillé un dedito con las varillas en movimiento y no veas lo que duele.
El resultado es una especie de cerveza de lodo.
Y ahora lo de siempre, embardurnamos un molde con alguna sustancia pringosa para que la tarta no se pegue...
Llegado este punto es cuando me doy cuenta de que se me ha olvidado precalentar el horno.
En mi horno de la Srta. Pepis bastan 20 minutos a 180 grados.
Metemos el molde con cuidado de no tirarnos la masa encima.
No es que me haya pasado nunca. No. Que va. ¡Malditos moldes de silicona flácida!
Eso sí, después se te queda un brillito en el pelo monísimo.
Y ahora mucho ojito. Esta tarta cuece rapidísimamente. En este horno de juguete está lista en 30 minutos a 180 grados, de los hornos de los demás no me atrevo a opinar.
Mientras se hace, aprovechamos para recoger la cocina.
No sé muy bien cómo, pero el chocolate suele llegar a lugares insospechados:
Cuando la tarta esté lista, la sacamos del horno y esperamos a que se enfríe.
Y cuando esté bien fria la cortamos por la mitad con un cuchillo y evitando los deditos para que quede así.
Ahora embadurnamos las mitades con mermelada. Este es el paso más importante porque la mermelada es fruta, así que cuenta para las cinco porciones de fruta al día, y además es light, ¡así que TODA la tarta es light!
Para que luego digan que la comida sana no está rica.
Cuando está todo bien empapado de mermelada unimos las dos mitades como si fuera un bocadillo.
Y ahora cubrimos de chocolate; repitiendo los pasos del principio: calentamos en una perolita una tableta de chocolate, una bola de mantequilla y un poco de leche y... TA-DÁ!!!
Seguramente os estáis preguntando para qué he puesto la tarta sobre un andamio...
Para que el chocolate chorree libremente en vez de rebosar por el plato.
Dejamos que el chocolate chorree bien y cuando esté un poco más consistente pasamos la tarta a un plato.
Llegado a este punto la tarta se puede comer, pero no sé, como que le falta algo...
Lleva huevos, mantequilla, chocolate, harina, azúcar, sí... pero lleva muy poca mermelada. No conseguiremos una dieta auténticamente sana y equilibrada sin alcanzar las cinco piezas de fruta al día.
Pues a ver como meto yo cinco piezas de fruta en una tarta tan pequeña...
¡Ah, pues ya está!
Decimos que es un pino que da manzanas de colores y ya está.
¡FELIZ NAVIDAD PARA QUIENES CREAN EN ELLO
Y GRAN PITANZA PARA LOS QUE NO!
18 diciembre 2011
Es la historia de un amor como no hay otro igual 3
Me dieron a escoger entre dinero o mis principios y me quedé con mis principios.
¡Seré lela!
Después de poner la reclamación recibí una llamada de la academia.
-Estamos muy sorprendidos porque es la primera vez que nos ponen una reclamación.
-Pues a mí no me sorprende, si a todo el mundo le ofrecen dinero para que no la pongan.
-No creo que sea eso.
-¿No?
-Lo que pasa es que la gente normal no le da importancia a las faltas de ortografía.
Espero, ¿me está diciendo que no soy normal? ¡Si ni siquiera me conoce! ¿He llegado al punto en que la gente no tiene ni que verme para darse cuenta? Es el olor, ¿verdad?
-Verá, es que no estamos hablando de cualquier tipo de gente. Ustedes ofrecen cursos para profesores. ¿De verdad pretende que me crea que no les importan las faltas de ortografía?
-Sí. Quiero decir, ¡nuestros libros no tienen faltas de ortografía!
-¡Claro que tienen y es vergonzoso!
-Está bien. Le ofrecemos nuestras disculpas. Lamentamos mucho los transtornos que le hayamos podido causar. Haremos que nuestros mejores expertos revisen los materiales y le enviaremos una copia corregida.
Claaaaaro, claaaaaaaro, y voy yo y me lo creo.
Pues bien, aproximadamente una semana más tarde recibí por correo certificado una copia del libro del curso teóricamente corregido.
Y digo teóricamente porque una semana me parecía poco para corregir, imprimir y enviar, por no hablar de que los veía capaces de decir "vamos a enviarle la misma copia, total, no creo que sea tan rara como para leerse el mismo libro DOS veces".
Durante unos días he tenido el libro encima del escritorio, sin atreverme a abrirlo, por miedo a que siguiera teniendo faltas de ortografía.
Además, ayer Sark salió en su defensa. Que por cierto, ya le vale. Si en un cómic hay una errata es el fin del mundo, en cambio le parece bien que un libro de texto las tenga a porrillo...
-Todos tenemos faltas de ortografía.
-Ya, ya... A veces no sé que haría yo sin Efe.
-Sobretodo cuando escribimos rápido y no lo leemos después.
-Hombre, lo normal es leerlo después. Sobre todo si te están pagando por ello.
-Además, ser corrector es muy difícil. Llega un punto en que no ves lo que lees.
-No creo que hayan usado un corrector. De hecho, creo que no han usado ni el corrector de word.
-Bueno, a lo mejor sí lo han usado, y han creído que las líneas rojas y verdes eran para resaltar lo más interesante.
-De todas formas, no son sólo las faltas de ortografía.
Escribir es muy difícil. No me refiero a escribir bien, o cosas buenas, o cosas interesantes. Me refiero al simple hecho de escribir cualquier cosa: a las normas gramaticales, al orden de las palabras, al uso de las comas. Son cosas que puedes intentar aprender de memoria, pero, por lo general, sólo se aprenden bien leyendo mucho, mucho, mucho, hasta que interiorizas el ritmo.
Aunque por supuesto, yo no soy nadie para dar lecciones: ¡precisamente por eso no me dedico a escribir libros para formar a profesores!
Total, que hoy me he levantado dando un salto mortal, he cogido un boli rojo y me he puesto a leer el libro, marcando todo lo que estaba mal. No he sido muy estricta, les he perdonado el mal uso de las comas si a pesar de ello se entendía el sentido de la frase.
Por suerte para mi salud mental, tengo que admitir que han pasado el autocorrector de word. Y sé que ha sido el autocorrector de word, y no una persona humana que se haya leído el texto porque las palabras que se pueden escribir de dos maneras diferentes no han sido corregidas, como aparte, sino, cuánto...
Lorzconsejo memotécnico: todo junto se escribe separado, y aparte se escribe todo junto.
Por Rowling, que si tengo que leer un "esto lo pondremos a parte" más me arranco los ojos.
También me gustaría recordar que se puede escribir "si no" y "sino", y que a pesar de lo que se pueda pensar NO son SINÓNIMOS. Sorprendente pero cierto.
Total, que después de leerme las primeras treinta páginas del libro he llegado a la conclusión de que realmente habían hecho el esfuerzo, lo que pasa es que, simplemente, no dan más de sí.
La conciencia me dice que debería volver a reclamar, pero realmente no es culpa suya no poder hacerlo mejor. Y además es Navidad. Y ayer me atiborré de chocolate y me siento muy en paz conmigo misma.
Resumiento, que en vez de protestar he decidido colaborar, y voy a ponérselo fácil dándoles la solución:
Ahí vamos.
¿Preparados?
¿Listos?
CONTRATAD A ALGUIEN QUE SEPA HACER SU TRABAJO.
Si es que más sencillo imposible.
13 diciembre 2011
Es la historia de un amor como no hay otro igual 2
La educación privada te da un título a cambio de dinero, cuando lo que debería hacer es darte conocimientos a cambio de dinero.
Dada la dificultad de los exámenes los hice todos seguidos, todos del tirón, sin leer los apuntes para nada y en un tiempo aproximado de una hora.
Acto seguido recibí un correo de mi tutor diciéndome que ya había aprobado y dónde y cuándo podría recoger mi título.
Como había hecho el curso en una hora y se suponía que era de 130 me sentí un poco culpable y decidí leerme los apuntes a pesar de todo, a ver si por casualidad aprendía algo.
Pues no. Aprender, lo que se dice aprender, no aprendí nada. Pero los apuntes me trajeron muchos recuerdos de juventud, concretamente de cuando me compré mis primeros apuntes de Magister: faltas de ortografía y erratas de todo tipo, información incorrecta o directamente errónea, párrafos sin ningún tipo de sentido...
Esto me tocó mucho la moral.
Pero mucho mucho.
Porque veréis, Magister tiene mucho prestigio en el mundillo. Al menos, entre lo que nunca han sido alumnos suyos.
Parte de este prestigio se debe a que la propia academia difunde el rumor de que:
a) los miembros del tribunal que examina, cuando no conoce un tema, utiliza el manual para corregir
b) los propios profesores de la academia son, en muchas ocasiones, miembros del tribunal examinador
Se supone que esto habla a favor de la academia, pero, aplicando la lógica: ,si lo
Si los miembros del tribunal no tienen ni idea de la materia
Y
los miembros del tribunal son profesores de Magister
SE DEDUCE QUE
los profesores de Magister no tienen ni idea de la materia
No lo digo yo, lo dice la Filosofía de 3º de BUP.
Pero no debe estar tan claro, porque con la velada amenaza de que Magister controla los tribunales de oposición consiguen que no haya nadie que les chiste.
Eso no puede ser. Los alumnos no somos clientes de una mafia, somos clientes de una empresa a la que pagamos porque preste un servicio, y no lo está prestando correctamente. Por ello, en lugar de agachar la cabeza y hacer la pelota al tutor ante la remota posibilidad de que esté en el tribunal que nos examine, deberíamos quejarnos.
Y en consecuencia, fui a poner una reclamación.
Mala, mala idea.
Vivo a escasos 100 metros de la academia y hago todas mis gestiones por internet porque cuando voy me tratan como a ganado. Puedo estar más de media hora esperando a que me atiendan mientras las chicas charlan entre ellas, y cuando por fin me hacen caso es con desgana y sin educación.
Tuve que ir tres veces hasta conseguir que alguna de las chicas me dirigiera la palabra.
A la tercera, muy educadamente, les pedí por favor una hoja de reclamaciones.
-¿Por qué?
-Porque quiero poner una reclamación.
-Espera.
La chica se fue y volvió con un señor con bigote. El señor con bigote traía la (y digo la porque luego me enteré de que no tenían más) hoja de reclamaciones cogida de una esquinita, como si fuera tóxica.
-¿Eres tú la que ha pedido una hoja de reclamación?
A punto estuve de decir que no, pero como no había nadie más me pareció que sería estúpido negarlo.
-Sí.
-¿Por qué?
Porque quiero escribir un haiku y me he quedado sin papel, ¿usted qué cree?
-Porque quiero poner una reclamación.
-¿Por qué?
Me hace ilusión. Es una apuesta. Me han dicho que si pongo una reclamación me dan una piruleta...
-Porque no estoy contenta con el curso que he hecho.
-¿No?
-Está lleno de faltas de ortografía.
-Eso no es cierto.
-¿Lo ha leído usted?
-Eh... Nuestro curso está hecho por grandes profesionales.
Francamente, que sean obesos no aporta nada a esta conversación. No sé por qué lo sacó a relucir.
-¿Me va a dar la hoja de reclamaciones?
-Te la doy si me explicas para qué la quieres.
-Para poner una reclamación.
-No tienes ningún motivo para poner una reclamación.
-¡El curso es infecto!
-¿Cómo te atreves a venir a MI casa a insultarme?
-No le insulto a usted, es al curso, y no es un insulto, es la cruel realidad.
-¿Ah, sí? Entonces, ¿por qué hasta ahora no ha venido aquí nadie a quejarse?
-No sé, ¿porque es un curso a distancia? ¿Me va a dar la reclamación o no?
-Te la doy, si quieres te la doy, pero no puedes ponerla. ¡Hasta ahora nunca nos han puesto ninguna!
-Pues mira que me extraña. ¿Me va a dar la hoja de reclamaciones o no?
-¡Está bien! ¡Te devuelvo el dinero del curso!
-No quiero dinero. Quiero la hoja de reclamaciones.
Esto, para mí, no era una cuestión de dinero. Era una cuestión de moral, de que quedara constancia de que esta gente no está haciendo bien su trabajo, y que no formo parte de la masa que se resigna y permite que el sistema se perpetue.
Entonces se giró a las chicas.
-¿Estáis oyendo? ¡Le estoy ofreciendo devolverle el dinero! ¡Y no lo quiere! ¡Sois todos testigos! ¡Le ofrezco dinero en lugar de la hoja de reclamaciones y no lo quiere! ¡Que quede claro que tengo testigos!
-Muy bien, ya tiene usted cuatro testigos de que ha intentado sobornarme. Ahora, ¿me puede dar la hoja de reclamaciones?
-Te la doy, si quieres te la doy, pero no puedes ponerla. ¡Hasta ahora nunca nos han puesto ninguna!
Me da la impresión de que no estamos avanzando.
Como sé que no os gusta esperar para saber el final, os lo cuento ya y me ahorro unos cuantos twits.
No conseguí que me diera la hoja de reclamaciones, y, como se puso muy violento, me fui sin conseguir rellenarla.
Una vez en la calle me di cuenta: ¡se había salido con la suya!
Volví, y con muchísima dificultad y después de llamar a la policía conseguí que me diera la hoja. La rellené, se la entregué, se retiró a su despacho y me la devolvió con un añadido: "se le ofrece el dinero y no lo quiere".
Estupendo, señor, ahora también ha dejado constancia por escrito.
Continuará...
08 diciembre 2011
Es la historia de un amor como no hay otro igual 1
Esta es la fantástica historia de mi relación con una academia de formación para el profesorado cuyo nombre no voy a mencionar para que preservar su anonimato.
Sí, es Magister.
A la m**rd* el anonimato.
Hace años me compré el temario de Magister (ya no le pongo más links, a ver si encima voy a acabar haciéndoles publicidad) para presentarme a las oposiciones de Profesores de Enseñanza Secundaria (especialidad Geografía, Historia y Arte).
Aquel temario pesaba once kilos, de lo cuales sólo me fueron de provecho los 100 gramos de las tapas, que usé para hacer manualidades. Las mandíbulas de las marionetas, para ser más exactos.
El resto lo acabé tirando. Después hice mis propios apuntes, con los que, casualmente, conseguí a aprobar.
Parte del problema eran las faltas de ortografía. A ver, en todos los libros hay errores ortotipográficos, pero ¿tantos? Lo peor era que a veces o estaba claro si era un error ortotipográfico o no, (como muestra un botón) por lo que había que revisarlo todo y corregirlo, y claro, una vez que dudas de las palabras empiezas a dudar también de las cifras: ¿será verdad que Colón llegó a América en 1942? Al final resulta que tienes que revisar cada dato para asegurarte que es correcto y, francamente, así no se avanza mucho.
Después de 72 temas llegas a la conclusión de que el autor de semejante horror no sólo no sabe de su materia, es que no sabe escribir, y, lo que es peor, ¡no sabe usar el autocorrector de word!
Además estaban las cuestiones "de estilo", las que ni con word se arreglan: parrafos sin ningún signo de puntuación, o con signos de puntuación aleatorios a porrillo, casi entre palabra y palabra. Frases que se quedaban a medias, así, por que sí, sin que nunca llegues a saber cómo acababan. Frases sin sujeto. Frases sin verbo. Párrafos copiados y pegados de otros libros que contradecían al párrafo anterior, o que directamente no tenían nada que ver.
Y los errores ortotipográficos no eran el único problema. Los apuntes que te daban (a cambio de la friolera de 350 €) eran fotocopias de las fotocopias de las fotocopias de los originales. Las imágenes, que en cualquier caso eran robadas de cualquier otra publicación, apenas se veían, y te las tenías que imaginar por lo que decía el pie de página. El tema de la Revolución Francesa no hablaba de la Revolución Francesa, Napoleón nunca existió y, a pesar de que alardean de que los temarios son actualizados, la Unión Europea nunca superó los 12 miembros, aunque debo reconocer que sí habían actualizado el título del tema, lo que resultaba aún más desconcertante.
Después de aquello me juré a mi misma que no volvería a Magister.
Peeeeeeero hace poco empezaron a anunciar unos cursos de formación para profesorado.
Mi voz interior me dijo "¡no lo hagas, insensata!".
Mi voz exterior me contestó "bueno, está avalada por la Universidad Francisco de Vitoria, que aunque no sea gran cosa no habrá dejado que usen su nombre para cualquier bodrio de curso, ¿no?".
Ejem...
Me apunté.
Error. De los gordos.
Porque yo de verdad quería aprender, y este curso no está pensado para eso: está pensado para que pagues, te den un título, y punto.
Por que si de verdad quisieran que aprendieras algo, las tareas de evaluación no serían estas:
"TAREA 2
A continuación vamos a realizar una participación en un foro. Para la realización de esta práctica se puede utilizar cualquier foro que esté disponible en la web, o bien el foro proporcionado por el curso [...].
En el foro se tendrán que valorar las ventajas que supone utilizar plataformas E-learning en la educación virtual, qué ventajas e inconvenientes puedes suponer ante la enseñanza tradicional."
No sé ahora, pero cuando yo hice el curso el "foro proporcionado por el curso" no pirulaba, por lo que la única opción que tenía era "utilizar cualquier foro que esté disponible en la red".
Muy bien, me dije, lo único que tengo que hacer es entrar en el El Focoforo y soltarles una filípica sobre las ventajas del E-learning... y después correr a esconderme.
Porque se me cae la cara de vergüenza hacer una tarea tan estúpida, pero sobre todo se me cae por haber pagado para hacer un curso diseñado por alguien capaz de idear una tarea tan estúpida.
Por suerte, había más tareas.
"TAREA 4
En esta tarea vamos a hacer una intervención en el chat (se podrá utilizar cualquier chat que se conozca). No hace falta que se hable con ningún usuario, basta con hacer un monólogo"
A ver si lo he entendido: me meto en cualquier chat, suelto cualquier parida y me dan un título de profesor de e-learning.
Por favor, por favor, por favor, decidme que lo he entendido mal...
Por si las tareas te resultan demasiado difíciles, o si te parece que conseguir un título sin haber aprendido nada es vergonzoso, tienes la opción de hacer algunos exámenes.
Los exámenes son tipo test, puedes repetirlos las veces que quieras y te dan las preguntas por adelantado en el libro de texto.
Menos mal, porque las preguntas son así de difíciles:
Yo no digo que esta pregunta sea tonta. Al menos no en un curso presencial. En un curso online en el que te informas por mail y te apuntas por internet igual ya podemos presuponer que los alumnos saben usar su correo.
Y mi favorita:
Continuará...
01 diciembre 2011
Día del sida
¡Bien, bien!
No tengo muy claro el protocolo en estos casos, si hay que cantar feliz cumpleaños o qué. Lo que sí sé es que el sida es una enfermedad muy seria, fácil de prevenir y difícil de curar.
Aprovechando la coyuntura, voy a contar una anecdotilla reciente.
Hace un par de semanas mi riñoncito volvió a darle la lata y fui al médico, pero al médico de verdad, no a urgencias. Bueno, sí, los médicos de urgencias también son médicos de verdad, pero sólo parchean, y yo estoy harta de que me pongan parches, lo que quiero es que me arreglen el riñón pero ya.
Por eso, antes de que la cosa fuera a más y me retorciera de dolor gritando "¡dadme mi buscapina, c*br*n*s!" fui al médico de cabecera y le expliqué la situación.
-Voy a hacerte una analítica completa.
-Vale. Espera, ¿"analítica completa" implica sacarme sangre?
-No, un equipo de elfos vulcanianos te imponen las manos y detectan cualquier anormalidad.
-...
-Pues claro que hay que sacarte sangre.
-Jo.
-Ya que estamos, ¿quieres que te pida también las pruebas de enfermedades de transmisión sexual?
-No sé, ¿hace falta?
-Bueno, eso depende de si perteneces a un grupo de riesgo.
-No, no, no me gustan los deportes extremos. En realidad, ningún deporte.
-Me refiero a si consumes drogas, o si eres, ejem, promiscua.
-Drogas no, promiscua tampoco, porque mi nombre no se lee igual del derecho que del revés.
-Ya veo... ¿cuántas parejas sexuales tienes?
-Eh... sólo una.
-¿Estás segura?
Aquí ya me empecé a mosquear. Una cosa es que me llamen promiscua, y otra que insinuen que voy por ahí acostándome con cualquiera. Como si tuviera tiempo.
-Sí, sólo mi marido -le dije, y luego me di cuenta de que me había pasado de borde, y pensé en hacer una broma para aligerar el ambiente-. Aunque claro, no sé qué irá haciendo él por ahí, jejeje...
Por desgracia, parece que mi médico carece de sentido del humor.
-Te voy a pedir las pruebas del sida.
-¡Oiga, que mi marido no me engaña!
-Claro que no querida, claro que no.
No sé por qué, pero me dio la impresión de que no me creía.
Unos días más tarde le conté la anecdota a mi padre, y le hizo una gracia tremenda.
-¿Se puede saber de qué te ríes?
-Jajaja..."mi marido no me engaña"... jajaja... eso es lo mismo que decís TODAS... jajaja...
Llegado este punto ya estabas más que mosqueada.
-Mira -le dije a ZaraJota™-. Que me engañes con otra tiene un pase, pero que me peges guarrerías de otra pelandrusca no te lo consiento.
-¡Que yo no te engaño con nadie!
-Claro, claro, pero mira como lo de las guarrerías no lo niegas...
Ha sido una semana muy larga.
Al fin, ayer fui al médico a recoger los resultado, y me recibió con una sonrisa gigante.
-Te alegrará saber que no tienes ni sida ni sífilis -me dijo-. El resto de tu cuerpo está hecho una m**rd*, pero, ¡lo del sida es una buena noticia!
Después de aquello tuve que disculparme con ZaraJota™ por haber dudado de su fidelidad.
Ayer por la tarde conté toda la historia a una compañera de trabajo.
-Pero oye -me dijo-. ¿Tú no usas preservativo?
-Sí, ¿por qué?
-Porque si usas preservativo aunque ZaraJota™ te engañe y coja el sida no te lo puede pegar.
-No te sigo.
-Que el hecho de que tú no tengas sida no implica necesariamente que ZaraJota™ no te sea infiel.
M**rd*, creo que la única forma de solucionar esto va a ser cortándosela.