Sicilia, 1957. Una joven de enormes pechos...
No, espera, eso no era.
Este fin de semana la familia se ha reunido en Madrid para celebrar el cumpleaños de Primo Buena Persona. Era una fiesta sorpresa, porque en mi familia es costumbre hacerte una cuando cumples 40 años. Eso de ser tradición las convierte en las fiestas sorpresa menos sorpresa de la historia: el año que te toca estás desde el uno de enero con la mosca detrás de la oreja, sabiendo que tu familia puede estar agazapada detrás de cualquier arbusto con una tarta. Sorprender al sorprendido empieza a ser un poco difícil: a este ritmo tendremos que dejar de llamarlo fiesta sorpresa y empezar a llamarlo emboscada.
Pues nada, hace unos días estaba hablando con la Tita del Puerto por teléfono y me dijo que ella no podría venir.
-Es que últimamente no paro, tengo la agenda como un ministro...
-Sí, sí.
Mientras hablaba Bebé-chan estaba intentando quitarme el teléfono, así que a durante un buen rato estuve diciendo "sí, si" sin tener ni idea a qué.
-Pero bueno, parece que ya vamos saliendo...
-Sí, sí..
-La vida es así, son rachas. Hay rachas buenas, hay rachas malas... Y, ¿sabes qué? Que al final de todo se sale.
-Sí, sí.
-Mira la abuela, por ejemplo. Anda que no lo pasó mal.
-Sí, sí.
-Ella, que estaba acostumbrada a tener su criada.
-Sí, sí.
-Y la casa, lo bonita que era...
-Sí, sí.
-Pero claro, como el abuelo se la jugó a las cartas.
-Sí, s... ¿el abuelo hizo QUÉ?
-Se jugó la casa a las cartas.
-¿EL ABUELO SE JUGÓ LA CASA A LAS CARTAS?
-Claro, ¿por qué creías que nos fuimos a vivir a Gerona?
-Creía que el abuelo se había fugado con una peladrusca.
-¡No digas tonterías! ¿Cómo se va a fugar con una pelandrusca?
Hace unos años alguien me dijo que mi abuelo se había tenido que ir del pueblo porque era un golfo. Como no me quisieron dar más detalles llegué a la conclusión de que había una pelandrusca de por medio, cuando al parecer lo más lógico hubiera sido pensar que se había jugado la casa a las cartas.
-No sé...
-Pues eso hizo. Y luego hizo la maleta y se fue, camino a Francia, sin dejar ni una nota... Desapareció, se pensaban que se había suicidado, y empezaron a mirar por todos los pozos...
-¡Anda ya!
¿Es que no se les ocurrió llamarlo al móvil? Que gente más torpe.
-Pero luego llegó a Gerona, encontró trabajo, y cuando estuvo asentado mandó una carta a la abuela, pidiéndole perdón y que se reuniera con él. Y la abuela podía haberse quedado en casa de la bisabuela, con todos los lujos y las criadas, pero no quiso...
-Normal.
Sobre todo, conociendo a la bisabuela.
-Se fue a Gerona, ella sola en el tren con las niñas, que cuando llegamos allí no teníamos ni uniforme para ir al colegio.
Mi tía sin nada que ponerse. eso sí que es un drama y lo demás son tonterías.
-Que mal, tita...
-Pero, ¿ves?, al final salieron adelante.
-Claro, claro.
Mi tía no tenía ni idea de la bomba que había soltado.
Vale, sí, no es que fueran exactamente noticias de última hora, pero, ¿no os ha pasado nunca que creéis que conocéis a una persona, y de pronto hace o dice algo y os dais cuenta de que no lo conocéis en absoluto?
Pues así estaba yo con mi abuelo.
En cuanto mi tía colgó el teléfono me metí en el grupo de WhatsApp que tengo con mis padres y mis hermanos y les conté lo que me había dicho.
Mis hermanos no tenían ni idea y fliparon tanto como yo.
Mi madre flipó porque no sabía que no teníamos ni idea.
Mi padre flipó porque mi madre flipara porque no teníamos ni idea.
Resumiendo: durante un rato estuvimos todos mirando el móvil y flipando.
-Pero a ver -decía mi madre-, ¿por qué creías que nos fuimos a Gerona?
-Creía que el abuelo se había fugado con una pelandrusca.
-¡Que pelandrusca ni que pelandrusca!
-Pues la pelandrusca. La pelandrusca del abuelo.
-¡No había pelandrusca!
-Pues es una pena, porque la historia sería mucho más interesante -intervino Hermano Mediano.
-¡Me da igual!
-Lo estoy viendo: un corazón frío y lleno de ambición, un cuerpo hecho para el pecado...
-¡Que no había pelandrusca!
-Que tú sepas. La gente te sorprende a veces. Mírame a mí: hasta hace cinco minutos no sabía que mi abuelo se había escapado con una pelandrusca -intervino Hermano Pequeño.
-¡Porque no lo hizo!
-Claro que sí. Yo lo vi claramente a medida que me lo iba inventando.
-¡QUE HE DICHO QUE NO HABÍA PELANDRUSCA Y NO HABÍA Y PUNTO YA!
-Vaaaale, vaaaaale.
Unos días más tarde volví a hablar con mi madre por WhatsApp.
-Madre, ¿te importa si cuento la historia del abuelo en el blog?
-No sé... Depende de lo que vayas a contar.
Pues que el abuelo se fugó con una pelandrusca, por supuesto.