Pues nada, que la Comunidad de Madrid ha vuelto a convocar oposiciones para profesores de secundaria, mostrando una vez más su compromiso con la educación pública y las políticas de creación de empleo.
Es verdad que convocar oposiciones no les obliga a contratar a nadie después, más bien al contrario. Al convocar oposiciones todos los interinos van a la calle y se les vuelve a empezar a llamar desde el principio de lista por orden. Algunos podrían llegar a decir que se convocan oposiciones sólo para que los interinos tengan que abandonar su puesto sin que parezca un despido y oye, si luego no se llama a nadie para cubrir las bajas no se nota. Pero no vamos a ser malpensados.
.
También es curioso que las tasas de presentación a examen hayan subido. Sabemos que hay pocas plazas y que se presenta mucha gente. Podría parecer incluso que se convoca el examen sólo para sacar un dinerillo que ayude con ese déficit que la Comunidad no tiene. Pero no vamos a ser malpensados.
Y llama la atención que en esa convocatoria no haya puntos por los cursos. Si el auténtico objetivo de esta convocatoria es contratar los mejores profesores, cualquiera diría que hay que dar ventaja a aquellos que han pasado años perfeccionándose, y no a quienes tienen la inmensa suerte de que les cae el único tema que se han estudiado y pueden hacer un examen de matrícula. Pero no vamos a ser malpensados.
Es más, tal y como está planteada la convocatoria, parece como si se hubiera diseñado a propósito para que los profesores que llevan años trabajando de interinos tuvieran todas las de suspender, de manera que sea perfectamente legítimo dejarles sin trabajo, y contratar en su lugar a gente nueva. Que así dicho no es mala idea, hasta que caes en la cuenta que a la gente nueva no hay que pagarle antigüedad, tiene menos experiencia y está tan agradecida de tener un trabajo que puedes reducir sus derechos hasta límites infrahumanos sin que se quejen. Pero no vamos a ser malpensados.
No vamos a ser malpensados porque no merece la pena.
En lugar de eso vamos a seguir estudiando, perfeccionando y mejorando cada día, porque nuestros chavales se merecen los mejores profesores, aunque la Comunidad de Madrid no se los merezca.
Nos vemos en dos semanas, que tengo mucho que repasar.
23 junio 2012
16 junio 2012
La mesa camilla de Skynet
Esta es la versión extendida/edición del director de una historia que conté en facebook.
Un domingo, en una de esas reuniones familiares, mi abuela dijo que quería ponerse intehné.
Mi abuela tiene setenta y ocho años y si alguna vez ha tocado un ordenador ha sido para quitarle el polvo, por lo que hubo cachondeo generalizado.
-¿Y para qué quieres tú internet?
-Para abrirme una cuenta de feisbu.
El cachondeo generalizado se paró en seco y fue rápidamente sustituido por caras de pasmo.
-¿Y eso?
-Porque todas mis amigas tienen.
Si esto fuera una serie de televisión, alguien habría dicho "y si todas tus amigas se tiran de un puente, ¿tú también te tiras?", y el capítulo habría acabado con la moraleja de que hay que ser uno mismo y no dejarse influir por las decisiones de los demás y tal.
Como no era una serie de televisíón, intentamos ir a lo práctico.
-Te das cuenta de que todas tus amigas tienen como mínimo veinte años menos que tú, ¿verdad?
-Oye, un respeto a la abuela...
-Es que igual te resulta un poco difícil.
-Ya... bueno. Da igual. De todas maneras no tengo ordenador.
Y ahí se acabó el tema.
Ah, no...
-Creo que yo tengo uno de sobra en casa -le dije.
Unos días más tarde, mi Hermano Mediano llevó el ordenador a casa de la abuela, un portátil patata que me compré en 2005 y que dejé de usar porque su pobre corazoncito no me seguía el ritmo.
-Total, para lo que va a hacer la abuela... -le dije.
Le quitó programas, le puso otros y, armándose de paciencia, enseñó a mi abuela cómo moverse por la pantalla, a pulsar la E azul para entrar en internet, dónde hay que poner la dirección, y las normas básicas de seguridad y protección de datos.
En muy poco tiempo la abuela tenía correo electrónico, cuenta de facebook, y estaba buscando a sus amigas del colegio.
-Pero no las encuentro, no sé por qué.
-Porque tienen ochenta años, abuela, si es que han vivido hasta esa feliz edad.
-Bueno, da igual, porque me he hecho amiga de las nietas de mis amigas de colegio.
De hombres no, ¿eh? Que mi abuela es una viuda decente, no de esas que en cuanto entierran al marido están todo el día de juerga y que se van a los viajes del inserso a bailar agarrao.
-Muy bien, muy bien.
-También me he hecho de un grupo de alzheimer.
-Anda, que interesante. ¿Y de qué habláis?
-Ni idea, no puedo entrar porque se me ha olvidado la contraseña.
A día de hoy seguimos sin saber si estaba de broma o no.
Pues bien, ya que se ponía a escribir, mi abuela se dio cuenta de que tenía muchas faltas de ortografía.
Mi abuela no tuvo una educación muy boyante: como a mucha gente de su generación, en cuanto aprendió las cuatro reglas básicas la sacaron del colegio para que se pusiera a trabajar. Las cuentecillas se le dan muy bien, la escritura en cambio...
La familia está acostumbrada a leer las notas que se deja a sí misma pegadas en la nevera y más o menos la entendemos. Al parecer sus amigas de facebook estaban teniendo más dificultades.
Esa vez le tocó el turno a Latita, que fue a lo práctico: le enseñó a usar el autocorrector de word.
-Ahora lo escribo todo primero en el guó -explicaba mi abuela- le doy al botón que me dijo Latita, y se me pone todo bien.
-¿En serio?
-Bueno, todo no. Creo que estoy haciendo algo mal: a veces me corrige cosas que no me tiene que corregir, y otras veces hay cosas que están mal y no me las cambia.
-No eres tú, es Microsoft.
-¿El QUÉ?
Para entonces mi abuela mantenía una fluida vida social en facebook, leía las noticias por internet y se metía en blogs. Latita le estaba enseñando a usar un pendrive para almacenar fotos, pasarlas al ordenador, comprimirlas para que pesaran menos y a subirlas al perfil de facebook.
Toda la familia estaba aterrorizada; era como cuando en Terminator Skynet toma conciencia de sí misma. Sólo que en vez de Skynet era mi abuela, que se estaba preparando para dominar el mundo desde la mesa camilla de su casa, con el programa de Ana Rosa de fondo.
-Pues ahora quiero ponerme tuiter -anunció un día-. A ver si me enseñáis.
-Lo de facebook lo puedo entender -le dije a Hermano Mediano-. Lo de tuiter no. ¿Para qué lo quiere?
-Para seguir a las famosas. Dice que todos los programas del corazón tienen, y que si no se hace uno no se va a enterar de nada.
En estas estábamos cuando fui al médico a hacerme la ecografía de las 24 semanas.
-Oye -me dijo mi abuela por teléfono-. Que dice tu padre que tienes una foto nueva de la niña, pero me meto en tu bloh y no la veo.
-No la ha puesto en el blog, sólo en tuiter.
-Ah, hija, es que todavía no tengo tuiter, a ver si alguien me lo pone. Anda, súbela a feisbu que la vea.
-¿Quieres que te la mande al móvil?
-No, niña, no, que ya sabes que a mí las tecnologías no me van.
Ah, bueno, pues la subo a internet, que es mucho menos tecnológico, dónde va a parar.
Un domingo, en una de esas reuniones familiares, mi abuela dijo que quería ponerse intehné.
Mi abuela tiene setenta y ocho años y si alguna vez ha tocado un ordenador ha sido para quitarle el polvo, por lo que hubo cachondeo generalizado.
-¿Y para qué quieres tú internet?
-Para abrirme una cuenta de feisbu.
El cachondeo generalizado se paró en seco y fue rápidamente sustituido por caras de pasmo.
-¿Y eso?
-Porque todas mis amigas tienen.
Si esto fuera una serie de televisión, alguien habría dicho "y si todas tus amigas se tiran de un puente, ¿tú también te tiras?", y el capítulo habría acabado con la moraleja de que hay que ser uno mismo y no dejarse influir por las decisiones de los demás y tal.
Como no era una serie de televisíón, intentamos ir a lo práctico.
-Te das cuenta de que todas tus amigas tienen como mínimo veinte años menos que tú, ¿verdad?
-Oye, un respeto a la abuela...
-Es que igual te resulta un poco difícil.
-Ya... bueno. Da igual. De todas maneras no tengo ordenador.
Y ahí se acabó el tema.
Ah, no...
-Creo que yo tengo uno de sobra en casa -le dije.
Unos días más tarde, mi Hermano Mediano llevó el ordenador a casa de la abuela, un portátil patata que me compré en 2005 y que dejé de usar porque su pobre corazoncito no me seguía el ritmo.
-Total, para lo que va a hacer la abuela... -le dije.
Le quitó programas, le puso otros y, armándose de paciencia, enseñó a mi abuela cómo moverse por la pantalla, a pulsar la E azul para entrar en internet, dónde hay que poner la dirección, y las normas básicas de seguridad y protección de datos.
En muy poco tiempo la abuela tenía correo electrónico, cuenta de facebook, y estaba buscando a sus amigas del colegio.
-Pero no las encuentro, no sé por qué.
-Porque tienen ochenta años, abuela, si es que han vivido hasta esa feliz edad.
-Bueno, da igual, porque me he hecho amiga de las nietas de mis amigas de colegio.
De hombres no, ¿eh? Que mi abuela es una viuda decente, no de esas que en cuanto entierran al marido están todo el día de juerga y que se van a los viajes del inserso a bailar agarrao.
-Muy bien, muy bien.
-También me he hecho de un grupo de alzheimer.
-Anda, que interesante. ¿Y de qué habláis?
-Ni idea, no puedo entrar porque se me ha olvidado la contraseña.
A día de hoy seguimos sin saber si estaba de broma o no.
Pues bien, ya que se ponía a escribir, mi abuela se dio cuenta de que tenía muchas faltas de ortografía.
Mi abuela no tuvo una educación muy boyante: como a mucha gente de su generación, en cuanto aprendió las cuatro reglas básicas la sacaron del colegio para que se pusiera a trabajar. Las cuentecillas se le dan muy bien, la escritura en cambio...
La familia está acostumbrada a leer las notas que se deja a sí misma pegadas en la nevera y más o menos la entendemos. Al parecer sus amigas de facebook estaban teniendo más dificultades.
Esa vez le tocó el turno a Latita, que fue a lo práctico: le enseñó a usar el autocorrector de word.
-Ahora lo escribo todo primero en el guó -explicaba mi abuela- le doy al botón que me dijo Latita, y se me pone todo bien.
-¿En serio?
-Bueno, todo no. Creo que estoy haciendo algo mal: a veces me corrige cosas que no me tiene que corregir, y otras veces hay cosas que están mal y no me las cambia.
-No eres tú, es Microsoft.
-¿El QUÉ?
Para entonces mi abuela mantenía una fluida vida social en facebook, leía las noticias por internet y se metía en blogs. Latita le estaba enseñando a usar un pendrive para almacenar fotos, pasarlas al ordenador, comprimirlas para que pesaran menos y a subirlas al perfil de facebook.
Toda la familia estaba aterrorizada; era como cuando en Terminator Skynet toma conciencia de sí misma. Sólo que en vez de Skynet era mi abuela, que se estaba preparando para dominar el mundo desde la mesa camilla de su casa, con el programa de Ana Rosa de fondo.
-Pues ahora quiero ponerme tuiter -anunció un día-. A ver si me enseñáis.
-Lo de facebook lo puedo entender -le dije a Hermano Mediano-. Lo de tuiter no. ¿Para qué lo quiere?
-Para seguir a las famosas. Dice que todos los programas del corazón tienen, y que si no se hace uno no se va a enterar de nada.
En estas estábamos cuando fui al médico a hacerme la ecografía de las 24 semanas.
-Oye -me dijo mi abuela por teléfono-. Que dice tu padre que tienes una foto nueva de la niña, pero me meto en tu bloh y no la veo.
-No la ha puesto en el blog, sólo en tuiter.
-Ah, hija, es que todavía no tengo tuiter, a ver si alguien me lo pone. Anda, súbela a feisbu que la vea.
-¿Quieres que te la mande al móvil?
-No, niña, no, que ya sabes que a mí las tecnologías no me van.
Ah, bueno, pues la subo a internet, que es mucho menos tecnológico, dónde va a parar.
09 junio 2012
Daylight: pánico en el túnel
Y justo cuando el gobierno anuncia que rescatan a los bancos, yo cuento cómo me rescataron a mí.
Que guapa soy y que tino tengo.
La semana pasada ZaraJota™ y yo pedimos el coche a mis padres para ir a IKEA.
Desde que arrancamos, ZaraJota™ frunció el ceño. Y eso es muy raro. ZaraJota™ nunca frunce el ceño: él es más de levantar una ceja.
-¿Qué pasa?
-No sé, es como si la primera no entrara...
-¿Está mal?
-No, seguramente es cosa mía, que no estoy acostumbrado a coger este coche.
-Si este es el único coche que coges, piltrafilla. ¿No será una avería?
-No creo, acaba de salir del taller.
Hace un mes o así, mis padres llevaron el coche al taller para quitarle unos arañazos.
El coche salió como nuevo.
Una semana más tarde a un taxista le fallaron los frenos y se les empotró contra el lateral.
El coche volvió al taller y salió como nuevo... otra vez.
ZaraJota™ debía tener razón, porque llegamos a IKEA sanos y salvos, hicimos nuestras compras a toda velocidad y antes de que puedas decir CIRKUSTÄLT ya estábamos de nuevo en el coche.
-Por fin -dije. Y me quité los zapatos. El embarazo es así: todo el mundo te dice que tienes que andar, pero nadie te explica que si estás mucho tiempo de pie se te ponen los susodichos como barcas.
ZaraJota™ arrancó y volvió a fruncir el ceño.
-No sé que pasa con la primera, que se niega a entrar.
-¿Eso es grave?
-No, no pasa nada, de todas maneras la primera casi no se usa.
No tuvimos problemas en todo el camino, y apenas tres horas después de haber salido de casa nos metimos en el último túnel de la M30.
-¡Qué prontito vamos a llegar! -dije.
Y entonces, el atasco.
Por hablar.
Nos recorrimos todo el túnel avanzando tramos de un metro.
Un metro.
Parar.
Arrancar.
Un metro.
Parar.
ZaraJota™ fruncía el ceño cada vez.
-La primera... -decía. Así, sin palabrotas. ZaraJota™ nunca dice palabrotas: sólo las piensa, que es mucho peor.
Cuando ya llevábamos un rato, mi sentido arácnido de embarazada empezó a protestar.
-Que mal huele...¿somos nosotros?
-No, no.
Entonces empezó a salir humo del capó del coche.
-¡SÍ, SÍ!
Antes de que me diera cuenta, ZaraJota™ pulsó la luz de emergencia. Como si estar envueltos en una nube de humo no fuera ya una pista, vaya. Al menos el resto de los conductores parecían sospechar algo, porque a pesar de estar atascando el carril central de un túnel nadie pitó.
Y eso, para Madrid, es algo.
ZaraJota™ intentó arrancar de nuevo para apartar el coche y dejar paso, pero nada.
-Voy a poner el triángulo. ¿Sabes dónde está?
-En el maletero.
-Me lo temía.
Mis padres van mucho al campo, pero no a comer filetes rusos y tortilla de patatas, como la gente normal: ellos van en plan Simba, a otear las propiedades. Por eso el maletero de mis padres está siempre lleno de cosas: herramientas de diverso tipo, una linterna, recipientes variados con diferentes líquidos de sospechoso aspecto, y miles de bolsas biodegradables del Carrefour. Nadie sabe por qué, aunque la teoría más generalizada es que las guardan por si se pierden en el campo y tienen que sobrevivir comiendo fibra de fécula de patata.
ZaraJota™ se puso el chaleco reflectante y salió al exterior a rebuscar en el maletero.
Yo establecí mis prioridades:
1.-Ponerme los zapatos por si había que salir por patas. Después de un par de intentos tuve que renunciar, porque tenía los pies tan hinchados que no me cabían.
2.-Llamar a mi padre para avisar que íbamos a llegar un poco tarde. JA.
3.-Llamar al seguro.
Mientras tanto, en el carril de al lado se paró un autobús y vi como ZaraJota™ se subía.
Vienen a rescatarnos, pensé.
-En menudo sitio te has parado, claval -le dijo el busero a ZaraJota™.
-Yo no me he parado, ha sido el coche.
-Es que estás taponando el carril central.
-Y usted el carril izquierdo y no se lo echo en cara.
-¿Quieres que llame a la grúa?
-No, no, gracias, ya hemos llamando al seguro.
En el interior del coche, yo intentaba hablar con el seguro.
-¿Me puede indicar dónde se encuentra?
-En el túnel de la M30, en el carril central, justo en la salida de Pirámides.
-¿Me puede indicar el punto kilométrico?
-No...
-No se preocupe, mire a su alrededor y dígame lo que ve.
-¡HUMO NEGRO! ¡HUMO NEGRO POR TODAS PARTES! ¡ESTO ES COMO PERDIDOS, PERO SIN LOS P*T*S FLASHBACKS!
-Está bien, señora, no se preocupe, le mando la grúa.
Estaba intentando ponerme los zapatos otra vez cuando ZaraJota™ llamó a mi puerta.
-Deberías salir, por si algún psicópata no ve el triángulo y se lleva el coche por delante.
-¿Has encontrado el chaleco del acompañante?
-No.
-Pues entonces creo que estoy más a salvo aquí dentro.
Y me crucé de brazos, que es una forma sutil de decir "mi honra está en juego y de aquí no me muevo".
-Está bien, voy a ver si puedo quitar el coche de aquí.
ZaraJota™ volvió al coche y después de darle unas treinta patadas a la palanca de cambios consiguió ponernos en un lateral. Después salió, rescató el triángulo del carril central y lo puso detrás del coche a la distancia regalmentaria.
No le había dado tiempo casi ni a dejarlo en el suelo cuando nos rodeó la policia.
-En menudo sitio te has parado, chaval -le dijo el policía a ZaraJota™.
-Yo no me he parado, ha sido el coche.
-Ya, hemos visto el humo por las cámaras. Vamos a sacaros de aquí, que estáis taponando el carril izquierdo.
Y ustedes el central, pensó ZaraJota™, pero no lo dijo. Que una cosa es tocarle los güevos a un busero y otra a un policía, que ya sabemos cómo las gastan.
Detrás de la policía apareció entonces una grúa de la M30.
Dentro del coche, yo estaba terminando de abrocharme los zapatos cuando apareció un señor con casco en mi ventanilla.
-Señora, salga del vehículo.
-Es que no tengo chaleco reflectante.
-No pasa nada, salga.
-¡Y una m**rd*! ¡Seguro que es una trampa! ¡Seguro que salgo y me pone una multa por salir sin chaleco! ¡Yo de aquí no salgo hasta que no me den un chaleco!
-Señora, de verdad, que no pasa nada, ¿ve? En este lado hay acera. Puede salir sin chaleco.
Muy dignamente salí del coche, y el señor con casco me escoltó hacia una grúa.
-Puede esperar en el asiento de atrás.
El asiento de atrás me llegaba a la altura de la nariz. Miré al asiento. Miré a mi tripa. Miré al asiento.
-Señora, ¿la aupo?
-Porfi...
El señor me aupó.
-Tiene usted un poco de hollín en el brazo -me dijo antes de irse a enganchar el coche.
De todas las cosas que tengo en este momento, pensé.
Estaba limpiándome cuidadosamente la mancha con una toallita húmeda cuando apareció en la puerta un señor totalmente cubierto de hollín.
-¡¡¡ARG!!!
-Soy yo, ¿puedo sentarme contigo?
-Vale, pero no me toques.
Los señores de la M30 engancharon el coche a la grúa y lo sacaron al exterior.
-Os dejamos aquí, que hay un concierto en el Calderón y esto está imposible.
Y se fueron.
Volví a llamar al seguro.
-Que los señores de la M30 nos han sacado del túnel. Ahora estamos al principio de la calle Toledo, en el lado que da al Puente de Toledo, en el carril de subida, delante del colegio.
No he trabajado en seguros durante cinco años para no saber cómo llamar a uno, hombreyá.
Mientras la grúa venía, nos sentamos a esperar.
Y esperamos...
Esperamos...
Hasta que llamó el señor de la grúa.
-Señora, que estoy en el puente de Praga y no les veo.
-Que casualidad, nosotros estamos en el puente de Toledo y tampoco le vemos a usted.
-Eh... voy para alla.
-Vale.
-Eh... ¿dónde está eso?
En serio...
Al final el señor de la grúa nos encontró.
-Perdone que haya tardado, señora, es que esto está imposible hoy.
-Ya.
-¿Tiene un cigarro?
Me miré a la tripa. Miré al señor.
-No.
-¿Y tú, chaval? -le preguntó a ZaraJota™.
-No.
-Jo.
El señor de la grúa enganchó el coche, y entonces vivimos el momento más humillante del día:
ZaraJota™ y yo, sentado en la parada del autobús, esperando el 23 para ir a casa de mis padres, mientras delante nuestra pasaba la grúa con el coche encima.
-Jo, que mal. Ha sido la peor experiencia de mi vida -le dije a ZaraJota™.
-Ya está, Lorz, tampoco ha sido para tanto.
-Claro, chaval, a ti no te ha paracido para tanto, ¡como se nota que a la que han estado llamando señora es a mí!
Cuando llegamos a casa de mis padres, apestando a humo, cubiertos de hollín y agotados, mi padre le quító importancia al asunto.
-No, si la primera ya lleva fallando un tiempecillo.
-¿Sí? -preguntó ZaraJota™, que se sentía un poco culpable.
-Unos seis meses o así.
-¿QUÉ? Quiero decir... y con la cantidad de tiempo que ha pasado en el taller últimamente, ¿no lo podrían haber mirado?
-No, pensé que bueno, tarde o temprano ya reventaría.
Y tenía razón, mira tú que cosas.
Que guapa soy y que tino tengo.
La semana pasada ZaraJota™ y yo pedimos el coche a mis padres para ir a IKEA.
Desde que arrancamos, ZaraJota™ frunció el ceño. Y eso es muy raro. ZaraJota™ nunca frunce el ceño: él es más de levantar una ceja.
-¿Qué pasa?
-No sé, es como si la primera no entrara...
-¿Está mal?
-No, seguramente es cosa mía, que no estoy acostumbrado a coger este coche.
-Si este es el único coche que coges, piltrafilla. ¿No será una avería?
-No creo, acaba de salir del taller.
Hace un mes o así, mis padres llevaron el coche al taller para quitarle unos arañazos.
El coche salió como nuevo.
Una semana más tarde a un taxista le fallaron los frenos y se les empotró contra el lateral.
El coche volvió al taller y salió como nuevo... otra vez.
ZaraJota™ debía tener razón, porque llegamos a IKEA sanos y salvos, hicimos nuestras compras a toda velocidad y antes de que puedas decir CIRKUSTÄLT ya estábamos de nuevo en el coche.
-Por fin -dije. Y me quité los zapatos. El embarazo es así: todo el mundo te dice que tienes que andar, pero nadie te explica que si estás mucho tiempo de pie se te ponen los susodichos como barcas.
ZaraJota™ arrancó y volvió a fruncir el ceño.
-No sé que pasa con la primera, que se niega a entrar.
-¿Eso es grave?
-No, no pasa nada, de todas maneras la primera casi no se usa.
No tuvimos problemas en todo el camino, y apenas tres horas después de haber salido de casa nos metimos en el último túnel de la M30.
-¡Qué prontito vamos a llegar! -dije.
Y entonces, el atasco.
Por hablar.
Nos recorrimos todo el túnel avanzando tramos de un metro.
Un metro.
Parar.
Arrancar.
Un metro.
Parar.
ZaraJota™ fruncía el ceño cada vez.
-La primera... -decía. Así, sin palabrotas. ZaraJota™ nunca dice palabrotas: sólo las piensa, que es mucho peor.
Cuando ya llevábamos un rato, mi sentido arácnido de embarazada empezó a protestar.
-Que mal huele...¿somos nosotros?
-No, no.
Entonces empezó a salir humo del capó del coche.
-¡SÍ, SÍ!
Antes de que me diera cuenta, ZaraJota™ pulsó la luz de emergencia. Como si estar envueltos en una nube de humo no fuera ya una pista, vaya. Al menos el resto de los conductores parecían sospechar algo, porque a pesar de estar atascando el carril central de un túnel nadie pitó.
Y eso, para Madrid, es algo.
ZaraJota™ intentó arrancar de nuevo para apartar el coche y dejar paso, pero nada.
-Voy a poner el triángulo. ¿Sabes dónde está?
-En el maletero.
-Me lo temía.
Mis padres van mucho al campo, pero no a comer filetes rusos y tortilla de patatas, como la gente normal: ellos van en plan Simba, a otear las propiedades. Por eso el maletero de mis padres está siempre lleno de cosas: herramientas de diverso tipo, una linterna, recipientes variados con diferentes líquidos de sospechoso aspecto, y miles de bolsas biodegradables del Carrefour. Nadie sabe por qué, aunque la teoría más generalizada es que las guardan por si se pierden en el campo y tienen que sobrevivir comiendo fibra de fécula de patata.
ZaraJota™ se puso el chaleco reflectante y salió al exterior a rebuscar en el maletero.
Yo establecí mis prioridades:
1.-Ponerme los zapatos por si había que salir por patas. Después de un par de intentos tuve que renunciar, porque tenía los pies tan hinchados que no me cabían.
2.-Llamar a mi padre para avisar que íbamos a llegar un poco tarde. JA.
3.-Llamar al seguro.
Mientras tanto, en el carril de al lado se paró un autobús y vi como ZaraJota™ se subía.
Vienen a rescatarnos, pensé.
-En menudo sitio te has parado, claval -le dijo el busero a ZaraJota™.
-Yo no me he parado, ha sido el coche.
-Es que estás taponando el carril central.
-Y usted el carril izquierdo y no se lo echo en cara.
-¿Quieres que llame a la grúa?
-No, no, gracias, ya hemos llamando al seguro.
En el interior del coche, yo intentaba hablar con el seguro.
-¿Me puede indicar dónde se encuentra?
-En el túnel de la M30, en el carril central, justo en la salida de Pirámides.
-¿Me puede indicar el punto kilométrico?
-No...
-No se preocupe, mire a su alrededor y dígame lo que ve.
-¡HUMO NEGRO! ¡HUMO NEGRO POR TODAS PARTES! ¡ESTO ES COMO PERDIDOS, PERO SIN LOS P*T*S FLASHBACKS!
-Está bien, señora, no se preocupe, le mando la grúa.
Estaba intentando ponerme los zapatos otra vez cuando ZaraJota™ llamó a mi puerta.
-Deberías salir, por si algún psicópata no ve el triángulo y se lleva el coche por delante.
-¿Has encontrado el chaleco del acompañante?
-No.
-Pues entonces creo que estoy más a salvo aquí dentro.
Y me crucé de brazos, que es una forma sutil de decir "mi honra está en juego y de aquí no me muevo".
-Está bien, voy a ver si puedo quitar el coche de aquí.
ZaraJota™ volvió al coche y después de darle unas treinta patadas a la palanca de cambios consiguió ponernos en un lateral. Después salió, rescató el triángulo del carril central y lo puso detrás del coche a la distancia regalmentaria.
No le había dado tiempo casi ni a dejarlo en el suelo cuando nos rodeó la policia.
-En menudo sitio te has parado, chaval -le dijo el policía a ZaraJota™.
-Yo no me he parado, ha sido el coche.
-Ya, hemos visto el humo por las cámaras. Vamos a sacaros de aquí, que estáis taponando el carril izquierdo.
Y ustedes el central, pensó ZaraJota™, pero no lo dijo. Que una cosa es tocarle los güevos a un busero y otra a un policía, que ya sabemos cómo las gastan.
Detrás de la policía apareció entonces una grúa de la M30.
Dentro del coche, yo estaba terminando de abrocharme los zapatos cuando apareció un señor con casco en mi ventanilla.
-Señora, salga del vehículo.
-Es que no tengo chaleco reflectante.
-No pasa nada, salga.
-¡Y una m**rd*! ¡Seguro que es una trampa! ¡Seguro que salgo y me pone una multa por salir sin chaleco! ¡Yo de aquí no salgo hasta que no me den un chaleco!
-Señora, de verdad, que no pasa nada, ¿ve? En este lado hay acera. Puede salir sin chaleco.
Muy dignamente salí del coche, y el señor con casco me escoltó hacia una grúa.
-Puede esperar en el asiento de atrás.
El asiento de atrás me llegaba a la altura de la nariz. Miré al asiento. Miré a mi tripa. Miré al asiento.
-Señora, ¿la aupo?
-Porfi...
El señor me aupó.
-Tiene usted un poco de hollín en el brazo -me dijo antes de irse a enganchar el coche.
De todas las cosas que tengo en este momento, pensé.
Estaba limpiándome cuidadosamente la mancha con una toallita húmeda cuando apareció en la puerta un señor totalmente cubierto de hollín.
-¡¡¡ARG!!!
-Soy yo, ¿puedo sentarme contigo?
-Vale, pero no me toques.
Los señores de la M30 engancharon el coche a la grúa y lo sacaron al exterior.
-Os dejamos aquí, que hay un concierto en el Calderón y esto está imposible.
Y se fueron.
Volví a llamar al seguro.
-Que los señores de la M30 nos han sacado del túnel. Ahora estamos al principio de la calle Toledo, en el lado que da al Puente de Toledo, en el carril de subida, delante del colegio.
No he trabajado en seguros durante cinco años para no saber cómo llamar a uno, hombreyá.
Mientras la grúa venía, nos sentamos a esperar.
Y esperamos...
Esperamos...
Hasta que llamó el señor de la grúa.
-Señora, que estoy en el puente de Praga y no les veo.
-Que casualidad, nosotros estamos en el puente de Toledo y tampoco le vemos a usted.
-Eh... voy para alla.
-Vale.
-Eh... ¿dónde está eso?
En serio...
Al final el señor de la grúa nos encontró.
-Perdone que haya tardado, señora, es que esto está imposible hoy.
-Ya.
-¿Tiene un cigarro?
Me miré a la tripa. Miré al señor.
-No.
-¿Y tú, chaval? -le preguntó a ZaraJota™.
-No.
-Jo.
El señor de la grúa enganchó el coche, y entonces vivimos el momento más humillante del día:
ZaraJota™ y yo, sentado en la parada del autobús, esperando el 23 para ir a casa de mis padres, mientras delante nuestra pasaba la grúa con el coche encima.
-Jo, que mal. Ha sido la peor experiencia de mi vida -le dije a ZaraJota™.
-Ya está, Lorz, tampoco ha sido para tanto.
-Claro, chaval, a ti no te ha paracido para tanto, ¡como se nota que a la que han estado llamando señora es a mí!
Cuando llegamos a casa de mis padres, apestando a humo, cubiertos de hollín y agotados, mi padre le quító importancia al asunto.
-No, si la primera ya lleva fallando un tiempecillo.
-¿Sí? -preguntó ZaraJota™, que se sentía un poco culpable.
-Unos seis meses o así.
-¿QUÉ? Quiero decir... y con la cantidad de tiempo que ha pasado en el taller últimamente, ¿no lo podrían haber mirado?
-No, pensé que bueno, tarde o temprano ya reventaría.
Y tenía razón, mira tú que cosas.
05 junio 2012
La herencia Urodini 8 y ya
Previously in Lorz...
Bebé-chán tiene derecho a elegir el equipo de fútbol con el que quiere amargarse la vida.
Decíamos ayer que después de muchas peripecias conseguimos llegar a Eurodisney, Urodini para los amigos.
Como no me pagan por hacer publicidad (pero pueden, si quieren) no os voy a cansar con lo bonito que es todo, lo bien que me lo pasé, y lo mucho que quiero a mi cuñada por haberme llevado.
A pesar de todo tengo que admitir que me lo hubiera pasado aún mejor si cabe de no haber sido por mi lamentable estado. Porque resulta que Eurodisney no está preparado para mujeres embarazadas y cojas.
Y el problema no son las atracciones, como pensaba mi familia política, sino que hay que andar muchísimo, y las colas son eternas, de pie y muchas veces al sol. En fin, que si hay que hacer cola se hace, pero hacerla a la sombra o tener un banquito de vez en cuando no estaría mal.
Luego está el problema de la comida: es el tipo de comida que a todo el mundo le gusta. Ahora, si no eres como todo el mundo, vas frito. Ya no sólo las embarazadas: las personas con alergias alimentarias o diabetes es mejor que se lleven un tupper de casa.
Yo misma, algunos días, tuve dificultades para encontrar algo que comer:
Malditas pruebas gráficas...
Bueno, con la comida no, pero sí que tuve otras dificultades.
Por ejemplo, las toallas del hotel no estaban preparadas para mis necesidades específicas:
Nota mental: necesito toallas premamá.
Y es raro. Porque si hay algo que se puede decir de Eurodisney es que está todo perfectamente organizado.
Nos dimos cuenta nada más llegar al aeropuerto.
Un ejemplo:
Imagínate que eres uno de esos señores a los que les gusta dar caramelos a los niños. Pero ya sabes cómo son los padres hoy en día: se ponen muy nerviosos si un extraño intenta que sus hijos le coman su piruleta. Por eso muchos señores a los que les gusta dar caramelos a los niños tienen que esperar a que los niños se separen de sus papás para enseñarles la piruleta. Es un rollo y se pierde mucho tiempo. Por eso los franceses han optimizado el proceso y te avisan de dónde puedes encontrar niños sin sus padres:
Está muy bien pensado.
Ya en el hotel, descubrimos que las habitaciones tienen anticonceptivo incorporado.
-¿Las niñas van a dormir con nosotros? -le pregunté a mi cuñada.
-No, en vuestra habitación sólo dormís vosotros -me explicó-. Privilegios de embarazada.
Claro, a mí no hace falta que me anticonceptiven.
Y luego, en Eurodisney, descubrimos el Baldosas Rosa Memorial:
Después de mucho pensarlo llegamos a la conclusión de que es el listado de los menores no acompañados disponibles para darles piruletas.
Si alguien tiene una teoría mejor que la diga.
Pero donde realmente se ve lo bien organizado que está todo es en los carteles.
Los hay por todas partes y para todo:
De este había en todas las atracciones:
"Mantenga brazos y piernas dentro del vehículo"
Que ya sabemos la gente como es, venga a tirar miembros fuera de la atracción y lo ponen todo perdido.
ZaraJota™ dedicó una cantidad insana de tiempo a estudiar este, en parte porque había uno fuera de cada cuarto de baño y yo pasé mucho tiempo en el baño:
Al final conseguimos descifrar su significado:
1.- Llamar 112 veces.
2.- Dejar inconsciente a un señor calvo sin brazos y arrancarle el corazón.
3.- Escupir en el corazón. No es estrictamente necesario, es para darle brillito.
4.- Clavar un palo en el cuello del señor calvo sin brazos. Colgar un embudo al extremo del palo, de manera que la sangre que suba por el palo vuelva a caer por el embudo directa al corazón del señor calvo sin brazos. Este sistema se llama autotransfusión y puede ahorrar millones a la salud pública, que no está para ir gastando sangre así como así.
Pero el favorito de ZaraJota™ es este:
Él lo tradujo como: "Mantén limpia la puerta: vigila tus manos".
Haiku
En Eurodisney
es todo muy bonito
volvamos pronto
Bebé-chán tiene derecho a elegir el equipo de fútbol con el que quiere amargarse la vida.
Decíamos ayer que después de muchas peripecias conseguimos llegar a Eurodisney, Urodini para los amigos.
Como no me pagan por hacer publicidad (pero pueden, si quieren) no os voy a cansar con lo bonito que es todo, lo bien que me lo pasé, y lo mucho que quiero a mi cuñada por haberme llevado.
A pesar de todo tengo que admitir que me lo hubiera pasado aún mejor si cabe de no haber sido por mi lamentable estado. Porque resulta que Eurodisney no está preparado para mujeres embarazadas y cojas.
Y el problema no son las atracciones, como pensaba mi familia política, sino que hay que andar muchísimo, y las colas son eternas, de pie y muchas veces al sol. En fin, que si hay que hacer cola se hace, pero hacerla a la sombra o tener un banquito de vez en cuando no estaría mal.
Luego está el problema de la comida: es el tipo de comida que a todo el mundo le gusta. Ahora, si no eres como todo el mundo, vas frito. Ya no sólo las embarazadas: las personas con alergias alimentarias o diabetes es mejor que se lleven un tupper de casa.
Yo misma, algunos días, tuve dificultades para encontrar algo que comer:
Bueno, con la comida no, pero sí que tuve otras dificultades.
Por ejemplo, las toallas del hotel no estaban preparadas para mis necesidades específicas:
Nota mental: necesito toallas premamá.
Y es raro. Porque si hay algo que se puede decir de Eurodisney es que está todo perfectamente organizado.
Nos dimos cuenta nada más llegar al aeropuerto.
Un ejemplo:
Imagínate que eres uno de esos señores a los que les gusta dar caramelos a los niños. Pero ya sabes cómo son los padres hoy en día: se ponen muy nerviosos si un extraño intenta que sus hijos le coman su piruleta. Por eso muchos señores a los que les gusta dar caramelos a los niños tienen que esperar a que los niños se separen de sus papás para enseñarles la piruleta. Es un rollo y se pierde mucho tiempo. Por eso los franceses han optimizado el proceso y te avisan de dónde puedes encontrar niños sin sus padres:
Está muy bien pensado.
Ya en el hotel, descubrimos que las habitaciones tienen anticonceptivo incorporado.
-¿Las niñas van a dormir con nosotros? -le pregunté a mi cuñada.
-No, en vuestra habitación sólo dormís vosotros -me explicó-. Privilegios de embarazada.
Claro, a mí no hace falta que me anticonceptiven.
Y luego, en Eurodisney, descubrimos el Baldosas Rosa Memorial:
Después de mucho pensarlo llegamos a la conclusión de que es el listado de los menores no acompañados disponibles para darles piruletas.
Si alguien tiene una teoría mejor que la diga.
Pero donde realmente se ve lo bien organizado que está todo es en los carteles.
Los hay por todas partes y para todo:
De este había en todas las atracciones:
"Mantenga brazos y piernas dentro del vehículo"
Que ya sabemos la gente como es, venga a tirar miembros fuera de la atracción y lo ponen todo perdido.
ZaraJota™ dedicó una cantidad insana de tiempo a estudiar este, en parte porque había uno fuera de cada cuarto de baño y yo pasé mucho tiempo en el baño:
Al final conseguimos descifrar su significado:
1.- Llamar 112 veces.
2.- Dejar inconsciente a un señor calvo sin brazos y arrancarle el corazón.
3.- Escupir en el corazón. No es estrictamente necesario, es para darle brillito.
4.- Clavar un palo en el cuello del señor calvo sin brazos. Colgar un embudo al extremo del palo, de manera que la sangre que suba por el palo vuelva a caer por el embudo directa al corazón del señor calvo sin brazos. Este sistema se llama autotransfusión y puede ahorrar millones a la salud pública, que no está para ir gastando sangre así como así.
Pero el favorito de ZaraJota™ es este:
Él lo tradujo como: "Mantén limpia la puerta: vigila tus manos".
Haiku
En Eurodisney
es todo muy bonito
volvamos pronto
02 junio 2012
La herencia Urodini 7
Previously in Lorz...
Todo es una m**rd*.
Desde el aeropuerto de Orly hasta Eurodisney hay aproximadamente 40 kilómetros. Nosotros tardamos tres horas en hacer el recorrido.
-Puesssss a mí no se me ha hecho laaaaaaaargo... -dijo ZaraJota™.
-Porque estás colgado.
-Ah, claaaaaaaaaaro...
Al fin llegamos, encontramos a la familia y por fin, por fin, entramos al parque.
-Oooooohhh... que bonitoooo...
-Es el aparcamiento.
-Es como viviiiiiir es un cuento de hadassss...
-Porque sigues colgado.
-Ah, claaaaaaaaaaro...
ZaraJota™ tardó bastante en limpiar el ansiolítico de su sistema. Para ilustrar cómo fue ese día con un marido drogado contaré sólo un ejemplo:
Por la tarde, cuando llegamos al hotel, me dijo que se iba a duchar y me preguntó donde estaba el champú.
-En mi neceser. Hay dos botes iguales; el que pone “champú” es champú, el que no pone nada es mi crema hidratante.
Adivinad con cuál se lavó el pelo.
-Mira que ssssssuaaaaave esssssstá mi peeeeeeeelo... y como briiiiiiiillaaaa...
Exacto.
Una vez nos vieron llegar sanos y salvos, la familia de ZaraJota™ empezó a preocuparse por una cosa.
Bueno, por dos cosas.
Por aquel entonces todavía no sabíamos que Bebé-chan es una niña, y se admitían apuestas.
La mayoría de la familia quería una niña.
-Pues yo quiero que sea niño -dijo el hermano de ZaraJota™.
El hermano de ZaraJota™ es muy futbolero y siempre quiso tener un niño. Como suele ocurrir en estos casos, tuvo dos niñas, y encima, les gusta el baloncesto.
El mundo es así de injusto.
-Lo que pasa es que si es niño seguramente será del Real Madrid -le dije, por hacerle rabiar un poco.
Por la cara que puso supe que le había dado el equivalente mental a una patada en las pelotas.
-Entonces que sea niña y del Barça.
La segunda preocupación de la familia es que no me iba a poder montar en nada.
Sí, Eurodisney tiene muchas atracciones de riesgo en las que no me podía montar, pero lo cierto es que no me habría montado de todas maneras, porque me dan mucha cosita.
Además, Eurodisney está pensado para todos los públicos, y como consecuencia tiene atracciones para todos los públicos. Y como está todo muy bien organizado, en el plano te marcan cada atracción, con un resumen de lo que te puedes encontrar, y simbolitos con sus características: “no apto para cardíacos”, “podrían asustar a los niños”, “se requiere altura mínima de 1,40 metros”, y así.
Al final, no sólo me pude montar en un montón de atracciones, sino que les superé en número, porque las que tienen más cola son las atracciones de riesgo, y las “aburricosas” tenían minicolitas.
Nada de eso impidió a la familia de Zarajota preocuparse por el bienestrar de mi tripita.
Cada vez que nos encontrábamos, nos daban un resumen:
-Nos hemos montado en el Nemo. Lorz, tú no te montes.
O bien...
-Nos hemos montado en el carrusel, te puedes montar.
En una de las veces, el hermano de ZaraJota™ nos recomendó Phantom Manor.
-¿No es una casa del terror? A ver si me va a dar un infartito.
-No, no, ya verás, móntate que te va a encantar.
Y nos montamos. Hicimos la cola de rigor, a través de un cementerio, entramos a una casa que daba miedito, y nos hicieron subir en un ascensor gigante.
Las puertas se cerraron, el ascensor empezó a bajar y de pronto... dio una sacudida, las luces se apagaron, y todo el mundo empezó a gritar y a empujarse.
Me entró el pánico.
-Tu hermano nos ha engañado -le dije a ZaraJota™.
-Claro que no...
-¡Tu hermano quiere que tenga un infartito! ¡TU HERMANO QUIERE MATAR A NUESTRO BEBÉ!
-¿Por qué iba a querer hacerle daño?
-¡PORQUE LE HE DICHO QUE ES DEL REAL MADRID!
-Si no ha nacido todavía...
-¡A TU HERMANO LE DA IGUAL!
-A ver, Lorz, tranquilízate, mi hermano nunca le haría daño a nuestro bebé.
-¿Ni... sob... aunque sea del Madrid?
-Ni aunque sea del Madrid.
-¿Y si... sob... es del Atlético de Madrid?
-Bueno, en ese caso, quizá, para aliviar su sufrimiento, ya sabes, quizá podría planteárselo, con fines humanitarios y tal.
Para cuando llegamos a la atracción propiamente dicha ya me había tranquilizado. La terrible atracción asesina resultó ser un trenecito que pasea por una casa decorada como una casa encantada. Decorada, y ya. No hay saltos, ni sustos sorpresa, ni nada intenta tocarte. Salí de allí bastante relajadita, en realidad.
Bien, pues esta es la cuestión:
Cuando llevas un ser humano dentro pronto aprendes que todo lo que te pase le afecta.
Si tomas azúcar no notas nada al momento, pero cuando la digieres y llega a su sistemita le da un subidón de azúcar y se pone a bailar la Macarena.
Si tomas cafeína, tarde o temprano la absorbe, le da un subidón, y se pone a bailar, pero ya no la Macarena: los Pitufos Makineros, por los menos.
Y si sufres una descarga de adrenalina no notas nada al momento... hasta que le llega.
ZaraJota™ y yo andábamos por Main Street felices como lombrices cuando Bebé-chan recibió toda la adrenalina que su mamá había producido y se defendió arreando la patada del siglo contra mi órganos internos.
De pronto sentí un dolor intenso en un riñón, dejé de respirar y me doblé sobre mí misma abrazándome la barriga.
-¿Qué te pasa?
-Tu hermano no quiere matar al bebé.
-Ya te he dicho que no.
-¡Quiere matarme a mí!
Continuará...
Haiku:
Las pataditas
son monas siempre que
no acierten blanco
Todo es una m**rd*.
Desde el aeropuerto de Orly hasta Eurodisney hay aproximadamente 40 kilómetros. Nosotros tardamos tres horas en hacer el recorrido.
-Puesssss a mí no se me ha hecho laaaaaaaargo... -dijo ZaraJota™.
-Porque estás colgado.
-Ah, claaaaaaaaaaro...
Al fin llegamos, encontramos a la familia y por fin, por fin, entramos al parque.
-Oooooohhh... que bonitoooo...
-Es el aparcamiento.
-Es como viviiiiiir es un cuento de hadassss...
-Porque sigues colgado.
-Ah, claaaaaaaaaaro...
ZaraJota™ tardó bastante en limpiar el ansiolítico de su sistema. Para ilustrar cómo fue ese día con un marido drogado contaré sólo un ejemplo:
Por la tarde, cuando llegamos al hotel, me dijo que se iba a duchar y me preguntó donde estaba el champú.
-En mi neceser. Hay dos botes iguales; el que pone “champú” es champú, el que no pone nada es mi crema hidratante.
Adivinad con cuál se lavó el pelo.
-Mira que ssssssuaaaaave esssssstá mi peeeeeeeelo... y como briiiiiiiillaaaa...
Exacto.
Una vez nos vieron llegar sanos y salvos, la familia de ZaraJota™ empezó a preocuparse por una cosa.
Bueno, por dos cosas.
Por aquel entonces todavía no sabíamos que Bebé-chan es una niña, y se admitían apuestas.
La mayoría de la familia quería una niña.
-Pues yo quiero que sea niño -dijo el hermano de ZaraJota™.
El hermano de ZaraJota™ es muy futbolero y siempre quiso tener un niño. Como suele ocurrir en estos casos, tuvo dos niñas, y encima, les gusta el baloncesto.
El mundo es así de injusto.
-Lo que pasa es que si es niño seguramente será del Real Madrid -le dije, por hacerle rabiar un poco.
Por la cara que puso supe que le había dado el equivalente mental a una patada en las pelotas.
-Entonces que sea niña y del Barça.
La segunda preocupación de la familia es que no me iba a poder montar en nada.
Sí, Eurodisney tiene muchas atracciones de riesgo en las que no me podía montar, pero lo cierto es que no me habría montado de todas maneras, porque me dan mucha cosita.
Además, Eurodisney está pensado para todos los públicos, y como consecuencia tiene atracciones para todos los públicos. Y como está todo muy bien organizado, en el plano te marcan cada atracción, con un resumen de lo que te puedes encontrar, y simbolitos con sus características: “no apto para cardíacos”, “podrían asustar a los niños”, “se requiere altura mínima de 1,40 metros”, y así.
Al final, no sólo me pude montar en un montón de atracciones, sino que les superé en número, porque las que tienen más cola son las atracciones de riesgo, y las “aburricosas” tenían minicolitas.
Nada de eso impidió a la familia de Zarajota preocuparse por el bienestrar de mi tripita.
Cada vez que nos encontrábamos, nos daban un resumen:
-Nos hemos montado en el Nemo. Lorz, tú no te montes.
O bien...
-Nos hemos montado en el carrusel, te puedes montar.
En una de las veces, el hermano de ZaraJota™ nos recomendó Phantom Manor.
-¿No es una casa del terror? A ver si me va a dar un infartito.
-No, no, ya verás, móntate que te va a encantar.
Y nos montamos. Hicimos la cola de rigor, a través de un cementerio, entramos a una casa que daba miedito, y nos hicieron subir en un ascensor gigante.
Las puertas se cerraron, el ascensor empezó a bajar y de pronto... dio una sacudida, las luces se apagaron, y todo el mundo empezó a gritar y a empujarse.
Me entró el pánico.
-Tu hermano nos ha engañado -le dije a ZaraJota™.
-Claro que no...
-¡Tu hermano quiere que tenga un infartito! ¡TU HERMANO QUIERE MATAR A NUESTRO BEBÉ!
-¿Por qué iba a querer hacerle daño?
-¡PORQUE LE HE DICHO QUE ES DEL REAL MADRID!
-Si no ha nacido todavía...
-¡A TU HERMANO LE DA IGUAL!
-A ver, Lorz, tranquilízate, mi hermano nunca le haría daño a nuestro bebé.
-¿Ni... sob... aunque sea del Madrid?
-Ni aunque sea del Madrid.
-¿Y si... sob... es del Atlético de Madrid?
-Bueno, en ese caso, quizá, para aliviar su sufrimiento, ya sabes, quizá podría planteárselo, con fines humanitarios y tal.
Para cuando llegamos a la atracción propiamente dicha ya me había tranquilizado. La terrible atracción asesina resultó ser un trenecito que pasea por una casa decorada como una casa encantada. Decorada, y ya. No hay saltos, ni sustos sorpresa, ni nada intenta tocarte. Salí de allí bastante relajadita, en realidad.
Bien, pues esta es la cuestión:
Cuando llevas un ser humano dentro pronto aprendes que todo lo que te pase le afecta.
Si tomas azúcar no notas nada al momento, pero cuando la digieres y llega a su sistemita le da un subidón de azúcar y se pone a bailar la Macarena.
Si tomas cafeína, tarde o temprano la absorbe, le da un subidón, y se pone a bailar, pero ya no la Macarena: los Pitufos Makineros, por los menos.
Y si sufres una descarga de adrenalina no notas nada al momento... hasta que le llega.
ZaraJota™ y yo andábamos por Main Street felices como lombrices cuando Bebé-chan recibió toda la adrenalina que su mamá había producido y se defendió arreando la patada del siglo contra mi órganos internos.
De pronto sentí un dolor intenso en un riñón, dejé de respirar y me doblé sobre mí misma abrazándome la barriga.
-¿Qué te pasa?
-Tu hermano no quiere matar al bebé.
-Ya te he dicho que no.
-¡Quiere matarme a mí!
Continuará...
Haiku:
Las pataditas
son monas siempre que
no acierten blanco
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