"Todos los niños tienen una hora mala",
Be, sacerdotisa jedi y gurú en general.
ZaraJota™ y yo somos jóvenes fuertes y saludables y como tales tenemos nuestras necesidades: en concreto la necesidad de, eh...
jugar al parchís.
Cuando empezamos a salir juntos nos pasábamos el día
jugando al parchís.
Quedábamos a comer y en vez de comer
jugábamos al parchís.
Quedábamos a cenar y en vez de cenar
jugábamos al parchís.
Quedábamos a ver una peli y en vez de ver la peli
jugábamos al parchís.
Nos íbamos a dormir y en vez de dormir
jugábamos al parchís.
Y así todo el día, un no parar.
Lo de saltarme comidas no me importaba mucho: para ser sinceros puedo vivir de mis reservas mucho, mucho, mucho tiempo. Lo que llevaba peor era lo de no dormir, hasta el punto de que un día me planté.
-Tengo dos trabajos- le dije a
ZaraJota™-, de vez en cuando necesito descansar.
-Claro que sí, cieliamor, claro que sí... ¿cuándo te toca el periodo?
-¡Oye!
-¡Es que no es justo! ¡Te mueves mucho cuando duermes y me despiertas! Y claro, me despierto en mitad de la noche, me encuentro una tía en pelotas en la cama, ¡y no me queda más remedio que ponerme
a jugar al parchís!
Con el tiempo el furor por los
juegos de mesa se calmó un poco. Pero poco. Mis compañeras de trabajo se reían mucho de mí porque la mayor parte de los lunes tenía dificultades para sentarme.
Ahora que lo pienso, lo que pasa es que eran unas envidiosas.
En fin.
Cuando decidimos ser papás sabíamos que íbamos a tener que dejar un poco de lado nuestra afición por los, ejem,
juegos de mesa.
Ciertamente, durante los primeros meses del embarazo es verdad que hubo una desaceleración.
Por una parte me sentía muy cansada, y por otra
ZaraJota™ primero tenía miedo de hacerme daño, y luego de que devolviera en mitad de la
partida.
Luego, en el segundo trimestre, eh... veréis... durante el segundo trimestre me encontraba muy bien, y estaba inundada de hormonas, y me sentía supersexi y sentía la imperiosa necesidad de
jugar al parchís todo el día, todos los días. A veces tenía tantas ganas de
jugar al parchís que esperaba a
ZaraJota™ detrás de la puerta con el tablero en la mano, no digo más.
ZaraJota™ estaba un poco desesperado.
-¡Me ha venido el periodo!-gritaba.
-¡No es verdad!
-¡Que sí, mira!
-¡Que estoy harta de decirte que no te eches ketchup en los calçotets, que la mancha sale muy mal y además no cuela!
El tercer trimestre me aplaqué un poco. Pesar unos quinientos kilos, tener una lesión de rodilla y estar a 40ºC dificulta mucho
jugar al parchís. Lo peor fue la última semana, cuando el médico nos prohibió hacer nada que pudiera desencadenar el parto, y pensábamos, jo... ¡no es justo! ¡que luego vamos a estar mucho tiempo
sin!
Luego nació Bebé-chan. Fue una cesárea y la primera vez que me puse de pie pensé que no iba a poder
jugar al parchís nunca más. Además
ZaraJota™ me ayudó a cambiarme varias veces, así que pensaba que él tampoco iba a tener ganas nada nunca más.
Se ve que subestimé el poder de la lactancia materna: prueba a ponerle las tetas delante a tu marido ocho veces al día durante un mes, y se olvidará de los puntos, las estrías, la cuarentena y de su propio nombre.
-No es justo -decía
ZaraJota™-, todo el día al aire y no las puedo tocar.
-Sí que puedes.
-¿No explotan?
Resumiendo: después de esperar un mes con mucha, mucha paciencia, el ginecólogo me volvió a dar permiso para
jugar al parchís.
-Ten en cuenta que durante unos meses
jugar al parchís puede escocer un poco. Intenta usar lubricante.
Cuando salí de la consulta cogí a Bebé-chan y salí corriendo a la farmacia.
No es porque estuviera salida, ¿eh? Es que se me había acabado la crema del culete de la niña.
Sí.
Eso.
Entré a la farmacia con Bebé-chan en brazos y sin esperar mi turno ni nada le grité a la farmacéutica:
-¡Deme una paquete de preservativos, lubricante y crema para culos de bebé irritados, por favor!
Lorzconsejo: nunca uséis las palabras "preservativo", "lubricante", "culo irritado" y "bebé" en la misma frase. La gente saca conclusiones precipitadas.
La vuelta a los campeonatos de parchís fue bien.
Bebé-chan comía y luego dormía tres horas del tirón, así que nos daba mucho margen.
Con tres meses empezó a dormir seis horas del tirón: más margen aún.
Con seis meses empezó a dormir ocho horas.
-Que suerte tenéis -nos decía todo el mundo.
Sí, sí... pero el resto del día Bebé-chan estaba despierta.
MUY despierta.
Todo el día, con la excepción de dos siestas de diez minutos.
Y aunque es muy buena y muy tranquila, todos los días a última hora entraba en su "hora mala": se pone nerviosa, tiene tanto sueño que no come, tanta hambre que no duerme, y en general acabamos todos agotadísimos y sin ganas de
jugar al parchís.
-Yo sí tengo ganas -decía
ZaraJota™.
-Tú a callar, y date más brío cantando "Susanita tiene un ratón", que no nos cunde.
El colecho no ayudaba nada, porque claro, está feo
jugar al parchís con un bebé en la cama. Así que además de conseguir dormirla, teníamos que conseguir trasladarla a su cuna sin que se despertara y que se quedara dormida allí, y que cuando volviéramos a nuestra cama
ZaraJota™ y yo aguantáramos despiertos el tiempo suficiente como para, aunque fuera, echar una
partida rapidita.
Resumiendo: hemos pasado un tiempo de escasez.
Mucho ojo: escasez no significa inexistencia. Creo que seguimos por encima de la media nacional de
partidas de parchís por semana, pero aún así...jo.
Pues bien, recientemente se han producido dos hechos de gran importancia:
Uno,
ZaraJota™ ha empezado con la jornada intensiva, y está muchísimo más tiempo en casa.
Dos, la maravillosísima seño de la guarde de Bebé-chan ha conseguido acostumbrarla a dormir una hora de siesta por la tarde.
Seño, te queremos. Mogollón.
El resultado es que un día, de pronto, cuando
ZaraJota™ llegó a casa Bebé-chan estaba plácidamente dormida. Bueno, dentro sus posibilidades. Bebé-chan es más de espatarrarse toa y roncar como un animal de bellota.
-Tenemos media hora hasta que se despierte -anuncié-. ¿Prefieres comer o
jugar al parchís?
ZaraJota™ se emocionó muchísimo.
-Lorz, ¿no te das cuenta? ¡Es como cuando empezábamos a salir!
Después de una etapa de largas siestas un día
ZaraJota™ llegó a casa y Bebé-chan estaba despierta.
-Petitona -le dijo
ZaraJota™-, tienes que dormir. Si no te duermes papá y mamá no pueden jugar a Khal Drogo y Daenerys de la Tormenta.
Eso, tú encima dale pistas.