Sí, se hacen muchas bromas con que "se acabó el sexo y dormir" (cuando nació Nena-chan nos regalaron una caja con chocolates que llevaban exactamente ese texto). Pero eso no es exactamente cierto.
El sexo no se acaba, como demuestran las familias numerosas.
Ciertamente, la cantidad se reduce.
Pero lo que de verdad cambia no es la cantidad, sino la calidad.
Me explico.
1. Cambia la relación con tu cuerpo.
Sobre todo en los primeros meses después del parto, todo era "no aprietes ahí que se me escapa la leche", "no toques ahí que tengo la cicatriz muy sensible", "cuidado con esa postura, que todavía estoy muy chunga de la ciática". Al final ZaraJota le pilló el tranquillo y directamente preguntaba "a ver, ¿dónde puedo tocar hoy?".
2. No puedes hacer ruido.
Que se despiertan los niños.
No os voy a negar que lo del sexo silencioso tiene su morbo las primeras quinientas veces. A partir de ahí uno empieza a echar de menos un gemidito de vez en cuando.
3. Desarrollas superoído.
Deriva del punto anterior: estás con la oreja puesta por si oyes levantarse a algún niño.
Porque crees que vas a oír si se levanta algún niño. La triste realidad es que los niños descalzos hacen poquísimo ruido.
4. De pronto el sexo es como en las películas.
Esto es: tapados hasta las orejas. Porque no sabes cuándo va a aparecer un niño por la puerta. Y la verdad es que yo no soy excesivamente pudorosa y los niños están acostumbrados a verme en pelotas, pero no a verme en pelotas haciendo según que cosas. El resultado es sexo con sábana sobaquera, o sexo con camiseta puesta. Me siento generosa y os dejo elegir.
5. De pronto ya no decides cuándo acaba.
Ya no es solo que te pillen, es que pueden pedir agua, pis, que les enciendas la luz o, horror de los horrores, irse a la cama contigo.
Pero hay algo peor: que uno de los participantes se quede dormido a la mitad.
Las noches sin dormir siempre acaban pasando factura.
6. Le das un nuevo significado a la palabra "juguete sexual".
Cuando eres padres, "juguete sexual" significa que lo mismo estás f*ll*nd* encima de un playmobil, pero no te atreves a parar para quitarlo de ahí porque cada segundo cuenta.
7. Niños aparte, pase lo que pase, no paras.
Me da igual que sea un tirón, que llamen al timbre o que la casa esté en llamas. Otra vez.
Niños aparte, pase lo que pase, sigues.
Me voy a citar a mí misma en un bonito ejemplo ilustrativo.
Iniciamos la conversación a un ritmo estupendo y antes de darnos cuenta se convirtió en un debate animadísimo, réplica va, contrarréplica viene, y en una de estas de pronto VI UN PIOJO CORRETEANDO POR EL PECHO MUSCULOSO Y PELUDO DE ZARAJOTA.
LO VI CLARAMENTE A PESAR DE QUE TENGO SEIS P*T*S DIOPTRÍAS Y EN ESE MOMENTO NO LLEVABA GAFAS. ASÍ DE GRANDE ERA EL P*T* PIOJO.
Pero, jo, ¡llevábamos tanto tiempo sin conversar! ¡Y estaba resultando una conversaciónMUY interesante! ZaraJota, desde luego, parecía estar, digamos, disfrutando del intercambio de opiniones, y no me parecía educado interrumpir. Además, no había forma de saber cuándo podríamos hablar otra vez. Y estábamos REALMENTE necesitados de conversación.
Por eso en vez de avisar a ZaraJota agarré el piojo entre el pulgar y el índice, lo crují a conciencia y seguí como si no hubiera pasado nada.
El problema era que sí había pasado. Ahora tenía un piojo (fenecido) en la mano y no sabía qué hacer con él. Mantuve la mano en alto mientras pensaba a la desesperada. ¿Lo dejo caer? De eso nada, que acabamos de barrer el suelo. ¿Lo pego en la almohada? Total, vamos a tener que lavarla otra vez de todas formas. Pero, ¿y si sigue vivo y vuelve mientras acabamos la conversación? ¡Son muy rápidos estos bichos! Será mejor que lo deje en la mano... la mantendré en alto por si acaso... que ZaraJota no sospeche nada, no vaya a perder la concentración...
-Lorz...
...quizá si canto unas sevillanas...
-Lorz...
...no le parezca tan raro que esté con el brazo en alto mientras hablamos...
-¡LORZ!
-¿Qué?
-¿Qué te pasa? Pareces distraída.
-Nada, que tengo un piojo en la mano, pero no te preocupes, podemos seguir charlando.
-Pe-pero... ¡Yo no puedo concentrarme si estás pensando en el piojo!
Claaaro, ahora será culpa del piojo.
(Mamá en Bulgaria acuñó el término piojus interruptus para esta ocasión).
8. En realidad no estás a lo que estás
Sorprendente pero cierto. Por si todo lo anterior no os ha dado una idea del nivel de concentración necesario, añado: Bebé-kun nació con un poder mutante inesperado. El nene se echaba a llorar cada vez que su padre me tocaba. No hacía falta ni que nos estuviera mirando, ni que estuviera en la misma habitación, a veces no estaba ni en la misma casa: solo con que nos rozáramos se echaba a llorar. A veces ZaraJota me rozaba una teta solo para ver cómo de sensible era el sentido arácnido de Bebé-kun.
Bueno, puede que también le apeteciera tocarme una teta y eso fuera todo lo que podía conseguir.
"Alarma de castidad", lo llamábamos.
Durante los primeros meses de Bebé-kun, la única forma de que ZaraJota y yo mantuviéramos relaciones sexuales era que uno de los dos meciera la cuna de Bebé-kun durante todo el proceso.
No voy a entrar en detalles pero sí os diré que una vez que te acostumbras no distrae tanto como pudiera parecer.
9. El final siempre es insatisfactorio.
Porque el final tendría que ser dormirse plácidamente en pelotas.
Pero no.
Porque tienes niños y tus niños tienen la costumbre de levantarse de madrugada y meterse en tu cama, además de la costumbre de hablar muy alto y decir cosas como "MAMÁ, ¿PORQUÉ PAPÁ Y TÚ ESTÁIS DESNUDOS EN LA CAMAAAA?".
Así que cuando terminas te levantas, te vistes y, según lo que hayas hecho, te lavas las manos por si hay que atender a un niño durante la noche.
Si eso no es cortar el rollo ya me diréis lo que es.
10. De pronto no importa si te apetece tener sexo o no.
Si habéis prestado atención a los 9 puntos anteriores quizá habréis llegado a la conclusión de que no siempre se puede tener sexo cuando se quiere: hay que tener sexo cuando se puede.
A veces es en plan: llevamos levantados desde las seis de la mañana, hemos pintado todo el piso, tenemos un virus intestinal y nos duele la vida... PERO LOS NIÑOS ESTÁN CON LOS ABUELOS Y HOY SE MOJA SÍ O SÍ.
PD: Ya sabéis que no puedo contestar a vuestros comentarios, pero os agradecería que me contarais si vuestra vida materno-sexual es igual de penosa que la mía, por aquello del mal de muchos...
¿Te ha gustado? Ayúdame a seguir escribiendo.
9 comentarios:
Bueno, mi vida sexual no tiene qué ver con niños, pero sí con el hecho de que mi pareja vive a 334 kilómetros de mi (o yo a 334 kilómetros de ella) y que para... mmm... ¿conversar? ¿jugar parchis?... Necesitamos esa cosa que se llama dineros para poder llegar cualquiera de los dos al otro lado de la línea... Considerando que llevo unos meses entre crisis económica y demasiado trabajo....Pues... ¿Sabes qué? Después continúo, creo que voy a ir a llorar un poquito en posición fetal.
Yo es que no tengo hijos pero, si te sirve de consuelo, el estrés y el cansancio (y los años) también hacen mella, no te creas. Besotes!!!
Respuesta rápida: ¡¡SI!! ¡¡ES TAN PENOSA COMO LO CUENTAS O MAS!!
Sexo? Lo que? Tengo una de cuatro años y otra de diez meses... El sexo es como los ovnis, dicen que existe pero yo no lo veo, ni lo cato ni na de na,,,😟
Lorz, suscribo todo, de modo medio diferente, pero todo, la verdad leía esto riéndome mientras no dejaba de llorar por lo triste y penoso que es, es que en serio quedarte dormida en medio de la conversación, es... tan común, y eso de mojar cuando se puede, pues es triste no poder mojar cuando se quiere, animo Lorz, algún ida crecerán y quizá todavía tengamos ganas de mojar
Aquí una inmigrante (condición que te hace no tener abuelos, primos, tíos, amigos cerca). Un fin de semana que se alinearon toooodos los dichosos planetas, nos visitó una amiga. Me fui a un sex shop a comprar preservativos y el chico muy amablemente me recomendó una marca. Gran ilusión, toda una noche para nosotros por primera vez en años! No pude jugar al parchís porque los preservativos olían a colacao, era como estar sirviéndole la merienda a la niña:'(((
¡Totalmente cierto! Aún no hemos llegado al nivel de mecer cunas durante los "debates", pero durmiendo los cuatro en la misma habitación poco me falta... Menos mal que existen otros lugares de la casa. Si el cansancio deja (que deja muy, muy poco). Para tranquilidad de las visitas, y de la mía ante posibles vomitonas de bebés, el sofá está siempre enfundado y lavo las fundas a menudo.
Estar charlando intensamente, notar una presencia, pensar que es la nena de 20 meses, que es quien suele venir a visitarnos, y notar una mano del niño de 5 que se había metido en la cama sin nosotros enterarnos :s
Aquí hay dos minipiratillas que son casi casi como los tuyos (4 para 5 y 2 para 3).
Yo he pensado seriamente en cortármela y disecarla, no te digo más.
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