26 diciembre 2005

El pulpo

-Señorita, ¿tienen pulpo?
-Sí, en la pescadería.
-No, en la pescadería dicen que no tienen.
-Entonces no hay.
-¿No tendrán en otra parte?
Ahora que lo pienso, sí, tengo uno... Ah, no, me lo he dejado en el otro bolso...
-Quizá en congelados.
-Es que yo lo quería fresco.
Pues está de suerte, señora, el congelado está fresquísimo... a menos 5 grados, diría yo.
-Pues no, fresco no hay.
-¿Está segura?
De lo único de lo que estoy segura es de que usted sería una mortífaga estupenda.
-Bueno, eso es lo que le ha dicho el pescadero, ¿no?
Ahí estuve hábil, mandando balones fuera.
-O sea que no hay pulpo.
Brillante, la señora.
-No.
-Y, ¿cómo es eso?
-¿Qué tengo que decir para que me deje en paz?
-¿Qué?
-Que se habrá acabado.
Bueno, había dos opciones: o nunca hubo o se acabó. Digamos que la cosa estaba en un 50%.
-¿Van a traer más?
-Eh... ¿sí?
-¿Cuándo?
Pensando a toda prisa, pensando a toda prisa...
-Eh... ¿mañana?
-Es que yo lo quería para hoy.
Y yo quería ser cantante, y ya ve usted.

1 comentario:

peibol dijo...

Qué difícil debe resultar que lo que te viene en mente, no salga de la boca, ¿verdad?

Yo no sé si podría, la verdad...