09 diciembre 2024

Sobre Wicked, de la que apenas se habla últimamente

Supongo que a estas alturas ya habréis visto la mitad de Wicked en versión película así que os puedo decir, sin temor a hacer spoilers, que El maravilloso Mago de Oz es un libro de 1900.
Que es probablemente lo que más me ha sorprendido de la película: que hay gente que no lo sabe. 
Estoy flipando con este tema.
El primer libro lo escribió un tal L. Frank Baum y la cosa le fue tan bien que luego escribió aproximadamente unos chorromil más. Se hicieron hasta musicales y, de hecho, le fue tan bien que siguió escribiendo libros sobre Oz después de muerto, que es una cosa que les pasa mucho a los escritores. Mirad V.C. Andrews, por ejemplo.

Luego, en 1939, se hizo una película musical, que se comió el "maravilloso". Supongo porque maravilloso, como todos sabemos, fue que se acabara de rodar:
A Toto lo pisaron durante el rodaje y casi se muere.
Los monos voladores volaron lo justo hasta que se rompieron los cables y casi se mueren.
Al primer actor contratado para hacer el hombre de hojalata lo pintaron con aluminio y casi se muere. 
Al león lo vistieron con pieles de verdad y casi se muere. 
A la bruja la pintaron con cobre y casi se muere. En realidad la culpa no fue tanto del cobre, la cosa iba bien hasta que le prendieron fuego y casi se muere. Entonces pensaron en quitarle la pintura con acetona y casi se muere. 
Luego le propusieron que montara en una escoba suspendida por cables a la que planeaban prenderle fuego, la actriz se negó. Por lo que fuera. Las actrices son caprichosas a veces, ya se sabe. Recurrieron a su doble y... bueno... lo que sucedió a continuación les sorprenderá: casi se muere.
Judy Garland, en cambio, se murió del todo. Es verdad que tardó un poco, pero como le daban pastillas para dormir y luego pastillas para espabilarla y alcohol para bajarlo todo y de paso llenarle el estómago para que no le diera por engordar, cabe pensar que este rodaje tuvo algo que ver en el tema. Además le vendaban el pecho para que no se le notaran las tetas (tal y como las gastaba el estudio, cabe agradecer que no se las cortaran directamente), la abofeteaban alegremente si se le escapaba la risa, la tenían aburrida con el tema del peso y tan esclavizada que no pudo ir a su propia graduación. Si volvéis a ver la película, fijaos en los ojitos tan brillantes que tiene todo el rato. Ser buena actriz ayudaba, pero lo de estar lacasito a jornada completa seguramente ayudaba más.
La película también tuvo cosas buenas: gran parte de los munchkins eran enanos judíos alemanes que aprovecharon el trabajo para salir de Alemania y no volver nunca más. Le pagaban menos que al perro, les doblaron porque no hablaban una palabra de inglés y les obligaron a hacer el mamarracho pero, admitámoslo, las perspectivas con Hitler en 1939 eran un poco peores. 
Y bueno, con el tiempo nos hemos dado cuenta de que a lo mejor esa parte no era muy políticamente correcta.

El caso es que la película quedó fenomenal. La idea era aprovechar el recién popularizado cine a color. Claro que, para sacarle el máximo partido, se tomaron decisiones.
Una de ellas fue que la piel de la bruja fuera verde. En los libros de Frank Baum no se menciona el color de piel de la bruja. O sea que era normal. En 1900, lo normal era ser blanco. Eso creían los blancos, al menos. Especialmente los hombres blancos. Así que cabe pensar que la bruja original era, cómo mínimo, no verde. Pero el verde quedaba fantástico en el cine, así que nada, un poquito de pintura altamente tóxica por aquí y por allá y arreglado. 
También decidieron que la Ciudad Esmeralda fuera verde. Porque, en los libros, no es verde; en realidad, el Mago de Oz ha convencido a todos sus ciudadanos de que deben llevar gafas de cristales verdes para protegerse los ojos del resplandor que (por supuesto gracias a él) emite la ciudad. Es posible que al estudio se le pasara por la cabeza que todos sus actores llevaran gafas de cristales verdes durante horas y lo desecharan para evitar lesiones permanentes en las córneas. Posible pero, con el historial que tenían, poco probable. Seguramente pensaron que lo de las gafas exponía el secreto del mago demasiado pronto. En lugar de eso, hacen algo mucho más obvio en Kansas, cuando el profesor Marvel revuelve en la cesta de Dorothy para luego "ver" a la tía Em en la bola de cristal.
Otra decisión fueron los zapatos. Los zapatos plateados no destacaban nada, así que pasaron a ser rojos. A tomar viento. Al parecer también eran bastante incómodos, pero cuando un estudio tiene ideas tan brillantes como utilizar amianto para simular nieve, algo tan mínimo como que una actriz llorara de dolor al ponérselos no les iba a frenar.

Eran otros tiempos. Más felices. Más alegres. Más propensos a rociarte con amianto.

Vamos para adelante. 
En los 80 hubo un anime más parecido a los libros. Dice Wikipedia que lo ponían en Cajón Desastre por las tardes, pero yo juraría haberlo visto en Canal Sur por las mañanas. Como fuera, me tenía fascinada, especialmente toda la trama de las estatuas y MIRA LO PONGO EN BLANCO PORQUE TODAVÍA ME EXPLOTA LA CABEZA, DE VERDAD, EL QUE QUIERA LEERLO QUE LO MARQUE: cuando Tip, que es un niño, descubre que en realidad es Ozma, una princesa.
Cómo me quedaría de flasheada, no solo por la historia sino por la manera de contarlo, que en Crónicas Funestas metí algo parecido. Todavía lo estoy superando.

En 1995, cuando El maravilloso mago de Oz ya está libre de derechos, obviamente, Gregory Maguire escribe Wicked: The Life and Times of the Wicked Witch of the West. El título es bastante descriptivo, así que para qué nos vamos a expandir. Maguire coge lo que le parece de los libros de Frank Baum, lo que le da la gana de la película de 1939, añade lo que dios le da entender de su cosecha y zasca, sale Wicked.
La cosa le fue bien y escribió otros pocos más. Pero claro, cómo no le iba a ir bien. En 2003 se estrenó el musical Wicked que fue... No sé como decirlo... El Hamilton de la década de los 2000.



Seguramente gran parte del éxito fue por el casting, porque Idina Menzel y Kristin Chenoweth son tremendísima cosa. Como seguramente habéis comprobado recientemente, GUIÑO GUIÑO CODAZO CODAZO.

Inmediatamente se piensa en convertir el musical en una película. Pero eso no pasa. 

Sí que hubo otras cosas. Los muppets (los teleñecos, si eres más viejo que andar palante) hicieron una en la que Queen Latifah interpretaba a la anciana tía Em y Toto era una ¿langosta? Hubo una miniserie, Tin Man, protagonizada por el flequillo de Zooey Deschanel. Por supuesto, también había mago de Oz en Once Upon a Time, una serie que se basaba enterita en el concepto de "alomojó la bruja no era tan mala como parecía, vamos a ver". Seguro que hubo muchas más que se me olvidan.

Pero película de Wicked está maldita y la fecha de estreno se retrasa, se retrasa... No sé si querían a las actrices originales y no había forma de pillarlas, o era un tema de derechos, o de presupuesto... El caso es que IMDB va cambiando la fecha de estreno, cada vez más lejos... Que a veces le daba a una por preguntarse cómo es posible que consiguieran acabar la de 1939 con casi todos los actores más o menos vivos y esta no. Otras veces era como: casi mejor que no la hagan, porque verás el mierdón.

La sorpresa ha sido que no.

La sorpresa aún mayor ha sido que además de coger el musical, los libros que inspiraron el musical y bastante de la película de 1939, también han cogido mucho de los libros originales. 
Cuando la gran mayoría del público ya ni siquiera sabe que existen.

Para los que nos hemos metido PEC todo, absolutamente todo, los libros, el musical, la película, los extras de la película, los otros libros, los documentales de la película y qué coño, Frozen y Glee y Pushing Daisies y yo qué sé cuántas cosas más porque tenemos un problema, es bonito. Es muy bonito.

Claro que, por otra parte, a ver cómo me callo yo todos los spoilers hasta el 25 de noviembre de 2025, vamos a ver. 


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Estoy dejando X-Twitter y mudándome al cielito, ¡venirse!

25 noviembre 2024

En bragas y camiseta



Lo de tener una hija que va al instituto está siendo todo un viaje lleno de descubrimientos. 
El mayor y principal de todos es que de pronto Todo Es Culpa Mía Siempre. 
Esto me ha pillado por sorpresa, porque yo pensaba que al llegar al instituto tendría más autonomía y por tanto yo tendría menos responsabilidades, pero de alguna forma hemos pasado a Algo Ha Salido Mal Le Puede Pasar A Cualquiera Vamos a Arreglarlo Juntas a Todo Es Culpa Mía Siempre.
Esto va a ser por la LOMLOE, seguro. 
Puto Perro Sanxe.
Como si se levanta tarde es culpa mía y si no desayuna es culpa mía y si no lleva chándal en día de educación física es culpa mía y si se le olvida la merienda es culpa mía y si no se peina es culpa mía, el resultado natural de las cosas es que, aunque entro a trabajar nueve horas más tarde, todos los días me levanto a las siete a asegurarme de que no hago nada mal que pueda ser culpa mía luego. 
No voy a entrar en el tema de si esto es mentalmente sano o no.
O tienes una hija adolescente o estás cuerda, pero las dos cosas no se puede. 
Irónicamente, esto es algo que no hacía cuando el año pasado iban al colegio, y que no hago con su hermano pequeño, que sigue yendo al colegio. 
Como decía, esto va a ser por la LOMLOE.
De vez en cuando tengo momentos de lucidez en los que me doy cuenta de que esto no puede ser.
Me levanto a las siete aunque entre a trabajar nueve horas más tarde, me aseguro de que desayune, se ponga el chándal, que se lleve la merienda, se peine... o sea, como todos los días, pero sin parar de soltarle la chapa durante todo el proceso:
-Es que no puede ser, yo tendría que estar durmiendo, donde vas con vaqueros que es martes, ya eres lo bastante mayor para hacer esto sola, coge la merienda, no sé dónde tienes la cabeza, el abrigo...
Lo sé, soy la peor madre del mundo.
Ya lo deduje yo sola cuando me di cuenta de que Todo Es Culpa Mía Siempre.
Una mañana, me vine arribísima y le dije: 
-Vas tardísimo. Cualquier día Amiga-chan se va a ir sin ti.
Porque queda con Amiga-chan para irse juntas, eh. A ver si os penséis que le doy la patada en la puerta y espero que llegue el instituto sola. No: le doy la patada en la puerta y espero que llegue al instituto acompañada.
Total, que le dije: 
-Vas tardísimo. Cualquier día Amiga-chan se va a ir sin ti -y añadí- y te vas a tener que ir tú sola.
Y Nena-chan se fue.
Lo siguiente que sé es que empezó a sonar un pitido.
El pitido resultó ser el móvil de Nena-chan, en concreto, una llamada entrante en el móvil de Nena-chan.
Que no se había llevado, porque yo estaba tan ocupada echándole la peta que no le había recordado que lo cogiera, como hago todos los días.
ZaraJota atinó a contestar la llamada. 
Era Amiga-chan.
-Que estoy esperando a Nena-chan y no viene.
-Pero si bajó hace un rato...
A partir de ahí todo está un poco borroso. 
Puede que entrara en shock.
No era la primera vez que Nena-chan desaparecía, las cosas como son. Puede que la vez anterior me dejara traumita.
Estuve meses con miedo a dormir porque soñaba que Nena-chan era un bebé y se perdía.
Por lo que sea.
El caso es que recuerdo vagamente decirle a Amiga-chan que no esperara, que tirara para el instituto ella sola, y que ya nos encargábamos del tema.
Ni siquiera se me ocurrió pensar en que la niña no podía tirar sola porque no lo había hecho nunca.
Estaba en shock.
También estaba en bragas y camiseta.
¿Por qué estas cosas siempre me pillan así?
Ni idea.
Me fui a la habitación e intenté vestirme pero era incapaz.
Estaba en shock, ¿vale? 
Amiga-chan tiró para el instituto con su padre, que no tenía previsto para nada darse ese paseo pero no iba a dejar la chiquilla sola y además se ofreció a mirar si veía a Nena-chan por el camino.
ZaraJota salió a ver si la encontraba por el barrio. Cero pruebas cero dudas de que lo hizo corriendo en círculos mientras agitaba los bracitos.
Yo seguía en bragas y camiseta.
Lo único que se me ocurría era esperar a las ocho y llamar al instituto a ver si había llegado.
El padre de Amiga-chan no la había visto en la puerta, así que...
Esperé a que empezaran las clases y llamé al instituto.
Seguía en bragas y camiseta.
-Hola, jeje, soy la madre de Nena-chan, jeje, es que ha habido un malentendido y, jeje, no sabemos si ha llegado a clase hoy, jeje, jeje, ¿me lo podrías confirmar? Es de primero...
-Voy a mirar -fue la respuesta. Por el tono, estoy razonablemente segura de que puso los ojos en blanco y pensó "todos los años hay una". Pero fue a mirar, y me confirmó que Nena-chan había llegado a clase y estaba perfectamente bien.
Bueno, al menos lo había estado hasta que la celadora apareció en clase y le dijo delante de todo el mundo que su madre estaba llamando por teléfono en plan loca de la colina.
Alabado sea el señor. 
Cuando la niña salió de clase, tuvimos una charla con ella. 
Ante todo, le dejamos claro que estábamos muy orgullosos de que hubiera sido capaz de llegar sola. Lo único, le dijimos, era que había que pulir algunos detalles porque, bueno, básicamente casi nos morimos del susto. Nosotros, la amiga, la familia de la amiga...
Otro día os hablo de mi úlcera.
-Es que no entiendo por qué te fuiste sola -le dijo Zarajota.
-Bueno, llegué a donde siempre y Amiga-chan no estaba, así que pensé que se había ido sin mí.
-¡Amiga-chan nunca se iría sin ti! ¿De donde has sacado semejante idea?

[Voz en off]: 
Vas tardísimo. Cualquier día Amiga-chan se va a ir sin ti...
se va a ir sin ti...
sin ti...
sin ti...
sin ti...

Vale, Todo Es Culpa Mía Siempre, lo admito.



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Se acerca la navidad y seguro que tenéis que hacer regalos de compromiso a gente que os cae mal.
Elegid libros de editoriales independientes y os aseguraréis de que hacéis feliz al menos a una persona: a la editora.






















 

11 noviembre 2024

La morfina está sobrevalorada


 Vamos a poner las cartas sobre la mesa: durante los últimos meses, he estado total y absolutamente convencida de que me iba a morir. 
No porque tuviera nada grave, qué va. Estaba bastante segura de que no lo era. El problema era que cuando eres una mujer gordita de mediana edad y no tienes ningún síntoma visible, solo dolor, lo más probable es que te lo estés inventando.
-Vete a casa y si te sigue doliendo tómate un ibuprofeno -te dicen. 
-¿Solo eso?
-Bueno, podrías ir pensando en perder peso.
Que no digo yo que no, pero cuando tienes sientes mucho dolor ahora, lo de "ve perdiendo peso ya si eso" suena un poco como a largo plazo. Y a gordofobia. Pero ese melón no lo vamos a abrir. 
El problema viene cuando después de tomar ibuprofeno sientes más dolor y vuelves a urgencias.
Que quizá os estáis preguntando que por qué no fui a mi médico de cabecera: pues porque fue él quien me derivó a urgencias. para que me hicieran una ecografía urgente. Como su propio nombre indica.
Pero no.
-Pues toma paracetamol -fue la respuesta del médico de urgencias.
-¿Solo eso?
-Bueno, podrías ir pensando en perder peso.
-Ajá.
El dolor empeoró considerablemente con el paracetamol.
El dolor llegaba lo era todo. Vivía con dolor, dormía con dolor, iba a trabajar con dolor y, cuando no podía más, me arrastraba con dolor a urgencias con la esperanza de que se dignaran a, cómo mínimo, hacerme la ecografía que el médico de cabecera había pedido. Pero nada. A lo largo de semanas, el dolor no se fue ni con paracetamol, ni con el diclofenaco, la buscapina, algo llamado odolonta y morfina. Por favor, no me hagáis hablar de la morfina. Está sobrevaloradísima.
Los médicos seguían pensando que mi problema era totalmente imaginario, o postural, o gases, o ansiedad o... espera un momento... espera que estoy viendo que tienes antecedentes de salud mental así que... ¿no lo estarás haciendo por llamar la atención? ¿No? Pueeeeees... ¿has pensado en perder peso?
Yo les pedía que por favor me hicieran una ecografía, que para eso me había mandado mi médico de cabecera, pero no.
-Es que aquí no estamos para diagnosticar.
Que yo eso lo entiendo, de verdad, pero si una persona va a urgencias porque el médico de cabecera considera que necesita una ecografía urgente, le recetas cualquier mierda, y luego sigue teniendo que ir corriendo día tras día porque el tratamiento que le estás poniendo solo sirve para empeorar la situación a lo mejor, a lo mejor, eh, llega un momento de dejar de jugar a la ruleta rusa y hacer una puñetera ecografía. O derivar al servicio normal para que te la hagan. O decirte claramente que estás gorda y ojalá te mueras, y al menos te ahorras los viajes a urgencias, yo qué sé, que están los taxis muy caros.
Durante días, días y días, solo tuve media hora de paz y fue gracias a la morfina (so-bre-va-lo-ra-da, que no os engañen) que me pusieron única y exclusivamente porque intentaron pincharme paracetamol, entré en pánico porque era de las cosas que peor me sentaban y entonces mi marido se vio obligado a intervenir. Entró en boxes, miró al médico a los ojos y le dijo: 
-De verdad le duele mucho. 
Como lo había dicho un hombre, y además estaba delgado, supongo que no les quedó más remedio que hacerle caso.
-Vamos a ponerte morfina. 
-No quiero que me pinchen más al tuntún, quiero que me hagan una ecografía para ver qué pasa.
-No podemos hacerte la ecografía si te duele tanto, te pinchamos morfina y cuando te haga efecto te hacemos la ecografía.
Aquello me pareció bastante razonable. Luego pensé en si le dirán lo mismo a la gente con apendicitis o una pierna partida en ocho trozos, y me pareció menos razonable, pero era lo que había.
-Bueno, vale. 
La morfina, que está sobrevaloradísima, me metió un viaje que la niña del Exorcista lo intenta y se queda corta. Mientras me veía convulsionar como si estuviera fuera de mi cuerpo, solo pensaba que me daba igual con tal de que me hicieran la puta ecografía. Mi marido me sujetaba a la cama y le preguntaba a los médicos si eso era normal y los médicos le decían que sí y se reían pero no me importaba, porque por fin me iban a hacer la puta ecografía. Y creo que se me fue el pis. Lo que fuera por la ecografía, ya casi estaba...
Así me dormí, pensando en la ecografía. 
Cuando el dolor volvió a despertarme, estaba sola otra vez; los niños llevaban muchas horas en casa y el algún momento del subidón le dije a mi marido que se fuera con ellos. Ya no necesitaba la validación de un hombre para que me creyeran. O eso pensaba yo.
El médico se acercó a la cama, todavía riéndose. 
-Qué sueño has echado, ¿eh? ¿Ya no te duele?
Literalmente me había despertado el dolor, pero no estaba yo en posición de llevarle la contraria a nadie.
-Ahora estoy mejor, ¿ya me pueden hacer la ecografía?
-¡Pero si estabas durmiendo tan ricamente hace un segundo! Eso es que ya no te hace falta. Vete para casa y si te duele toma paracetamol.
-¿...solo eso?
-Bueno, perder peso no te iría mal.
 Ah, bueno, pues haberlo dicho antes.



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28 octubre 2024

La familia normal



Cuando nacieron los niños me dije que haríamos las cosas bien y que todas las comidas las haríamos adecuadamente en una mesa bien puesta, sin ver la tele, para que fuera un momento de calidad con nuestros hijos, todos juntos, como una familia normal.
Esto os va a sorprender pero lo conseguí. Lo conseguí mucho. En casa se ponía la mesa, correctamente, y se comía sin ver la tele, salvo que hubiera un evento especial como Eurovisión, como una familia normal.
Luego llegó la pandemia y todo se fue a la mierda, obviamente.
No sé si fue porque total ya estábamos pasando todo el día juntos y no necesitábamos más momentos de calidad, por favor y gracias; si porque estábamos siempre comiendo y no merecía la pena poner la mesa bien cada vez; porque necesitábamos ver más televisión para abstraernos de todo o porque la mesa de comedor siempre estaba llena de cosas, de deberes, de trabajo, de las mil manualidades para entretener a los niños o qué, pero empezamos a comer en la mesa baja de centro de mala manera, y desde entonces no hemos parado.
De vez en cuando digo que esto no puede seguir así y que tenemos que empezar a comer en la mesa grande como una familia normal. Lo digo bajito, para qué nos vamos a engañar. Además, la mesa de comedor sigue llena de cosas, yo es que no lo entiendo, ¿el cole en casa no se había acabado ya? ¿De dónde salen tantas cosas? En fin.
Hace unos días hicimos un último intento serio.
Recogí las cosas.
-A partir de mañana comemos en la mesa de comedor, como una familia normal -anuncié.
Y pensé que con eso ya estaba.
Para empezar, al día siguiente tuve que volver a recoger todas las cosas que había encima de la mesa.
En serio, ¿de dónde salen tantas cosas?
Luego pusimos la mesa y resultó que no cabía todo.
Luego me di cuenta de que nuestras sillas son incomodísimas. Al menos, bastante más que el sofá.
Pero lo peor fue el gato.
Normalmente el gato, cuando oye que nos sentamos a comer en la diminuta mesa de centro, viene, se sienta en el otra sofá, nos observa hasta que nos sentamos, servimos y empezamos a comer y luego, con aire satisfecho, sabiendo que ha cumplido su misión en la vida, sea la que sea porque todavía estamos por descubrirlo, procede a quedarse cuajado.
Da igual lo alta que esté la tele, lo alto que hablemos, las cosas que se caigan o se derramen.
El gato duerme hasta que terminamos, entonces se estira, se levanta y se come cualquier cosa que se haya caído al suelo. 
Es la ley, así ha sido y será siempre. 
O eso cree él, que llegó a casa después de la pandemia y de que mis sanos propósitos de comer en una mesa como una familia normal se fueran a tomar viento en bicicleta. 
Así que cuando oyó que nos sentábamos a comer, salió del oscuro agujero donde estuviera dormido, todavía con el ojillo un poco pegao de sueño, se subió al sofá, miró hacia la mesita de centro y, bueno, básicamente, entró en shock.
El shock fue lo bastante evidente como para que uno de los niños soltara una carcajada.
El gato, todavía petrificado en el sofá, miró hacia el otro lado y nos vio comiendo en la mesa grande.
Y volvió a entrar en shock.
A partir de ahí entró en bucle. 
Miraba hacia abajo: "Estoy aquí"
Miraba hacia un lado: "Pero ellos no están ahí"
Miraba hacia el otro: "Pero están ahí"
Volvía a mirar hacia abajo: "Pero yo estoy aquí"
Miraba hacia un lado: "Pero ellos no están ahí"
Miraba hacia el otro: "Pero están ahí"
Y así.
La experiencia "comer como una familia normal" estaba siendo de todo menos normal. El gato estaba a punto de desenroscarse la cabeza de tanto girarla. Los niños estaban mirando al gato, totalmente de espaldas a la mesa. Nadie estaba comiendo. Para rematar, alguien estaba narrando toda la escena poniendo vocecitas. Puede que fuera yo. No podéis demostrarlo. Recoger la mesa grande fue un suplicio, porque el sofá pilla en medio del camino a la cocina y hay que rodearlo cada vez. Se había caído comida por todos los doquieres y luego un poco más. Además, todo este jaleo hizo que el gato se saltara su tercera siestita diaria, y estuvo toda la tarde desquiciado, corriendo de un lado a otro, tirando cosas y maullando. No era para menos. Todo su mundo se había visto sacudido, las verdades universales sobre las que se cimentaba su psique habían sido destruidas, el desgano vital se había adueñado de todos sus pensamientos.
Lo que viene siendo un lunes para cualquier ser humano, vaya.
Para la hora de la cena estábamos todos básicamente de los nervios.
-¿Qué mesa ponemos? -preguntaron los niños-, ¿la grande o la pequeña?
-Tendríamos que comer en la grande como una familia normal -dije. El gato seguía corriendo por toda la casa como un desquiciado, chocándose con las paredes de cuando en cuando. El sofá seguía en medio, ligeramente torcido. Había una patata frita encima de un cojín. La mesa volvía a estar cubierta de cosas varias en su completa totalidad. Para rematar, íbamos a cenar puré de brick y empanada prefabricada comprada el día anterior-. Claro que para eso tendríamos que ser normales primero.





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Escribo libros y algunos son hasta medio normales. Encuéntralos aquí.

14 octubre 2024

Un imprevisto familiar



Bueno, os decía que agarré el primer trabajo que pillé, con el único criterio de que me dejara tiempo para seguir buscando (y encontré algo decente enseguida, no os preocupéis).
No me dio la menor pena utilizar así a la empresa porque, como otras muchas (si no me creéis, echad un vistazo a Infojobs), imponía dos semanas de formación previa obligatoria sin contrato y sin remunerar.
Voy a repetirlo: dos semanas de formación previa obligatoria sin contrato y sin remunerar.
Supuestamente, esto se hace así porque mucha gente abandona la formación a medias y nunca llega a incorporarse. Que yo pienso que a lo mejor la gente abandona precisamente porque la formación es sin contrato y sin remunerar, pero serán imaginaciones mías, que estoy muy loca.
Además, he estado en suficientes de esos cursos como para saber que la mayoría podían haber sido un email. Alguno, ni eso. No tengo ni idea de por qué ciertas empresas se empeñan en hacer precisamente cursos de dos semanas, no de una ni de tres, o de diez días o de quince, y no quisiera yo insinuar que es porque precisamente ese tiempo es el que les permite cobrar algún tipo de subvención, pero es que no se me ocurre otro motivo mínimamente razonable para tener a un montón de personas, sin contrato y sin cobrar, escuchando una y otra vez las mismas tontadas.
Luego está el tema de la prevención de riesgos laborales. Si estoy en una oficina, sin contrato y sin cobrar, y me rompo una pierna, ¿qué coño pasa? Porque me cuesta creer que vayan a considerarlo accidente laboral. Y me cuesta muchísimo más creer que te vayan a decir: pero no te preocupes, que tú a las dos semanas firmas el contrato igual, aunque estés de baja. Que a lo mejor algunas de las personas que abandonan es porque se hacen un esguince, a ver.
Si al menos la recompensa final (que te contraten) fuera atractiva pues a lo mejor haces el esfuerzo, pero dos semanas sin contrato y sin cobrar para que luego quizá te contraten por el salario mínimo para trabajar en un horario sin determinar de lunes a domingo en un polígono a 10 minutos andando del transporte público más cercano, como que te da más pereza. 
Total, que la gente abandona porque es que no quiere trabajar. 
En fin.
El caso es que empiezo el curso por teleformación, con mi propio equipo porque si no te hacen ni contrato no te van a dar un equipo, y con mi propio correo por lo mismo, así que de pronto empecé a recibir información confidencial en mi correo personal, cosa que todavía me tiene de pasta boniato. 
De hecho, cuando finalmente me largué seguí recibiendo mails con información confidencial igualmente hasta el final del curso, lo que me lleva a pensar:
-Que, efectivamente, la formación podría haber sido un mail, si se hubieran molestado en enviar a la vez todos los adjuntos.
-Que le cobraron al cliente (o pidieron subvención) por mi formación completa.
-Que a lo mejor hay negocio en hacer cursos de estos, sacar información confidencial y luego venderla en la deep web y por eso la gente abandona tanto.
Al menos, era en casa, porque estar de 8 a 16, con media hora para comer, para que te lean por zoom una presentación que te han mandado a tu correo personal porque no tienes ni contrato ni remuneración es una cosa que crispa al más pintado, de verdad os lo digo, al menos así yo podía echar el rato haciendo Duolingo. Además, era solo de lunes a viernes. 
O eso nos habían dicho.
Porque solo habían pasado dos días cuando la formadora nos dijo:
-Hoy me tengo que ir antes por un imprevisto familiar. 
-Ohhhh...
Lo sé: soy una hipócrita.
-Pero no os preocupéis, que las horas que falte hoy las podemos recuperar el sábado.
-¿Que QUÉ?
-Si hace falta, el domingo también.
A ver que yo lo entienda: ya estoy dedicando ocho horas al día, sin contrato y sin cobrar, a verte leer por zoom una presentación que yo ya me leí en cinco minutos porque te juro que no da para más, y quieres que vengamos en fin de semana para recuperar ¿el qué? ¿las ganas de abolir el capitalismo?
Si las mías están intactas, por favor y gracias. 
Por supuesto que el sábado me conecté a la formación. Soy una mujer responsable y comprometida con mi trabajo. Además, estaba picada con una tía en Duolingo que no paraba de adelantarme cada vez que yo me ponía el número uno de la división amatista, y gracias a la formación le enseñé QUIÉN MANDA AQUÍ.
Luego pensé que probablemente sea una niña de 10 años que camina tres hora todos los días desde su favela para pillar wifi gratis en el Starbucks más cercano y aprender un idioma que la ayude a escapar de la miseria y me sentí un poco peor, pero durante unos segundos mi victoria fue épica. ÉPICA.
Para el segundo lunes de formación estaba hasta las narices y encima nos hicieron ir presencialmente solo para descubrir que:
-La formadora estaba en su casa debido a un imprevisto familiar.
-Nos iba a dar la formación por zoom igualmente.
-Nos habían hecho ir a un polígono y caminar diez minutos desde el transporte público más cercano para sentarnos a cada uno delante de un ordenador y recibir la formación igualmente por zoom.
-Los ordenadores no funcionaban porque como la gente abandona los cursos porque no quiere trabajar no sabían cuánta gente se iba a presentar ese día, así que no habían dado la orden de dar de alta nuestro usuarios hasta que pasaron lista.
-Nos íbamos a pasar toda la mañana mirando el salvapantallas porque a saber cuándo le salía de ahí a IT ponerse con los tickets y dar de alta a nuestros usuarios.
Llevaba dos horas mirando la pantalla en silencio porque nos regañaron cuando intentamos hablar entre nosotras, cuando me mandaron una mensaje de un trabajo decente diciendo que si quería incorporarme al día siguiente no tenía más que firmar el contrato que ya me habían mandado por mail. 
Me levanté, dije que tenía que salir un momento, y eché a correr gritando y agitando los bracitos. 
Cuando llegué a casa, firmé el contrato e incluso había hecho el curso de prevención de riesgos laborales del otro trabajo, mandé un mensaje al anterior. 
"Lo siento, no voy a poder seguir con la formación"
"¿Y eso?"
"Nada, un imprevisto familiar"


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Cuando no estoy haciendo Duolingo también escribo, corrijo, maqueto y publico libros míos y ajenos. Encuéntralos aquí.



30 septiembre 2024

Entornos retadores



Una de las cosas buenas de que te despidan por zoom es que, mientras me estaban contando cuánto les había decepcionado poniéndome enferma durante el mes de prueba, yo ya estaba echando currículums. 
Dios bendiga la doble pantalla. 
Porque el caso es que el despido me dejaba en una situación complicada. Como todos sabéis, gracias al malvado Perro Sanxe en España todo el mundo vive de paguitas y por eso los camareros no quieren trabajar en régimen de semi esclavitud a cambio del salario mínimo.
Lo que pasa es que en el SEPE todavía no se han enterado, y para cobrar el paro hay que cumplir una serie de condiciones. 

La primera es haber trabajado una serie de meses, a más meses, más prestación, con un mínimo trabajado de, si no recuerdo mal, un año.

La segunda es que te hayan despedido. No cobras el paro si te vas tú. Nunca.

Y luego hay una menos conocida: si te vas voluntariamente de un trabajo, tienes que trabajar al menos tres meses y ser despedido para recuperar el derecho a la prestación. 

Yo me había ido voluntariamente del trabajo anterior hacía solo mes y medio, así que estaba bastante jodida. Y no solo por las secuelas de la tos ferina. Que también.
No estaba para perder el tiempo.
Así que mientras recursos humanos me explicaba que hay personas que simplemente no encajan, en concreto las que se ponen enfermas durante el mes de prueba, yo ya estaba dándole al botón de "enviar solicitud" de Infojobs así por lo bajini.
Esa misma tarde ya tuve una entrevista. 
Al día siguiente, cinco. 
Al siguiente, ya tenía tres trabajos para elegir.
Agarré el que me dejaba más tiempo para seguir buscando (os adelanto, para que no os preocupéis, que en menos de una semana tenía un trabajo decente) y, obviamente, seguí buscando.
Para mi sorpresa, siendo principios de verano, había muchísimas ofertas.
El problema era identificar ofertas de qué.
Quizá es porque soy muy antigua, pero en mis tiempos las ofertas de trabajo ponían:
- Lugar de trabajo
- Horario de trabajo
- Salario o al menos banda salarial
- Y lo más loco de todo: en qué consiste exactamente el trabajo.
Ahora te encuentras cosas como:

"Área de Madrid"
El área metropolitana de Madrid tiene 4610 metros cuadrados. La comunidad de Madrid, 8030. 
Llamadme loca pero si tengo que trasladarme todos los días necesito que me concreten un poco más.

"Dentro de la franja horaria de 8:00 a 24:00"
Lo que quiere decir que puedes entrar a trabajar a cualquier hora entre las ocho de la mañana y las cuatro de la tarde, no sé, a mí como que no me aclara mucho.

"Salario según valía"
Esta es mi favorita porque implica que si te pagan una mierda es porque vales una mierda.
Claro, que puede ser peor: hay empresas que anuncian alegremente "salario mínimo". Que mira, yo entiendo que para las empresas familiares y las pymes más pymes, la subida del salario mínimo a 1034 €, tan rápida además, ha sido una faena. Que no hay panadería de pueblo que esté para pagarte eso, vale. Pero no os estoy hablando de la ferretería de tu tío Paco en una aldea de Cuenca, sino de grandes empresas cuyos beneficios aparecen publicados en los periódicos y que dicen alegremente "salario mínimo" como si encima hubiera que aplaudirles por cumplir la ley, y ni se les cae la cara de vergüenza ni nada, al contrario. Me recuerdan un poco a los señoritos que se negaron a plantar en los años treinta y luego les decían a los jornaleros que si tenían hambre comieran república; solo que ahora es un "Pues Perro Sanxe me obliga a pagarte esto" y mira, no, la ley te obliga a no pagar menos que eso, pero por encima puedes hacer lo que quieras, que eres tontísimo.

Pero me estoy yendo por las ramas.
Lo más loquísimo de todo es la descripción del puesto, en la que puedes encontrar cosas como:

"¡Te damos la bienvenida al trabajo de tus sueños!"
Esto es para una oferta de teleoperador. Que es un trabajo muy digno y que me ha dado de comer muchos años, pero decir "el trabajo de mis sueños" quizá sea exagerar un poco. 

"¿Tu cometido? Ser feliz y hacer felices a los clientes"
Esto no estoy segura de para qué tipo de trabajo es, saque cada uno sus propias conclusiones.

"Estamos tan convencidos de que te enamorarás trabajando con nosotros, que pronto querrás que tus amigos también quieran ser parte de esta aventura"
De verdad que no hace falta promocionar los trabajos como si fueran una secta, si con ofrecer condiciones dignas ya estamos contentos.

"Trabajar con nosotros se traduce en oportunidad"
¿Qué?

"Apostamos por el talento que tiene como base entornos de trabajo retadores"
Ni siquiera sé en qué idioma está escrito esto. 

Y mi actual favorita:

"Nos gustaría que supieras que todo esto que te contamos, no lo decimos solo nosotros".
Ajaaaaa...



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Cuando no estoy ocupada buscando un trabajo de verdad también escribo, corrijo, maqueto y publico libros míos y ajenos. Encuéntralos aquí.




16 septiembre 2024

El tiempo que necesites



En primer lugar, me gustaría desmentir que me haya pasado todo el verano yendo al médico: también he pasado por la consulta de la enfermera. 
Otra cosa que he hecho ha sido tener cuatro trabajos diferentes.
Pero no a la vez, ¿eh?
Bueno, más o menos. 
Todo empezó porque tenía (¿tengo?) mi trabajo como autónoma pero como me gusta cobrar de vez en cuando (tampoco mucho, una vez al mes o así me va bien) también tenía un trabajito por cuenta ajena a media jornada. 
Entonces me ofrecieron un trabajo a jornada completa. 
Esto os va a sorprender porque le pasa a poca gente, pero a mí lo de trabajar todo el día no me gusta especialmente, o sea, tengo cosas mejores que hacer. Lo que sí me gusta, como decía antes, es cobrar de vez en cuando, especialmente si es cobrar mucho, y por ahí fue por donde me pillaron, que si no de qué. 
Así fue como empecé a hacer cosas terribles como madrugar y relacionarme con otras personas. Bueno, tampoco tanto porque teletrabajaba la mayor parte del tiempo. Pero, al parecer, lo poco que me relacioné fue suficiente para pillar la tos ferina, cosa que seguramente os sorprenda porque es un tema del que apenas he hablado los últimos meses.
No voy a decir que haya estado grave, pero he estado jodida. Como los que me seguís en la red social anteriormente conocida como Twitter seguramente habéis deducido por el humor del que he estado todo el verano. Pero bueno. Mis disculpas a los damnificados: mi única excusa es que he estado realmente jodida. Aunque no lo hubiera estado, al parecer es bastante contagiosa y se puede llevar por delante a las personas de riesgo, así que me tuve que coger la baja cuando no llevaba ni un mes trabajando.
La empresa se portó fenomenal. "Tómate el tiempo que necesites". "Lo importante es que te pongas bien". "No te preocupes por nada". "Te estaremos esperando".
Efectivamente, me estaban esperando: en cuanto me reincorporé me dieron la patada.
Por zoom.
-Tu desempeño del último mes -me dijeron- ha sido inferior al esperado.
-Pero si no he venido a trabajar.
-Tu rendimiento ha sido mucho inferior al de tus compañeros.
-A lo mejor es porque ellos han estado trabajando y yo no.
-Francamente, esperábamos más de ti.
-Yo también esperaba estar sana, la vida te da sorpresas.
-A veces estas cosas pasan, no es culpa de nadie.
-¿Que no es culpa de nadie? Pero si la compañera que se sienta justo al lado de mí avisó de que sus dos hijos estaban con tos ferina grave, ella misma ha tenido síntomas leves, pidió teletrabajar todos los días para no contagiar a nadie, y le dijisteis que no porque "sentaría un mal precedente". Literalmente es culpa vuestra. 
-No puedes demostrarlo.
De verdad que dijeron "no puedes demostrarlo". Como un malo de Scooby Doo. O sea, "no puedes demostrarlo". Que, ciertamente, no puedo. Pero cuando te has pasado días enteros al lado de una persona haciendo cof, cof, que tos más rara tengo, una llega a conclusiones, no sé, llamadme loca.
Mi entonces jefe y el responsable de recursos humanos seguían en la pantalla diciendo cosas cuando ZaraJota abrió una rendijita de la puerta, me señaló el carro de la compra y me dijo muy bajito:
-Me voy a la calle. 
-Mira qué casualidad: yo también. 



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Comprad mis libros, a ver si me quito de madrugar.