25 mayo 2020

Policía de balcón

Después de tan solo 75 días de confinamiento, por fin Madrid pasa hoy a la Fase 1, mientras que en el mundo civilizado se pasa a Fase 2.
En mi calle, en cambio, nos hemos pasado de la fase al desfase desde hace tiempo.
Todo empezó cuando se dio permiso para pasear a determinadas horas del día, según la edad de cada uno.
Los niños podían salir a pasear a la calle de 12 a 19 horas, así que nos sorprendió mucho que en nuestra plaza hubiera chavales un poco pasada la hora, digamos sobre las once de la noche o así. Además, eran muchos, no llevaban mascarillas y no respetaban las distancias de seguridad.
Pero lo que de verdad sacó al policía de balcón que todos llevamos en nuestro interior es que se estaban sacudiendo que daba gusto con una bicicleta.
No por una bicicleta: con una bicicleta.
De paso, se estaban llevando por delante la chapa y pintura de los coches aparcados en la calle.
Los vecinos de la calle, que han cogido la costumbre de salirse a la terraza por las noches, estaban con el espectáculo en directo que ni OT ni Masterchef ni la madre que los parió. El que no estaba grabando la pelea es porque estaba llamando a la policía, así os lo digo.
La policía apareció con la sirena puesta y los chavales se escondieron en los portales, que ya hay que ser tonto, porque había más gente mirando que en una final de la champions. En cuanto los policías se bajaron del coche miraron alrededor y gritaron "¿Dónde?", y todos los vecinos empezaron "Ahí, ahí" como cuando íbamos a ver las marionetas al Retiro, de verdad, el mejor espectáculo que he visto en siglos y allí en directo justo debajo de mi ventana.
La policía entró al edificio de enfrente a mi casa y llamó a un piso concreto. Lo sabemos porque las luces de ese piso se apagaron de inmediato, y lo siguiente que vimos fue a los policías con las linternas como Mulder y Scully.
Yo es que me imagino a los chavales:
-La policía está en la puerta.
-¡Rápido, apaga la luz!
-¿Cómo?
-Si no hay luz no pueden vernos.
-¡Bien pensado!
-¡Maldición! ¡Tienen linternas!
-¿Quién podía haberlo imaginado?
Los pillaron, claro, y los mandaron a su casa porque es que además de estar fuera, a deshoras, destrozando coches y dándose de tortas, que ya hay que ser tonto, es que fueron a esconderse en un domicilio diferente al que estaban empadronados.
La semana siguiente, volvía yo de la compra cuando me volví a encontrar a un grupo de chavales en la plaza. Estaban todos apretados en un ladito mientras la policía hablaba con una señora.
-Su hijo llevaba un arma en la mochila -decía el policía.
Lo típico que estás fuera de casa a deshoras, en grupo, sin mascarilla, no respetando las distancias durante una pandemia, te para la policía, una cosa lleva a la otra y se dan cuenta de que llevas un arma en la mochila.
A mí me ha pasado un millón de veces, como mínimo.
-¿Pero estaba cargada? -preguntaba la mujer.
-No, señora, no tenía munición.
-Ah, bueno.
¿AH, BUENO?
Unos días más tarde, dos chavales estaban en la calle mientras un señor les gritaba desde una terraza.
-¡PASTILLEROS DE MIERDAAA!
No sé, lo normal que grita uno un domingo a media tarde.
-¡TÚ SI QUE ERES UN MIERDAAA! -gritaban los chavales desde abajo.
-¡¡¡A MÍ NO ME VENGÁIS OTRA VEZ A PEDIRME PASTILLAS!!!
-¡¡¡CABRÓN!!!
-¡¡¡LAS PASTILLAS DE TU ABUELA TE VAS A TOMAR!!!
-¡¡¡QUE TE MATO!!!
Llegado a ese punto pensé que sería buena idea llamar a la policía, porque a mí que se griten me da bastante igual, pero es que me estaban amargando la siesta.
La policía vino. Otra vez. Pidió la documentación de los chavales. Otra vez. Los mandó a su puñetera casa. Otra vez.
Mientras tanto, en la plaza, tenemos un grupo que se sienta todos los días beber cerveza en las mesitas que hay para que los viej...ancianos jueguen al ajedrez, que por mí pueden jugar al Monopoly, vaya, pero es que tienen el tablero de ajedrez dibujado.
A mí que estén en grupo, sin mascarilla y a deshoras me da igual porque el alcohol desinfecta mucho y estos beben como para desinfectar todos los hospitales de Madrid, Ifema y la clínica Ruber si hace falta, así que no hay peligro.
Lo que pasa es que hace unos días se trajeron una espada.
En serio.
Una espada.
Yo estaba "trabajando" o, lo que es mismo, diciendo barbaridades en twitter, cuando empezaron a pelearse por jugar con "la espada" y de pronto escuché algo parecido a un hachazo.
Me asomé a la ventana y me puse a destender la ropa porque una es cotilla pero muy disimulada y veo que, efectivamente, estaban en la mesa de los viej...ancianos bebiendo cerveza y turnándose para lanzar un cuchillo largo contra el tronco de un árbol.
Lo normal que haces un miércoles a las doce de la mañana en un parque justo a la hora a la que pueden salir los niños durante una pandemia, no sé.
Me quedé un rato cambiando de sitio los calcetines del tendedero porque no quería ser yo la que llamara a la policía, que me van a acabar conociendo mejor que en urgencias y eso.
Además, imaginaos el papelón: Es que en la plaza hay unos señores con una espada, le aseguro que no estoy loca, señor agente.
-Bueno, un poco sí, pero nada que ver con la espada, se lo aseguro.
En ese momento ZaraJota salió del dormitorio donde se supone que teletrabaja, que para mí que teletrabajar es "esconderse de los niños" en klingon, pero bueno.
-¿Qué haces?
-Nada, aquí mirando a los del botellón, que se han traído una espada.
-No puede ser.
-Mira.
ZaraJota se asomó a la ventana.
-No es una espada -me dijo-. Es un sable
Pues menos mal que no he llamado a la policía, porque habría quedado como una loca.





Escribo libros y hago cosas cuquis.


18 mayo 2020

El masaje cardio respiratorio

Allá vamos.


Hace unos días se murió un hermano de mi abuelo.
Este hermano de mi abuelo estaba casado con una hermana de mi bisabuela.
A ver si lo aclaro mejor: el hermano de mi abuelo estaba casado con una hermana de la suegra de mi abuelo.
No es tan complicado como parece, salvo que algunos primos de mi madre lo son a la vez en primer y segundo grado, y una de sus tías por parte de padre es a la vez tía abuela por parte de madre, mientras que uno de sus tíos por parte de padre es a la vez tío abuelo por parte de madre y mira, qué más da, si luego a las comuniones los invitabas a todos y ya está.
El caso es que este señor se murió y la Tita del Puerto llamó a su hijo para darle el pésame.
Y un par de días más tarde me llamó a mí, y ahí es cuando la liamos, claro.

-El otro día estuve hablando con el primo, por lo de su padre.
Así, para simplificar. 
-Ay, sí, pobre.
-Hacía por lo menos treinta años que no hablaba con él, desde que se murió Titaelena. ¿Tú te acuerdas de Titaelena? Era hermana de tu bisabuela. 
-No, creo que no.
-Se murió antes de que tú nacieras.
-Entonces quizá por eso no me acuerdo. 
Nota: en la investigación posterior descubrimos que se murió cuando yo tenía dos o tres años. 
-Ay, Titaelena, qué graciosa era.
-¿En serio?
-Sí, es que no se parecía a su familia.
-Eso lo explica todo.
Ese lado de la familia no destaca precisamente por su sentido del humor.
-De graciosa, de divertida, de ocurrente... Nos partíamos con ella.
-Muy bien, muy bien.
-Lo que pasa es que como de vez en cuando le daba por suicidarse pues le tuvieron que hacer una trepanación y se quedó tontusilla. 
-¿Que QUÉ?
La Tita del Puerto es que es muy de estar tan tranquila hablando del tiempo y de pronto soltarte una bomba así, al azar.
-Que le hicieron una trepanación y se quedó tontusilla.
Que conste en acta que la Tita del Puerto es una enfermera con muchísima experiencia en varios campos, incluyendo quirófano, oncología, pediatría y neonatos.
-Tontusilla.
-Eso, tontusilla. La cuidaba una mujer que era un poco bobona.
No confundir con tontusilla.
-Claro.
-Total, que estaba muy mala, y me fui a verla y allí estaba el primo. Y como vimos que se ahogaba dijimos: venga, vamos a hacerle un masaje cardio respiratorio y verás que bien.
-Claro, le sentaría divinamente.
-Sí, sí, estupendamente. Así que nada, allí la dejamos, nos fuimos a la piscina y se murió.
-¿Que QUÉ?
-No te imaginas el número, porque claro, Titapepi nunca se mete del todo en la piscina porque como tiene el pelo rizado...
En mi pueblo, en verano, se pueden llegar a los 50º pero oye, EL PELO ES EL PELO.
-Claro, se le encrespa
Obsérvese mi capacidad de autocontrol, que yo en ese momento estaba en plan VOLVAMOS AL TEMA DE LA TONTUSILLA, POR FAVOR.
-Es que ella no tiene el rizo bonito, como yo.
-Claro.
-Total, que ese día se mojó el pelo. Y se le pusooo... buf, cómo se le puso... Parecía una menina. Total, que llegamos al velatorio con esos pelos... y me encuentro al primo y le digo: Oye, ¿no nos habremos cargado a Titaelena con el masaje? Y me dice: No, mujer, claro que no.
GUIÑO, GUIÑO, CODAZO, CODAZO. 
-Di que sí, primo, tú niégalo todo.
-Total, que miro alrededor y veo a Titapepi, con esos pelos, que parecía una menina... JAJAJAJAJA.
-Pobre.
-Es que ella quería mucho a Titaelena, se llevaban muy bien antes de que ella se quedara tontusilla y eso... 
-Porque le trepanaron para que no le diera por suicidarse.
-Porque le trepanaron para que no le diera por suicidarse. Así que le digo: Titapepi, no te preocupes, que tengo un secador en casa y verás qué bien. 
Claro que sí, como el masaje cardio respiratorio.




Pd: Todos mis libros siguen disponibles en Lektu

11 mayo 2020

Las modas



El jueves pasado estaba yo tan tranquila intentando escribir un libro, corregir otro, maquetar un tercero; controlar que Nena-chan hiciera los deberes, que Nene-kun recogiera la habitación, que Ratoncito López no tirara más arena fuera de la jaula, que la lavadora terminara bien porque últimamente le ha dado por no centrifugar y, sobre todo, intentando que nadie molestara a ZaraJota, que estaba en otra habitación teletrabajando, cuando el susodicho ZaraJota salió de la susodicha habitación, se metió en el baño y empezó a devolver locamente y por doquier.
Vaya por dios, con lo tranquila y relajadita que yo estaba.
Se ve que a algunas personas el corona les empieza con diarrea y vómitos, y además ZaraJota llevaba días muy cansado, que se echaba hasta a dormir la siesta sin ser él del sur de Despeñaperros ni nada.
En fin, que por precaución y mientras conseguíamos contactar con su médico (o él con nosotros), lo mandé aislado a su habitación y, cada vez que salía para el baño, yo iba detrás con el sanitol y la bayeta en la mano porque total, tampoco es como si estuviera ocupada ni nada.
Además, les expliqué a los niños que tenían que mantenerse alejados de papá.
-¿Por qué? -preguntó Nena-chan.
-Porque está malito y como no sabemos si es coronavirus vamos a tomar todas las precauciones por si acaso.
-¿Papá tiene coronavirus?
-Podría tener coronavirus, pero no lo sab...
-¡YO NO QUIERO QUE PAPÁ SE MUERA! -Nena-chan empezó a llorar, o sea, LLORAR, locamente-. ¡NO QUIERO QUE SE MUERA!
-Eh... vamos a ver... No sabemos si tiene corona. Pero aunque tuviera corona, no se tiene por qué morir.
-¡PERO TODO EL MUNDO SE MUERE CON EL VIRUS!
-No es verdad, todo el mundo no. Y papá es joven, está sano y fuerte, seguro que a él no le pasa nada.
-¿Seguro?
-Seguro.
-Pero otra gente sí se muere.
-Sí, pero papá no.
-¡PERO YO NO QUIERO QUE SE MUERA NADIE!
En ese momento dramático estábamos cuando llamó el médico para hacer telediagnóstico que, perdonadme que os diga, del 1 al 10 me parece fiable en un -23.
ZaraJota la explicó los síntomas y el médico le dijo que tomara paracetamol y mucha agua, que perdonadme que os diga pero es lo mismo que te dicen para prácticamente todo desde un resfriado común hasta el ébola, pero bueno.
-Pregúntale si puede ser corona -le dije a ZaraJota-, que estoy gasta el piticlín de perseguirte con el sanitol en la mano.
ZaraJota le preguntó al médico si los síntomas que tenía podían ser de coronavirus.
-No -le contestó el médico-, probablemente no.
-¿Cómo que probablemente?
O sea, que primero nos dijeron que si no empezaba con fiebre no era corona, luego que si no empezaba con tos no era corona, y a estas alturas parece que hasta un padrastro podría ser un síntoma temprano.
-Que lo más probable es que no, hombre, que ahora parece que todo tenga que ser covid, como se ha puesto de moda...
Me pregunto por qué.




Pd: conseguí terminar el libro y ya está disponible en Lektu, con todos los demás.

04 mayo 2020

El Ratoncito Pérez

Como seguramente sabéis, estamos en confinamiento por pandemia.
Durante los primeros díassemanasyoquésé solo podían salir a la calle los trabajadores esenciales.
Eso provocó una oleada de pánico entre ciertos sectores de edad porque claro, no ir a los cumpleaños de los amigos, vale; no poder celebrar tu cumpleaños con los amigos, vale; pero que no venga el Ratoncito Pérez a casa cuando se me cae un diente, ESO SON PALABRAS MAYORES.
Las autoridades competentes se apresuraron en hacer declaraciones para tranquilizar a la población: el Ratoncito Pérez es un trabajador esencial. Muchos alcaldes publicaron bandos e incluso el ministro Pedro Duque hizo declaraciones oficiales al respecto.
Parecía que la recogida de dientes humanos estaba garantizada.
Pero.
Resulta que en nuestra casa es tradición de toda la vida, o por lo menos desde hace tres años, que el Ratoncito Pérez traiga Playmobil.
No os flipéis, que tampoco es para tanto: son figuritas sueltas como las que se encuentran a veces en los quioscos GUIÑO-GUIÑO-CODAZO-CODAZO.
Y claro, ahora los quioscos están cerrados.
Así que cuando a Nena-chan se le cayó un diente, rápidamente preguntó qué iba a pasar, porque está muy bien dar autorización al Ratoncito Pérez para que haga su trabajo, peor si no puede dejar un juguete sus funciones se limitan a meterse de noche en las habitaciones de los niños dormidos para robarles dientes, y dicho así es como mínimo cuestionable.
Le dijimos a Nena-chan que no se preocupara, porque Ratoncito Pérez es un roedor con muchos recursos. Efectivamente, algo así como en febrero, Pérez se había topado con una liquidación de juguetes. Y no os penséis que eran unos juguetes cualquiera, por ejemplo, se topó con esto:
al mismo precio que los Playmobil de los quioscos y claro, el ratón, que no es tonto, hizo un cálculo mental de los cumpleaños a los que tenía que ir en marzo (por qué nacen tantos niños en marzo es para mí un misterio) y arrambló con unas cuantas cajas.
Sin embargo, algo salió mal, porque en marzo no le invitaron a ningún cumpleaños.
Miento: le invitaron a dos.
Ambos se cancelaron por no sé qué de una pandemia mundial porque es que la gente, cuando se pone a buscar excusas para no invitarte, las busca a lo grande.
El caso es que el Ratoncito Pérez tenía ese pedazo de caja de pinipones y eso fue lo que dejó en casa a cambio del diente de Nena-chan.
Claro, a la mañana siguiente la chiquilla alucinó pepinillos (en la foto se puede intuir la sonrisa de oreja a oreja que se le puso). Le pareció todo tan bien que no se paró ni a plantearse cosas.
Nene-kun, por su parte, sí que tenía algunas dudas sobre el procedimiento.
-Mamá -me dijo-, ¿de verdad eso lo ha traído el Ratoncito Pérez?
-Por supuesto.
-Pero eso no cabe por su puertecita.
Empecé a sudar y a maldecir el día que instalamos la puerta para el Ratoncito Pérez.
-Seguramente lo ha metido por la ventana.
-Pero eso es muy grande y el Ratoncito Pérez es muy pequeño.
-El Ratoncito Pérez es muy fuerte, porque come mucha verdura.
Ahí, aprovechando para adoctrinar.
-Pero aunque sea muy fuerte tiene los bracitos muy pequeños y la caja es muy grande y no le llegan.
Si lo llego a saber le dijo al Ratoncito Pérez que traiga un botón, de verdad...
-Sí, lo que pasa es que el Ratoncito Pérez tiene muchos primos, seguro que les ha pedido que le ayuden.
Nene-kun me miró muy serio.
-Mamá, eso es imposible.
-¿Tú crees?
Se lo dije con toda la calma, pero por dentro ya estaba corriendo y agitando los bracitos mientras gritaba que me han pillao, me han pillao, con el carrito del helao.
-Pues claro: el Ratoncito Pérez tiene permiso para salir a la calle, pero sus primos no.
Pues tiene toda la razón.