27 agosto 2011

El final del verano

Finales de agosto.
Por todas partes de ven las señales que anuncian el final del verano: el metro vuelve a ir abarrotado por las mañanas, la M-30 va recuperando el tráfico espeso, ya casi no se encuentra dónde aparcar...
Vas por la calle y notas que algo falta, hasta que de pronto lo echas de menos: las tiendas de helados han desaparecido. En unas semanas el hueco los llenarán las castañeras, por llamarlas de alguna manera. El año pasado vi una que vendía castañas, boniatos y cds.
En los supermercados el helado empieza deja sitio a los prefritos. Las legumbres se ponen de oferta. Parece que pronto nos va a apetecer un caldito.
En las tiendas, es imposible encontrar ropa de verano. Mientras sudas la gota gorda en la calle, al otro lado de los escaparates los maniquís han decidido ponerse los jerseys, los abrigos y los calcetines de lana, en un intento desesperado de hacernos llegar el mensaje: "se acerca el invierno".
Al llegar a casa, lo único que encuentras en el buzón son folletos de la vuelta al cole. Donde niños imposiblemente felices posan con diferentes variantes de uniformes, rodeados de un muestrario igual de imposible de lápices de colores y mochilas.
Ves todo eso y te resistes. "¡No!", le gritas al folleto, "Todavía es verano! ¡Todavía hace calor!"
Pero de nada sirve intentar convencerte a ti mismo. En el fondo ya hace días que notas una brisita que huele a final de verano, y por más que intentes gritarle al folleto es una mera cuestión de tiempo que tengas que admitir que el verano se acabó, y con él las vacaciones.

A no ser.... que hayas sido previsor y te hayas dejado unos días libres en estas fechas, en las que las vacaciones tienen el valor añadido de cruzarte en la carretera con la gente que vuelve y gritarles "ahí os quedáis, pringaos" .

Me voy a la playa.


¡Nos vemos a la vuelta!





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19 agosto 2011

Credo

Creo que la vida es un derecho, no un deber; y que cuando la vida se convierte en una carga insoportable merecemos poder elegir, si así lo deseamos, una muerte digna.

Creo que el preservativo salva vidas. Quizá no todas, porque no es infalible, pero sí salva muchas más que no usarlo.

Creo que los anticonceptivos ayudan a crear familias felices, porque un niño no deseado nunca podrá ser un niño feliz.

Creo que tenemos derecho a controlar nuestro propio cuerpo, porque es el vehículo de nuestra alma, no de la de los demás.

Creo que abortar es una decisión difícil y dolorosa tanto física como psicológicamente, que una mujer que aborta debe tener motivos muy poderosos para hacerlo, y que por ello merece apoyo y comprensión.

Creo que la mujer es igual al hombre en su espíritu, si no en su cuerpo, y que las mujeres que apoyan a una institución que las discrimina se denigran a sí mismas y le hacen un flaco favor a las mujeres que están por venir.

Creo que el sexo es una forma como otra cualquiera de placer, siempre que sea entre personas adultas y de mutuo consentimiento, sean hombres o mujeres.

Creo en la masturbación como una forma de encontrar placer y conocer el propio cuerpo de manera que seamos más capaces de dar placer a otros.

Creo en el amor como fuerza que une a las personas, independientemente de su raza, sexo, edad, religión o color de pelo.

Creo que la mejor forma de creer en dios en creer en las posibilidades de la raza humana, pensar siempre lo mejor de los demás y tratar de ser la mejor persona posible en cada momento.

Creo que el arrepentimiento no sirve de nada si no va acompañado de deseos de mejorar y enmendar lo que se ha hecho mal.

Creo que las creencias se elaboran por un proceso que se desarrolla a lo largo de toda la vida, que pueden variar según nuestras circunstancias, y que no están determinadas por ceremonias.

Creo que todo el mundo tiene derecho a tener sus propias opiniones y expresarlas, y a que los demás expresen su acuerdo o desacuerdo de forma respetuosa.

Creo que ninguna persona debería autodenominarse portavoz de la opinión de dios, de ninguno de ellos, porque aparta de dios a todas las personas que opinen de una forma diferente.

Creo que las personas tienen derecho a elegir su religión, y que si una religión bautiza bebés, que no tienen capacidad para expresar su consentimiento, es porque debe tener muy poca confianza en su capacidad para convencer a sus fieles.

Creo que la fe debe ser algo íntimo, un diálogo interno, algo que compartir con las personas a las que quieres, no algo que se imponga a los demás, de lo que se haga alarde y que se exhiba con orgullo, porque el orgullo lleva a un sentimiento de superioridad que se parece mucho a la xenofobia.

Creo que la piedad no consiste en rezar, sino en ser buen ciudadano, en pensar en el bien de los demás y no sólo en el de uno mismo, en sentir el dolor de otros y desear aliviarlo.


Y por todo ello tengo la sospecha de que el Papa no viene a verme precisamente a mí.

14 agosto 2011

La llamada misteriosa de la misteriosa viej...anciana

Una tarde de estas, casi a la hora de cenar, sonó el teléfono de casa.
-Seguro que es mi madre -le dije a ZaraJota™-. Hace casi dos días que no hablo con ella.
Y fui a coger el teléfono, pero cuando lo descolgué resultó que no era mi madre.
-Residencia de los Jotas, dígame.
-Oigaaaaa...
Una viej...anciana.
Seguro que ya lo he contado: mi número de téléfono se parece mucho al del centro de salud del barrio. Recibo llamadas de viej...ancianas cada día, pidiendo cita, o preguntando por su médico, o simplemente confirmando que ese sigue siendo el número del centro de salud.
Que no lo es.
Y es imposible explicarles que se han equivocado. Porque ellas ya iban a ese centro médico antes de que yo naciera, y quien me creo yo para decirles que ese número no es. Y que qué insinúo con que se han equivocado. Ellas marcan perfectamente. Es que la juventud ya no tiene educación, ni respeta a sus mayores, ni sabe qué número de teléfono tiene que tener.
Depende del humor del que esté, les explico con paciencia que se han equivocado, o directamente les digo "no es aquí" y les cuelgo.
Últimanente he optado por colgar casi siempre. Malo para mi karma, bueno para mi estrés.
Sin embargo esta vez me lo pensé dos veces y decidí no colgar, porque lo que tenía al otro lado del teléfono no era sólo una viej...anciana: era la más viej...anciana de todas las viej...ancianas, con un hilillo de voz temblorosa de viej...anciana a las puertas de la muerte.
-¿Sí?
-¿Viiiiiiive ahí la señoriiiiiita Loooooooorz...?
Ostras. A lo mejor la viej...anciana no se había equivocado. Aunque no me podía ni imaginar que podía querer una viej...anciana de mí, aparte de que le donara un órgano.
-Sí, soy yo.
-Hooooola niñaaaa... soy tu abueeeela...
M**d*. A ver cómo le explico a esta señora que me llamo como su nieta, pero que yo, definitivamente, no soy su nieta.
-Perdone señora...
Y de pronto la viej...anciana empezó a reirse. Así, con ganas. Ya no paredía una viej...anciana a las puertas de la muerte para nada. Más bien parecía una de esas señoras que salen en las noticias porque deciden aprender a saltar en paracaidas con ochenta años.
-Ya sé quien eres -le dije.-¡ZaraJota™! Ponte que es tu abuela...
-¿Has visto? ¡esta vez te he llamado por tu nombre!
La abuela de ZaraJota™ desde que me conoció me ha llamado Paula, por motivos que sólo ella comprende. En los últimos meses me ha llamado por mi nombre dos veces seguidas: parece que estamos en racha.
-Sí, por eso no la he reconocido al principio, jajaja... te paso con tu nieto.
Y la pasé con ZaraJota™.
-Hola abuela, ¿que tal?
-Bien, rey, bien, ¡le he gastado una broma a Paula!
Se acabó la buena racha.

06 agosto 2011

La cita telefónica

-Bienvenido al centro de concertación de cita telefónica.
Eso suena un poco porno...
-Si quiere pedir cita con su médico o pediatra habitual diga UNO.
Eh... ¿Y cómo van a saber si es para el médico o el pediatra?
-UNO.
-Por favor, diga el nombre y los apellidos del paciente.
-Lorzagirl.
-Disculpe, no le he entendido.
Ya, nadie me entiende.
-LORZAGIRL.
-Usted quiere pedir cita para LORZAGIRL. Si es correcto, diga UNO.
-UNO.
-Por favor, introduzca su fecha de nacimiento.
¿Para qué? ¿Para saber si necesito un médico o un pediatra?
-Veinticinco de agosto de mil novecientos ochenta.
-¿Quiere usted solicitar la primera cita disponible? Si es correcto diga UNO.
¿No puedo decir simplemente SÍ?
-UNO.
-La primera cita disponible es para el MARTES A LAS 18 HORAS 16 MINUTOS.
Estoy llamando el sábado a las 11:30 de la mañana. Por suerte, no es urgente. Sólo tengo que recoger unos resultados, y hablar un rato con mi médico, que llevo casi una semana sin ir y lo echo de menos.
-Si está de acuerdo, diga UNO. Si prefiere más tarde, diga MÁS TARDE.
-MÁS TARDE.
-La cita disponible más tarde es el MARTES A LAS 18 HORAS 16 MINUTOS.
¿Qué?
-Si está de acuerdo pulse UNO. Si prefiere otro día, diga OTRO DÍA.
-OTRO DÍA.
-Por favor, diga el día en el que quiere solicitar la cita.
-Miércoles.
-Disculpe, no le he entendido. Diga el día en el que quiere solicitar la cita.
-MIÉRCOLES.
-Disculpe, no le he entendido. Diga el día en el que quiere solicitar la cita. Por ejemplo, LUNES, MARTES, MIÉRCOLES.
-¡¡¡MIÉRCOLES!!! ¡¡¡MIÉRCOLES!!! ¡¡¡EL P*T* MIÉRCOLES!!!
-Disculpe, no le he entendido. Diga el día en que quiere solicitar la cita, o diga UNO para la primera cita disponible.
...
-UNO.
-La primera cita disponible es el MARTES A LAS 18 HORAS 16 MINUTOS.
Sorprendente.
-Si está de acuerdo, diga UNO.
-UNO.
-Ha escogido usted ser atendido el MARTES A LAS 18 HORAS 16 MINUTOS.
¿Escogido?