20 noviembre 2023

La aplicación


 

-Hola, le llamamos de la entidad que gestionó su hipoteca, le llamamos porque hemos notado que últimamente le ha subido mucho.
-Sí, nosotros también lo hemos notado, sí.
-Estamos llamando a todos nuestros clientes para hacerles una propuesta que podría mejorar su situación. 
-Pues ya me dirá.
-No, no, tienen que venir a la oficina.
Y así fue como acabamos en la oficina. Pero no en la de nuestro banco, sino de otro.
Eso ya nos tenía que haber dado una pista, pero no nos la dio porque estábamos en shock por haber tenido que ponernos pantalones para salir a la calle. Que llevamos casi cuatro años teletrabajando, por favor, un poco de consideración.
-Bueno, es que nosotros no somos su banco, somos la entidad que gestionó el préstamo para su banco -nos explicó la Entidad Humana que tuvo a bien atendernos tan solo media hora después de la hora a la que nos había citado.
-Ah, claro, lo normal del capitalismo.
-Antes de nada, nos gustaría hacer un estudio personalizado de su situación.
La Entidad Humana que nos estaba atendiendo sacó una tablet. La tablet tenía una aplicación. La aplicación era la cosa más tonta en la que jamás se ha gastado dinero un banco, y mira que todavía tengo en casa llaveros del osito de Caja Madrid.
La Entidad Humana seleccionaba la palabra "ingresos", se abría otra pantalla en la que ponía: ingresos de persona 1, ingresos de la persona 2. La siguiente pantalla los sumaba. Entonces pasábamos a la pantalla "gastos", que daba paso a "gastos fijos", "gastos de educación", "gastos variables"... os hacéis una idea. 
Después de 45 minutos de agonía en los que me hubiera dado tiempo a hacerle lo mismo en una hoja de excel, la aplicación, y con ella la Entidad Humana, llegaron a la conclusión de que ZaraJota y yo teníamos una capacidad de ahorro de setecientos euros al mes.
Yo acababa de cobrar una nómica mensual de 813 euros. Así que me dio la risa.
-No puede ser -le dije.
-Todo el mundo se sorprende cuando lo ve.
-Me pregunto por qué será -ZaraJota me dio una patada por debajo de la mesa. Se ve que él no se preguntaba nada. 
-¡Porque nuestra capacidad de ahorro es mucho mayor de lo que creemos! Lo que pasa es que las personas nos ajustamos a nuestro salario: cuanto más tenemos, más gastamos.
Estaba a punto de decir que qué casualidad, que con la subida de la hipoteca y la inflación había descubierto que cuanto menos tenemos menos gastamos, pero vi la pierna de ZaraJota temblar ligeramente y no me atreví. 
Que tengo las canillas muy sensibles. Así que opté por un discreto:
-Ja.
-La gente cree que no puede ahorrar, y lo que pasa es que no tiene disciplina de ahorro.
-Nosotros tenemos una cuenta de ahorro. Y una para cada niño. Y plan de pensiones.
-Uf, es que los planes de pensiones no sirven para nada.
-¿Perdón?
-Verás el palo que te van a dar cuando te jubiles y quieras cobrarlo, jajaja, es que la gente se cree que los planes de pensiones son la panacea, pero si supieran el pastón que tienen que pagar a hacienda después...
Teniendo en cuenta que el único motivo por el que tengo plan de pensiones es porque el banco me obligó a contratarlo para concedernos la hipoteca, creo que reaccioné bastante bien: solo me mordí la lengua hasta sangrar y perder la capacidad de pronunciar correctamente las fricativas durante una semana.
-El caso -dijo ZaraJota, fingiendo que no me veía convulsionar-, es que la subida de la hipoteca ha limitado considerablemente nuestra capacidad de ahorro.
Es que habla poco, pero cuando se pone habla que da gusto.
-Tenéis un tipo variable, ¿no?
-Eso es.
-Ya, es que ha  subido mucho.
-Mucho -asintió ZaraJota, creyendo en su inocencia que por fin, después de tan solo una hora de mirar la tablet como imbéciles, íbamos a abordar el tema para el que nos habían citado.
-Pero cuando estaba baja no te quejabas, ¿eh? Los dos o tres años que el tipo estaba bajo bien que los has disfrutado.
-Sí, pe-pero...
-Nada, hay que estar a las duras y a las maduras. Y ya has visto que de todas formas tienes una capacidad de ahorro considerable, ¡setecientos euros al mes!
-No estoy seguro de que eso...
-Por eso nuestra Entidad ha considera que es el momento de que penséis a largo plazo y contratéis en Los Niños Son El Futuro Dame Tu Dinero y Mira Como Huyo -vale, es posible que el plan no se llamara así. Es posible que me esté dejando llevar por el rencor. Que si me sobrara tiempo para mirar una tablet durante una hora lo dedicaría a ver La Promesa, no una aplicación diseñada por el primo tonto de alguien, no sé si me explico.
-Pero... vosotros no sois nuestro banco -atiné a decir-. Sería una cuenta nueva, una aplicación nueva... No sé si tengo el cuerpo para más aplicaciones.
-Bueno, si lo es por la aplicación, no te preocupes.
-¿Podré acceder desde la de mi banco?
-No, ¡pero la nuestra es del mismo color!
Bueno, pues ya está, hemos arreglado el capitalismo.

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06 noviembre 2023

El robo del abrigo

 Vaya por delante que todo esto es culpa de Patchgirl, porque cuando empezó el frío yo saqué el abrigo del armario de los abrigos, en el que mayormente hay disfraces, y la verdad es que olía un poco a guardado, pero como teletrabajo y solo salgo a la calle para ir de mi casa al colegio y del colegio a mi casa y siempre voy andando pues pensé: ya se irá aireando.
Y tanto que se estaba aireando, que por Madrid hemos tenido unos vientos que si pillan a Scarlet O'hara la película hubiera durado diez minutos en vez de tres horas. Lo que pasa es que tenía que irme a Sevilla con Patch y pensé: este abrigo no está lo bastante aireado para pasarse doce horas pegaíta a nadie, seis de ellas en Iryo que eso es como en una lata de sardinas con rueditas.
Así que un par de días antes lo lavé en la lavadora, que lo mismo estáis pensando: pero dónde vas so loca, metiendo el abrigo en la lavadora, pero es que era un abrigo de Primark que compré súper rebajado y me ha salido buenísimo, ya lo había metido en la lavadora un montón de veces, sale estupendo y se seca en un plis. 
Y para que se secara aún más rápido que un plis, lo puse en la barandilla de la terraza, que es donde más da el sol. Y lo pillé con dos pinzas. La experiencia me dice que con dos pinzas es más que suficiente. La experiencia no contaba con semejante vendaval. 
Así que el abrigo un minuto estaba en la terraza y al minuto siguiente no estaba.
-Mierdaaaaa...
La vecina de abajo tenía medio echado el toldo y no podía ver la acera, así que le dije a ZaraJota que bajara un momento a la calle, porque él estaba vestido y yo no. Y porque no estaba segura de, en un momento de despiste, haber recogido yo misma el abrigo y haberlo metido en la nevera o algo así.
Cosas más raras se han visto.
ZaraJota bajó a la calle a todo correr y no se encontró el abrigo en la acera. Ni en la calzada. Ni encima de ningún coche. Así que pensó: a lo mejor está debajo.
Así que se puso a mirar debajo de los coches en lo que vienen siendo cuatro patas y la mirada de las mil yardas porque en fin, el numerito por un abrigo de Primark que como mucho me costó diez euros, pero es que no sabéis lo cómodo que es. Era.
Bueno, pues estaba ZaraJota así en mitad de la calle cuando llegó la vecina y decidió interactuar con él porque tiene fama de ser el simpático de la familia:
-¿Qué ha pasado? ¿Se ha escapado el gato?
-No, el abrigo de mi mujer.
Y así fue como la vecina empezó a evitarle a él también.


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Se viene libro nuevo...