24 septiembre 2018

Lo del wifi, 4

Previously in Lorz...
El amor está muy bien, pero el wifi es el wifi.


Mi padre llegó al pueblo con mi madre, la Tita del Puerto, Hermano Mediano, Hermano Pequeño y la rana croando debajo del agua.
Y el router inalámbrico.
-La contraseña está dentro -me dijo, dándome el cacharrito-, pero como no hay dios que lo abra te la apunto aquí.
-Sí, sí -le dije, sin escuchar realmente porque estaba muy ocupada acariciando el router.
Además, en ese momento la situación era totalmente caótica porque las casas en el pueblo tienden a ser muy estrechas y a crecer acumulando pisos hacia arriba, verigracia:

Esta NO es la casa de mi abuela, 
por favor no llaméis al timbre preguntando por "Lorza"
 que lo mismo se lo toman a mal. 

Y allí se habían dejado caer de pronto cinco personas, más las cuatro que ya había, con todo su equipaje, y de pronto había gente, maletas, bolsas, gafas de sol y botas de trekking por todas partes, y ni un solo centímetro libre para hacer cosas tan locas como moverse de un lado para el otro, así que me puse a recoger cosas, esta maleta al dormitorio, este bolso al perchero, ese papelito con unos números misteriosos a la basura y todo así.
Tuvimos un día de locura total, y por la noche, cuando me tumbé en la cama, me di cuenta de que no había tenido ni un minuto para conectarme al dichoso wifi.
Entonces agarré el móvil y me dije, allá vamos.
Le di a conectar y me pidió la contraseña y entonces me di cuenta de que no tenía la contraseña.
-M**rd*****.
Recordaba vagamente que mi padre la había apuntado en alguna parte, pero ¿dónde?
Me levanté y de puntillas empecé a recorrer las habitaciones buscando un papel o algo donde mi padre pudiera haber anotado la contraseña, pero no había nada porque como ya os he dicho el desorden me pone muy nerviosa y me había dedicado a ir poniendo todo en su sitio: esta maleta al dormitorio, este bolso al perchero, ese papelito con unos números misteriosos a la basu...
M**RD*.
Bajé a la cocina y miré dentro del cubo de la basura. El sobre misterioso asomaba por debajo de una cosa viscosa de color naranja fosforito que deduje procedía de una lata de mejillones.
M**rd*.
Pensé en cogerlo pero tengo mis principios y no estaba dispuesta a hurgar en la basura solo para conectarme a internet.



Vale, lo cierto es que saqué el sobre de la basura y los números no se leían bien.
No me juzquéis, llevaba cinco días sin internet, vosotros habríais hecho lo mismo.
Muy bien, Lorz, no pasa nada.
La contraseña está apuntada DENTRO del router.
Solo tengo que abrir el router.
Subí a la salita, que era el último lugar donde se había visto con vida al susodicho.
En la salita había un Hermano Mediano durmiendo en un sofá y un Hermano Pequeño durmiendo en un colchón en el suelo pero ningún router.
M**rd*.
Encendí la luz y empecé a mirar por debajo de la mesa, por debajo del sofá, por debajo de mis hermanos.
-¡LORZ! -me gritó Hermano Mediano, que ahora que sale el tema ya le vale ponerse a gritar, o sea, que en esa casa había gente durmiendo-. ¿SE PUEDE SABER QUÉ HACES?
-Estoy buscando el router.
-Es que son las dos de la mañana y estamos intentando dormir.
-Ah, pues por mí no paréis, que no me molestáis para nada.
Hermano Mediano me dijo ciertas cosas que no se le deberían decir a una pobre chica inocente como yo y no me quedó más remedio que irme.
Sin el router.
De todas formas, no parecía que estuviera allí.
Bueno, tenía varias opciones.
La primera era volverme a la cama y dormir, pero todo este asunto de no tener internet me había puesto muy nerviosa y no creía que pudiera conciliar el sueño.
La segunda era volverme a Madrid, dónde internet, simplemente, ESTÁ. Pero como no tenía internet no podía mirar los horarios de los autobuses. O sea, podía ir a la parada y mirar los horarios pero tenía que andar como doscientos metros para eso. Impensable.
La tercera era preguntarle a mi padre por la ubicación exacta del router. El problema es que mi padre estaba durmiendo en el sobrao, que da un miedo que no veas.



El sobrao, de día. 
No tengo fotos de noche porque de noche no subo ahí ni loca.

Además está el asunto de que el tejado está hecho polvo, pero hecho polvo en plan se ve el cielo, y diréis, qué bonito y qué romántico para dormir debajo de las estrellas. Y yo os diré: MURCIÉLAGOS. COLÁNDOSE POR AHÍ. TODA LA P*T* NOCHE.  


El agujero en el tejado. 


Y luego está la parte en la que se oyen pisaditas, gañiditos y bufiditos misteriosos. 
No tengo foto de la zona que tiene la instalación eléctrica mal 
y si le das al interruptor de la luz la bombilla empieza a encenderse y a apagarse sola 
hasta que estalla.  
O sea, el sobrao de noche es un no-no.


Así que hice de tripas corazón y me volví a la cama. Sin internet. Imaginaos mi lamentable estado. O sea, con esto Dickens te escribe tres novelas. 
Bueno, pues a la mañana siguiente le pregunté a mi padre amablemente DÓNDE C*Ñ* ESTABA EL ROUTER. 
-Ah -dijo, como si fuera lo más normal del mundo-. Lo llevo siempre en el bolsillo. 
Nota mental: ponerme guantes para tocar el router.
-¿Por qué nadie en su sano juicio llevaría siempre el router en el bolsillo? 
Dicho sea desde el respeto y sin acritud, ¿vale?
-Pues porque en esta casa las paredes son muy gordas. 
Me parece a mí que llevar el router tan cerca le está empezando a afectar el celebro. 


Continuará...


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17 septiembre 2018

Lo del wifi, 3

Previoulsy in Lorz...
¿Por qué las tuberías revientan a mi paso?


Pues ZaraJota, los niños y yo estuvimos en el pueblo estupendamente unos días, pero había una nube en el horizonte de nuestra felicidad: no teníamos wifi.
Mientras estaba tumbada al sol en el césped, escuchando el suave susurro del agua del río correr y los menos suaves berridos de los niños al jugar, con un refresco en una mano y algo ligerito para picar, yo qué sé, cochinillo o morcilla o churrasco en la otra, pensaba en el wifi y unos gruesos lagrimones resbalaban por mis mejillas.
-Se fuerte, Lorz -me decía a mí misma-. Tú puedes aguantar sin wifi.
Pero cuando ya llevaba tres o cuatro días la situación se hizo insoportable y ZaraJota llamó a mi familia.
-¡La he pillado subiéndose al tejado para lamer la parabólica del vecino! ¡LA PARABÓLICA! ¿Pero de dónde se ha sacado esta g*l*p*ll*s la idea de que puede pillar señal chupando una parabólica?
-Parecía una paellera -me defendí.
-¿Y DE DÓNDE HAS SACADO LA IDEA DE QUE SE PUEDE PILLAR SEÑAL DE INTERNET CHUPANDO UNA PAELLERA?
ZaraJota es que es así: siempre está cuestionando el método científico.
Total, que mis padres decidieron intervenir.
-Mañana mismo voy -me dijo mi padre- y te llevo el router portátil.
-Vale.
-Me llevaré a tu madre, claro. No me gusta conducir solo.
-Claro, a ver con quién discutes si no.
-Ahora que lo pienso, está aquí la Tita del Puerto. No podemos dejarla en Madrid, ya que ha venido a vernos.
-Claro, claro, que se venga.
-Y tendremos que llevarnos también a Hermano Mediano. Tiene 36 años y hace dos que no vive en casa, pero no vamos a dejarlo aquí solito, pobre.
-Claro, claro, lo que sea.
-Y a Hermano Pequeño. Tiene 33 años y hace casi diez que no vive en casa. De hecho ni siquiera quiere venir. Pero se viene.
-Claro, claro.
-Y bueno, ya que estamos allí no vamos a volvernos en el día. Estamos pensando en quedarnos una semana o así.
-LO QUE SEA PERO TRÁEME EL ROUTER YA.
Por desgracia, ZaraJota no era exactamente de la misma opinión.
-Lorz, si crees que voy a quedarme una semana en la casa de Norman Bates con toda tu familia estás muy equivocada.
-Pero...
-No me gusta tener que ponerte en esta situación, pero esta vez vas a tener que elegir: o tu familia o yo.
-ZaraJota -le dije con los ojos anegados en lágrimas-: sabes que yo siempre te elegiría a ti por encima de cualquiera, incluso de mi familia.
-Gracias.
-Pero es que ellos tienen wifi, así que arreando.

Continuará...







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10 septiembre 2018

Lo del wifi, 2

Previously in Lorz...
50%

Bueno, me están preguntando que por qué si soy de Córdoba la casa de mis abuelos está en Villanueva de la Vera, que no está ni en la misma provincia y yo casi diría que ni en la misma comunidad autónoma, y del país no digo nada porque seguro que ofendo a alguien tanto si digo que sí como si digo que no. 

Esta es la historia muy resumida: 

cuando mi abuelo (natural de Rute pero nacido en Iznájar, guardia civil en Blanes y otros puntos de Cataluña, después vivió muchos años en Madrid, donde falleció) tenía cerca de setenta años, se fue a pasar un fin de semana a la comarca de la Vera (Cáceres), donde no había estado en toda su vida, y aquello le gustó tanto que vendió la casita de la playa y se compró una casa semirruinosa en Villanueva con la idea de irla reformando poco a poco, lo que pasa es que en el entretanto le detectaron un cáncer y se murió y la casa se quedó así un poco de aquella manera. 

Para ser justos, el abuelo nos preguntó en su momento qué nos parecía todo el proyecto y le dijimos que era su casa y su dinero y que hiciera lo que le pareciera bien, pero a la hora de la verdad fue como si vendieran el único trozo de mi infancia que quedaba entero (la casa donde crecí se cae a cachos, la casa de mi bisabuela se echó abajo para hacer pisos, la casa de mis otros abuelos... bueno, esa es otra historia), cosa que me dejó muy j*d*d* y que hizo que le cogiera tanta manía al pueblo que empecé a llamarlo, nunca lo adivinaréis Villamatojo (del Arbustillo). 
Ahora que tengo hijos y veo cómo el pueblo se va convirtiendo en un trozo sin playa de su infancia empiezo a reconciliarme con la dichosa casa, y creo que ha llegado el momento de pedir disculpas al pueblo, que es muy bonito y os recomiendo visitar, a ser posible hablando en voz baja, que en esas calles retumba todo, j*d*r, un respeto.

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Que ZaraJota encontrara la llave de paso del agua nos vino muy bien porque así nos pudimos duchar, que es una cosa que no hacemos a menudo pero las vacaciones están para eso, para salirse de la rutina y tal.
ZaraJota se duchó el primero porque yo albergaba la esperanza de que se acabara todo el agua y no tuviera que ducharme, pero resulta que los veranos en esa zona no tienen NADA que ver con los veranos en Córdoba y hay agua para aburrir a un tonto, incluso si ese tonto soy yo, que no tengo hartura.
Por eso me extrañó mucho cuando ZaraJota salió de la ducha y me dijo:
-El agua tiene poquísima presión.
-Bueno, es que si está estresada en plenas vacaciones es para preocuparse.
-No, no: que sale muy floja.
-Bueno, tú también me has salido muy flojo y no te lo voy echando en cara todo el día.
-Que apenas sale agua, Lorz.
-Ah. Pues antes he llenado la regadera y ha salido perfectamente.
-Ya, pero en cuanto levantas un poco la alcachofa el agua deja de salir.
-Pues no levantes la alcachofa, que de verdad que no hace falta que limpies las verduras mientras te duchas, que hay agua de sobra.
-Es que si no levanto la alcachofa no me puedo mojar la cabeza.
Ahí me quedé un poco pillada, que lo mismo es que usa la alcachofa como tratamiento capilar y yo todo este tiempo comprándole champús anticaspa como una g*l*p*ll*s.
-Pues agáchate, yo qué sé, y de verdad deja de mojar las alcachofas que luego se ponen marrones y me dices que no te gustan.
Que tengo que estar yo a todo.
-Bueno, dúchate tú y verás.
Y eso hice: me metí en la bañera, cogí el duchatrón, abrí el grifo, y no salió ni una gota por arriba, porque toda salía por abajo.
-Creo que el tubo se ha pasado -le dije a ZaraJota-, vamos a tener que cambiarlo.
Obsérvese el plural mayestático, que se debe a que yo no tenía la menor intención de cambiar nada porque en casa tenemos las tareas perfectamente divididas: yo rompo las cosas y ZaraJota las repara.
ZaraJota no se alteró lo más mínimo porque está más que acostumbrado a las averías acuáticas y además no me estaba escuchando, pero al día siguiente, cuando volvió a ducharse (ahora que lo pienso, ZaraJota se ducha mucho cuando tiene que estar en casa conmigo) decidió por su cuenta que, efectivamente, había que cambiar el tubo, y lo cambió y con eso todos felices.
Casi.
El día siguiente me fui a duchar, que ahora que lo pienso yo también me estuve duchando mucho en el pueblo, que lo mismo va a ser un virus o algo, y cuando abrí el grifo no salió nada por arriba.
Me agaché para mirar la unión del tubo con el grifo y le hice toc-toc con el dedito Y DE PRONTO EMPEZÓ A SALIR AGUA POR TODAS PARTES, EN SERIO, AQUELLO ERA COMO EL TITANIC SOLO QUE EN VEZ DE LLEVAR UN VESTIDO CHULO ESTABA EN PELOTAS, Y ME CAÍ PARA ATRÁS, Y ME RESBALÉ PORQUE LA ALFOMBRILLA ANTIRESBALONES DE LA BAÑERA TIENE MÁS AÑOS QUE LLAMARSE ANGUSTIAS Y YA NO SE QUEDA PEGADA A LA BAÑERA, Y ME FUI A AGARRAR DE LA CORTINA Y NO SÉ CÓMO AGUANTÓ AQUELLO, Y ADEMÁS DIO IGUAL PORQUE ME PEGUÉ UNA TORTA QUE HE ESTADO TRES SEMANAS CON UN MORATÓN EN EL MUSLO TAN GRANDE COMO MI MANO.
Cerré el grifo como pude y lo estudié de cerca: corrosión generalizada. La unión grifo-tubo estaba totalmente podrida.
-¿Y ahora cómo solucionamos esto? -le pregunté a ZaraJota cuando conseguí cerrar el grifo y salir de allí.
-Pues habrá que esperar al lunes, porque un sábado por la tarde y en mitad del puente de agosto ya me dirás dónde encontramos un fontanero.
-¡Pero es que mañana viene mi familia al completo, acuérdate!
-Anda, Lorz, es verdad. Pues entonces ya sé lo que voy a hacer.
-¿Sí?
-Sí: volverme a Madrid.
Así entre nosotros, no estoy segura de que eso sea exactamente una solución.

Continuará...



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03 septiembre 2018

Lo del wifi, 1

Todo empezó cuando cogimos a los niños y unas setecientas maletas, tirando por lo bajo, los metimos en el coche, hicimos doscientos kilómetros y nos plantamos en un pueblo al que, para mantener su anonimato, llamaré Villanueva de la Vera.
El pueblo es muy bonito y la casa de mis abuelos es muy bonita pero más bonito aún era tener una casa en la playa y por más vueltas que le doy no sé qué parrús le entró a mi abuelo para venderla y cambiarla por esta y tiene una puerta muy bonita con una llave muy bonita que no abre. 
-Tu padre me ha dado una llave que no abre -me dijo ZaraJota. 
-Claro, claro, qué casualidad que cuando hace algo mal es mi padre. 
-Es que es tu padre. 
ZaraJota es que es así, muy de ensañarse con los que tenemos padre. 
-¿Y no te ha avisado?
-Sí, me dijo que tenía una llave que funcionaba y otra que no, pero que no sabía cuál era cuál, y que me daba esta porque total, tenía un 50% de posibilidades de ser la correcta. 
-¿Y no podía darte las dos?
-¿Para qué quiero dos llaves si solo hay una puerta? 
Me quedé mirando a ZaraJota con la boca abierta porque no es frecuente que me sienta más lista que él, pero en ese momento me estaba haciendo sentir como un premio Nobel, y no precisamente el de la paz.
Estábamos en estas cuando salió el vecino de delante, y obsérvese que no digo "enfrente"sino "delante", porque la calle tiene como un metro de ancho. 
-¿Que, a pasar unos días aquí?
-Sí, aquí. Literalmente aquí. No podemos abrir la puerta. 
-Ah, la puerta. Es que tiene truco. 
-Sí: traer la llave correcta. 
-Que no, que no, que tiene truco. 
ZaraJota hizo lo que le dijo el vecino y la puerta se abrió y entré con la desesperación de una madre: con la vejiga a punto de reventar, y sin atreverse a decirlo por si los niños se acuerdan de que ellos también. 
Estaba meando empolvándome la nariz cuando me llegó de nuevo la voz de ZaraJota. 
-Lorz, no encuentro la llave del agua. 
-¿No te la ha dado mi padre? 
-¿¡Cómo me va a dar la llave del agua!?
-Ay, no sé, como ahora estáis en plan súper compis, todo el día dándoos llaves...
-La llave del agua tiene que estar en la casa.
-Y la llave de la puerta tiene que ser capaz de abrir la puerta, y mira.  
-Voy a llamar a tu padre -me dijo ZaraJota. Y al rato-: Que dice tu padre que la llave de paso está fuera de la casa. 
-¿No me habías dicho que tenía que estar en la casa?
-Bueno, puede estar en la casa o fuera de la casa. Las posibilidades estaban al 50%.
Como las de recibir una colleja ahora mismo.


Continuará...




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