21 enero 2019

La incursión

Bueno, estaba aquí que si lo cuento que si no, y como no se me ocurre nada mejor lo voy a contar.

Pues veréis: teníamos un montón de trozos de porexpan, 60 metros de luces de navidad y un faldón con el nombre del colegio. Entonces la junta municipal del distrito nos dio un camión y lo convertimos en una carroza para la cabalgata de reyes.
De paso, aprendí una valiosa lección: no hay nada que no se pueda resolver con bridas y cinta de doble cara.
La pistola de silicona, en cambio, deja de ser práctica en cuanto las temperaturas bajan de cero. Por si os lo estáis preguntando. 
Bueno, pues hicimos la cabalgata y así como a las nueve de la noche teníamos a dos niños hiperexcitados, revolucionados y hasta arriba de azúcar, y no de los caramelos (que eran sin azúcar) sino de la merendola que nos habíamos zascado in itinere.
ZaraJota, que acababa de andarse seis kilómetros en el cordón de seguridad de la cabalgata, observó a los niños así como de soslayo y me dijo:
-Me voy a ayudar con el desmontaje me la carroza.
Y se largó, y me dejó a mí con los niños hiperactivos, que no sé por qué nos cogimos el autobús de vuelta porque tal y como estaban podían haber vuelto a casa corriendo. Tres veces. Conmigo en brazos.
Total, que llegamos a casa, consigo tranquilizarlos, los mando a la cama con la vaga promesa de que los mismo vienen los reyes magos esa noche (o no), y me siento en el sofá a tomarme El ColaCao de La Paz, que yo sé que es muy malo y tiene mucho azúcar y lo mismo ya soy un poco mayor, pero esos cinco minutos de tranquilidad mirando al vacío mientras me lo tomo son gloria bendita.
Entonces el grupo de WhatsApp de padres se volvió loco.
"Alguien ha entrado a robar al colegio ☹️"
"Cómo?"
"No puede ser 😥"
"Que sí, que alguien ha entrado a robar"
"Hoy?"
"Ha ido la policía?"
"TODAVÍA ESTÁN DENTRO"
"Hay luz en la biblioteca 😨😨😨"
Entonces recibí una llamada de ZaraJota.
-Soy yo.
-Ya sé que eres tú, lo pone en la pantalla del móvil.
-No, el del colegio.
-¿Y qué haces robando en el colegio?
No es por nada, pero puestos a robar mejor se va uno a otro sitio, sobre todo porque los Reyes Magos y la junta del distrito estaban repartiendo chocolate a menos de cincuenta metros y estaba aquello de bote en bote. 
O sea: repartiendo. Comida gratis. En Carabanchel.
No cabía una viej... anciana más, así os lo digo.
Pero ZaraJota seguía ahí, a lo suyo.
-QUE NO ESTOY ROBANDO, JODER. 
-Claro que no.
Y le guiñé un ojo. Pero él no lo vio y se lo tomó fatal. 
-QUE HE VENIDO A TRAER LOS MATERIALES DE LA CABALGATA.
-Pero hombre, cómo se te ocurre encender las luces del colegio en plena noche, que las ha visto todo el barrio y se han pensado que eran ladrones.
-Si te parece me meto en el colegio a oscuras.
-Hombre, tanto como a oscuras no, con una linterna o algo.
-Claro que sí, y un pasamontañas también.
-¿Un pasamontañas? ¿Por qué? ¿Tienes frío?
-QUE LES DIGAS QUE NO LLAMEN A LA POLICÍA.
-Creo que han llamado ya.
-Ay... espero que el AMPA tenga presupuesto para fianza.
-Pues no sé si el AMPA estará para muchos dispendios: se ve que esta noche han entrado a robar al colegio.

14 enero 2019

La ballena

Aunque es un poco tarde, voy a contar esto porque no me lo quiero guardar dentro.

Este año, el AMPA del colegio al que van Nena-chan y Nene-kun ha tenido la oportunidad de participar en la cabalgata del barrio. 
A mí estas cosas me gustan más que a un tonto un lápiz. O sea: manualidades+hacer el payaso+caramelos. ¿Qué puede salir mal?
Luego me enteré de que estaban trabajando con una pistola de silicona caliente. 
EL SUEÑO DE MI VIDA HECHO REALIDAD AL FIN. 
Lo que pasa es que por cuestiones laborales no pude participar hasta el final. 
-Uy, uy -me dijo ZaraJota, que se implicó en el proyecto desde el principio-, que pena que justo cuando tú te incorporas a los talleres yo tenga que dejarlos. 
-Pero si son por la tarde y tú solo trabajas por la mañana... 
-QUÉ PENA QUE TENGA QUE DEJARLO. 
A pesar de la deserción de ZaraJota me fui a los talleres con mucha ilusión.
Bueno, ilusión y un jersey fino, porque ZaraJota me había dicho que en los talleres pasaba mucho calor. 
Lo que no me había dicho es que hasta entonces los talleres habían sido en días lectivos, por la tarde, cuando la calefacción ya llevaba siete u ocho horas funcionando y los niños cinco o seis emanando calor humano... Mientras que cuando yo fui el colegio llevaba cerrado una semana, con la calefacción apagada y las ventanas del taller abiertas (por la pintura). 
Y estábamos bajo cero. 
Y yo llevaba un jersey fino. 
A dios pongo por testigo que jamás en la vida he pasado tanto frío como sentada en aquel suelo helado, en un pasillo lleno de corrientes, con todas las ventanas abiertas de par en par, en pleno enero. 
Hacía tanto frío que la pantalla táctil del móvil no reconocía mis dedos como algo vivo. 
Hacía tanto frío que no me animaban ni los vapores combinados del pegamento y la pintura. 
Hacía tanto frío que cuando salimos a la calle nos pareció que hacía calor. 
Por el lado positivo, ya tengo congelados unos cuantos óvulos, por si acaso. 
Cuando llevábamos dos o tres horas haciendo el remake en seco de Titanic, llegó el momento culminante: había que pintar una lona con spray. 
La lona era muy grande y no cabía en el taller. Ni en el pasillo. 
-Saquémosla al patio. 
Eran las ocho de la tarde y el patio estaba a oscuras. La temperatura ambiente ni la menciono porque creo que ya os habéis hecho una idea. 
Extendimos la lona donde parecía que había un poco más de luz y nos encontramos con otro problema: teníamos que pisarla y se iba a manchar. 
Entonces se me ocurrió una idea genial. 
-Deberíamos quitarnos los zapatos. 
En mi defensa debo decir que al resto de los padres presentes les pareció buena idea (o al menos no manifestaron lo contrario). 
Así fue como acabamos: tres adultos descalzos en el patio de un colegio, bajo cero, en la noche del dos de enero, a oscuras, pintando con spray. 
A esas alturas yo solo me preocupaban tres cosas: que no se me necrosaran los dedos de los pies, cómo era posible tener un corte de digestión si no me estaba bañando a la hora de la siesta, y que los vecinos llamaran a la policía. 
En realidad, más que la policía me preocupaba la directora. 
No importa la edad que tengas: nadie quiere acabar en el despacho de la directora. 
Pero decidí disimular, porque se supone que soy un adulto responsable y eso. 
-Oye -le dije a ZaraJota, que al final había aparecido por allí y también estaba descalzo, spray en ristre-, y si viene la policía, ¿qué le decimos?
ZaraJota se lo pensó. 
-Que traigan mantas. 

07 enero 2019

Solo sé que no sé nada, 5 y ya

Previously in Lorz...
El wifi, mi archienemigo.


Pues estaba yo tan tranquila sin meterme con nadie durmiendo la siesta mientras mi madre se ocupaba de mis dos hijos en pleno subidón de azúcar cuando llegó la Tita del Puerto.
-Niña, tú que estás más acostumbrada a internet, ¿me ayudas, que quiero comprar una cosa y no puedo?
Me levanté inflada como un pavo. SuperLorz al rescate de la sesentona analógica, allá voy.
Me senté delante del portátil. La Tita ya tenía abierta la web de la tienda.
-A ver, ¿tienes cuenta?
-Claro, mujer: una para los gastos diarios, otra para mis ahorritos...
-De correo. Cuenta de correo. Para entrar en la web.
-Claro: canario@correo.es
Como os podéis imaginar, los datos son falsos. 
Pero el resto os juro por la gloria de mi madre que es 100% verídico. 
Tecleé canario@correo.es y en la pantalla apareció

cnrio@correo.es

-Pero qué coj...
-Ay, sí, niña, que la a no funciona. Espera -mi tía sacó de detrás del portátil un teclado inalámbrico-. Toma usa este. Es el que uso yo.
Empecé a teclear en el inalámbrico.

canrio

cnari

canao

caca

caca

caca

-¿Qué te pasa?
-No sé, que no me apaño con el teclado inalámbrico.
Entonces mi tía tuvo una idea genial.
Probablemente la más genial de la historia.
-Vale, pues escribe con el teclado normal, y yo pongo las aes cuando me avises.
-Vale.
Que conste en acta que en aquel momento nos pareció superlógico.
¿Habría sido más lógico que ella escribiera todo donde yo le fuera indicando?
Seguramente sí.
¿Por qué no lo hicimos así?
Porque no se nos ocurrió, señores del jurado. NO SE NOS OCURRIÓ.
Así que tecleé una c.
Le dije a mi tía que pusiera una a.
Tecleé una n.
Le dije que pusiera una a.
Tecleé rio@correo.es.
-Ya está le dije. ¿La contraseña?
-Alpiste.
-Vale, pulsa una a...
Bueno, os vais haciendo una idea...
Pues no. No os hacéis una idea. Porque después de pasar por todo el proceso nos salió este bonito mensaje:

El nombre de usuario o la contraseña son incorrectos. 

-Ay, pues nada, prueba con "arroz".
-Vale, pulsa una a...
Media hora más tarde...
-No, arroz tampoco.
-Prueba con "ananas".
-Vale, pulsa la a...
Pero tampoco era ananas, ni amanda, ni lalala...
Entonces se me encendió la bombilla.
-Tita, ¿seguro que tienes cuenta?
-Claro.
-¿Como cliente? ¿De esta tienda online?
-Ah, no. Es la primera vez que entro.
-Ajá.
-¿Pulso una a?
-No. Vamos a crearte un usuario nuevo, ¿vale?
-Vale.
Entramos a crear el usuario nuevo y, salvo el diminuto problema con la a, todo fue más o menos bien.
Los problemas empezaron cuando llegamos a la dirección.
-Voy a ponerlo todo en mayúsculas -le dije-, que queda como más lustroso.
-Vale.
-A ver, dime la dirección.
-Calle Latinoamérica, residencial Argentina, edificio La Pampa, escalera A, puerta A, El Puerto de Santa María, Cádiz.
Esto debe ser el famoso humor gaditano, porque si no no me lo explico.
-Tiene que ser broma -le dije a mi tía.
-No.
-Vale.
Para entonces ya estábamos perfectamente compenetradas, y tecleamos del tirón.

CaLLELaTINOaMERICa

Espera, ¿qué?
-Tita -le pregunté, porque ya me esperaba cualquier cosa-, ¿en ese teclado no funcionan las mayúsculas?
-Claro que funcionan: le estoy dando sin problemas cada vez que tengo que poner una a. 
-Ay. A ver. Si yo tengo marcadas las mayúsculas en este teclado, y tú le vuelves a dar en ese, lo que hace el ordenador es QUITAR las mayúsculas. ¿Entiendes?
-No. 
-NO TOQUES LAS MAYÚSCULAS. 
-Vale. 
Volvimos a teclear.

CaLLELaTINOaMERICa

-¡Tita, le estás dando a las mayúsculas!
-¡Es que no puedo evitarlo, es como un tic nervioso!
-Venga, intentémoslo de nuevo: yo pulso la C. Tú NO PULSAS LAS MAYÚSCULAS y le das a la A...

Media hora más tarde:

CALLELATINOAMÉRICA

Espera, ¿qué?
-Ay, niña. Que se me olvidó decirte que en ese teclado tampoco funciona la barra espaciadora.
-Es un programa de cámara oculta, ¿verdad?
-No te preocupes: tú le das a todo en el teclado del portátil, y yo le doy al espacio y a la a...
-SIN PULSAR LA MAYÚSCULA.
-...sin pulsar la mayúscula, en el teclado inalámbrico.
-Vale.

No me voy a entretener en describir la pesadilla que es escribir

CALLE LATINOAMÉRICA, RESIDENCIAL ARGENTINA, EDIFICIO LA PAMPA, ESCALERA A, PUERTA A, EL PUERTO DE SANTA MARÍA, CÁDIZ

con un teclado al que no le funciona la a ni la barra espaciadora, y teniendo que avisar a tu tía para que le dé a la a SIN PULSAR LA MAYÚSCULA y a la barra espaciadora en un teclado inalámbrico cada vez que lo necesitas.
Para cuando terminamos yo sudaba como un jamón del güeno y había perdido cinco kilos, que lo mismo tengo que hacerlo más a menudo, no digo yo que no.
-Bueno, pues ya está -le dije a mi tía cuando por fin completamos la dichosa compra.
-Ay, niña, gracias.
Gracias, dice.
-De nada.
-Es que de verdad, si lo tengo que hacer yo sola hubiera tardado una hora. Pero la gente joven es que abre la pantallita y todo les parece fácil.
"Fácil", dice.