25 septiembre 2017

Vacaciones en el pueblo, 4 y ya, que estaréis deseando saber si nos cambian el horno; nosotros también

Previously in Lorz...
El cochino jabalín.


Pues veréis.
Cada vez que mis niños corrían por la calle, o saltaban en la venera, o chapoteaban en la fuente, o recorrían a pie el kilómetro y pico hasta la piscina, o, simplemente, flotaban piscina arriba, piscina abajo, siempre había un amable viej... anciano nativo que, mirándolos con una sonrisa de oreja a oreja, decía:
-¡Qué bien se lo están pasado! ¡Esta noche van a caer rendidos!
El problema, creo, es que me lo decían a mí, y los niños no se daban por enterados, y cuando llegaba la noche estaban tan frescos.
Pero yo no.
Y una noche, después de parque, piscina, venera, todo ello intercalado con mucho subir piso arriba y piso abajo, Bebé-kun no se dormía, y no se dormía, y no se dormía, y no se dormía, y no se dormía, y no se dormía y de pronto ¡plof! se durmió.
Y entonces unos niños pasaron por debajo de mi ventana gritando algo así como "marcoasensio", sea lo que sea eso.
Bebé-kun abrió un ojo y lo volvió a cerrar.
Vale, no pasa nada.
Las calles son estrechas y retumban mucho y la gente pasa hablando alto sin darse cuenta, pero ha sido un momento y ya está.
Y entonces otra vez:
-¡MARCOASENSIO! ¡MARCOASENSIO! ¡MARCOASENSIO!
Los niños estaban dando carreras alrededor de la manzana y gritando "marcoasensio" a todo pulmón a las mil de la noche así, porque sí, y cada vez que pasaban Bebé-kun abría el ojillo y se removía, y, la verdad, por mí como si se ponía a bailar la macarena, pero es que solo se duerme con la teta en la boca, y aquella noche ya tenía la "nita" en carne viva y no podía más.
La decimocuarta vez que pasaron gritando por debajo de mi ventana, Bebé-kun se despertó y, sorpresa, pidió teta.
Así que a la decimoquinta vuelta me asomé a la ventana y les dije a los niños muy amablemente que se fueran a gritar a su p*t* casa.
Puede, PUEDE, que en ese momento llevara una teta al viento y pelos de loca.
Lo único que puedo deciros con seguridad es que los marcoasensios desaparecieron como si les persiguiera una loca asesina, que no era el caso, porque a mí lo de matar me da como mucha pereza, y además llevaba un camisón blanco que luego se lava fatal.
Me volví a la habitación muy satisfecha de mi victoria, pero apenas me había dado tiempo a tuitearlo cuando ya tenía a los niños otra vez.
Solo que esta vez no daban vueltas, sino que se quedaban directamente debajo de mi ventana en plan serenata.
-¡MARCOASENSIO! ¡MARCOASENSIO! ¡MARCOASENSIO!
La p*t*...
En cuanto oyeron que subía la persiana salieron revoleados, pero poco. Se pararon nada más doblar la esquina. JUSTO DELANTE DE MI OTRA VENTANA. Porque, por un extraño fenómeno de la naturaleza, cuando una casa hace esquina lo normal es que las dos paredes que se tocan le pertenezcan. Pero se ve que dios o te da pulmones para gritar o cerebro para pensar, y en este caso estaba claro lo que había tocado en el reparto.
Total, que se pusieron delante de la ventana de mi cocina a maquinar un plan.
-Contamos hasta diez, y cuando yo diga YA salimos todos corriendo y volvemos a gritar fuerte, ¿vale?
Estuve muy tentada de asomarme por la ventana de la cocina y decir "vale", pero es que lo mismo les daba por infartar y encima la culpa me la iba a cargar yo.
Es ese momento me planteé varias vías de actuación:
-Escupir. Idea rechazada porque eran muchos y no me iba a cundir.
-Llenar el orinal con fluidos corporales y vaciarselo encima. Idea rechazada porque no me apetecía hacer pipí.
-Usar la pistola de agua de Nena-chan para lanzarles tomate frito. Esta era la idea que más me tentaba porque iban todos de blanco y tonos pastel. Por otra parte, me daba un poco de miedo manchar las paredes de la casa de enfrente.
Al final opté por lo que me pareció más sensato. Los dejé dar un par de vueltas alrededor de la casa, y cuando ya se estaban envalentonando abrí de pronto la puerta y se encontraron conmigo de morros.
(Inciso: ya me había guardado la teta)
-¡Tú, tú, y tú! ¡Quiero hablar con vuestra madre AHORA MISMO!  -les dije.
-¿Para qué?
-¡Para intercambiar recetas, no te j*d*! ¿A vosotros os parecen horas para estar gritando por la calle? ¡En esta casa vive un bebé! ¡En esa, un anciano al que acaban de operar del corazón! ¡Y en esa otra... -lo único que recordaba de los otros vecinos es que de su casa salía un olor como a incienso, no sé si me explico-, en esa otra...!
El marcoasensio nº 1 aprovechó que yo estaba perdiendo carrerilla.
-¡Esto es el colmo! -me dijo, indignadísimo. Y se fue corriendo.
Me senté en el escalón de la entrada a esperar que volvieran. Hacía fresquito y olía a incienso y se estaba muy bien. Además, la calle hace como un embudo, y podía oír a los marcoasensios hablar con su madre.
-Mamá, ¡una señora gorda nos está diciendo COSAS!
Jopé, pensé, pues sí que les ha cundido el camino, les ha dado tiempo a hablar con otra persona y todo.
-¿Qué señora ni qué señora? -les contestó la madre-. Anda, iros a jugar a la calle y dejadme un rato tranquila.
Me da a mí que esto no va a funcionar.

* * *
Al día siguiente, cuando Nena-chan y Bebé-kun estaban jugando en la venera, aparecieron los marcoasensios e intentaron arrinconarlos, pensando, al parecer, que la media docena de adultos de alrededor no iba a hacer nada al respecto.
A saber de que experiencia vital propia habían sacado semejante conclusión.
Total, que les planté cara.
-Vosotros sois los que estabais gritando anoche, ¿no?
Los marcoasensios se quedaron callados, mirándose entre ellos, hasta que uno dice:
-Yo no, fueron este, este, y este.
De verdad, qué familia más encantadora.

* * *
Esa tarde, al fin, dí con la madre.
.¿Son tuyos los niños que gritaban ayer?
-No, los míos estuvieron todo el día en casa, no salieron a la calle hasta que empezó el partido del Madrid.
Ajá...

* * *
Cuando le conté la historia a mi padre le quitó importancia.
-Cuando el alcalde era pequeño también se venía a hacer gamberradas a nuestra casa, es prácticamente una tradición local.
Pues ya les podía dar por la castración ritual o algo.


Fin




18 septiembre 2017

Vacaciones en el pueblo, 3

Previously in Lorz...
La gente, que es muy guarra.


A los cuatro días o así de estar en el pueblo ZaraJota dijo que se iba a por tabaco y ya no lo volvimos a ver, que no es que me importe, es que se llevó el coche y en ese pueblo es todo cuesta arriba.
Casualmente, el mismo día que ZaraJota se fue apareció Hermano Mediano, que como especialista en el Camino de Santiago y en el contrabando de latas de fabada Asturiana a China tiene soluciones para todo.
-Conozco una ruta facilísima para ir andando a la piscina.
-¿Con los niños?
-Sí, sí, es facilísima.
-Vale. ¿Me llevo el carrito?
-Sí, sin problema.
-¿De verdad? Puedo llevar al niño en la mochila.
-De verdad, es totalmente niño-friendly, podemos ir con el carrito.
Y eso hicimos.
Al principio todo fue bien: el camino era un poco tosco, pero transitable, corría el agua, había moras, vimos caballos y vaquitas...
Hasta que de pronto, no sé ni cómo, estábamos en mitad del las zarzas, trepando por un pedregal, yo con Bebé-kun en brazos, Hermano Mediano con el carrito a cuestas, y Nena-chan tan pichi porque su tío le había prestado un palo de senderismo ROSA.
Ojalá me hubieran prestado a mí media docena.
Con todo, íbamos considerablemente felices.
-Mira, Nena-chan, ¡esto es una AVENTURA! -le dije.
-¡Sí!
-¡Vamos por el bosque!
-¡Como Caperusita!
-Sí... y escucha un momento... oigo pasitos... creo que... ¡nos sigue un conejito!
-¡Como el de Alisia en el País de Ramavillas!
-¿Rama...? Vale, sí, como el de Alicia, ¿lo oyes?
-Sí, ¡está supercerca!
-No grites, ¿vale? Que lo vas a asustar. Vamos a hablar bajito a ver si se acerca...
Mientras tanto, Hermano Mediano no decía nada. Pensé que se estaba concentrando en orientarse con las estrellas o en buscar agua potable o a punto de reventar o yo qué sé.
No comentó nada del conejo hasta que no llegamos a la dichosa piscina y los niños estuvieron chapoteando alegremente en el agua.
-Lorz, ¿te acuerdas del conejo que has oído antes?
-Sí.
-Pues era un jabalí.
Definitivamente esa no es la versión de Alicia que yo recuerdo.


¿Continuará?

11 septiembre 2017

Vacaciones en el pueblo, 2

Previosly in Lorz...
Tengo pipí.


Resulta que mientras en mi pueblo nos encontramos un charco y lloramos porque nunca habíamos visto tanta agua junta, en el pueblo al que habíamos ido de vacaciones había tanta agua que corría por la calle.
"Venera", lo llaman.
Tienen tanta agua que en vez de piscina municipal lo que han hecho es acortar con redes un trozo de río y hala, que corra el agua sucia pabajo, qué cloro ni qué cloro...
Eso tiene sus desventajas.
La temperatura del agua es ideal para criogenizar espermatozoides, por ejemplo.
Bebé-kun estaba encantado: se ve que en verano la leche le apetece fresquita.
Menos mal.
Porque por esos días andaba estreñido (para variar) y comía poquísimo, se debía notar molestias en la tripita o algo. De hecho, a veces decía "CACA" y se ponía en cuclillas, pero al poco se levantaba ('¡YA-TÁ!") y el pañal seguía limpito, pobrecito mío.
Por eso cuando se puso en cuclillas en el borde de la piscina y luego gritó "¡YA-TÁ!" no me preocupé demasiado.
Lo que pasa es que luego se metió en la piscina y el agua se enturbió a su alrededor.
"Será de haber estado jugando con la arena", pensé.
Pero después de haberlo remojado bien seguía enturbiando el agua a su alrededor así que al final reuní valor, eché un vistazo al pañal y tuve que admitir que no era arena sino Bebé-kun... infusionando. 
Lo tumbé en una toalla y le quité el pañal.
Oh. Dios. Mío.
Aquello era... bueno. Imaginad que tenéis una dieta tan variada como la de un adulto. Un adulto que lleve una semana comiendo platos combinados. Y que haya pasado esa misma semana sin... liberar carga. Y que cuando por fin se haya decidido a hacer bum-bum, haya remojado la... sustancia durante un buen rato.
Resumo: de pronto Bebé-kun estaba retozando en un charco marrón.
Aquello no tenía solución. Envolvimos al niño en una toalla y nos fuimos a casa a bañarlo.
-Venga, Nena-chan, cuando acabe tu hermanito te vamos a bañar a ti también.
-¡Si ya me he bañado en la pichina!
-Ya, pero el agua de la piscina no es limpia-limpia.
-¿Porque la gente hace sus cosas en el agua?
Sí, sí. La gente. 



¿Continuará?


04 septiembre 2017

Vacaciones en el pueblo, 1

Os voy a contar una historia breve de terror: 

Mi abuelo tenía una casa en la playa, y la vendió para comprarse una casa en ruinas en mitad de ninguna parte. 

Me dan escalofríos solo de pensarlo. Por eso intento no pensarlo. De hecho, por eso intento no pensar en nada, no vaya a ser que acabe pensando en lo que no debo por accidente. ¿Me seguís? Pues mal hecho. Seguir gente es acoso. Acoso malo, acoso malo. Creo que me he pasado comiendo lacasitos. 

Después de la obra no teníamos ni presupuesto ni energías para irnos de vacaciones, hasta que mi abuela dijo oye, que la casa del pueblo está ahí para quien quiera, y pensamos oye, pues lo mismo queremos, y la abuela dijo uy, uy, pues es que yo en agosto tengo muchas cosas que hacer en Madrid, así que ir vosotros ya si eso.
Y eso hicimos.
Antes de nada creo que es necesario recordaros que somos unos locos de esos que no tienen coche sino que van en transporte público a todos lados, por lo que nuestros hijos no están acostumbrados a montar en coche y no entienden el concepto ese de estar atados en una silla durante una hora, y ya no digamos dos.

En el coche con los niños (dramatización) 

Lamentablemente en casa tenemos una norma que no nos saltamos jamás: 
el que plancha elige la película, y el que conduce elige la música. 
Y ese día conducía ZaraJota, lo que en el fondo deberíais agradecer todos porque yo no tengo el carnet, y además no llego al pedal de freno.
Llevábamos apenas media hora de viaje y solo habíamos escuchado 'Let it go' unas doce veces cuando el coche empezó a pitar como un loco. 
Al principio no le di importancia porque no sería el primer cacharro que se nos suicida después de una dosis intensiva de 'Frozen', pero cambiamos la canción ('You're welcome') y seguía pitando, y ahí sí que nos empezamos a preocupar, y entonces miré para atrás y vi que Nena-chan había abierto la puerta, y que íbamos por la autovía con dos niños y una puerta abierta, y además teníamos puesto el aire acondicionado y se nos estaba escapando todo el fresquito, con la de gasolina que chupa el aire acondicionado. 
Me retorcí en el asiento sin quitarme el cinturón de seguridad (por si la policía está leyendo) y tiré de la puerta, pero se quedó de esto que ni fu ni fa. 
-¡Nena-chan! -le grité a la niña-. ¡Te podías haber caído! 
Vamos, lo que es poder, poco, porque siguiendo la normativa vigente los niños llevaban más ataduras que la tía de '50 sombras de Grey', pero bueno. 
-Pero no me he caído, ¿verdad? -me contestó la niña, y entonces me acordé de una de las anécdotas más conocidas de mi abuelo (este abuelo).


Flashback

Iban mis bisabuelos y mi abuelo en uno de esos coches antiguos que para arrancarlos había que girar una manivela. 
Vaya, que yo juraría que desaparecieron antes de que mi abuelo naciera, pero en la tradición familiar era un coche de manivela y yo no soy nadie para llevarle la contraria a la tradición familiar salvo en lo de casarse por la iglesia, bautizar a los niños y estar un poco mal de la olla. 
Los bisabuelos iban en el asiento delantero, y mi abuelo en el trasero, y en un momento del viaje decidió encenderse un piti, que ahora que lo pienso no estoy segura de que fuera un piti, porque probablemente no se había descubierto América todavía. 
Al darse cuenta mi bisabuelo le gritó "Te tengo dicho que no fumes delante de mí", a lo que mi abuelo contestó, con toda la calma: "No estoy delante, estoy detrás". 

Flashforward

La respuesta de Nena-chan me dejó ojiplática perdida, y solo se me ocurrió decirle a ZaraJota que parara en la primera gasolinera que viera para cerrar bien la puerta.
ZaraJota paró.
-¿Dónde estamos? -le pregunté.
-A 30 kilómetros de Madrid.
-No vamos a llegar en la p*t* vida.
Cerramos la puerta, arrancamos de nuevo, nos reincorporamos a la autovía y entonces...
-Mamá, tengo pipí.
-¡Si has hecho antes de salir!
-No.
-¿No te hemos dicho que hagas pipí antes de salir?
-No.
J*d*r, j*d*r, j*d*r, me van a quitar el p*t* carnet de madre...
-¿Y no puedes aguantar un poquito?
-Nooooo... me se saleeeeee...
Volvimos a parar en una gasolinera. Otra vez. Por segunda vez en una hora. Por segunda ven en cincuenta kilómetros.
Nena-chan hizo pipí. Y también hice pipí, porque sospechaba que a ZaraJota no le haría gracia parar una tercera vez.
Y después nos subimos al coche y nos reincorporamos a la autovía, otra vez.
Apenas habían pasado cinco minutos cuando...
-Mamá, tengo sed.
-Toma, agua.
-...
-¿Qué pasa? ¿Creías que me ibas a pillar? ¿Creías que tendríamos que parar otra vez? ¡Pues estabas muy equivocada! ¡MUAJAJAJA!
-Mesacaído la botella debajo de tu asiento.
-Pues te aguantas. Me da igual. No vamos a parar más. Solo tenemos quince días de vacaciones y no me gustaría pasarlos en el coche. ¿Entendido?
-...
-¿ENTENDIDO?
-Mamá...
-¿QUÉ?
-Has dispiertado al hermanito.
-¡BUAAAAAAAAAA!
La madre que parió a la...
Tres horas y media para doscientos kilómetros de autovía.
-¿Cómo es que habéis tardado tanto? -me preguntó mi padre-. ¿Habéis pillado atasco?
 Pues mira, se podría decir así.

¿Continuará?




Pd: Sé que estáis preocupados por mi horno. Todavía no hemos conseguido contactar con el instalador. Seguiremos informando.