31 octubre 2007

Halloween 2007

En episodios anteriores...

Hay momentos en los que hasta la más malvada de las brujas siente el imperioso deseo de pedir una pizza. Precisamente por eso la malvada bruja no tiene teléfono: para evitar tentaciones.
Pero en esa oscura noche y en ese oscuro bosque la bruja malvada se maldecía a sí misma; hacía días que no comía más que sapos y culebras y su estómago empezaba a pedirle algo más tierno, a ser posible un algo rubio y de mejillas sonrosadas. Una princesa, tal vez, la bruja había oído que las princesas, especialmente las que estaban a punto de encontrar a su amor verdadero, eran realmente deliciosas asadas en el jugo de su propio vestido.
Por supuesto la bruja era consciente de que era muy difícil que cualquier cosa rubia y de mejillas sonrosadas, y menos una princesa, apareciera mágicamente en su casa; no, si quería algo de comer iba a tener que buscarlo ella misma.
Hacía años que la malvada bruja no se acercaba a la aldea y no sabía qué ponerse. Mientras miraba su reflejo un tanto oblongo y cabeza abajo en el cucharón se dijo a sí misma que no le vendrían mal unas cuantas verrugas de más, así que decidió que de camino a la aldea tendría que recoger algunos gusarapos para hacerse un ungüento.
La bruja abrió la puerta con la decisión del que sabe lo que quiere y cómo conseguirlo, y se encontró en el umbral a una joven princesa, con sus zapatitos de cristal y todo.
La bruja se arrepintió inmediatamente de no haber deseado que viniera ya cocinada. La joven princesa empezó a contarle una larga historia llena de desdichas que a la bruja no le importaban en lo más mínimo. La malvada bruja la miraba con la boca abierta, sin acabar de creer que un ser humano pudiera llegar a ser tan pesado, y cuando la princesa le preguntó si sería tan amable de ayudarla estaba tan, tan cansada que prometió que haría todo lo que estuviera en su mano, porque pensaba que así por fin la joven princesa se callaría.
Se equivocaba. La joven princesa, al oírla, no cabía en sí de gozo por haber encontrado una persona tan buena, amable y comprensiva, y no paraba de repetirlo una vez, y otra, y otra.
Y otra.
A la bruja se le estaban rizando los pelos de pura irritación, y le hubiera gustado comprobar si la joven princesa era capaz de seguir parloteando metida en el horno con una manzana en la boca, pero había prometido que la ayudaría, y para una bruja la palabra dada es ley.
Bueno, no es que sea ley, pero es una cosa muy importante, y de cualquier forma después de tanto rato mirando cabellos como el sol, ojos como lagos, dientes como perlas y el resto de la parafernalia se le había quitado el apetito.
Los días que siguieron fueron para la malvada bruja una pesadilla. La joven princesa barrió, fregó y restregó cada milímetro de la cabaña, mientras la bruja pensaba que menuda m··rd· de princesa era aquella que tenía tanta experiencia limpiando. Además cantaba y bailaba con los pajarillos, y de vez en cuando se apoyaba en el alfeizar de la ventana a suspirar por su amor verdadero. Si unos días antes le hubieran preguntado a la bruja que qué era un alfeizar hubiera respondido que una enfermedad venérea muy peligrosa, y ahora que había descubierto lo que era en realidad no lo podía disfrutar porque tenía una joven princesa suspirando allí gran parte del día.
Por si sus sufrimientos no fueran ya lo bastante atroces un día apareció en su puerta un apuesto príncipe, sí, con sus mallas y todo. El apuesto príncipe y la joven princesa hablaron durante un rato, y después el príncipe se fue y la princesa corrió inundada en lágrimas a contarle a la bruja que el apuesto príncipe iba a luchar contra un dragón para recuperar su reino, y cuando lo consiguiera volvería a por ella y le pediría que se casara con él, y sería reina, y no haría otra cosa en todo el día que cuidar de los muchos hijos que tendrían, todos ellos rubios y de mejillas sonrosadas, y todos serían felices y comerían perdices.
A la bruja le estaban dando unas arcadas terribles, pero las contuvo porque se dio cuenta de que por fin tenía una forma de cumplir su promesa de ayudarla. Mientras la princesa sollozaba en el alfeizar de la ventana la bruja cogió uno de los tiestos con flores, se acercó a ella y se lo estampó en la nuca una y otra vez, hasta asegurarse de que ya no podría cantar con los pajarillos nunca más.
La bruja sonrió satisfecha: había salvado a la joven princesa de un destino terrible, y además iba a disfrutar de una fabulosa cena.
Y cuando el príncipe volviera... bueno, comprobaría a qué saben esas mallas.

29 octubre 2007

Mi versión de los hechos

Pues sí, la hermana de ZaraJota™ vino a pasar a Madrid unos días y a mí se me ocurrió la genial idea de presentarle a mis padres, así que preparé una reunión en un lugar neutral en el que si las cosas iban mal me pudiera consolar con chocolate .

Como mi familia tiene que llevar la contraria en todo ya habían quedado para esa tarde, así que en vez de quedar para atiborrarnos de chocolate quedamos a comer en mi casa.
El infierno en la tierra, oyes.
Las horas previas al encuentro se notaba una ligera tensión. En mi nevera sólo cabían 14 cervezas, éramos 6 y en toda la casa no había más que 5 vasos, y además, en fin, digamos que no se me da muy bien cocinar para 6 personas.
Ni para 5, ni para 4, ni para 3... Es que las matemáticas nunca han sido lo mío.
Además mi madre no paraba de llamar para preguntarme que a qué hora venía, que si traía algo, que qué se ponía, que si estaba segura de que ella era mi madre y que si no sería mejor que presentara a otra.
ZaraSister™, por su parte, había asumido que no tenía escapatoria, y lo único que preguntaba era que qué se ponía para dar buena impresión.
Jo.
Me empezaba a parecer que iba a tener que vestir a toda la familia, así que decidí poner punto y final a aquello.
-Mira, no te preocupes –le dije-. Mi madre se arregla para trabajar, pero los fines de semana suele ir en vaqueros y camiseta.
ZaraSister™ se quedó muy convencida con mis argumentos y se puso vaqueros y una camiseta.
Media hora después mi madre apareció con su traje de chaqueta, los taconazos y recién salida de la peluquería.
Creo que he dejado de caerle bien a la ZaraSister™.


SPOILER
SPOILER

SPOILER

Tú mismo/a...

Esa misma tarde fuimos a ver Jesucristo Superstar a un sitio que parece un cine pero más grande y con las imágenes en 3D.
En el intermedio, a ZaraJota™ le dio un pronto extraño y empezó a hablar.
-En su evangelio Judas dice que Jesús le pidió que le traicionara. Si no lo hacía él no lo haría nadie, y Jesús era consciente de que tenía que morir, porque si no todo lo que había hecho no habría servido para nada.
Aquello me impactó mucho, y durante el segundo acto no me enteré de nada porque no podía parar de darle vueltas a varias cosas:
Primero, ¿mi novio no era mudo?

Segundo: si Judas se suicidó después de que le pagaran, ¿cuándo escribió el evangelio? ¿Y cómo acaba, con un “pues ahora voy y me suicido” o con un “aaaaaahg”?

Y tercero, ¿sabrá J.K. Rowling que el tal Judas le está plagiando los argumentos?

24 octubre 2007

Estrella invitada XXIII: mi mamá

Son como niños.

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El otro lado de la cama

Suena mi móvil, Lorz me llama para decirme que nos invitan a comer a su casa el sábado a mediodía porque viene la familia de ZaraJota™

Lorzapadre.- ¿Qué me pongo? Hay que dar buena impresión, que parezcamos una familia normal.

Lorzamadre.- ¿Que parezcamos "una familia normal"? pero, ¿ no lo somos?

LP.- Me pondré estos pantalones que me compré y aún no he estrenado. A ver como me quedan…ufff… creo que han encogido, no puedo abrocharme el botón.

LM.- ¿No será por la tripita cervecera? Ponte los azules a ver si no “han encogido”.

LP.- Que va, si peso lo mismo que el año pasado. Esta camisa le va bien aunque está un poco arrugada. ¿Me la puedes planchar? es que a mi la plancha no se me da muy bien.

LM.-Ni bien ni mal ni de ninguna forma.

L.P. - ¿Hay que llevar algo de bebida?

LM.- Me ha dicho Lorz que tienen unas 14 cervezas.

LP.- ¿Sólo 14 ? Pero los demás no beben, ¿no? Por si acaso llevaremos una botella de rioja del 2001, que siempre queda bien el detalle. ¿Y de comida llevamos algo?

LM.- Voy a llevar unos pimientos asados, a Lorz le gustan.

LP.- Los hacemos a medias: yo compro los pimientos y tú los asas.

LM.- El viernes al salir del trabajo voy a ir a la peluquería.

LP.- ¿El viernes? ¿Por qué no el sábado?
LM.- Porque el sábado tengo que limpiar el piso, poner la lavadora, tender la ropa, asar los pimientos y planchar ropa, incluida tu camisa.

LP.-Vale, el viernes te recojo y te llevo a la pelu.
LM.- Ah, y del postre nos encargamos nosotros.

LP.- Bueno, antes de ir a casa de Lorz nos pasamos por la pastelería y compras los pasteles, que tú entiendes más.

LM.-Debe ser por el curso de CCC que hice de “Experta en pastelería fina”.
LP.- ¿Qué te vas a poner, falda o pantalón?

LM.-Falda.
LP.- ¿Tienes medias?
LM.- Sí.
LP. - ¿Voy a comprarte más por si se te hace una carrera?

LM.-No hace falta. ¡¡¡M**rd*, una carrera en la medias!!!
LP.- ¡¡¡Lo sabía, sabía que te pasaría, te lo dije!!! Voy a comprarte otras.

LM.- ¿Vas a bajar y subir andando los cinco pisos por ir a comprar una medias?

LP.- Sí, sí, no vas a ir con una carrera en las medias, hay que dar…

LM.- Sí, ya sé, buena impresión.


Al acabar la comida familiar y mientras los demás estábamos de charla, Lorzapadre se quedó un poco-bastante dormido en el sofá.

Ahora entiendo su concepto de “dar buena impresión”.

21 octubre 2007

Estrella invitada XXII: mi papá

El jueves sonó el despertador a las ocho de la mañana, abrí los ojitos y pensé "vale, me levanto, estudio un rato y me voy a trabajar".
Cinco horas más tarde volví a abrir los ojitos y pensé "mierda, mierda, mierda".

Después de hacer lo mismo durante otros dos días mi padre ha decidido tomar las riendas del blog y usurpar mi lugar, porque dice que me estoy durmiendo en los laureles.

Jo.

Que no es verdad, que cuando me porto bien ZaraJota™ me deja dormir en la cama.

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Comida de familia.

Suena el teléfono de Lorzamadre, es Lorzahija que llama para decirle que viene la hermana de ZaraJota™ y que vayamos a comer a su casa el sábado a mediodía.
Lorzamadre y yo no somos muy dados a convencionalismos y compromisos, pero queríamos dar buena imagen como padres de la-lagarta-que-se-ha-quedado-con-mi-hermano, no fuera a ser que se llevara al niño a casa y Lorz tuviera que volver a la nuestra, con el trabajo que nos ha costado echarla.
Todo ello provocó el siguiente dialogo con su conclusión mientras Lorzamadre revisaba armario y yo intentaba enterarme de qué coño es la cromatografía de gases.

Lorzamadre.- ¿Qué me pongo? Vaqueros como que no, pantalones no pegan, minifalda... que van a pensar... A ver si tengo algo serio por debajo de las rodillas. Ya está, el traje de chaqueta marrón que no me pongo nunca.....¿Que te parece?
Lorzapadre.- Bien.

Lorzamadre.- Y el pelo ¿tengo que ir a la pelu? Creo que no lo tengo bien, me lo veo un poco largo, pero no, está bien, no voy a ir a la pelu. Bueno sí; así que el viernes cuando salga de trabajar de la multinacional-de-comunicaciones-que-no-es-Telefónica me recoges y me llevas a la pelu.
Lorzapadre.- Vale.
LM.- De comida no tenemos que llevar nada que se encarga de todo Lorz, de todas formas me da palo no llevarle nada, pero que le vamos a hacer... Aunque claro, si le aso unos pimientos rojos de esos que le gustan tanto, se los llevamos. Así que el viernes cuando salga de trabajar de la multinacional-de-comunicaciones-que-no-es-Telefónica me recoges, me llevas a la pelu y compras un kilo de pimientos para asar.
LP.- Pozi.
LM.- Dice que tiene 14 latas de cerveza con alcohol ¿tendrás bastante?

LP.- Si los demás no bebeis cerveza si.

LM.- Vino, podíamos llevar una botella de tinto.

LP.- Así que el viernes cuando salgas de trabajar de la multinacional-de-comunicaciones-que-no-es-Telefónica te recojo, te llevo a la pelu, compro un kilo de pimientos para asar y una botella de vino.
LM.- El postre me dijo que sí, se me olvidaba. Así que el viernes cuando salga de trabajar de la multinacional-de-comunicaciones-que-no-es-Telefónica me recoges, me llevas a la pelu, compras un kilo de pimientos para asar, una botella de vino y algo para postre.

LP.- ...

LM.- ¡Una carrera¡. Una carrera en la medias, y eran las ultimas que me quedaban de este color, y las negras no pegan con el traje y las de rejilla menos, me tienes que comprar.

LP.- ¿De que DIN? ¿10,15 o 20?

LM – El que pegue para este tiempo. Así que el viernes cuando salga de trabajar de la multinacional-de-comunicaciones-que-no-es-Telefónica me recoges, me llevas a la pelu, compras un kilo de pimientos para asar, una botella de vino, algo para postre y unas medias con blonda color carne.

LP.- De acuerdo

El viernes recogí a Lorzamadre al salir de trabajar de la multinacional-de-comunicaciones-que-no-es-Telefónica, la llevé a la pelu, compré un kilo de pimientos para asar, una botella de rioja del 2001, el postre para la comida y dos pares de medias de blonda color carne.

Al llegar a casa me dice el portero: El ascensor no funciona hasta el lunes.

Menos mal que solo vivimos en un quinto.

16 octubre 2007

Satisfacción

Durante las últimas semanas he estado trabajando de encuestadora para sacarme unas pelillas.
El trabajo consistía en llamar clientes del supermercado y hacerles un pequeño cuestionario si se dejaban. Las preguntas eran tipo test, pero al final había un campo en el que se podía redactar, y nos dijeron que ahí podíamos hacer un pequeño resumen de lo que nos hubiera dicho el cliente.
Yo quería hacer mi trabajo muy bien, así que me esforzaba mucho en rellenar ese campo, y ponía cosas como esta:

"Llamo al cliente por encuesta, expresa su satisfacción con la atención recibida, así como con los precios y gama de productos ofertados".

Después de un par de semanas llamando a una media de 100 clientes al día para hacerle la encuesta mi interés por el campo de texto libre empezó a disminuir, de manera que empecé a resumirlo, primero con un

"Llamo cliente por encuesta, expresa su satisfacción"

y más tarde un simple

"Llamo cliente, satisfacción".

Además perfeccioné la técnica con un copia-y-pega, de tal manera que copiaba el primer "Llamo cliente, satisfacción" y lo pegaba en todas las encuestas, y como ya me sabía las preguntas de memoria no tenía ni que mirar a la pantalla y podía dedicar mi tiempo a mirar por la ventana, que la verdad es que tiene vistas a un muro, pero oyes, menos da una piedra.
Por desgracia mi depurada técnica tenía un fallo, y me di cuenta el primer día que mi jefa se puso a revisar las encuestas.
-Oye, Lorz -me dijo un día-, ¿podrías explicarme lo que pone aquí?
-¿Qué pone?
-"Lamo al cliente; satisfacción".
Pues a mí me parece que está clarísimo.

11 octubre 2007

Merienda

-¿Diga?
-Buenas tardes, soy Lorzagirl, le llamo de su supermercado.
-Mis papás no están.
-Vaya. ¿Cuándo vuelven?
-Cuando me acabe la merienda.

Eso me pasa por preguntar obviedades.

08 octubre 2007

Superioridad moral

Llevo dos meses en esta casa y el portero ya me tiene calada.
El primer incidente se produjo cuando después de probar a abrir la puerta del portal con todas y cada una de las llaves que me habían dado en la agencia sin conseguir nada el portero decidió levantarse y venir en mi ayuda.
-Estaba abierta -dijo, y me miró como si dudara seriamente de mis capacidades mentales, cosa que por otra parte no le reprocho.
La siguiente vez pensé que no podía volver a hacer el ridículo, así que mirando de reojo a la portero-cueva empujé y empujé y empujé hasta que el portero volvió a levantarse para venir a abrirme.
-Pero mujer, empuja fuerte.
-Estaba empujando fuerte...
-¿Eso es empujar fuerte? Las mujeres de hoy en día no valeis para nada. Mi hija igual, siempre "no puedo, no puedo"...
Eso es porque somos sensibles y delicadas, c#j#n#s.
Poco después me quedé encerrada en el ascensor.
Jo.
Yo estaba dentro, y el portero me gritaba desde fuera que no me preocupara, y yo le gritaba que no me preocupaba, pero que nos sacaran de allí de una vez, que se me iban a quemar las lentejas. Como esas experiencias unen mucho yo pensé que cuando saliera el portero me abrazaría y me diría que al ver con que entereza había sobrellevado el drama había comprendido lo mucho que molo, y me suplicaría perdón por haberme juzgado mal, y las cosas serían muy distintas.
En lugar de eso cuando me vio salir a cuatro patas por el hueco del ascensor lo primero que hizo fue reirse.
-¿Qué pasa, no tienes bastante con la puerta que tienes que pelearte también con el ascensor?Jo.
Yo estaba muy depre porque es muy triste comprobar que aunque te mudes tu personalidad sigue siendo la misma.
Más o menos por entonces empezaron las obras y la presidenta puso un papel en la portería para que apuntáramos el teléfono todos los vecinos, y yo aproveché un momento que el portero no estaba y me apunté.
Al día siguiente el portero llamó a mi timbre.
-Hola, vengo porque necesito el número de teléfono para lo de las obras, y nos lo ha dado todo el mundo menos tú.
-Si yo ya lo he dado...
-De eso nada, mira: falta el 3º b.
Entonces vi que el momento de la revancha había llegado.
-Yo soy el 3º c.
¡JA!
Al dia siguiente salí de casa toda digna, dispuesta a emanar cantidades ingente de superioridad moral cuando me cruzara con el portero, pero por desgracia el portero no estaba. Iba a irme con mi dignidad a otra parte cuando me acordé de que la casera había prometido dejarnos unas llaves en la portería.
En aquel momento pensé que a lo mejor el portero las tenía en su portero cueva, así que pensé en asomarme a ver si estaban por allí.
Desde luego que no pensaba registrar ni nada, sólo mirar por encima.
Las llaves estaban en un cajón, con un letrero en el que ponía "3º c".
Desde mi superioridad moral pensé, jo, ya le vale, dejar las llaves aquí donde las puede ver cualquiera...
Al menos cualquiera que se suba a un taburete, abra un cajón, levante papeles varios y encuentre la llave...
En fin, que decidí que sería mejor que me las llevara.
Total, estaba ahí con toda la manaza metida en el cajón de la portero-cueva cuando lo oí:
-¿Se puede saber qué estás haciendo?Pues perder mi superioridad moral.

04 octubre 2007

Obras

Estamos de obras.
Jo.
Van a cambiar las cañerías de toda el edificio, supongo que para adaptarlas a la temporada otoño-invierno.
Jo.
Parece que soy gafe: hace unos años también cambiaron las de la casa de mis padres (nota mental, esta frase me hace parecer vieja) y fue una experiencia horrible.
Todos los días cortaban el agua de 9 de la mañana a 6 de la tarde, y al principio yo pensé que era porque los fontaneros trabajaban mucho, así que estaba encantada, pero los días que estuvieron picando en nuestra casa pude comprobar que la jornada de trabajo era la siguiente:
10:00 llegaban a casa, se metían en la cocina y empezaban a dar martillazos
11.00 bocata
12:00 volvían del bocata y daban más martillazos
13:00 comida
15:00 martillazos
16:00 fin de jornada
Además en aquella época yo trabajaba por la tarde, así que lo de poner lavadoras y lavavajillas nocturnos se convirtió en una costumbre.
Para ducharme me iba al gimnasio y era horrible, porque para disimular no me quedaba más remedio que hacer ejercicio, jo, tenía que haber demandado a la comunidad de propietarios por daños a la integridad de la persona (yo). Al menos creo que esto sólo me afectaba a mí, porque me parece que lo de ducharse para mis exvecinos era una costumbre exótica (#).
Aquello duró meses,
y meses,
y meses,
y meses...
Desde entonces las obras me dan como un poco de repelús, pero esta de momento va bien, en gran parte porque la presidenta lo ha organizado todo estupendamente: desde el primer día puso un cartel en el ascensor en el que se explicaba lo que se iba a hacer y cómo, pedía la colaboración de los vecinos y al final añadía:

“si tienen alguna duda contacten con la presidenta, no hablen con los operarios para no dificultar su trabajo”.

Yo estaba de acuerdo con la señora presidenta porque si cada vecino va a hacer que paren el trabajo para pedirles explicaciones la obra no se acaba nunca.

Um... va a ser eso lo que pasa en la Sagrada Familia...

El primer día de la obra los albañiles empezaron a picar y descubrí con entusiasmo que no ponen Camela, silban estupendamente y además son muy cuidadosos: cada vez que tienen que hacer algo en el pasillo retiran todos los felpudos y los vuelven a poner después.
Al final ya me dio cargo de conciencia y fui a preguntarle a uno de los chicos:
-Perdona, ¿quito el felpudo para que no os moleste?
El chico me miró con cara de espanto.
-¡No hablar! ¡No hablar! -dijo.
Y se fue.

Jo.

Ahora la obra no se acabará nunca, y será culpa mía.

(#)Un martes a las doce de la mañana me fui a duchar y estábamos sin agua caliente. Bajé (me vestí antes) y se lo dije al portero. “Pues hasta ahora nadie se ha quejado”, dijo, como si estar sin agua caliente fuera un capricho que me hubiera dado a mí de pronto. Al rato me avisó de que habían cortado el agua caliente la noche de antes y se habían olvidado. Yo después de aquello decidí llevar un bote de ambientador encima para cuando tuviera que subir con alguien en el ascensor.

01 octubre 2007

La línea telefónica

Lo primero que hicimos cuando nos dieron las llaves del piso fue ir allí con el ordenador portátil y comprobar si teníamos algún vecino generoso dispuesto a compartir con nosotros su conexión inalámbrica a internet.

Um... bueno, realidad lo que hicimos fue salir de la agencia con toda la dignidad del mundo y en cuando estuvimos a una distancia prudencial levantamos los brazos e hicimos el bailecito de la victoria, pero claro, eso no es relevante para la historia.

El caso es que ninguno de nuestros vecinos tiene conexión inalámbrica a internet.

Jo.

Se ve que me he mudado a los años ochenta.

No nos quedó más remedio que conseguir internet por nuestros propios medios, y eso implicaba contratar una línea telefónica. Resultó muy difícil, porque la línea telefónica se contrata por teléfono y nosotros no teníamos, y si nuestros vecinos no estaban dispuestos a prestarnos internet lo del teléfono iba a estar chungo, pero al final lo solucionamos llamando desde otro teléfono porque mi padre me explicó que no era necesario llamar por teléfono desde la casa en la que quieres poner el teléfono...

Creo que me he perdido.

Contratamos la línea un día y al siguiente teníamos en casa a un señor con mono azul en casa.
-¿Dónde está la roseta? -preguntó.
Que bien, una pregunta que me sé.
-Ahí.
-Eso no es una roseta.-¿No?
-Las rosetas son de otra manera.
-Ah...
-Pero no pasa nada, podemos buscarla -dijo el señor del mono-, tengo un aparato que detecta por dónde pasa el cable -explicó-. Sólo tenemos que seguir el cable hasta la roseta.
ZaraJota y yo íbamos detrás de él, flipando en colores y preguntándonos qué clase de técnico necesita un aparatito para detectar por dónde pasa un cable que está a la vista.

El técnico siguió el cable hasta la cocina (se subió al taburete para pasar el aparatito por encima de los muebles de la cocina), luego pasó al dormitorio, y finalmente se metió en el armario empotrado para llegar a la conclusión de que la roseta estaba exactamente dónde le había señalado que estaba.


Se ve que para los hombres cualquier excusa es buena para sacar el aparatito.


Esa misma tarde empezó a funcionar nuestra línea telefónica, y a la mañana siguiente, a las ocho de la mañana, empezaron nuestros problemas.


Nuestro número de teléfono es, pongamos por caso, 91 111 11 11.


El número de teléfono del centro de salud del barrio es 91 111 11 12.


El número de torpes de nuestro barrio es infinito.


Cada día, entre las ocho y las once de la mañana, recibimos llamadas de gente que quiere cita con el médico, la matrona, la enfermera o cosas peores.

Yo les digo muy educadamente que se equivocan y que llamen al otro número de teléfono, y normalmente la gente se lo toma bien, pero hay gente que se enfada o, peor aún, que llama y llama y llama y llama y llama y llama hasta que se aseguran de que realmente se han equivocado de número de teléfono y no es que la recepionista sea una vaga y con tal de no trabajar es que es capaz de cualquier cosa, es increible, la seguridad social está cada vez peor...


En fin...


El caso es que como mi barrio es, digamos, étnicamente interesante, llama mucha gente que tiene problemas con el idioma, así que a veces se me plantean algunas dificultades, por ejemplo:


-Buenos días, yo quería pedir cita con la enfermera.
-Disculpe, se equivoca.
-¿No se dice así?


Sí que se dice así, lo que no se dice es aquí.
Hace unos días una viej... anciana me sacó de la ducha tres veces para preguntarme que si podía mandar a su hija a por unas recetas y yo ya estaba un poco harta, así que cuando sonó el teléfono por cuarta vez lo cogí dispuesta a masacrar.

-Perdone, ¿estoy llamando al centro médico?
-No señora -contesté-, está usted llamando a mi casa.



Que a gusto me he quedado, oyes.