03 enero 2022

La becaria de Papa Noel



En esta casa somos de los Reyes Magos, claro. 
Lo que pasa es que la suegri ha venido alguna vez en navidad y claro, le hace la carta a Papa Noel, que así la pobre mujer puede ver cómo los niños desenvuelven los regalos al menos. 
Lo que pasa es que ya sabes cómo son estas cosas: te meten en la lista una vez y luego no hay manera de que te borren, así que después de eso Papa Noel ha seguido viniendo en navidad aunque mi suegra no estuviera, todos los años. Que no me quejo, porque así los niños tienen algo nuevo para entretenerse hasta que a los Reyes Magos les da por hacer su trabajo, señores, que digo yo que igual era mejor idea traer juguetes al principio de las vacaciones, no cuando hay que volver al cole, pero bueno, la realeza es lo que tiene, que va y viene de Oriente cuando le la da la gana. 
La cosa es que este año íbamos a pasar la navidad en Barcelona, que la verdad es que a mí la navidad en concreto me gusta más en Madrid, pero ZaraJota estaba súper pesado con que llivi dis iñis sin vir i mi midri, ninini, de verdad, ni que fueran familia.
El problema es que cuando ya teníamos todas nuestras cosas en el maletero, y va en serio, que lo único que faltaba era mi neceser (porque me tenía que lavar los dientes), la Generalitat dijo algo así como que igual había que tomar medidas contra la nueva ola de la pandemia. 
Que ya me dirás tú qué tontería, en Madrid no estamos tomando ninguna y vamos a morir todos estamos estupendamente. El caso es que ninguna de las medidas nos impedía ir, pero pensamos que si la Generalitat ponía restricciones a tres días de la navidad es que la cosa se había puesto seria, muy seria. 
Y nos quedamos. 
Pero claro, ya habíamos escrito al departamento de atención al cliente del Polo Norte para que Papa Noel entregara los regalos en Barcelona. Así que Papa Noel tiene que improvisar. 
Lo de los niños es fácil, porque llega a un acuerdo extraoficial con los Reyes Magos. Que luego se habla mucho de las puertas giratorias, pero a veces también sirven para cosas buenas. 
Pero para los papás resulta un poco más difícil. Así que, en un momento de desesperación, la becaria de Papa Noel decide envolver una aspiradora que le acaba de llegar, ponerle una pegatina de "para papá y mamá" y arreando.
El problema es que cuando está a medio envolver, ZaraJota vuelve con los niños antes de lo esperado y sin llamar al timbre antes de entrar, como había prometido le surge un imprevisto, entra en pánico y esconde la aspiradora a toda prisa.
Cuando llega el día 24, la becaria se pasa el día cocinando para que la cena sea lo más parecida a la de la suegri posible y que a nadie le falte nada. Entre una cosa y otra, se hacen las mil. Los niños están borrachos de azúcar y burrito sabanero. Para cuando se duermen, la becaria está que se le caen los párpados para abajo cosa mala.
Entonces empieza a sacar los juguetes del armario donde lo ha puesto "todo junto, para que sea más fácil". Solo los juguetes. Porque la maldita aspiradora no aparece por ninguna parte. 
El ayudante de la becaria de Papa Noel, al que para respetar su anonimato llamaremos ZaraJota, pregunta si ya está todo.
-No, falta una cosa.
-Aquí no hay nada más.
-QUE TIENE QUE ESTAR.
-¿Era muy pequeño? Se ha podido quedar entre los calcetines.
-No, no puede ser.
-Mujer, por poder...
-QUE NO PUEDE SER, QUE ERA UNA P*T* ASPIRADORA.
Uy. 
A las dos de la mañana, el ayudante y la becaria se rinden. Colocan los juguetes de los niños debajo del árbol y se van a dormir. 
A la mañana siguiente, Nene-kun se despierta el primero, como siempre, y viene a nuestra cama.
-Mamá, mamá, Papa Noel ha traído cosas.
-¿Sí? Las habrá pedido la llalli.
-Pues para vosotros no hay nada. 
-Será que se le ha olvidado, nene-kun.
-O que a vosotros no os quiere. 
Eso, encima animando. 

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