13 diciembre 2021

El coche



La cosa es que cuando nos compramos esta casa venía con una plaza de garaje de regalo.
Bueno, de regalo no, que la pagamos y eso. 
Nosotros no teníamos coche y el plan era venderla cuanto antes porque estábamos más pelados que el culo de un mandril, pero mis padres nos colocaron su coche viejo.
Ojo, que fue por nuestro bien, ¿eh? 
El caso es que este verano nos libramos por fin del dichoso coche.
-Mira, por fin la podemos vender. 
Pero cuando fuimos a ponerla a la venta, descubrimos que los de la inmobiliaria se habían olvidado de ponerla a nuestro nombre. 
Lo voy a repetir: los de la inmobiliaria, que se ocuparon de todas las gestiones a cambio de una cantidad considerable de pasta, SE HABÍAN OLVIDADO DE GESTIONAR EL CAMBIO DE TITULAR DE LA PLAZA DE GARAJE.
Por lo que ahora mismo la dichosa plaza de garaje pertenece a, no sé, ¿los midiclorianos? ¿el éter? ¿Carapolla? Ni idea. 
El caso es que la podemos usar porque total, llevamos ya dos años pagando la comunidad del aparcamiento, pero no la podemos vender hasta que lo resuelvan.
-Pues no vamos a tener la plaza vacía, que nos la puede okupar cualquiera.
-Técnicamente, la estamos okupando nosotros.
Pero somos unos okupas estupendos, os lo puede decir el portero que siempre saludamos. 
-Ahora no, porque no tenemos coche.
Así que nos compramos un coche. 
Lo normal que haces cuando quieres okupar tu propia plaza de garaje de forma ilegal y eso.
Pero no un coche cualquiera, porque ZaraJota se había encaprichado con un modelo concreto.
De segunda mano, claro, pero un modelo concreto. Y sólo lo tenían en un sitio. Y había que ir a recogerlo.
-No se tarda tanto -me dijo Zarajota-. Es en Móstoles, podemos ir en cercanías.
Pero cuando nos bajamos del cercanías, me dijo que había que andar un poquito.
-¿Y no podemos coger un autobús o algo?
-No merece la pena, es un paseíto de unos veinte minutos nada más.
Media hora más tarde empezaba a sentirme ligeramente engañada.
-¿Falta mucho? -pregunté, a punto de echar el bofe.
-No, no, está aquí al lado.
-Mira, ZaraJota, de verdad, hay un taxi ahí. Por favor, medita seriamente sobre la distancia que nos queda por recorrer y si no merece la pena coger un taxi.
-No merece la pena, de verdad, es aquí mismo.
Aquí mismo resultó ser veinte minutos más tarde. Que teóricamente estábamos en Móstoles y se veía el Ikea de Alcorcón, así os lo digo. Yo no sabía si morirme allí mismo o dejarlo para luego, que estaba muy cansada. Y todavía teníamos que esperar a que nos dieran el coche.
-Tardará una horita o así, que la web de tráfico está hoy tontísima -nos dijeron en el concesionario- podéis salir a dar un paseíto.
-Y UNA M**RD* QUE YO NO DOY UN PASO MÁS HOY.
ZaraJota carraspeó.
-Es que hemos venido andando y eso.
-¿Desde dónde?
-Desde Móstoles Central.
-¿Andando? Pero si hay un autobús directo que os deja a veinte metros de aquí.
Miré a ZaraJota como se mira al primer lunes después de vacaciones.
-¿Podemos salir a ver el coche? -preguntó el muy traidor, en un burdo intento de desviar mi atención de las ansias asesinas que me estaban entrando.
-Claro, está aquí mismo, a la izquierda.
Yo me hubiera quedado sentada en la silla del concesionario calentito hasta que me sacaran de allí con una pala, pero ZaraJota puso ojitos manga y no me quedó más remedio que acompañarle al exterior. 
-¿Cuál es? -le pregunté. Que me iba a dar lo mismo, porque para mí los coches se dividen en "grandes" y "pequeño"; y luego ya si eso por colores.
-Pues es un Citronella Petardo Gran Churruflex del Firlollo.
-...
-Es grande y gris.
-Ah, vale.
En todo el recinto solo había un coche grande y gris. Y ya sabéis que a mí no me gusta exagerar, pero a dios pongo por testigo de que el coche grande y gris estaba más o menos así: 

-¿Este? -le pregunté a ZaraJota-. Es muy... interesante.
A ZaraJota le iba a dar un soponcio.
-No puede ser. 
-Debe ser, es el único Citronella Petardo Gran Churruflex del Firlollo que hay.
-Pero... pero...
-¿Es el que viste?
Pero ZaraJota estaba en posición fetal debajo del chasis. Cosa que, dado el estado del coche, me parecía bastante arriesgado, o sea, que se le podía desplomar encima en cualquier momento.
-Era de noche... estaba oscuro... -repetía.
-A ver, para lo que ha costado tampoco está tan mal. 
-De noche... oscuro...
-Esto cojo yo la pistola de silicona del Tiger y...
-Oscuro...
-Unos cojincitos...
En ese momento nos interrumpió uno de los señores del concesionario.
-¿Qué hacéis? -preguntó, que para mí que era una pregunta retórica de esas porque era más que obvio que ZaraJota estaba teniendo una crisis nerviosa, vaya.
-Nada, viendo nuestro coche.
-Ese no es vuestro coche.
-¡Si es es el único Citronella Petardo Gran Churruflex del Firlollo que hay!
-Porque el vuestro se lo han llevado a lavar para que os lo llevéis recién limpito.
-¿Y este?
-Ese lo tenemos para el desguace.
Uy, como la salud mental de ZaraJota ahora mismo.

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