22 marzo 2021

Chichifresco

Hace un par de semanas o así salí a la calle en marga corta porque hacía un sol maravilloso. 
Por desgracia para mí, también hacía un viento maravilloso y una maravillosa temperatura de unos 12º, pero como llegaba tarde a la depilación láser y además la clínica está aquí al lado me dije que no importaba.
Cambié súbitamente de opinión cuando llegué a la clínica, ya con una ligera hipotermia, y me acordé de que entre los protocolos covid y los rayos láser siempre tienen que tener la sala bien fresquita y muy ventilada. Para cuando me despeloté y me pusieron hielo en mis partes sensibles yo ya estaba como el mamut que se encontraron en Siberia. 
Eso sí, no me dolió nada de nada.
El caso es que, sin motivo aparente, al día siguiente tenía febrícula y dolor de garganta.
-Esto va a ser alergia -le dije a ZaraJota. 
ZaraJota puso los ojos en blanco y suspiró, probablemente porque está con alergia también.
La cuestión es que al día siguiente Nene-kun amaneció también con fiebre, dolor de garganta y los ojitos vidriosos. Ahí ya me empecé a preocupar más.
Porque tenía que trabajar y eso y la verdad es que desde enero entre Filomena y los confinamientos varios he dado algo así como tres horas de trabajo, pero bueno.
El niño en sí me preocupaba cero porque he estudiado Medicina en la Universidad de la Vida y sé que si un niño tiene energía para saltar en el sofá al ritmo de la Patrulla Canina es que no está en riesgo de muerte inmediato.
A no ser que se caiga y se abra la cabeza, vaya. 
El caso es que con el protocolo covid, si un hermano tiene "síntomas" el resto no pueden ir al cole, así que me vi con los dos niños en casa otra vez y me entró un telele otra vez. 
Por suerte en el centro médico nos atendieron (telefónicamente) esa misma mañana.
-¿Qué síntomas tiene el niño? -preguntaron.
-Febrícula y dolor de garganta.
-¿Hay alguien más en la familia que tenga síntomas?
-Sí, yo, pero...
-¿Has notado dolor de espalda o de articulaciones?
Llevo colechando desde 2012. Para mí que la pregunta era un poco superflua.
-Sí, pero...
-¿Mareos?
No tengo tensión. Así os lo digo.
-Sí, pero...
-Pues ven que te hacemos una PCR. 
-¿Y el niño?
Porque si caigo yo CAEMOS TODOS.
-Cuando le llame su pediatra.
-¿Y no puedo ir yo cuando llame el pediatra?
-Lorz, por favor, madura
Así que, convenientemente abrigada, me fui a hacerme mi segunda PCR.
Debo decir que desde octubre pasado hasta ahora las cosas han mejorado mucho y está todo mucho mejor organizado; en el ambulatorio han montado un triaje donde separan a los sospechosos covid de lo que no, y a los sospechosos se les hace PCR, medición de oxígeno, tensión y electro así, del tirón; para cuando terminas de pasar por la cadena de montaje ya tienes el resultado de la PCR y sabes si tienes covid o cualquier otra cosa que nadie se molesta en diagnosticar porque es 2021 y solo existen dos posibilidades: o tienes covid o no lo tienes. 
Y punto. 
El caso es que por la tarde le tocó a nene-kun, que en principio se negaba a hacerse "un APCR" y acabó siendo súper valiente. 
Los dos dimos negativo y nos pusimos muy contentos, sobre todo yo, que podría librarme de ambos niños el siguiente día lectivo y con suerte trabajar más de cinco minutos seguidos.
-Mañana -le dije al niño-, le tenemos que contar a la seño lo valiente que has sido.
-Sí.
Nene-kun es que es de pocas palabras. 
-¿Le vas a contar a todos tus amiguitos qué te han hecho?
-Sí.
-A ver: cuéntame lo que les vas a decir.
-Pues que me han hecho un APCR para ponerme coronavirus.
Creo que vamos a tener que trabajar un poco en esa versión de los hechos. 



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Hoy lunes a las 11:54 se acaba el plazo para participar en el verkami de Crónicas Funestas.
El libro lo he escrito yo, así que mi opción sobre el mismo es un poco parcial.
Lo que sí os puedo decir que los diseños de Laura S. Maquilón para la bolsa y las tazas y las ilustraciones de Gisselle Anderson para el libro son fantasía pura.
Venirse y apuntarse antes de que sea demasiado tarde.