11 enero 2021

La nevada

Quizá no os hayáis enterado porque apenas ha salido en las noticias, pero este fin de semana ha estado nevando.
Cuando empezó el viernes fue una cosa como de muy bonito todo, pero esto no va a cuajar.
Que me bajé con los niños a la plaza de prisa y corriendo y todo en plan: venga, a hacer la croqueta en donde pilléis nieve porque a saber cuándo la volvéis a ver. 
Para el viernes por la tarde la cosas seguía igual y como tenía entradas para el teatro y no están los precios del teatro como para no ir, envolví a la niña en unas ochocientas capas y para Gran Vía que me fui con Nena-chan y con mi madre. 
Cuando llegamos a Gran Vía caían copitos y había una finísima capa de nieve-hielo en el suelo. La gente estaba flipadísima haciendo fotos y había dos barrenderos (dos) repartiendo sal con un cubito (uno), que yo no es por criticar, pero por poco que nevara con lo grande que es la Gran Vía igual un solo cubo de sal se les quedaba corto, yo qué sé.
-Cuando salgamos del teatro nos volvemos en taxi, que hace mucho frío para la niña -dijo mi madre, y yo le dije que sí porque la niña es inmune al frío y al calor y a la ventisca, pero a mí se me estaban quedando los dedillos de los pies como para echarlos en un vaso de tubo para enfríar cubatas.
Pues nada, vimos la obra, que por cierto os recomiendo infinito porque es de mucho reírse y 2021 viene como muy necesitado de eso, y al salir nos encontramos con este panorama: 


Creo que esto es la calle Libreros.

Callao.

Las fotos son muy malas porque al parecer la pantalla táctil del móvil no funciona bien a bajo cero, será la obsolescencia programada esa, yo qué sé. 

Gran Vía en dirección Princesa.

-Me parece que no vamos a encontrar ningún taxi -dijo mi madre. 
Se equivocaba: encontramos dos, con las luces de emergencia puestas y enterrados hasta media rueda en la nieve, y a los respectivos taxistas mirando alrededor en plan si quieres coger un taxi vas a tener que cogerlo pero a pulso, a ver si lo sacas de aquí. 
Dadas las circunstancias nos metimos en el metro, que no sabíamos si iba a funcionar pero al menos estaría calentito, y nos encontramos con que funcionaba a la perfección porque el metro de Madrid es así; si caen cuatro gotas deja de funcionar pero la nevada del siglo en medio de la pandemia del siglo pues como si nada.
Cuando Nena-chan y yo llegamos a nuestra parada la calle estaba así:

General Ricardos.

Camino Viejo de Leganés. Creo.

Esto podría ser la calle Radio, yo qué sé.



Nuestra calle.

Recuerdo muy bien el preciso momento en el que hice esta foto porque fue cuando Nena-chan me dijo:
-Mamá, he perdido el playmobil.
-¿Qué playmobil?
-El que llevaba en la mano. 
Mis hijos siempre salen a la calle con algún juguete pequeño por si tienen que entretenerse un rato mientras hago la compra o lo que sea, y desde que empezó la pandemia el juguete siempre es un playmobil porque hemos descubierto que tolera razonablemente bien los fregados con gel hidroalcohólico. Esa tarde, la niña había salido a la calle con una sirena porque "las sirenas están acostumbradas al agua y la nieve es agua congelada", un argumento que me pareció perfectamente razonable a las seis de la tarde, cuando caían copitos y no una ventisca histórica.
-¿Sabes dónde se te ha podido caer?
-En la nieve.
Teniendo en cuenta que todo estaba completamente cubierto de nieve parecía la hipótesis más razonable, sí.
-Lo que quiero decir es que cuándo te acuerdas de haberlo visto por última vez.
-En el metro.
La madre que parió al metro, a la ventisca, al playmobil y a todo lo que se menea.
-Nena-chan, creo que podemos darlo por perdido.
-¡No!
-Va a ser imposible encontrarlo en medio de una tormenta de nieve, a las once de la noche y con este frío. Tienes muchos playmobil, creo que podemos renunciar a este.
-¡¡¡BUAAAAAAAAA!!!
-Pero Nena-chan...
-¡ES QUE ESTE ME LO REGALÓ LA TITAAA! ¡Y LA TITA SE HA MUERTOOO!
-A ver, tú sabes que cuando sacamos un juguete a la calle corre el riesgo de que se pierda, si es especial para ti no tendrías que haberlo sacado.
-¡PERO ES QUE ME DIJISTE QUE ERA UNA TARDE DE CHICAS Y YO QUERÍA QUE LA TITA VINIERAAA! ¡PERO LA TITA SE HA MUERTOOO! ¡LA ECHO DE MENOS Y NO VA A VOLVER NUNCAAA!
J*d***r...
Así fue como en mirad de una ventisca en mitad de una pandemia, a una hora del toque de queda, bajo cero y con la nieve hasta las rodillas, la niña y yo volvimos sobre nuestros pasos. 
O algo así. 
La nieve caía con tanta fuerza que no veíamos nuestras propias huellas, y aunque las hubiéramos visto el viento nos empujaba para un lado y el otro. 
El parque donde Nena-chan creía que se le había caído la muñeca.

A Nena-chan se le habían congelado los lagrimones y había dejado de llorar para no perder los ojos por congelación, y yo tenía las gafas empañadas y no paraba de pensar en que ojalá la Tita le hubiera regalado a la niña un bloque de cemento, una bombona de butano o una boya marina, yo qué sé, algo que se viera bien al caerse de noche en medio metro de nieve. 
Habíamos conseguido retroceder unas dos manzanas cuando, al borde de la congelación, me volví a Nena-chan.
-Escucha, esto es imposible. 
-Pero la Tita...
-A la Tita no le hubiera gustado que muriéramos de congelación, ¿no crees?
Nena-chan se lo pensó. Se lo pensó. 
-No. 
-Vamos a volver, ¿vale?
Volvimos a casa con hipotermia severa, que es una cosa que le molesta mucho al gato porque nos peleamos por llevárnoslo cada uno a nuestra cama, y al día siguiente, quizá no lo sabréis porque apenas se ha hablado de ello en las noticias, Madrid amaneció tal que así:


-Venga -les dije a los niños-. Abrigaos que nos vamos a la calle.
-Mamááá, no encuentro mis guanteees.
Es una verdad universalmente conocida que los hijos nunca encuentran los guantes. Me puse a rebuscar por toda la casa hasta que di con los de Nena-chan, que estaban hechos una pelota. Los estiré y ¿qué me encontré dentro? 
La dichosa sirena de Playmobil.
-Mira, Nena-chan, mira lo que he encontrado -le dije.
-¡La sirena! ¿Dónde estaba?
-Dentro de tu guante. 
-Ah, sí, ahí no pasa frío. 
Los demás ya si eso, claro.


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¡Se nos vienen unas tardes estupendas de sofá, libro y mantita!
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