01 junio 2020

El desfase


El desfase lo llevamos regular.
Como ya es legal, mis padres han venido a vernos a casa. Digo "vernos" cuando, obviamente, a quienes querían ver es a los nietos, que a fin de cuentas a mí me conocen desde hace cuarenta años y me tienen muy vista y ZaraJota para la conversación que da mejor le pintas una carita a un globo.
La cosa fue más o menos bien al principio: los abuelos venían con mascarilla, guantes, escafandra y un traje de neopreno, que de verdad si me llegan a decir que se iban a seguir los pasos de Costeau me lo habría creído sin problemas.
Pero claro, según entraron en casa los niños se les quisieron echar encima.
-No, no, mira, lo que podemos hacer es frotarnos el codo, así -le dijo mi madre a Nene-kun.
-Pero madre -le dije- que el codo es donde estornudamos.
-¿Y?
-Pues que si el niño estornuda en su codo, luego frota su codo contra el tuyo, y luego tú estornudas los mocos pasan de uno a otro lo mismo.
-Oh.
Mis padres pasaron a casa muy tiesos y se sentaron muy tiesos con su mascarilla, sus guantes, sus escafandras y sus trajes de neopreno.
-¿Queréis una cervecita?
-Vale, una.
-Sí, porque no tengo más.
Desde que el supermercado dejó de hacer envíos a domicilio lo único de peso que entra en casa soy yo.
Les puse la cerveza delante y se la quedaron mirando en plan muy bien, ahora qué hacemos con todo el equipo.
-Quitaos la mascarilla, anda, si total, estamos todos teletrabajando desde hace dos meses.
Mis padres se quitaron la mascarillas para tomarse la cerveza y ya que estábamos pensé, qué lastima, la cerveza (a compartir) y a palo seco, voy a sacar unas patatitas.
Mis padres se quedaron mirando las patatitas en plan muy bien, y nosotros con los guantes puestos.
-Quitaos los guantes, anda, si total, si ninguno salimos de casa para nada.
Mis padres se quitaron la mascarilla y empezaron a tomarse las patatitas.
Y claro, ya que estábamos sin mascarillas, sin guantes, sin escafrandras y sin trajes de neopreno y todos metiendo la manorra en el mismo cuenco de las patatas, nos pareció súper absurdo que los niños mantuvieran la distancia. Sobre todo, porque ya hacía rato que se les habían sentado en las rodillas.
-No pasa nada, venga, si de todas maneras no hemos tenido contacto con nadie.
El caso es que una cosa fue llevando a la otra y para cuando llegó la hora de irse ni distanciamiento, ni asepsia, ni pepinillos en vinagre, que a los niños solo les faltó hacer la croqueta sobre un charco de fluidos corporales.
El caso es que al día siguiente me llamó mi padre:
-Oye, que la abuela está regular y le han hecho la prueba del covid.
-Ay, pobre.
-No te preocupes, que son solo decimillas y un poco de tos. Seguramente no es nada, te lo digo para que os aisléis.
-¿Y por qué me voy a aislar yo ahora, que llevo tres meses sin ver a la abuela?
-Porque nosotros estuvimos en su casa.
-¡Pues aislaros vosotros!
-Es que estuvimos justo antes de ir a la vuestra.
De verdad, pocas cosas nos pasan.




Pd1: Dio negativo. Teniendo en cuenta que se está recuperando de un cáncer y que siempre lo ha pasado muy mal con la alergia, me atrevo a decir que la tos, la fiebre y el cansancio podían deberse a cualquier otra cosa. Así como teoría loca.


Pd2: Como me aburría he escrito otro libro.