He escrito otro libro.
La culpa fue de Patricia, que me dijo:
-Tengo una idea para un libro y no la voy a usar.
Y claro, es que si vamos así, provocando...
El libro va de que el 25 de mayo de 2025
es posible que escogiera el fecha solo porque rima con "te la hinco", no me escondo"
explotan todos los microondas del mundo y el gobierno decide cortar el suministro eléctrico por cuestiones de seguridad.
No sé si alguna vez se os ha ido la luz en casa, pero está sin electricidad es una mierda muy grande. Así que pasan cosas. ¿Cosas nazis? Bueno, eso depende de la interpretación de cada uno.
Pero un poco sí.
El caso es que como es ciencia ficción tenía que hacer "world building", que es cuando llamas a inventarte un montón excesivo de detalles para disimular que ni escribes demasiado bien ni tu idea es demasiado original.
Es broma, es broma.
Yo hago mucho world building.
Hacía.
Ahora es que me da muchísima pereza acordarme de tantas cosas.
Así que seguí el clásico consejo: escribe de lo que sabes. Y si hay algo que me sé bastante bien es el camino de mi casa al colegio de los niños.
Así que ambienté casi todo el libro en esa calle.
Y en el hotel al que me iba a darle con el novio cuando era joven, vale, eso también.
Cosas que conocía bastante bien.
Lo único que me fallaba era el interior de la iglesia, básicamente porque no había entrado nunca.
Llevaba un par de meses pensando en entrar de camino o de vuelta del colegio pero siempre voy con prisas y no había manera, pero un domingo pasé con los niños de camino a Madrid Río, vi que la puerta abierta, y entramos.
Lo que no se me ocurrió fue que, siendo domingo y cerca de las doce de la mañana, la puerta estaba abierta porque iba a empezar la misa.
Lo que tampoco se me ocurrió fue que, siendo 2025, hubiera aproximadamente varios millones de familias a las que conocemos, con sus varios trillones de niños.
Toda esa gente nos recibió con una sonrisa.
Estoy segura de que se alegraban sinceramente de que por fin hubiéramos encontrado a dios o lo que sea.
Una vocecita malvada dentro de mí también está segura de que pensaban que por fin nos íbamos a alejar del camino del mariconismo woke feminazi y dejar de dar la brasa con la tontería esa de los derechos humanos, pero bueno.
Puede que parezca que no tengo vergüenza pero el caso es que algo me queda así como en el fondo, así que al ver a todas aquellas caras, en su mayoría conocidas, me quedé un poco parada.
Por un momento pensé en darme la vuelta y salirme tal cual como si no hubiera pasado nada, pero los niños empezaron a saludar a sus amiguitos y me estropearon el plan.
Así que hice lo único que podía hacer: seguir para adelante y ponerme a palpar paredes como si fuera lo más normal del mundo.
Y es lo más normal del mundo. Cuando estás haciendo world building y necesitas saber cuánta humedad transmiten unas paredes, al menos.
Comprobé un par de puntos y luego, como si fuera lo más normal del mundo, les dije a los niños:
-Ya está, vámonos.
Y empecé a salir como si fuera lo más normal del mundo.
A mis espaldas, escuché a uno de los niños preguntar a los míos:
-¿No os quedáis?
Claro que no nos quedamos, pensé, entrar a una iglesia solo a palpar paredes es lo más normal del mundo.
Pero lo que mis hijos contestaron fue:
-No, solo hemos entrado porque mi madre está escribiendo un libro.
Vale, nos vamos a tener que mudar.
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