04 diciembre 2023

Wiii

 


Hace unos días estuve en Barcelona.
No importa cuándo leas esto, siempre estuve en Barcelona hace unos días. Últimamente paso tanto tiempo allí que estoy pensando en mudarme, lo que pasa es que claro, el agua en Madrid es como sus fachas: inigualable. 
El problema de Barcelona es que vas y luego tienes que volver.
La estación de Sants es una cosa que en sí misma podría justificar un 155 y hasta un 156. No hay sitio para los trenes, así que el embarque se demora hasta el último minuto, lo que provoca que tampoco haya sitio para los pasajeros. Que la zona de larga distancia sea un corralito de cristal pegado a una pared de cristal no ayuda, sobre todo en verano. La gente, siendo gente, tampoco ayuda demasiado. 
Y los baños. LOS BAÑOS.
Y esas escaleras estrechísimas. Y esos ascensores. Es un todo.
Así que os podéis imaginar mi reacción cuando por fin llegue a mi asiento y resultó que no estaba fijo en el suelo.
-Jijijijijiji...
Me explico. Como es sabido, los trenes tienen dos cabezas, una a cada lado. Es como si fuera una serpiente que va por el bosque buscando una parte de su cola, pero en vez de su cola encuentra otra cabeza. De esta forma pueden llegar a una estación en una dirección (con la cara A, digamos), y volver en otra (con la cara B). Para que los pasajeros no vayan de espaldas, los asientos giran sobre sí mismos (los antiguos simplemente movían el respaldo, era una maravilla de diseño eso). Salvo en compañías como Iryo, donde ponen la mitad de los asientos en un sentido y la mitad en otro, y tienes un 50% de posibilidades de ir de espaldas durante tres horas, nueva de cada diez fisioterapeutas lo recomiendan.
El caso es que me asiento estaba en la dirección correcta, o sea, palante, pero no estaba fijo. 
Y giraba.
Vaya si giraba. 
Como las tazas locas.
Así que yo hice lo que cualquier adulto responsable haría:
-¡Wiiiiiiii!
Sé lo que estáis pensando: Jaja, qué exagerada eres.
Pues por eso hice un vídeo.

(De hecho, varios, pero este es el único en el que no se le ve la cara a los otros pasajeros)
Estaba ahí, grabando vídeos y haciendo wiiiii cuando llegó la persona que tenía que ocupar el asiento de al lado. 
Ahora que lo pienso, quizá llegó antes, porque se ve su abrigo en el vídeo, pero yo estaba muy concentrada haciendo wiiii. 
Y esa persona dijo, y de verdad que no me lo invento:
-¿Qué fantasía es esta?
-El asiento está suelto y gira.
-¿Y qué hacemos?
-Pues de momento grabar un vídeo, que se lo he contado a mi familia y no se lo creen.
-¿Quieres que te lo grabe yo para que salgas mejor?
En ese momento pensé que esa persona era mi alma gemela, de verdad os lo digo. Una pena que yo sea una mujer casada y decente y que estuviera muy ocupada haciendo wiiii con el asiento.
-No, gracias, ya está. Ahora cuando termine de colocarse la gente aviso a una azafata y que lo arregle.
-¿Seguro? Mira que esto parece divertido.
-Sí, es que quiero cenar.
Que a lo mejor cenar en un asiento rotatorio en un tren que alcanza los trescientos kilómetros hora no es es la mejor de la ideas, no sé. 
-Vale, vale. 
Mi compañero de asiento se quitó educadamente de en medio, supongo que para dejarme hacer wiiii a gusto, cosa que le agradezco enormemente porque sus piernas habrían hecho de tope con el asiento de delante y no habría girado con tanta alegría.
En esas estaba cuándo apareció la azafata.
-A ver, ¿qué asiento está suelto? 
Entonces fue cuando me di cuenta de que los asientos de al lado también giraban, y que uno de los pasajeros se nos había adelantado avisando a la azafata.
-¿Los vuestros también están sueltos?
-Sí -me dijo el pasajero.
-¿Y NO HABÉIS HECHO WIII?
La gente es que nunca deja de sorprenderme.

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Estoy de campaña para sacar un nuevo libro. Apuntaos, que luego será tarde. Señora. Demasiado tarde. Señora. 




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