Nena-chan tiene un bulto en la cabeza, una cosa que en mi familia es como muy tradicional: recordemos sin ir más lejos a mi tía la tontusilla.
A diferencia de los bultos anteriores el de Nena-chan está por fuera de la cabeza como si le hubieran metido un lacasito entre el cuero cabelludo y el cráneo. Al principio era muy pequeño y nos resistimos a llevar a la niña al pediatra, porque nuestro pediatra es muy de quitarle hierro a todo porque considera que los padres somos unos histéricos y llevamos a los niños al médico por cosas que son perfectamente normales. Nuestras historias con el pediatra son fuente inagotable de diversión, sobre todo cuando te dice que es perfectamente normal que a un bebé de once meses le sangre el ojete, el niño empeora, acabas en urgencias y en médico de urgencias te dice que cómo has esperado tanto para que al niño lo viera un médico, te acusa de negligencia y amenaza con denunciarte, jajajaja, yo es que me parto con mi pediatra.
Seguramente estáis pensando: pues cambia de pediatra. Bueno, ya lo hemos intentado porque en Madrid hay libertad de elección de médico. El problema es que si pides otro pediatra y el otro ya tiene más pacientes de los que puede atender, te rechaza y te vuelves donde estabas. Y se ve que los pediatras en Madrid ya tienen todos más pacientes de los que pueden atender, porque una cosa es la libertad para elegir y otra poner medios para que la gente elija, se ve.
El caso es que un par de semanas más tarde el bulto había crecido considerablemente y ni siquiera nuestro pediatra podía decir que aquello era normal. Así que pedimos cita y, por supuesto, el pediatra nos dijo que aquello era perfectamente normal.
-Pero cómo va a ser normal, que como le crezca un poco más va a ir por la calle escorada como una Vespa.
-Bueno, pues será un pelito enquistado.
-Pero cómo va ser ser un pelito enquistado.
A ver, que llevo toda la vida depilándome con cuchilla, señora, que otra cosa no pero un pelito enquistado lo reconozco.
-Bueno, pues que tome antibióticos diez días.
Aquello ya me tocó la moral, porque una vez el médico me dijo que a veces receta antibióticos "para madres ansiosas", así que sospeché que
1. A Nena-chan no le hacían falta los antibióticos para nada.
2. Me estaba llamando histérica. Otra vez.
Pero yo soy muy bien mandada, y me recordé a mi misma que el pediatra ha estudiado muchos años, y tiene muchos años de experiencia, y seguramente sabe lo que dice mejor que yo, así que durante diez días le dimos a la nena su pauta de antibióticos.
El tratamiento le sentó fenomenal al bulto: se puso de hermoso y de lustroso que daba alegría verlo. Y se veía, ya os digo yo que se veía. Así que volvimos al pediatra y muy a su pesar nos mandó al especialista.
A diferencia de los bultos anteriores el de Nena-chan está por fuera de la cabeza como si le hubieran metido un lacasito entre el cuero cabelludo y el cráneo. Al principio era muy pequeño y nos resistimos a llevar a la niña al pediatra, porque nuestro pediatra es muy de quitarle hierro a todo porque considera que los padres somos unos histéricos y llevamos a los niños al médico por cosas que son perfectamente normales. Nuestras historias con el pediatra son fuente inagotable de diversión, sobre todo cuando te dice que es perfectamente normal que a un bebé de once meses le sangre el ojete, el niño empeora, acabas en urgencias y en médico de urgencias te dice que cómo has esperado tanto para que al niño lo viera un médico, te acusa de negligencia y amenaza con denunciarte, jajajaja, yo es que me parto con mi pediatra.
Seguramente estáis pensando: pues cambia de pediatra. Bueno, ya lo hemos intentado porque en Madrid hay libertad de elección de médico. El problema es que si pides otro pediatra y el otro ya tiene más pacientes de los que puede atender, te rechaza y te vuelves donde estabas. Y se ve que los pediatras en Madrid ya tienen todos más pacientes de los que pueden atender, porque una cosa es la libertad para elegir y otra poner medios para que la gente elija, se ve.
El caso es que un par de semanas más tarde el bulto había crecido considerablemente y ni siquiera nuestro pediatra podía decir que aquello era normal. Así que pedimos cita y, por supuesto, el pediatra nos dijo que aquello era perfectamente normal.
-Pero cómo va a ser normal, que como le crezca un poco más va a ir por la calle escorada como una Vespa.
-Bueno, pues será un pelito enquistado.
-Pero cómo va ser ser un pelito enquistado.
A ver, que llevo toda la vida depilándome con cuchilla, señora, que otra cosa no pero un pelito enquistado lo reconozco.
-Bueno, pues que tome antibióticos diez días.
Aquello ya me tocó la moral, porque una vez el médico me dijo que a veces receta antibióticos "para madres ansiosas", así que sospeché que
1. A Nena-chan no le hacían falta los antibióticos para nada.
2. Me estaba llamando histérica. Otra vez.
Pero yo soy muy bien mandada, y me recordé a mi misma que el pediatra ha estudiado muchos años, y tiene muchos años de experiencia, y seguramente sabe lo que dice mejor que yo, así que durante diez días le dimos a la nena su pauta de antibióticos.
El tratamiento le sentó fenomenal al bulto: se puso de hermoso y de lustroso que daba alegría verlo. Y se veía, ya os digo yo que se veía. Así que volvimos al pediatra y muy a su pesar nos mandó al especialista.
El especialista miró el bulto de Nena-chan con mucho interés y por todos los ángulos posibles.
-Seguramente es un quiste sebáceo -dijo-. Lo más seguro es que lo haya tenido siempre, pero a veces cuando reciben un golpe se animan y crecen. ¿Se ha dado un golpe en la cabeza últimamente?
A Nena-chan le entró la risa floja.
A mí me entró la risa floja.
Que no es que nos tomáramos a guasa la cosa, pero es que "Nena-chan" y "darse un golpe" usados en la misma frase es algo así como redundante. Que estamos hablando de una niña que se tropieza andando en llano. Que a veces estamos comiendo y se cae de la silla, no sé si me explico.
-No recuerdo ningún golpe en especial -dije, recuperando la compostura. Poco, las cosas como son.
-Ha tenido que ser un buen golpe, es imposible que no te hayas dado cuenta.
-Es que se da muchísimos.
El especialista puso cara de ir a llamarme madre negligente, seguramente con razón, porque hasta yo me doy cuenta de que "es que es muy torpe y siempre se está cayendo" suena a madre maltratadora que intenta ocultarlo. O, como mínimo, a madre que se está haciendo las uñas delante de la tele mientras sus hijos juegan con machetes. Así que me apresuré a explicar:
-Siempre se está dando golpes. Recuerdo muchos golpes en las pasadas semanas, pero es que son tantos que no podría decir cuál en concreto ha podido ser el que causara eso.
-Siempre me estoy dando golpes -intervino la niña como para darme apoyo moral.
-¿Tú te acuerdas de algún golpe que haya podido causar eso?
-No, mami, solo uno no.
Nena-chan empezó a reírse, yo empecé a reírme, y el especialista empezó a mirarnos como si se arrepintiera de no haber estudiado Empresariales, por ejemplo.
-Está bien.
Le pidió a Nena-chan que bajara de la camilla y se sentara en la silla justo delante de su escritorio, y yo me senté a su lado mientras el especialista tecleaba en el ordenador, seguramente registrando que soy una madre maltratadora que le propina golpes en la cabeza a su hija y al día siguiente ni siquiera se acuerda o algo así.
Nena-chan se quedó en la silla muy formal.
-Entonces -insistió el especialista-, ¿no recuerdas nada de ese golpe?
-No -empezó a decir la niña. Entonces fue a recolocarse en el asiento para apoyarse en el apoyabrazos, pero el brazo le resbaló, la nena perdió el equilibrio, pataleó para recuperarlo y no sé muy bien como acabó estampándose contra el escritorio del médico.
-¿Te has hecho daño? -le pregunté, con el tono monocorde de puro rutinario.
-Jajajaja, sí, jajajajaja.
-Es que menuda torta, hija, jajajaja.
-Sí, jajajaja.
-¿Pero cómo te has podido caer de la silla?
Otra vez, añadí para mis adentros.
-Jajaja, mami, ni idea, jajaja.
El especialista nos observaba con la boca abierta. Bueno, eso creo, porque llevaba mascarilla.
Finalmente se volvió hacia su ordenador y dijo, mientras tecleaba:
-Ha podido darse un golpe pero no lo recuerda.
Es que a veces no hay nada como una demostración práctica.
- - - - - - - - - - -
El 21 de mayo podréis encontrar mis libros en la caseta de Distinta Tinta en el Krunch! de Quadernillos (Alcalá de Henares).
El mismo día, mis libros y yo misma estaremos en Santa Librada (detrás del Caixaforum de Madrid).
Y el 22 de mayo a las 12:30 estaré firmando en la caseta de Cicely en la Feria del Libro de Alcobendas.