27 abril 2020

Niños fuera

Cuando nos dijeron que los niños podrían salir a pasear una hora al día se me saltaron las lágrimas de la emoción.
Han estado 46 días encerrados en casa, cosa que de por sí ya es bastante chunga para cualquier persona humana en general, pero para un niño que necesita saltar y correr y que le dé el aire, estar en un sitio pequeño, cerrado y en el que continuamente le recuerdan que hay vecinos en el piso de abajo POR FAVOR es una tortura.
Además no se cansan, pierden el apetito, nunca tienen ganas de dormir y cuando duermen, tienen pesadillas. Hace algunas noches, a Nene-kun se le escapó el pis. Nena-chan llora entre sueños. Yo no recuerdo cuando dormí más de tres horas seguidas. En 2012, probablemente.
En fin.
Luego empezaron don los matices.
Los niños pueden salir una hora al día, manteniendo todas las medidas de seguridad, pero deben quedarse en un radio de un kilómetro de su domicilio.
Venga, vale.
Para Madrid, un kilómetro es poquísimo. Por ejemplo, el colegio está a exactamente un kilómetro, y se considera "cerca".
Que lo he mirado en Google Maps.
La casa de los abuelos también está "cerca", a 1,2 kilómetros, pero no lo bastante como para "pasear" casualmente hasta allí y dejarnos a los niños olvidados en la puerta. Que no lo digo por mí, que lo digo por una amiga que pensó hacerlo.
Pero no lo ha hecho.
Todavía.
-Bueno -le dije a ZaraJota-, de todas formas nadie sabe si estás a un kilómetro de tu casa o a dos. 

-La policía puede pedirte el dni, y en el dni viene tu dirección.
-Jajaja, noooo, porque todavía tengo la antigua. ¡Chúpate esa, estado policial!
-Lorz...
-¿Qué?
-Que entonces solo puedes moverte en un radio de un kilómetro con respecto a la antigua.
-Jo.
Volví a Google Maps. La casa antigua está a exactamente un kilómetro en línea recta de la nueva.
Por los pelos.
O sea, que puedo pasear con los niños en dirección a mi casa antigua y de vuelta.
Al principio estaba muy ilusionada por lo de salir con ellos y eso, pero luego pensé jo, qué pereza. Es cuesta arriba, da el sol, es una calle feísima... Para sacar a lo niños por ahí, casi mejor los ponemos a dar vueltas por el parking, que por lo menos no se queman, no sé. 
Así que le dije a ZaraJota: 
-Creo que es mejor que seas tú quien salga con los niños.
-¿Y eso?
-Bueno, como tengo la dirección antigua y esa calle es feísima, casi que no compensa. Además tú puedes apañarte solo con los dos, solo tienes que asegurarte de que no corran, que no se separen de ti, que se porten bien, que no toquen nada, que estornuden o tosan en el codo, que no se limpien los mocos en la manga, que usen bien el desinfectante, que no se toquen la cara, que no se quiten la mascarilla, que se queden en la acera, que no monten el pollo cuando les digas que no pueden ir al parque; asegúrate de que no pasan frío ni calor y que no les dé mucho el sol y que el niño no pase sed, que ya sabes que se le resecan mucho los labios, y mándame una foto cada treinta segundos y un mensaje cada treinta y tres y...
-¿Sabes qué, Lorz?
-Qué.
-Que lo estoy pensando, y me parece que yo también voy a tener la dirección antigua.
Pues también es mala suerte. 

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