05 noviembre 2018

Los efectos secundarios

Pues esta es la situación.
A la enésima vez que fui al médico de cabecera con una contractura muscular en el cuello y/o la espalda y andando como las muñecas de Famosa se dirigen el portal para regalarle al niño su cariño y su amistad y Jesús en el pesebre sonríe porque está alegre nochebuena de amor, navidad jubilosa, es el mensaje feliz, de las muñecas Famosa, es que una vez que empiezo o la canto entera o no me quedo a gusto, el médico me dijo:
-Esto es por la tensión.
-Ah, por eso voy siempre dando calambre.
-No, por la electricidad no. Por el estrés.
-Ah.
Se ve que cuando estoy en tensión, que es prácticamente siempre, aprieto tanto la mandíbula que me hago daño en el cuello.
Después de saber esto, ZaraJota perdió súbitamente todo interés por el sexo oral. 
-¿Has pasado últimamente por alguna situación estresante? -me preguntó el médico.
-Pues verá...
Seis horas más tarde salí de la consulta con una receta para un antidepresivo, que ahora que lo pienso no sé si era para mí o para el médico, que después de escucharme tenía muy mala cara.
Simultáneamente una persona de mi entorno cuyo nombre no desvelaré para garantizar su derecho a la intimidad también fue al médico porque tenía un derrame en el ojo.
-Hola -dijo-. Soy ZaraJota. Vengo porque tengo un derrame en el ojo.
El médico le miró el ojo y dijo:
-Esto es por la tensión.
-Ya.
Se ve que cuando esta persona anónima cuyo nombre no vamos a mencionar está en tensión los ojitos le hacen "pop".
-¿Has pasado últimamente por alguna situación estresante?
-Defina "últimamente".
Seis horas más tarde la persona anónima salió de la consulta con una receta para un antidepresivo.
Ambos compramos nuestro antidepresivo y lo llevamos a casa.
Yo empecé a tomarlo y me pasé el primer día riéndome como una loca, el segundo en posición fetal mirando la pared con los ojos vacíos, y a partir de ahí, muy bien.
O sea, tampoco es que fuera dando saltos por la calle.
Que tengo la espalda hecha m**rd*. 
Pero de pronto desapareció mi bola de angustia.
Llevaba tanto tiempo ahí que ya no me acordaba de que se podía vivir sin ella.
De hecho, me cuesta mucho escribir sin ella. Me falta como... odio. 
Para ser sincera, no recuerdo haber vivido sin ella. Nunca.
Y además, no notaba ningún efecto secundario.
 Aparte de que me cuesta mucho más escribir personajes repugnantes a los que asesinar brutalmente después. Pero creo que puedo vivir sin eso. 
Estaba encantada con mis pastillitas.
Pero cuando se me acabó la primera caja y fui con mi receta electrónica a comprar más, el farmacéutico me dio unas totalmente diferentes.
-Creo que esto no es -le dije.
-Sí es. Es lo que pone en tu receta.
-Pero lo que yo estaba tomando venía en una caja verde, y esta es rosa.
-Pues lo que tienes recetado es esto.
-¿No será que han cambiado la caja?
-Siempre ha sido así.
-¿Y si la otra vez me dieron un genérico o algo?
-No hay genérico de esto, señora.
-Tiene que haber un error.
El farmacéutico me enseñó la pantalla y efectivamente, me estaba dando exactamente lo que me habían recetado.
Me fui a casa con mis pastillas, un poco confusa.
¿Me habrá cambiando el médico la receta por su cuenta?
¿Se puede hacer eso?
¿Se confundiría el primer farmacéutico?
¿O el segundo?
A lo mejor era lo mismo, pero de dos marcas diferentes, y cada farmacéutico tenía sus manías.
Ni idea.
Bueno, empecé a tomarme mis nuevas pastillas y, definitivamente, aquella no era la misma mandanga.
Me sentaba muy mal.
Ya no es que no pudiera escribir gore, es que todo lo que escribía parecía sacado del BOE. Y la bola de angustia volvió convertida en BOLÓN. Casi no podía respirar. Y solo pensaba en COMER.
Cuando llevaba varios días comiendo donuts coincidí por ahí con la persona anónima de la que hablaba antes.
En concreto, coincidimos en la cama, porque esa noche nuestros hijos habían decidido dormirse cada uno en la suya, para variar.
Y le conté la situación.
-Creo que estas pastillas no son las mismas de antes, pero el farmacéutico dice que son las que tengo en la receta.
-¿Cuáles son?
-Estas.
-No puede ser, nos habían recetado lo mismo a los dos, ¿no?
-No lo sé. ¿Cuál es la tuya?
-Una verde.
-Como la mía. ¿Y te sentaba bien?
-Ah, es que no me la estoy tomando.
-¿Y eso?
-Porque no las encuentro por ninguna parte. Las dejé en tu mesilla y cuando fui a buscarlas la caja verde había desaparecido, solo había una caja rosa.
-Ay.
-No me gusta ese "ay".
-ZaraJota, creo que llevo un mes tomándome tus pastillas.
-Ay.
Bueno, pues después de eso tuve que volver al médico para una consulta "de seguimiento".
No sabía muy bien cómo explicarle la situación porque, admitámoslo, "es que las pastillas de mi marido me sientan mejor que las mías" suena un poco a vieja loca adicta a "Saber vivir".
Y eso, siendo optimista.
Pero el médico se lo tomó muy bien.
Es que ya me conoce y eso. 
-No te preocupes, Lorz, las dos son prácticamente lo mismo.
-¿En serio?
-Sí, solo se diferencian en un efecto secundario sin importancia: la rosa abre el apetito y muchos pacientes engordan cuando la toman.
"Sin importancia", dice.





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8 comentarios:

viñu dijo...

Pues entre bola interior virtual y lorza real está la decisión.Ser o lorz ser, he ahí la cuestión.

Necio Hutopo dijo...

En todo caso, me alegra que te hayan regresado a las pastillitas de cajita verde... Esperemos que la persona anónima cuyo nombre desconocemos por completo también esté tomando las suyas.

María dijo...

Creo que yo también necesito de esas pastillas, dónde las dan?? Dónde dondeeeee??? 😅😅😅

Genín dijo...

No entendí nada... :(
Pero si la primera caja que resultó ser de Zarajota, la verde, te sentó tan bien, ¿Porqué la segunda si era igual no?
Yo odio las pastis antidepre, a mi me recetaron hace años, cuando trabajaba, unas para eso, y me sentí fatal, solo tomé las dos primeras y lo dejé, me estaba volviendo majara perdio, fue dejarlas, y mano de santo, me sentí de maravilla con depre y todo...jajaja :)

Besos y salud

Nymeria Solo dijo...

Esto... ¿Y cómo dices que se llaman las pastillas de la caja verde? Espara una amiga.

Sonia Ferreiro dijo...

Las muñecas se dirigen al portal para hacer llegar al niño su cariño, nada de regalar, oye, que el cariño es muy caro.

Nabila dijo...

Jajajaja si es que os cambiáis la medicación y también los efectos secundarios??

Fantasma de la Opera dijo...

Corrección: Zarajota perdió el interés por el parchís oral (lo siento, no acabo de hacerme con las etiquetas html de estilo de letra -negrita e itálica-).