26 mayo 2025

La Purga



Que me han preguntado mucho en el otro lao qué pasó con la aborrescente niña en día del apagón.
La niña está bien.
ZaraJota fue a buscarla a pie. No es muy lejos. El único problema es que está pasado el río y eso significa que vayas en la dirección que vayas, siempre hay una cuesta abajo y una cuesta arriba.
Con el calor que hacía, que era mucho, y la creciente escasez de árboles de sombra que, por motivos ignotos, asola Madrid desde hace unos años. 
ZaraJota había conseguido contactar con una madre y le había avisado de que se traería a la criatura correspondiente. Que no es que no hubiera podido volver sola, pero eso lo sabemos ahora, es decir, en el momento no sabíamos que iba a estallar la Purga de un momento a otro o qué.
ZaraJota acompañó a la niña hasta su casa sin mayor problema que el calor y dos adolescentes sin un móvil para distraerse. 
El problema empezó cuando llegaron a la casa, porque la familia de la niña vivía en un piso alto.
La niña no tenía llave.
El telefonillo no funcionaba.
Las líneas telefónicas y de internet se habían caído definitivamente. 
Básicamente: aunque había sido fácil llevar a la niña del punto a, el instituto, al punto b, la puerta de su casa, era imposible llevarla desde el punto b hasta el punto c, el interior del piso.
ZaraJota se planteó sus opciones, entre las que destacaba muy fuerte no haberse levantado esa mañana.
No podía volver a casa, porque no podía avisar a la otra madre y les estaba esperando.
No podía dejar a la niña sola en la puerta, porque todavía no descartaba por completo que estallara la Purga.
No podía lanzar a la niña hasta su casa con una catapulta. 
Porque no tenía ninguna catapulta, obviamente.
En esas estaba cuando vio gente a través de la ventana de bajo y dio un par de golpecitos en el cristal para llamar su atención.
Los vecinos lo miraron de hito en hito. 
La verdad es que no, porque ZaraJota es así como larguirucho y a través de la ventana no creo que pudieran mirar mucho, pero es que me gusta esa expresión.
Por la cara que pusieron, debieron pensar que por fin había estallado la Purga y que ZaraJota iba a por ellos. 
Entonces ZaraJota, que no es peliculero ni nada, levantó las manos y dio un par de pasos atrás para que vieran que estaba desarmado.
Para mí que esto incrementó la sospecha de los vecinos de que la Purga había llegado, pero supongo que hay que verse en esa situación. Con el calor que hacía y dos niñas, una ajena, sin teléfono móvil.
Los vecinos seguían desconfiando pero se acercaron a la ventana porque una cosa es tener miedo a la Purga y otra cosa es perderse un salseo. ZaraJota les hizo aspavientos para que miraran para abajo. Entonces vieron a las niñas y, en concreto, a una que reconocían.
-Aaaaaaah. 
Los vecinos salieron de casa y les abrieron la puerta del edificio, menos mal.
ZaraJota la acompañó escaleras arriba hasta dejarla sana y salva con su madre. 
ZaraJota compensó gimnasio ese día, las cosas como son.
Luego se vino para nuestra casa con la niña que le quedaba y el calor que hacía. 
-¿Has podido llevar a la otra niña sin problema?
-Sí, lo de llevar ha ido sin problema. Lo de entregar, en cambio...




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He escrito un número indeterminado de libros y podéis encontrar la mayoría aquí.