28 abril 2025

Los ciervitos son un primor

 No sé qué pasa que cada vez que subimos a ver a mi suegra tenemos un incidente zoológico
Esta vez no se trató de patos, sino de ciervos.
Sí, la cosa va escalando.
A mí no me gusta exagerar, pero seguramente lo próximo serán elefantes, ballenas o King Kong.
El caso es que fuimos a una cosa que se llama Parc Samà, que es una cosa muy de catalanes ricos del siglo XIX, con plantitas y edificitos y estanquitos y animalitos.
-Pero patos no habrá, ¿no? -pregunté.
-...
-Mierda.
En el parque este puedes comprar comida para dársela a los animales, que a mí de inicio ya me parece un error cósmico porque por lo general cuando compro comida lo que me gusta es comérmela yo, pero bueno. Pensé que a los niños les haría gracia, así que le dije a ZaraJota:
-Compra comida para los animalitos.
Y ZaraJota me dijo: 
-No me gusta que hables así de tus hijos, y además te he visto meter tres weikis en el bolso antes de salir.
-Para los animalitos del parque. 
Y ZaraJota se fue a comprar comida para los animales y volvió con un vaso de cartón lleno de maíz.
-Ah, estupendo, palomitas, solo necesitamos el microondas.
-Es para los animales. 
-Jo.
Mi decepción era doble y comprensible: primero, porque ahora que habíamos sacado el tema me apetecían mucho las palomitas. 
Segundo, porque no entendía cómo íbamos a darle aquello a los ciervos. ¿Tirándolo al suelo como a las gallinas? Mi experiencias previas no me dieron ninguna pista: cuando vamos a Burrolandia, que es una cosa que recomiendo mucho si tienes los epitelios olfativos atrofiados, siempre nos dan zanahorias y lechugas, que puedes agarrar de un ladito mientras el burrito las coge por el otro pero, ¿MAÍZ?
Mientras paseábamos entre los loritos, los patitos, los gansitos y una cosa que parecía un dinosaurio reducido pero con las ansias de matar intactas, le iba dando vueltas al asunto maíz. Tenía una sospecha. 
Y la sospecha se confirmó cuando por fin llegamos a los ciervitos y vi que la gente se ponía el maíz en el hueco de la mano y los ciervitos hacían el equivalente a un french kissing. Pero en la mano. Con ciervos. 
-AAAARGGGGH -pensé. Ojo que solo lo pensé. Decirlo en alto habría arruinado la magia y además estoy intentando educar a mis hijos para que sean valientes y atrevidos y nos les dé asco que un ciervo practique sexo oral con sus manos.
-¿Quién quiere dar de comer a los ciervitos?
-YO NO -exclamaron al unísono. Cuando quieren se llevan fenomenal.
-Venga, si no pasa nada -le dije, y les llené el hueco de las mano de maíz-. Venga, acercar las manitas.
Otra cosa no, pero mis hijos son obedientes. Levantaron las manitas y ofrecieron el maíz a los ciervitos. Pero cuando los ciervitos se acercaron, los niños entraron en pánico, retiraron la mano y el maíz fue a parar al suelo.
-Ooooohhhh.
A los ciervitos les dio igual. Deben estar acostumbrados. Y ser poco escrupulosos, porque se pusieron a hacerle el beso tuerca al suelo hasta que se comieron todo el maíz.
Luego, se quedaron mirándonos con el morro chorreando barro.
-¿Y ese barro? -pregunté. No tenía que haber preguntado.
-Es lo que pasa cuando mezclas babas de ciervo y tierra de suelo.
Repito: no tenía que haber preguntado.
-¿Y esa espuma?
-Creo que es lo que pasa cuando mezclas babas de ciervo y maíz de vaso.
Una vez más: no tenía que haber preguntado. 
-Bueno... -dije, porque era mi deber como madre-, ¿queréis darle más de comer al ciervito?
-NO.
-Pero si no pasa nada. 
-Pues hazlo tú.
-Eh...
Ser madre es una cosa compleja. Quieres que tus hijos sean mejores que tú, que no tengan tus complejos, tus miedos y tus mierdas. Eso te obliga a veces a hacer cosas que preferirías no hacer.
Como darle de comer a un ciervito babeante.
Cogí un puñado de maíz y alargué la mano para ofrecérselo al ciervito. El ciervito me miró un segundo, chorreando barro y espuma por la boca. Cerré los ojos. Todavía estoy muy delicada de la úlcera y cualquier cosa me hace echar la pota. No me hubiera importado porque empiezo a estar muy acostumbrada, pero es que veía al ciervito capaz de comérsela. 
Sospecho que esto habría arruinado la magia por completo.
Así que cerré los ojos y me mantuve impertérrita mientas el ciervo le hacía a mi mano cosas que jamás le había hecho nadie. Con barro, babas y espuma de maíz. Pero tenía que pensar en mis hijos. Tenía que hacerles creer que aquello era una momento mágico.
-AAAAAAAAAARRRRRRRRRG -grité- QUÉ ASCOOOOOOOOO ESTÁ TODO GRUMOSO DE BARROOOOOO PERO QUÉ ES ESOOOOOO DEJA DE CHUPARME POR FAVOOOOOOOR NO QUEDA MÁS MAÍZ QUÉ PRETENDES SACAR DE AHÍ ME MUERO Y ME MUERO Y CREO QUE VOY A POTAR Y LUEGO ME MUERO.
Cuando el ciervo acabó de lo que fuera que estuviera haciendo, me volví hacia los niños, con la mano chorreando babas marrones, y les dije con mi mejor sonrisa:
-¿Veis como no pasa nasa? Ahora probad vosotros.
-NO.
-Jooooooo, hemos venido para nada.
-No, para nada no - contestó ZaraJota-: te he hecho muchas fotos.

----------------------------------------------------------------

El sábado 17 de mayo a las 18:00 estaré en la 9ª Feria del Libro de Vallecas, firmando toda mi obra en la caseta de la Librería Yume. Podéis comprar mis libros allí mismo con descuento de feria o traer lo que ya tengáis en casa, yo lo firmo todo. 













14 abril 2025

Coche amarillo

 


Iba yo por la calle tan tranquila y sin meterme con nadie cuando Nene-kun gritó: 
-¡COCHE AMARILLO!
Y procedió a meterme tremenda colleja que a mí no me gusta exagerar, pero tuve que recoger del suelo mis amígdalas y volvérmelas a poner. 
Pesa veinte kilos pero está fuerte, el enano. 
-Pero qué te pasa.
-Que he visto un coche amarillo.
-Ah.
-El primero que ve un coche amarillo gana un punto -me explicó Nena-chan
-¿Y la colleja?
-Para que quede claro.
-Ah.
Como parecía que esto era importante para ellos, intenté sumarme al juego.
Vale, quería darles collejas impunemente, eso también.
-¡Coche amarillo! -gritaba.
-Mami, tienes que gritar a la vez que das la colleja, no vale y ganamos un punto los demás.
-¡Coche amarillo!
-Mami, tienes que dar la colleja en el hombro, no vale y ganamos un punto los demás.
-¡Coche amarillo!
-Mami, es un camión, no vale y ganamos un punto los demás.
-¡Coche amarillo!
-Mami, ya te lo hemos dicho muchas veces, las bicis de Glovo no valen y ganamos un punto los demás.
-¡Coche amarillo, coche amarillo, coche amarillo, coche amarillo!
-Mami, nos has traído a correos a propósito, no vale y ganamos un punto los demás.
Empezaba a tener la impresión de que no iba a ganar nunca. 
Al menos, mientras los niños estuvieran delante. 
Así que busqué un medio alternativo: el grupo familiar de whatsapp.

-Mami, ¡no vale! 
-¿Por qué?
-¡Porque tenemos que estar delante!
A mí eso me pareció un simple tecnicismo y decidí que no me iba a rendir. 


-¡MAMI, QUE ASÍ NO VALE!


-¡MAMI, QUE ASÍ NO VALE!


-¡MAMI, QUE ASÍ NO VALE!


-¡MAMI, ESO NI SIQUIERA ES UN COCHE!
Desde luego, está claro que siempre van a tener una excusa.