Antes del drama del Bichopollo tuvimos otro percance.
Mi madre se volvió a Madrid y ZaraJota no venía hasta el día siguiente.
Yo tenía que pasar una (1) unidad de noches sola con los niños en la casa de la Tita del Puerto.
¿Qué podía salir mal?
No me acuerdo qué hicimos los tres solos todo el día, pero al llegar la noche yo estaba que me moría muerta matada. Estaba tan cansada que en lugar de ponerme el pijama me quedé con la camiseta vieja 90% agujeros que llevaba y las bragas (limpias), que por lo menos eran tipo culotte y de color gris, porque si llegan a ser tipo bragafaja y de color nude habría sido fatal para los acontecimientos posteriores que narraré a continuación.
Me tumbé en la cama y me quedé KO hasta que así como a la una de la mañana sentí la llamada de la naturaleza y no pude ignorarla, porque el asunto de parir me ha dejado el muelle flojo y estoy como para presentarme a un casting de Tena Lady.
Total que me levanto y al pasar por delante de la habitación de los niños veo como una luz de ultratumba que parecía aquello cuando el niño del Sexto Sentido se mete en la tienda de campaña, que casi me hago pis en mis bragas tipo culotte de color gris, lo que sin duda habría sido fatal para el desarrollo de los acontecimientos posteriores.
-¡Nena-chan! ¿Qué estás haciendo?
-Nada.
-¿No estarás jugando videojuegos con la tablet debajo de las sábanas?
-Nooo...
-...
-Es que...
-Mira, estoy muy cansada. Mañana cuando venga papá lo hablas con él.
Cogí la tablet, apagué la luz, me volví a mi habitación y me quedé KO otra vez.
Me despertó un portazo.
Ya está el lerdo del gato intentando salir a la terraza a través de la puerta cerrada, pensé.
Jinmu empezó a maullar. Insistentemente.
Ya está el lerdo del gato intentando dar pena a la puerta de la terraza para que se abra sola, pensé.
Pero Jinmu no paraba de maullar, así que al final me levanté.
-¿Qué te pasa? ¿La puerta es mala y no se abre?
El gato me llevó hasta la puerta de la calle, sin parar de maullar.
-Esta puerta no, Jinmu.
-Miau.
-De verdad, me estáis dando la noche. Haz lo que quieras, yo me voy a dormir.
Pero antes de dormir me asomé al cuarto de los niños.
Costumbre, supongo. A ver si estaban dormidos y eso.
Como era de esperar, Nene-kun estaba dormido.
Y Nena-chan no estaba.
-¿Nena-chan?
La busqué por toda la casa, gritando en bajito.
Porque lo último que necesitaba era que se despertara su hermano, claro.
Así que gritaba en bajito que, dadas las circunstancias, resultaba especialmente frustrante.
La busqué por toda la casa, debajo de las camas, de los armarios, me asomé a la terraza por si se hubiera asomado al jardín y se hubiera caído, y no estaba por ninguna parte, ni siquiera dentro de la nevera, ni dentro del váter, ni en el carro de la compra y cuando ya empezaba a pensar que simplemente se había evaporado oí gritos en el portal.
Cogí las llaves, la mascarilla y el móvil y salí disparada escaleras abajo.
En el portal, a oscuras, había unas pareja joven en estado de shock después de encontrarse a Nena-chan en el hueco de las escaleras en plan niña de la curva, que ahora lo pienso y me da la rosa floja pero me pasa a mí y me quedo tiesa del infarto allí mismo.
-¿Habéis visto a una niña? ¿Por dónde ha ido?
-Ha salido corriendo...
La casa de la Tita del Puerto está en un edificio con un patio central grande al que dan todos los portales. Los niños adoran ese patio, están a su aire como en un parque, pero sin peligro.
Al menos, eso parecía de día.
De noche, y con Nena-chan desaparecida, yo sólo pensaba en todos los recovecos, escaleras, barandillas y el dichoso acceso al aparcamiento.
-¿Dónde?
Los vecinos captaron la situación enseguida.
-Yo miro por el patio.
-Yo voy a dar una vuelta a la manzana.
Yo me quedé en mitad del patio y llamé a la policía.
Ahora que lo pienso la conversación, entre el gaditano cerrado del policía y mi histeria total y absoluta debió ser como para escucharla. Y analizarla gramaticalmente. Pero sobre todo como para escucharla.
Mientras hablaba con el policía empecé a pensar con mayor claridad.
Los vecinos la estaban buscando en los alrededores, la policía estaba avisada, yo tenía que centrarme en lo importante:
1. Volver a casa y asegurarme de que Nene-kun seguía dormido.
2. Ponerme sujetador, porque una cosa es estar en la calle en bragas y otra muy distinta que una mujer de mi edad salga a la calle sin sujetador.
En el piso, el niño estaba dormido y el gato seguía inquieto, maullándole a la puerta.
Me puse el sujetador, porque una puede ser una histérica pero es una histérica decente, mientras iba contestando a las preguntas del policía: un metro veinte. Ojos azules. El pelo corto, la toman por niño. Un niño guapísimo, ¿sabe usted? No conoce la zona, y al lado hay un pinar, y más allá el mar, y en medio una carretera, y es viernes por la noche, y la gente viene de la playa con un par de copas, y ella nunca ha cruzado sola la calle...
-No se preocupe, señora, un coche patrulla la ha localizado en la glorieta.
Imaginaos el panorama: viernes, una y media de la madrugada. A un lado, un bloque de vecinos. Al otro, un pinar totalmente a oscuras. En mitad de la calle, una loca de metro sesenta de altura y ochenta kilos de peso, más fácil de saltarla que de rodearla, con los pelos de recién despierta, la mascarilla empapada de tanto llorar, una camiseta 90% agujeros, las tetas bamboleando a pesar del sujetador (porque una es una mujer decente), las bragas culotte color gris y las chanclas naranja fosforito ideales para correr por la calle como si la vida te fuera en ello.
Por motivos desconocidos, cuando los policías me vieron acercarme hicieron barrera delante de Nena-chan.
Entonces fue cuando se me ocurrió que a lo mejor, sólo a lo mejor, no estaban a favor de que me la llevara. Que se habían encontrado a una niña sola en mitad de la calle a la una de la mañana en estado de pleno desconsuelo y, como mínimo, pensaban que tenía unos padres negligentes. Quizá cosas peores.
No iban a dejar que volviera a casa así como así.
Me senté en un escalón, totalmente en shock. Sólo podía llorar y llorar. Una chica se sentó a mi lado y me explicó que la niña estaba bien, que ella y sus amigas se la habían encontrado por la calle y habían avisado a la policía. La chica era guapísima y sus amigas eran guapísimas y yo estaba en bragas culotte (color gris) sentada en un bordillo y Nene-kun estaba solo en casa y la policía no me dejaba acercarme a mi hija y no podía parar de llorar y llorar.
-Señora -dijo uno de los policías-, la documentación.
-¿Qué?
-El dni.
-Pe... pero cómo voy a tener el dni si estoy EN BRAAAAGAS... BUAAAAA... QUE HE SALIDO CO-CORRIENDO DE CAAAAASA... ESTOY EN BRAAAAAGAS.... EN MEDIO DE UN PINAAAAAAR... BUAAAAAA...
Al verme tratar con las figuras de autoridad, sin duda impresionada por mi saber estar y mi compostura, Nena-chan esquivó el placaje del otro policía y vino a abrazarme.
Es posible que eso nos salvara el culo a las dos.
Metafóricamente, al menos, porque la verdad es que sentarse en un bordillo en mitad de un pinar en unas bragas culotte (color gris) no es lo que se dice muy cómodo.
Los policías se relajaron, empezaron a sonreír (debajo de las mascarillas) y a bromear y me tomaron los datos.
Para entonces, mi mayor preocupación había pasado a ser Nene-kun, solo en casa, porque los dramas no se priorizan solos, hay que priorizarlos.
Nene-kun duerme como una piedra toda la noche, pero tiene la costumbre de venirse totalmente dormido a mi cama, todas las noches, a las dos en punto.
Y las dos en punto se acercaban.
-Bueno, deberíamos ir tirando para casa -les dije a los policías-, que he dejado solito al hermano pequeño.
-Claro, claro -dijeron los policías.
No me lo podía creer. La niña estaba a salvo, los servicios sociales no se la habían llevado, podíamos volver a casa.
Y entonces Nena-chan intervino.
-No es verdad, mamá, no está solo.
Imaginarse el panorama y la cara de los policías que habían estado a punto de dejar que la niña se fuera con una loca en bragas.
-Cla-claro que está solito, Nena-chan -le dije, mirando de reojo a los policías-, papá no viene hasta ma-mañana.
Yo no leo el pensamiento pero que los policías estaban pensando en registrar la casa por si el papá era un traficante de drogas, armas o cosas peores, como risketos estaba claro como el agua.
-Pero está Jinmu.
Los policías me echaron una mirada que si las sospechas mataran me habrían dejado muriente para el resto de mi vida.
-Jinmu -atiné a decir- es el gato.
Los policías se rieron, Nena-chan se rio, yo me reí.
Volvimos a casa. Nene-kun estaba dormido en exactamente la misma postura, Nena-chan no tardó en estar dormida también. A mí me costó más, y soñé toda la noche con que Nena-chan era un bebé que empezaba a andar y se escapaba.
Lo cuento así como para rellenar un poco, porque obviamente no tiene ninguna relación con esta historia.
A la mañana siguiente, Nena-chan y yo le contamos la aventura a su hermano.
-¿Y tuviste miedo? -preguntó al final.
-Mucho, porque estaba solita en la calle.
-Pues yo estuve solito en casa -dijo, muy orgulloso de sí mismo- ¡y no tuve nada de miedo!
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