14 junio 2021

Menos que un topo


Desde hace un tiempo, Nene-kun se queja de que no ve bien la pizarra. 
Como las quejas empezaron justo cuando le cambiaron de sitio y le apartaron de su Muy Mejor Amiga De La Vida(tm), al principio no le di importancia.
No me juzguéis, pero llevo todo el curso oyendo a las mamás decir que su hijo no ve bien la pizarra justo y precisamente desde que le han sentado al lado del conflictivo de la clase, así que igual estoy un poco insensibilizada ya ante el tema.
Pero como sigo siendo madre y ligeramente obsesiva, empecé a fijarme y, ciertamente, el niño se frota los ojitos cuando lee (MI BEBÉ YA LEE MI BEBÉ YA LEE NO ME LO PUEDO CREER ME AHOGO TOMA UNA BOLSA LORZ RELAJA Y RESPIRA EN LA BOLSA), otras veces, le señalo una letra y lee la de al lado. Y de vez en cuando se come los marcos de las puertas. Y a veces, cuando juega a "The floor is la lava", se come el suelo también porque "creía que la mesa estaba más cerca". Pero el remate fue el día que vino y me preguntó:
-Mamá, ¿qué significa HOOO?
-¿Cómo se escribe?
-Una hache y tres os.
-Ni idea, a ver, enséname dónde lo has leído... Nene-kun, aquí pone HOCICO.
-No, mira: HOOO.
-Vale, no ves un mojón.
Así que pedí cita en el pediatra, pero ya sabéis el refrán: contra el vicio de pedir está la virtud de no dar. Gracias a la maravillosa gestión de la sanidad pública que está haciendo nuestra amada presidenta, lo que obtuve fue el siguiente mensaje: "No hay cita disponible en los siguientes quince días". 
Todo bien.
Luego que si vamos a urgencias por tonterías pero, llamadme loca, hay cosas que no pueden esperar quince días. O que si esperas quince días te echan bronca porque "esto habría que haberlo mirado antes". 
Que no era mi caso, pero otras veces lo ha sido.
En fin. 
El caso es que mi pediatra es negacionista de tratar las enfermedades, así en general, así que cuando conseguí hablar por teléfono con él dijo lo de siempre:
-Eso es normal.
También me dijo que era normal: cuando Nene-kun sangraba por el culete, cuando se le empezaron a deshacer los dientes nada más salir, cuando pesaba siete kilos con un año. Y a mí me hubiera gustado creérmelo, pero luego vas a urgencias por una caída, por ejemplo, y te acusan de negligencia porque el niño tiene problemas sin tratar, y te dicen que van a consultar si tiene que intervenir un asistente social, y te dejan en la sala de espera llorando como una gilipollas hasta que deciden que no has hecho nada malo y te devuelven a tu hijo.
Así que, por lo que fuera, pensé que era mejor insistir.
-Pero que no ve la pizarra.
-Eso dice él.
-Y se frota los ojos cuando lee.
-Eso es alergia.
-¿A qué? ¿A no ver las letras? Además se va comiendo las paredes.
-Eso es falta de calcio.
-El otro día se abrazó a una farola y le dijo: 'mamá, ¿qué hay de merendar?'.
-Esta bien, vente para aquí y miro.
Así que cogí al niño y me fui para el centro de salud.
El pediatra estaba solo y aburrido y más feliz que en toda su vida.
-Hola, Nene-kun. A ver, ponte aquí y vamos a leer el panel que hay en la pared de enfrente. Porque ya sabes leer, ¿no?
-Bueno, no TODAS las letras. 
Nene-kun lleva casi dos años ya aprendiendo una letra detrás de otra. Ahora que ha acabado, desconfía y parece pensar que cualquier día va a llegar al cole y tendrá que aprenderse otra.
-Venga, pues empieza por la fila de arriba. 
Nene-kun leyó sin problema las tres primeras líneas y luego puso cara de concentración.
-Ahora esta -le animó el pediatra.
Nene-kun puso la mirada acero azul, sin decir nada.
-Eso es que no sabe leer -me dijo el pediatra, que sin duda estudió en la misma facultad que el del chiste de la araña*-. Vamos a probar con los colores.
En el panel de los colores, Nene-kun "leyó" sin problema las dos primeras líneas, pero al llegar a la tercera empezó a decir el color a la derecha del que el pediatra estaba señalando. 
Que también el pediatra menudo cuajo, ponerse a señalar colores con un bic cristal escribe normal delante de una pantalla iluminada, que aquello parecía una bola de discoteca.
-Eso es que no se sabe los colores -me dijo el pediatra. 
De la segunda a la tercera línea, ese conocimiento se ha borrado por arte de magia de su cabeza.
-O que no los ve.
Así, como teoría loca.
-A ver, yo si quieres te derivo al oculista...
-Sí, quiero.
-...pero cuando los niños son tan pequeños les tienen que dilatar la pupila; es la única forma de saber si ven bien: como no saben leer...
-¡Que sabe leer!
-Le echan unas gotas en los ojos y es muy desagradable.
Cuando Nene-kun tenía once meses hubo que hacerle una colonoscopia, que por un error del pediatra se hizo sin anestesia. Creo que podemos manejar unas gotas.
-Nene-kun es muy valiente.
-Ya, pero luego estará de mal humor y te va a dar la tarde.
No como cuando le hicieron la colonoscopia sin anestesia, que estuvo toda la tarde cantando fandanguillos, claro.
-Creo que puedo asumir el riesgo.
-A ver, de verdad, si quieres te derivo, pero yo creo que es mejor esperar unos meses, que si no se va a pasar todo el verano con gafas, pobrecito. 
Llevo gafas desde poco antes de cumplir los seis años (qué casualidad, la misma edad que Nene-kun) y tengo casi cuarenta y uno, así que estoy relativamente segura de que he pasado por algún verano. También lo estoy de que lo único malo de las gafas en verano es cuando te las quitas para meterte en la piscina y no sabes si estás agarrada a un flotador o a la depuradora.
-¿Y no irá a peor si lo dejamos sin tratar?
-Es que le vas a poner gafas ahora y lo que va a hacer es romperlas. 
Llevo gafas desde poco antes de cumplir los seis años y creo que se me han roto tres veces, y siempre en circunstancias absolutamente inevitables, seas niño, adulto o Supermán. También es cierto que las tenía que cambiar tan a menudo por las subidas de graduación que no me daba tiempo a romperlas.
-Pues se le compran otras. 
-Bueno, pues nada, si te empeñas te doy cita, pero yo me esperaría a después del verano.
El pediatra me dio el volante para el especialista y Nene-kun y yo salimos de allí reboleados, no se fuera a arrepentir. 
Se suponía que me tenían que llamar para citarme, y que la llamada tardaría, como mucho, tres días, pero como tenemos la mejor presidenta del mundo mundial y vivimos en libertad, una semana más tarde ya dije mira, voy a llamar yo si eso.
-A ver... -me dijeron- pues la cita ya para después del verano.
-Habéis hablado con mi pediatra, ¿verdad?







*Un científico estudia el comportamiento de las arañas. 
El primer día, le arranca una pata, le dice: Araña, ven. Y la araña, con sus siete patas, va.
"La araña mantiene sus capacidades motoras", anota el científico en su libreta.
Al día siguiente le arranca otra pata y le dice: Araña, ven. Y la araña, con sus seis patas, va.
"Sigue manteniendo sus capacidades motoras", anota al científico.
Al día siguiente le arranca otra y lo mismo, y al otro, otra y lo mismo.
La araña siempre va, cada vez más perjudicada pero va.
Al fin, el octavo día, le arranca la octava pata y dice: Araña, ven. Y la araña no va. 
El científico lo piensa detenidamente y anota: 
"La araña se ha vuelto sorda". 



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Se supone (cruzo los dedos) que esta semana recibiré por fin los primeros ejemplares de Crónicas Funestas, que deberían tener este aspecto gracias a la absolutamente maravillosa Gisselle Anderson:

Y si todo va bien, voy a empezar a enviar las recompensas de inmediato. 
Si participasteis en el Verkami y os habéis quedado con ganas de algo (una taza, un delantal, una bolsa, un ejemplar extra del libro para usarlo de pisapapeles, los que sea) es el momento de pedirlo, bien usando el propio formulario de contacto de la campaña, bien escribiendo directamente a hola@foscanetworks.net.