30 marzo 2020

Extrema necesidad

A ver, que yo entiendo que en estos momentos sólo hay que salir en casos de extrema necesidad.
Pero ¿qué es extrema necesidad?
Por que a ver, yo tengo NECESIDADES.
Y, en este momento, empiezan a ser bastante EXTREMAS.
O sea, tengo una niña que nunca se duerme antes de las doce de la noche y un niño que siempre se levanta antes de las siete de la mañana, y entremedias es habitual que se despierten.
Pero no nos llaman a gritos como los niños normales, noooooooooo....
Son como ninjas.
Nene-kun tiene la costumbre de quedarse en el quicio de la puerta de nuestro dormitorio hasta que sentimos el peso de su mirada y nos despertamos (si es que nos habíamos dormido), mientras que Nena-chan prefiere quedarse a los pies de nuestra cama, en silencio, hasta que abrimos un ojo (si es que lo habíamos llegado a cerrar) y la descubrimos ahí.
Esto pasa como media dos o tres veces por noche y desde ya os digo que el corazón lo tenemos fuerte, porque despertarse con el ruido de la respiración de una figura fantasmagórica a los pies de tu cama es como para pararle el pulso a cualquiera.
Ninguno de los dos duerme siesta, benditos sean.
Como comprenderéis, jugar al parchís conyugal en estas condiciones es dificilísimo.
Imposible, de hecho.
En los últimos años, ZaraJota y yo solo hemos conseguido intimar cuando dejamos a los niños con los abuelos para "ir al cine".
Os voy a ser sincera: los abuelos sospechan.
Seguramente os estáis preguntando por qué no les decimos directamente que queremos echar un casquete: pues porque nos corta el rollo que sepan lo que estamos haciendo.
Así que les decimos que nos vamos al cine, aunque en el fondo ellos saben lo que estamos haciendo, y nosotros sabemos que ellos lo saben, y ellos saben que nosotros sabemos que lo saben y nosotros...  espera, ¿por dónde iba?
Bueno, que no es lo mismo.
El caso es que con esto de la cuarentena, llevar a los niños a la casa de los abuelos nos resulta imposible. Nos hemos planteado varias alternativas, desde meter a los niños en el carro de la compra hasta disfrazarlos de perrito. La desesperación nos ha llevado a tal punto que la semana pasada Nena-chan se despertó con un ojo hinchado y lo primero que pensé fue:
ARREANDO PARA CASA DE LOS ABUELOS QUE SI ME PARA LA POLICÍA DIGO QUE VAMOS AL PEDIATRA.
Pero luego me di cuenta de que era absurdo.
Es decir, aunque consiguiéramos llegar con los niños a la casa de los abuelos, ¿cómo íbamos a decirles que nos vamos al cine?
¡Si no hay nada interesante en cartelera!

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