16 septiembre 2019

Zumbando

Desde que nos mudamos a la casa nueva no han parado de ocurrirnos desgracias: sin ir más lejos, la semana pasada nos apuntamos al gimnasio.
La decisión tiene una cierta lógica, porque resulta que apuntar solo a los niños a la piscina costaba más o menos lo mismo que apuntarnos los cuatro a todo, pero, como le dije a ZaraJota, a veces en la vida hay cosas más importantes que el dinero. Como, por ejemplo, pasar la tarde en el sofá viendo Netflix, por decir lo primero que se me ha venido a la cabeza. Pero todos mis argumentos cayeron en saco roto y, contra mi expresa voluntad, ZaraJota, los niños y yo acabamos apuntados al gimnasio.
–No pienso ir –declaré.
–Pero Lorz –dijo la recepcionista, que para mí que las entrenan en la CIA o algo así–, ya que estás pagando aprovecha y vente a alguna actividad. Mira, tenemos yoga, pilates...
–No, no, no y NO.
–También tenemos actividades en familia –insistió la recepcionista, que es que huelen la debilidad porque si no es que no me lo explico–, podrías venir con los niños.
–¡¡¡Sí, mamá, yo quiero ir contigo!!!
–Pero Nena-chan, si no sabes ni a qué...
–Pero yo QUIEROOOO...
Así fue como, sin haberle hecho yo nada malo a nadie en la vida, acabé en una clase de zumba en familia.
Bueno, acabamos.
Se ve que ZaraJota no se atrevía a dejarme sola zumbando.
–Que conste que solo he venido para hacer control de daños –me dijo–. Sabes perfectamente que no me gusta bailar, ni la gimnasia, ni estar con otras personas, ni que me vean en público contigo. Y a la primera broma que hagas con el nombre de la clase aquí te quedas porque lo que es yo me voy.
–¿Pero te irías... zumbando?
–¡¡¡LORZ!!!
–Vale, vale, ya paro.
Lo cierto es que ZaraJota no se tendría que haber preocupado porque yo hiciera chistes: en el momento en el que empezó la clase se me quitaron las ganas de bromear. Y de hablar. Y de seguir viviendo. Lo único que me preocupaba era no sufrir un triple infarto coronario-cerebral mientras intentaba seguir los pasos de la profesora.
Cuando terminó la primera canción me dolían hasta los dientes de leche, que se me debieron caer allá por 1986.
Y no exagero: de verdad se me empezaron a caer en 1986.
Me dolían las piernas.
Me dolían los brazos.
Me dolían los párpados.
Pero lo que más me dolía era la traición de ZaraJota, que estaba dándolo absolutamente todo en la clase.
ZaraJota haciendo zumba. Dramatización. 

–¡Me dijiste que no te gustaba bailar! –le dije.
–Y no me gusta.
–¿ENTONCES QUÉ C*Ñ* ESTÁS HACIENDO?
–¿Esto? No lo puedo evitar: llevo el ritmo en el cuerpo.
–¿Se podría decir que estás... zumbado?
Y encima va y se enfada.

6 comentarios:

Viñu dijo...

Y has repetido? jajaja

Necio Hutopo dijo...

Me gustaría ver un video de ZJ bailando a Beyoncé dando todo de sí...

Genín dijo...

¿Así bailabais?
¿Cómo en el video?
¿Zarajota tambien?
¿Y los niños?
¿Y tu tambien?...jajaja
Besos y salud

lorzagirl dijo...

Viñu, claro. Ya hemos ido dos veces.

Hutopo, no me dejan grabar las clases, ojalá.

Genín, no, solo ZaraJota.

Devoradora de libros dijo...

Las cosas que hay que hacer por la familia...
Ánimo.

Besos.

pseudosociologa dijo...

Juas, juas, juas....estoy llorando de la risa...porque yo...es que os imagino.
¿Y te acuerdas aquella imitación del "single ladies" de tres tíos gordos y peludos en maillot que se volvió viral?...pues así me imagino a Zarajota...no me digas porqué...