26 agosto 2019

En mi casa

Nene-kun todavía no ha superado la etapa del gatito (en la que decía que era un gatito, andaba a cuatro patas y maullaba continuamente, para nuestra desesperación) y ya está entrando en la etapa de la casita imaginaria.
No, no un amigo imaginario: una casa imaginaria.
Es que a Nene-kun no le gusta mucho la gente, yo qué sé.
La cosa empezó con un coche.
–¿Sabes qué, mamá? Tengo un coche.
–Muy bien.
–El coche mío es muy bonito.
–¿Sí? ¿Y de qué color es?
–De todos los colores.
–Muy bien.
–Hoy es rojo y mañana verde.
–Ah.
Yo no le dije nada porque me gusta que se sienta apoyado, pero la verdad es que los coches que cambian de color son muy poco prácticos, sobre todo cuando no te acuerdas donde los has aparcado.
Supongo que como vio que le seguía la corriente, Nene-kun se vino arriba y cada día me daba un dato nuevo del coche:
–¿Sabes qué, mamá? Mi coche vuela.
–¿Sabes qué, mamá? Mi coche tiene un paraguas gigante.
–¿Sabes qué, mamá? Mi coche tiene cinco ruedas y ocho puertas.
Yo iba tomando nota mental de todo, lo que, teniendo en cuenta que lo único que soy capaz de recordar del coche familiar es que es gris y en la matrícula hay una Y, tiene muchísimo mérito.
Con el tiempo y de manera natural, pasamos a la casa (supongo que cuando terminó de pagar el crédito imaginario para el coche imaginario y pudo meterse en una hipoteca imaginaria para una casa imaginaria, yo qué sé).
–¿Sabes qué, mamá? Yo tengo una casa.
–Qué bien.
–Tiene un tolobán.
–Muy práctico, sí señor.
Y al día siguiente:
–¿Sabes qué, mamá? Mi casa tiene una pichina de bolas.
Y al otro:
–¿Sabes qué, mamá? En mi casa tengo muchos lelelales y chuches y polatao.
Y al otro... Bueno, os hacéis una idea.
El caso es que a mí me estaba empezando a preocupar el tema, porque todo lo que el niño se imaginaba eran cosas, y hasta donde yo sé los niños suelen imaginarse personas, amigos imaginarios, animales imaginarios, yo qué sé.
Hasta que un día Nene-kun me pilló por banda.
–¿Sabes qué, mamá? En mi casa no tengo bebés.
Nene-kun parecía muy preocupado, así que yo intenté ponerme muy seria también, aunque por dentro estaba dando palmas con las orejas porque el niño por fin estaba pensando en seres humanos imaginarios.
–Vaya...
–¿En mi casa yo puedo tener bebés?
–Claro –estaba tan contenta que incluso se apoderó de mí el espíritu de la madre de Caillou–: no veo por qué no.
–Vale, pues luego papá y tú me hacéis uno.
Si lo sé no digo nada.


5 comentarios:

Necio Hutopo dijo...

¿Estará #Nene-Kun implementando una campaña subliminal para conseguir una (o un) hermana(o) menor? Permanezcan atentos a sus pantallas...

Bettie dijo...

Yo creo que NeneKun os ha estado haciendo una estrategia tipo: el gato se ha subido al árbol. Y tú preocupada por que no se imaginaba gente... xD

Genín dijo...

jajaja No hace falta sacarle el ADN, está clarísimo que es hijo vuestro, le encanta el parchís!!! :)
Besos y salud

lorzagirl dijo...

Hutopo, no creo. Me mira mal si me acerco a otro bebé.

Bettie, es más listo que yo.

Genín, todo se hereda.

Clipping Path Service dijo...


Nice post. I really enjoy reading it. Very instructive, keep on writing.Thanks for sharing.