04 febrero 2019

Los pajaritos

Total, que nos fuimos a Barcelona al bautizo de uno de los niños más guapos del universo. 
Fue un viaje exprés: creo que no llegamos a estar fuera ni veinticuatro horas. De hecho íbamos tan justos de tiempo que alquilamos un coche para movernos más rápido. 
Que el dios del transporte público nos perdone.
Encima llegamos tan tarde que ZaraJota tuvo que salir corriendo para la oficina de alquiler de coches porque cerraba en veinte minutos o así, mientras yo cruzaba Sants ligeramente más despacio, con un gripazo que no veía, los dos niños a rastras (Nene-kun dormido y con unos mocarros que le caían barbilla abajo, Nena-chan renqueando por un esguince y con un flemón), las maletas, la bolsa con la merienda, en fin, los cien quilos de impedimenta obligatorios para cualquier madre. 
Conseguimos llegar a la oficina, montar las sillas de los niños que venimos cargando desde Madrid porque la oficina de alquiler "no garantiza la disponibilidad", nos montamos en el coche, atamos a los niños con los variados sujetatrones de las sillas y arrancamos. 
Y como al medio minuto o así, ZaraJota me dice: 
–Lorz, pon el tontón, que no sé ir. 
–No sabes ir. 
–No.
–A casa de tu madre. 
ZaraJota tuvo la decencia de parecer avergonzado. 
–Es que Barcelona ha cambiado mucho en los últimos años. 
–Estamos en la Diagonal. Lleva cayendo en selectividad unos cuarenta años o así. 
–¿Y qué?
–QUE NO HA CAMBIADO UNA M**RD*.
Estábamos debatiendo amistosamente si la Diagonal ha cambiado una m*rd* o no cuando se pusieron a nuestra altura dos furgonetas blindadas de los mossos. 
Ya está, me dije, hemos herido su orgullo nacional o algo, con tanta Diagonal y tanta m**rd* en la misma frase. Nos paramos en un semáforo, las lecheras se pararon a nuestro lado y el copiloto de la primera bajó la ventanilla, se asomó y nos hizo pincitas con las manos. 
–ZaraJota, el mosso te está intentando decir algo. 
–¿A mí?
–Eso o está bailando "Los pajaritos", pero no me parecen horas. 
ZaraJota se volvió hacia el mosso, le sonrió y le levantó la mano en plan "gracias por avisar" y los mossos se fueron y nos dejaron allí. 
–¿Qué querían? –le pregunté a ZaraJota. 
–Uy, ni idea. 
–"Los pajaritos", te lo digo yo, que se le veía muy animado.
Llegamos a casa de mi suegra sanos y salvos gracias al tontón y al día siguiente nos fuimos al bautizo del nene, que era en un pueblo. Primero a la iglesia, luego a un bar, luego a un restaurante, de lado a a lado con el coche. Debían ser como las doce de la noche e íbamos en dirección contraria por un polígono porque es que Barcelona ha cambiado mucho y eso cuando me dice ZaraJota: 
–Uy. 
–¿Qué pasa?
–Te vas a reír. 
–Son las doce de la noche, llevo diez horas con unos zapatos de tacón nuevos, tengo fiebre y vamos en dirección contraria por un polígono industrial a oscuras.
–Por eso. Ya sé por qué está todo tan oscuro: resulta que el botón al que le estaba dando no era el de las luces. 
–¿Y qué era?
–Bueno, lo único que puedo decirte es que no era ni el asiento eyector ni las luces. 
–Lo mismo era eso lo que nos quería decir el mosso. 
–Seguramente. 
Me gustaba más la opción de "Los pajaritos", para qué nos vamos a engañar. 

6 comentarios:

viñu dijo...

Como si lo viera, habréis ido con los antinieblas por ahí, sin alumbrar, pero deslumbrando a todo le mundo. Dale un colleja con los tacones.

pseudosocióloga dijo...

Lo vuestro no es normal....

Necio Hutopo dijo...

Ahora quiero saber para qué era ese botón...

la Clemen dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
la Clemen dijo...

Yo lo veo por el lado positivo. Tú no ibas conduciendo y podrás usarlo cuando tengas un despiste de magnitud similar.

Genín dijo...

¿Pincitas?
Ni idea que es eso... :)
Besos y salud