Previously in Lorz...
Esto es más largo que el día ese del año en el que se atrasa la hora y tú ves que no anochece y piensas, "pues será temprano", y miras el reloj y no es temprano y encima mañana hay que ir a trabajar y te da una pereza que te mueres.
Mi padre tiene un problema de puntualidad, en concreto, de exceso de la misma.
En realidad no, porque la puntualidad consiste en llegar justo a la hora acordada, mientras que lo que hace mi padre es llegar tres horas antes, y si puede se queda a dormir en la puerta toda la noche para estar el primero, bien tempranito.
Cuando estaba embarazada mi padre me llevaba a hacerme todas las ecografías, análisis y pruebas, y me llevaba tan pronto que a veces nos encontramos el centro médico cerrado, y nos íbamos a desayunar para hacer tiempo... sólo que por lo general yo no podía desayunar porque tenía que hacerme alguna prueba en ayunas, así que le miraba desayunar. Os podéis imaginar la ilusión que me hacía.
Este afán madrugador tiene algún sentido cuando vas al médico, pero lo tiene menos cuando vamos a comer a su casa. Si quedas a las dos, y a las dos menos un minuto no has llegado, te llama.
-¿Dónde andas? -pregunta.
-En el portal de tu casa.
-¿Y por qué no subes?
-Porque me estás llamando al móvil y en el ascensor no hay cobertura.
Después de muchas protestas, conseguimos que dejara de llamarnos. Ahora lo que hace es decirle a mi madre que nos llame.
-Llama a la niña, que son las dos menos veinte y no ha venido.
-Estará de camino.
-A ver si le ha pasado algo, llámala.
-Llámala tú, no ves...
Al final mi madre me llama.
-Filla -mi madre sólo me llama filla cuando sabe que va a decir algo que me va a tocar las narices-. ¿Venís o qué?
-Ya vamos, ya vamos, que hemos quedado a las dos y no son todavía.
-¡HA SIDO TU PADRE!
Con los viajes mi padre entra en punto crítico.
-¿A qué hora salimos? -le pregunto.
-Sobre las ocho.
-O sea: a las siete y media.
-No, mujer, no seas exagerada...sobre las ocho o así.
Al día siguiente a las siete y media está mi padre llamando al telefonillo.
-Pues ahora te esperas que no estoy preparada.
-¿Cómo que no? ¡Si te dije a las ocho!
-¡Pero es que son las siete y media!
-Ya, pero entre que salimos de Madrid y nos metemos en la autovía...
Ah, vale. Que a las ocho salimos del país, no de mi casa. Haberlo aclarado, hombre.
Para ser sincera, al principio mi padre se comportó muy bien.
Antes de irnos le expliqué que la niña tenía sus normas, sus rutinas y sus necesidades, que no entiende de horas ni de autovías y que la única forma de que mantenerla tranquila era manteniéndonos tranquilos los demás. Es decir: que una cosa es ir deprisa y otra ir con prisas, y con un bebé se tiene la una o la otra, pero ambas no porque son mutuamente excluyentes.
El viaje de ida fue muy tranquilo.Salimos muy bien. Cuando Bebé-chan tuvo hambre paramos a desayunar, y mi padre esperó pacientemente a que Bebé-chan se acabara el biberón, estuviera limpia, jugara un ratito para desentumecer el cuerpecillo. Mi padre se mantuvo impasible el ademán, aunque cualquiera que lo conozca se habría dado cuenta de que le picaba el asiento.
A la vuelta anunciaron nieve.
-Pues salimos inmediatamente después de comer, que no nos pille de noche y nevando -anunció mi padre.
Lo que en klingon significa: " a las siete de la mañana os estoy levantando".
Pues a las siete no, pero a las ocho me estaba preguntando si se podía llevar a Bebé-chan para enseñársela a unos amigos.
-¿A estas horas? ¿Esos amigos te caen mal o algo?
-Es que luego se hace tarde y va a nevar y...
Un par de horas más tarde, mi padre volvió a intentarlo.
-¿Está Bebé-chan vestida?
-Eh... sí.
-¡Pues me la llevo!
Antes de que me diera cuenta estaba corriendo pasillo adelante, con Bebé-chan sobre el hombro cual cochinillo mientras gritaba y agitaba los bracitos.
-¡El abrigo! ¡Los zapatos! ¡Que estoy en pijama!-gritaba yo, mientras intentaba alcanzarle.
-¿Tú también vienes?
Hombre, si te parece... que mi padre es capaz de coger a la nieta y volverse a Madrid, y a los demás que nos la pique un pollo. Yo mientras tenga a mi hija no le pierdo de vista ni para ir al baño.
Un par de horas más tarde, después de que mis padres llevaran a Bebé-chan a hacer el Simba por todo el pueblo, mi padre anunció que nos íbamos.
-Que han dicho que va a nevar -nos recordó.
-Pues es que Bebé-chan tiene que comer -le dije.
-¿Ahora?
-Cuando tiene hambre, es una costumbre tontísima que tiene.
-Es que como no me has avisado...
-Come cada tres horas. No sabía que tenía que anunciarlo en el BOE cada vez.
Para cuando Bebé-chan terminó de comer mi padre ya estaba dando saltitos de impaciencia. Mi yo interior, también, porque esto de dar pecho con tu padre intentando calcular mentalmente los centilitros que puede haber en cada teta y lo que puede tardar Bebé-chan en bebérselos, como que te corta el rollo.
-Bueno -dijo al final-. ¿Nos vamos ya o qué?
-Espera un momento, que tengo que cambiarle el pañal.
-¡No me has dicho que la tuvieras que cambiar!
Pues en esto estamos empatados, porque ella tampoco me ha dicho que tuviera que cagar.
PD:
Orden 1234/2013, de 19 de abril, por la que se regula la ingesta y expulsión de alimentos por parte de Bebé-chan.
1.Los bebés en general, y Bebé-chan en particular, tienen la costumbre de comer para subsistir. Lo hacen aproximadamente cada tres o cuatro horas, según su edad, peso, estado de salud y otros condicionantes, entre los que destaca el hambre.
2.Los bebés, una vez comen, tienden a hacer popó tarde o temprano, generalmente en el momento más inoportuno para la padre, madre, o tutor/es legal/es, sin previo aviso de ningún tipo, salvo en algún caso un ligero rubor facial provocado por el esfuerzo del bebé al apretar.
3.Una vez el bebé ha hecho pipí o popó es recomendable cambiar el pañal, por el bien del bebé. Si te vas a meter en el coche con las ventanillas subidas y la calefacción puesta también es recomendable cambiar el pañal, por el bien de los demás.
9 comentarios:
Bueno bueno, no es x disculpar a bebechan's grandpa pero yo soy igual... Eso si, desde hace exactamente dos años menos una semana los horarios y ritmos los pone otro...
Tu padre es un abuelo cojonudo, y lo del Simba... Simplemente genial!
Por favor lo que me he reído! Me has recordado a mi misma hace unos meses... :-D
¡Genia!
jajaja No sabes lo que me has hecho reir!!!
Muchas gracias.
Besos y salud
Será que tu padre no recuerda cuando tu y tus hermanos estaban de pecho y pañales... O será que tu madre es aún más heroica de lo que pensamos...
¿Qué ha sido de la protagonista del blog? Qué vuelva Arale-chan!!
Pues debo de reconocerlo, en eso me parezco un montón y me recordaba a mí, pero también me has hecho pensar, lo que provocamos y encima... me he partido el eje con la risa... muy bueno. Un abrazo
Reconozco que soy igual que Lorzapadre, y mi pariente también y desde luego, a ver si vas acstumbrando a Bebechan a advertirte de sus necesidades con tiempo.
Ja, ja, ja.
¿Y no le has preguntado a tu madre cómo se las apañaba con vosotros pequeñines?
Yo creo que los padres se vuelven más impacientes a medida que se hacen mayores. A mí también me molesta, pero quién sabe si no nos pasará lo mismo cuando lleguemos a su edad. Un saluso Lorz.
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