Por fin encontramos un restaurante perfecto.
Pequeño, discreto, cerca de casa de mis padres, con un menú contundente y dispuestos a plegarse a todo.
Les llamé para concretar más detalles, y todo lo que me dijeron me pareció estupendo, hasta que llegamos a la pregunta crítica.
-¿Tienen algún espacio para poner música y bailar?
-No.
-Jo. Bueno. ¿Podremos poner música durante la cena?
-No señora.
-Jo. Es que me gustaría poner un poco de música para animar el ambiente.
-Si quiere les puedo cantar unas jotas.
Gracias. Creo.
5 comentarios:
el restaurante se implicaba de co**nes con el asunto, hasta el punto de poner música en directo!!! que ocurrencia tener música en una celebración! y que la gente quiera bailar?¿?¿!! estamos locos'???
la culpa fue tuya de no saber apreciar el arte del encargado, que te iba a cantar unas jotas lorz, que estan de moda que te mueres!!!
de desagradecidos está el mundo lleno!
Es que lo quiere todo, eh. :)
Nada es perfecto, pero lo de las jotas hubiese molao.
A mí me cantaron 3 y gracias, que no me gustan nada, por lo menos no se cebaron... jejeje
Jotas???? Capaz el tío de cantarlas sin haber bebido???
Ese convite sí hubiera sido inolvidable!!!!!! (para vosotros y para vuestro futuro psicólogo, claro!!!)
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